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‘Pensábamos que era el fin del mundo’: Cómo Estados Unidos lanzó cuatro bombas nucleares sobre España en 1966…


Alamy Un pequeño grupo de personas se encuentra alrededor de los restos de una bomba caída en un pueblo español (Crédito: Alamy)

BBC news mundo(M.Burke) —- En 1966, el remoto pueblo español de Palomares descubrió que la era nuclear les había caído encima desde un cielo despejado.

Dos años después del aterrador accidente, el reportero de la BBC Chris Brasher fue a investigar qué ocurrió cuando Estados Unidos perdió una bomba de hidrógeno.

El 7 de abril de 1966, hace casi 60 años, finalmente se encontró un arma nuclear desaparecida que el ejército estadounidense había buscado desesperadamente durante 80 días.

La ojiva, con una potencia explosiva cien veces superior a la de la bomba lanzada sobre Hiroshima, fue cuidadosamente extraída desde una profundidad de 869 m (2850 pies) del mar Mediterráneo y descendida con delicadeza al USS Petrel.

Una vez a bordo, los oficiales cortaron minuciosamente la carcasa del dispositivo termonuclear para desarmarlo. Solo entonces todos pudieron respirar aliviados: se había recuperado la última de las cuatro bombas de hidrógeno que Estados Unidos había lanzado accidentalmente sobre España.

«Este no fue el primer accidente con armas nucleares», declaró el reportero de la BBC Chris Brasher al informar desde el lugar del accidente en 1968. «El Pentágono registra al menos nueve accidentes previos de aeronaves con bombas de hidrógeno. Pero este fue el primer accidente en suelo extranjero, el primero en involucrar a civiles y el primero en capta la atención mundial».

4:51Me quedé paralizado de miedo. Una piedra me dio en el estómago y pensé que me habían matado

Esta aterradora situación se produjo debido a una operación estadounidense denominada Chrome Dome .

A principios de la década de 1960, Estados Unidos desarrolló un proyecto para disuadir a su rival de la Guerra Fría, la Unión Soviética, de lanzar un ataque preventivo.

Una patrulla de bombarderos B-52 con armas nucleares surcaba continuamente los cielos, preparados para atacar Moscú en cualquier momento.

Pero para mantenerse en el aire en estas largas rutas circulares, los aviones necesitaban repostar durante el vuelo.

El 17 de enero de 1966, uno de estos bombarderos volaba a 9,5 km (31.000 pies) sobre la región de Almería, en el sur de España, e intentó un reabastecimiento rutinario en vuelo con un avión cisterna KC-135. «Creo que lo que ocurrió fue que el bombardero se acercaba demasiado y no estabilizó su posición», declaró a Brasher el mayor general estadounidense Delmar Wilson, responsable de la intervención en el catastrófico accidente, «por lo que se acercaron demasiado y colisionaron».

El impacto del bombardero B-52 contra el avión de reabastecimiento lo destrozó, incendiando el combustible que transportaba el KC-135 y causando la muerte de los cuatro tripulantes a bordo. La explosión subsiguiente también mató a dos hombres en la sección de cola del B-52. Un tercero logró eyectarse, pero murió al no abrirse su paracaídas.

Los otros cuatro tripulantes del bombardero lograron saltar del avión en llamas antes de que este se desintegrara y cayera a tierra, arrojando fragmentos de avión en llamas y su letal carga termonuclear sobre el remoto pueblo español de Palomares.

Todo el mundo hablaba de una «flecha rota». Entonces supe que «flecha rota» era la palabra clave para un accidente nuclear. – Capitán Joe Ramírez

La enorme bola de fuego se avistó a una milla de distancia. Afortunadamente, no provocó una explosión nuclear. Las ojivas del bombardero no estaban armadas y contaban con salvaguardias integradas para evitar una reacción atómica en cadena involuntaria.

Sin embargo, los dispositivos termonucleares sí contaban con explosivos que rodeaban sus núcleos de plutonio como parte del mecanismo de detonación. En caso de accidente, las bombas contaban con paracaídas diseñados para amortiguar el impacto al aterrizar y evitar la contaminación radiactiva.

De hecho, una bomba sin detonar aterrizó sin problemas en el lecho de un río y se recuperó intacta al día siguiente. Desafortunadamente, dos de los paracaídas de las bombas nucleares que caían en picado no se abrieron.

Esa mañana, el agricultor español Pedro Alarcón caminaba hacia su casa con sus nietos cuando una de las bombas nucleares cayó en su campo de tomates y explotó en pedazos al impactar. «Quedamos destrozados. Los niños empezaron a llorar. Me quedé paralizado de miedo. Una piedra me dio en el estómago; pensé que me había matado. Me quedé allí tendido, sintiéndome fatal, con los niños llorando», declaró a la BBC en 1968.

. Devastación y caos

La otra bomba de hidrógeno también explotó al impactar contra el suelo cerca de un cementerio. Estas explosiones dobles crearon enormes cráteres y esparcieron polvo de plutonio radiactivo y altamente tóxico por cientos de hectáreas. Restos de aviones en llamas también cubrieron el pueblo español.

«Lloraba y corría de un lado a otro», declaró a la BBC en 1968 una aldeana llamada Señora Flores. «Mi hija pequeña lloraba: ‘Mamá, mamá, mira nuestra casa, se está quemando’. Por todo el humo pensé que lo que decía debía ser cierto. Caían muchas piedras y escombros a nuestro alrededor. Pensé que nos alcanzaría. Fue una explosión terrible. Pensamos que era el fin del mundo».

Una vez que la noticia de que el bombardero había caído con armas nucleares a bordo llegó al mando militar estadounidense, se lanzó una operación de gran envergadura. En el momento del desastre, el capitán Joe Ramírez era abogado de la Fuerza Aérea estadounidense destinado en Madrid. «Había mucha gente hablando, había mucha agitación en la sala de conferencias.

Todos hablaban constantemente de una ‘flecha rota’. Entonces supe que ‘flecha rota’ era la palabra clave para un accidente nuclear», declaró en 2011 a Witness History, de la BBC .

Personal militar estadounidense fue trasladado a la zona en helicóptero. Cuando el capitán Ramírez llegó a Palomares, vio de inmediato la devastación y el caos provocados por el accidente. Enormes restos humeantes estaban esparcidos por toda la zona; gran parte del bombardero B-52 en llamas había aterrizado en el patio de la escuela. «Es un pueblo pequeño, pero había gente corriendo en todas direcciones. Pude ver escombros humeantes, pude ver algunos incendios».

  • EN LA HISTORIA

En Historia es una serie que utiliza el archivo único de audio y video de la BBC para explorar eventos históricos que aún resuenan hoy. Suscríbase al boletín semanal que la acompaña. 

A pesar de la masacre, milagrosamente nadie en el pueblo murió. «Casi 100 toneladas de escombros en llamas cayeron sobre el pueblo, pero ni un pollo murió», dijo Brasher. Un maestro de escuela local y un médico subieron a la ladera incendiada para recuperar los restos de los aviadores estadounidenses fallecidos. «Más tarde, clasificaron los restos y las extremidades en cinco ataúdes, lo que causó algunas dificultades burocráticas cuando los estadounidenses solo recogieron cuatro cuerpos de esa ladera», dijo Brasher.

Tres tripulantes del B-52 que lograron eyectarse aterrizaron en el Mediterráneo a varias millas de la costa y fueron rescatados por barcos pesqueros locales una hora después del accidente. El cuarto, el navegante de radar del B-52, se eyectó durante la explosión del avión, lo que le provocó quemaduras graves y no pudo separarse de su asiento eyectable. A pesar de ello, logró abrir el paracaídas y fue encontrado con vida cerca del pueblo y trasladado al hospital.

Sin embargo, aún quedaba el problema de localizar la mortífera carga nuclear del avión. «Mi principal preocupación era recuperar esas bombas; esa era mi prioridad número uno», declaró el general Wilson a la BBC en 1968.

Falta una de nuestras bombas nucleares

La primera noche, la Guardia Civil acudió al pequeño bar de Palomares, que era prácticamente el único lugar con electricidad. Informaron de lo que consideraban una bomba, así que inmediatamente enviamos a algunos de los nuestros al cauce del río, cerca del centro. Y, efectivamente, era una bomba, así que pusimos guardia allí.

A la mañana siguiente, con las primeras luces del día, comenzamos la búsqueda, y creo que sobre las 10 u 11 de la mañana localizamos otras dos bombas.

Esto representó tres de las bombas nucleares, pero aún faltaba una. Al día siguiente, se enviaron camiones con tropas estadounidenses desde bases cercanas, y la playa de Palomares se convirtió en una base para unos 700 aviadores y científicos estadounidenses que intentaban con urgencia contener cualquier contaminación radiactiva y localizar la cuarta ojiva.

«Lo primero que se vio al comenzar la búsqueda en serio fue al personal de la Fuerza Aérea formando filas de 40 o 50 personas. Tenían áreas de búsqueda designadas. Empezaron a llegar algunas personas con contadores Geiger, y así comenzaron a marcar las áreas contaminadas», dijo el Capitán Ramírez en 2011.

Cuando el personal estadounidense registraba una zona contaminada con radiación, raspaban los primeros 7,6 cm de tierra vegetal y la sellaban en barriles para su envío de regreso a Estados Unidos. Unas 1.400 toneladas de tierra irradiada terminaron en un almacén en Carolina del Sur.

Tanto Estados Unidos como España, que en aquel momento se encontraba bajo la brutal dictadura militar de Francisco Franco, se esforzaron por minimizar el devastador accidente. Franco estaba especialmente preocupado por la posibilidad de que el temor a la radiación perjudicara el sector turístico español, una importante fuente de ingresos para su régimen. En un esfuerzo por tranquilizar a la población local y al mundo entero de que no había peligro, el embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke, acabaría bañándose en el mar frente a la costa de Palomares ante la prensa internacional pocas semanas después del accidente.

Pero a pesar de que cientos de efectivos estadounidenses realizaron una búsqueda intensiva y meticulosa en los alrededores durante una semana, aún no pudieron encontrar la cuarta bomba. Entonces, el capitán Ramírez habló con un pescador local que había ayudado a rescatar a algunos de los aviadores supervivientes que habían amerizado. El pescador no dejaba de disculparse con el capitán Ramírez por no haber podido salvar a uno de los aviadores estadounidenses, a quien creía haber visto hundirse a la deriva. 

El capitán Ramírez se dio cuenta de que el pescador podría haber visto la bomba nuclear desaparecida. «Todos los cuerpos habían sido contabilizados, lo sabía», dijo. La búsqueda se trasladó rápidamente al mar Mediterráneo, con la Armada estadounidense movilizando una flotilla de más de 30 barcos, incluyendo dragaminas y sumergibles, para rastrear el fondo marino. La exploración de kilómetros de lecho oceánico fue técnicamente compleja y un proceso muy lento, pero tras semanas de búsqueda exhaustiva, un nuevo buque de buceo profundo, el Alvin, finalmente localizó la bomba desaparecida en una fosa submarina.

Casi cuatro meses después de su primera pérdida, la ojiva finalmente fue puesta a salvo y devuelta a manos estadounidenses. Al día siguiente, a pesar del secretismo con el que el ejército estadounidense había mantenido su arsenal nuclear, tomó la inusual decisión de mostrar la bomba a la prensa internacional. El embajador Duke argumentó que, a menos que la gente viera la bomba con sus propios ojos, nunca tendría la certeza de que realmente se había recuperado.

Casi seis décadas después, el incidente aún proyecta una larga sombra sobre la región de Almería. La operación de limpieza estadounidense logró pasar por alto algunas zonas contaminadas, y Estados Unidos y España acordaron financiar controles sanitarios anuales para los residentes de Palomares. También prometieron monitorear el suelo, el agua, el aire y los cultivos locales. Sin embargo, aún quedan cercadas unas 40 hectáreas de terreno contaminado en Palomares. Y a pesar de que España y Estados Unidos firmaron un acuerdo mutuo en 2015 para limpiar la zona, ninguno de los dos ha cumplido. 

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De la Santa Fe…


Ley XIX. Que la fe administre a los indios que tuvieran capacidad para recibir el Santísimo Sacramento de la Eucaristía” Leyes de Indias

(Libro I, Título I, De la Santa Fe Católica. Reinado de Felipe II)

MEER(F.C.A.Sanchez) — La impresión de las Doctrinas no debe considerarse un invento exclusivo del Viejo Mundo ni limitarse a ser vista solo como una herramienta para algunos libros.

La primera imprenta sudamericana funcionó en la República del Perú en Lima a partir del año 1584, estableciéndose como una empresa autárquica, lo que significaba que operaba de manera independiente y autosuficiente, produciendo no solo libros, sino también materiales esenciales para la educación y la evangelización.

Sin embargo, en la República de México, la imprenta apareció en 1539 con el propósito de difundir la Santa Fe Católica y, con ella, los sacramentos.

Desde el primer tercio del siglo XVII, los Padres de las Misiones, religiosos dedicados a la evangelización y la enseñanza, contaban con una imprenta en su orden, donde se editaban libros para la catequesis, especialmente en lengua indígena. De esta manera, se cumple con las leyes indianas, pero con un claro compromiso con la educación y el oficio dentro de las culturas locales.

La Orden Jesuita, al establecerse en Misiones, en la provincia de la actual República Argentina, creó su propia imprenta, donde era obligatorio conocer la lengua aborigen para la evangelización. Esta enseñanza se impartía en Lima, y el conocimiento de las lenguas indígenas se convirtió en una herramienta esencial para los misioneros en su labor evangelizadora en el Nuevo Mundo.

Como es sabido, un sínodo (asamblea) en Lima había establecido tiempo atrás la obligatoriedad para los misioneros de conocer las lenguas aborígenes y utilizarlas en la evangelización. Desde 1570, funcionó en Lima la cátedra de idiomas indígenas, un espacio académico donde se formaban los misioneros en el uso de estas lenguas.

En su República Cristiana de las Misiones, territorio colonial español, los jesuitas llevaron al límite esta consigna, integrando el aprendizaje de las lenguas nativas en su formación.

La Doctrina debía mostrarse con imágenes para ayudar a los no conversos a adoptar sus enseñanzas sobre el pecado, la misericordia de Dios y el diablo, poco conocidos por ellos, así como por los esclavos y mulatos analfabetos
La Doctrina debía mostrarse con imágenes para ayudar a los no conversos a adoptar sus enseñanzas sobre el pecado, la misericordia de Dios y el diablo, poco conocidos por ellos, así como por los esclavos y mulatos analfabetos

Pasó mucho tiempo para que la Santa Fe Católica llegara a la República del Paraguay, un proceso lleno de desafíos que requirió un esfuerzo conjunto de los misioneros, las comunidades indígenas y los reinados de Portugal en Sudamérica.

Sin embargo, los indígenas ya evangelizados trabajaron en las misiones cosiendo libros, manejando prensas y realizando encuadernaciones.

Poco a poco, la Santa Fe Católica mostró cómo los indígenas no eran solo receptores pasivos de la evangelización, sino también agentes activos en la difusión de la doctrina cristiana.

Su participación en la producción de libros fue crucial para la educación de sus comunidades, lo que les permitió acceder a las enseñanzas de la fe de una manera más directa y comprensible.

Sin embargo, la Doctrina debía mostrarse con imágenes para ayudar a los no conversos a adoptar sus enseñanzas sobre el pecado, la misericordia de Dios y el diablo, poco conocidos por ellos, así como por los esclavos y mulatos analfabetos.

Este enfoque visual era fundamental, ya que muchas comunidades indígenas y no indígenas carecían de un sistema de escritura desarrollado y dependían de la oralidad y de las representaciones visuales para comprender conceptos abstractos.

Por tanto, para cumplir con la misión de la Santa Fe Católica, la imprenta debía considerar este aspecto ilustrativo, produciendo no solo textos, sino también imágenes que acompañaran las enseñanzas.

Así, en todas las Misiones aparecieron talleres de pintura, escultura y grabado. Estos talleres no solo eran espacios de producción artística, como la escuela de arte de los ángeles arcabuceros del Virreinato del Perú y la República de Bolivia, o de imágenes religiosas de una sola pieza con ojos de vidrio en la República de Colombia, sino también centros de aprendizaje donde se enseñaba a los indígenas a crear imágenes que representaran los relatos bíblicos y los principios de la fe católica.

Para mediados del siglo XVII, en este Nuevo Mundo surgió también el arte de los copistas en las Misiones. Esta práctica, que involucraba la creación de objetos y ornamentos, se utilizaba como una forma de expresión cultural que combinaba elementos indígenas y cristianos. También se desarrolló la confección de instrumentos de viento y cuerda, así como conocimientos sobre agricultura y construcción.

Desde el primer tercio del siglo XVII, los Padres de las Misiones, religiosos dedicados a la evangelización y la enseñanza, contaban con una imprenta en su orden, donde se editaban libros para la catequesis
Desde el primer tercio del siglo XVII, los Padres de las Misiones, religiosos dedicados a la evangelización y la enseñanza, contaban con una imprenta en su orden, donde se editaban libros para la catequesis

La Orden Jesuita en América del Sur creó una escuela de evangelización con su universidad en Córdoba y sus misiones.

En este contexto, la educación se convirtió en un pilar fundamental del trabajo jesuita, y sus instituciones educativas se destacaron por su rigor académico y su compromiso con la formación integral de los estudiantes.

La Universidad de Córdoba, en particular, se convirtió en un centro de conocimiento y un modelo para otras instituciones de la región.

Cuatro siglos después, un miembro de esa orden que, desde joven, cada mañana antes de tomar el autobús para ir a trabajar, pasaba por la parroquia a recibir del sacerdote la Santa Fe Católica de la Eucaristía, mantenía viva la práctica de la fe en este territorio.

Luego, mientras viajaba en el autobús, oraba al Señor con la misma esperanza de recibir el banquete celestial, como aquellos jesuitas de antaño.

Hoy, ese miembro de la Orden Jesuita ocupa el lugar de Roma en la Santa Sede y, con la misma doctrina jesuita, usando aquellos mismos zapatos gastados, se hizo llamar Francisco, el Papa. Su elección ha traído consigo un enfoque renovado en la pastoral, la inclusión y la justicia social, valores que han sido parte de la misión jesuita desde sus inicios en la América colonial.

La imprenta en las Misiones y la labor de los jesuitas son un testimonio del impacto que la educación y la evangelización pueden tener en la transformación de las sociedades. A través de sus esfuerzos, los jesuitas no solo promovieron la fe católica, sino que también contribuyeron al desarrollo cultural y educativo de las comunidades indígenas, dejando un legado que perdura hasta el día de hoy.

La campaña de la historia de la Santa Fe Católica en América del Sur es, por lo tanto, una historia de encuentros, aprendizajes y transformaciones, tanto individuales como colectivas, en la que la fe se convierte en un vehículo para la comprensión mutua y la creación de oficios, todo ello en la espera de recibir el banquete celestial prometido.

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El día que Fidel Castro le regaló una isla cubana a Alemania oriental para convertirla un «destino turístico comunista»…


Bahía de Cienfuegos, Cuba

BBC News Mundo — El 18 de agosto de 1972 el Aktuelle Kamera, el noticiero de la televisión estatal de la entonces República Democrática Alemana (RDA) emitió un sorprendente reportaje.

Informaba sobre la ceremonia de transferencia de soberanía de una isla en el Caribe que el entonces líder cubano, Fidel Castro, le había regalado a Alemania oriental.

Se trataba de la que entonces se llamaba Cayo Blanco del Sur, un islote de 7 km2, de 500 metros de ancho y 15 km de largo ubicada en el Golfo de Cazones.

Ese día, la isla cambiaría de nombre para llamarse Cayo Ernesto Thaelmann o Ernst-Thälmann-Insel en honor al político comunista alemán Ernst Thälmann, que había sido líder del Partido Comunista de Alemania (KPD) durante la mayor parte de la República de Weimar y quien fue fusilado en 1944 por orden de Adolfo Hitler.

Durante la ceremonia de transferencia de soberanía de la nueva Isla Ernesto Thaelmann, el Aktuelle Kamera mostró también en su noticiero la inauguración de un busto de Ernest Thälmann.

Allí presentes estaban el embajador alemán y varios de sus delegados con decenas de representantes cubanos.

– La historia

Todo empezó durante una visita oficial de Fidel Castro a Berlín, en junio de 1972.

Había sido invitado por Erick Honecker, el entonces secretario general del Partido Socialista Unificado, la principal formación política de la RDA.

Se dice que el político alemán le entregó como regalo a Castro un oso de peluche, el símbolo de Berlín.

Castro, sin embargo, fue más generoso. Su regalo para Alemania oriental: la isla caribeña.

Fidel Castro y Erich Honecker
Erick Honecker (izq) con Fidel Castro, durante la visita oficial de este último a la República Democrática Alemana en 1972.

Según informan los diarios de la época, en el edificio del Consejo de Estado, el líder cubano extendió frente a Honecker un mapa de Cuba y le apuntó a una pequeña isla que formaba parte del archipiélago de los Cayos Blancos del Sur.

Castro le explicó a Honecker que el regalo de Cuba para la RDA estaba «en la Bahía de Cochinos, donde invadieron los imperialistas”.

Castro anunció entonces que la isla sería renombrada en honor de Ernesto Thälmann, “en memoria de un hijo ejemplar del pueblo alemán”.

El líder cubano le dijo también a sus anfitriones alemanes que la pequeña playa del islote deshabitado sería llamada “playa RDA”.

El objetivo de este pequeño territorio de 500 metros de ancho y 15 km de largo que Cuba le regalaba a la RDA era convertirlo en un «destino turístico comunista» para los germano orientales.

El homenajeado, Enst Thälmann, que hoy es considerado el padre del movimiento marxista-leninista en Alemania, había sido arrestado en 1933 por la Gestapo, y después de permanecer encarcelado en confinamiento solitario durante 11 años, fue fusilado en 1944 por orden de Adolf Hitler.

Monumento a Ernst Thälmann en Berlín
Ernst Thälmann hoy es considerado el padre del movimiento marxista-leninista en Alemania

– Isla olvidada

El plan de crear un destino turístico comunista en el Caribe nunca se llevó a cabo debido a los problemas económicos que vivía el país.

Y la isla, que desde ese día en junio de 1972 era un territorio alemán, permaneció intacta con sus formaciones de arrecifes altamente desarrollados y una serie de especies en peligro de extinción, como coral negro y peces ornamentales de los arrecifes.

En Alemania oriental la noticia, no pareció tener mayores repercusiones.

A ningún ciudadano de la RDA se le permitió pasar sus vacaciones en el lejano paraíso caribeño.

Los germano orientales se preguntaban cómo podrían llegar hasta el Caribe si difícilmente se les permitía viajar a Hungría.

Poco a poco la Isla Ernesto Thälmann cayó en el olvido.

Después de la reunificación en 1990, Alemania no reclamó el territorio.

Según se dijo, el “regalo” del gobierno cubano no había sido tal. Más que una concesión real, se informó, había sido “un gesto simbólico”.

Tras la caida del muro de Berlín, Eric Honecker, quien llegó a ser presidente de la RDA hasta 1989, se exilió en Chile donde permaneció hasta su muerte en 1994.

Y también el hombre que dio nombre a la isla caribeña alemana quedó olvidado con el paso del tiempo.

En 1988, la isla fue golpeada duramente por el huracán Mitch, destruyendo el busto de Ernesto Thälmann.

Hoy la isla continúa deshabitada y el único recordatorio de que alguna vez fue un territorio alemán, son los restos en la arena de esa estatua de su “hijo ejemplar”.

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La enfermedad de las vírgenes…


La joven enferma (ca.1660-1662) de Jan Havicksz Steen . Imagen: DP
Detalle de La joven enferma (ca.1660-1662) de Jan Havicksz Steen .

JotDown(J.R.Alonso) — En 1554 el médico alemán Johannes Lange, natural de Löwenburg en Silesia, siguiendo una antigua obra hipocrática describió una enfermedad como «peculiar de las vírgenes». Esta enfermedad fue llamada morbus virgineusfebris amatoria, anemia hipocrómica, enfermedad verde o clorosis.

El interés de Lange fue suscitado por la carta del padre de una joven, Anna, que le escribía preocupado por cómo el cambio de aspecto de su hija —palidez, letargia y debilidad— ponía en peligro sus perspectivas de matrimonio.

Con el tiempo, la enfermedad verde formó parte de un grupo de enfermedades consideradas exclusivas de las mujeres como la histeria (híster significa útero) y el útero errante, desplazamientos incontrolados de este órgano que supuestamente causaban presiones sobre nervios y venas y generaban distintos trastornos, tales como sensaciones de ahogo, pérdida de habla, vértigos, problemas en las rodillas, dolores de cabeza, ardor de estómago, alteraciones en las venas de la nariz, sopor, irregularidades en el pulso y, en ocasiones, la muerte.

Los que diagnosticaban el útero errante creían que este órgano exclusivamente femenino se movía libremente como un pequeño organismo dentro de la cavidad abdominal de la mujer, algo que se describía con una frase de un machismo ejemplar: «un animal dentro de otro animal».

Es sorprendente porque esta idea tenía milenios de antigüedad: el papiro de Lahun, del 1990 a.C., considerado el texto ginecológico más antiguo, ya lo comenta y el propio Platón había dicho: «El animal dentro de ellas está deseoso de procrear niños, y cuando permanece sin dar fruto… se vuelve descontento y enfadado y se mueve por todas direcciones dentro de ellas hasta las extremidades, causando todo tipo de enfermedades…».

La enfermedad verde se pensaba que era debida a que hasta que llegaba la menstruación distintos humores se acumulaban en el cuerpo de las adolescentes, generando un espacio cenagoso, unas charcas estancadas que provocaban ese triste aspecto. En mujeres fértiles, esta enfermedad de las vírgenes incluía también la retirada de la menstruación, los cambios en la alimentación, la pérdida de coloración en la piel que tomaba ese característico color verdoso y una gran debilidad general.

Los libros médicos de la época señalaban tres posibles tratamientos para la enfermedad de las vírgenes: el primero era tomar «agua de acero». Limaduras de acero se hervían en vino blanco y se añadían azúcar y especias. Era algo tan común que muchas mujeres tenían recetas para el agua de acero en sus libros de cocina, algunos de los cuales han llegado hasta nosotros.

El segundo tratamiento era luchar contra la pereza, hacer ejercicio, insistir en las tareas domésticas, cualquier tipo de actividad física. Y el tercero aparece ya en la carta de respuesta al padre de Anna que Lange publicó proponiendo este singular tratamiento para la jovencita y otras similarmente afectadas: «Vivir con hombres y copular» añadiendo «si consiguen concebir, se curarán».

Las referencias a la clorosis son continuas en los siguientes cuatro siglos. A finales del siglo XVI, Luis Mercado en su De mulierum affectionibus (1579) dice que el morbus virgineus es un sinónimo de la fiebre blanca «porque observamos que ocurre en un gran número de vírgenes».

En el siglo XVII Richard Morton publicó su obra Phthisiologia: or a Treatisse of Consumptions donde habla por primera vez de unos tubérculos en el pulmón que darían nombre a una nueva enfermedad, la tuberculosis, pero donde también relata el caso de una muchacha de dieciocho años a la que él empezó a tratar en 1686 indicando «en el mes de julio, cayó en una total supresión de sus períodos mensuales por una multitud de cuidados y pasiones de su mente […].

Desde ese tiempo su apetito empezó a desfallecer y su digestión a ser mala, su carne también comenzó a verse fofa y caída, y su aspecto pálido». Para muchos, tanto la enfermedad verde de Lange como la pérdida de apetito descrita por Morton podrían ser las primeras referencias médicas a un trastorno importante en los siglos XX y XXI, que se convirtió entre los más prevalentes en las jóvenes púberes, la anorexia.

El máximo desarrollo de la enfermedad de las vírgenes tuvo lugar en el siglo XIX, en especial en su segunda mitad. El aumento del tiempo entre la pubertad y la maternidad al casarse las jóvenes a mayor edad, la rígida moral victoriana, el desarrollo de la llamada «era de la ansiedad» y el desarrollo de un sistema de salud digno de tal nombre propiciaron que esta y las otras enfermedades que eran consideradas exclusivamente femeninas tuvieran una amplia repercusión social.

Detalle de La visita del doctor (ca. 1660-1667), de Gabriël Metsu. Fotografía: DP.
Detalle de La visita del doctor (ca. 1660-1667), de Gabriël Metsu.

Andrew Fogo, un médico inglés, declaró en 1803 que la enfermedad verde era un trastorno imaginario. Armand Trousseau, sin embargo, impartió una conferencia titulada «Verdadera y falsa clorosis» que luego publicó en 1872, donde declaraba que las jovencitas afectadas de la enfermedad verde tenían el erotismo más desarrollado que las demás mujeres y que ese era un síntoma esclarecedor.

No obstante, por las mismas fechas, Raciborski (1868) preguntó a muchachas afectadas por la enfermedad verde y todas le expresaron su desagrado ante el pensamiento del sexo. Este mismo Raciborski recomendaba como medida preventiva una prohibición total de leer novelas hasta la edad de veinte años por lo que sugería que las jovencitas deberían tener prohibida la entrada a las bibliotecas públicas.

La clorosis desapareció de los manuales de medicina en torno a 1920-1930, explicándose de distintas maneras por mejoras en la dieta, cambios en la ropa femenina y por una mayor edad a la hora de contraer matrimonio, y Campbell indicó en 1923 que la clorosis era una exageración del cambio fisiológico que ocurría en todas las niñas más que una enfermedad sui generis.

Sin embargo, William H. Crosby publicó en 1987 en el Journal of the American Medical Association, una buena revista científica, que había visto una mujer clorótica, cuyo color verdoso de la piel se distinguía claramente por ser pelirroja.

Es muy probable que tengamos muchas otras descripciones de enfermedad de las vírgenes, solo que en las bibliotecas no están bajo el epígrafe de libros de medicina sino en las vidas de otro grupo particular de mujeres que no mantenían relaciones sexuales: las santas. Rudolph Bell publicó en 1992 un libro titulado Santa anorexia en el que sigue la pista de más de doscientas vidas —doscientas sesenta y una, para ser exactos— de santas y mujeres con un aura de espiritualidad que desde 1200 a la actualidad tienen como característica común que se dejaron morir de hambre mediante un ayuno excesivo.

Muchas de estas mujeres, en especial en el medievo italiano, seguían un ideal de enfrentar las urgencias del cuerpo mediante «la negación de una misma, el ayuno y la salud espiritual» y se ensalzaba un modelo basado en la espiritualidad, el sacrificio personal, la fuerza de voluntad y el alejamiento del mundo.

El 50% como mínimo de aquellas mujeres santas encajarían en la actualidad en un diagnóstico clínico de anorexia. Bell considera también que en ellas habría una rebelión contra «un patriarcado que intenta imponerse entre la santa anoréxica y su Dios». De hecho la propia Teresa de Jesús nos habla del convento de clausura como un espacio de libertad y alegría, un lugar donde las mujeres están a salvo de la tiranía de los hombres.

Estas mujeres se dejaban morir de hambre y sentían que eso les asemejaba a los pobres famélicos y les unía con la imagen de Cristo en la cruz. Algunos autores hablan de masoquismo o de paranoia, pero es más complejo que eso; no se puede entender el fenómeno sin valorar las creencias que subyacen a esos comportamientos.

Para muchas de esas santas, el dolor no era un fin en sí, no era algo que finalizaba en el momento y el lugar en que se producía, su dolor se ofrecía a Dios y se convertía en una sustitución  o una restitución. Es un tema difícil donde es fundamental respetar las creencias que subyacen bajo estas historias.

Estas vírgenes internas en un convento creían que su sufrimiento tenía un resultado, que iba más allá de un tiempo determinado y de un lugar concreto. El dolor era visto como una herramienta, un camino, algo productivo. Su hambre y su sufrimiento era una forma de compartir el martirio y la crucifixión, servía como expiación por los pecados de otros: era un pago, un trueque, un contrato.

Detalle del Éxtasis de Santa Teresa (entre 1647 y 1651), de Gian Lorenzo Bernini. Fotografía: DP
Detalle del Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni (entre 1647 y 1651), de Gian Lorenzo Bernini.

La anorexia es mucho más común en mujeres que en hombres, en una proporción de entre diez a uno y veinte a uno y aparece normalmente en la adolescencia. Aunque las clases humildes no son inmunes a este trastorno, es característico de chicas de familia de clase alta, muy competitivas, con fuerza de voluntad y un perfeccionismo que llega a un extremo insalubre.

Del mismo modo, según Bell, la proporción de anorexia en esas mujeres santas era del 76% en las de clases altas, 39% en las clases medias y 15% en las clases bajas. También era más común en las clases nobles que en los artesanos y labradores y más en las nuevas sociedades urbanas que en las comunidades rurales.

En la actualidad se ve más en algunas profesiones como en bailarinas, gimnastas, atletas y modelos, vocaciones donde un peso corporal escaso se puede ver como una ventaja. Una de cada seis bailarinas tiene trastornos alimentarios.

La anorexia significa etimológicamente «pérdida del apetito», pero en realidad se trata de personas que durante buena parte de su enfermedad mantienen el apetito y pasan hambre voluntariamente. Llegan a poner su vida en peligro y se considera el trastorno psiquiátrico de mayor mortandad.

Puede tratarse de un episodio normalmente de larga duración pero un porcentaje de las personas afectadas lo cronifican y responden mal a los tratamientos, con lo que en estas personas se producen episodios repetidos, hospitalizaciones recurrentes y afecta gravemente a su calidad de vida y a la de sus familias.

Dejarse morir de hambre requiere una enorme fuerza de voluntad. Algunas veces las santas ayunadoras rompían la dieta y eran encontradas a mitad de la noche saqueando la despensa del convento. ¿Cómo reaccionaba la comunidad ante tamaño despropósito, ante la pérdida de aquel éxito, ante el derrumbe de aquella manifestación de autocontrol y amor a Dios?

Simplemente decían que la hermana dormía felizmente en su celda mientras que el diablo, asumiendo su imagen y escondiendo la cola debajo del hábito se había metido en la alacena, devorando todos los dulces. Los psicólogos, siempre más sosos, dirían que eran episodios de atracones bulímicos.

Algunas de las santas anoréxicas murieron de debilidad como resultado de su trastorno alimentario, pero otras se convirtieron en las superioras de su comunidad y dejaron un recuerdo de sabiduría en su liderazgo y moderación y flexibilidad en el seguimiento de las normas. Quizá quien ha vivido las cadenas de la rigidez de la anorexia entiende mejor la bondad y salubridad de las debilidades humanas.

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De «láser suicida» a «el número de la bestia»: los extraños temores que han generado los códigos de barras desde su invención…


Código de barras siendo leído
Hoy en día, se estima que se escanean unos 10.000 millones de códigos de barras a diario en todo el mundo.

BBC News Mundo(C.Baraniuk) — Láseres. Eso es lo que necesita el personal del supermercado, insistió Paul McEnroe. Escáneres en las cajas y pequeñas pistolas láser con forma de pistola.

¡Apunta, dispara y vende!

En 1969, se trataba de una visión extravagante del futuro: estos láseres escanearían unas extrañas marcas en blanco y negro en los productos que McEnroe y sus colegas de IBM habían diseñado.

Se entusiasmó y dijo que acelerarían las filas en los supermercados. La solución se conocería más tarde como código de barras.

En ese momento de la historia, los códigos de barras nunca se habían utilizado comercialmente, aunque la idea llevaba décadas gestándose tras una patente presentada el 20 de octubre de 1949 por un ingeniero que pasó a formar parte del equipo de McEnroe.

Los expertos de IBM estaban tratando de hacer realidad los códigos de barras.

Tenían una visión del futuro en el que los compradores pasarían rápidamente por la caja registradora con láseres que escanearían cada artículo que quisieran comprar.

Pero los abogados de IBM tenían un problema con el futuro.

«De ninguna manera», dijeron, según cuenta McEnroe, un ingeniero ahora retirado.

Le temían a «un suicidio con láser».

¿Qué pasaría si la gente se lesionara los ojos intencionalmente con los escáneres y luego demandara a IBM?

¿O si el personal del supermercado se quedara ciego?

No, no, se trataba de un simple rayo láser de medio milivatio, trató de explicar McEnroe. Había 12.000 veces más energía en una bombilla de 60 vatios.

Sus súplicas cayeron en oídos sordos, así que recurrió a un puñado de monos Rhesus importados de África.

Después de que las pruebas en un laboratorio cercano demostraran que la exposición al minúsculo láser no dañaba los ojos de los animales, los abogados cedieron.

Y así fue como el escaneo de códigos de barras se volvió algo común en los supermercados del mundo entero.

Mujer con carro de supermercado mirando detrás del código de barras
La historia de esas ahora tan comunes líneas verticales te puede sorprender.

Además de los monos, cada miembro humano del equipo de McEnroe en IBM también merece crédito por el Código Universal de Producto (UPC), como se conoció formalmente a su versión del código de barras.

Entre ellos, Joe Woodland, quien ideó el concepto inicial de los códigos de barras décadas antes, después de dibujar líneas en la arena de una playa.

Crucialmente, George Laurer y otros miembros del equipo de IBM tomaron esta propuesta preexistente de estilo código de barras y la desarrollaron hasta convertirla en un rectángulo ordenado de líneas verticales negras que corresponden a un número que puede identificar de manera única cualquier artículo de supermercado imaginable.

La industria de la alimentación adoptó formalmente el UPC en 1973 y el primer producto que lo llevaba fue escaneado en el supermercado Marsh de Ohio en 1974.

A partir de ahí, conquistó el planeta.

Pronto aparecieron otros tipos de códigos de barras y el UPC sentó las bases de los llamados «códigos de barras 2D», como los códigos QR, que pueden codificar aún más información.

Pero la historia de estas pequeñas marcas en blanco y negro es mucho más alocada y accidentada de lo que uno podría imaginar.

– Midiendo el espacio

Incluso se podría argumentar que todo empezó con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

«Escaneaba cosas para la CIA», explica McEnroe. «Mapas enormes».

Fue uno de sus primeros trabajos en IBM, y lo preparó para trabajar en una tecnología completamente nueva, pero relacionada, que revolucionaría la industria minorista.

Muestras de sangre marcadas con el código de barras.
Hoy ayudan a salvar vidas.

McEnroe sabía que las filas de pago en las tiendas avanzarían mucho más rápido si el personal pudiera escanear los productos en una computadora en lugar de tener que leer los precios estampados en cada artículo y luego procesar la venta manualmente.

Para ser aceptado, un sistema de escaneo de códigos de este tipo tendría que funcionar todo el tiempo y leer el código correctamente incluso si el producto se pasara por el escáner a velocidades de hasta 2,5 metros por segundo.

El equipo de IBM se puso a trabajar basándose en el diseño patentado por Woodland y su colega, pero con una diferencia importante: el enfoque original se basaba en la lectura del grosor de las líneas negras.

El equipo de IBM descubrió que era más fácil basar el proceso de escaneo no en la medición del grosor de esas líneas verticales, sino en la distancia entre el borde de una línea y el de la contigua.

En decir, el espacio entre las líneas, que era más reflectante y más fácil de detectar por el escáner.

De esa manera, no importaba si la impresora de etiquetas dibujaba líneas más gruesas de lo previsto: el escaneo seguiría funcionando, prácticamente siempre.

– La encarnación del mal

McEnroe subraya que el lanzamiento de la tecnología de códigos de barras UPC no estuvo exento de polémica.

«Nuestra primera tienda no llegó a abrir», recuerda.

Había gente fuera protestando porque los precios ya no se estamparían en cada producto, sino sólo en los estantes donde se colocaban.

Algunos sindicatos de la época pensaban –en definitiva con razón– que la tecnología de escaneo amenazaba puestos de trabajo en los supermercados.

También existía la preocupación de que los códigos de barras pudieran utilizarse para ocultar los precios.

Estas reticencias se disiparon pronto, pero los códigos de barras siempre siguieron inquietando a algunas personas.

Imagen siniestra de ojos de mujer con código de barras en la frente
Hay quienes les temen.

Para unos pocos fanáticos, no son nada menos que el mal.

En 2023, Jordan Frith, profesor de comunicación en la Universidad de Clemson en Carolina del Sur, publicó un libro sobre la historia de los códigos de barras.

Durante su investigación, encontró un artículo de 1975 en una publicación llamada Gospel Call que señalaba que los códigos de barras podrían ser «la Marca de la Bestia», una referencia a una profecía bíblica del Libro del Apocalipsis sobre el fin del mundo.

El pasaje del Nuevo Testamento se refiere a una bestia, a veces interpretada como el Anticristo, que obliga a todas las personas a ser marcadas en la mano derecha o en la frente.

En la profecía, solo aquellos que aceptan tal marca pueden comprar o vender.

El artículo de 1975 indicaba que, con el tiempo, los códigos de barras serían «tatuados con láser» en la frente o el dorso de la mano de todos, listos para ser presentados en las cajas de los supermercados.

Aunque parezca extraña, la idea ha demostrado ser sorprendentemente pegadiza.

Un libro de 1982 titulado The New Money System («El nuevo sistema monetario»), de la escritora evangélica Mary Stewart Relfe, popularizó aún más la supuesta conexión, afirmando que el número 666 estaba «oculto» entre las líneas de los extremos y del medio de cada código de barras.

De hecho, estas «líneas de protección», como se las conoce, sirven como punto de referencia para ayudar al escáner láser a identificar el inicio y el final de cada secuencia UPC.

Laurer, del equipo de IBM, considerado coinventor del UPC, insistió más tarde en que no había nada siniestro en esto y que el parecido con el patrón utilizado para codificar el número seis era una coincidencia.

Código de barras roto

Pero esta extraña teoría todavía se puede encontrar en algunos rincones de internet.

Algunos incluso toman medidas extremas para evitar los códigos de barras, incluidos los miembros de un grupo cristiano ortodoxo ruso conocido como Viejos Creyentes.

Una de ellos, Agafia Lykov, le dijo a los periodistas de la revista Vice en 2013 que los códigos de barras eran «el sello del Anticristo».

Agregó que si le daban algo con un código de barras, sacaba el contenido y quemaba el paquete.

En 2014, una empresa láctea rusa explicó en su sitio web por qué había una cruz roja impresa sobre los códigos de barras de sus envases de leche.

Como es «bien sabido», decía la declaración, los códigos de barras son la Marca de la Bestia. La declaración ha sido eliminada.

– Distópicos

«Resulta un tanto extraño imaginar a un grupo de ejecutivos de supermercados liderando el camino hacia el apocalipsis», dice Frith.

Sin embargo, se podría decir que los códigos de barras tienen un dejo distópico.

Para algunos, se han convertido en símbolos del capitalismo en su forma más fría.

También suelen aparecer en secuencias escalofriantes en las películas.

En «Terminator» nos enteramos de que los prisioneros de robots asesinos en un futuro apocalíptico reciben marcas de código de barras en sus brazos para su identificación.

Arnold Schwarzenegger como Terminator
En la historia de «Terminator», protagonizada por Arnold Schwarzenegger, el papel de los códigos de barras era escalofriante.

«Esto se graba mediante un escáner láser», le explica el protagonista Kyle Reese, que viaja en el tiempo, a una aterrorizada Sarah Connor.

«A algunos de nosotros nos mantuvieron con vida para trabajar, cargando cadáveres».

La marca de código de barras, en este contexto, tiene ecos de los números tatuados en los brazos de los prisioneros de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

En la vida real, a veces se han usado de forma maliciosa, especialmente cuando se trata de códigos QR, que en lugar de utilizar líneas verticales consisten en constelaciones de pequeños cuadrados blancos y negros en un patrón que se puede leer con las cámaras de los teléfonos inteligentes.

Debido a que, por ejemplo, escanear un código QR con el teléfono puede dirigir el dispositivo a un sitio web malicioso, los piratas informáticos han utilizado códigos QR en ocasiones.

– Ubicuos

A pesar de algunos usos nefastos de los códigos de barras y de las afirmaciones extravagantes de que representan la Marca de la Bestia, esta tecnología se utiliza hoy en día en miles de procesos industriales y comerciales en todo el mundo.

Se estima que se escanean unos 10.000 millones de códigos de barras a nivel global todos los días, según GS1, la organización que supervisa los estándares de los códigos UPC y QR.

Y como ayudan a los minoristas realizar un seguimiento de enormes inventarios de productos, permiten operar negocios gigantes con relativamente poco personal.

Erin Temmen, gerente de cuentas de la empresa de etiquetado Electronic Imaging Materials, concuerda.

Su compañía, como otras del sector, produce etiquetas de código de barras que funcionan prácticamente en cualquier entorno.

Esto incluye, por ejemplo, etiquetas resistentes al frío que no se caen de los equipos llenos de nitrógeno líquido y etiquetas resistentes a los productos químicos que conservan el código incluso si se salpican con sustancias nocivas en un laboratorio.

También produce etiquetas de código de barras más reflectantes, para aumentar la distancia de escaneo hasta 14 metros, lo que las hace detectables incluso si un artículo está en lo alto de un estante.

Esa versatilidad es un indicio de la amplia variedad de contextos en los que se utilizan realmente los códigos de barras.

Una tortuga marina con un código en su espalda se arrastra hacia el mar en la Reserva Natural Nacional de Tortugas Marinas de Huidong, China.
Una tortuga marina con un código en su espalda se arrastra hacia el mar en la Reserva Natural Nacional de Tortugas Marinas de Huidong, China.

Han ayudado a rastrear el comportamiento y el movimiento de las abejas y los pájaros cantores, han marcado óvulos y embriones en clínicas de fertilidad para evitar confusiones y se han colocado en lápidas para dirigir a los visitantes a los monumentos en línea para los fallecidos.

El ejército estadounidense los utiliza para controlar la asistencia y la formación del personal. Una universidad de Arabia Saudita, para registrar la asistencia de los estudiantes a las clases.

Los códigos de barras han ido al espacio.

En la Estación Espacial Internacional se usan para registrar la ingesta de alimentos y bebidas de los astronautas, así como para identificar sus muestras de sangre, saliva y orina.

En la Tierra, los hospitales utilizan sistemas de códigos de barras para rastrear muestras de sangre, medicamentos y dispositivos médicos como prótesis de cadera.

La identificación asistida por máquina puede ayudar al personal a garantizar que los médicos administren el medicamento correcto al paciente correcto, por ejemplo.

«Hablo con médicos y miembros del personal de los hospitales responsables de la gestión de inventarios y todos ellos afirman que han obtenido beneficios», afirma la profesora Valentina Lichtner, de la Universidad de Leeds, quien investiga el impacto de los sistemas de seguimiento de códigos de barras en los entornos sanitarios.

Nada de esto habría sido posible sin las líneas trazadas por Woodland en la arena y el trabajo de McEnroe y su equipo en IBM.

Frith cree que la tecnología aparentemente simple del código de barras tradicional probablemente se mantendrá durante mucho tiempo.

A pesar de estar en todas partes, «la mayor prueba de su éxito», afirma Frith, «es que nunca pensamos en ellos».

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Wilgefortis, la santa barbada…


Detalle del tríptico de 'La crucifixión de santa Wilgefortis', de el Bosco.
Detalle del tríptico de ‘La crucifixión de santa Wilgefortis’, de el Bosco.

JotDown(P.Ortega) — A partir de la Baja Edad Media surge en toda Europa la advocación a una santa muy singular: coronada, crucificada y barbada. Y lo más curioso de todo es que recibe un nombre distinto en cada uno de los lugares en los que se la venera: WilgefortisOntkommerUncumberKummernisSvata Starosta o Liberata. Os contamos el origen de su extraño culto, así como las leyendas milagrosas atribuidas a esta santa tan particular.

Wilgefortis es, sin duda, la más popular de las santas a quienes se representa crucificadas dentro de la tradición cristiana. A partir de finales del siglo XIV, su culto va a extenderse por toda Centroeuropa, y su versión española, santa Librada, se expandirá también por Latinoamérica. Lo más interesante de todo es que, aunque se trata de una misma santa, con la misma leyenda, va a tener diferentes nombres según el lugar donde se le rinda culto. Hoy en día, sigue siendo un misterio el porqué de esa dispar denominación. 

Para localizar el origen de esta curiosa santa, tenemos que situarnos en la catedral de Lucca (Italia) en la Baja Edad Media, donde se veneraba una singular representación de Cristo crucificado denominada Volto Santo. Este Cristo hierático, en pose totalmente perpendicular, clavado a la cruz con cuatro clavos, presenta una singularidad: está togado, es decir, vestido con una túnica talar ceñida con un cordón.

Se representa de esta manera porque, supuestamente, tal es el atuendo con el que Cristo regresará en la Segunda Venida, según se describe en el Libro de la Revelación. Se trata de un Cristo de origen bizantino, y quizá sea, de entre las imágenes de este tipo, la de mayor popularidad en Europa.

A este Cristo, al que sacaban en procesión, le eran atribuidos numerosos milagros, por lo cual Lucca se convirtió a partir del siglo XIV en un centro de peregrinación. Fruto de esta veneración se crearon copias de la imagen para que los peregrinos pudiesen llevarse a su tierra un recuerdo.

Si bien parte de esas copias eran de carácter indiscutiblemente masculino, hubo otras que acentuaron la decoración del vestido y adquirieron formas femeninas. 

Wilgefortis
Amico Aspertini. Procesión del Volto Santo hacia Lucca (1508/09). Fresco de San Frediano en Lucca. La imagen nos muestra el episodio de la milagrosa procesión del Volto Santo de Lucca, Cristo que da origen al culto femenino de santa Wilgefortis.

Según el historiador Ilse E. Friesen, la realización de este tipo de representaciones con caracteres femeninos no fue simple coincidencia ni accidente, sino que existieron razones para crear intencionadamente una imagen andrógina.

Hubo, incluso, algunos cristos en Centroeuropa que fueron deliberadamente vestidos con trajes femeninos para transgredir los lazos estrictos del género; o hasta podrían haber sido fruto del poso pagano que en la Europa medieval atribuía a las deidades un carácter ambiguo, combinando en un mismo cuerpo atributos femeninos y masculinos. 

Hablemos de las historias vinculadas a las santas barbadas. Ilse E. Friesen apunta que el surgimiento de una leyenda en el siglo XIV, unido a la duda que generan las representaciones de un Cristo vestido, no habituales en la época, puedan ser el origen de la confusión. Esta leyenda narra cómo una princesa, hija del rey de Portugal, al ser ofrecida en matrimonio por su padre a un rey pagano de Sicilia, pidió a Cristo un milagro para no ser desposada, y este fue el crecimiento de una barba.

De este modo, sería rechazada por su futuro consorte y permanecería virgen. Por ese motivo, su padre montó en cólera y la entregó a los paganos, para que la virgen barbada fuese crucificada al igual que Jesucristo. Parecen haber existido otras narraciones más completas de la vida de la santa, que incluirían detalles sobre su encarcelamiento y tortura, previos a la crucifixión; ya que hay lienzos y grabados donde se representan tales pasajes.

Wilgefortis
Anónimo. Santa Wilgefortis. Historia de su leyenda (1513), iglesia de Egidien, Alemania. Este lienzo es el testimonio de que existió una leyenda completa sobre la vida y martirio de santa Wilgefortis, con episodios de su nacimiento, coronación, tortura y encarcelamiento, así como la posterior historia del violinista.

Existe otra leyenda que se va a asociar a la historia de esta santa: la historia del violinista y el zapato, que también se vincula, en sus orígenes, con el Volto Santo de Lucca. A mediados del siglo XIV, la imagen del Volto Santo sufre una variación, fundamentalmente en sus representaciones pictóricas: un violinista aparece junto a un Cristo calzado con zapatos de oro, que deja caer uno de ellos para el violinista como regalo por su devoción. La leyenda dio un giro y fue aplicada a Wilgefortis.

La historia cuenta que este violinista era muy pobre y un día fue a tocar para la santa. Ella, apiadándose del músico, dejó caer uno de sus zapatos de oro como recompensa. El violinista proclamó el milagro, pero nadie le creyó y fue acusado de robo. Para demostrar su inocencia, volvió a tocar para la santa, esta vez delante de los jueces, que, atónitos, observaron cómo ella dejaba caer su segundo zapato de oro. Así, el violinista fue perdonado.

Wilgefortis
Izquierda: Hans Springinklee. Grabado de Santa Kümmernis (1513, Nuremberg). Grabado flamenco que representa el milagro del violinista y el zapato, esta vez bajo la advocación de Santa Kümmernis. Derecha: Jan Jirí Heinsch. Santa Wilgerfortis (finales del s. XVII), iglesia de Santo Tomás en Brno. Este lienzo representa la leyenda del violinista, en concreto cuando toca delante de los jueces y la santa deja caer su segundo zapato.

Por otra parte, tenemos la singular vinculación con una santa española, santa Librada o Liberata, cuya leyenda, muy distinta de la anterior, nos habla de un parto múltiple en el que nacieron nueve hermanas. El milagroso parto, ocurrido en el seno de una comunidad pagana, se tomó como un castigo de los dioses y se decidió ejecutar a las mellizas. Para evitarlo, la madre las dejó en el río; aguas abajo, fueron recogidas por una familia cristiana.

Cuando crecieron, fueron perseguidas por su culto, y de entre ellas destacó Librada por su valentía y gran fe, por las que fue martirizada. 

Aparentemente, nada tiene que ver nuestra Librada con Wilgefortis, a no ser por la aparición en el libro religioso Cronicón de Dextro de la referencia «Santa Wilgefortis, virgen y mártir, hija del rey de Portugal, cuyo nombre en latín es Liberata y en teutónico Onkummer» en 1561, que se transmitirá a una nota del libro de mártires, Martirologio de Usuardo, perpetuándose así en textos posteriores.

Esto va a generar una representación de Librada o Liberata crucificada, pero, eso sí, sin barba (solo se conoce una pequeña y rara escultura de Librada barbada en Barcelona). Muestras de santa Librada crucificada las tenemos en Baiona de Tui (Galicia), en la basílica de San Miguel en Madrid, en la catedral de Sigüenza y en la catedral de Sevilla. 

Se han manejado varias hipótesis para explicar este fenómeno de la feminización de Cristo, que dio lugar a esas peculiares santas barbadas. Una de las teorías es la existencia de un paganismo subyacente en la Baja Edad Media, que pudo propiciar la creación de una santa con vestigios del antiguo culto de la Venus barbata. En concreto, podemos acudir al culto romano de Afrodita en Chipre, donde se veneraba a la diosa como a una Venus barbuda.

Vestía, esta, ropajes femeninos, pero tenía barba y genitales masculinos. Sus sacrificios rituales eran dirigidos por hombres y mujeres travestidos. Aristófanes, escritor griego, la llamó Afrodito, un nombre masculino chipriota. Es muy probable que de esta figuración surgiera la idea del ser en el que conviven los dos sexos, conocido como hermafrodita.

Otra hipótesis se basa en la existencia de auténticas mujeres barbudas, consideradas prodigios, con lo que este aspecto milagroso tenía su correlación en el mundo real. En este sentido, vamos a mencionar dos ejemplos de pinturas que recogen testimonios de mujeres barbudas. En primer lugar, citamos una pintura de Juan Sánchez Cotán, titulada La barbuda de Peñaranda y fechada en 1603.

Luego, sin lugar a dudas, hay que destacar un lienzo de José de Ribera en el que representó a Magdalena Ventura; una mujer que vivía en Accumoli, cerca de Nápoles, y que padecía también de hirsutismo (enfermedad debida a la alteración de los niveles o del metabolismo de las hormonas androgénicas, que lleva aparejado, entre otros síntomas, un incremento del vello corporal y facial, así como voz grave y calvicie). Por esa razón, esta mujer era conocida por todos como la Barbuda.

Tan insólito resultaba el caso, que el virrey de Nápoles la mandó llamar a palacio para ser retratada por Ribera. Allí dejó constancia el maestro de cómo esta mujer, con cincuenta y dos años, todavía daba el pecho al último de sus tres hijos. Junto a ella aparece su marido y, al otro lado, una mesa sobre la cual el pintor colocó una bobina de lana dentro de una concha, símbolo que alude al hermafroditismo.

El cuadro se realizó en febrero de 1631 y lleva la inscripción «El gran milagro de la naturaleza» en uno de sus costados.

Wilgefortis
José de Ribera. La mujer barbuda (1631), Hosp Tavera de Toledo. El cuadro representa a una mujer napolitana que padece hirsutismo. Se observa como, pese a su aspecto masculino, es capaz de amamantar a su hijo.

Volviendo a nuestra santa, fue tal la popularidad que alcanzó Wilgefortis en toda Europa que su culto llegó a rivalizar con el de la propia Virgen María. No será hasta la Contrarreforma, y sobre todo tras la Ilustración, cuando la Iglesia católica persiga y destruya muchas de sus imágenes por considerarlas grotescas y monstruosas aberraciones; aunque hasta 1969 no fue finalmente descanonizada. 

Wilgefortis
Hans Memling. Tríptico de Adriaan Reins (1480, Brujas). Esta imagen de Wilgefortis, situada en el exterior de la puerta izquierda del tríptico, constituye la representación de más calidad de la santa. El maestro Memling es delicado en su retrato y dibuja una barba muy tenue y un rostro femenino, lo cual no es frecuente en sus representaciones, habitualmente masculinizadas.

Pese a la destrucción, algunas de las imágenes de esta santa barbada han sobrevivido hasta nuestros días.

La mayoría suelen ser de maestros menores, o incluso exvotos sin calidad artística alguna.

No obstante, nos quedan obras de cierto nivel.

Por una parte, contamos con la representación que hace el pintor flamenco Hans Memling en el denominado Tríptico de Adriaan Reins, hoy en Brujas, en uno de cuyos laterales aparece la santa portando una cruz, y en cuyo rostro se aprecia una tenue barba.

Otra imagen destacable —también un tríptico— proviene de la mano del Bosco, y representa a una mujer crucificada, pero sin barba.

Algunos estudiosos han sugerido que, por tratarse de un encargo italiano, la santa no sea otra sino santa Julia crucificada, en lugar de Wilgefortis.

Señalaremos, además, otra santa que comparte historia con la de Wilgefortis, aunque bajo otro nombre: Uncumber de Inglaterra.

Esta sí aparece con una larga barba y portando una cruz de tau en la abadía de Westminster, en Londres.

Por último, citar una de las barbadas más tardías: una talla anónima de Wilgefortis, ya del siglo XVIII, que se encuentra en la iglesia de Loreto en Praga.

El caso de santa Wilgefortis es, claramente, una invención tardomedieval confundida con las leyendas antes mencionadas atribuidas a una virgen de Flandes.

Las características de esta santa son su representación en la cruz vestida con un traje largo, coronada (algunas leyendas hacen referencia a su origen real) y con rasgos de hirsutismo.

De esta especie de barba con la que se la representa parece derivar su nombre principal, que puede provenir de dos acepciones: virgo fortis («virgen fuerte») o hilge vraz («rostro sagrado»). La primera acepción hace referencia a la fuerza propia del varón presente en una mujer, y la segunda a su similitud con el rostro de Cristo. No obstante, hay variaciones respecto a estos elementos (como es el caso de la barba, que no aparecerá en santa Librada).

Wilgefortis
Miniatura de Santa Ontkommer. Libro de horas del Maestro del Ciclo de la Infancia de Morgan (1420, Utrecht). Una de las primeras imágenes que se conservan de nuestra santa, esta vez bajo la denominación de santa Ontkommer.

A modo de conclusión, comentaremos que, debido al atributo de la barba de Wilgefortis y por ello a su carácter masculino, hay que poner de manifiesto la idea extendida en el Medievo entre la cristiandad sobre los distintos modos de preservar la  virginidad para así ofrecer su vida a Dios: por ejemplo, una mujer podía convertirse en una femina virilis («mujer viril»), una doncella guerrera, dentro del reino espiritual.

Una virgen viril santificada podía llegar a ser una «mujer-Cristo», identificada con Él por haber dedicado íntegramente su vida a imitarlo. Este hecho se manifestaba ya en la Iglesia temprana en santas como Blandina o Perpetua, que según las fuentes estaban dotadas de rasgos masculinos por el valor con que afrontaron sus respectivos martirios.

Esta idea pudo, sin duda, reforzar la creencia entre los fieles de que santa Wilgefortis y sus derivadas no eran otra cosa sino «mujeres-Cristo»

Wilgefortis
Detalle de talla anónima del siglo XVIII que representa a santa Wilgefortis. Se encuentra en una capilla de la basílica de Loreto en Praga. Se trata de una de las últimas imágenes datadas de la santa.

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«Un vínculo de amistad muy profundo»: la sorprendente historia del ángel de la guarda de Van Gogh…


Joseph Roulin
En total, Van Gogh realizó 26 retratos de los Roulin.

BBC News Mundo(D.N.Lee) — El 23 de diciembre de 1888, el día en que Vincent van Gogh se mutiló la oreja y regaló la parte cortada a una trabajadora sexual, fue atendido por una inesperada alma gemela: el cartero Joseph Roulin.

Roulin, una rara figura de estabilidad durante los dos años de turbulencia mental que Van Gogh pasó en Arles, en el sur de Francia, se aseguró de que el pintor holandés (1853-1890) recibiera cuidados en un hospital psiquiátrico y lo visitó mientras estuvo allí, escribiendo a Theo, el hermano del artista, para ponerlo al día sobre su estado.

Pagó el alquiler de Van Gogh mientras estaba ingresado y pasó todo el día con él cuando le dieron el alta dos semanas después.

«Roulin… siente por mí una gravedad silenciosa y una ternura como la que un viejo soldado siente por uno joven», escribió Van Gogh a Theo en abril, describiendo a Roulin como «un alma tan buena, tan sabia y tan llena de sentimientos».

«Roulin no es sólo un modelo para él: era alguien con quien desarrolló un vínculo de amistad muy profundo», le dice a la BBC Katie Hanson, cocuradora de una exhibición que muestra esta conmovedora relación, que se presenta en el Museo de Bellas Artes de Boston, en Estados Unidos.

La tumultuosa relación de Van Gogh con Gauguin, y el desencuentro entre ambos que muy probablemente precipitó el incidente de la oreja, ha tendido a eclipsar su narrativa, pero Roulin ofrecía algo más constante y sin complicaciones.

Lo vemos en los retratos: la honestidad abierta con la que devuelve la mirada a Van Gogh, y el respeto y afecto mutuos que irradian del lienzo.

– Una nueva vida en Arles

Van Gogh se trasladó de París a Arles en febrero de 1888, convencido de que la luz más brillante y los colores más intensos mejorarían su arte, y de que los sureños tenían un aspecto «más artístico» y eran sujetos ideales para pintar.

Joseph Roulin, 1888
El cartero de Van Gogh, Joseph Roulin, 1888. Roulin era un íntimo amigo y leal aliado del artista.

Hanson subraya la «apertura a las posibilidades» de Van Gogh en aquella época, y su sensación, aún hoy reconocible, de ser una cara nueva en la ciudad.

«No tenemos por qué dar con la obra de nuestra vida en nuestro primer intento; también podemos estar buscando y buscando nuestra próxima dirección, nuestro próximo lugar», afirma. Y con este espíritu, Van Gogh, un recién llegado con «un gran corazón», dio la bienvenida a las nuevas conexiones.

Antes de mudarse a la casa amarilla de al lado, hoy tan conocida por dentro y por fuera, Van Gogh alquiló una habitación encima del Café de la Gare.

El bar era frecuentado por Joseph Roulin, que vivía en la misma calle y trabajaba en la cercana estación de ferrocarril supervisando la carga y descarga del correo.

Van Gogh sentía que su fuerte era el retrato, pero le costaba encontrar gente que posara para él, por lo que quedó encantado cuando el cartero, que se bebía una buena parte de sus ingresos en el café, accedió a posar para él, pidiendo sólo que le pagara con comida y bebida.

Entre agosto de 1888 y abril de 1889, Van Gogh realizó seis retratos de Roulin, símbolos de compañía y esperanza que contrastan con los motivos de soledad, desesperación y fatalidad inminente que aparecen en otras de sus obras.

En cada uno de ellos, Roulin viste su uniforme azul de empleado de correos, adornado con botones y trenzas doradas.

La nariz rechoncha de Roulin y su tez rubicunda, enrojecida por años de bebida, lo convirtieron en una musa fascinante para el pintor, que lo describió como «un hombre más interesante que muchas personas».

Roulin. 1888
Retrato de Roulin en pluma, tinta y tiza.

Roulin era sólo 12 años mayor que Van Gogh, pero se convirtió en un guía y una figura paterna para el solitario pintor; debido a la generosa barba de Roulin y a su aparente sabiduría, Van Gogh lo apodó Sócrates.

Nacido en el seno de una familia acomodada, Van Gogh pertenecía a una clase social muy diferente a la de Roulin, pero quedó prendado de su «fuerte naturaleza campesina» y de su tolerancia en tiempos difíciles.

Roulin era un republicano orgulloso y charlatán, y cuando Van Gogh lo vio cantando La Marsellesa, se dio cuenta de lo pintoresco que era, «como salido de Delacroix, de Daumier».

Vio en él el espíritu del trabajador, y describió su voz como poseedora de «un eco lejano del clarín de la Francia revolucionaria».

– La familia Roulin

La amistad pronto abrió la puerta a otros cuatro huéspedes: la esposa de Roulin, Augustine, y sus tres hijos.

Conocemos a su hijo Armand, de 17 años, aprendiz de herrero, con sus primeros vellos faciales y que parece incómodo con la atención del pintor; a su hermano menor, Camille, un escolar de 11 años, descrito en el catálogo de la exposición como «retorciéndose en su silla»; y a Marcelle, la bebé regordeta de la pareja que, según escribe Roulin, «hace feliz a toda la casa».

Cada cuadro representa una etapa diferente de la vida, y a cada modelo se le regalaba su retrato.

En total, Van Gogh realizó 26 retratos de los Roulin, una producción significativa para una familia, pocas veces vista en la historia del arte.

Esposa de Roulin retratada por Van Gogh
La esposa de Roulin retratada en 1889.

Van Gogh había soñado alguna vez con ser padre y marido, y su relación con la familia Roulin le permitió experimentar parte de esa alegría.

En una carta a Theo, describe a Roulin jugando con la pequeña Marcelle: «Fue conmovedor verlo con sus hijos el último día, sobre todo con la muy pequeña, cuando la hacía reír y rebotar sobre sus rodillas y cantaba para ella».

Fuera de estos muros, Van Gogh experimentó a menudo la hostilidad de los lugareños, que le describían como «el loco pelirrojo», e incluso solicitaron su confinamiento.

Por el contrario, los Roulin aceptaron su enfermedad mental, y su hogar ofreció un lugar de seguridad y comprensión.

La relación, sin embargo, distaba mucho de ser unilateral. Este visitante culto, con su inusual acento holandés, no se parecía a nadie que Roulin hubiera conocido antes, y ofrecía «un tipo de interacción diferente», explica Hanson.

«Es nuevo en la ciudad, nuevo para las historias de Roulin y va a tener nuevas historias que contar».

A Roulin le gustaba dar consejos -por ejemplo, sobre cómo amueblar la casa amarilla- y cuando, en el verano de 1888, Madame Roulin regresó a su ciudad natal para dar a luz a Marcelle, Roulin, que se había quedado solo, encontró una grata compañía en Van Gogh.

Marcelle Roulin y Armand Roulin. 1888.
La bebé Marcelle Roulin y Armand Roulin, ambos retratados en 1888.

Roulin también tuvo la rara oportunidad de que le pintaran retratos gratis, y cuando, al año siguiente, se fue a trabajar a Marsella, le reconfortó que la pequeña Marcelle aún pudiera ver su retrato colgado sobre su cuna.

Su afecto por Van Gogh se refleja en su correspondencia.

«Continúa cuidándote, sigue los consejos de tu buen médico y verás cómo te recuperas por completo para satisfacción de tus familiares y amigos», le escribió desde Marsella. «Marcelle te manda un beso muy grande», agregó.

Los retratos de Van Gogh lo situaban en el corazón del hogar familiar. En sus cinco versiones de La Berceuse, que significa tanto «canción de cuna» como «la mujer que mece la cuna», Madame Roulin sostenía un dispositivo de cuerda, ideado por Van Gogh, que mecía la cuna del bebé más allá del lienzo, permitiendo a la pareja la paz necesaria para completar la obra.

Los alegres colores de fondo -verde, azul, amarillo o rojo- varían de un miembro de la familia a otro.

Los exuberantes fondos florales, reservados a los padres, llegan más tarde, transmitiendo felicidad y afecto, un florecimiento que tuvo lugar desde los retratos anteriores, más sencillos.

– Libertad creativa

La historia del arte también se benefició enormemente de la libertad que esta relación concedió a Van Gogh para experimentar con el retrato y desarrollar su propio estilo con sus formas delineadas, sus colores audaces y brillantes y sus gruesos trazos ondulados que hacen que las formas vibren de vida.

En la seguridad de esta amistad, Van Gogh da un vuelco a las convenciones del retrato, dando prioridad a una respuesta emocional a su retratado, resolviendo «no representar lo que tengo ante mis ojos», sino «expresarme con fuerza» y pintar a Roulin, le dijo a Theo, «como lo siento».

Fotografía de Joseph Roulin en 1902
Una fotografía de Joseph Roulin en 1902, 12 años después de la muerte de su amigo Vincent van Gogh.

Si Van Gogh no hubiera sentido el apoyo inquebrantable de Roulin, tal vez no hubiera sobrevivido a la serie de devastadoras crisis nerviosas que comenzaron en diciembre de 1888, cuando se llevó una navaja a la oreja.

Gracias a los cuidados de sus allegados, vivió 19 meses más, realizando la asombrosa cifra de 70 cuadros en sus últimos 70 días, y dejando uno de los legados más preciados de la historia del arte.

Lejos de «rehuir la tristeza» de este periodo de la vida de Van Gogh, afirma Hanson, la exposición da testimonio del poder de las relaciones de apoyo y de «la realidad de que la tristeza y la esperanza pueden coexistir».

nuestras charlas nocturnas.


‘Homo horribilis’: el origen de la violencia humana…


Escrito por Fran Navarro

Homo horribilis el origen de la violencia humana
Каменный век. Пиршество (Edad de Piedra: el festín), de Víktor Vasnetsov.

JotDown(F.Navarro) — Nuestra especie, Homo sapiens, salió de África hace unos setenta mil años e inició una lucha por el dominio del mundo. A nuestro paso vamos dejando un reguero de destrucción de tal calado que muchos científicos consideran que estamos viviendo la sexta extinción masiva.

Es la primera vez en la historia del planeta Tierra que una extinción masiva tiene entre sus causas a un ser vivo equiparado a la fuerza destructora de un cataclismo geológico. Desde entonces, nos hemos quedado solos. El resto de especies humanas que existían cuando iniciamos la conquista del mundo se han extinguido. 

Neandertales, denisovanos, Homo floresiensis y Homo Luzonensis fueron desapareciendo a medida que colonizamos Europa, Asia y sus islas. Se puede decir que nos adaptamos mejor, que fuimos mejores estrategas en la guerra por la supervivencia. Pero si escribimos desde el punto de vista de los neandertales, quizás solo hayamos sido los más hijos de puta.  

En nuestro viaje colonizando Eurasia nos fuimos encontrando con otros humanos que ya vivían allí. Las teorías sobre estos encuentros oscilan sobre todo entre dos puntos de vista: una colonización pacífica o una violenta. De hecho, no son opciones contradictorias, sino que a lo largo de decenas de miles de años ocupando miles de kilómetros, la casuística de cómo Homo sapiens se hizo con el control de cada territorio es tan amplia como seamos capaces de imaginar.

Ahora bien, a juzgar por el comportamiento de todos los primates, el grupo al que pertenecemos los humanos, somos animales muy territoriales. Mantener bajo control los recursos es un requisito básico para sobrevivir. Codiciar los recursos del vecino ha sido uno de los factores clave para prosperar. Por tanto, estoy de acuerdo con el investigador Bienvenido Martínez-Navarro cuando afirma que «nadie se deja quitar la tierra si puede defenderla».

Por lo que, si somos la especie que queda con vida, está claro que «la violencia fue una parte consustancial de la evolución humana». La mayoría de los horrores de nuestra historia nos han llevado a algún tipo de logro y, al contrario también, la mayoría de los logros de nuestra historia nos han llevado a algún tipo de horror.

El ejemplo más claro lo tenemos en la cantidad de avances tecnológicos que se han inventado gracias a la investigación con fines militares. La bomba atómica generó una de las mayores atrocidades de la humanidad, pero para crearla primero vino el conocimiento y control de la energía nuclear. Esta dinámica se repite desde el origen de nuestra existencia.

Con nuestras frágiles uñas, por velocidad, fuerza o habilidad, no tenemos nada que hacer contra la mayoría de los depredadores del mundo. Pero con un arco y flechas nos hemos hecho con el control de la superficie terrestre del planeta. Los contextos hostiles, las guerras y enfrentamientos a cualquier escala nos han llevado al desarrollo tecnológico.

La historia del horror tiene su contraparte en la invención y el perfeccionamiento de herramientas, y en el nacimiento de ideas y sistemas de gobierno opuestos a prácticas crueles. Las situaciones extremas nos empujan a los niveles más altos de ingenio. ¿Significa esto que Homo sapiens llevó a cabo un genocidio contra el resto de especies humanas?

No. Simplemente fuimos avanzando, conquistando y creciendo sin tener en cuenta los daños colaterales. Hoy día seguimos con esta dinámica, aunque seamos conscientes de los daños.  

Esta paradoja es intrínseca a nuestro propio devenir como humanos. Biológicamente, el éxito de una especie se mide por la cantidad de individuos que nacen y prosperan para seguir reproduciéndose. Bajo esta premisa, podemos estar todos muy tranquilos: somos los seres más exitosos de la historia. De hecho, quizás seamos demasiado exitosos y eso nos puede llevar a la perdición.

El número de Homo sapiens en el mundo no para de crecer y ya superamos los ocho mil millones. Estamos en unos niveles que empieza a ser difícil que la Tierra pueda asumir los recursos que necesitamos.

He aquí la complejidad mencionada, que, como la mayoría de asuntos tratados por los historiadores, las palabras usadas marcan el punto de vista, pues podemos ser los más exitosos y también la mayor plaga de la historia; los estrategas que mejor se adaptan y los hijos de puta más grandes de toda la existencia.  

  • ¿La violencia nace o se hace?

Si el oficio de historiador es a menudo frustrante por lo inabarcable de la materia y la imposibilidad de que las fuentes disponibles nos cuenten todos los detalles que nos gustaría conocer, cuando tratamos la prehistoria ya es el colmo de la inconcreción. Por suerte, esto ofrece una investigación inagotable y compensamos la frustración con el placer de seguir aprendiendo durante toda la vida. Se podría definir el oficio de historiador como una búsqueda infinita. Únete a la fiesta. 

En mi búsqueda yo me he planteado la pregunta esencial de este artículo: ¿cuándo empieza la historia del horror? O, lo que es lo mismo, ¿desde cuándo existe la violencia humana en el mundo? 

De entrada, hay que tener clara la diferencia entre agresividad y violencia desde un punto de vista biológico. La agresividad es una cualidad innata en el ser humano, forma parte de nuestro instinto de supervivencia y nos permite estar alerta ante un peligro, defendernos y también atacar en caso de sentirnos amenazados. La violencia, en cambio, es una conducta que nace con la cultura humana una vez que empezamos a vivir en sociedad. Requiere la intención de hacer daño físico o psicológico.

De manera que soy agresivo cuando le tiro una piedra a un lobo para ahuyentarlo y escapar de su ataque; y soy violento cuando espero a que una tribu se duerma para atacarles y robarles el ganado.  

Para detectar el origen de la violencia tenemos los dos caminos esenciales con los que se estudia la prehistoria: la antropología y la arqueología. Las dos disciplinas nos dan problemas importantes para responder a mi pregunta. 

La antropología nos ayuda a saber, por ejemplo, cómo vivían las sociedades de cazadores-recolectores según el estudio de culturas actuales que continúan viviendo en estas condiciones.

Claro que las conclusiones que podamos sacar solo teorizan acerca del pasado. Los cazadores-recolectores de la actualidad son pueblos aislados que viven en zonas inhóspitas y con poblaciones muy reducidas, por lo que el contexto no es el mismo que en la prehistoria, cuando las posibilidades de encuentro entre distintos grupos humanos podían ocasionar enfrentamientos violentos.

Además, ya se encargan las autoridades de los estados modernos de tenerlos bajo control y que ningún conflicto en estas culturas se les vaya de las manos. Desde un punto de vista científico, ya en el siglo XIX, solo hemos tenido la oportunidad de observar dos poblaciones de cazadores-recolectores que fueran abundantes y estuvieran fuera de control en un primer momento: los nativos de Norteamérica y los aborígenes de Australia.

Ambas culturas dejaron patente que tenían enfrentamientos armados de manera recurrente, pero no podemos asegurar si era una conducta llevada a cabo desde siempre o empezaron a guerrear por el impacto que supuso la llegada del hombre blanco.  

Si nos basamos en otros casos actuales, desde luego no faltan ejemplos violentos. Son famosos en este sentido los sentineleses, habitantes de la isla Sentinel del Norte, en el océano Índico. Rechazan a base de flechazos cualquier contacto con quien ose acercarse a sus costas. Están documentadas varias muertes como la de unos pescadores cuyo barco naufragó en la isla en 2006 o el misionero estadounidense que en 2018 intentó predicar el cristianismo entre estos aborígenes.  

Los aché son una etnia que vivieron como cazadores-recolectores en las junglas de Paraguay hasta la década de 1960. Varios estudios antropológicos han permitido conocer el lado macabro de esta forma de vida. Cuando un anciano o una persona enferma no podía seguir el ritmo del resto, se le abandonaba. Esto en el caso de los hombres, se sabe que a las mujeres viejas que pasaban a ser una carga eran asesinadas de un golpe en la cabeza.

Un aché contó en una entrevista: «Yo solía matar a las mujeres viejas. Maté a mis tías. Las mujeres me tenían miedo. Ahora, aquí con los blancos, me he vuelto débil». Se les atribuyen sacrificios de bebés considerados subdesarrollados. Una cuadrilla mató a una bebé porque no querían otra niña más. Y un hombre mató a un niño porque no paraba de llorar. ¿Significa esto que las sociedades prehistóricas vivían así? No. Solo son ejemplos que ofrece la antropología, perspectivas de una realidad multifacética. 

Por otro lado, la arqueología se encarga de estudiar los materiales que nos han llegado desde la prehistoria hasta hoy, las únicas fuentes directas del período. Pero son pocas, parciales y de difícil interpretación. Básicamente estudiamos piedras y huesos. ¿Cómo identificamos el rastro de violencia en la prehistoria? No había espadas, cascos, ni ninguna otra herramienta específica para la guerra. Una lanza o un hacha podían servir tanto para matar como para cazar o talar un árbol.

Los humanos estamos dentro de las especies más violentas hacia sus hembras"  - BBC News Mundo

Los huesos tampoco lo ponen fácil. Las lesiones identificadas en los fósiles humanos solo dejan claro que el individuo sufrió algún daño, pero descubrir qué causó ese daño suele ser imposible. Un cadáver pudo romperse una costilla al ser arrojado en una fosa y en la actualidad interpretarse como un signo de violencia.

Es difícil saber si el daño que muestra un fósil fue una herida realizada por otro humano, fruto de un accidente o por el ataque de un oso. Y para acabar de complicarlo, no todas las muertes dejan huella en los huesos. Basta con cortarle el cuello a alguien y que muera desangrado para que sus huesos no muestren ningún símbolo de violencia. 

Digamos que solo tenemos algunas piezas de un puzle del que desconocemos el resultado final. Por ello es fácil caer en errores de interpretación, pues como hijos de nuestro contexto y circunstancia, en ocasiones ocurre que una teoría sobre la prehistoria dice más de los humanos actuales que de nuestros ancestros. Esta falta de garantía es lo que lleva a un eterno debate filosófico: ¿el ser humano es bueno por naturaleza, como defendía Rousseau, o el hombre es un lobo para el hombre, como dijo Hobbes

Ya avisé que esto era el colmo de la frustración. En historia no hay nada blanco o negro, te doy la bienvenida a la escala de grises. Ahora bien, la labor del investigador es extraer conocimiento con lo poco o mucho que tenga a su disposición; zarandear el pasado para que nos chive algo acerca de los silencios de la historia. Por suerte, contamos con fósiles considerados las muestras más antiguas del horror humano.  

  • El primer asesinato

La prehistoria no fue ni un paraíso pacífico ni el mundo cruel que muchos han imaginado con el hombre de las cavernas embrutecido que arrastra del pelo a su mujer con una mano y sostiene un garrote con la otra. Al igual que hoy, entre nuestros antepasados hubo individuos con la sensibilidad y talento suficiente para pintar los bisontes de Altamira y también aquellos capaces de acabar con sus semejantes de la manera más (paradójicamente) inhumana.

Es más, no podemos negar que incluso una misma persona pudiera realizar las dos acciones. Lo que sí está claro, a juzgar por el registro arqueológico descubierto hasta ahora, es que, durante toda la historia de la humanidad, matar ha sido un acto excepcional y no la norma.

Durante el sanguinario siglo XX, con las dos guerras mundiales y brutales genocidios, hay autores que cifran las muertes por causas violentas en cien millones. Esto solo supuso el cinco por ciento de las muertes en la centuria.

Con esta información no es de extrañar que, de todos los fósiles desenterrados en el mundo fechados con más de doce mil años de antigüedad, en solo una veintena se identifican muertes producidas por impactos de proyectiles o golpes en la cabeza. Entre ellos, el caso más antiguo de asesinato conocido hasta la fecha se descubrió en España. 

Si crees que la justicia funciona lenta, acércate a ver el trabajo de los paleontólogos estudiando un asesinato de hace cuatrocientos treinta mil años. Dos décadas tardaron en reconstruir un cráneo a partir de cincuenta y dos fragmentos. El individuo es conocido como Cr-17 (que sepamos, no era el Cristiano Ronaldo de la prehistoria) y presenta dos fracturas idénticas en la frente.

La investigación del caso ha determinado que fueron producidas por un objeto contundente que acabó con la vida de Cr-17. La sentencia ha tardado solo unos cientos de miles de años en llegar, sí, pero ahora incluso sabemos que el crimen fue cometido por un diestro a juzgar por la dirección con la que se asestaron los golpes. Ya casi tenemos al asesino.

Los investigadores no han hallado señal alguna de cicatrización ni recuperación del tejido óseo, por lo que los golpes fueron mortales. Además, por la zona frontal del cráneo en la que se sitúan, los indicios apuntan a un enfrentamiento cara a cara. Cr-17 no salió victorioso, desde luego. Del arma homicida no tenemos noticias. 

El escenario donde se descubrió el cadáver es Atapuerca, uno de los mejores conjuntos arqueológicos del mundo para estudiar la vida (y la muerte) en la prehistoria. En uno de sus yacimientos, la Sima de los Huesos, aparecieron más de 7.000 pedacitos de huesos. Un puzle nivel muy difícil. Pero el empeño de los paleontólogos no tiene parangón y llegaron a contar una treintena de cuerpos que terminaron en esta fosa.

Este hallazgo supone una oportunidad única para estudiar la vida en un grupo de individuos del Pleistoceno Medio. La Sima de los Huesos es un pozo vertical de 13 metros de profundidad, que estaba oculto 30 metros bajo la superficie y a más de 500 metros de la entrada más cercana a la cueva del yacimiento de Atapuerca. ¿Cómo acabaron allí aquellos humanos? ¿Por qué? 

Más allá de documentar el primer caso de asesinato de la historia de la humanidad, todavía resulta difícil aventurar una explicación a por qué los cuerpos acabaron ahí. Se barajan diversas teorías, como que una colada de barro arrastró y acumuló los restos en este pozo, donde quedaron fosilizados. O quizás estemos ante uno de los primeros ritos funerarios de la historia. 

Microgrado en Antropología Prehistórica

Los investigadores no han parado de analizar los fósiles de la Sima de los Huesos y en febrero de 2022 se publicó un análisis forense de todos los cráneos hallados en el yacimiento.

El estudio documenta cincuenta y siete lesiones craneales con signos de curación; nueve individuos que sufrieron impactos que pudieron ser letales y, de ellos, seis muestran facturas profundas en la región izquierda de la nuca, lo que se ha interpretado como signos de violencia. 

Además, más del setenta por ciento de los restos pertenecen a hombres y mujeres jóvenes, en una cantidad que hubiese mermado demasiado la demografía del grupo.

Se sospecha que estas muertes resultaron una tragedia, por ello la teoría de la acumulación intencionada de estos cuerpos ha ganado puntos de probabilidad frente al resto de opciones. 

Con todo, no tenemos evidencias de que estos daños fueran fruto de una violencia colectiva, sino más bien de un enfrentamiento concreto entre personas con un final fatal. Y es que, según la mayoría de los investigadores, la violencia colectiva no se produjo hasta la llegada del Neolítico o, al menos, en una fase intermedia entre la vida de cazadores-recolectores y la de sedentarios agricultores.  

  • Hágase la guerra

¿Qué tuvo que pasar para que, por primera vez en la historia, dos grupos de humanos se enfrentaran entre sí? ¿Qué condiciones pueden llevar al origen de la guerra? 

Hace quince mil años, nuestro mundo era un lugar mucho más frío. La última glaciación, el período que conocemos como la Edad de Hielo, mantuvo el norte de Europa bajo una capa de hielo y al resto del territorio como una estepa de manera general. África no se congeló, pero sufrió las consecuencias del clima.

El agua helada no se evapora, por lo que se formaban menos nubes y las zonas tropicales vivieron un descenso importante de las precipitaciones. En Jebel Sahaba, un enclave en el valle del Nilo, se sucedieron graves sequías que llegaron a secar el río por completo en algunas ocasiones. Los cazadores-recolectores de la zona se vieron obligados a adaptarse a una vida seminómada, pues los espacios donde se podían vivir cada vez fueron más pequeños.

Los recursos eran pocos y estaban concentrados. Esta mayor sedentarización aumentó el sentido agresivo por defender el territorio y también ayudó a desarrollar la identidad de grupo. Por entonces, los humanos ya portaban sobre sus hombros uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad: el arco y las flechas.  

Dos bandas de humanos lucharon durante generaciones por el control de Jebel Sahaba y los recursos circundantes. El resultado lo descubrimos en 1965, cuando un equipo de arqueólogos desenterró sesenta y un cuerpos. En cuarenta y uno de ellos se identificaron heridas. Los huesos de hombres y mujeres de distintas edades aparecieron con puntas de flecha incrustadas.

Uno de los individuos llegaba a tener diecinueve puntas de sílex con las que muy probablemente lo mataron. Sin embargo, los cuerpos fueron enterrados siguiendo un ritual. Todos fueron colocados en la misma postura. Es decir, no estamos ante una fosa común en la que un bando victorioso tiró los restos de los enemigos caídos, sino que fueron víctimas recuperadas del campo de batalla por sus familiares.

Sabemos que los hechos ocurrieron hace entre dieciocho mil y trece mil quinientos años. Cabe imaginarse a madres, padres y hermanos llorando sobre la tumba de los asesinados. Los enterramientos no se dieron a la vez, sino que corresponden a un ciclo violento de varios años. Por tanto, en Jebel Sahaba se han localizado los restos de la primera guerra de la humanidad.  

Sobre esta cuestión, una de las últimas publicaciones que he leído ha corrido a cargo de Alfredo González Ruibal, arqueólogo que ha investigado la historia del conflicto y ha volcado su conocimiento al respecto en Tierra arrasada: un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI, obra ganadora del Premio Nacional de Ensayo 2024. El autor repasa otra masacre prehistórica descubierta por los arqueólogos:  

Jebel Sahaba: Un cementerio de hace 13.400 años confirma la violencia  generalizada del Paleolítico | Ciencia | EL PAÍS

El sitio se llama Nataruk y se encuentra a treinta kilómetros de la orilla del lago Turkana, en Kenia. Pero hace diez mil años, la tierra seca y polvorienta de hoy era un estero fértil que se empantanaba en la estación de las lluvias.

Junto a él acampaban comunidades de cazadores-recolectores que cazaban con arcos y flechas, pescaban con arpones y recolectaban moluscos, vegetales y raíces. Hasta que un día el barro del estero acabó bañado de sangre.

En algún momento entre 9700 y 7000 a. C. fueron a parar a él los cadáveres de al menos veintisiete personas.  

En esta ocasión sí estamos ante una fosa común donde los vencedores arrojaron a los vencidos, entre ellos niños menores de seis años y una mujer embarazada. Así se entiende por la posición en la que se encontraron los cuerpos, desordenados, arremolinados y varios de ellos incluso boca abajo. 

Estos casos de violencia suponen el origen de la historia macabra de la humanidad, el capítulo uno del true horror. No son hallazgos generalizados a lo largo del espacio y tiempo prehistóricos, pero tampoco son exclusivos. 

Uno de los momentos clave de la humanidad es la llamada revolución del Neolítico y, sin embargo, es uno de los procesos que necesitan una mayor revisión histórica y su consiguiente divulgación para que el gran público borre conceptos erróneos que nos han inculcado desde pequeño.

La llegada del Neolítico se ha contado normalmente como la sedentarización de las poblaciones humanas, que empezaron a domesticar animales y plantas, pasando de cazadores-recolectores a ganaderos y agricultores. Y esto se ha contado como si fuera el gran avance del momento, como si todo cazador-recolector soñara con convertirse en ganadero y en cuanto pudo abandonó el taparrabos y se convirtió en vecino de una aldea.

Nada más lejos de la realidad. Sabemos que la agricultura no siempre cautivó a todo humano que la conocía y, de hecho, se conocen enfrentamientos entre grupos que vivían en sistemas económicos distintos y chocaron por el control de los recursos. Muchos poblados neolíticos fueron rodeados por un foso y una empalizada fortificada. Nadie amuralla su casa si no prevé que la ataquen.  

  • Prehistoria macabra
Los restos de víctimas de una masacre de la Edad del Bronce revelan un  suceso macabro

Y no solo la guerra forma parte del origen de la historia macabra de la humanidad. Uno de los aspectos más interesantes tiene que ver con los rituales, costumbres y acciones realizadas por culturas del pasado que nos resultan macabras hoy día. Se procura dar una explicación a todas ellas, pero en el caso de la prehistoria resulta difícil, cuando no imposible. No por ello vamos a dejar de mencionar algunos ejemplos llamativos.  

En Ofnet, al sur de Alemania, se descubrieron los restos de treinta y ocho cuerpos con unos siete mil quinientos años de antigüedad. Entre ellos había nueve mujeres y veinte niños. Todos fueron decapitados. En Sungir, Rusia, se halló una tumba que contenía dos esqueletos enterrados mirándose el uno al otro. Un chico de doce años y una chica de diez.

Los cuerpos fueron decorados con cinco mil cuentas de marfil cada uno, un sombrero y un cinturón con más de doscientos dientes de zorro, estatuillas y objetos de marfil. En Kanaljorden, Suecia, se dio un hallazgo inusual en yacimientos prehistóricos. Entre los restos se conservó incluso madera con una antigüedad de unos ocho mil años.

En concreto destacaron dos estacas, cada una de ellas con un cráneo incrustado. Desconocemos qué ocurrió en cada caso, pero una de las teorías compartidas por los tres ejemplos es que pudieron ser algún tipo de sacrificio ritual. De lo único que no hay dudas es que estamos ante los restos de ceremonias macabras. 

Todavía más difícil resulta explicar los restos hallados fuera de un contexto funerario. En la prehistoria se usaron huesos humanos para confeccionar objetos domésticos o piezas de decoración. Desconocemos las condiciones en las que fallecieron las personas cuyo cráneo acabaron sirviendo, por ejemplo, de paleta para las pinturas rupestres.  

Es común en la divulgación histórica que se limiten o directamente se silencien aspectos grotescos, sobre todo cuando no son necesarios para el discurso que se quiere contar. Así, lugares como Çatal Hüyük y Göbekli Tepe, ambos en Turquía, despiertan la admiración de los lectores, fascinados por estos poblados y/o santuarios tan sofisticados construidos en fechas tan tempranas como el 9000 a. C.

Nos maravillan las pinturas rupestres de Çatal Hüyük, pero también hay que saber que en ellas se muestran a buitres comiendo cadáveres sin cabeza. En Göbekli Tepe tenemos ejemplos de qué se hacía con los cráneos que faltan en las pinturas. Se despellejaban y se perforaban para que, mediante un cordaje, la mandíbula no se desprendiera del cráneo.

Luego se decoraban con arcilla, procurando reconstruir los rasgos faciales y se pintaban con ocre. Una de las teorías que intentan dar un porqué a estas prácticas argumenta que formarían parte de un culto a los antepasados.  

A pesar de todo lo explicado en este apartado, el origen del horror humano puede retrasarse muchísimo más en el tiempo. A decir verdad, los huesos humanos con las marcas más antiguas realizadas por otros humanos fueron fruto de una práctica con un millón de años de historia y que se sigue llevando a cabo hoy día.

Otra cuestión es determinar si estamos ante actos violentos o simple supervivencia, pues fueron las mismas marcas dejadas en ciervos, mamuts y demás animales consumidos por nuestros ancestros. Me refiero, claro, al canibalismo.  

nuestras charlas nocturnas.


Wolframio y molibdeno, los minerales de las dos guerras mundiales…


historia de la historia(J.Sanz) — Desde que el ser humano dominó el fuego y aprendió a fabricar armas golpeando o puliendo piedras, o trabajando madera o huesos de animales, la tecnología y la guerra han mantenido una incesante relación simbiótica en la que la práctica bélica ha servido para fomentar la innovación, en tanto que la introducción de soluciones tecnológicas nuevas ha transformado la forma de hacer la guerra.

Con el objetivo de ser más letales, protegerse frente al enemigo o matar desde más lejos, durante las dos Grandes Guerras el wolframio y el molibdeno fueron la avanzadilla de una verdadera revolución de los metales que se desarrollaría a lo largo del siglo XX y que continúa hoy en día con las llamadas tierras raras.

Cuenta Juan Eslava Galán, en su libro «Los años del miedo«, una anécdota de un paisano gallego que se encontraba preparando los aperos para salir a segar el heno, cuando un lujoso coche llegó hasta la puerta de su casa. Se apearon de él dos tratantes de la comarca y un señor trajeado con un elegante abrigo y un sombrero de ala.

Los tratantes, conocidos del paisano, se acercan y le dicen que el caballero -para más datos alemán- le quiere comprar su casa. Antes de que el paisano los mande «al carallo», le dicen:

Pero sólo las paredes. Se lleva las piedras y a ti te queda el solar para hacer otra casa. Te paga 20.000 reales. Con este dinero te puedes hacer otra casa más grande y te sobra la mitad.

El labriego no lo ve claro, no puede ser que alguien me ofrezca tanto dinero por unas piedras. Vale que tienen un brillo especial cuando les da el sol, pero las hay a patadas. Al final, los tratantes logran convencerlo. Al cabo de unos días, llega el alemán con el dinero y la cuadrilla que le acompaña derriban la casa y cargan las piedras en camiones.

La particularidad de las piedras con las que el paisano había construido su casa era que tenían un alto contenido en wolframio, también llamado tungsteno, un mineral estratégico durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Y por qué? Pues porque su punto de fusión es el más alto de todos los metales, superior a los 3400°C; el punto de ebullición es el más alto de todos los elementos conocidos; después del diamante, es el elemento más duro; es muy resistente a la corrosión; tiene una elevada resistencia térmica y gran conductividad.

Vamos, el «ingrediente» perfecto para endurecer la punta de los misiles con las que atravesar los blindajes enemigos, así como para reforzar los blindajes y que los misiles contrarios no los perforasen.

Cuando sus reservas de wolframio se agotaron, y dado que no poseían minas de ese metal en su territorio, los alemanes utilizaron todos los medios a su alcance para conseguirlo y dirigieron su mirada hacia Portugal y España, sobre todo a Galicia, los únicos países europeos que tenían menas de wolframio.

Cuando los aliados entraron en el mercado, no porque lo necesitasen para su industria de guerra —que no lo necesitaban por contar con suficientes fuentes de aprovisionamiento — sino para reducir las partidas que llegaban a la Alemania nazi, los precios del wolframio se dispararon.

De esta forma, Galicia se llenó de agentes alemanes dispuestos a conseguir el wolframio a cualquier precio y de espías aliados decididos a evitarlo. Las minas de la comarca de Carballo pasaron a tener una importancia estratégica desconocida hasta aquella época, cuando el precio del mineral se multiplicó por cien, lo que propició que se crease una extensa red de contrabando y de minas clandestinas.

En ese 1943, el mineral en cuestión se había convertido, en términos de su valor, en el primer producto español exportado, y alcanzó su máximo precio: 285.000 pesetas por tonelada.

Sin embargo, la situación dio un giro espectacular en la primera mitad de 1944, cuando los aliados exigieron —por iniciativa de Estados Unidos— a España que dejase de vender wolframio a los alemanes bajo la amenaza de corte del suministro de productos petrolíferos y a la que Franco se resistió hasta finales de abril de ese año.

Fue durante este intervalo cuando se produjo el citado corte. Posteriormente, con la casi imposibilidad de hacer llegar el wolframio a Alemania por la ocupación aliada del territorio francés, fue desapareciendo el comercio con este país. Lo que, sumado al cese de las adquisiciones aliadas, provocaría el fin de la fiebre del wolframio.

Y si el protagonista de la Segunda Guerra Mundial fue el wolframio, el de la Primera, con un guion muy similar, sería el molibdeno.

Químicamente, el molibdeno guarda una relación estrecha con el wolframio, compartiendo la capacidad de formar aleaciones muy duras con el hierro y con otros elementos. Las características más notables del molibdeno son su elevado punto de fusión (2623 °C) y su baja expansión al calentarse.  Esto significa que el molibdeno resulta un buen material para usar cuando se necesita resistencia y estabilidad a altas temperaturas, por ejemplo en los hornos… o en los cañones Gran Berta.

La fábrica de armamentos alemana Krupp construyó en 1914 este gigantesco cañón de 70 toneladas que disparaba obuses de hasta 830 kg de peso a una distancia de 12 kilómetros. 

Además de tener que transportarlo desmontado, por su tamaño y peso, y tener que emplear a unas 200 personas durante seis horas en volverlo a montar, tenía un problema operativo: para lanzar esos proyectiles tan pesados se necesitaba emplear enormes cantidades de pólvora que generaban un calor abrasador que podía deformar el tubo e incluso resquebrajarlo.

Así que, había que limitar el número de disparos y no «sobrecalentar» al monstruo. Y aquí es donde Krupp introdujo el molibdeno para reforzar el acero y convertir a la segunda generación de cañones más resistentes y destructivos.

Y se vuelve a repetir la historia: Alemania no tenía minas de molibdeno y sus reservas se agotaban. De hecho, el único suministro a nivel industrial se encontraba en una mina de Bartlett Mountain, en Colorado (Estados Unidos). Así que, había que hacerse con aquella mina a la que, hasta la fecha, nadie había prestado atención.  Los alemanes crearon una división americana de la compañía Metallgesellschaft -con minas, fundiciones y refinerías por todo el mundo-, bajo el «zalamero» nombre de American Metal.

Debido a su neutralidad, el despistado gobierno norteamericano no puso trabas en un principio a que la sucursal de patriótico nombre enviase a uno de sus ejecutivos a intentar negociar el suministro de molibdeno, sin reparar en que el directivo, de nombre Max Schott, era en realidad un agente alemán cuyo única misión era hacerse con toda la producción de la mina.

A partir de ese momento, en Bartlett Mountain se pudo asistir a una especie de western que incluía pistoleros, extorsiones y emboscadas,  hasta que, según Schott, el propietario de la mina, Otis King, «accedió» -voluntariamente- a venderla a American Metal por 40.000 dólares.

Todo cambió cuando en 1917 los franceses y los ingleses se hicieron con algunas piezas de artillería germanas y por un proceso de ingeniería inversa averiguaron la particularidad de aquel acero. ¡Estaban siendo machacados por culpa del molibdeno extraído en una mina de su propio aliado! -recordemos que EEUU entró en la Primera Guerra Mundial ese mismo año-.

Los federales tomaron el control de la mina, cerrando las instalaciones de la pintoresca American Metal y acabaron para siempre con sus actividades. Pero el daño ya estaba hecho…

P.D.: Se habla, se dice, se comenta que, a pesar de que los químicos del siglo XVIII lo seguían confundiendo con plomo, en el siglo XIV un herrero japonés añadía a sus espadas samurái un poco de molibdeno. Eran las más codiciadas del mundo. Este hombre murió sin revelar su secreto, con lo que las espadas perfectas dejaron de fabricarse y no se supo su secreto hasta 500 años después.

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300 años de Casanova: rompecorazones, estafador y poeta…


DW —- «Me sentí nacido para el bello sexo; lo he querido toda mi vida, y me he dejado querer tanto como he podido», escribe Casanova en sus Memorias. Menciona a 116 amantes por su nombre, aunque los historiadores suponen que tuvo relaciones con varios miles. Entre ellas, se encontraban damas de alto rango y muchachas de buenas familias, pero también prostitutas e incluso dos monjas.

– Nunca se casó

Sus numerosas conquistas incluyen a Marie-Louise O’Murphy, la amante del rey francés Luis XV. A menudo prometía matrimonio a las damas, pero nunca llegó a casarse. Y aunque su inestable estilo de vida era conocido, según se cuenta, muchas sucumbieron a su encanto.

Sin embargo, Casanova fue «un gran pensador, escritor y filósofo que injustamente ha pasado a la historia sólo como un gran amante», asegura el italiano Carlo Parodi. Por eso, Parodi abrió un museo sobre su famoso compatriota, en 2018, en Venecia. (Aunque este no sobrevivió a la pandemia de coronavirus, la fundación que lleva el nombre de Casanova anuncia la inauguración de otro, el Museo Oficial Giacomo Casanova, en el Palacio Zaguri de Venecia, para septiembre de 2025.)

La vida de Casanova se ha llevado al cine varias veces. Aquí, con Heath Ledger en el papel principal (2006).

– Infancia, educación y mecenas

Giacomo Girolamo Casanova nace el 2 de abril de 1725, hijo mayor en el seno de una familia de actores. Sus padres salen a menudo de gira y lo dejan al cuidado de su abuela Mariza. A los 12 años estudia derecho secular y eclesiástico en la Universidad de Padua, y a los 17 se doctora.

No pone fin a su carrera sacerdotal tras caer borracho del púlpito durante un sermón. Lo hizo tres años después: la profesión no le gusta mucho y su bolsa se llena menos de monedas que de apasionadas cartas de amor.

Prueba suerte en una amplia variedad de profesiones: secretario, alférez y teniente, violinista de orquesta, poeta y escritor, alquimista, agente secreto de la Inquisición, especulador financiero, diplomático y bibliotecario, por nombrar sólo algunas.

Para Casanova, el mundo de gente pobre del que proviene es una abominación. Quiere pertenecer a quienes admira deslumbrado: los patricios. No le atrae la arrogancia de clase de la nobleza, pero sí su vida cómoda y lujosa.

Casanova apoya al respetado senador Matteo Bragadin al sufrir éste un derrame cerebral, y eso le gana un mecenas. «Quienquiera que seas», dijo Bragadin al entonces joven de 21 años, «te debo la vida». A partir de entonces, recibe alojamiento y comida gratis, un sirviente, una góndola, diez ducados de oro al mes para gastos de bolsillo y la promesa de recibir apoyo toda su vida.

– Espectacular fuga de las Cámaras de Plomo

Casanova se convierte pronto en el favorito de la alta sociedad. Tiene una amplia educación en ámbitos como la teología, la alquimia, la medicina y las matemáticas: el veneciano puede opinar sobre cualquier tema.  Además de italiano, habla también francés, griego y latín, y es un conversador entretenido. No le resulta difícil cautivar a la gente. Pero provoca repetidamente la ira de la clase alta.

El 26 de julio de 1755, fue encarcelado en las infames Cámaras de Plomo, un calabozo en el ático del Palacio Ducal veneciano con techo de plomo. Se le acusa de blasfemia e «insultos contra la santa religión», de poseer libros prohibidos, de practicar la magia y de seducir a los jóvenes hacia el ateísmo. Es probable, especula Casanova, que se haya ganado la enemistad del inquisidor estatal Condulmer, por el afecto de una dama a la que el propio Condulmer cortejaba.

Grabado en madera del siglo XIX: Casanova languidece en prisión.

Giacomo sufre fiebre y escalofríos, las pulgas le chupan la sangre y el ambiente es insoportablemente sofocante en su mazmorra. «El único pensamiento que me dominaba era el de escapar”, escribió más tarde. Nadie había escapado antes de las Cámaras de Plomo, pero Casanova lo logra. Viaja a París, donde ya se ha difundido la historia de su espectacular fuga y es celebrado como héroe.

– Malabarista financiero

Casanova es un brillante estafador. Se hace repetidamente con grandes sumas de dinero que le confían almas crédulas, especialmente mujeres.

La idea de fundar una lotería en Francia en 1757 también le reportó una ganancia inesperada; el puesto de director es extremadamente gratificante. Sus arcas se llenan con difíciles transacciones financieras en las bolsas de valores del extranjero por encargo secreto del ministro francés de Exteriores.

No obstante, Casanova está constantemente en quiebra porque gasta generosamente el dinero y es adicto al juego. Pero, gracias a su absoluta autoconfianza, personas de alto rango lo avalaron repetidamente con elogiosas cartas de recomendación. A partir de 1758, Casanova  se presentó audazmente con el título aristocrático de «Caballero de Seingalt», que se otorgó a sí mismo. Aun así, acaba en prisión seis veces a lo largo de su vida y fue deportado de otros tantos países.

– Viajero inquieto

A lo largo de su vida, viajó de corte real en corte real por toda Europa. Su talento para moverse siempre en los mejores círculos le proporciona contactos ilustres. Conoce a Mozart y Voltaire, conversa en Roma con el Papa Clemente XIII, quien lo nombra Caballero de la Espuela de Oro. Federico el Grande le ofrece un puesto como profesor en la escuela de escuderos de Pomerania, que él rechaza. La zarina rusa Catalina la Grande lo recibe dos veces.

Posiblemente, ninguno de los contemporáneos de Casanova haya llegado tan lejos como el veneciano: los historiadores calculan que recorrió una distancia equivalente a la circunferencia de la Tierra, con los medios de transporte de la época, a caballo, en carruaje o en barco. Al regresar a Venecia en 1774, tras 17 años de exilio, estaba físicamente agotado.

De procedencia humilde, pero educado, Casanova recorrió el mundo, se codeó con la alta sociedad y escribió sus memorias en la vejez.

– Legado

Con 60 años, solo y amargado, Casanova fue contratado como bibliotecario del conde Waldstein en el castillo bohemio de Dux en 1785. Cinco años más tarde, comenzó a escribir sus Memorias, que se extienden a lo largo de 3.700 páginas. El 4 de junio de 1798, murió a la edad de 73 años a causa de la sífilis o una enfermedad de la vejiga, nunca se supo con certeza.

Sus Memorias se mantuvieron en secreto hasta el siglo XX: los censores no toleraron las francas descripciones de sus aventuras sexuales. Se vendían en secreto. Pero, cuando finalmente se publican, lo inmortalizan.  La obra ofrece una visión única de la vida y la sociedad de su época, está traducida a 20 idiomas y es el manuscrito más caro del mundo: en 2010, el Estado francés lo compró por siete millones de euros.

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Tutmosis II: encuentran la primera tumba de un faraón en Egipto desde el hallazgo de Tutankamón hace más de 100 años…


La entrada a la tumba del rey Tutmosis II rodeada de rocas
La entrada a la tumba del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.

BBC News Mundo(F.Mao/A.Loftus) — Egiptólogos descubrieron la primera tumba de un faraón desde que se halló la de Tutankamón hace más de un siglo.

La tumba del rey Tutmosis II era la última tumba real no descubierta de la dinastía XVIII de Egipto.

Pero un equipo británico-egipcio la localizó en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país.

Los investigadores pensaban que las cámaras funerarias de los faraones de la dinastía XVIII estaban a más de 2 km de distancia, más cerca del Valle de los Reyes.

El equipo encontró una zona asociada con los lugares de descanso de las mujeres de la realeza, pero cuando entraron en la cámara funeraria la encontraron decorada: la señal de un faraón.

«Y parte del techo todavía estaba intacto: un techo pintado de azul con estrellas amarillas. Y los techos pintados de azul con estrellas amarillas solo se encuentran en las tumbas de los reyes», dijo el director de campo de la misión, Piers Litherland.

El experto le dijo al programa Newshour de la BBC que se sintió abrumado en ese momento.

«La emoción de meterse en estas cosas es simplemente una de extraordinario desconcierto, porque cuando te encuentras con algo que no esperas encontrar, es algo -emocionalmente- muy turbulento de verdad», señaló.

«Y cuando salí, mi esposa estaba esperando afuera y lo único que pude hacer fue estallar en lágrimas», agregó.

Litherland informó que el descubrimiento resolvió el misterio de dónde se encuentran las tumbas de los reyes de principios de la dinastía XVIII.

Los investigadores encontraron los restos momificados de Tutmosis II hace dos siglos, pero su lugar de enterramiento original nunca había sido localizado.

La ubicación y la entrada a la tumba real del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.
La ubicación y la entrada a la tumba real del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.

– ¿Quién fue Tutmosis II?

Tutmosis II fue un antepasado de Tutankamón, cuyo reinado se cree que fue de aproximadamente 1493 a 1479 a.C.

La tumba de Tutankamón fue encontrada por arqueólogos británicos en 1922.

Tutmosis II es más conocido por ser el esposo de la reina Hatshepsut, considerada como uno de los faraones más importantes de Egipto y una de las pocas faraonas mujeres que gobernó por derecho propio.

Litherland dijo que la «gran escalera y un corredor descendente muy grande» de la tumba sugerían grandeza.

«Nos llevó mucho tiempo atravesar todo eso», contó, e indicó que estaba bloqueado por escombros de la inundación y que los techos se habían derrumbado.

«Fue recién después de arrastrarnos por un pasillo de 10 metros que tenía un pequeño espacio de 40 centímetros en la parte superior que llegamos a la cámara funeraria», afirmó.

Allí descubrieron el techo azul y decoraciones de escenas del Amduat, un texto religioso que estaba reservado para los reyes. Según Litherland, esa fue otra señal clave de que habían encontrado la tumba de un rey.

Los investigadores se pusieron a limpiar los escombros, esperando encontrar debajo los restos aplastados de un entierro.

Pero «resultó que la tumba estaba completamente vacía», dijo Litherland. «No porque la hubieran robado, sino porque la habían vaciado deliberadamente».

Luego descubrieron que la tumba se había inundado -«había sido construida debajo de una cascada»- solo unos años después del entierro del rey y que su contenido fue trasladado en la antigüedad a otro lugar.

Al tamizar toneladas de piedra caliza en la cámara, encontraron fragmentos de jarras de alabastro, que tenían las inscripciones de los nombres de Tutmosis II y Hatshepsut.

Esos fragmentos de alabastro «probablemente se rompieron cuando se estaba moviendo la tumba», estimó Litherland.

«Y gracias a Dios que rompieron una o dos cosas, porque así fue como descubrimos de quién era la tumba», añadió.

– El broche de oro

Los artefactos son los primeros objetos que se encuentran asociados con el entierro de Tutmosis II.

Litherland aseguró que su equipo tenía una idea aproximada de dónde estaba la segunda tumba, y que aún podría estar intacta y contener tesoros.

El descubrimiento de la tumba del faraón es el broche de oro a más de 12 años de trabajo del equipo conjunto de la New Kingdom Research Foundation de Litherland y el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Una fotografía del grupo de investigadores y arqueólogos de la New Kingdom Research Foundation y del Ministerio de Antigüedades de Egipto.
El equipo, de la New Kingdom Research Foundation y el Ministerio de Antigüedades de Egipto, que encontró la tumba.

El equipo ya había excavado 54 tumbas en la parte occidental de la montaña tebana en Luxor y también había identificado a más de 30 esposas reales y mujeres de la corte.

«Esta es la primera tumba real que se halla desde el descubrimiento revolucionario de la cámara funeraria del rey Tutankamón en 1922», dijo el ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Sherif Fathy.

«Es un momento extraordinario para la egiptología y para una comprensión más amplia de nuestra historia humana compartida», agregó.

– El sorprendente buen olor de las momias del Antiguo Egipto 5.000 años después de ser embalsamadas

 insertando un pequeño tubo para poder medir el olor sin tomar ninguna muestra física.
Los científicos insertaron un pequeño tubo para poder medir el olor sin tomar ninguna muestra física.

Científicos han descubierto que los cuerpos momificados del antiguo Egipto siguen oliendo muy bien incluso después de pasar 5.000 años en un sarcófago.

Los investigadores que examinaron nueve momias descubrieron que, aunque había alguna diferencia en la intensidad de sus olores, todos podían describirse como «amaderados», «especiados» y «dulces».

Afirman que recrear la composición de los olores químicamente permitirá a otros experimentar el olor de una momia y ayudará a saber cuándo los cuerpos en su interior pueden estar empezando a pudrirse.

«Queremos compartir la experiencia que tuvimos al oler los cuerpos momificados, por lo que estamos reconstruyendo el olor para presentarlo en el Museo Egipcio de El Cairo», le dijo a la BBC Cecilia Bembibre, una de las investigadoras.

– Proceso histórico

Durante el proceso de momificación, los antiguos egipcios rodeaban el cuerpo con olores agradables como parte importante de la preparación del espíritu para entrar en la otra vida.

Como resultado de esto, los cuerpos de faraones y miembros de la nobleza eran adornados con aceites, ceras y bálsamos.

«En las películas y los libros, a quienes huelen cuerpos momificados les suceden cosas terribles», dijo Bembibre.

«Nos sorprendió lo agradables que resultaban».

Los autores del estudio académico, publicado en Revista de la Sociedad Química Estadounidense, tuvieron que obtener el olor del interior del sarcófago sin interferir con la momia que se encontraba en su interior.

Los investigadores, de la University College de Londres y la Universidad de Ljubljana, en Eslovenia, lo hicieron insertando un pequeño tubo para poder medir el olor sin tomar ninguna muestra física.

Bembibre explicó que los científicos del patrimonio siempre están tratando de encontrar formas «no destructivas» de descubrir nueva información.

“Queremos compartir la experiencia que tuvimos al oler los cuerpos momificados”, dice la Dra. Cecilia Bembibre (izquierda)
«Queremos compartir la experiencia que tuvimos al oler los cuerpos momificados», dice la experta Cecilia Bembibre (izquierda).

Los visitantes que perciban los aromas en los museos podrán experimentar el antiguo Egipto y el proceso de momificación desde una perspectiva totalmente diferente.

Ally Louks, supervisora ​​de literatura inglesa en la Universidad de Cambridge, que escribió su tesis doctoral sobre la política del olfato, describió esto como una forma «realmente innovadora» de comunicar la historia.

«Utilizar la nariz produce una fuerte reacción emocional y física», le dijo a la BBC.

«Sabemos que los olores eran esenciales para las prácticas sociales, religiosas y personales [en el antiguo Egipto]», añadió.

Matija Strlič, otro miembro del equipo del estudio, le dijo a la agencia de noticias AP que los aromas pueden incluso sugerir a qué clase social pertenecía una momia.

«Creemos que este enfoque es potencialmente de gran interés para otros tipos de colecciones de museos», dijo.

Además de proporcionar a los visitantes de los museos una nueva perspectiva sensorial sobre las momias, el descubrimiento también presenta un potencial avance para los conservadores de momias.

Los investigadores utilizaron una técnica llamada cromatografía de gases para separar los diferentes olores dentro del sarcófago que se combinan para formar su aroma.

Encontraron olores relacionados con la descomposición de las grasas animales utilizadas en el proceso de embalsamamiento, lo que podría indicar que el cuerpo está comenzando a descomponerse.

Gracias a estos hallazgos, será posible «intervenir prácticamente» en la conservación de las momias, identificando la mejor manera de almacenar y envolver los cuerpos, según el artículo de investigación.

«Esto es útil para los conservadores que cuidan esta colección [ya que] podemos asegurarnos de que llegue a las generaciones futuras», dijo Bembibre.

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Contra el mito de la barbarie: las 11 normas básicas de los piratas que asolaron los siete mares…


El famoso Barbanegra, en una ilustración actual

abc historia(M.P.Villatoro) — Que no le engañe Espronceda, querido lector. La vida del pirata no era todo cortar el mar con diez cañones por banda. El romanticismo del siglo XIX hizo mucho por los filibusteros; quizá demasiado. Sin embargo, tan cierto como que se dedicaban a asesinar, robar y saquear es que mantenían ciertas leyes cuando se hallaban sobre la toldilla.

Tal y como señalan historiadores como José A. Mármol Martínez en su dossier ‘El código de los piratas, ¿Mito o realidad?’ o la autora Silvia Miguens Narváez en su obra ‘Breve historia de los piratas’, cada buque contaba con sus propias normas impuestas por el capitán que debían seguir si no querían terminar con los tiburones.

– Mitos y verdades

Para entender el funcionamiento de este código es necesario romper el mito que afirma que en un barco pirata regía la dictadura del capitán. Así lo explican, al menos, Peter Leeson en ‘The Invisible Hook: The Hidden Economics of Pirates’ y George Mason en ‘The Golden Age of Piracy: The Rise, Fall, and Enduring Popularity of Pirates’.

En sus palabras, en estos bajeles los marineros no vivían sometidos a una tiranía. De hecho, los autores son partidarios de que el poder de los capitanes era limitado y que permitían a los miembros de la tripulación opinar en varios asuntos de gran importancia.

Así pues, y aunque para Leeson un barco pirata era «la organización criminal más sofisticada y exitosa de la historia», no se mantenía unido sobre el miedo y la violencia. Esto queda claro al observar que muchos miembros de la tripulación se ofrecían voluntarios después de haber servido como marinos, por ejemplo, en la ‘Royal Navy’ inglesa.

Siempre en palabras de este autor, era en el ejército, en los bajeles corsarios y en la marina mercante donde una buena parte de los capitanes dirigían a sus hombres como si de un ejército de esclavos se tratase.Noticia Relacionada

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Según Leeson, al tener autoridad total sobre la tripulación, no era raro que los capitanes de estos cuerpos se metiesen entre pecho y espalda raciones completas mientras sus hombres pasaban hambre o que golpearan a los marineros a su antojo por considerarlos rebeldes.

Algo impensable en los buques regidos por piratas.

Por el contrario, los filibusteros desarrollaron modelos que llegaron a ser precursores de las primeras democracias occidentales. Afirmación, por cierto, que ha provocado gran controversia en la comunidad académica.

Más allá de que fueran o no los adalides de la justicia social, la realidad es que los piratas adoptaron un sistema de poder dividido y limitado. Los capitanes, por ejemplo, contaban con una autoridad total cuando comenzaban los cañonazos.

Sin embargo, una vez que acababan los sablazos era un oficial el que se encargaba de racionar los alimentos, vigilar que no se incumplieran las normas y dividir el botín. Lo más llamativo es que la jerarquía de estos navíos no se establecía por derecho natural, sino que –en la Edad de Oro de la piratería (durante los siglos XVII y XVIII)– era común que fueran elegidos por la propia tripulación.

Lo más habitual era que la asignación de los saqueos se hiciera atendiendo a las leyes del bajel y de forma relativamente justa. En ‘La República de los Piratas’, el divulgador Colin Woodard llega a afirmar, por ejemplo, que un capitán pirata solo recibía el doble de riquezas que la tripulación, mientras que el mandamás de un barco corsario solía quedarse con un botín catorce veces más grande que el de los tripulantes a los que dirigía.

A su vez, cuando surgían dudas con respecto al botín (o a cualquier otro tema) era un tribunal elegido por los marineros el que se encargaba de solucionar la cuestión. La máxima era que un buen combatiente no tiene por qué ser un gestor adecuado.

Con todo, también es cierto que la otra cara de la moneda existía. Algo que explica Mármol al incidir en que era habitual que muchos marineros se unieran a las tripulaciones piratas obligados («porque su barco había sido asaltado y tenían que elegir entre hundirse con él o unirse a ellos») o que el capitán tenía que tener éxito en sus expediciones de saqueo para que los marineros le tuvieran respeto.

Woodard, pese a todo, es partidario de que en la Edad de Oro abundaban desde los hombres de mar descontentos con el ejército, hasta los esclavos que se unían a los piratas sabedores de que «participaban como iguales en las tripulaciones».

Representación de los piratas que surcaban el Mediterráneo

– Código pirata

La mayoría de autores, entre ellos el historiador Sergio López García en su dossier ‘Black Sails. La edad de oro de la piratería en el Caribe’, coinciden en que el mito del código pirata común se forjó sobre las normas que regían cada uno de los bajeles filibusteros.

Y es que, lo habitual era que cada capitán crease una ‘Charte-Partie’ (un conjunto de leyes) que los marineros que decidiesen unirse a la tripulación debían jurar acatar. Este proceso se llevaba a cabo antes de zarpar para que todos los marineros supiesen de antemano las normas de conducta y los castigos que recibirían si las incumplían.

Según afirma Maura Brescia en ‘Selkirk Robinson: el mito a tres siglos del desembarco del solitario en la Isla Robinson Crusoe’, «los códigos debían ser firmados y juramentados solemnemente por cada pirata a costa del honor, con su mano en una Biblia». Con todo, la ceremonia también podía llevarse a cabo usando armas, cráneos y un crucifijo.

A partir de entonces, era el intendente el que se encargaba de que las normas fuesen cumplidas y de castigar a todo aquel que las transgrediera de manera lo suficientemente severa como para que sirviera de ejemplo al resto de hombres.

A nivel general era común que las ‘Charte-Partie’ incluyeran cláusulas en las que se explicaban los pormenores del servicio, la remuneración que cada pirata obtendría en caso de que se asaltase un bajel enemigo y hasta la compensación que se daría a un marinero que hubiese perdido una extremidad en acto de servicio. «Asimismo se establecían premios por actos de sabotaje .

Aquel que lograse arriar la bandera enemiga y colocar la insignia pirata en su lugar recibiría 50 piastras, el que capturase a un prisionero que proporcionara valiosa información ganaría 100 piastras», añade Brescia en su obra.

A día de hoy es difícil determinar quién fue el primer capitán que estableció un código pirata en su barco. Sin embargo, López García es partidario de que uno de ellos fue Bartolomey el Portugués, un bucanero nacido en Portugal que vivió en el siglo XVII y que creó unas normas para su tripulación que «usarían posteriormente John Philips, Edward Low y Bartholomew Roberts para establecer la futura República de los Piratas en Isla Tortuga y en Nassau».

Brescia, por su parte, es partidaria de que una de las primeras descripciones de estas normas apareció en 1678 en ‘Buccaneers of América’, obra escrita por el cirujano naval Alexandre Olivier.

En todo caso, los códigos más famosos y recordados a día de hoy son los de Bartholomew Roberts y John Phillips . «El Código de conducta pirata de Bartholomew Roberts [está formado por] una serie de artículos escritos en 1721 y [que están] basados en el Código de los Piratas de su predecesor Bartolomey Portugués . […]

Este presentará las normas de conducta de la tripulación a bordo de su navío, junto la repartición de los bienes conseguidos con la finalidad de mantener la convivencia», señala, en este caso, López García. Miguens recoge en su obra cada una de las normas que formaban esta ‘Charte-Partie’, cada una más curiosa que la anterior.

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– Los 11 principios del código pirata de Roberts

1-Todo hombre tiene voto en los asuntos del momento, tiene igual derecho a provisiones frescas o licores fuertes en cualquier instante tras su confiscación y pueden hacer uso de ellos a placer, excepto que la escasez haga necesario, por el bien de todos, su racionamiento.

2-Todo hombre será llamado equitativamente por turnos, según la lista, al reparto del botín (sobre y por encima su propia participación); se le permitirá cambiarse de ropa para la ocasión pero, si alguno defrauda a la compañía por valor de un dólar de plata, joyas o dinero, será abandonado a su suerte en el mar como castigo. Si el robo fuese entre miembros de la tripulación, esta se contentará con cortar las orejas y la nariz al culpable y lo desembarcará en tierra, no en lugar deshabitado, pero si en algún sitio donde se de por sentado que encontrará adversidades.

3-Nadie jugará a las cartas o dados por dinero.

4-Las luces y velas se apagarán a las ocho de la noche; si después de esa hora algún miembro de la tripulación se inclina a seguir bebiendo, puede hacerlo sobre cubierta.

5-Mantener sus armas, pistolas y sables limpios y listos para el servicio.

6-No se permiten niños ni mujeres. Si cualquier hombre fuera encontrado seduciendo a cualquiera del sexo opuesto, y la llevase al mar, disfrazada, sufrirá la muerte.

7-En batalla la deserción del barco o sus camarotes será castigada con la muerte o al abandono a su suerte en el mar.

8-No se permiten las peleas a bordo, pero las disputas de cualquier hombre se resolverán en tierra, a espada y pistolas.

9-Ningún hombre hablará de dejar su modo de vida hasta que haya aportado 1.000 libras. Si para conseguirlo perdiera una extremidad o quedara impedido para el servicio, se le darán 800 libras extraídas del inventario común y por heridas menores, en proporción a su gravedad.

10-El capitán y su segundo recibirán dos partes del botín; el maestre, contramaestre y cañonero una parte y media, y el resto de los oficiales una parte y un cuarto.

11-Los músicos tendrán descanso el sábado pero los otros seis días y noches ninguno, a no ser por concesión extraordinaria.

– Tres preguntas a Silvia Miguens

1-¿Cada pirata contaba con su propio código en su barco?

Aunque las reglas establecidas no eran muy diferentes, cada pirata esgrimía su propio código. Cada nuevo tripulante debía aceptar ese código y firmar, a modo de contrato, con su letra o marca.

Era un requisito imprescindible a la hora de ejercer el derecho a voto en las asambleas, en las que se acordaba de qué manera se realizaría la expedición, la ruta a seguir, donde conseguirían vituallas y medicamentos, qué podría aportar cada uno o qué deberían robar y, según el aporte de cada uno al fondo común, cómo se repartirían las ganancias.

Según contó uno de ellos, el pirata Alexander O. Exquemelin, en su libro Bucaneros de América, se pactaban aun las recompensas y premios a los heridos y mutilados, en dinero o en esclavos, dependiendo el valor si fuera brazo o pierna derecha o izquierda. Por ejemplo, la recompensa por la pérdida de un ojo, eran cien pesos o un esclavo.

También juraban solemnemente no quedarse con una sola alhaja o bien no declarado, a quien resultara descubierto se le imponía un castigado y era separado del grupo.

2-¿En algún momento hubo un código común a todos los piratas?

A pesar de las características de cada uno, en 1721, el pirata galés Bartholomew Roberts, un año antes de su muerte, dictó un código que podría tomarse como general. Por medio de once ítems o artículos, instauraba pautas de conducta y ética.

Por ejemplo, todo hombre tiene igual derecho a provisiones o a licores, a menos que la escases imponga un racionamiento; cada uno será llamado a solas y equitativamente para el reparto del botín o para imponerles castigo en el caso de robo, en que será abandonado a su suerte fuera del barco; nadie jugará por dinero; velas y luces se apagarían a las ocho de la noche y el que quisiera seguir bebiendo debería hacerlo en cubierta; no se permiten niños ni mujeres, cualquier hombre que fuera descubierto seduciendo al sexo opuesto a quien hubiese llevado al mar, disfrazada, sufriría la muerte; la deserción será castigada con la muerte o abandono; no habrá peleas a bordo, toda diferencia debe ser resuelta en tierra a punta de espadas o pistola; los músicos tendrán descanso solo los sábados, ningún otro descanso de día ni de noche los otros seis días de la semana.

3-¿Se solía cumplir el código pirata?

No siempre. Uno de los grandes casos de desobediencia, fue la de las piratas Anne Bonny y Mary Read.

A los dieciséis años Anne Bonny se escapó de su buena familia irlandesa, se enamoró de un marinero, James Bonny, que pronto se apropió de la fortuna y plantaciones del padre de Anne. Huyeron en un pequeño barco y se instalaron en Bahamas, tierra de piratas gobernada por uno de los más importantes Woods Rogers que contrató a Bonny como informador y lo puso a viajar.

Anne se enamoró del pirata Jack Rackman o Calicó. Cuando el gobernador de la isla la acusó de adulterio, vestida de hombre, Anne se embarcó con Calicó y se dedicaron a la piratería. Cierto día, robaron un barco alemán entre cuya tripulación surgió un muchachito delicado y hermoso con el que Anne estableció vínculos afectivos.

Rackman la dejó quedarse con él pero pronto, celoso, pidió explicaciones y supo entonces, que se trataba de una mujer, Mary Reed. Vestidas de hombre y actuando como tales, siguieron con Jack hasta que el barco fue capturado. Fueron condenadas a muerte y al fin liberadas y se les perdonaron delitos, entre ellos el de incumplir el código pirata, porque, estando Anne embarazada, ambas increparon fuertemente al juez: «Abogamos por nuestros vientres, señor».

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La historia de los médicos que diseñaron las maniobras de resucitación cardiovascular…


Historia Hoy(O.L.Mato) — Peter Safar nació en Viena en 1924. Hijo de médicos – padre oftalmólogo y madre pediatra–, creció en un hogar dedicado a la ciencia y la salud.

Como sus  progenitores se negaron a unirse al Partido Nazi, requisito sine qua non para ejercer la medicina en su país tras el Anschluss (la unificación entre Austria y Alemania durante el gobierno de Hitler en 1938), no pudieron ejercer la profesión y Peter fue enviado a un campo de trabajo en Baviera, donde recibió todo tipo de maltrato por su condición de “no ario” (tenía una abuela judía).

Simulando padecer una enfermedad de piel, logró evitar el servicio militar y fue enviado a trabajar como enfermero en un instituto para quemados. Finalmente, pudo volver a Austria, donde siguió sus estudios de medicina. Se graduó en 1948 y obtuvo una beca para especializarse en Yale.

En 1950 retornó a Viena, se casó y decidió retomar su carrera como médico en EEUU. Sin embargo, debido a problemas de visa, debió pasar un tiempo en Perú, donde creó un servicio de anestesiología. Más tarde, instalado en Maryland, obtuvo un puesto en la prestigiosa John Hopkins University.

Allí investigó y perfeccionó un método simple para ventilar a pacientes inconscientes. Para demostrar la efectividad de este método, que consistía en la hiperextensión del cuello para mantener la vía aérea permeable, junto a James Elam, inyectó curare –una droga paralizante que usaban los aborígenes peruanos– en voluntarios para “resucitarlos” con las maniobras que más tarde se harían populares.

Que James Elam estuviese vivo era también un milagro. Nació prematuro en Austin, Texas, un lugar de cowboys donde no existían las comodidades que hoy se disponen para mantener a un niñito de 600 gramos.

Pero lo logró y, desde entonces, padeció problemas respiratorios, circunstancia que no le impidió continuar con su formación como médico especializado en fisiología respiratoria.

En 1954, él y Safar se dedicaron a perfeccionar las maniobras de resucitación basadas en los descubrimientos de Knickerbocker y Jude, quienes hallaron que la comprensión torácica permitía mantener la circulación sanguínea al cerebro  y al corazón.

Pocos minutos de isquemia cerebral pueden causar un daño neuronal irreversible; de allí la importancia de iniciar las maniobras lo antes posible.

En 1961, al ser nombrado jefe del departamento de Anestesiología en Pittsburgh, Safar se encontró frente a una sociedad con altos índices de accidentes automovilísticos (que obligó a Eisenhower a iniciar una inmensa inversión para replicar las carreteras que había visto en Alemania) y con una epidemia de poliomielitis.

Era imprescindible que más personas, muchísimas más, aprendiera estas maniobras para salvar a la mayor cantidad de enfermos o traumatizados.

Los avances soviéticos en este campo, encabezada por médicos como Vladimir Negovsky, fueron claves en el desarrollo de la resucitación cardiopulmonar. Safar  se reunió con su colega soviético y compartieron información. Este fue uno de los pocos casos de colaboración soviético-americana en plena Guerra Fría.

Para enseñar las maniobras de resucitación, desde 1958 Safar organizó cursos masivos de capacitación. El primer grupo entrenado estaba compuesto por gente de color –un hecho controversial en una nación que vivía disturbios ante la intención de una integración racial–. Sin embargo, a alguien que había sido víctima del nazismo poco podía importarle las barreras impuestas por la discriminación.

Para tener un prototipo apto para enseñar estas maniobras, Safar contrató a Asmund Laerdal, un conocido fabricante de muñecas de plástico. Cuando llegó el momento de otorgarle rostro al modelo, Laerdal recordó una máscara que sus abuelos habían comprado años en París.

En 1880, en el Quai du Louvre sacaron de las aguas del Sena a una joven de unos 16 años que había muerto ahogada. No llevaba ninguna identificación. Fue trasladada a la morgue, donde se hizo una máscara mortuoria que se expuso a fin que se la pudiese identificar.

Como el cuerpo no tenía signos de violencia, se supuso que la joven, a quien los empleados de la morgue comenzaron a llamar Anne, se había suicidado por mal de amores (lo que llamamos Síndrome de Werther).

Como las facciones de Anne eran armónicas, de una serena belleza, comenzaron a hacerse réplicas de su máscara que adornaban los hogares y hasta se vendían como souvenir. Una de estas máscaras fue comprada por los abuelos de Laerdal, quien decidió usarla como rostro de su maniquí, que pasó a llamarse “Resusci Anne”. Desde 1960, todas las muñecas de resucitación llevan su nombre.

Así fue como a una joven a la que alguien le “rompió” el corazón terminó salvando los de muchos otros. Y los labios a los que le fueron negados los besos de su amado, hoy reciben  los de miles de personas que buscan aprender cómo salvar al prójimo.

Michael Jackson le dedicó una canción: “Smooth Criminal”, cuyo coro repite: “Annie, are you OK?”,  honrando al muñeco que salva vidas.

Gracias a su desarrollo y promoción, Peter Safar y James Elam se convirtieron en los médicos que más vidas salvaron –y seguirán salvando– en el planeta.

James Elam falleció el 10 de julio de 1995. Peter Safar, el 3 de agosto de 2003 .

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La muerte de la Reina Virgen…


Historia de la historia(O.L.Mato) — El 24 de marzo de 1603, a las 2:45 de la mañana, Isabel l de Inglaterra dejaba de existir. Con ella concluía el reinado más largo de todos los monarcas que habían regido Inglaterra y llegaba a su fin la Casa Tudor.

Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, Isabel tenía un recuerdo muy vago de su madre, acusada de infidelidad y decapitada por orden de su padre, quien se volvió a casar al día siguiente de la ejecución, cuando aún no se había secado la sangre del patíbulo. Isabel acababa de cumplir tres años y fue declarada ilegítima. Nadie pensaba que esa niña de cabellos cobrizos podría llegar a reina …

Al cumplir diez años, su padre había ejecutado a doce duques, cuatrocientos miembros de la nobleza, dos cardenales, dieciocho obispos y quinientos monjes. Para entonces, se había casado con otras tres mujeres y también había ejecutado a una de ellas. Quizás fue por estas razones (y otras sobre las que solo podemos especular), que Isabel no era partidaria del matrimonio, aunque su título de “Reina Virgen” probablemente haya sido una exageración poética, pues contó con varios favoritos en su corte.

Isabel sobrevivió al reinado de Eduardo Vl, al breve mandato de Jane Grey y al de su media hermana María, una ferviente católica que la encarceló a fin de evitar su liderazgo entre los protestantes.

Tras la muerte de María, apodada Bloody Mary -María la Sanguinaria- dada su inclaudicable intención de restaurar el catolicismo en Inglaterra y su falta de escrúpulos para ordenar ejecuciones de quienes se opusieran a su voluntad evangelizadora, Isabel ascendió al trono con la intención de consolidar una Iglesia Anglicana independiente de la Santa Sede.

A pesar de esta decisión, que le granjeó la enemistad de media Europa, comenzando por la España de su ex cuñado Felipe ll, las políticas de Isabel fueron más moderadas que las de su padre y hermanos.

Isabel tenía como lema “video et taceo” (veo y callo).

Si bien no persiguió activamente a los disidentes, pudo evitar ser víctima de varias conspiraciones gracias a un aceitado servicio secreto que la mantenía al tanto de todo lo que pasaba en su reino y en Europa.

La relación con España fue especialmente conflictiva, con una guerra espasmódica marcada por períodos de paz y otros de enfrentamientos masivos. Uno de los episodios más destacados fue el ataque de la Gran Armada, que concluyó con una de las más sonadas victorias logradas por Inglaterra. Paralelamente, aventureros como Sir Francis Drake, John Hawkins y Walter Raleigh rapiñaron las ciudades y naves del Imperio donde nunca se ponía el sol.

El choque entre Inglaterra y España no solo fue armado, sino también cultural, a fin de justificar tanta violencia y el robo descarado del oro que venía de las colonias americanas. Fue entonces cuando surgió la “Leyenda Negra”, que denunciaba los excesos y arbitrariedades de los españoles. Si bien estos fueron reales, se omite mencionar que los ingleses cometieron actos similares, cuando no peores. La leyenda subsiste hasta hoy, con películas y libros que justifican la cleptocracia instaurada en el periodo isabelino como un merecido castigo a la perfidia hispana.

Los británicos han cantado loas a la derrota de la Gran Armada, pero mantuvieron un incómodo silencio sobre la malograda intención de Drake de invadir España por la costa cantábrica y Portugal (por entonces en manos del odiado Felipe II), así como los problemas para apoyar a los protestantes holandeses que combatían al dominio hispano.

El fracaso del “Draquez”, como le decían los españoles, le hizo perder el favor de la reina y debió conformarse con un puesto secundario hasta que, décadas más tarde, Isabel le confío una misión que terminó en desastre y en la muerte del pirata.

La efigie de Isabel I de Inglaterra sobre el sepulcro que comparte con su medio hermana y enemiga, María Tudor o María I de Inglaterra

Por esos años, Isabel mantuvo una conflictiva relación con su prima María Estuardo, hija de una hermana de Enrique VIII, a quien tuvo por años cautiva hasta que decidió decapitarla por temor a un resurgimiento del catolicismo en Inglaterra.

La falta de descendencia directa fue un problema durante todo su reinado. Isabel se resistió a compartir el trono con un cónyuge, aunque no le faltaron aspirantes. Por años mantuvo una estrecha relación con Robert Dudley, conde de Leicester, a quien conocía desde niña y había compartido con la joven Isabel la incertidumbre de no saber si verían un nuevo amanecer…

Su relación, más que amistosa, era un secreto a voces en la corte. La muerte sospechosa de la esposa de Dudley tiñó el vínculo de sospechas de asesinato que nunca pudieron demostrarse. Dudley tuvo otros romances e incluso un hijo natural, pero estos deslices no parecieron hacer mella en el vínculo de intimidad que los unió hasta la muerte del conde.

Otro de sus pretendientes fue el duque de Anjou, hermano del rey de Francia. Aunque se sentían atraídos, casarse con un católico estaba fuera de toda opción para la reina, cabeza de la Iglesia Anglicana. También fue cortejada por alguno de sus favoritos, como Sir Water Raleigh, al punto que la reina se enfureció cuando se enteró que este se había casado en secreto con una dama de la corte. Sin embargo, ningún testimonio puede confirmar que la Reina Virgen no lo haya sido…

La muerte de su principal consejero, William Cecil, pesó sobre el ánimo de la reina, quien había confiado ciegamente en sus decisiones.

En enero de 1603, Isabel se resfrió y decidió mudarse al Palacio de Richmond, su residencia más cálida. Con 69 años a cuestas y 40 de un reinado saturado de guerras e intrigas, Isabel sentía que el fin se aproximaba. Su gente más cercana, incluido su amado Dudley, habían muerto. Nada podía esperar ya de esta vida…

Una piorrea crónica, producto de su mala dentadura, le provocaba infecciones constantes, que se complicaron con una faringitis. Una sed pertinaz la atormentaba. En estas condiciones, le era difícil conciliar el sueño, por lo que se la veía deambulando por el palacio a deshoras, como si estuviera cavilando. Cansada, se acostó sobre unos almohadones en uno de sus aposentos y se quedó en silencio con un dedo en la boca. Así estuvo durante cuatro días y sus noche, hasta que un absceso en la garganta drenó espontáneamente, brindándole un breve alivio.

Sin embargo, la infección se diseminó y evolucionó en una neumonía.

Ante una muerte inminente, se impuso el tema de quién sucedería a la Reina Virgen. Los ministros se dirigieron a sus aposentos y, con toda parsimonia, le preguntaron si deseaban que James Vl de Escocia, el hijo de su prima María, a quien ella misma había ordenado ejecutar, fuera su sucesor. Sin decir palabra, Isabel consintió con un gesto casi displicente, mientras el arzobispo de Canterbury rezaba por su alma.

Entrada la noche, Isabel quedó inconsciente y, pocas horas más tarde, la reina que marcó una época, se fue de este mundo.

Isabel l de Inglaterra fue cantada por poetas, exaltada por sus victorias, odiada por sus enemigos y recordada en tierras lejanas que se llamaron Virginia por sus supuestas virtudes intactas.

nuestras charlas nocturnas.


La mecánica del endecasílabo…


La mecánica del endecasílabo
Orfeo y Eurídice, de Jean-Baptiste-Camille Corot.

JotDown(F.J.Tapiador) — En España, el verso de once sílabas se empezó a cultivar en serio en el Renacimiento. En los siglos que han transcurrido, esta medida ha hecho fortuna y hoy se acepta que es el que mejor se adapta a la forma de hablar en castellano, el que corresponde de manera natural con grupo fónico mayor; ese segmento de un discurso considerado como límite en una pronunciación normal y no forzada.

Es decir, el que queda delimitado por dos pausas sucesivas de la articulación. Sucediendo además que a partir de doce sílabas los versos suelen ser compuestos (un alejandrino, de catorce, es casi siempre un 7+7), el endecasílabo viene a ser lo más largo que se puede decir vocalizando sin respirar. 

Si identificamos una respiración con una idea, y de ahí a un verso con una idea, tendremos que el endecasílabo es la manera ideal para transmitir algo de cierta extensión de una manera natural. La unidad de pensamiento poético mayor en castellano. En francés, por cierto, la medida es un poco diferente: en ese idioma se dejan de contar sílabas a partir del último acento. En inglés también es diez.

Si hay un grupo fónico mayor, lo habrá menor.

Efectivamente.

En castellano, ese se corresponde con ocho sílabas, el octosílabo de los romances, el de los temas populares, festivos, y de ideas sencillas.

Pero es difícil hilar una idea completa con solo ocho sílabas, y aun siendo el octosílabo el más largo de los cortos, a menudo no es suficiente.

Las coplas de Manrique son una excepción, aunque más allá de las dos más conocidas, su esquema resulta monótono.

Por el otro lado, el de los versos que tienen más de once sílabas, tenemos el alejandrino, un verso que exige una cesura, un corte para no ahogarte al recitar (porque la poesía es para ser dicha).

No soy al único al que los versos de catorce sílabas le parecen pesados, ampulosos y solemnes, quizá porque cuando los estudiábamos en el instituto lo hacíamos a través de Los cisnes de Rubén Darío. Versos tales como:

Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.

justifican la crítica de «decoradores de la decadencia» que les hicieron a los modernistas. El tema del poema no ayuda tampoco a apreciar al alejandrino como se merece, pero hay que reconocer que tampoco los versos más antiguos y épicos aguantan una medida tan larga.

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Retrato de hombre con la cruz de caballero de la orden de Alcántara, alguna vez creído retrato de Garcilaso de la Vega, que introdujo el verso endecasílabo italiano en la poesía española.

Un ejemplo de Berceo:

En Toledo la buena esa villa real,
que yace sobre Tajo esa agua caudal,
hubo un arzobispo coronado leal,
que fue de la Gloriosa amigo natural.

Esto, la cuaderna vía, con su cesura bien indicada, está muy bien en pequeñas dosis.

Al cabo de un rato, cansa por su monotonía.

El poema del Cid, ese que estudiaban durante varios meses los que iban por letras en educación secundaria, le pasa algo parecido.

Resulta interesante por su encaje en la historia del español (el primer poema largo en esta lengua) más que por sus virtudes poéticas, las cuales Borges, —sensible a la épica, pero también a la lírica— calificó de rústicas. 

El verso de siete sílabas se ha usado mucho en la poesía castellana, y queda bien combinado con el once.

Pero empleado por sí mismo ofrece pocas posibilidades expresivas.

Las estrofas de heptasílabos acostumbran a quedarse cortas para tratar temas de cierto calado.

A los versos intermedios entre ocho y once, a los de nueve, diez, doce y trece, se les tiene por incompletos, como que les falta algo.

Al de doce se le ha tachado de empalagoso. Compárese el famoso endecasílabo:

se muestra la color en vuestro gesto

Con una versión en doce sílabas:

en vuestro gesto se muestra la color

Cualquier lector habitual de poesía notará la diferencia: el primero fluye (gracias a la colocación de los acentos), mientras que el segundo se atasca en «gesto», y después en «la». Ambos versos dicen exactamente lo mismo, pero uno de manera poética y el otro prosaica.

Como se ve, los acentos son fundamentales para que un verso castellano funcione. Marcan su ritmo sonoro, que en otros idiomas se basa en la intensidad, cantidad, entonación, aliteración o rima, pero que en español se asienta con fuerza en el acento. Esto es algo que no sucede en, por ejemplo, el latín o el griego, que priman la cantidad. Un hexámetro clásico suena bien no por dónde estén colocados los acentos, sino por la cantidad de sus sílabas, breves o largas. En castellano, todas las sílabas duran lo mismo. 

Mi editor de poesía, Abelardo Linares, me dijo hace muchos años que la poesía sigue unas reglas tan precisas como la física. Me sorprendió mucho su afirmación, y debo confesar que enarqué las cejas al escucharla, pero viniendo de él, no la olvidé. Con el tiempo y tras reflexionar, he venido a darle la razón.

Hay versos buenos y versos malos; estrofas que funcionan y estrofas que se despeñan, y hay razones técnicas que explican el éxito o fracaso de los poemas.

Las durezas rítmicas ocasionales se pueden emplear con fines estéticos, como la disonancia en la música, pero hay reglas entreveradas en la manera que tenemos de hablar en español, en la estructura rítmica de la lengua, que hacen que en poesía no valga cualquier cosa, por más que haya gente que se empeñe en que unas palabras en cierta disposición sobre una página conforman un poema. 

Los tratadistas llevan hablando de estas cosas desde hace siglos. El Terenciano o Arte Métrica de Gregorio Mayans i Siscar (1770) recoge ya algunas de las ideas que he recogido arriba. Pero fue Andrés Bello con sus Principios de la Ortolojía (sic) y Métrica de 1835 quien marca un punto de ruptura.

De alguna manera, fue él quien fundó la métrica moderna, aunque hoy se discrepe de su concepción del ritmo. La ciencia del verso (1908) de Mario Méndez Bejarano es también una obra formidable cuyo título es una declaración de intenciones. Más cerca de nosotros, es muy conocido el texto de Tomás Navarro Tomás (Métrica española, 1956), pero sobre todo los de Isabel Paraíso (La métrica española en su contexto románico, 2000), y de Antonio Quilis (Métrica española, 1969), reeditados incansablemente al ser textos de referencia en los estudios universitarios de filología. 

La premiada tesis de Quilis, publicada en 1964, es un buen ejemplo de lo que se puede lograr analizando la mecánica de la poesía empleando métodos físicos. Trata sobre el encabalgamiento, ese desajuste entre sintaxis y métrica que tantas alegrías nos da a los poetas al permitir huir de la monotonía y sorprender al lector. Como todo recurso, hay que usarlo con moderación. Aunque también sirve para parir engendros, como hizo fray Luis de León cuando perpetró esto:

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

No es un error de composición. Fray Luis hizo eso, una tmesis, para que la estrofa se pudiera considerar una lira. Pero no es esa la idea de esta licencia. Garcilaso sí que sabía usarla bien:

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Dante Alighieri, creador de la estrofa denominada tercetos encadenados, por Sandro Botticelli.

Las hojas que en las altas selvas vimos

cayeron, y nosotros a porfía

en nuestro engaño inmóviles vivimos

El salto entre «vimos» y «cayeron» se adecúa perfectamente a lo que se está diciendo. La forma sigue al contenido: las hojas efectivamente parecen caer de un verso a otro. Acabamos de leer el primer verso felices, ingenuos de nosotros, y al empezar el segundo, viene el mazazo. El placer estético que se experimenta al leer eso es extraordinario. Con este otro ejemplo de Herrera, el gran Herrera, sucede lo mismo:

Quebrantaste al cruel dragón, cortando

las alas de su cuerpo temeroso.

Aquí coinciden el corte de las alas y del verso.

Casi se las puede ver desplomarse cuando se empieza a leer el segundo verso.

El adjetivo «temeroso» introduce un sentimiento adicional que culmina los dos versos y los enriquece.

Aclarar ahora —para acabar con este aparte sobre el encabalgamiento— que hay dos escuelas sobre cómo se deben leer los versos.

Unos dicen que la pausa versal se hace siempre.

Otros afirman que el encabalgamiento evita esa pausa, una postura a mi juicio incomprensible, porque destroza el efecto que persigue la licencia.

La tesis de José Manuel Bustos (1992) creo que zanjó la cuestión, aunque aún se escuchan poemas leídos sin la debida pausa al final del verso. Si se sabe que esa era la intención del autor, no hay problema, pero al menos Garcilaso y Herrera (y legión de poetas tras ellos) pensaban como Bustos. 

Volviendo a la tesis de Quilis, el de Larache llegó muy lejos en su aplicación de la física para cuantificar el ritmo y elucidar la mecánica de la poesía. Su análisis de sonogramas mediante una técnica de análisis de Fourier que se emplea para identificar armónicos fue más que novedosa en España teniendo en cuenta los medios limitados con los que contaba, ya que estábamos aún en la era analógica, la de las grabadoras de cinta.

Hoy, en la digital, es mucho más fácil. Gracias a la tecnología, cualquiera puede analizar el canto de un pájaro con una aplicación del teléfono e identificar la especie a la que pertenece. Lo mismo para la voz. Mi lectura del famoso primer verso del soneto XXIII de Garcilaso tiene este aspecto:

La mecánica del endecasílabo

Además de la «pausa boomer» (ese medio segundo del principio sin nada, que tanta gracia hace a mis estudiantes), se aprecia que esta «huella dactilar» del primer verso del soneto XXIII de Garcilaso permite medir con precisión, a la décima de segundo, los acentos y las pausas. A partir de ahí se pueden sacar conclusiones que pueden llegar a ser muy sofisticadas, como hizo Quilis.

Su tesis es muy recomendable, pero como en tantas otras cosas, llega un momento en que para avanzar en el conocimiento experto del tema hace falta estudiar. La divulgación tiene sus límites y su ámbito, que es fundamentalmente excitar la curiosidad y animar a leer sobre el tema. 

Le mecánica del endecasílabo es lo suficientemente rica como para haber merecido decenas de libros, tesis y artículos en revistas técnicas. Como verso de once sílabas, tiene un acento fijo en la décima sílaba. Luego puede tener otro en la sexta o en la cuarta. En el primer caso se habla de un endecasílabo mayor. En el segundo de uno menor.

Los endecasílabos mayores, los que llevan acentos en la sexta y décima sílaba, pueden tener un tercero en la primera, segunda o tercera sílaba. Se les llama endecasílabos enfáticos, heroicos y melódicos, respectivamente.

Pero puede haber más acentos, claro, lo que multiplica las combinaciones. En 1891 Eduardo de la Barra se entretuvo en hacer una bonita compilación de ritmos con ejemplos de versos castellanos, que en formato tabla (y aportando algunos ejemplos diferentes) sería algo así:

La mecánica del endecasílabo

Estos treinta tipos de endecasílabos son los más comunes. En realidad, solo los veintitrés primeros son kosher; aunque a los versos dactílicos algunos tratadistas los tachan de horrendos. Dicen (y es verdad) que no tienen gracia, que suenan a prosa, y que parecen octosílabos a los que se le ha pegado un trisílabo.

Nótese que los endecasílabos buenos no tienen acento en la séptima: si se lo pones, creas un octosílabo y entonces las tres sílabas que quedan dan la impresión de ser un añadido. Las estructuras rítmicas que hacen el número 24 y 25 de la tabla se los tuvo que inventar Bello para ejemplificar sin ofender a nadie que esas dos combinaciones de acentos suenan fatales.

Como regla general, dos acentos seguidos estropean el ritmo del endecasílabo. Se puede hacer un verso de esa forma, pero tiene que haber una buena razón para ello; un contenido que se adecúe a ese tropiezo rítmico, como en el caso del encabalgamiento.

Los versos del final de la tabla: los galaicos (también llamado «de gaita gallega», y ese nombre no pretendía ser un halago), guaraníes y sáficos inversos se tienen por monótonos. El ejemplo que he escogido del sáfico inverso de Darío es particularmente doloroso al oído.

Es de un empezar brillante, con acento en la primera, para atropellarse en la sexta y séptima; lo cual puede ser aceptable si lo que dice el verso es congruente con esa idea, pero no es el caso. Darío era muy bueno, y ya quisieran la variedad de su poesía los modernistas franceses de su época, pero este verso no es muy afortunado. 

El último caso de la lista, el endecasílabo melódico 3-8-10, presenta otras complicaciones, pero tampoco es especialmente agradable al oído. Se puede arreglar rítmicamente, cambiando «cuanto» por «cuánto», lo que lo convertiría en un melódico largo, pero eso no es lo que quería decir Garcilaso en su canción segunda. En poesía, añadir un tilde, una coma, o alterar el orden de las palabras cambia un (buen) poema, cosa que no sucede con la prosa. La forma es clave.

Hay más elementos que contribuyen al ritmo de un poema. Se le puede añadir textura, o timbre a los acentos. Hasta se ha identificado a cada letra con un conjunto de características, y a su repetición en los versos con sonoridades e intenciones estéticas concretas. En el caso de las vocales, la «a» se considera una letra que no es suave pero sí magnífica, cuya repetición resulta adecuada para hablar de temas importantes.

La «e» se considera la mejor vocal, no tan sonora como la «a», pero clara, graciosa y elegante, sin que ofenda al oído cuando se repite (no en vano el valenciano tiene tres sonidos para esta letra). La «i», siendo floja, serviría para las cosas débiles, y su repetición acordaría bien con temas tristes.

La «o» expresa un carácter repentino, y repetida sirve para expresar afecto, engrandeciendo la oración. Por último, la «u», que es nasal, se emplea para temas ocultos, de misterio y oscuridad. A estas disquisiciones de los preceptistas uno las puede hacerle el caso que quiera, pero sí que es cierto que «búho» es un palabra que asusta y que resulta oscura, una palabra que realmente da miedo (lo que, por otro lado, se conjuga mal con ese precioso animal).

Con las consonantes también hay una serie de reglas más o menos subjetivas. Sí que es cierto que repetir el sonido de la «c» o de la «k» queda feo, que demasiadas eses hacen un verso sibilante, pero que cansa; o que la «n» refrena a la vocal que la sigue (como se puede ver en el sonograma de arriba) siendo una letra que va bien para hablar de temas interiores. Lo mismo que con las vocales, a esto se le puede dar el crédito que se quiera, pero nadie me negará que «Alicia» es un nombre precioso.

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Caligrama de Guillaume Apollinaire.

A la zeta (fonéticamente es |a ‘li θja|) se la considera la consonante más suave; y a la ele, líquida, blanda y dulce.

Enlazadas con dos aes y dos íes (que se compensan: la magnífica «a» sonora queda modulada por la debilidad y languidez de la «i»), el conjunto es una combinación irresistible al oído.

Ante este despliegue de preceptos que a muchos parecerán arbitrarios surgen varias dudas.

La primera, si hay que saber de esto para escribir buenos poemas.

Naturalmente que no, y habrá poetas excelentes que jamás hayan oído hablar de estas cosas.

Construir un buen poema requiere sobre todo de oído, sensibilidad y buen gusto, que son destrezas que se adquieren leyendo mucha poesía.

Para que un verso suene bien no hace falta saber por qué lo hace, de la misma manera que para bailar bien no hace falta saber ni mecánica ni física.

Hace falta práctica. Y por supuesto nadie te obliga a escribir en endecasílabos.

Esta medida, en el Renacimiento, fue objeto de furibundos ataques de, por ejemplo, José de Castillejo.

Aunque Alfonso X y el marqués de Santillana ya habían compuesto versos de once sílabas, a mucha gente los de Garcilaso, italianizantes, les sonaban raros. A los nuevos ritmos cuesta acostumbrarse. 

La segunda duda que puede surgir, relacionada con esto último, es si estas reglas se pueden romper. Ante esto hay que recordar que por supuesto, que el arte es transgresión continua, pero también que lo que dicen los preceptistas suele ser una senda firme, un camino seguro del que salirse únicamente cuando ya se domina, al igual que una cosa es lo que te enseñan en la autoescuela cuando aprendes a conducir y otra cosa la forma de conducir de Fernando Alonso subido a un F1.

Hay que transgredir si se quiere ir más allá, claro, pero para eso primero hay que dominar de lo que se trate, ya sea escribir poemas, novelas o diseñar satélites. Advertir no obstante que es raro que en la ciencia del verso una transgresión inconsciente se traduzca en un poema feliz. Es mucho más probable que se trate de un error que afecte gravemente a algún aspecto del poema.

No hay que olvidar tampoco que la inmensa mayoría de las obras que han sobrevivido al paso del tiempo son las que cumplen con las «leyes físicas» de la poesía de las que hablaba Linares.

¿Podemos extender estas ideas sobre el endecasílabo para juzgar si un poema «es bueno»? No tan rápido. Con el ritmo del verso solo hemos arañado la superficie, y de un único metro, el de once sílabas.

Los lectores hacemos trampas al leer, yendo más deprisa o más despacio para ajustarnos a lo que suponemos que tiene medir un verso, especialmente con las estrofas clásicas, que nos inducen unas medidas determinadas. Hay muchos matrices y excepciones. Un verso como 

En tanto que de rosa y azucena

se puede contar como de diez o de once sílabas, dependiendo de cómo se lea la sinalefa, si doble o triple. De la métrica se sacan tesis doctorales; no es un tema trivial ni que se pueda despachar en un artículo. Por otro lado, el análisis de un poema completo requiere tratar no solo el ritmo, sino también y como mínimo: tema, asunto, estructura, título, citas, pragmática, y niveles léxico, semántico y sintáctico. El tema de la traducción es otro mundo: traducir el endecasílabo al francés al español es una odisea. 

Queda todavía mucho que decir sobre el resto de los aspectos de un arte, la lírica, que no solo es una fuente casi inagotable de placer estético, sino una actividad que proporciona una aproximación singular al mundo. La poesía culta vive en el reino de la metafísica, de lo que no se puede explicar, de lo que está —por definición— más allá del conocimiento científico. Ese mundo solo puede ser, si acaso, vivido; no explicado. Lo que la poesía pretende es en realidad un imposible: trasladar lo inefable.

Lo hace no explicando, sino mediante la resonancia, generando una vibración sutil que pretende ser capaz de inducir un estado correspondiente en el lector. Pero ese intento desesperado, en el marco de lo que desde Kant y Wittgenstein sabemos que no puede formar parte del saber compartido de la especie, la convierte en una necesidad y en una forma única de comunicación humana.

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La isla fantasma que descubrió Colón y fue sepultada por un volcán…


La isla que fue reclamada por un volcán | VENTURA Divulgación
El Soufrière Hills, en la isla caribeña de Montserrat, es uno de los volcanes más activos del mundo.

(J.P.Ventura) — Convivir con un volcán en un espacio de 16 kilómetros de largo y 10 de ancho no es una buena idea.

La imponente vista del Soufrière Hills no intimidó a los irlandeses, que en 1632 comenzaron a instalarse en la deshabitada isla de Montserrat, bautizada así por Cristóbal Colón en recuerdo de la virgen homónima.

Tras varios choques militares con los franceses, el Imperio Británico estableció una colonia permanente a partir de 1783, con capital en la ciudad de Plymouth.

El pico más alto de la isla, un volcán de algo más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, recibió un nombre que combinaba francés e inglés, Soufrière Hills, como muestra del pasado histórico de la zona.

Los geólogos británicos detectaron que estaba dormido, y tras estudiarlo concluyeron que había entrado en erupción en el año 1550. Inactivo desde entonces, el Soufrière Hills sorprendió a todos el 18 de julio de 1995.

Se había sentido actividad sísmica en los años treinta y sesenta del siglo XX, pero lo ocurrido en los noventa ya forma parte de la historia del Caribe. El volcán reclamó el dominio sobre la isla de Montserrat.

La isla que fue reclamada por un volcán | VENTURA Divulgación

La mañana de aquel martes veraniego comenzó con una columna de humo que alertó a todos los isleños.

Rápidamente el Gobierno evacuó Plymouth, de 4.000 habitantes, y ubicó a toda la población en la mitad norte de la isla.

Lo que iba a ser una relocalización temporal acabó alargándose 60 semanas. El Soufrière Hills llevaba tiempo durmiendo y había despertado con ganas.

No dejó de escupir fuego entre 1995 y 1997.

El 25 de junio de 1997 una explosión especialmente fuerte provocó la muerte de 19 personas. Pese a la virulencia y duración del episodio volcánico, éstas serían las únicas víctimas mortales.

Un notable éxito por parte de las autoridades, teniendo en cuenta las reducidas dimensiones de la isla y la población total, más de 11.000 personas.

Las continuas erupciones generaron lluvias de piroclastos que acabaron por sepultar completamente Plymouth. Las estructuras de varios edificios resistirían los golpes de roca, pero sucumbirían ante los letales lahares que se deslizaron por las laderas del Hills.

Los lahares son un fenómeno asociado con las erupciones volcánicas. Son corrientes de barro (agua + sedimentos) formadas por el deshielo en las cumbres de los volcanes o por las lluvias que caen sobre las laderas cubiertas por los restos de la erupción.

Las rocas, piedras y troncos movilizados por la explosión volcánica se mezclan con el agua (del deshielo o de la lluvia) para formar un peligroso flujo de sedimentos que desciende a gran velocidad por la ladera, llevándose consigo todo a su paso.

Además de Plymouth, otros pueblos que fueron sepultados por los lahares del Soufrière Hills son Amersham o Weekes, hoy en día irreconocibles a vista de satélite. Afortunadamente toda la población había sido desalojada.

Al quedar Plymouth sepultada bajo piroclastos y barro, en 1998 el Gobierno decidió mover la capital de manera temporal a la ciudad de Brades, en el norte de la isla. Pese a la instalación de servicios públicos y la apertura de varias tiendas, la pequeña localidad apenas llegaría a reunir a 1.000 habitantes.

La idea del Gobierno era construir una nueva capital en Little Bay, un proyecto de 200 millones de dólares que no comenzaría realmente a llevarse a efecto hasta 2019, veinte años después, cuando se pusieron las primeras piedras del nuevo puerto.

La isla fantasma que descubrió Colón y fue sepultada por un volcán
Montserrat, tras la erupción de 1995

Muy pocos de los que habitaban Montserrat antes del episodio volcánico de 1995-1997 verán Little Bay completada: dos tercios de la población dejó la isla durante la eterna erupción y no ha regresado. Más de 7.000 personas se asentaron en el Reino Unido y en las islas caribeñas cercanas.

Si una de las lenguas de barro y rocas bajó desde el Soufrière Hills en dirección a Plymouth, otra avanzó hacia el norte y sepultó el único aeropuerto de la isla. El W. H. Bramble Airport, nombrado en honor del primer presidente del país, fue completamente destruido por el lahar, y dejó a Montserrat accesible únicamente por mar.

Rápidamente el Gobierno decretó una zona de exclusión que cerraba el paso a la mitad sur de la isla, una drástica medida que sigue en activo. En 2005 un nuevo aeropuerto se abrió en Brades.

Tras más de dos décadas de la explosión, Montserrat es actualmente el país menos visitado del mundo. Aun así, la desgracia ha dejado para el recuerdo una Pompeya moderna, una ciudad fantasma que se puede sobrevolar en helicóptero: Plymouth, la única capital de jure del mundo que es una ciudad fantasma.

El desastre fue mayúsculo, pero el peligro no ha desaparecido. Nuevas explosiones en 2006, 2007 y 2010 recordaron a los habitantes que quedaban en Montserrat quién era el dueño de la isla. Además, en verano de 2003 la cumbre del Soufrière Hills se derrumbó movilizando 210 millones de metros cúbicos de material hacia el mar, en un colapso que se alargó durante 18 horas.

Aunque desde los años 70 se habían realizado prospecciones para analizar el potencial geotérmico de Montserrat, no fue hasta 2013 cuando el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido se decidió a financiar la construcción de tres pozos de 3.000 metros de profundidad en busca del ansiado calor magmático. La energía geotérmica podría salvar de la ruina a la isla.

El mítico productor musical George Martin, afincado en la isla desde 1979, organizó el concierto benéfico Music for Montserrat para recaudar fondos y ayudar a los afectados.

A la llamada de Martin acudieron Elton John, Paul McCartney, Sting, Eric Clapton, Phil Collins, Mark Knopfler y muchos otros artistas.

El concierto tuvo lugar en el Royal Albert Hall el 15 de septiembre de 1997. Se recaudaron 1,5 millones de libras.

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El joven cuyo cerebro se convirtió en cristal durante la erupción del volcán Vesubio…


Imagen de un fragmento del cerebro de cristal. Es un trozo irregular de vidrio de color negro azulado con pequeñas motas blancas, que en esta imagen se ve sobre un fondo blanco.
Se encontraron fragmentos del cerebro de cristal de hasta 2 cm.

BBC News Mundo(G.Rannard) — Casi 2.000 años después de que un joven muriera en la erupción del volcán Vesubio, los científicos han descubierto que su cerebro se conservó cuando se convirtió en vidrio en una nube de ceniza extremadamente caliente.

Los investigadores encontraron el vidrio en 2020 y especularon que era un cerebro fosilizado, pero no sabían cómo se había formado.

Los trozos de vidrio negro del tamaño de una arveja se encontraron dentro del cráneo de la víctima, de unos 20 años, que murió cuando el volcán entró en erupción en el año 79 d. C. cerca de la actual Nápoles.

Los científicos ahora creen que una nube de ceniza de hasta 510 °C envolvió el cerebro y luego se enfrió muy rápidamente, transformando el órgano en vidrio.

– Tejido cristalizado

Vista de las excavaciones arqueológicas de Herculano, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cerca de la moderna ciudad de Nápoles, en la región de Campania, Italia.
Herculano, cerca de Nápoles, fue preservado casi en su totalidad por las cenizas y otros materiales de la erupción volcánica.

Se trata del único caso conocido de tejido humano -o cualquier material orgánico- que se haya convertido en vidrio de forma natural.

«Creemos que las condiciones muy específicas que hemos reconstruido para la vitrificación [el proceso de transformación de algo en vidrio] del cerebro hacen que sea muy difícil que haya otros restos similares, aunque no es imposible», dijo a BBC News el profesor Guido Giordano, de la Università Roma Tre.

«Se trata de un hallazgo único», afirmó.

El cerebro pertenecía a un hombre muerto en su cama dentro de un edificio llamado Collegium, en la calle principal de la ciudad romana de Herculano.

Los fragmentos de vidrio encontrados por los científicos varían de tamaño entre 1 y 2 centímetros a unos pocos milímetros.

– Una nube de humo y ceniza

Una fotografía de los restos del hombre. Los restos yacen sobre lo que parece arena grisácea: un cráneo, más o menos del mismo color que la arena, un tórax de color más blanco y la parte inferior del esqueleto, que es de un material de color más oscuro, casi parece carbón. La zona está rodeada por paredes de ladrillo grisáceo.
El joven murió en su cama, en la foto se indican el pecho y el cráneo.

La erupción masiva del Vesubio envolvió Herculano y la cercana Pompeya, donde vivían hasta 20.000 personas. Se han encontrado los restos de unas 1.500 personas.

Los científicos ahora creen que la nube de ceniza caliente descendió primero del Vesubio, probablemente causando la mayoría de las muertes.

Una corriente de gas caliente y materia volcánica, también llamada flujo piroclástico, siguió y sepultó la zona.

Los expertos creen que la nube de ceniza convirtió el cerebro del hombre en vidrio porque el flujo piroclástico no habría alcanzado temperaturas lo suficientemente altas ni se habría enfriado lo suficientemente rápido.

El proceso de formación del vidrio requiere condiciones de temperatura muy específicas y rara vez ocurre de forma natural.

Para que una sustancia se convierta en vidrio, debe haber una enorme diferencia de temperatura entre la sustancia y su entorno.

Imagen de un fragmento del cerebro de cristal. Es un trozo irregular de vidrio de color negro azulado con pequeñas motas blancas, que en esta imagen se ve sobre un fondo blanco.

Su forma líquida debe enfriarse lo suficientemente rápido para no cristalizarse cuando se vuelve sólida, y debe estar a una temperatura mucho más alta que su entorno.

El equipo utilizó imágenes con rayos X y microscopio electrónico para concluir que el cerebro debe haber sido calentado al menos a 510 °C antes de enfriarse rápidamente.

No se cree que otras partes del cuerpo del hombre se hayan convertido en vidrio.

Solo el material que contiene algo de líquido puede convertirse en vidrio, lo que significa que los huesos no podrían haberse vitrificado.

Otros tejidos blandos, como los órganos, probablemente fueron destruidos por el calor antes de que pudieran enfriarse lo suficiente como para convertirse en vidrio.

Los científicos creen que el cráneo proporcionó cierta protección al cerebro.

La investigación se publica en la revista científica -una publicación donde los investigadores informan de su trabajo a otros expertos- Scientific Reports.

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La Gran Guerra del Emú, el tragicómico conflicto que enfrentó a soldados contra aves y tuvo un desenlace inesperado…


Emú, mirando a la cámara
El emú, o Dromaius novaehollandiae, es una de las aves más grandes de la Tierra, superada sólo por el avestruz.

BBC News Mundo — Se la ha descrito como surreal, estrambótica y graciosa, pero para los involucrados fue cosa seria.

Corría el año 1932 y para los agricultores del distrito de Campion, en Australia Occidental, las cosas iban de mal en peor.

Muchos eran veteranos de la Primera Guerra Mundial a los que el gobierno les había concedido tierras, para ayudarlos a reintregrarse, e incentivado a cultivar trigo, para ayudar a alimentar al país.

Sin mucha experiencia del campo, habían terminado en terrenos marginales, y llevaban años lidiando con un suelo pobre y lluvias irregulares, así como con los conejos y dingos que amenazaban sus cultivos.

Para colmo, era la época de la Gran Depresión, que los estaba afectando duramente.

Los precios del trigo se habían desplomado, y los subsidios prometidos por el gobierno nunca llegaban.

Poco podían hacer para solucionar esos pesares, así que cuando llegó uno más, su ira y frustración se volcaron en busca de una solución drástica.

Su enemigo tampoco la había estado pasando bien.

Descendientes de los dinosaurios y comunes en Australia por miles de años, los emús habían gozado del estatus de especie nativa protegida pero, una década antes, el gobierno australiano los clasificó como alimañas que debían ser exterminadas.

Y ese año, debido a una severa sequía, su habitual migración desde el árido interior rumbo a la costa fue inusualmente grande.

Estaban en busca de alimento y agua, y, para su deleite, ambos estaban disponibles en el llamado cinturón de trigo.

– Un enemigo «duro, prolífico y desgarbado»

A Campion llegaron unos 20.000 emús hambrientos, una visita que se tornó en pesadilla para los campesinos.

Con hasta 1,9 metros de altura, no solo destruían los cultivos sino que destrozaban las vallas que mantenían alejados a los conejos, que después llegaban y causaban más estragos.

Miembros de la Primera Batería de Ametralladoras de Londres practicando en 1915 con la ametralladora patentada Lewis, una de las más rápidas en uso.

El destacamento militar enviado a luchar contra los emús iba armado con ametralladoras Lewis, introducidas en la Primera Guerra Mundial, que podían disparar más de 500 balas por minuto.

Desesperados, los habitantes mandaron una delegación de exsoldados a hablar con el ministro de Defensa, Sir George Pearce.

En él encontraron un aliado que accedió a sus peticiones de desplegar soldados armados con ametralladoras para librarlos de la amenaza de las bandadas de las enormes aves.

«El enemigo es el duro, prolífico y desgarbado merodeador de las llanuras arenosas, cuya especie, desde el comienzo de la agricultura en el estado, ha invadido, en un frenesí de hambre, algunos de los mejores campos en el momento de la maduración de la cosecha para cortar las cosechas con picos voraces y pisotear con grandes patas palmeadas 100 plantas por cada una que come», diría dos décadas más tarde el Sunday Herald de Sydney.

Así, a principios de noviembre de 1932, la Séptima Batería Pesada de la Artillería Real Australiana, bajo el mando del mayor GPW Meredith, llegó a Campion.

En realidad, la fuerza militar que Meredith comandaba se reducía a dos soldados: el sargento S. McMurray y el artillero J. O’Halloran.

Las aves superaban en número a los soldados en una proporción de 6666:1, pero las tropas tenían a su favor las armas modernas, amplia experiencia en conflictos bélicos, la ayuda de los campesinos exsoldados y el ser humanos.

Pearce estaba tan seguro del éxito de la misión que envió un periodista de noticias Movietone para filmar la «guerra».

– Fracaso estrepitoso

El plan era simple: eliminar a los invasores abatiéndolos en masa con los disparos ininterrumpidos de las armas de fuego automáticas.

Pero resultó que era más bien simplista, pues no tuvo en cuenta ni las habilidades ni el comportamiento ni los agudos instintos del enemigo.

Aunque no pueden volar, los emús son las únicas aves con un poderoso músculo en la pantorrilla, que no sólo les da una resistencia excepcional, sino que les permite correr a una velocidad de hasta 50 km/h.

Además se comunican mediante tamborileos, gruñidos y ruidos que se pueden escuchar a hasta 2 kilómetros de distancia.

Eso y más se conjugó para que nada saliera como estaba previsto.

El escudo de armas de Australia
A pesar de esa animadversión, el emú está ligado a la identidad australiana: aparece en el escudo de armas del país, y se considera extraoficialmente el ave nacional del país.

La primera vez que los militares, acompañados por granjeros locales, dispararon contra las bandadas, los emús respondieron dispersándose en todas direcciones, lo que hizo imposible atacar a más de uno o dos a la vez.

Todos los demás ataques también fracasaron estrepitosamente.

Dos días después de esa operación, los soldados cambiaron de táctica: una emboscada.

El plan fue esperar a que se acercaran a una fuente de agua, y no abrieron fuego hasta que más de 1.000 estuvieron lo suficientemente cerca para no fallar.

Pero una de las ametralladoras se atascó casi inmediatamente, y solo lograron sacrificar a un puñado de emús.

La arreglaron y esperaron… en vano. Ninguno volvió.

La siguiente estrategia fue arrear a los emús usando camiones, pero esto resultó ineficaz.

Ni siquiera la idea de montar a un artillero en un camión funcionó, ya que el terreno era demasiado accidentado para que el arma fuera precisa, o para ir tan rápido como los emús.

Encima, las aves corrían en zigzag, como si tuvieran «sus propias tácticas militares», comentó un soldado.

E incluso cuando los soldados conseguían dar en el blanco, se quedaban atónitos ante la capacidad de los emús para sobrevivir.

Sus duras pieles los protegían de que disparos de refilón provocaran heridas graves o la muerte.

Además, los emús eran sorprendentemente difíciles de matar; así recibieran varios tiros, seguían corriendo, aunque muchos morían más tarde a causa de sus heridas, lejos de la vista de sus atacantes.

– Oponentes formidables

Las noticias sobre la guerra fascinaron al público, intrigado al leer las aventuras de los valientes sobrevivientes.

Aparentemente, las aves formaban «unidades» con vigías para evitar ser capturados.

Pintura de aborígenes con emús, culebras, manos y otros animales. Museo Australiano, Sídney
La enorme y siempre curiosa ave que no puede volar es una figura prominente en la cosmovisión aborigen australiana.

«Los emús han demostrado que no son tan estúpidos como se suele creer», informó el diario Kalgoorlie Miner.

«Cada grupo tiene su líder, siempre un enorme pájaro de plumas negras, de 6 pies de altura, que vigila mientras sus compañeros se ocupan del trigo. A la primera sospecha, da la señal y decenas de cabezas se levantan en el cultivo.

«Comienzan una estampida precipitada hacia el matorral; el líder siempre permanece allí hasta que todos llegan a un lugar seguro».

«Sólo hay una manera de matar a un emú», le dijo un veterano de esa extraña guerra al Sunday Herald.

«Dispararle en la nuca cuando tiene la boca cerrada, o en la parte delantera cuando tiene la boca abierta. Así de difícil es», le dijo uno de los soldados al Sunday Herald.

Seis días después del inicio de la guerra, el conflicto fue tema de discusión en la Cámara de Representantes de Australia.

Los miembros se burlaron diciendo que los que merecían medallas en el conflicto eran los emús, pues triunfaban en todas las batallas.

Al enterarse de que sólo se habían abatido pocas aves, Pearce retiró las tropas.

Los emús habían demostraron ser oponentes más formidables de lo que nadie hubiera previsto.

Estampilla australiana con dibujo de la cabeza de un emú
Estampilla australiana de 1986 con un emú, celebrando su lugar en la historia de la nación.

En su informe oficial, Meredith señaló que sus hombres no habían sufrido bajas, excepto por su dignidad.

Las aves tenían la «invulnerabilidad de los tanques», reconoció el mayor.

«Es más que asombroso. Es milagroso. Si tuviera una división de hombres que pudieran aguantar balas como esas aves, podría enfrentar a cualquier ejército del mundo».

– «Tácticas de guerrilla»

Pocos días después, el ministro de Defensa retornó al Parlamento y declaró que la decisión de terminar la guerra había desatado una «tormenta de protestas».

Cuando le preguntaron si era «posible matar a los emús con métodos más humanos, aunque menos espectaculares» que las ametralladoras, Pearce se defendió diciendo que quienes no estaban familiarizados con las zonas en las que abundaban los emús no comprendían el daño que causaban.

No era más cruel matarlos con ametralladoras que con rifles, y las aves heridas eran eliminadas inmediatamente después de cesar el fuego, agregó.

Informó que aunque inicialmente pareció que sólo unas pocas habían sido abatidas, se había enterado de que murieron centenares, de manera que dio instrucciones para que se reanudara la guerra.

Detalle del artículo con dibujo de emú
La «guerra contra el emú» continuó, con otras estrategias. Este artículo de 1953 del Sunday Herald de Sydney informaba de una nueva «línea de defensa en la incesante guerra contra un enemigo tan antiguo como la misma Australia Occidental».

A pesar de que los reportes citaban mejores resultados, pronto fue evidente que ni siquiera en el mejor de los escenarios se podía justificar la continuación de la desastrosa conflagración.

Después de un mes, una semana y un día de iniciada la guerra, Meredith y sus hombres se vieron obligados a admitir la derrota y retirarse.

Nunca se sabrá cuántos emús perdieron la vida, pero nadie puso en duda su victoria.

«Los sueños de los ametralladores de disparar a quemarropa contra las apretadas masas de emús se disiparon pronto», escribió en su irónico informe de batalla el eminente ornitólogo Dominic Serventy.

«El mando de los emús había ordenado evidentemente tácticas de guerrilla, y su abigarrado ejército pronto se dividió en innumerables unidades pequeñas que hicieron que el uso del equipo militar no fuera rentable».

A los agricultores, nada de esto les pareció chistoso.

Durante décadas siguieron clamando para que volvieran soldados armados a luchar contra el enemigo; en 1943 hasta le pidieron al ejército que lanzara bombas contra los emús.

Pero para los políticos y militares, el rídiculo pasado fue suficiente lección para no reincidir.

Lo que sí hicieron fue suministrarle a los afectados munición y ofrecer recompensas por la caza de emús, una medida un poco más exitosa.

En 1953, el gobierno de Australia Occidental recurrió a construir una valla a prueba de emús de 215 km como parte de la guerra «que se libraba continuamente contra una criatura considerada en el país y en el extranjero como un símbolo nacional de Australia», informó el Sunday Herald.

Hoy la Valla de barrera estatal de Australia Occidental se extiende por más de 1.200 kms., para la tranquilidad de los agricultures y la preocupación de los ecologistas.

Los emús, por su parte, han estado protegidos por la ley ambiental australiana desde 1999, y entre 600.000 y más de 700.000 siguen viajando por esa enorme isla de Oceanía.

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El soldado de la Segunda Guerra Mundial que fue enterrado sin cerebro (y la búsqueda de más de 80 años por reunir los restos)…


Donnie MacRae
Donnie MacRae creció en Gairloch, una aldea en la costa oeste de Escocia, y era un sastre talentoso.

BBC News Mundo(E.Esson) — El soldado escocés Donnie MacRae murió como prisionero de guerra alemán durante la Segunda Guerra Mundial, pero no fue sino hasta casi 80 años después que su familia descubrió que lo habían enterrado sin su cerebro.

Donnie murió en un hospital de prisioneros de guerra en 1941 y, dado que sufría una enfermedad neurológica poco común, se le realizó una autopsia.

Durante la autopsia, le extrajeron el cerebro y parte de la médula espinal, que se enviaron al Instituto de Psiquiatría Kaiser Wilhelm en Múnich para que se utilizaran en investigaciones.

Su cuerpo fue enterrado por los alemanes y luego enterrado nuevamente por los aliados en el cementerio de tumbas de guerra de la Commonwealth en Berlín, pero nadie sabía que le habían extraído el cerebro.

En total, desde entonces se han conservado unos 160 pequeños cortes del cerebro y la médula espinal de Donnie en los archivos del centro de investigación de Múnich, rebautizado posteriormente como Instituto Max Planck de Psiquiatría.

Un documental de BBC Radio 4, «Shadow of War: A Tainted Anatomy» («La sombra de la guerra: una anatomía manchada»), analiza por qué se dio este caso y el trabajo que se está llevando a cabo para reunir los restos con el soldado en su tumba.

– El soldado MacRae

Fotografía del entierro del soldado Donnie MacRae
Entierro del soldado Donnie MacRae.

Donnie MacRae creció como hablante de gaélico en Gairloch, en la costa oeste de Escocia.

Su familia era amante de la música, con una fuerte tradición de gaiteros, y todos eran sastres talentosos, incluido Donnie.

Tenía planeado utilizar tejidos a mano de su pueblo natal para montar su propio negocio de sastrería en Blair Atholl, en Perthshire, en el centro de Escocia, donde vivía su hermano que trabajaba como chófer en un hotel local.

Sin embargo, en 1939, cuando el país estaba al borde de la guerra, Donnie se unió al Ejército Territorial y fue llamado a filas.

Era soldado raso de los Seaforth Highlanders (uno de los regimientos del ejército) y fue capturado como prisionero de guerra mientras luchaba en St Valery, Francia, en junio de 1940.

Murió al año siguiente, a la edad de 33 años, en el hospital de un campo de prisioneros de guerra.

Aunque la familia MacRae sabía de la captura y muerte de Donnie, nunca se les informó de una autopsia ni de que se tomaran muestras de su cerebro.

Recién en 2020, cuando el profesor Paul Weindling de la Universidad Oxford Brookes se puso en contacto con su sobrina Libby MacRae, fue que se enteraron de lo que había sucedido después de la muerte de Donnie.

Lápida del soldado
Donnie MacRae fue enterrado nuevamente en el cementerio de tumbas de guerra de la Commonwealth en Berlín.

El profesor Weindling forma parte de un grupo internacional de investigadores que está examinando los registros de miles de cerebros que se conservaban en la Sociedad Max Planck en Alemania.

El objetivo del proyecto es identificar a todas las víctimas y conmemorarlas adecuadamente.

«Un grupo al que se ha pasado por alto es sin duda el de los prisioneros de guerra cuyos cerebros fueron extraídos por los alemanes para la investigación neuropatológica y almacenados durante muchos, muchos años», dice Weindling.

Los alemanes querían estar a la vanguardia de la investigación médica y la razón por la que el cerebro de Donnie terminó en el instituto de Múnich radica en la forma en que murió.

Cuando fue capturado, había sido herido por una bala de fusil en la rodilla izquierda y la espalda.

Aunque la herida se curó, más tarde fue ingresado de nuevo en el hospital, donde su estado empeoró rápidamente en los meses siguientes.

– Enfermedad rara

Al principio tenía visión doble, hormigueo en las puntas de los dedos y dificultad para hablar.

Esto rápidamente le provocó parálisis en ambos brazos y pérdida del habla.

En los días previos a su muerte no podía moverse.

Donnie murió el 6 de marzo de 1941 de una rara enfermedad llamada parálisis de Landry (conocida en Reino Unido como síndrome de Guillain-Barré), en la que el sistema inmunológico ataca al sistema nervioso.

No suele ser mortal y, como resultado, se le realizó una autopsia, incluida una disección del cerebro.

La doctora Sabine Hildebrandt, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard con un gran interés en la ética de la época, le dijo a la BBC que era un «hecho atroz» que la extirpación de tejido después de la muerte no fuera algo inusual.

«No digo que fueran éticamente correctos, pero formaban parte del proceso rutinario del trabajo científico en esa época», afirma la doctora Hildebrandt.

Libby Macrae
Libby Macrae espera que las muestras del cerebro sean enterradas con su tío Donnie.

Los cortes del cerebro y la médula espinal de Donnie se fijaron en una solución y se colocaron en portaobjetos de vidrio para su uso en la investigación de su enfermedad.

Su sobrina Libby dice: «Es difícil decir cómo me siento. Creo que es bastante horrible, en realidad, pensar en ello».

Además de Donnie, Weindling y su equipo descubrieron registros de otros cuatro prisioneros de guerra británicos a los que se les extrajo el cerebro y se los retuvo con fines de investigación durante 1941.

Se trataba de Patrick O’Connell, Donald McPhail, Joseph Elston y William Lancaster.

Hasta hace muy poco, ninguna de las familias de los hombres tenía idea de lo que había sucedido con sus parientes.

Se encontraban entre los cerca de 2.000 cerebros que fueron extraídos para ser investigados por los principales institutos de Berlín y Múnich durante la Segunda Guerra Mundial, incluidos los de niños asesinados durante el Holocausto.

Las víctimas también incluían judíos y católicos polacos, personas con enfermedades mentales, prisioneros políticos, combatientes de la resistencia belga y soldados franceses y polacos.

También se sabe que hubo otros institutos alemanes que extrajeron partes de cuerpos para la investigación.

Hildebrandt dice que el resultado de la investigación de los institutos alemanes fue enorme, y que los investigadores de todo el mundo estaban «envidiosos» del volumen de trabajo que salía del país.

– El fin de la guerra

Después de la guerra, los aliados investigaron la verdadera naturaleza de los crímenes nazis y, en el juicio de Núremberg, se condenó a casi 200 personas por crímenes de guerra.

Soldados bajan el ataúd de Donnie MacRae a la fosa
Nadie sabía que le habían extirpado el cerebro a Donnie MacRae.

Sin embargo, se permitió que los institutos de investigación del Káiser Guillermo y los anatomistas implicados continuaran con su trabajo.

Esto se debió en parte al hecho de que, aunque ahora se considera profundamente poco ético conservar tejido humano sin consentimiento, en aquel momento era la norma.

No obstante, surgen preguntas sobre por qué no se hizo nada durante tanto tiempo con el material conservado en los archivos alemanes.

A finales de los años 80, el gobierno alemán presionó para deshacerse de todos los especímenes que se habían «obtenido» durante la Segunda Guerra Mundial, en particular las muestras de grupos perseguidos.

Se iba a realizar un entierro masivo de cientos de miles de portaobjetos en Múnich y se fijó un plazo breve de apenas unos meses.

La lápida de Donnie MacRae
Libby espera ver una inscripción en la tumba de Donnie MacRae.

El profesor Heinz Wässle, que en aquel momento era el jefe del departamento de neurología del Instituto Max Planck de Investigación Cerebral de Berlín, explicó que había que actuar con mucha rapidez.

«No pudimos averiguar a corto plazo qué partes eran de las víctimas y cuáles eran simplemente material neuropatológico normal, por lo que decidimos enterrar todas las partes de 1933 a 1945».

Sin embargo, el instituto de Múnich optó por una política diferente.

Enterró únicamente aquellas partes que se sospechaba que tenían vínculos con los llamados programas de eutanasia, que se referían al asesinato sistemático de personas que los nazis consideraban «indignas de vivir» debido a supuestas enfermedades o defectos genéticos.

Se conservaron muchas disecciones consideradas de interés científico.

Las muestras de Donnie MacRae se conservaron con fines de investigación hasta 2015, cuando se incorporaron a un archivo.

Ahora, más de 80 años después de su muerte, se está trabajando para reunir este material con el resto de los restos de Donnie en su tumba de guerra en Berlín.

– Inscripción funeraria en gaélico

Weindling y sus colegas han estado conectando muestras de microscopio con registros de pacientes y contactando a los familiares más cercanos.

La Comisión de Tumbas de Guerra de la Commonwealth recientemente acordó aceptar muestras de cerebro y médula espinal de Donnie del Instituto Max Planck y reunirlas con los restos ya enterrados en su cementerio en Berlín.

«Esperamos que esto signifique que estamos en condiciones de volver a enterrar los restos a finales de este año», dijeron.

Libby dice que espera que la dolorosa situación esté cerca de resolverse finalmente.

«Estoy tan contenta de escuchar que la Comisión de Tumbas de Guerra de la Commonwealth finalmente enterrará los especímenes, y todo Donnie estará junto en un lugar tranquilo», dijo.

Su deseo es ver una nueva inscripción en gaélico en la tumba de Donnie en Berlín: «Faodaidh an saoghal tighinn gu crìch ach mairidh gaol is ceòl gu bràth».

Se traduce como: «El mundo puede llegar a su fin, pero el amor y la música durarán para siempre».

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Un día más en la historia: más de medio siglo de leyenda…


beatles

JotDown(A.D.Prieto) — Nadie se avergüenza de ser de los Beatles. Podría ocurrir, no nos engañemos. Presumir de que escuchas habitualmente a unos carcamales no es lo habitual. Sin embargo, ahí están, siempre, en cada casa, en cada iPod, en cada cinta de lentas que le hacíamos a la chica de ese verano.

Nadie está cansado de los Beatles; al menos, nadie puede decir, en honor a la verdad, que le es imposible huir de ellos. Si no te gustan, no te persiguen. Su música, con ser base de la música actual, no se pincha tanto en las radios ni en los bares como la de otros grupos y solistas menos trascendentales, exitosos o actuales. Se les inocula en pequeñas dosis. Con los Beatles, poco a poco, merecen un respeto.

Nadie puede decir que no le gustan los Beatles; como mínimo, nadie puede decir que no le gusta nada de ellos, al menos quien lo haya escuchado todo, que no es mucho, por otra parte. Porque en menos de una década produjeron obras de las más diversas facturas: beat, R’n’B, pop, R’n’R, probaron la canción melódica, incurrieron en el surrealismo, en el ‘hippismo’, tocaron las orquestaciones clásicas, probaron con el heavy, anunciaron el progresivo… Todo eso solo del 62 al 70, casi da a un título por estilo.

Nadie desconoce a los Beatles. Son un icono, ignoramos muy bien de qué, pero lo son. No se puede decir que enarbolaran la bandera de tal o cual movimiento, pero estuvieron donde se movía el mundo. No se les puede acusar de caer en politiqueos, pero tomaron posturas, claramente. No es posible afirmar que marcaron un estilo en los grupos que los sucedieron, ni una manera de hacer las cosas en la industria de la música. Revolucionaron el mundo, pero entraron a Palacio a recoger su medalla de caballeros del Imperio…

Sería mentira sostener que ellos sabían quiénes eran.

Sin embargo, los Beatles, The Beatles, que nacieron a las estanterías de las tiendas de discos hace más de 50 años, no han dejado de influir sobre cada día desde entonces. Su vigencia es precisamente que no molestan, que son referencia, que aprendieron de todos y a todos enseñaron. Pues lo que tomaban lo procesaban en su enorme talento combinado.

Su prevalencia es que representan a todos, y a nadie; que cada uno se puede ver en ellos reflejado, más o menos, con satisfacción o sin ella, buscándolo o no. Siempre hay una canción, un movimiento, una trompeta, que te recuerda a los Beatles.

Han, hemos, no sé, tenido la suerte de que su historia, leída así, en minúsculas (story) ha sido una sucesión de casualidades, acontecimientos y méritos bien mezclados. Nadie los mandó nacer en los 40, ni conocerse en los 50, ni tener éxito en los 60. Nadie les obligó a separarse a inicios de los 70, y nadie contrató a Chapman para matar a Lennon en el 80, lo hizo porque estaba loco.

Yesterday (Huevos revueltos) - César Miguel Rondón

Y luego, en la eclosión del marketing musical, la digitalización e internet a partir de los 90, cuando ya no era su tiempo, claramente, ni su generación, a ellos los vinieron a buscar: primero Philips, inventora del CD, para impulsar las ventas de su ingenio, y más tarde Apple, «descubridora» del iPod, para completar un catálogo que, sin ellos, sólo era global por lo terráqueo, no por lo redondo.

Pero puede que, en realidad, sí que haya quien esté cansado de los Beatles, alguien que tal vez se avergüence de reconocer públicamente su admiración por ellos.

Que esconda su lista de reproducción, sus CDs del coche, sus vinilos de casa.

Desde que Love me do saliera de las planchas de EMI para vestir los escaparates de las tiendas de discos inglesas, han pasado 50 años.

De todos ellos, solo ocho tuvieron a los protagonistas en directo publicando discos. Ni una década completa. Ni una mísera quinta parte. El resto son 42 años de revivals, reposiciones, recopilaciones, antologías, recuerdos, siempre con que el tiempo pasado fue mejor, porque en él estaban los Beatles.

Nuestra conciencia como sociedad occidental se ha conformado desde entonces, tomando un camino muy distinto del que se llevaba hasta el 5 de octubre de 1962. La canción, una pieza simple compuesta en la adolescencia por McCartney, tuvo que ser grabada tres veces, con tres baterías distintos (Pete Best, Ringo Starr y Andy White).

Se debieron de improvisar las voces, porque la armónica no dejaba a Lennon cerrar el estribillo. Su factura final jamás haría presagiar que esos tres imberbes, más el batería que les acabara adjudicando el estudio, si es que finalmente lo hacían, iban a ser leyenda. Y su resultado, el número 17 en las listas británicas de éxitos, tampoco.

Sin duda, no fue ese single, una tarjeta de presentación ciertamente mejorable y quizá el peor trabajo de la carrera de los cuatro de Liverpool, el germen de todo lo que vino después —Vietnam, Nixon, La Guerra de las Galaxias, CEE, El PadrinoNadia Comanecci, Intifada(s), ETA, Thatcher, Aldo Moro, Solidaridad, Ali Ajca, Indurain, la caída del Muro, el ‘Irangate’, Gorbachov, Barcelona, Oasis, las Azores, Iniesta, U2…—, pero todos colocamos el cuentakilómetros a cero en los 60.

Y el arranque de los 60 en los Beatles.

Por eso decía que quizá sí que haya alguien que tenga pesadillas con su nombre, alguien harto, cansado, de competir, desde hace 50 años, con un mito. Dando puñetazos al aire. Sin rival, pero perdiendo siempre el combate. Porque mientras formas parte del presente, la Historia, leída con mayúscula, juega con ventaja (History). Y más si está revestida de leyenda. Hoy debe de ser muy duro ser un Rolling Stone. Un días más.

Huevos revueltos, la historia de Yesterday

Paul McCartney

Cuando la escribió, pensó que era una copia.

Cuando se escuchó tarareándola, se dijo: es demasiado buena. Incluso para mí.

De hecho, cuando se la había mostrado a John, aún en pijama en ese ático de la calle Wimpole, al acabar de esbozarla sobre el piano, le preguntó.

Y nada. Después, con la maqueta grabada fue de estudio en estudio. De músico en músico. De productor en productor. Seguro que esta pieza no es mía, fijo que alguien la ha escrito antes, ¿verdad?

Aquella fue la primera canción de un beatle que se hizo sin los otros beatles. Paul se lo guisó y se lo comió todo el solito. Machacó a sus compañeros tanto durante semanas, sin sacar de ellos nada que lo satisficiera, que los dejó de lado a la hora de grabar.

Apostó por esta melodía como nunca antes, no me la toquéis, es cosa mía. Y sus compañeros respondieron celebrando a escondidas el castigo del jefe. George Martin pensó que si en ese corte la aguja solo iba a rascar el sonido registrado por Paul McCartney y un cuarteto de cuerdas, no cabían riesgos: había que colocarla la penúltima del disco.

No imaginas un sitio más humillante para una canción, colega.

Huevos revueltos. A eso olía aquella mañana de 1965. A huevos revueltos. Claro, a qué va a oler en una casa del centro de Londres a esa hora. A desayuno. Y pese a ocupar la habitación de invitados, en el desván, Paul podía percibir el inconfundible aroma mientras barruntaba las notas en su cabeza y trataba de fijarlas sobre las teclas blancas y negras. Pelo revuelto, ideas confusas, una genialidad abriéndose paso.

Yesterday, la canción más trillada del planeta, la más estándar dentro del repertorio del grupo de música pop más universal, esa pieza que parece que está ahí de toda la vida, marcando el paso, fue en realidad una revolución. Nunca se había hecho algo así. Tan sencillo, tan básico. Y a la vez tan distinto. ¿Pop con violines y violas?

Hasta la fecha, la primavera de 1965, los cuatro chicos de Liverpool habían limitado sus innovaciones a recortar un poco sus flequillos, a descalzarse alguna vez sus botas picudas… pero no habían perdido las esencias: música fácil, baladas de amor con armonías vocales, letras sencillas y algo de rock’n’roll básico. Pero esto era una cosa melancólica, de desamor, qué decirte Paul, casi hasta filosófica.

Y, sin embargo, tras escuchar la primera toma una vez terminada la canción, ese mensaje de pronto maduro, esa reflexión sobre el paso del tiempo, la primera letra elaborada plasmada en un compás nacido de la mente de su alter ego —un chico de 22 años famoso como él en todo el orbe por personificar la despreocupación joven de una generación que se hacía con los mandos de la sociedad—, hacía sonreír a John recordando lo que unos meses antes Macca le había mostrado.

Ahora le daba envidia. Entonces era otra cosa. Agradable, pero floja.

Según las diversas versiones del Libro Guinness de los RécordsYesterday es la canción más versionada de la historia, más de 3.000 interpretaciones oficialmente registradas. Además, al menos durante las primeras cuatro décadas de vigencia, los cronistas escribían que jamás había dejado de sonar en alguna emisora de radiofórmula en todo el mundo.

Tal vez sea mucho decir, pero acudiendo a las entidades de gestión de derechos, diversas fuentes cifran en seis o siete millones las veces que se ha pinchado vía ondas hertzianas en Estados Unidos, lo que a dos minutos pelados que dura el corte y en cálculos burdos, supone unos 25 años consecutivos sonando. Solo en ese país.

Bastante para un tema que empezó sonando a huevos revueltos, pensaría hoy un venerable John Lennon, muerto de envidia. Su gran himno nunca le hubiera hecho tan rico. Imagine se canta más en fuegos de campamento que en la tele. Avatares de la vida. Si optas por el ‘peace and love’ no solo puede pasar que te mate un loco decepcionado, es que tus deudos cobran menos ‘royalties’ que los del que aprovecha su genialidad para el ‘business is business’.

Las canciones de los Beatles han sido versionadas decenas de miles de veces, en ocasiones con fortuna; en otras con resultados catastróficos. Bob Dylan solía decir que una composición perfecta es mejor no tocarla.

Y esta, tal como apareció publicada en el penúltimo surco de Help! (6 de agosto de 1965), escondida, castigada, debía de serlo: saltó tanto a la vista desde el primer instante que, pese a no salir como sencillo ni ser promocionada individualmente —al menos, en Reino Unido—, cosechó reconocimientos desde ese mismo año.

El día que los huevos revueltos de Paul McCartney se convirtieron en una de  las canciones más versionada de la historia

Desde que sonó por primera vez bajo la aguja del primer beatlemaniaco que compró Help! fue una joya centelleante entre las demás.

Fue nominada mejor canción de 1965 y persiguió a todos los beatles durante el resto de sus vidas.

Al autor, por supuesto; a Lennon, por haberla firmado conjuntamente (como era costumbre), pese a no haber participado en su composición más que como asistente de oído.

A Harrison, quien tras venerarlo y admirarlo por su genio, fue quien más decepcionado con Paul se separó del grupo, porque prestó su guitarra a la vitriólica How do you sleep’ en la que John utilizaba el título de la cancioncita de marras para escupirle a su otrora amigo que todo su mérito era del pasado, del ayer.

A Ringo, porque la versionó junto a McCartney en la lamentable Give my regards to Broad Street (1985), una incursión fallida del guaperas en el cine musical.

Aquella mañana de 1965, Paul había pedido a su ‘suegra’ el teléfono para hacer una llamada. Desde la casa de su novia, donde se alojaba cuando iba a Londres, el guapín de los Beatles marcó el número de su amigo del alma. John, tengo algo, pero no me lo creo.

Para cuando llegó su colega, el malencarado y soberbio Lennon, nunca bien recibido en casa de los Asher, Macca ya tenía la melodía registrada en un magnetofón de cinta que apoyaba junto al piano que los padres de su novia le tenían en ese desván.

Durante meses, la pieza anduvo dando tumbos sin encontrar remache. Paul aprovechaba para tararearla de manera cansina en cada reunión del grupo, tanto que acabó por exasperar a sus compañeros. A John le hacía gracia, quizá por haber participado de algún modo en su nacimiento, pero George y Ringo apenas podían soportar ese soniquete suavón.

Aún seguía llamándose Scrambled eggs (Huevos revueltos), un nombre poco acorde con esa melodía blandengue y repetitiva. Y además, en sus acordes no había hueco para la guitarra solista de Harrison… Y qué decir de las cajas y tambores de Starr. Quizá era más eso, no poder participar del pulido, que la supuesta sencillez de la joya.

Yesterday bien podría haber sido un parto fácil. Una vez terminada, eso parece. Y más tras escucharla miles de veces. Pareciera que se fuera bruñendo, limando aristas, si es que alguna vez las tuvo. Pocas canciones son tan redondas en la historia de la música. Sin embargo, su gestación hasta esa perfección, fue larga, de meses, y no terminó de ver la luz hasta ese verano.

Y pese a haber sido concebida en la cama que Paul ocupaba en casa de su novia y eclosionado en un viaje junto a ésta al Algarve portugués, no puede considerarse una canción de amor. No al menos a la pelirroja y bellísima novia que por entonces ocupaba el corazón de McCartney. Tras décadas de silencio, Asher, actriz y modelo de prestigio, nunca habló mucho de su amor con Paul, y pasados los años, llegó a retirarse de toda responsabilidad en la composición.

Había sido, pues, en Portugal donde Paul encontró ese título de una sola palabra que buscaba para sus ‘huevos revueltos’. Y donde, con él ya fijado, terminó la letra, dándole el toque melancólico que quizá terminó de otorgar sentido a la melodía tristona soñada aquella noche en casa de Jane. Allí lo celebró, en el Algarve, abrazado a una guitarra acústica de Bruce Welch, el miembro de los Shadows en cuya casa veraniega pasaba esos días la pareja.

Menos de un mes después, el 14 de junio, Paul se reunía en los estudios de Abbey Road con un cuarteto de cuerda y, ante la mirada tensa de sus tres amigos, les dio la espalda y comenzó a grabar: Take one!

Aún hoy Yesterday es la primera canción en los karaokes y la obra más famosa de la música popular. El propio Dylan, tras despreciarla públicamente —»en la biblioteca del Congreso hay miles de canciones mejores»—, grabó su propia versión seis años después, en 1971. Claro, que fue consecuente con su máxima. Nunca la publicó.

nuestras charlas nocturnas.


Todas las caras de Blancanieves…


Todas las caras de Blancanieves

The conversation(A.V.Poveda) — ¿Hablar de cuentos de hadas y hablar de películas Disney es lo mismo?

Parece que desde su primer largometraje, las adaptaciones Disney han ido sustituyendo a los relatos originales en nuestro imaginario colectivo.

Todos conocemos la historia de su Blancanieves: una joven princesa, huyendo de su malvada madrastra, se va a vivir al bosque con siete enanitos hasta que aquella la envenena con una manzana.

Gracias al beso de un príncipe encantador, resucita y vive con él feliz para siempre.

Las protagonistas de los cuentos son una herramienta indiscutible en la construcción de la mujer en la sociedad.

Ante el estreno de una nueva versión de Blancanieves, proponemos un acercamiento a este icono de feminidad y belleza para ver cómo se ha ido adaptando a los últimos formatos visuales.

– El origen de Blancanieves

Blancanieves es una princesa sin autor concreto. El poeta y cortesano italiano Giambattista Basile esbozó los rasgos del personaje en el cuento La esclavita, publicado póstumamente en 1634.

Existen pocas representaciones visuales del relato, pero ya se aprecian en la trama y en las imágenes ciertos elementos clave, como el número siete, el ataúd de cristal y la juventud como eje principal de la historia.

En el cuento escocés Gold Tree, Silver Tree encontramos también similitudes con la historia popular. En este relato, la reina Silver Tree tiene celos de su hija Gold Tree porque la supera en juventud y belleza. Pide que la asesinen para comerse su corazón y su hígado y así volverse joven.

Otras leyendas y relatos europeos han abordado sus mismos temas, pero la versión más popular es la recopilada por los hermanos Grimm en el siglo XIX. En este cuento, la reina intenta asesinar a Blancanieves tres veces: una con un corpiño ajustado, otra con un peine envenenado y la última con la famosa manzana envenenada.

Otro elemento importante es el despertar casual de la protagonista, sin beso romántico. También cabe destacar que la princesa se venga de su madrastra asesinándola.

Existen gran cantidad de grabados y pinturas del cuento de los Grimm. Las imágenes más repetidas muestran a Blancanieves con cara aniñada, piel pálida, largos cabellos negros y una indumentaria medieval, normalmente de color blanco, en referencia a su pureza.

Imagen de ilustraciones de Blancanieves.
Imagen de ilustraciones de Blancanieves: a la izquierda una ilustración de Carl Offterdinger de finales del siglo XIX y a la derecha una ilustración de Franz Jüttner de 1910.

– Blancanieves debuta en la gran pantalla

Con la llegada del cine, aparecieron las primeras adaptaciones de los cuentos de hadas y Blancanieves fue uno de los relatos más utilizados en la gran pantalla.

En la película de 1916, dirigida por James Searle Dawley, se añaden varios elementos que Disney utilizaría también, como su relación con los animales y el hecho de ser una princesa degradada, servicial y hacendosa desde el primer momento.

Otra de las adaptaciones clave es un cortometraje de Betty Boop de 1933, en el que el dibujo animado representa algunos momentos del cuento de los Grimm. En los primeros conceptos artísticos de la Blancanieves de Disney, hechos por Grim Natwick –dibujante de Boop–, se plasmó a la princesa con ciertos rasgos del dibujo animado. Los grandes ojos y la pequeña boca de Boop se mantuvieron en el diseño final.

– La locura de Disney

En 1937,Blancanieves y los siete enanitos, el primer largometraje animado, se convirtió en un éxito de masas.

La Blancanieves de Walt Disney se inspira en el cuento recopilado por los hermanos Grimm, pero no el de 1812, sino la versión de 1819. En esta eliminaban ciertos elementos de terror, como el hecho de que fuera la madre biológica la que quería acabar con la princesa.

Al elaborar su imagen, el personaje se alejó de la tradición europea para convertirse en una princesa americanizada. A pesar de tener ciertos elementos medievales (como el cuello alto y las mangas abullonadas del traje), su estética está claramente definida por la belleza hollywoodiense de la década de 1930.

En aquel momento, el cine presentaba dos tipos de mujeres, la femme fatale –con rasgos marcados y afilados, ojos entornados y belleza sensual– y el ángel del hogar –sencilla, aniñada y dulce–. Ambos se distinguen en esta versión, en los roles de la madrastra y la princesa respectivamente.

La madrastra, la _femme fatale_, y Blancanieves, el ángel del hogar.
La madrastra, la femme fatale, y Blancanieves, el ángel del hogar.

El cabello largo con el que se representaba a la princesa en las ilustraciones del cuento se sustituye por el peinado de moda de la época (corto, abullonado y recogido con un lazo). Las cejas finas, los ojos grandes y el maquillaje se añaden a la imagen, así como unos zapatos de tacón con lazos que se alejan de la estética medieval.

Disney enfatizó el carácter hacendoso del personaje. Para definirse más como el arquetipo de la niña buena, Blancanieves se presenta en la película limpiando, y esa actitud servil se mantiene en todo el filme. Tanto en la película como en las representaciones posteriores de Disney (carteles, libros y juguetes) se observa a una princesa retratada con escobas y elementos de cocina.

Imagen promocional de Blancanieves en la que ella sale amasando pan en la cocina.
Lobby card del reestreno de Blancanieves en el Reino Unido en 1987. 

Tras el estreno de la obra de Disney, se han realizado otras adaptaciones cinematográficas del cuento. Algunas han destacado el lado más terrorífico de la obra de los Grimm, como la de 1997. Otras han buscado un nuevo enfoque, como la versión muda de 2012 que sitúa a Blancanieves en la España de los años veinte.

En la gran mayoría de estas adaptaciones, los rasgos de la princesa se mantienen intactos: tez blanca, labios rojos y cabello negro. También en todas se resumen los tres intentos de asesinato en la manzana envenenada, como ya hizo Disney.

Sea como fuere, la princesa animada de 1937 es la que forma parte de nuestro imaginario colectivo. En la nueva versión, la protagonista parece mantener la estética de ese largometraje: grandes ojos, cabello corto y el vestido icónico azul y amarillo. El cambio más relevante es el color de piel de la nueva Blancanieves. Rachel Zegler, de ascendencia colombiana, representa a la primera Blancanieves que no tiene piel blanca como la nieve.

Una chica mojada, en el suelo, con un vestido azul y amarillo, mira a cámara.
Rachel Zegler como Blancanieves en la versión de 2025. 

– La princesa moderna

Al comienzo de nuestra investigación, buscábamos cómo había evolucionado la imagen de la princesa Blancanieves desde los grabados originales hasta su representación más actual, la de la IA.

Sin embargo, la impronta de la adaptación de Disney quedó patente cuando le pedimos ayuda a las inteligencias artificiales generativas. La orden fue sencilla: crear imágenes de “Blancanieves” y del “cuento de Blancanieves”. A pesar de que los cuentos populares no tienen derechos de autor y son parte de la cultura europea, muchos de los buscadores se negaban a hacerlo alegando problemas de copyright.

La inteligencia artificial bebe de lo popular y es evidente que el relato de Disney es el que se ha asentado. De hecho, las imágenes que sí conseguimos generar con IA hacen referencia a esa versión: copian los colores típicos y la manzana como elemento de muerte, y también imitan el diseño del vestido icónico, el peinado y el maquillaje. Con otros cuentos populares como El gato con botas esto no ocurre, sólo con las adaptaciones de Disney.

Al tratarse de imágenes fijas, la IA genera un retrato de la protagonista con ciertos elementos simbólicos que la definen (la manzana, el bosque y los animales suelen ser los más recurrentes). Pero se eliminan otros elementos, como los personajes secundarios. Así se borran conflictos, ayudantes y antagonistas de la historia. También desaparecen el personaje masculino –y con él, el amor romántico añadido por Disney– y los conceptos de trabajo y abuso que tanto destacan en la película.

Imágenes de Blancanieves generadas por inteligencia artificial.
Imágenes de Blancanieves generadas por inteligencia artificial. 

La belleza y la juventud siguen siendo claves a la hora de representar a la princesa, pero varios de los generadores crean a una Blancanieves más sensual. A pesar de mantener ciertos rasgos aniñados, como el lazo o la cara redondeada, se presentan personajes con cuerpos más maduros y desarrollados, con amplios escotes y miradas lascivas.

Preservando las características básicas del personaje (pelo negro, labios rojos y tez blanca), la princesa se ha adaptado a la versión moderna de lo que significa ser bella y atractiva. Curiosamente, lo hace uniendo los rasgos de la mujer fatal al personaje aniñado y puro de la princesa. Erotizando a la niña o infantilizando a la mujer.

nuestras charlas nocturnas.



Los secretos de la Guerra Fría detrás de un santuario de mariposas

BBC Dos hombres están parados sobre un montículo mientras un gran avión vuela muy cerca sobre ellos.
El equipo de Westbury Beacon tuvo que guiar a los pilotos mientras volaban a 10 pies (3,048 m) por encima de ellos.

BBC News Mundo(A.Smith/L.Knight) — En una ladera azotada por el viento en Mendip Hills, las mariposas ahora flotan entre flores silvestres en la reserva natural de Westbury Beacon.

Hoy es una escena pacífica, pero este sitio remoto alguna vez jugó un papel crucial en las defensas de Gran Bretaña durante la Guerra Fría.

En la década de 1960, a medida que aumentaban las tensiones con la Unión Soviética, un puñado de valientes ingenieros y especialistas en radar pasaban sus días aquí, probando sistemas de guía de misiles y perfeccionando la tecnología de radar.

Situados entre un antiguo túmulo funerario y una choza de hojalata oxidada, los hombres se encontraban en lo alto de un búnker nuclear, mientras los aviones los sobrevolaban a altitudes terriblemente bajas.

Entre ellos se encontraba el ingeniero Brian Prewer, quien recuerda los riesgos que implicaba este trabajo de alto secreto.

«Hoy en día, bajo las normas de salud y seguridad, nunca se permitiría hacer eso», afirmó Prewer.

«Cuando le pides a un piloto que te esquive por 3 metros (10 pies), es un trabajo muy hábil. A menudo me preguntaba cómo nunca chocaban contra nosotros, pero nunca lo hicieron».

Una fotografía en blanco y negro que muestra un avión volando sobre nosotros mientras un radar móvil lo sigue.
Los bombarderos Canberra que volaban a baja altura probaron los sistemas de radar

La ubicación del sitio en el borde de un acantilado orientado al sur en el medio de Somerset fue elegida cuidadosamente.

Su enfoque abierto significaba que los bombarderos Canberra, que volaban desde la RAF Pershore en Worcestershire, podían volar muy bajo sin cruzar áreas urbanizadas, lo que lo convertía en el lugar ideal para probar el radar con objetivos de tamaño real.

Se colocó un sistema de radar móvil en el túmulo funerario de la Edad de Bronce para que las señales pudieran rebotar en los aviones que llegaban.

Los datos registrados aquí se enviaron al Ministerio de Defensa, lo que ayudó a mejorar los sistemas de orientación de misiles.

«Era más barato colocar un radar grande en el techo de un avión que colocar uno pequeño en un misil y esperar que todo saliera bien», explicó Prewer.

«Así que estábamos allí, rastreando aeronaves y asegurándonos de que nuestro radar pudiera localizarlas correctamente.

«El objetivo era tener la absoluta certeza de que si un avión enemigo venía hacia nosotros, podríamos derribarlo antes de que nos alcanzara».

El trabajo era altamente clasificado, e incluso los aprendices enviados para ayudar al Sr. Prewer y a sus colegas eran mantenidos a la sombra sobre lo que estaban haciendo allí.

«Les dijimos que estábamos rastreando la migración de las polillas», dijo el Sr. Prewer. «Incluso hicimos un pequeño cartel y lo pusimos junto a la cabaña de hojalata. Funcionó.»

Un grupo de hombres posa para una fotografía frente a edificios en un campo de hierba.
Pocas personas sabían del trabajo que se estaba realizando en Westbury Beacon

El equipo trabajó de forma aislada durante cinco años, perfeccionando la tecnología que daría forma a las defensas aéreas de Gran Bretaña.

Obtener los datos necesarios fue un delicado equilibrio de precisión y valor y el Sr. Prewer estaba en constante comunicación con los pilotos.

«Tenía que decirles si estaban fuera de curso: demasiado a la izquierda, demasiado a la derecha, demasiado alto, demasiado bajo», explicó Prewer.

Si estaban a 9 metros de nosotros, era demasiado lejos y tenían que dar otra vuelta. Y teníamos que asegurarnos de que las grabadoras de datos funcionaran.

Nada estaba automatizado como lo estaría hoy. Había que estar presente, trabajando, asegurándose de que todo saliera bien.

El rugido ensordecedor del avión sobresaltó al ganado cercano, provocando una estampida de pánico entre el ganado.

«Los ganaderos no estaban contentos», recuerda el Sr. Prewer. «Al parecer, había un presupuesto especial para compensarlos por el ganado que se había escapado o algo peor».

Dos hombres se encuentran frente a una cabaña de metal en un campo.
Westbury Beacon es ahora un santuario para más de 30 especies de mariposas.

Tres miembros del Cuerpo Real de Observadores, entrenados para detectar y medir el impacto de las detonaciones nucleares, acompañaron al equipo de radar en el lugar.

Estaban alojados en un pequeño búnker antinuclear, diseñado para recopilar datos en caso de ataque.

«Cuando se produce una explosión nuclear, ya sea en tierra o en el aire, se produce un enorme destello de luz», explica Prewer.

«El búnker estaba allí para proteger a los hombres que estaban dentro mientras medían los niveles de radiación y usaban papel fotosensible para determinar la dirección de la explosión.

«Al triangular con otros búnkeres similares, podrían determinar con precisión la ubicación de una explosión en cualquier parte del país».

La investigación sobre radar contribuyó a los avances en la guía de misiles y en los sistemas de alerta temprana, tecnología que ha desempeñado un papel clave en la estrategia de defensa de Gran Bretaña.

«La idea era que si los rusos volaban hacia nosotros, haciendo lo que están haciendo ahora en Ucrania, francamente, teníamos que poder derribarlos antes de que llegaran», dijo Prewer.

Eso es exactamente lo que está sucediendo hoy. Intentábamos asegurarnos por completo de que, al apuntar un misil a un avión atacante, impactara.

Un hombre con una gorra gris mira a la cámara sonriendo mientras está sentado frente a una pantalla de computadora con imágenes históricas de aviones.
El Sr. Prewer, ingeniero de Westbury Beacon, dijo que está orgulloso del trabajo que realizó el equipo en el sitio.

Ahora, a sus ochenta años, el Sr. Prewer recuerda aquellos años con orgullo.

«No era sólo un trabajo: disfrutaba mucho estar allí», dijo.

Fue un trabajo excelente.

Un poco como el de la gente que trabajaba en Bletchley Park en Enigma.

Estábamos haciendo algo importante, algo que importaba.

Hoy en día, las antenas de radar han desaparecido, los bombarderos ya no vuelan sobre nuestras cabezas y la cabaña de hojalata se encuentra abandonada.

Actualmente es un santuario para más de 30 especies de mariposas, incluidas la mariposa azul Chalk-hill, la mariposa marrón Wall, la mariposa lúgubre y la mariposa grisácea, que continúan ocultando el pasado secreto del sitio.

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Iconografía homoerótica en la Grecia clásica: metáforas pictóricas de resistencia queer


Iconografía homoerótica en la Grecia clásica: Metáforas pictóricas de resistencia queer
El centro del mundo (Homenaje a la antigüedad), de Gregorio Prieto.

JotDown(A.M.Fano) — Una alegoría se define como la plasmación de un discurso a través de metáforas consecutivas, o como una «ficción en virtud de la cual un relato o una imagen representan o significan otra cosa diferente», según la RAE.

Este recurso ha permitido a los artistas disponer de un inmenso universo de posibilidades expresivas a través de iconografías muy diversas: desde la representación de claveles que aluden, gracias a claves iconográficas universalmente compartidas, al compromiso y al matrimonio, hasta el espejo como sinónimo de pureza, verdad o incluso vanidad.

Otros de igual recurrencia, al menos en la cultura occidental, podrían ser la guadaña como guiño directo a la muerte o el famoso cupido lanzando sus flechas, símbolo inequívoco del enamoramiento repentino.

El símbolo, la metáfora o la imagen abren infinitos caminos y multiplican las narrativas dentro de una misma obra, nutriendo y complejizando lo representado. Su uso parte por lo general de un conocimiento colectivo de tales elementos, teniendo en cuenta que antaño los consumidores de arte eran exclusivamente personas acaudaladas con una cierta formación cultural. 

En otras ocasiones, no obstante, las metáforas pictóricas encarnan formas de resistencia y códigos velados. Muchos autores se han servido de alegorías para disfrazar ideas o emociones socialmente reprimidas bajo elementos en apariencia intrascendentes y decorativos.

Este es el caso del amor homosexual, que ha requerido de formas de representación específicamente simbólicas para esquivar la censura. En España, muchos autores de la generación del 27 como el pintor manchego Gregorio PrietoFederico García Lorca en su faceta dibujística o incluso por su parte Salvador Dalí o han abrazado para sí un repertorio iconográfico propiamente homoerótico tan rico como esencial en su día. 

Gran parte —si no la mayoría— de estas metáforas proceden directamente de la cultura grecolatina. La antigüedad clásica se ha entendido históricamente como un periodo de libertad homosexual, tal vez porque la mitología y épica griegas abundan en personajes masculinos que mantenían vínculos sexoafectivos con otros varones: El príncipe espartano Jacinto y el dios Apolo, Aquiles y Patroclo, Hermes y Hermafrodito…

Incluso existían festivales y celebraciones en honor a los dioses y héroes homosexuales, como el festival de las Leneas en Atenas, dedicado a Dionisio y a su amor por el joven Ampelos. De esta suerte, la cultura clásica se ha contrapuesto históricamente a la rígida y opresiva moral judeocristiana: La Grecia antigua ha acabado convirtiéndose en el paradigma de la tolerancia ante las disidencias sexuales, al menos para el imaginario colectivo, siempre sediento de referentes identitarios. 

No obstante, pese a la creencia común de que existía un clima de apertura y normalización hacia las distintas sexualidades, ni existía en sí misma una identidad queer tal y como la conocemos actualmente ni se respetaban todos los tipos de relaciones. Para empezar, en Grecia no se daba una distinción clara entre la homosexualidad y la heterosexualidad como ocurre hoy.

Además, mientras la homosexualidad adulta era castigada, sí que se aceptaba la pedofilia como parte de la transición natural de la infancia a la adultez. De esta manera, se practicaba con cierta habitualidad la pederastia como forma de introducción de los jóvenes púberes a la sociedad adulta.

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Escena de cortejo pederasta. Detalle de una vasija de figuras negras ática, del siglo IV a. C.

La percepción social de la homosexualidad empeorará con la llegada del Imperio romano y el el auge del estoicismo en Roma, donde aumentó significativamente el rechazo hacia lo que hoy llamamos modelos relacionales no normativos, relacionados siempre con el hedonismo, libertinaje, promiscuidad y la falta de moral.

La constante idealización de las costumbres sociales en la antigüedad se ha traducido, en el campo del arte, en una evocación constante de ese pasado anhelado y distorsionado.

En el surrealismo metafísico de Gregorio Prieto, por ejemplo, el empleo de iconografías propias de la antigüedad obedece a la necesidad de enmascarar su frustración amorosa homosexual a partir de una romantización perenne de lo antiguo: Prieto vive, en la España de Primo de Rivera, un periodo de profundo silenciamiento de las relaciones entre hombres.

Por aquel entonces los vínculos no heterosexuales estaban penados con hasta doce años de prisión, multas e inhabilitación para ejercer cargos públicos.

 De este modo, como se aprecia también en los dibujos que García Lorca y él se enviaban con frecuencia, el empleo de estos recursos simbólicos resultaba casi obligado para el artista.

Para todos estos autores, el lenguaje para comunicar deseos y experiencias particularmente queer estuvo compuesto por un rico abanico de personajes mitológicos, elementos naturales o todo tipo de objetos, algunos de los cuales se presentan a continuación. 

  • Caballos desbocados y efebos griegos

Desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XXI, tanto el caballo como el carro de combate constituyen no solo atributos del auriga clásico (recordemos el famoso Auriga de Delfos) sino símbolos homoeróticos en sí mismos.

El investigador de arte contemporáneo Carlos Treviño apunta que, desde la Antigüedad, «la guerra y la violencia, asociadas ambas al equino, se erigen como entornos exclusivamente masculinos en los que las relaciones entre hombres derivan en dominación / sumisión y en amistades íntimas de lealtad absoluta, que dan lugar a una relación homosexual militar, sobre todo en los estados dorios, lo que se mantiene hasta el Helenismo». De hecho, Platón, en Lisis o de la amistad, aborda la amistad entre hombres vinculada con el homoerotismo.

El caballo conformaba también un regalo de cortejo en el marco de las relaciones entre varones durante los ritos iniciáticos a la edad adulta: en estos rituales, el amante raptaba al adolescente y le entregaba regalos exclusivos. Además, Zeus obsequia con este animal a su amante Ganímedes en varias ocasiones después de raptarlo, por lo que ha pasado a interpretarse históricamente como un símbolo homosexual, especialmente cuando el equino representado está en actitud desbocada. 

Por su parte, como establece el José Martínez Rubio en uno de sus múltiples trabajos sobre esta materia, las representaciones de efebos griegos concentrarán la posibilidad de «recrearse en la belleza masculina y en la amistad masculina sin despertar demasiadas sospechas, camuflando el homoerotismo dentro del concepto general de belleza, siendo recurrente la imagen del efebo, del adolescente vigoroso y lleno de vitalidad». 

A juicio de este autor, las descripciones efebofílicas y referencias helénicas son más que recurrentes en las producciones artísticas y literarias de comienzos del siglo XX, no solo en España sino también en toda Europa, como Muerte en Venecia de Thomas Mann. En este sentido, las cabezas efébicas remiten a Antínoo, adolescente que conquistó al emperador Adriano.

Cuando los pintores posteriores han representado efebos griegos, lo han hecho por un doble motivo: para expresar el deseo homoerótico de forma velada y para plasmar una belleza perenne e inmortal, en consonancia con los cánones estéticos antiguos.

En cualquier caso, no es casualidad que la mayor parte de los amantes gais en la mitología y en el arte clásico (como vemos en esculturas como el Apolo de BelvedereEl efebo de Kritios o El muchacho de Antequera, descubierto en esta isla en 1900, pero también en numerosas obras de Praxíteles) sean chicos jóvenes.

Como ya se ha mencionado, la práctica homosexual más habitual en la Grecia antigua era precisamente la que se daba entre hombres adultos y muchachos prácticamente adolescentes.

Un joven desnudo toca el aulos para el comensal de un banquete. Copa roja ática, pintor de Eveón, 460-450 a. C.

  • El marinero homérico

Otra estrategia antirrepresiva propiamente queer ha sido representar a hombres ataviados como marineros, normalmente próximos a sus navíos a punto de zarpar.

Platón creía que las relaciones entre marineros se basaban exclusivamente en la satisfacción sexual y se centraban en vínculos de dominación/sumisión, es decir, lo que antes se asociaba a la homosexualidad.

El origen de la correlación entre lo marinero y lo homoerótico puede situarse en Poseidón, la divinidad a la que rinden culto estos hombres embarcados y quien llegó a Grecia con las primeras invasiones de los pueblos indoeuropeos.

Poseidón mantiene a lo largo de su vida varias relaciones con varones (entre ellas es conocida la relación que mantuvo con Pelop, a quien hizo su amante), por lo que en un principio pudiera parecer que el arquetipo del marinero homérico podría venir de ahí. 

Sin embargo, tiene más sentido ligar estos personajes simbólicos con la propia historia de Grecia: los marineros, en la antigüedad, pertenecían a un escalón social, económico y moral bajo y se decía que eran bastante dados a la promiscuidad.

Además, como evidencian los relatos épicos (la Odisea es quizás el más paradigmático) la obligación de permanecer durante meses o años en el mar acompañados únicamente de otros hombres motivaba las relaciones eróticas entre compañeros.

De este modo, el marinero se ha convertido en un símbolo erótico empleado en escenas pictóricas donde más que representar el amor romántico lo que se expresa es el deseo carnal, la lujuria y la lascivia. 

En las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, por ejemplo, vemos una clara relación homosexual entre Hércules e Hilas de Argos y príncipe de los dríopes. En el viaje a la Cólquide en búsqueda del vellocino de oro, Hilas abandona a toda la expedición de viajeros para huir del código masculinista de los argonautas.

La relación de amantes que mantienen se forja después de que Hércules diera muerte al rey de los dríopes (padre de Hilas) y, al sentir lástima por su hijo, le adoptara como escudero y aprendiz hasta convertirse ambos finalmente en amantes.

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Hombre ofreciendo dinero a un joven a cambio de sexo.

En esta línea, muchos pintores adoptarán tal alegoría de forma subversiva contra un sistema que establece unas rígidas y excluyentes formas de relacionarse sexoafectivamente, dejando de lado el placer, el descubrimiento y el disfrute. El fotógrafo Eduardo Chicharro llevará a cabo en 1928 varias sesiones fotográficas tras volver de sus viajes por Sicilia: fue en esa isla donde su interés por el mundo del mar, los marineros, los barcos y los puertos se acrecentó considerablemente.

En ellas contará con Gregorio Prieto como modelo, casi siempre disfrazado de este arquetipo. En el caso de los escritores, la figura del marinero ha sido recogida igualmente por el poeta Rafael Alberti en Marinero en tierra. Este poemario data de 1924 y ha sido uno de los más difundidos de este autor, aunque generalmente se ha desconocido su intencionada alusión a este símbolo homoerótico.

  • Las frutas de los dioses

Convertidas en vehículos de transmisión de emociones como el amor, la pasión, el deseo, la frustración o el dolor, determinadas frutas han servido a artistas de todo el mundo para satisfacer sus necesidades expresivas. El limón es una de ellas y, aunque tiene un precedente en la tradición antigua, no se sabe con certeza el origen de su uso en el arte.

La soledad está representada en muchas obras a través de esta fruta, que algunos autores relacionan con la versión homosexual de la naranja. La naranja remite al amor heterosexual por la expresión «media naranja», que suele emplearse para designar el encuentro entre dos personas destinadas a permanecer juntas el resto de su vida.

El limón, en contraposición, se refiere al amor amargo y doloroso, que solo conduce a la auto-represión y en última instancia la muerte en soledad. Por tanto, la elección del limón se justifica por la necesidad de plasmar un romance homo sufriente repleto de obstáculos. En El centro del mundo (Homenaje a la antigüedad), Prieto recupera los limones, mezclándolos con naranjas simbolizantes de la heterosexualidad.

Algo más oscuro es el significado tras la alegoría de la granada. Esta fruta se relaciona con el encuentro romántico-sexual desde la frustración y la condena, pero para entender por qué esto es así debemos apuntar al mito de la desafortunada Perséfone. En el mito original, la hija de Démeter es secuestrada y violada por su tío Hades (el dios del inframundo). A cambio de su libertad, acepta la condición que su agresor le impone: volver con él una temporada al año. 

Ella accede solo después de haber comido semillas del fruto de la granada, dado que pesaba sobre sí la maldición que decía que quien probara alimento en el inframundo no podría salir de él. Varias interpretaciones del mito, que van en línea con la realidad social de la Grecia clásica, señalan que Perséfone se come la granada porque de esa manera va a estar protegida al volver con su agresor una vez al año ya que el fruto de la granada fue utilizado como método anticonceptivo y abortivo de la antigüedad. 

Más allá de referenciar la libertad reproductiva de las mujeres, la granada ha pasado a remitir, con el paso del tiempo, a la oscuridad de ciertos tipos de relaciones, en esta caso las homosexuales. El mundo del Hades representa el destino final de las almas de los muertos, de manera que la granada posee una connotación de ocultamiento hacia lo homo por estar reprimido o castigado. 

  • Narcisos y otras plantas adormideras
Narciso en la mitología griega : Sobre Leyendas
El mito de Narciso (detalle del cuadro ‘Eco y Narciso, de John William Waterhouse)

Cuenta el libro III de las Metamorfosis de Ovidio que la ninfa Eco se enamoró desesperadamente del joven y bello Narciso pero este la rechazó de forma humillante.

Vivía tan absorto en su propio ego que era incapaz de responder a las súplicas de aquellos a quienes su belleza despertaba el deseo.

El cazador Aminias, también enamorado de él, fue igualmente víctima de sus burlas y desprecios, tanto que se suicida con la misma espada que iba a regalar a su amado.

La re-interpreación en clave homo del mito de Narciso ha constituido una posibilidad de hablar de un tema tabú como la homosexualidad a través de la figuración mitológica.

Los narcisos se relacionan simbólicamente con la muerte, que hace desaparecer la belleza, pero también con otros motivos muy estrechamente vinculados al amor no correspondido y al inicio de una nueva etapa: metaforiza el romance frustrado e inconcluso, del sufrimiento al que lleva enamorarse de un imposible, ya que Narciso rechazaba sistemáticamente a todas las mujeres. 

En los casos de la adormidera y la amapola, la relación llega más allá, puesto que su significación onírica entronca con las teorías freudianas, convirtiéndose en símbolos de libertad para los artistas homosexuales. 

Esto es así por la influencia que tuvo la traducción de las obras de Freud en los creadores de la generación del 27 en el entorno de la Residencia de Estudiantes.

La amapola, que los griegos atribuyeron a Démeter (diosa de la fertilidad) debido a su presencia en los campos trigales, destaca por sus propiedades somníferas y ha sido empleada por muchos artistas para alegorizar desde el onirismo la pasión homosexual.

Precisamente en esta clave pintó Salvador Dalí su famosa Metamorfosis de Narciso, obra exponente del método paranoico-crítico basado en las teorías de Freud, donde aparecen estas flores en un escenario apocalíptico.

Las demás flores se relacionan con lo femenino (rosas, violetas, azafrán, etc.), de modo que la relación entre la flor, la juventud y el alejamiento de la virilidad queda establecida desde los orígenes de nuestra cultura. 

Además, personajes de la tradición homoerótica occidental como Dafnis y Amintas, propios de las narraciones pastoriles, se mueven en espacios inundados por flores de todo tipo, donde podían dar rienda suelta a sus pasiones sin la mirada enjuiciante de los demás. 

nuestras charlas nocturnas.


Onassis, el griego de oro…


Onassis se casa con la viuda de Kennedy. El Griego de Oro ha llegado a la cumbre.

The Objective(L.Reyes) — Murió en un hospital de París por una neumonía causada por su vicio de fumar, como cualquier burgués corriente, aunque su vida había sido lo más opuesto a eso, pues fue el multimillonario más rico y famoso del siglo XX. Sin embargo, el mito de Aristóteles Onassis podía no haber existido, en realidad estuvo destinado a morir en Esmirna en 1922.

Esmirna, donde había nacido en 1906, era una ciudad griega de Anatolia, en la Turquía asiática, y fue uno de los botines territoriales más disputados durante la Guerra Greco-turca de 1921-22. Aquel conflicto tuvo las características de guerra civil y de guerra de religión, o sea, crueldad sobre barbarie por ambas partes. Cuando los turcos entraron en Esmirna, donde vivían unos 300.000 griegos, le prendieron fuego: ardió durante 11 días, para que no quedase huella griega sobe el terreno.

Los griegos masacrados fueron entre 30.000 y 100.000, incluidos seis miembros de la familia Onassis. El joven Ari, como le llamaban los íntimos, no estaba entre ellos. Es más, le salvó la vida a su padre, prisioneros de los turcos, cuya libertad compró con lo que quedaba de la fortuna familiar. Aunque sólo tenía 16 años, ya era un genio de los negocios.

Esa capacidad de sobrevivir a tiempos de holocausto fue la primera de las cuatro hazañas que dieron lugar al mito del Griego de Oro, digno de figurar entre los antiguos mitos heroicos helénicos, el viaje de los Argonautas o los trabajos de Hércules.

El segundo paso de esta odisea sería mucho más fácil: hacerse rico. Aristóteles Onassis ha llegado a Argentina como uno más, perdido entre los millones de desheredados del Viejo Mundo que buscaban rehacer sus vidas en el Nuevo. En los años 20 del siglo XX Buenos Aires rivalizaba con Nueva York como «tierra prometida», país de Jauja donde los mejores podían llegar a lo más alto.

Ari se pone a trabajar de conserje de noche en un hotelucho, pero tiene una gran nariz, por tamaño y por calidad, así que olfatea y su sensibilidad para el dinero le indica el olor que echa de menos: el del tabaco oriental, dulzón y perfumado. En las películas, que se han convertido en el espectáculo de las masas, las mujeres fatales fuman, pero cuando las espectadoras intentan imitarlas, los cigarros de los hombres resultan ásperos, desagradables.

Aristotle Onassis | Onassis Foundation

A Ari se le ocurre introducir en Sudamérica el suave tabaco oriental, al fin y al cabo ése había sido el negocio de la familia Onassis en Esmirna, la base de su prosperidad. La idea de Ari funciona, las mujeres de Buenos Aires empiezan a fumar el tabaco que su empresa importa de Egipto. Los woke pueden añadir este pecado a la lista de maldades capitalistas de Aristóteles Onassis, pero gracias a eso, a los 25 años amasa su primer millón de dólares. Los demás vendrán mucho más deprisa.

Onassis obtiene la nacionalidad argentina, pero como buen griego considera el mar su segunda patria, y comienza a comprar barcos. Ya tiene una pequeña flota cuando llega la gran oportunidad, la Segunda Guerra Mundial. Para la buena gente la guerra es una catástrofe, pero para los tiburones es un regalo de la fortuna. Onassis matricula sus buques en Panamá, que es un país neutral, y bajo esa bandera de conveniencia, como se dice en lenguaje naval, vende petróleo a uno u otro bando.

Al final de la contienda es ya un multimillonario con proyección mundial, la Argentina se le queda chica y se instala en Nueva York. No solamente amasa millones y millones de dólares, también satisface su ego acostándose con las mujeres más deseadas. Su nómina de amantes famosas tiene perlas como Evita Perón, el ídolo de las masas argentinas, un mito político para toda Latinoamérica. También incluye a las más deseadas estrellas de Hollywood, como Greta Garbo, Gloria Swanson o Veronica Lake.

A veces une el placer con el negocio y en 1946, cuando Ari tiene 40 años, se casa con una chica de 17, Thina Livanos, hija de Stavros Livanos, un magnate naviero griego. Con esa alianza Onasis se consolida en el sector naval. Compra baratos buenos barcos excedentes de la Guerra Mundial, los reconvierte en balleneros gigantes y se lanza a la caza de ballenas. Anoten ese otro pecadocapitalista, Onassis mata cientos de miles de cetáceos, es el culpable de que la ballena sea una especie en peligro de extinción.

Cuando los gobiernos de las naciones marítimas quieren reaccionar ante la aniquilación es demasiado tarde, aunque Onassis, como ya ha esquilmado los mares, cambia de negocio. Su olfato le dice que hay un mercado emergente, el turismo de masas. Con la venta de los balleneros compra aviones y funda su propia compañía aérea, Olimpic Airways, cuyos vuelos enseguida cubren todo el mundo. Cuando llega la década prodigiosa de los años 60, Ari ha completado la tercera fase de su ascenso al Olimpo, es ya el Griego de Oro, una de las primeras fortunas del mundo.

Christina Onassis, el final más trágico y misterioso para la mujer más rica  del mundo

– A por el gran mundo

Sólo le falta algo para llegar a la cima, ser admitido en el círculo de la más alta sociedad, esa que desprecia a los nuevos ricos.

Lo conseguirá usando todas sus armas: su inmensa fortuna, su poder de seducción sobre las mujeres, su inteligencia y don de gentes.

En primer lugar, busca los medios adecuados.

Mediante operaciones financieras que maneja como nadie, se convierte en primer accionista de la Societé des Bains de Mer, lo que quiere decir el Casino de Montecarlo. 

Si eres el dueño del Casino, eres el dueño de Mónaco, incluido su príncipe, un soberano europeo de mucha prosapia y poco dinero, que Ari sabrá manejar hábilmente.

La vieja alta sociedad frecuenta Mónaco, le gustan las grandes villas, los hoteles de solera, los casinos y los yates. Ari necesita poseer el mejor yate del mundo, y no duda en conseguirlo.

Se compra a precio de ganga, 34.000 dólares, un barco de guerra canadiense de la Segunda Guerra Mundial. Es una corbeta muy marinera, amplia y potente, ningún yate de placer puede ganarle sobre las aguas, y se gasta 4 millones para transformarla en la quintaesencia del lujo flotante.

Le encarga la transformación al arquitecto Cäsar Pinnau, sin importarle que fuera el decorador favorito de Hitler, el que hizo el diseño interior de la Cancillería del Führer, o precisamente por eso. El Christina, como lo bautiza Ari en honor a su hija, tiene once suites congrifería de oro, y la de Onassis, de 220 metros cuadrados, ostenta detalles como un Renoir en la pared.

En el comedor, en cambio, pone dos Grecos, una rúbrica narcisista que avisa a cualquier invitado de que se siente a la mesa del Griego de Oro. En el «salón lapislázuli» instala una chimenea construida con esa piedra semipreciosa, y en el bar los taburetes están forrados de piel de testículo de cetáceo, en recuerdo sin complejos a la forma en que se convirtió en multimillonario, la matanza de ballenas.

Para inaugurar este palacio del mar necesita una gran ocasión, y se la brinda el que a la vez es su soberano y su protegido, el príncipe de Mónaco. Rainiero III protagoniza la boda del siglo, pues ha conquistado a Grace Kelly, la inalcanzable estrella de Hollywood. Todo el mundo tiene puestos sus ojos en tan deslumbrante pareja, que parte de luna de miel en el yate de su «padrino», el Christina de Onassis.

Después de eso, disfrutarán del yate las personalidades más destacadas del mundo en distintos estilos. Para empezar, el presidente Kennedy, y su encantadora esposa Jackie, la primera dama más influyente de la Historia de Estados Unidos… que naturalmente se convertirá en objeto de conquista para Onasis, pero no adelantemos acontecimientos.

Un huésped habitual del Christina es el estadista más importante del siglo XX, Winston Churchill, el hombre que derrotó a Hitler, pero también se admiten artistas, siempre que sean los mejores en sus campos. De Hollywood vienen Greta Garbo -antigua amante de Ari-, Frank Sinatra o Marilyn Monroe, del mundo de la danza Margot Fonteyn, la indiscutible mejor bailarina de su tiempo, y del bel canto María Callas, por supuesto.

Surgen chispas cuando se cruzan las miradas de los dos griegos de oro, el marido de la Callas abandona el crucero a medio viaje y ellos se entregan a una pasión desigual, porque Ari es depredador y María su presa. El amor por Onassis destruirá a María Callas.

¿Qué le falta a esas alturas a Aristóteles Onassis? Únicamente emparentar con una familia real. En Europa hay muchas princesas dispuestas a casarse con el hombre más rico del mundo, pero Ari apunta aún más alto, a la «familia real» de los Estados Unidos. Jackie es una viuda desconsolada tras el asesinato de Kennedy, y Onasis acude a aliviar su dolor. En 1968 abandona a la Callas para casarse con la Kennedy.

Ya ha alcanzado la cima, ahora solamente puede caer, y un destino trágico se va a cebar en él. El 23 de enero de 1973 su mimado heredero, su hijo Alexander, de 23 años, se mata pilotando un avión, y Onassis cae en una profunda depresión de la que ya no saldrá.

Enferma de miastenia, un desorden nervioso en el que no se controlan los músculos de la cara y se hacen muecas grotescas. Como si buscara el amparo de su único gran amor, se instala en su mansión de la Avenida Foch de París, muy cerca de la casa de María Callas, que vive su propia depresión entre tentativas de suicidio, pero ella no quiere verlo.

Dos años después de la muerte de su hijo, el 15 de marzo de 1975, fallece Aristóteles Onassis, el Griego de Oro.

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