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Las personas feas ignoran su nivel de fealdad …


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marcianosmx.com(Hery)  —  Las personas feas carecen de capacidad para juzgar con precisión su propia fealdad. Es más, la mayoría tiende a sobreestimar su atractivo visual. Por otro lado, las personas bellas tienden a clasificarse con mayor precisión o subestimar su nivel de atracción. Ahora los guapos no sólo tienden a ganar más, recibir ayuda con mayor facilidad, evadir castigos y contar con más opciones para una relación amorosa. También tienen los pies bien puestos sobre la tierra cuando se trata de su apariencia.

Las conclusiones de la investigación que llevó a lo antes mencionado se publicaron en el Scandinavian Journal of Psychology. A través de seis estudios, solicitaron a los voluntarios evaluar su nivel de atracción y el de otros desconocidos. En el proceso también se solicitó a los participantes predecir la forma en que los otros los evaluarían.

Tobias Greitemeyer, autor principal, constató en el primer estudio que los voluntarios menos atractivos tendían a subestimar su apariencia. En la siguiente gráfica se muestra una clasificación de atracción subjetiva en función de la atracción objetiva del voluntario. En el eje horizontal tenemos una clasificación que va desde no atractivo (izquierda) hasta atractivo (derecha). La línea azul registra la medición subjetiva y la naranja la objetiva.

“A grandes rasgos, los voluntarios poco atractivos se juzgaron con una atractividad promedio. Además, mostraron poca conciencia de que los desconocidos no compartían la misma opinión. Por otra parte, los voluntarios atractivos manifestaron una mejor idea sobre cuán atrayentes son en realidad […] Aparentemente, los individuos poco atractivos conservan una autopercepción ilusoria sobre su nivel de atracción, mientras que la opinión de los individuos atractivos se apega más a la realidad”.

¿Por qué los feos se sienten más atractivos?

Probablemente porque buscan mantener una autoimagen positiva. De hecho, en otras investigaciones se encontró que tendemos a olvidar o prescindir de la retroalimentación social negativa. Y esto nos permite conservar una buena autoestima.

Para llegar a esa conclusión, antes de que los voluntarios evaluaran la atractividad, Greitemeyer diseñó una serie de pasos para llevar a los participantes a una mentalidad positiva. Lo logró haciéndoles preguntas donde se reafirmaban rasgos de su personalidad que no tenían nada que ver con la apariencia física.

Preguntas como: “¿alguna vez fuiste generoso y altruista con otra persona?”. Sin embargo, los participantes siguieron clasificándose de la misma forma. Esto sugiere que los individuos poco atractivos sobreestiman su apariencia física incluso cuando bajan la guardia.

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Y los otros estudios concluyeron lo mismo. Si te resulta familiar que los feos sobreestimen su nivel de atracción, es porque quizá escuchaste del efecto Dunning-Kruger. Este sesgo cognitivo describe la forma en que personas incompetentes tienden a sobreestimar sus habilidades. Y básicamente lo hacen porque carecen de los rasgos meta cognitivos necesarios para discernir sus propios defectos.

¿Los feos realmente ignoran que son feos?

Greitemeyer también encontró que las personas poco atractivas no saben diferenciar bien entre personas atractivas y poco atractivas. De hecho, incluso al constatar que estos individuos poco atractivos pueden tener otros ideales de belleza, no se observó un impacto significativo en la forma que se perciben.

En resumen, sigue siendo un misterio porque los individuos poco atractivos tienden a sobreestimar su apariencia física. Aunque la mayoría somos capaces de juzgar la atractividad de otros, Greitemeyer considera que “aquellos que no son atractivos, simplemente ignoran que no son atractivos”.

Pero, uno de los estudios sugiere que los feos no ignoran completamente su apariencia. En este experimento, a individuos poco atractivos se les mostró un conjunto de imágenes con personas muy atractivas y poco atractivas. A continuación, les solicitaron elegir imágenes de personas cuya atractividad se comparara con la suya.

La mayoría de los individuos poco atractivos terminó comparándose con personas de menor atractividad. “La constatación de que los voluntarios poco atractivos eligieran individuos con poca atractividad para compararse, sugiere que tienen una noción de que son menos atractivos de lo que les gustaría”, dice Greitemeyer.

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