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Mitos y Leyendas …


Cara Arrugada e iguana.

– La religión del pueblo Moche: la iguana, compañera del dios del cielo Cara Arrugada

Ancient Origins(W.Mingren)(Marilo T.A.)(L.Tim)La iguana era un importante animal en la mitología de la poderosa civilización Moche. Esta criatura aparece a menudo representada como compañera de otro personaje conocido como Cara Arrugada, considerado habitualmente una deidad de la cultura Moche. Cara Arrugada y la iguana ocupan un lugar destacado en el arte Moche, y se les encuentra juntos a menudo en las figuras modeladas como decoración de sus vasijas cerámicas.

Los Moche eran una misteriosa civilización cuyo domino sobre la costa norte de Perú, más concretamente los valles de Chicama y Trujillo, se inició hace unos dos mil años. Construyeron enormes pirámides con millones de ladrillos de adobe, y crearon una extensa red de acueductos.

También fueron pioneros en ciertas técnicas del trabajo del metal, como la soldadura y el dorado, que les permitieron crear joyas y otros objetos profusamente decorados.

Al carecer de lenguaje escrito, poco hemos sabido de la civilización Moche hasta los años 80 del siglo XX, cuando los arqueólogos comenzaron a descubrir monumentos y tumbas que albergaban coloridas pinturas murales e increíbles piezas cerámicas en las que se observaban detalladas escenas de caza, lucha, sacrificios, ceremonias rituales e incluso explícitos encuentros sexuales.

En su fase inicial, el arte y la religión de los Moche estaba influido por la más antigua cultura Chavín. Posteriormente fue la cultura Chimú la que influyó principalmente en estos aspectos de la cultura Moche.

Poco se conoce del panteón Moche. Pero aun así, sabemos que una de las deidades a las que adoraba este pueblo era un dios que recibía el nombre de Ai Apaec, venerado como creador o dios del cielo.

– Ai Apaec y Cara Arrugada

En el arte Moche, Ai Apaec aparece retratado a menudo como un individuo de feroces colmillos con un jaguar sobre su cabeza y serpientes como pendientes. El pueblo Moche creía que Ai Apaec vivía en las montañas, y se le ofrecían sacrificios humanos para aplacar su ira.

Algunos investigadores han identificado a Ai Apaec con Cara Arrugada, debido a las similitudes existentes entre ambos. Al igual que Ai Apaec, Cara Arrugada también aparece representado con largos colmillos y un jaguar u otro felino en la cabeza. Lo que les diferencia básicamente son las líneas que surcan el rostro de Cara Arrugada, similares a arrugas, de las que recibe su nombre.

Ai Apaec en una pintura mural de la Huaca de la Luna. (CC BY-SA 3.0)
Ai Apaec en una pintura mural de la Huaca de la Luna.

Por otro lado, Cara Arrugada presenta habitualmente ojos redondos en lugar de almendrados, y suele aparecer representado llevando una prenda de mangas cortas con algún dibujo sobre el pecho. Para ajustar esta prenda a su cuerpo, Cara Arrugada utiliza una serpiente como cinturón.

La iguana, fiel compañera de Cara Arrugada

La iguana verde, también conocida como iguana común o iguana americana, es una especie nativa de Sudamérica, presente también en ciertas regiones de Perú. En el arte y la mitología Moche, se observa a menudo una iguana antropomórfica como compañera de Cara Arrugada.

Según cierto autor, la iguana aparece representada con un buitre en la cabeza y siempre mirando a Cara Arrugada, en actitud de estar aplaudiéndole.

A diferencia de Cara Arrugada, la iguana sí suele tener los ojos almendrados. Se puede identificar claramente a este personaje por su larga cola serrada y acabada en punta, así como por su bolsa a modo de faja o banda que lleva por encima de su hombro o en torno a su cintura.

Cara Arrugada con su compañera la iguana. (precolombiano.col)
Cara Arrugada con su compañera la iguana.

Según cierta interpretación, Cara Arrugada representa el poder de la tierra, mientras que la iguana se identifica con el poder del mar. Podemos realizar interpretaciones alternativas basándonos en las actividades que observamos en las representaciones de ambos personajes.

Por ejemplo, en la decoración de cierta vasija cerámica Moche, Cara Arrugada y la iguana parecen tomar parte en un entierro. En esta escena, se observa a Cara Arrugada y la iguana depositando un ataúd en una fosa funeraria, lo que quizás indique que ambos personajes estaban vinculados de algún modo con las prácticas funerarias del pueblo Moche.

Además de participando en los entierros, Cara Arrugada y la iguana también han sido representados en otras escenas relacionadas con la muerte. En una de ellas, por ejemplo, la iguana aparece sujetando una llama con una cuerda. En algunos dibujos Cara Arrugada también sujeta una llama.

Se ha planteado la posibilidad de que las llamas fueran empleadas para transportar tanto ataúdes como ajuares funerarios a los lugares de enterramiento. Como alternativa se ha propuesto que las llamas estarían destinadas a ser sacrificadas.

Cerámica Moche: iguana (precolombiano.col)
Cerámica Moche: iguana

Cara Arrugada y la iguana también aparecen en ciertas escenas flanqueando a la víctima de un sacrificio, lo que sugiere algún vínculo con rituales de sacrificios humanos. Basándonos en estas manifestaciones artísticas, es probable que Cara Arrugada y la iguana fueran personajes, quizás deidades, que en el sistema de creencias Moche controlaran las prácticas funerarias y los rituales de sacrificios humanos de esta cultura.

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– Pegaso: el majestuoso caballo alado del Olimpo

Belerofonte cabalgando a Pegaso (1914)

Pegaso es el majestuoso caballo volador de la mitología griega. Tradicionalmente se ha representado a esta criatura como un caballo alado completamente blanco. Según la leyenda, Poseidón, dios de los mares, era su padre, mientras que su madre era la gorgona Medusa. Pegaso es conocido principalmente por estar vinculado a los héroes Perseo y Belerofonte.

En el relato en el que Perseo da muerte a Medusa podemos encontrar el mito del nacimiento de Pegaso. Este caballo alado se convirtió más tarde en la montura de Belerofonte, y aparece en las narraciones que cuentan las hazañas de este héroe, como aquellas en las que Belerofonte mata a la quimera e intenta volar hasta el monte Olimpo.

La Teogonía de Hesíodo

En la Teogonía de Hesíodo podemos leer que: “Con ella sola [Medusa] yació el de Cerúlea Cabellera en un suave prado, entre primaverales flores.” De la unión carnal entre Medusa y Poseidón fueron concebidos Pegaso y Crisaor, que nacieron cuando Medusa fue decapitada por el héroe Perseo.

Y cuando Perseo le cercenó la cabeza, de su interior brotaron el enorme Crisaor y el caballo Pegaso. A éste le venía el nombre de que nació junto a los manantiales del Océano, y a aquél porque tenía en sus manos una espada de oro.

Perseo muestra la cabeza de la Medusa decapitada, estatua de Benvenuto Cellini (1554) (CC BY-SA 3.0)
Perseo muestra la cabeza de la Medusa decapitada, estatua de Benvenuto Cellini (1554)

Hesíodo menciona asimismo que tras el nacimiento de Pegaso, el caballo voló hasta el monte Olimpo, donde entró a vivir en el palacio de Zeus. Allí se le encomendó la misión de transportar los rayos y truenos del dios olímpico. Por otro lado, los mitos griegos sugieren asimismo que Pegaso pasó algún tiempo en la Tierra antes de volar hasta el monte Olimpo. Durante esa época, el caballo alado sirvió de montura a dos héroes: Perseo y Belerofonte.

Tras la muerte de Medusa, se cuenta que Perseo emprendió el camino de vuelta a casa, y fue entonces cuando alcanzó a ver a una doncella encadenada a una roca. Era Andrómeda, hija de los reyes de Etiopía. La madre de Andrómeda había enfurecido a Poseidón al jactarse de que su hija era aún más bella que las Nereidas.

El dios castigó entonces al pueblo de Etiopía, enviándoles en primer lugar unas inundaciones, y a continuación un monstruo marino que sembró el terror. La única forma de aplacar la ira de Poseidón era sacrificar a Andrómeda, y ésta era la razón por la que la princesa se encontraba encadenada a una roca.

Pegaso nace del cuerpo de Medusa decapitada. ‘The Perseus Series: The Death of Medusa I’, ilustración de Edward Burne-Jones (Public Domain)
Pegaso nace del cuerpo de Medusa decapitada. ‘The Perseus Series: The Death of Medusa I’, ilustración de Edward Burne-Jones

Perseo se ofreció para rescatar a la princesa y enfrentarse al monstruo, a condición de que se le concediera la mano de Andrómeda en matrimonio como recompensa. El rey accedió a su petición, y cuando el monstruo acudió para llevarse a la princesa, fue convertido en piedra por Perseo gracias a la cabeza decapitada de Medusa.

El vínculo entre Pegaso y Andrómeda aparece claramente reflejado en el firmamento, ya que sus constelaciones se encuentran la una junto a la otra.

Perseo rescata a Andrómeda, Cavalier d’Arpino (1594-1598), Gemäldegalerie, Berlín. (Public Domain)
Perseo rescata a Andrómeda, Cavalier d’Arpino (1594-1598)

Pegaso y Belerofonte

Pegaso fue también la montura de Belerofonte, que cabalgó a lomos del caballo alado en el transcurso de su expedición destinada a dar muerte a la quimera. Según una de las versiones de este mito, el héroe había visitado la ciudad de Tirinto, de la que era rey Preto.

Su esposa, la reina Estenebea, se enamoró de Belerofonte, pero el héroe rechazó sus insinuaciones. Sintiéndose humillada, Estenebea acusó entonces a Belerofonte ante su esposo de intentar seducirla. Furioso, Preto envió a Belerofonte a la corte de su suegro Yóbates, rey de Licia, con una carta. En la carta se pedía al rey que matara al mensajero.

En lugar de dar muerte a Belerofonte, sin embargo, Yóbates decidió asignar al héroe la misión de matar a la quimera, creyendo que Belerofonte no sobreviviría a tal enfrentamiento. Poco antes de ponerse en camino, Belerofonte consultó con un vidente corintio, Poliido, quien le aconsejó buscar a Pegaso para realizar su misión.

En otra versión del mito, Poliido sabía dónde se posaba Pegaso para beber y compartió esta información con Belerofonte, quien pudo de este modo domarlo. Aún existe otro relato en el que Poseidón (padre en secreto de Belerofonte) es quien le lleva hasta Pegaso.

Sin embargo, la versión más popular de este mito es aquella en la que Atenea entrega el caballo alado a Belerofonte. Con la ayuda de Pegaso, Belerofonte consigue dar muerte a la quimera.

Belerofonte, a lomos de Pegaso, alancea a la Quimera. Epínetro de cerámica ática de figuras rojas (425 a. C. – 420 a. C.) (CC BY-SA 2.5)
Belerofonte, a lomos de Pegaso, alancea a la Quimera. Epínetro de cerámica ática de figuras rojas (425 a. C. – 420 a. C.)

Con el paso del tiempo, el orgullo de Belerofonte creció, y el héroe decidió alcanzar las cumbres del monte Olimpo cabalgando a Pegaso para ocupar un lugar entre los inmortales. Zeus se percató de la pretensión del héroe y envió un tábano para que picara a Pegaso. De este modo, Belerofonte perdió el equilibrio y cayó a tierra.

Pegaso, no obstante, prosiguió su camino, llegando hasta el monte Olimpo y siendo acogido en su palacio por Zeus, quien le asignó la tarea de transportar los rayos y truenos que el dios arrojaba desde el cielo.

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– El dios Enki, la diosa madre Inanna y los deformes humanos de los mitos sumerios

Detalle del ‘Sello de Adda’. Los personajes pueden ser identificados como dioses por sus sombreros puntiagudos. La figura central con corrientes de agua y peces fluyendo de sus hombros es Ea (versión acadia de Enki), dios de las aguas subterráneas y la sabiduría. A la izquierda se observa una diosa alada, Ishtar (la Inanna sumeria). Las armas que asoman por detrás de sus hombros simbolizan su naturaleza belicosa.

Mesopotamia es el nombre con el que los antiguos griegos conocían a las tierras comprendidas entre los ríos Tigris y Eufrates, ubicadas en lo que hoy es Iraq. Unas tierras habitadas en el pasado por una abigarrada mezcolanza de pueblos y razas y en las que destacaba una misteriosa cultura, la desarrollada hace milenios por el pueblo sumerio cuyas creencias religiosas son las más antiguas de las que tenemos noticia en la región.

Inanna y Uruk

Inanna era la gran madre sumeria, la diosa de la fertilidad, del amor y la guerra, el principio de la vida, a quien los hombres habían dado culto desde tiempo inmemorial. Se la asociaba con la estrella de la mañana (el planeta Venus), y era la prolongación de la tradición de las «diosas madres» prehistóricas. Se la identifica con la diosa griega Afrodita y la Astarté fenicia.

Tal era su importancia que se construyeron en su honor siete templos por toda la geografía sumeria, aunque el principal se encontraba en la ciudad de Uruk, una de las mayores capitales sumerias: de los dos templos principales existentes en la ciudad durante su época de máximo apogeo (3.000 a. C.), uno de ellos estaba dedicado a Inanna. 

Representación de Inanna/Ishtar conocida como “Relieve Burney: La Reina de la Noche”. (Siglos XIX-XVIII a. C.). Museo Británico de Londres, Inglaterra. (Public Domain)
Representación de Inanna/Ishtar conocida como “Relieve Burney: La Reina de la Noche”. (Siglos XIX-XVIII a. C.). Museo Británico de Londres, Inglaterra.

Los templos empleaban por aquel entonces a un gran número de personas, y los sacerdotes ocupaban un puesto relevante en la vida de la ciudad. Toda ciudad sumeria importante era, a su vez, centro de culto de  una divinidad concreta. Las divinidades menores poseían espacios propios dentro de los templos mayores, y también eran reverenciadas en pequeños santuarios levantados en los distintos barrios, entre las viviendas de los ciudadanos.

Enki y Eridu

Pero si Inanna era importante, no lo era menos el poderoso Enki, señor de las frescas aguas, la fertilidad y la sabiduría. Surgido del caos húmedo de las aguas marinas, daba vida a todos los seres que poblaban la Tierra. Enki, llamado Ea por los posteriores acadios, era el protector de marinos y navegantes, el guardián de las leyes divinas y de los MES: leyes preordenadas por los dioses e inmutables que fundamentaban las instituciones sociales, las prácticas religiosas, las tecnologías, los comportamientos, las costumbres y las condiciones humanas que hacían posible la civilización. 

Enki, hermanastro del dios Enlil, tenía como misión crear a los hombres e impulsar a que otras divinidades los creasen, dotando a los humanos con las artes, oficios y medios técnicos necesarios para desarrollar la agricultura. Se le solía representar como un ser con cuerpo de pez del que surge una cabeza humana, con pies similares a los humanos y portando o vertiendo agua. Su ciudad era Eridu.

Fragmento de un sello en el que se encuentra escrito el negativo de una inscripción del rey Amar-Suen destinada al templo de Enki construido en Eridu. Galería Nacional de Praga, Palacio Kinski. (Zde/CC BY-SA 3.0)
Fragmento de un sello en el que se encuentra escrito el negativo de una inscripción del rey Amar-Suen destinada al templo de Enki construido en Eridu. Galería Nacional de Praga, Palacio Kinski.

Eridu era la ciudad más meridional de la región mesopotámica, y según la tradición sumeria, la más antigua de todas: la primera creada por los dioses. Tanto es así, que según la Lista Real Sumeria, los primeros reyes mitológicos, sucesores del reinado del cielo, fueron los de Eridu.

La antigüedad de la ciudad quedó confirmada por los arqueólogos a lo largo del siglo XX, habiéndose datado su fundación en torno al año 4900 a. C.: hacia el año 3800 a. C. la ciudad ya contaba con un importante templo de culto a Enki y un cementerio del que se han descubierto unas mil sepulturas. 

El hombre y los humanos deformes

Como ha sucedido a lo largo de toda la historia de la humanidad, los sumerios se hacían a sí mismos multitud de preguntas, como por qué existía el mundo o por qué fue creado el hombre. En su cultura respondían a tales cuestiones a través de los mitos. De hecho, existe un ancestral mito sumerio que relata cómo Enki e Innana crearon al hombre.

Recreación del puerto de Eridu (Public Domain)
Recreación del puerto de Eridu

Cuenta la leyenda que los dioses estaban cansados de labrar los campos y de crear canales para poder cultivar y de este modo alimentarse. Fue entonces cuando Enki tuvo la idea de modelar una figura de barro a la que Inanna, la diosa madre, daría a luz: fue así como nació el primer hombre.

Desde entonces, los hombres se vieron obligados a trabajar las tierras para poder producir alimentos, tanto para sí mismos como para los dioses. Sin embargo, Enki e Innana bebieron demasiada cerveza durante un banquete, se pelearon y la diosa se jactó de poder echar a perder su creación cuando ella quisiera. Enki la desafió, vanagloriándose de que él podría encontrar un lugar para cualquier criatura que Inanna fuese capaz de crear.

Como respuesta, la diosa produjo todo género de seres deformes, pero Enki encontró para cada uno de ellos un puesto en el mundo y en la sociedad sumeria. De esta forma, el mito no sólo explicaba la creación del hombre y el por qué fue creado, sino que también respondía a la existencia de seres humanos con algún tipo de tara física o psíquica.

Sección de una de las fachadas del templo de Inanna construido en Uruk por orden del rey Karaindash. Museo de Pérgamo. Berlín, Alemania. (Marcus Cyron/Public Domain)
Sección de una de las fachadas del templo de Inanna construido en Uruk por orden del rey Karaindash. 

La cultura sumeria alcanzó su cénit entre los años 3000 y 2000 a. C. Los poetas de aquellos siglos fueron los encargados de transmitirnos las leyendas de los dioses sumerios. Unos dioses que, como hemos observado, luchaban por mantener su posición frente a los poderes malignos, se enzarzaban en todo tipo de engaños y expresaban pasiones y sentimientos humanos.

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– Las profecías de los últimos pontífices y el Papa Negro

Danza Macabra: La Muerte llevándose al Papa al infierno, relieve del Karner de Metnitz (Austria).

En el siglo pasado circuló una versión, supuestamente perdida, de que entre los últimos pontífices del Vaticano reinaría un Papa Negro. Dicha afirmación provendría de una profecía original de San Malaquías o de alguna de sus transcripciones, además de ser un tema al que también se refiere en una de sus cuartetas el no menos célebre Nostradamus.

Máel Máedóc Ua Morgair, más conocido como San Malaquías, nació en Armagh, Irlanda, en el año 1094, y murió en Claraval, Francia, en el 1148. Fue un arzobispo católico adscrito al pontificado de Irlanda por el papa Inocencio II en 1139. Tras su muerte, fue canonizado por el papa Clemente III en el año 1190.

La tradición nos cuenta que redactó una lista de papas llamada Profecía de los Sumos Pontífices, que fue transcrita en el libro Lignum Vitae por el monje benedictino Arnold de Wyon.

 El libro habría sido editado e impreso por Giorgio Angeleri en 1595, 455 años después de la muerte del propio Malaquías. Arnold de Wyon fue, aparentemente, el primero en atribuir públicamente a Malaquías dicha  profecía, incluyéndola en un libro que trata, también, sobre el árbol genealógico de los benedictinos.

La tradición nos cuenta que San Malaquías redactó una lista de papas llamada “Profecía de los sumos pontífices”. En la imagen, vista de la fachada y la cúpula de la Basílica de San Pedro del Vaticano. (Public Domain)
La tradición nos cuenta que San Malaquías redactó una lista de papas llamada “Profecía de los sumos pontífices”. En la imagen, vista de la fachada y la cúpula de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Esta lista la formarían 112 papas junto con su lema en latín. Dichos lemas resultaron ser tan sumamente coincidentes en algunos casos que, rápidamente, el listado se hizo muy popular. El primer puesto lo ocupa el papa Celestino II (1143) y en último lugar aparece Petrus Romanus junto a una descripción de tribulaciones y destrucción.

Al papa Benedicto XVI le correspondería el lema ​De Gloria Olivae, y según las distintas versiones existentes de la lista supuestamente profética, ocuparía el penúltimo o antepenúltimo lugar. Según versiones no oficiales derivadas de las tradiciones populares, ya que el Vaticano no reconoce la profecía, la lista incluía originalmente un papa caput nigrum o papa negro.

Una de las diversas teorías existentes afirma que se situaba justo antes del papa De Gloria Olivae, pero otra teoría defiende que iría justo detrás de Petrus Romanus, cerrando, por tanto, el listado. Lo cierto es que no se sabe si ese caput nigrum correspondería a una característica más asociada a esos papas, o si pertenecería a un papa diferente.

En el emblema de Benedicto XVI aparece el dibujo de un hombre de piel negra con corona,  símbolo de la diócesis de Frisinga. En él radicaría el nexo de unión que encuentran algunos analistas al saliente papa Joseph Ratzinger con el mítico ‘Papa Negro’.

Emblema del papa Benedicto XVI. (Public Domain)
Emblema del papa Benedicto XVI.

Por  otra parte, Benedicto XVI estaba relacionado con la comunidad benedictina, llamada también los olivetanos. Además, nació el 16 de abril de 1927, justo el día de la fiesta de la Pascua, cuyo símbolo es un olivo. Por último, fue él quien precisamente proclamó santo al fundador de la orden de los olivetanos, Bernardo Tolomei.

Pero la otra versión de la profecía del Papa Negro afirma que éste vendría justo después de ‘Petrus Romanus’. Algunos entendidos asocian a los jesuitas con el supuesto Papa Negro,  puesto que al general y máximo responsable de esta orden se le denomina así precisamente: Papa Negro. Llegados a este punto cabe recordar que el actual papa Francisco pertenece a la compañía de Jesús, llegando a ser, de hecho, superior provincial de los jesuitas en su Argentina natal.

Otras versiones diferentes aseguran que existe realmente una transcripción del año 1820 de la célebre lista de San Malaquías donde se informa acerca de la existencia del Papa Negro.

Algunos entendidos asocian a los jesuitas con el supuesto Papa Negro. El actual papa Francisco pertenece, precisamente, a la Compañía de Jesús. (Casa Rosada/CC BY-SA 2.0)
Algunos entendidos asocian a los jesuitas con el supuesto Papa Negro. El actual papa Francisco pertenece, precisamente, a la Compañía de Jesús.

El Papa gris y negro de Nostradamus

El médico francés Michel de Nôtre-Dame, conocido como Nostradamus, en su centuria X, cuarteta 91, dice lo siguiente con respecto a las elecciones del clero romano sobre un papa gris y negro:

Clero Romano el año mil seiscientos y nueve,
En la cumbre del año se hará elección:
De un gris y negro de la Compañía salido,
Que nunca fue tan maligno.

Según diversos analistas, la fecha que ofrece en estos versos el francés Nostradamus no significaría 1109, pues en sus predicciones dividió los años de forma diferente a la establecida. De este modo, sus datos corresponderían al año 2004 +9, lo que resultaría en el 2013, año de elección del papa Francisco.

Además, para Nostradamus el año nuevo se iniciaba con la Pascua, y la elección de Francisco fue justo durante el período de fiestas que anteceden a la Pascua de Resurrección de los católicos. Asimismo, el verso de Nostradamus De un gris y negro de la Compañía salido va asociado, claro está a la Compañía de Jesús, cuyos miembros visten con su característico color negro.

Retrato de Nostradamus pintado por su hijo César de Nôtre-Dame (c. 1614). (Public Domain)
Retrato de Nostradamus pintado por su hijo César de Nôtre-Dame (c. 1614). 

Los últimos papas de Malaquías

Con o sin Papa Negro, la versión actual de la transcripción del libro Lignum Vitae afirma que los últimos papas son los siguientes:

Gloria olivae.

In plecusione extrema SER fedebit.

Petrus Romanus qui paicet oues in multas tribulationibus: quibus tranfactis ciuitas fepricollis diruetur, Iudez tre medus iudicabis populum fuum Finis.

In plecusione extrema SER fedebit significa en latín en persecución extrema la Santa Iglesia de Roma reinará. Se trata de una frase que parece corresponder más a una predicción que a un nuevo pontífice, por lo que puede relacionarse con el papa Francisco, aunque normalmente se la considera parte de la línea correspondiente al siguiente papa Petrus Romanus. Si se une la penúltima predicción a la última de la lista de Malaquías vendría a indicar lo siguiente:

Durante la última persecución de la Santa Iglesia de Roma se sentará Pedro Romano, que nutrirá a su rebaño entre muchas tribulaciones. Cuando hayan finalizado, la ciudad de las siete colinas (Roma) será destruida, y el temible juez juzgará a su pueblo: que así sea.

En caso contrario su significado sería:

Pedro Romano, que nutrirá a su rebaño entre muchas tribulaciones. Cuando hayan finalizado, la ciudad de las siete colinas (Roma) será destruida, y el temible juez juzgará a su pueblo: que así sea.

Parte final de las profecías del Lignum Vitæ (1595), p. 311. (Public Domain)
Parte final de las profecías del Lignum Vitæ (1595), p. 311.

La destrucción de Roma ya había sido vaticinada en las profecías del Monje de Padua, Italia. Un sacerdote anónimo, autor del libro Magnis tribulationes et Statu Ecclesiae, impreso en Venecia en 1527, 48 años antes que el Lignum Vitae.

“Cuando el hombre pise la Luna, grandes cosas estarán por acontecer en la Tierra. Roma será abandonada, como los hombres abandonan a las viejas brujas, y en el Coliseo no quedará más que una montaña de piedras envenenadas”, dice el texto del Monje de Padua según asegura el autor e investigador italiano Guido Araldo.

Según otro texto del Abad Cucherac (1871) sobre la sucesión de los papas, Malaquías entregó sus profecías al papa Inocencio II y él las guardó en los archivos romanos hasta que fueron redescubiertas en 1590. Por su parte, el jesuita Claude-François Menestrier afirmó que las profecías eran falsas y que fueron escritas para propiciar la candidatura del papa sucesor de Urbano VII en 1590, sin aportar pruebas de ello. Sin embargo, para el historiador Onofrio Panvinio las profecías serían auténticas.

Vista aérea del centro de Roma, ciudad que será destruida según las profecías atribuidas a San Malaquías. (Oliver-Bonjoch/CC BY-SA 3.0)
Vista aérea del centro de Roma, ciudad que será destruida según las profecías atribuidas a San Malaquías.

La mayor oposición la mantiene el historiador español José Luis Calvo, quien sostiene que hasta el Papa Urbano VII, época en que habría sido divulgada la profecía, los lemas se corresponden muy bien con cada Pontífice, mientras que a partir de esa fecha hay que realizar grandes esfuerzos para hacerlos coincidir. Argumento este último, claro está,  rebatido por los defensores de los presuntamente proféticos Malaquías y Nostradamus.

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– El papel del dragón en la civilización China

Parque de Huguang, situado en un lago volcánico de la ciudad de Zhanjiang, provincia de Guandong, China

Los dragones forman parte de la cultura china desde antes incluso de que existiera China como nación. Cada año, en toda China se celebra un festival para honrar el despertar del dragón, señor del agua en movimiento. Esta larga tradición marca la llegada de la lluvia que nutrirá la siguiente cosecha y recibe el nombre de “longtaitou” que quiere decir  “el dragón levanta su cabeza”. Pero ¿qué convierte al dragón en un icono tan fundamental?

En la antigua tradición china, el dragón es una criatura mística dotada de características celestiales. Es el más noble de los animales y en su calidad de comandante de las aguas, dirige el clima, lo que resulta fundamental para una civilización básicamente agraria como la china.

Al mismo tiempo, encarna el pináculo insondable de la fuerza perfecta y la libertad. En la nomenclatura china de las cuatro direcciones, un Dragón Azul administra el este, es decir, la vasta extensión del Océano Pacífico. Para los antiguos chinos, ésta era fuente inagotable y lugar de retorno de todos los arroyos y ríos de la Tierra. Por otra parte, los gobernantes tomaron el dragón amarillo de cinco garras como símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. Este animal y su color también representaban el centro, es decir, a la propia China.

Los gobernantes chinos tomaron el dragón amarillo de cinco garras como símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. En la imagen, ropajes del emperador chino Qianlong (1736-1796). Museo Grassi de Leipzig, Alemania. (Public Domain)
Los gobernantes chinos tomaron el dragón amarillo de cinco garras como símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. En la imagen, ropajes del emperador chino Qianlong (1736-1796). Museo Grassi de Leipzig, Alemania.

“Sé que las aves pueden volar, que los peces pueden nadar y las bestias correr”. “¡Pero los dragones! Nunca sabré cómo cabalgan el viento y las nubes en el cielo”, indicó el famoso maestro de la moral secular Confucio.

Estas palabras de Confucio nos hablan de la importancia del dragón en la cultura china. Al mismo tiempo, su declaración es una valoración directa del sabio Lao Tse, contemporáneo suyo, cuya enseñanza de la filosofía taoísta conforma una de los más famosas obras intelectuales realizadas en China.

Las teorías chinas de la estrategia y de las leyes naturales hacen hincapié en la superioridad de “lo sin forma”. Mientras que el tigre, conocido como el rey de las bestias, se considera que posee el yin primordial, o poder terrenal, y todavía está limitado a una base terrena, la fuerza del dragón es una energía invisible, un yang celestial que brota del agua y del clima y reina sobre ellos.

Del mismo modo, los difusos y abstractos principios del taoísmo se basan en la no-intención y la comprensión de la esencia de las cosas en lugar de estar apegados a las formas.

La fuerza del dragón es una energía invisible, un yang celestial que brota del agua y del clima y reina sobre ellos. En la imagen, dragón azul chino, emergiendo de las aguas. Jardín chino de San Petersburgo, Rusia. (Public Domain)
La fuerza del dragón es una energía invisible, un yang celestial que brota del agua y del clima y reina sobre ellos. En la imagen, dragón azul chino, emergiendo de las aguas. Jardín chino de San Petersburgo, Rusia.

En dos reuniones con Lao-Tse, Confucio percibió la profundidad del “viejo maestro” (significado literal del nombre de Lao-Tse). Confucio sabía que sus propias enseñanzas, que eran suficientes para exponer los principios morales que rigen los asuntos seculares, siempre seguirían siendo un subconjunto de la sabiduría de los que lo dejan todo de lado para cultivar el Dao o Camino.

Esencia de un pueblo

La mayoría de pueblos chinos posee sus propios santuarios dedicados a los dragones, que se utilizan para atraer la lluvia y cosechas abundantes. Se dice que los dragones voladores actúan en los cielos como guardianes celestiales, o que tiran de carros divinos. Aparte del Dragón Azul del Este, dragones menores gobiernan las otras direcciones.

Resumiendo: allí donde haya cielo o agua, habrá dragones.

Incluso antes de que China dispusiera de una cultura desarrollada, puede hallarse el dragón en tribus neolíticas anteriores a la civilización china tradicional. Los primeros ejemplos conocidos de estas criaturas místicas se pueden encontrar en objetos de jade de la Cultura Hongshan, que habitó la zona fronteriza del noreste de China y Mongolia hace unos 7.000 años.

Dragón neolítico de jade perteneciente a la Cultura Hongshan, recuperado en el año 1973 en las excavaciones arqueológicas de Sanxingtala. Museo Nacional de Beijing, China. (Public Domain)
Dragón neolítico de jade perteneciente a la Cultura Hongshan, recuperado en el año 1973 en las excavaciones arqueológicas de Sanxingtala. Museo Nacional de Beijing, China.

Numerosos motivos y símbolos religiosos similares, que incluían la veneración al jade y a los dragones, se dieron en otras comunidades chinas ancestrales y se transmitieron a los imperios chinos posteriores.

De hecho, las tradiciones populares narran que los primeros gobernantes chinos eran en realidad dragones convertidos en humanos y enviados para gobernar a los hombres. Se dice que la civilización china surgió cuando el legendario Huang Di o Emperador Amarillo y sus descendientes lideraron a una tribu semi-nómada para atacar al pueblo Yan, con el que finalmente se fusionaron, formando juntos una cultura sedentaria, basada en la agricultura, que se estableció en el Valle del Río Amarillo.

Hasta el día de hoy aún existen varios nombres literarios para el pueblo chino, entre ellos los descendientes de Yan y Huang, así como otro que significa la posteridad del dragón.

Lo que resulta indudable es que el papel del dragón en la simbología imperial china encaja perfectamente con la abundante y cíclica dinámica que rige la historia de la civilización más longeva del mundo.

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