Transhumanismo, la utopía confortable…

Al hilo del transhumanismo estamos muy cerca de los cíborgs, aunque no sea de una forma plenamente integrada, y de la pérdida de libertad. Las nuevas generaciones ya piensan de forma conectada e integrada con la red.
JotDown(A.C.Rural) — José Manuel Rodríguez Delgado, natural de Ronda, fue un médico y neurocientífico que tuvo que hacer la carrera dos veces. La primera, obtuvo el título justo antes del inicio de la guerra civil, en la que sirvió en el bando republicano como médico. Al terminar la contienda, fue a parar a un campo de concentración donde se le informó de que tenía que repetir sus estudios.
Así lo hizo, pero en 1945, en cuanto recibió una beca de la Universidad de Yale, se marchó a Estados Unidos y se dedicó al estudio del cerebro, concretamente, a la posibilidad de implantar electrodos en personas.
En 1952, Delgado patentó el Stimoceiver, un instrumento que, al accionar unos electrodos por radio, estimulaba zonas cerebrales para despertar reacciones emocionales, como euforia, concentración, relajación, visiones… e incluso movimientos de las extremidades si estimulaba la corteza motora.
El día que más cobertura mediática obtuvo en el New York Times fue cuando este tituló «Matador with a radio stops wired bull» en 1963. Rodríguez Delgado estaba de vuelta en España, en Córdoba, y para demostrar la eficacia de su invento, ocultó los mandos del Stimoceiver en una muleta y saltó al ruedo en una capea.
El novillo, que llevaba puestos los electrodos, acudió al trapo, pero el científico detuvo su embestida y con el mando devolvió al animal a los toriles. Teledirigido.
Si atendemos a la definición de cíborg que acuñaron en 1960 Mandred Clynes y Nathan Kline a partir de cybernetic y organism, ese novillo no cumpliría exactamente con esa definición, porque no había una integración cibernética avanzada, sino una manipulación neurológica a través de la tecnología, pero podríamos hablar de una interfase precursora.
Delgado siguió sus experimentos con gatos y, ya en 1970, logró comunicar un ordenador con el cerebro de un chimpancé. Pulsando la tecla correspondiente, el simio bostezaba, parpadeaba e incluso giraba la cabeza.
Así lo entendieron sus alumnos de la Facultad de Medicina de Yale, que abarrotaron sus clases. Les hablaba de un futuro en el que, mediante el desarrollo de su invento, tendríamos la sociedad «psicocivilizada», en la que los ciudadanos podrían modificar sus funciones mentales con un sencillo dispositivo electrónico. El hombre sería «más feliz, menos destructivo y más equilibrado».
Estaba convencido de que estaba en manos del hombre construir un ser humano mejor no a través de la educación o una mayor igualdad económica, sino por medios tecnológicos. Decía: «La raza humana está en un punto de inflexión evolutivo.
Estamos muy cerca de tener el poder de construir nuestras propias funciones mentales, a través del conocimiento de la genética, que creo que estará completo dentro de los próximos veinticinco años, y a través de un conocimiento de los mecanismos cerebrales que subyacen a nuestro comportamiento.

La pregunta es qué tipo de humanos nos gustaría, idealmente, construir.
No solo nuestras ciudades están muy mal planificadas, nosotros como seres humanos también lo estamos.
Los resultados en ambos casos son desastrosos».
Estos planteamientos no causaron precisamente entusiasmo en la opinión pública.
Se consideraba una amenaza directa a la libertad y la integridad humana.
Las denuncias llegaron hasta el Congreso y le acusaron de ocultar un plan secreto de la CIA para ejecutar el control mental sobre la población.
No fue una paranoia americana.
Como cuenta Alfonso Diéguez en Transhumanismo (Herder Editorial, 2017), uno de los primeros en escandalizarse fue un compatriota, Miguel Delibes.
El escritor castellano estaba de visita en Yale e inmortalizó el encuentro en su libro USA y yo.
Calificó la investigación de Delgado como algo «estremecedor».
Se quedó asustado con la manipulación mental: «El mico en estado de felicidad desdeña el más jugoso coco o la monita más atractiva. No los necesita. Le basta con sus electrodos».
Enseguida, vio su posible aplicación para la ingeniería social: «Tal control, parece ser, se ejercerá un día por radio, con lo que se podría llegar a enervar a los animales más feroces y a los hombres más agresivos». Y advirtió también su posible uso para terapias de conversión: «existe la posibilidad de despertar en los solterones la convicción de que el matrimonio es el estado perfecto, convicción que, seguramente, remediaría muchas cosas».
Sin saberlo, estos dos españoles estaban tomando posiciones en el debate sobre el transhumanismo que iba a desarrollarse en el siguiente siglo, el presente. Como Delibes, su crítico más feroz es Francis Fukuyama, que considera que el transhumanismo amenaza con alterar la esencia de lo que significa ser humano, sobre todo en lo que concierne a la igualdad e integridad de la condición humana.
Cree que modificaciones tecnológicas en el cuerpo pueden conducir a una sociedad dividida entre aquellos que pueden acceder a los avances y los que no, lo que supondría una humanidad dual. Como en Un mundo feliz de Huxley, estratificada entre alfas y epsilons.
El filósofo Hubert Dreyfus consideraba también que las tecnologías transhumanistas podrían llevar a la pérdida de los fundamentos de la existencia humana, como la libertad, la intencionalidad y la relación con el cuerpo, acabaríamos desconectados de lo que es la experiencia humana básica.
Sin embargo, ya estamos muy cerca de los cíborgs, aunque no sea de una forma plenamente integrada, y de la pérdida de libertad. Las nuevas generaciones ya piensan de forma conectada e integrada con la red. Desconocen la esfera personal, todo lo comparten en busca de validación y la libertad es imposible sin intimidad.
No necesitas un chip en el cerebro con un teléfono en la mano. Mientras, los más mayores llevan prótesis, marcapasos. Todo conduce, pieza a pieza, a la integración, a la tecnología transhumanista.
Se puede aducir que los riesgos vendrán cuando se nos quieran implantar capacidades mejoradas, pero es de un cinismo impresionante hablar de igualdad cuando ya, hoy, el acceso a la sanidad y la vida saludable está tan sesgado por el dinero. Posiblemente, la mejora de las capacidades humanas sea, llegado el momento, una solución médica.
Quizá el cambio climático, en tanto que irreversible, precise cambios adaptativos en la condición humana cuya aceleración esté en manos de la tecnología humana.
En esa idea entró en juego otro español, Francisco M. Mojica, que descubrió secuencias repetitivas de ADN en bacterias mientras estudiaba sus condiciones de vida en las salinas de Santa Pola. Esas secuencias las denominó CRISPR (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas) y demostró que estaban involucradas en un sistema inmunológico adaptativo.
Gracias a este descubrimiento, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier desarrollaron la herramienta CRISPR-Cas9, que permite la edición genética, una técnica utilizada para manipular el genoma de organismos vivos de manera precisa, permitiendo cortar, añadir o modificar secuencias específicas de ADN.

Con sus limitaciones éticas, CRISPR-Cas9 ya ha sido empleado como tratamiento para múltiples enfermedades genéticas e investigación para desarrollar una inmunoterapia contra el cáncer.
Los riesgos, en cambio, también están ahí. Se teme la posibilidad de off-target effects, es decir, que la herramienta no solo modifique el gen deseado, sino que altere otros fragmentos del genoma causando mutaciones no deseadas. Para que esto no ocurra, CRISPR/Cas9 ha de tener una precisión capaz de distinguir secuencias de ADN que pueden ser muy parecidas. En caso contrario, las mutaciones pueden transmitirse a futuras generaciones y las consecuencias ser imprevisibles.
Los críticos de la modificación genética se quejan de que se está atentando contra la biodiversidad humana. Si se actúa sobre genes considerados «no deseables» a gran escala, la especie humana podría convertirse en más homogénea, lo que podría dificultar su capacidad de adaptarse a entornos cambiantes.
También hay genes que pueden parecer perjudiciales ahora, pero en otros contextos pueden ser beneficiosos. Las futuras generaciones podrían perder una variabilidad genética crucial para los retos a los que se enfrenten como especie.
Si la senda genética no se puede transitar con velocidad, quedaremos en manos de la tecnología. En este aspecto, una de las premoniciones más interesantes es la del filósofo Günther Anders, que planteaba un escenario totalmente contrario al que esperamos por la cultura popular.
Generalmente, tendemos a creer que las máquinas se rebelarán contra nosotros cuando sean lo suficientemente poderosas, puesto que es un miedo coherente con su desarrollo y la ciencia ficción halla en esos temores sus yacimientos temáticos. Anders lo vio al revés, habló de la venganza prometeica, es decir, que cuando las máquinas modernas nos superen en todo, velocidad, agilidad, inteligencia, el ser humano se deshumanizará al darse cuenta de que sus creaciones son más eficientes que él.
Con nuestros cuerpos limitados e imperfectos, que además son perecederos, al contrario que las máquinas, el ser humano, inmerso en la vergüenza prometeica (Prometeo, en la mitología griega, robó el fuego de los dioses y se lo entregó a los humanos) buscará modificar o mejorar su cuerpo y su mente para igualar o superar a las máquinas.
Hay varios teóricos que se han imaginado este momento. Ray Kurzweil, autor de la teoría de la singularidad tecnológica, cree que llegará una fase en la que la tecnología avance tanto por sí misma, a un ritmo exponencial, que superará la inteligencia humana. En ese instante, dice, tendremos que converger con ella. Predice un futuro inevitable en el que se transformará la humanidad, trascendiendo sus limitaciones biológicas con tecnología avanzada.
Por su parte, el sacerdote y filósofo Pierre Teilhard de Chardin habló del Punto Omega. La tecnología avanzará de tal manera que, al final, todas las formas de vida alcanzarán un estado de conciencia superior unidos todos en una misma entidad global o cósmica.
Por ahora, la posibilidad de subir la mente a la nube, como en aquel capítulo inolvidable de Black Mirror, aún es incierta. Aparte, nadie ha logrado resolver los interrogantes que plantea la identidad de una copia de uno mismo: ¿sigue la misma conciencia en una réplica exacta del cerebro o es un nuevo individuo?

Sin embargo, la terapia genética somática sí que puede curar enfermedades o prevenirlas alterando genes no heredables. También, biofísicos como Gregory Stock, han hablado del desarrollo de cromosomas artificiales con genes reversibles. De esta manera, con medicamentos, se podría activar o desactivar los genes sin alterar el genoma humano.
Por donde se mire, todo tiende hacia la utopía transhumanista. De hecho, una de las premisas sagradas de los transhumanistas es que esta evolución es inevitable. La Ley de Moore dice que el poder de procesamiento de los microchips se duplica cada dos años. La aceleración no solo implica a la informática, también a la biotecnología, la nanotecnología y, por supuesto, la inteligencia artificial.
Las utopías religiosas, con su salvación eterna, o el comunismo, exigían bastante para llegar a la tierra prometida. En sus momentos más crudos, privaciones y represión, y la eliminación física de herejes o disidentes con toda la población bajo sospecha. La utopía transhumanista solo pide esperar tranquilamente a que la biotecnología pueda actuar sobre el envejecimiento y convertirnos así en inmortales.
Tal vez gente que ya está entre nosotros logre serlo. Mientras tanto, irán llegando gadgets en forma de implantes que irán mejorando nuestras facultades. No he visto en la historia una utopía más confortable.
Pero también es un sueño. Al menos para la profesora Susan B. Levin, que en su libro Posthuman Bliss? The Failed Promise of Transhumanism de 2021 hizo una enmienda a la totalidad de este marco teórico tan esperanzador (para algunos).
Para empezar, critica que los sistemas biológicos, al contrario de lo que creen los transhumanistas, no funcionan de forma lineal o predecible y denuncia su fallo epistemológico, porque entiende que los sistemas biológicos son demasiado complejos para ser reducidos a bits de información.
No ve viable que puedan desconectarse la mente y el cuerpo, no son entidades separadas que se puedan manipular individualmente. El cuerpo no es el contenedor de la mente, sentencia, defiende la unidad mente-cuerpo. Y como alternativa al transhumanismo, apoya la ética de la virtud aristotélica.
En lugar de acumular placeres o bienes materiales, propone la eudaimonía, la realización personal a través de la virtud. Lo que habría que desarrollar no son facultades sobrehumanas, sino habilidades como la justicia, la templanza, el valor y la sabiduría. Todo ello en un contexto de relaciones humanas, de comunidad, no como en el transhumanismo, que se propone todo desde una óptica individual.
Hay que dejar atrás esa senda de utilitarismo tecnocéntrico, dice, donde el valor de una acción se mide en términos de maximización de capacidades físicas o cognitivas a través de medios tecnológicos, y no reducir el bienestar humano a mejoras cuantificables en el rendimiento. El bienestar solo llegará, sentencia, cultivando virtudes como la autodisciplina, relaciones interpersonales sanas y comunidades justas.
Hay que admitirle a Levin que ya llevamos una década con la cabeza «implantada» en redes sociales y, por el momento, son muy pocas las virtudes de la interconexión digital de nuestras mentes que compensen los discursos de odio, los complejos inducidos y lo desesperanzador del contacto humano inauténtico entre avatares. Si algo ha producido este progreso es toda una ciencia sobre el vacío, la ansiedad y la depresión que produce.
nuestras charlas nocturnas.
De la confianza a la viralización: el ‘sexting’ y su impacto entre adolescentes…

The Conversation(M.Ojeda/D.V.Henao/E.Espino/R.del Rey) — El sexting (un anglicismo que se refiere a mandarse mensajes con contenido erótico-sexual) se ha vuelto una práctica común entre adolescentes.
En algunos casos, es una forma de explorar su identidad y expresar su sexualidad; pero en otros, puede ser fruto de la presión social, empujándolos a asumir riesgos que impactan en su bienestar.
Y es que, aunque en muchos casos los consideremos nativos digitales, eso no tiene por qué implicar que sepan gestionar las tecnologías de forma segura y no violenta.
Basta un solo clic para que un mensaje, imagen o vídeo dé la vuelta al mundo en cuestión de segundos, desdibujando los límites de la privacidad.
Este fenómeno plantea retos no solo para la juventud, sino también para sus familias, educadores y legisladores.
Por ello, necesitamos comprender cómo ha cambiado la percepción del sexting y los dilemas que plantea sobre el consentimiento y sus consecuencias en un mundo cada vez más digitalizado.
– Del tabú a la normalización: ¿cómo ha cambiado la visión del ‘sexting’?
Durante años, la sexualidad ha estado rodeada de tabúes y asociada a la clandestinidad o a la transgresión de normas sociales entre adultos. Sin embargo, la generalización de las tecnologías de la relación, la información y la comunicación (TRIC) ha transformado nuestra forma de interactuar y hemos pasado a hablar con más frecuencia de sexualidad en entornos digitales.
Sobre todo en la adolescencia, una etapa de exploración de la identidad y curiosidad sexual, la imagen virtual ha cobrado gran importancia en las relaciones sociales, y el sexting ha entrado a formar parte del ecosistema digital adolescente.
– ¿Qué es el ‘sexting’ exactamente?
Los primeros estudios sobre este fenómeno lo vinculaban principalmente al envío de contenido erótico-sexual autoproducido, es decir, la misma persona que aparece en el material es la que realiza el envío; pero, con el tiempo, la investigación ha ampliado su foco también hacia otras prácticas, como el reenvío sin consentimiento de material de otras personas.
Aunque sigue siendo complejo de definir, en términos generales podemos entender el sexting como el envío, recepción o reenvío de mensajes de texto, imágenes o vídeos sexualmente sugerentes o explícitos a través de medios electrónicos. Incluso, algunas investigaciones han apostado por desarrollar herramientas para evaluar y concretar esta práctica, como el cuestionario SBM-Q, que permite medir sus diferentes manifestaciones y motivaciones.
– ‘Sexting’ y doble estándar sexual entre chicos y chicas
Un metaanálisis reciente que analiza estudios de Europa, Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda, Oriente Medio, Sudamérica y África, con un total de 48 024 adolescentes y jóvenes, estima que, en promedio, el 19,3 % envía este tipo de contenido, el 34,8 % lo recibe y el 14,5 % lo reenvía sin consentimiento.
Pero, más allá de las cifras, es importante ser consciente del claro impacto que está teniendo en las dinámicas sociales, donde parece afectar más a ellas que a ellos. No podemos pasar por alto que el doble estándar sexual sigue marcando la diferencia: mientras que los chicos suelen recibir validación social por estas prácticas, las chicas son, a menudo, el blanco de críticas y estigmatización por las mismas conductas.
Este doble estándar visibiliza que el riesgo no solo está en la práctica del sexting, sino también en cómo la sociedad lo interpreta y juzga según el género.

– El dilema del consentimiento
El consentimiento se ha convertido en un elemento clave en el sexting. Los y las adolescentes lo consideran fundamental, pero reconocen que es un tema complejo y lleno de matices. Algunas personas jóvenes envían imágenes erótico-sexuales simplemente porque lo desean, como una muestra de confianza o intimidad.
Otras, en cambio, lo hacen en respuesta a presiones externas (de la pareja, amistades o normas sociales) o internas (autoimposición de expectativas, necesidad de popularidad o miedo al rechazo). Esta presión puede llegar a ser tan sutil que la persona ni siquiera es plenamente consciente de ella, lo que da lugar al sexting no deseado. En otros casos, el material íntimo se reenvía sin el permiso de la persona que aparece en él, lo que implica una falta absoluta de consentimiento.
Entonces, ¿por qué los adolescentes, chicos y chicas, practican el sexting? No hay una única respuesta, ya que su decisión está influida por una combinación de factores psicosociales. Aspectos individuales, como la autoestima o la necesidad de validación, se combinan con la influencia del grupo de iguales, las redes sociales y la percepción que tienen del sexting en su entorno, llevándolos, en ocasiones, a enviar contenido erótico-sexual incluso cuando en el fondo no lo desean.
Las normas de género y la percepción de popularidad refuerzan esta presión, sobre todo en las chicas, haciendo que enviar material íntimo se convierta en una forma de cumplir una expectativa en lugar de una elección libre.
Cuando se trata del reenvío no consentido, también entran en juego otros mecanismos como la desconexión moral y la desinhibición tóxica en línea, especialmente entre los chicos. Estas estrategias permiten justificar el daño sin sentirse culpables y minimizar la percepción de las consecuencias de sus actos a través de la pantalla, normalizando la vulneración de la intimidad de otras personas.
– Entre el beneficio y el riesgo: ¿Cómo impacta el ‘sexting’?
No todo es negativo cuando se habla de sexting. Para algunas parejas jóvenes puede fortalecer la intimidad y la confianza, además de ser una vía de autoconocimiento y afirmación de la identidad sexual, lo que ha favorecido su creciente normalización. Sin embargo, en ocasiones, los riesgos pesan más en la balanza.
Cuando no existe consentimiento, las consecuencias pueden ser devastadoras a nivel psicológico y social, causando ansiedad, depresión, ciberacoso o juicios sociales, entre otros. Además, las chicas suelen enfrentarse a un escrutinio social más severo, lo que refuerza las desigualdades de género presentes en este fenómeno.
– Tres perfiles de comportamiento en torno al ‘sexting’
Los primeros resultados de nuestra reciente investigación sobre el impacto del sexting, con una muestra representativa de 3 818 adolescentes y jóvenes españoles de 14 a 25 años, revelan tres perfiles de comportamiento:
- El perfil de “no implicación” agrupa a quienes no realizan sexting, el 58,1 % de adolescentes y jóvenes.
- El perfil de “implicación consentida” corresponde a quienes participan principalmente en el envío y recepción consentidos, el 31,5 %.
- El perfil “implicación consentida y no consentida” representa a quienes participan en todas las conductas, con y sin consentimiento: el 10,5 %.
En particular, es este último perfil el que presenta una peor calidad de vida y mayores niveles de depresión, ansiedad, estrés y creencias de doble estándar sexual. Esto refleja que, aunque tengan experiencias consensuadas, la implicación en el sexting sin consentimiento tiene un impacto mucho mayor en su bienestar.
– Educar sin miedo y dialogar con libertad

El sexting en adolescentes es una realidad que no se puede ignorar ni reducir a simples advertencias de “no lo hagas”.
No se trata de prohibir, sino de educar con un enfoque que combine información, seguridad digital y conciencia social.
Las estrategias preventivas deben centrarse en fomentar el pensamiento crítico, el consentimiento, la ética sexual y el uso responsable de la tecnología, yendo más allá del miedo y el castigo.
Es fundamental también abordar las desigualdades de género, evitando culpar a las chicas y promoviendo una cultura de equidad en el ámbito digital.
Solo a través de un diálogo abierto y libre de estigmas, podremos ayudar a adolescentes y jóvenes a tomar decisiones y construir relaciones digitales más seguras, igualitarias y saludables.
nuestras charlas nocturnas.
Opinión: Todavía no sabemos la verdad sobre la covid…

The New York Times(Z.Tufeczi) — Desde que los científicos empezaron a hacer pruebas con patógenos peligrosos en los laboratorios, el mundo ha sufrido cuatro o cinco pandemias, según cómo se cuente. Una de ellas, la gripe rusa de 1977, fue provocada casi con toda seguridad por un error de investigación. Algunos científicos de Occidente sospecharon rápidamente que el extraño virus estuvo en el congelador de laboratorio durante un par de décadas, pero se mantuvieron casi en silencio por miedo a herir susceptibilidades.
Sin embargo, en 2020, cuando algunas personas empezaron a especular con la posibilidad de que un accidente de laboratorio hubiera sido la chispa que inició la pandemia de COVID-19, se les trató de chiflados y cascarrabias. Muchos funcionarios de salud pública y científicos destacados desecharon la idea como una teoría conspirativa, insistiendo en que el virus había surgido de animales que estaban en un mercado de mariscos localizado en Wuhan, China.
Y cuando una organización sin fines de lucro llamada EcoHealth Alliance perdió una subvención porque planeaba realizar una arriesgada investigación sobre los virus de los murciélagos con el Instituto de Virología de Wuhan —un estudio que, de haberse realizado con normas de seguridad laxas, podría haber desencadenado la filtración de un peligroso patógeno en el mundo—, nada menos que 77 premios Nobel y 31 sociedades científicas se alinearon para defender a la organización.
Así pues, la investigación de Wuhan era totalmente segura, y la pandemia fue causada sin duda por transmisión natural: ciertamente parecía un consenso.
Sin embargo, posteriormente nos hemos enterado de que, para promover la apariencia de consenso, algunos funcionarios y científicos ocultaron o subestimaron hechos cruciales, engañaron al menos a un periodista, orquestaron campañas de voces supuestamente independientes e incluso compararon notas sobre cómo ocultar sus comunicaciones para evitar que el público se enterara de toda la historia.
Y en cuanto a la investigación de ese laboratorio de Wuhan, los detalles que han salido a la luz desde entonces muestran que las precauciones de seguridad podrían haber sido aterradoramente laxas.
Cinco años después del inicio de la pandemia de la covid, es tentador pensar que todo esto es historia antigua. Hemos aprendido la lección sobre la seguridad en los laboratorios —y sobre la necesidad de ser francos con el público— y ahora podemos pasar a nuevas crisis, como el sarampión y la gripe aviar en evolución, ¿verdad?
Error. Si alguien necesita convencerse de que la próxima pandemia está a solo un accidente de distancia, debería leer un reciente artículo publicado en Cell, una prestigiosa revista científica. Los investigadores, muchos de los cuales trabajan o han trabajado en el Instituto de Virología de Wuhan (sí, la misma institución), describen la toma de muestras de virus encontrados en murciélagos (sí, el mismo animal) y la experimentación para ver si podrían infectar células humanas y suponer un riesgo de pandemia.
Parece el tipo de investigación que debería realizarse —si es que se realiza— con los protocolos de seguridad más estrictos, como Ian Lipkin y Ralph Baric comentaron en un reciente ensayo invitado.
Pero si te desplazas hasta la página 19 del artículo de la revista y entrecierras los ojos, te enteras de que los científicos hicieron todo esto en lo que ellos llaman condiciones “BSL-2 plus”, una designación que no está estandarizada y que Baric y Lipkin dicen que es “insuficiente para trabajar con virus respiratorios potencialmente peligrosos”.
Si un solo trabajador de laboratorio inhalara involuntariamente el virus y se infectara, no se sabe cuál podría ser el impacto en Wuhan, una ciudad de millones de habitantes, o en el mundo.

Uno pensaría que a estas alturas ya habríamos aprendido que no es buena idea comprobar posibles fugas de gas encendiendo un cerillo.
Y uno esperaría que las prestigiosas revistas científicas hubieran aprendido a no recompensar una investigación tan arriesgada.
¿Por qué no hemos aprendido la lección?
Quizá porque ahora es difícil admitir que esta investigación es arriesgada y tomar las medidas necesarias para mantenernos a salvo sin también admitir que siempre fue arriesgada.
Y que quizás nos despistaron a propósito.
Tomemos el caso de EcoHealth, esa organización sin fines de lucro que muchos de los científicos saltaron a defender.
Cuando Wuhan experimentó un brote de un nuevo coronavirus relacionado con los que se encuentran en los murciélagos y los investigadores pronto se dieron cuenta de que el patógeno tenía la misma característica genética rara que la EcoHealth Alliance y los investigadores de Wuhan habían propuesto insertar en los coronavirus de los murciélagos, cabría pensar que EcoHealth haría sonar la alarma a lo largo y ancho.
Pero no fue así. Si no fuera por las solicitudes de registros públicos, las filtraciones y las citaciones, el mundo nunca se habría enterado de las inquietantes similitudes entre lo que fácilmente podría haber estado ocurriendo dentro del laboratorio y lo que se estaba propagando por la ciudad.
O tomemos la historia real que hay detrás de dos publicaciones muy influyentes que, bastante pronto en la pandemia, tacharon de infundada la teoría de la filtración del laboratorio.
La primera fue un artículo de marzo de 2020 en la revista Nature Medicine, escrito por cinco destacados científicos, en el que se declaraba que no era plausible ningún “escenario basado en el laboratorio” para el virus pandémico. Pero más tarde supimos, gracias a citaciones del Congreso de sus conversaciones de Slack, que aunque los científicos dijeron públicamente que el escenario era inverosímil, en privado muchos de sus autores consideraban que el escenario no solo era verosímil, sino probable.
Uno de los autores de ese artículo, el biólogo evolutivo Kristian Andersen, escribió en los mensajes de Slack: “Es terriblemente probable que la versión de que esto se escapó de un laboratorio sea lo que haya sucedido porque ya estaban haciendo este tipo de trabajo y los datos moleculares son totalmente coherentes con ese escenario”.
Asustados, los autores pidieron consejo a Jeremy Farrar, ahora científico jefe de la Organización Mundial de la Salud. En su libro, Farrar revela que compró un teléfono desechable y organizó reuniones para ellos con funcionarios de alto rango, como Francis Collins, entonces director de los Institutos Nacionales de Salud, y Anthony Fauci.
Los documentos obtenidos a través de solicitudes de registros públicos por la organización sin ánimo de lucro US Right to Know muestran que finalmente los científicos decidieron seguir adelante con un artículo sobre el tema.
Actuando entre bastidores, Farrar revisó su borrador y sugirió a los autores que descartaran de manera aún más directa la filtración del laboratorio. Ellos accedieron.
Más tarde, Andersen declaró ante el Congreso que simplemente se había convencido de que una fuga de laboratorio, aunque teóricamente posible, no era plausible. Registros de chat posteriores obtenidos por el Congreso muestran a los autores principales del artículo discutiendo sobre cómo engañar a Donald McNeil Jr. quien reportaba sobre el origen de la pandemia para The New York Times, con el fin de despistarlo sobre la plausibilidad de una filtración de laboratorio.
La segunda publicación influyente que descartó la posibilidad de una fuga de laboratorio fue una carta publicada a principios de 2020 en The Lancet. La carta, que calificaba la idea de teoría conspirativa, parecía obra de un grupo de científicos independientes. Era cualquier cosa menos eso.

Gracias a la solicitud de documentos públicos por parte de US Right to Know, la opinión pública supo más tarde que, entre bastidores, Peter Daszak, presidente de EcoHealth, había redactado y difundido la carta mientras elaboraba estrategias para ocultar su rastro y decía a los firmantes que “no será identificable como procedente de ninguna organización o persona”.
The Lancet publicó posteriormente un apéndice en el que revelaba el conflicto de intereses de Daszak como colaborador del laboratorio de Wuhan, pero la revista no se retractó de la carta.
Y tuvieron ayuda. Gracias a más solicitudes de registros públicos y citaciones del Congreso, el público se enteró de que David Morens, asesor científico principal de Fauci en los Institutos Nacionales de Salud, escribió a Daszak que había aprendido a hacer “desaparecer correos electrónicos”, especialmente correos sobre el origen de la pandemia.
“Todos somos lo bastante inteligentes para saber que nunca debemos tener armas humeantes, y si las tuviéramos no las pondríamos en los correos electrónicos y si las encontráramos las borraríamos”, escribió.
No es difícil imaginar cómo pudo empezar el intento de acallar el debate legítimo. Algunos de los defensores más ruidosos de la teoría de las filtraciones de laboratorio no solo hacían indagaciones sinceras; actuaban de pésima fe, utilizando el debate sobre los orígenes de la pandemia para atacar a la ciencia legítima y beneficiosa, para inflamar la opinión pública, para llamar la atención.
Para los científicos y los funcionarios de salud pública, atrincherarse y vilipendiar a quien se atreviera a disentir podría haber parecido una estrategia de defensa razonable.
Por eso también puede resultar tentador para esos funcionarios o para las organizaciones a las que representan evitar examinar demasiado de cerca los errores que cometieron, las maneras en que, al intentar hacer un trabajo tan difícil, podrían haber ocultado información relevante e incluso engañado al público.
Ese autoescrutinio es especialmente incómodo ahora, cuando un niño no vacunado ha muerto de sarampión y desde la cúpula del gobierno federal se están soltando tonterías antivacunas.
Pero un esfuerzo torpe y equivocado como este no solo fracasó, sino que salió por la culata. Estas medias verdades y engaños estratégicos facilitaron que personas con los peores motivos parecieran dignas de confianza, al tiempo que desacreditaban a importantes instituciones en las que muchos trabajan seriamente por el interés público.
Después de que unos cuantos periodistas tenaces, una pequeña organización sin fines de lucro que tramitaba solicitudes de Libertad de Información y un grupo independiente de investigadores sacaran a la luz estos problemas, seguidos de una investigación del Congreso, el gobierno de Joe Biden finalmente prohibió a EcoHealth recibir subvenciones federales durante cinco años.

Es un comienzo. La CIA actualizó recientemente su evaluación de cómo empezó la pandemia de la covid, juzgando que una fuga de laboratorio fue el origen probable, aunque con un nivel de confianza bajo. El Departamento de Energía, que dirige laboratorios sofisticados, y el FBI llegaron a esa conclusión en 2023.
Pero sin duda hay más preguntas que los gobiernos e investigadores de todo el mundo deben responder. ¿Por qué el público alemán ha tardado hasta ahora en enterarse de que, ya en 2020, su Servicio Federal de Inteligencia avaló el origen de una fuga de laboratorio con una probabilidad del 80 al 95 por ciento? ¿Qué más se nos sigue ocultando sobre la pandemia que hace media década cambió todas nuestras vidas?
A día de hoy, no hay ninguna evidencia científica sólida que descarte una filtración de laboratorio o que demuestre que el virus surgió del contacto entre humanos y animales en ese mercado de marisco. Los pocos trabajos citados sobre el origen del mercado fueron escritos por un pequeño grupo de autores que se repetían, incluidos quienes no dijeron al público la gravedad de sus dudas.
Solo una conversación sincera nos hará avanzar. Como cualquier campo con potencial para infligir daños a escala mundial, la investigación con patógenos peligrosos y potencialmente supertransmisibles no puede dejarse en manos de la autorregulación o de normas laxas y fáciles de esquivar, como ocurre ahora. El objetivo debe ser un tratado internacional que rija la bioseguridad, pero no tenemos que quedarnos congelados hasta que aparezca uno.
Las principales revistas podrían negarse a publicar investigaciones que no se ajusten a las normas de seguridad, del mismo modo que rechazan las investigaciones que no se ajustan a las normas éticas. Los financiadores —ya sean universidades, empresas privadas u organismos públicos— pueden favorecer los estudios que utilicen métodos de investigación como pseudovirus inocuos y simulaciones por ordenador.
Estas medidas por sí solas ayudarían a desincentivar este tipo de investigación peligrosa, aquí o en China. Si alguna investigación arriesgada es realmente insustituible, debería realizarse en las condiciones de seguridad más estrictas y lejos de las ciudades.
Puede que no sepamos exactamente cómo empezó la pandemia de la covid, pero si las actividades de investigación estuvieron implicadas, eso significaría que dos de las últimas cuatro o cinco pandemias fueron causadas por nuestros propios percances científicos. No hagamos una tercera.
nuestras charlas nocturnas.
Sobre la pereza (fragmentos de un diálogo interior)…

JotDown(CFrabetti) — La pereza no es la madre de todos los vicios porque les brinde el tiempo necesario para su desarrollo, como creen quienes confunden el trabajo con la virtud, sino porque constituye su materia prima, porque es su principal ingrediente. Los vicios lo son sobre todo por omisión, y las omisiones suelen ser perezosas.
¿Seguro? No parece que la gula sea la expresión dietética de la pereza. La gula es más bien hiperactividad gastronómica, y la pereza, por el contrario, se correspondería con el ayuno, la inapetencia, la anorexia… Análogamente, la pereza sexual no sería la lujuria, que suele ser compulsiva e incluso frenética, sino la abstinencia. Y la avaricia no es pereza en el gastar, sino avidez en el acumular.
Eso es cierto en lo anecdótico, pero erróneo en lo sustancial: es una visión perezosa de la pereza.
¿Acaso la pereza no es la evitación del esfuerzo?
Es una definición insuficiente. No llamamos perezoso a quien arrastra una maleta con ruedas en lugar de cargársela al hombro. La pereza es, en todo caso, la evitación del esfuerzo necesario o, cuando menos, provechoso. Si alguien dejara de comer por no esforzarse en mover las mandíbulas, podríamos hablar de ayuno perezoso; pero no suele ser ese el caso. Es el guloso quien no hace el positivo esfuerzo de controlar su apetito.
Tal vez no lo considere positivo. Tal vez considere más positivo comer hasta saciarse.
Si alguien considerara realmente que la satisfacción de sentir el estómago más lleno de lo debido es mayor que la de disfrutar de un cuerpo saludable, en ese caso, y solo en ese, la gula no sería pereza.
En cuanto a la avaricia, es flagrante pereza existencial. El dinero es mera potencialidad: puedes cambiarlo por comida, ropa, libros…, pero no puedes comerlo, ni ponértelo, ni leerlo; puedes convertirlo en regalos o ayudas para los demás, en ocasiones de encuentro y participación… Pero el dinero en sí mismo no es nada. El avaro toma la potencia por el acto, y su grosera metonimia representa la suma pasividad.
¿Y la lujuria? ¿Por qué es una manifestación de la pereza?
Porque es evitación del esfuerzo emancipador. Te formas en el interior de tu madre, que es tu casa y tu sustento. Luego ella te expulsa de su seno, pero sigue siendo tu sustento. Más tarde deja de ser tu sustento, pero sigue dándote casa y sustento. Y por fin, al cabo de los años, aprendes a vivir y a alimentarte por ti mismo, eres tu propia casa y tu propio sustento.
Y el narcisista amor infantil se convierte —aunque no siempre— en verdadero afecto filial. Que no está hecho de necesidad sino de gratitud, y que, por ende, supera la dependencia. Mientras que el amor al uso, el amor romántico, heredero directo del apego infantil, necesita y depende.
Es un asno, un cuadrúpedo, y sus cuatro patas son la libido, la lactancia (la lactancia, sí: el enamorado al uso —al abuso— es un mamón), el orgasmo y el miedo. El amor romántico es la lujuria por excelencia, el apetito desordenado, el desaforado deseo de devorar entera a otra persona.
Las demás manifestaciones de la lujuria solo son los rebuznos del asno; el amor romántico es su mordisco feroz, su coz ciega. El amor romántico es cobardía y pereza, cobardeza: la cobarde evitación del esfuerzo de crecer, la mórbida añoranza de la morbidez del claustro materno.
Querer a alguien exige valor y esfuerzo.

Querer de verdad exige valor y esfuerzo, sí. Ah, Seigneur, donnez-mois la force et le courage…
Pero el enamoramiento romántico tiene poco que ver con querer de verdad: es como el cariño de un niño, es cariño niño, es miedo y apetito; tiene que crecer mucho y renunciar a la omnipotencia infantil, a la insaciabilidad infantil, para convertirse en verdadero afecto, en amistad desnuda.
¿Y la soberbia? La soberbia es osada y activa, no puede ser cobardeza.
La cobardía y la pereza no siempre son evidentes, e incluso pueden disfrazarse de arrojo y laboriosidad.
Como en el caso del escritor que se afana por destacar, por ser «alguien», por desmarcarse de la grey («egregio», que debería ser sinónimo de marginado o antisocial, se ha convertido en un elogio).
En nuestra sociedad ferozmente competitiva se habla con desprecio del rebaño y de la manada, emblemas de la solidaridad (piensa en los búfalos que forman un círculo para defenderse de los depredadores, en los lobos que cazan en equipo…).
Y la mayoría de los escritores se dejan arrastrar cobardemente, perezosamente, por esa soberbia individualista, por ese soberbio individualismo que tan útil les resulta a los opresores. No quieren escribir bien, sino mejor que sus colegas o, cuando menos, de forma distinta. Más que la eficacia, la precisión, la claridad, buscan la «originalidad» y la «elegancia».
El «estilo», en una palabra, en el mal sentido de la palabra. No el verdadero estilo, que consiste en burlar las acomodaticias expectativas del lector, como nos recuerda Jakobson, sino ese supuesto estilo personal que te hace reconocible y «distinguido», es decir, distinto.
No es casual que esa cumbre de la narrativa universal que es el Quijote sea una obra estilísticamente «descuidada»: Cervantes tenía demasiadas cosas que decir como para distraerse escuchando su propia voz.
Todo lo contrario que esos escritorzuelos falsamente esforzados que dedican un día entero a pulir una página, buscando en la supuesta «perfección formal» un remedio para la mediocridad, un envoltorio atractivo para sus bagatelas. Más que luminosos, la mayoría de los escritores quieren ser brillantes; más que profundos, llamativos.
Más que comprendidos y amados, como pedía Chateaubriand, quieren ser conocidos y admirados. Dicen que desean cambiar el mundo, y lo que desean es cambiar de estatus. Por eso el escritor ha de nadar contra la corriente (contra la avasalladora mainstream), ha de esforzarse sin cesar para no dejarse llevar por la soberbia, la ociosa hibris que anima su afán demiúrgico.
¿Afán demiúrgico?
Puesto que el lenguaje es la segunda creación del mundo, la pretensión de crear con el lenguaje es arrogarse un atributo divino, o metadivino. Y si el escritor siempre ha de ser consciente de ello si no quiere ser un mero juguete de sus bajas pasiones (o de las altas, que son las más peligrosas), lo ha de ser doblemente cuando escribe sobre sí mismo. Ha de esforzarse al máximo por hacer lo contrario de lo que confiesa Borges en el epílogo de El Hacedor:
Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
El escritor que escribe sobre sí mismo ha de intentar hacer justo lo contrario: un autorretrato que sea un mapa del mundo (o de alguna de sus regiones). Un mapa inevitablemente sesgado e incompleto, pero que, cuando menos, invite a quien lo consulte a reflexionar sobre su propia incompletitud. Y a dibujar su propio mapa, aunque solo sea mentalmente.
¿Y la envidia? ¿Y la ira?
La envidia es la frustración de la soberbia. Es soberbia enmohecida, avinagrada, putrescente.
Y la ira es, por definición, incontinente, y la incontinencia es la perezosa omisión del autocontrol.
¿Y qué hay del derecho a la pereza?
No hay que confundir el rechazo del trabajo impuesto con la elusión del esfuerzo necesario.
Oponerse a un sistema que nos obliga a malgastar la vida en tareas no elegidas ni deseadas requiere valor y energía, mientras que la sumisa aceptación del orden establecido es la máxima indolencia.
nuestras charlas nocturnas.
Las ciudades situadas a mayor altitud presentan más casos de melanoma…

The Conversation(H.Oliveros) — El melanoma es un tipo de cáncer de piel que puede ser grave si no se diagnostica a tiempo. Esta enfermedad, potencialmente muy agresiva, se caracteriza por originarse en los melanocitos (células de la piel encargadas de la producción la melanina) y comúnmente encuentra su origen en pacientes que se exponen mucho tiempo al sol.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se producen entre dos y tres millones de casos de cáncer de piel en todo el mundo y que el melanoma, el más peligroso y menos frecuente, representa unos 132 000 de esos diagnósticos.
– El riesgo aumenta en la alturas
Generalmente, como decíamos más arriba, asociamos el aumento del riesgo a la exposición al sol en las playas, pero en el estudio Incidencia y supervivencia de los pacientes con melanoma en Colombia, realizado por investigadores de la Universidad de La Sabana, hemos comprobado que el riesgo se incrementa también en las poblaciones situadas a mayor altitud, factor que ya habían apuntado otros trabajos.

Así, en lugares como Bogotá –a 2 640 metros sobre el nivel del mar–, es una variable ambiental que contribuye a aumentar la incidencia (véase el gráfico).
Debemos tener en cuenta que la radiación ultravioleta se acentúa con la altitud y la cercanía a la línea ecuatorial.
Para llegar a esta conclusión, recurrimos a datos del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO) y tuvimos en cuenta los 5 255 diagnósticos nuevos de melanoma presentados en 2019 en Colombia.
Además, en el análisis se tuvieron en cuenta características demográficas (edad, sexo y lugar de residencia, entre otras), clínicas (17 comorbilidades o enfermedades coincidentes con el melanoma) y de mortalidad.
El proceso completo tomó un año, ya que era necesario filtrar de forma individual cada caso. Por ejemplo, en el factor de mortalidad, se evaluó uno a uno si la causa de muerte correspondía realmente al diagnóstico.
Finalmente, nuestro estudio incluyó la totalidad de la población del territorio colombiano y estableció una incidencia de 22 casos por cada 100 000 habitantes al año.
Hasta ahora, este dato no se había reportado por dos razones:
En primer lugar, porque los estudios anteriores habían tenido lugar en poblaciones muy locales con menor número de habitantes.
Y en segundo lugar, porque el aumento del conocimiento de la comunidad sobre el cáncer de piel probablemente ha contribuido a que se diagnostique el melanoma con mayor frecuencia y de manera temprana. Esto concuerda con que el 46 % de los casos estaban “in situ” (sin invasión a otros tejidos).
– Otros datos relevantes
Si bien a nivel mundial las estadísticas indican que el melanoma se presenta con mayor frecuencia en hombres, nuestro estudio permitió identificar que en Colombia este tipo de cáncer estaba más presente en las mujeres. No obstante, a partir de los 75 años la estadística cambia y se alinea con la tendencia global.

Además, los datos muestran que entre los jóvenes se registra mucho menos incidencia (6 casos o menos) que en la población con más edad (hasta 110 casos).
La causa de que las personas mayores sean más propensas a sufrir la patología se debe a factores como la exposición a la luz solar y, en especial, a las quemaduras solares repetidas que ocurrieron a lo largo de su vida.
Así mismo, existen factores adicionales como el deterioro del sistema inmunológico, ya que el envejecimiento disminuye la capacidad de detectar las células que se han vuelto cancerosas.
Otro factor de riesgo es el tipo de piel: las personas de piel blanca y ojos claros (fototipos I y II) presentan una mayor susceptibilidad que las personas de fototipo IV o piel oscura como la que poseen los afrodescendientes.
Por el momento, estudiar estas variables puede servir para crear campañas de prevención y promoción de la salud con base en la evidencia y guiar al público en mecanismos de cuidado y prevención de su rutina diaria.
– Cuatro consejos para prevenir el cáncer de piel
Protegerse de los rayos solares y romper el mito de que el riesgo es mayor en lugares tropicales es imprescindible, por lo que es importante seguir las siguientes recomendaciones:
- Siempre debe tenerse presente qué tipo de protector solar usar poniendo en consideración la composición del producto y lo que recomiende su dermatólogo o médico de cabecera.Aquellos bloqueadores de factor 50 en adelante son los más recomendados. De ser posible, hay que aplicarlos cada 2 o 3 horas, con independencia que estemos en espacios abiertos o cerrados, pues las luces de pantallas también pueden generar lesiones en la piel y los rayos UV pueden filtrarse por las ventanas. Debemos recordar, además, que las personas de piel blanca son más susceptibles a las quemaduras.
- Utilizar gorras o prendas con tejidos que protegen de los rayos UV. Por ejemplo, los tejidos con menor número de orificios o más apretados y aquellos fabricados con materiales naturales como el algodón y que han sido reforzados con productos específicos tienen mayor grado de protección, como asegura la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG)
- Evitar la exposición prolongada al sol, sobre todo en el rango de 11:00 AM a 3:00 PM, cuando suele haber mayor intensidad de los rayos UV.
- Hidratarse y aumentar el consumo de agua puede puede servir como factor protector para la piel.
nuestras charlas nocturnas.
La fórmula mágica que sana al corazón herido…

Meer(M.P.G.García) — Nuestros pensamientos, fruto de nuestras experiencias y estudios que enseñan a razonar sobre la vida.
Muchas veces cuando hablamos lo hacemos sin pensar en el alcance y el poder que tienen las palabras que vamos a decir.
Nuestros pensamientos son fruto de nuestras experiencias, de nuestros estudios que nos enseñan a razonar sobre la vida.
Es importante que cuando hablemos con alguien sea el cariño y la empatía la que nos lleve a decir las palabras acertadas, que sean palabras consoladoras, que ayuden a sanar corazones que transmitan la energía positiva tan necesaria para ayudar a afrontar los problemas de la vida.
Es hermoso que en nuestros momentos de angustia nos dediquen una frase de consuelo. Hay problemas pequeños que el punto de vista de un amigo te puede ayudar a resolver, o simplemente a cambiar tu actitud para superarlo.
Por eso es muy importante saber escuchar con atención lo que te dicen antes de hablar, solo así nuestras palabras serán acertadas y valiosas. Cuantas veces personas sin alma nos han herido con crueldad bien porque nos querían hacer daño, o por su poca sensibilidad al hablarnos, las palabras a veces son puñales que se clavan muy adentro del corazón y su herida es muy difícil de sanar.
Otro de los valores más estimables y que se debe reivindicar es el silencio.
Hay momentos dramáticos en que las palabras están demás, porque ya no hay consuelo posible y las palabras son insuficientes, es entonces cuando el silencio es la mejor opción, pero que sea un silencio acogedor, compasivo, que aproxime corazones y que cree unos lazos de unión y solidaridad entre las personas, que las haga sentir que no están solas ante su dolor que existe una mano amiga que estrechar y un hombro compasivo en el que apoyarse.
Evitemos siempre ser hirientes o hablar sin pensar, pensemos que el lenguaje y la comunicación entre los hombres es el tesoro más valioso que tenemos para sembrar la concordia y La Paz.
Tristes guerras
sino es amor la empresa.
Tristes, Tristes.Tristes armas
si no son las PALABRAS.
Tristes, tristes.Tristes hombres
Sino mueren de amores
Tristes, tristes…(Miguel Hernández)
Para que exista la armonía y la paz entre las personas hay que respetar los derechos de todos por encima de los intereses de unos pocos, y es muy importante respetar la libertad de opinión.
Que las palabraa pueden expresar nuestra ideas y opiniones pero siempre considerando al otro y sin querer imponer por la fuerza nuestra forma de pensar.

– El poder de las palabras
Estamos hechos de palabras.
Las hemos ido sacando al azar de un saco oscuro,
donde pelean por agarrarse a nuestros dedos
para salir a la superficie.
Son aquellas palabras
enfebrecidas por la pasión,
ebrias de celo y odio,
las que pisan a las demás
y consiguen llegar al exterior las primeras.Enseguida se lanzan a las plazas rebosantes de gente
y siembran alfileres que se clavan en las espaldas.
Su halo es de violeta y sangre.
Hieren los pies de los que deambula sin rumbo
por los caminos polvorientos.Su eco es ronco como la tempestad,
atraviesa ríos torrenciales, mares agitados
y permanece a flote.Contienen agujas lacerantes,
henchidas de orgullo y maldad
para atravesar los corazones
de los que imploran piedad.
Existen también otras palabras
que están habitadas por una luz cobalto,
cuando salen de los labios
los dejan de color azul,
porque están hechas de nubes de algodón,
saltan de boca en boca
y van dejando un reguero de azúcar.Son palabras dulces
porque el amor habita en ellas,
penetran en las venas
y calman el río agitado de su pálpito.
Convierten en primavera temprana
el rostro avejentado por el vacío de la ausencia,
haciendo brotar gotas temblorosas de emoción.(María Pilar Galán)

– Elogio a la poesía
Los labios de los poetas saben a fresa y almizcle,
su corazón desprende olor a jazmín y lavanda
para que llegue a todos los confines.
A veces su voz resuena oscura y honda
sumergida en las olas de un océano profundo,
inundado de rostros demacrados y lívidos por los azotes
del viento de la injusticia y la rebelión
en un lugar donde jamás llega la luz.En ocasiones sus versos
son mensajeros del canto del ruiseñor,
con una rama de rosal en el pico
donde lleva oculto el enigma del devenir de los astros.
Se alzan victoriosos en noches de plenilunio
para descubrir los símbolos del universo,
enganchados a la cola de un cometa.Los poetas poseen ojos omnipotentes
que saben traspasar el azogue de los espejos.
Y donde los otros sólo ven el armario de luna,
ellos se saben adentrar en el laberinto del dolor,
donde el minotauro de dientes verdes
amenaza con salir apenas abramos la puerta.
Las manos de los poetas están cuajadas
de perlas que rescataron de las pocilgas
antes de ser devoradas por los cerdos.Cuando abren sus dedos se desbordan
los versos sueltos de un poema,
para arrullar a los niños que se esconden
bajo las sabanas para no ser devorados por las sierpes.(María Pilar Galán)
– Fortaleza
Nuestros oídos segarán las palabras. que como la mala hierba llega hasta. el tímpano y sube a las sienes
para golpear como un yunque lacerante.Seremos de piedra para que los desafíos
de la vida no hagan mella en nosotros.
Seremos de hielo para que el fuego abrasador
de la injuria y la calumnia no nos devore.Seremos juncos que se doblen frente
a los vientos huracanados de la ira.
Pero tan resistentes
que soportaremos el envite del escarnio
con fuerza y estoicismo
para resurgir más esbeltos.(María Pilar Galán)
nuestras charlas nocturnas.
Trama: Tres poemas y un ticket de ida…

Meer(D.V.Jimenez/N.Cisternas) — Era un viernes por la noche, como tantos durante mi época universitaria. Nos reunimos en el taller de pintura de mi padre, Mario Cisternas. Allí, entre amigos, discípulos suyos, invitados y personajes de distintas generaciones tomábamos vino y fumábamos, era una pequeña gestalt. Nos sentamos alrededor suyo y nos leyó “Walking Around”, un poema de Pablo Neruda del libro Residencia en la tierra II, escrito entre 1933 y 1935.
La lectura fue una actuación hipnótica con voz de actor de teatro, ya que en su juventud había sido acomodador del teatro Municipal y se impregnó de las interpretaciones que ahí vivió repetidas veces. Nos envolvió e hizo viajar a la mayoría. Cada uno construyó y recorrió esa ciudad inhóspita, y alienante hasta el tedio. La voz iba exaltando en mi la semántica del poema acompañada del histrionismo del lector. Estos son algunos fragmentos:
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño.Por eso el día lunes arde como el petróleo,
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Terminó la lectura con las palabras “Lentas lágrimas sucias”. Luego vinieron los aplausos por la revelación e interpretación de mi padre. Continuó la conversación entorno a “Walking Around”, algunos ya lo conocían, conversamos de otras cosas, más vino poesía y virtud. Ese poema me hizo sentir cada una de sus imágenes, con su ritmo de martillo.
Nunca más volvería a caminar por el barrio Brasil sin sentir el poema. Podía percibir esa atmósfera en momentos de hastío de finales de otoño. En mi habitación había una lámpara y libros, y cuando llovía las goteras rebotaban en las ollas sobre los pies de la cama. La vista daba a la calle de una casa antigua estilo poscolonial de adobe, con un bello pasado.
No era una pensión con nombre, había llegado hasta ahí preguntando por la calle, en los comercios de los alrededores. La elegí porque me quedaba a un par de cuadras de la Universidad. Fue la primera vez que viví solo, sin nadie conocido, otros pasajeros con destinos diferentes donde coincidimos.
Era una casa oblonga que tenía dos patios interiores con baldosas cuadriculadas, blanco con negro rodeada por cristaleras, de madera pintada de blanco, que se transformaba en un pasillo con un cuarto entre los patios. Las habitaciones estaban dispuestas a los costados. Había plantas y en el centro el desagüe, era a cielo descubierto, para terminar en un patio largo de unos 100 metros con dos pequeños perros que eran una pareja, Socías y Juanita. Él era de color negro, ella más pequeña de color blanco y ocre, ambos de patas cortas. Parecían perros de circo, muy entusiastas.
Al aparecer por el porche, como un rito, los dos perros me traían la pelota de goma. Se las tiraba lo más lejos posible, hasta la higuera del fondo, ellos corrían como perros de caza. Él siempre llegaba primero a la pelota porque era más grande y rápido, pero al cogerla ella le hacía unos movimientos corporales que despertaban la libido del perro, terminaba soltando la pelota por el entusiasmo. Ella recogía la presa y me la traía, una y otra vez el mismo final. Me fui de esa casa porque la demolieron para construir un edificio. Así el barrio Brasil, sufrió de la falta de protección del patrimonio, el costo del progreso.
El poema “La ciudad” de Konstantino Kavafis me lo encontré unos años más tarde cuando estaba haciendo mi práctica profesional como redactor en una empresa de diseñadores, trabajo que conseguí gracias a un tío, después de agotar los contactos. Ese otoño nos separamos con la madre de mi hija, y las cosas estaban confusas. Había sido expulsado del paraíso, arrastraba una familia rota y mi corazón herido. Fui a parar de allegado a la casa de los padres de un amigo que vivía al otro lado de la ciudad, en la ciudad satélite, Maipú. Vivíamos en la casa del patio, había que pasar por un estacionamiento donde vivía, Pimpi, un perro malas pulgas, gordo y viejo, que me perseguía gruñendo para morderme. Nunca me atrapó.

En los largos viajes de ida, desde Maipú al trabajo en Pedro de Valdivia, leía en la micro. La mayoría de las veces viajaba de pie y la distancia podía alargarse más de una hora y media en la hora del taco. Los viajes de regreso del trabajo eran en el crepúsculo hasta llegar al anochecer con las luces de la ciudad encendidas. El invierno avanzaba y la ciudad me mostraba la realidad del transporte público, saturado, asfixiante y sudoroso.
Los vidrios se empañaban por el calor del conjunto y cubrían de gotas las ventanas, lo que aliviaba la falta de calefacción pero no el olor. La gente durmiendo, otros leyendo, algunos escuchando música, aún no se había masificado el celular, era mejor para los que iban sentados soñar.
A finales de mes, nos juntamos en providencia con mi compadre para darnos un homenaje con la paga de redactor. Nos comíamos un sándwich y algunas varias cervezas para celebrar la vida que llevábamos en precario equilibrio, éramos jóvenes. Volvíamos a su casa cuando ya había pasado la hora punta del tráfico, y podíamos irnos sentados, lo que era un lujo.
Ese año pase de la escritura a la fotografía, esa es otra historia que ya contaré. En esa época mi madre me prestó en uno de mis viajes a la costa, El jardín de al lado de José Donoso. El epígrafe comenzaba con el poema “La ciudad” de Konstantin Kavafis:
Dices: “Iré a otra tierra, hacia otro mar,
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos solo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí”.No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
No terminé de leer ese libro, me pasaba el tiempo pensando y escribiendo poemas con la intención de cambiar de vida, de ciudad, esperando lo que llegaría años más tarde. Ahí nuevamente la ciudad iría siempre en mí, unos meses antes yo había escrito:
Otoño 26 de abril 1995
Nuevamente, el viento sopla con fuerza, levantando hojas, papeles y envoltorios plásticos en sucios remolinos. En la estación de trenes llega el tercer tren de la tarde, y aún no he decidido hacia dónde ir. Inmóvil, contemplo a la gente. Su ritmo es frenético en comparación con mi reloj que atrasa y atrasa; hay encuentros fugaces de parejas, abrazos rápidos, miradas cargadas de otros lugares. Todos parecen tener un lugar al que dirigirse.
Sigo pensando a dónde ir, espero una señal, mientras en una banca del costado del interior de la estación un guardia despierta a un vagabundo y lo expulsa.
No quiero volver a verte por aquí de nuevo…
El vagabundo se va lentamente y desaparece resignado, del otro lado en los andenes los pasajeros descienden del tren. Pienso que los trenes, son cinemáticos, recorren su trayecto fotograma a fotograma, mostrando el paisaje en movimiento. Me pregunto mirando las figuras bajar y avanzar hacia la salida: ¿De dónde vienen y hacia dónde van? ¿Habrá alguien esperándolos?
En mi mente, trazo un mapa de colores que definen los puntos cardinales. Al norte, amarillo, el desierto pétreo, escultóricas rocas profundas, ondulantes, los ocres del paisaje infinito estrellado. Al sur, verde, con sus bosques impenetrables, selvas húmedas, lagos, montañas y volcanes nevados.
Al poniente, azul, la costa infinita, el mar inquieto, las nubes pintadas de rojo, los arreboles del ocaso y los pájaros que surcan el horizonte. Y al oriente, blanco, la cordillera imponente, ríos que descienden y montañas que, quizás, ocultan una isla para habitar.
De pronto, la indecisión se ve de color verde, pero se acerca el invierno. ¿Estoy preparado para el desierto? ¿El desierto es sólo un paisaje o un estado de ánimo? Me acerco a las taquillas del tren, tengo un destino y el ticket en la mano.
Los paraísos artificiales los guardé en el cajón del velador. El vino se secó en la copa, dejando su costra oscura y los rodales en la mesa. Solo llevo mi cámara fotográfica, mi cuaderno de campo y algunos recuerdos, el resto a quien corresponda. El pitido del tren suena, me siento con mi boleto de ida.
Con el poema “La ciudad” a cuestas, me tomaría aún algunos años más poder cambiar de país. De momento continúe leyendo el libro de Donoso, como dije anteriormente no lo terminé, pero recuerdo el protagonista de la novela Julio Méndez, un escritor chileno en el exilio, que busca reconocimiento, quiere escribir la gran novela chilena sobre el golpe militar, hablando de sus seis días de encarcelamiento.
Enfrenta el rechazo de su agente literaria, Nuria Moclús, y esto provoca su resentimiento y frustración. Lo que desemboca en un bloqueo creativo y finalmente el fracaso producto de su envidia.
Desprecia el fenómeno del boom latinoamericano de la cual forman parte Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y al inventado Marcelo Chiriboga, personaje ficticio que fue creado por José Donoso y retomado por Carlos Fuentes y otros autores, como el mítico personaje de la literatura ecuatoriana. Julio los considera como un invento de oportunistas, apuntando directamente contra Nuria Moclús y los editores catalanes, que le dan al público europeo la versión que estos esperan de una Hispanoamérica folklórica y mágica, como Cien años de soledad.
Un amigo de Julio Méndez, Pancho Salvatierra, le presta su casa en Madrid mientras él se va de vacaciones. Es un piso lujoso, situado en una de las mejores zonas de la ciudad, muy lejos del austero día a día que Julio y su mujer, Gloria, soportan en España. La pareja atraviesa una crisis matrimonial, marcada por el desgaste de los años y las tensiones económicas que han agriado su relación. Lo que antes fue complicidad y deseo ahora es apenas una convivencia silenciosa y llena de reproches.
Desde una ventana de la casa, Julio descubre el jardín de al lado, un espacio casi irreal en su perfección. Allí, una joven mujer casada se baña en una piscina cristalina, el agua reflejando su piel tersa y el brillo de una juventud que para Gloria es ya un recuerdo lejano.
Mientras espía las idílicas escenas del jardín, Julio no puede evitar evocar la casa de sus padres en Chile, donde bellezas rubias tomaban el sol despreocupadamente en lo que parecía una eterna primavera. Aquel jardín y su esplendor le recuerdan lo perdido: no solo la juventud de Gloria, sino también la vida de privilegios que quedó atrás.
En ese entonces la novela se alejaba de mi realidad, yo luchaba en la ciudad por tener un lugar donde vivir y regresé a mi barrio en primavera. Julio Méndez, para mí se victimizaba de su suerte y de no pertenecer al boom, sueña con el éxito y la fama. Me parecía superficial su posición llena de posibilidades. Días antes de perder el libro, premonitoriamente le había arrancado el epígrafe de Kavafis, “La ciudad”.

Hace unos años, recorriendo las calles de Lisboa, me encontré en un bar con el poema “Tabaquería” de Álvaro de Campos. Entendí algunas cosas del portugués, pero quería leerlo en castellano, lo googleé y lo leí, me atrapó desde el principio hasta el final. En el transcurso de la lectura iba imaginando cada escena y pensamiento del poema.
Habían pasado más de veinte años desde que descubrí “Walking Around” y “La ciudad”, que me han acompañado todo este tiempo sin martirizarme, son poemas que son parte de mi imaginario.
“Tabaquería” fue una sorpresa. No pude dejar de asociarlo con los dos poemas anteriores, era una reflexión más profunda y madura, introspectiva, un soliloquio existencial lleno de certezas que siguen siendo dudas en un hombre maduro. El protagonista tiene todos los sueños del mundo.
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe?, ni a uno,
No habrá sino un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay tantos locos deschavetados con
tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas—
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—,
Y quién sabe si realizables,
¿Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de nadie?El mundo es de quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.Hice de mí lo que no supe,
Y lo que pude hacer de mí no lo hice.
Vestí un disfraz equivocado.
Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arrojé y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había quitado.
Arrojé la máscara y dormí en el vestidor
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién pudiera encontrarte como cosas que yo hice,
Y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete con el que tropieza un borracho
O la esterilla que los gitanos roban y no vale nada.Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó en ella.
Lo miro con la incomodidad de la cabeza torcida
Y con la incomodidad de una alma que mal entiende.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Y un día morirá el letrero y también mis versos.
Después morirá la calle donde estuvo el letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como nosotros
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de las cosas como letreros,
Siempre una cosa frente a otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra.
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una ni la otra cosa.
El resto de los días que estuve en Lisboa, el poema me acompañó mientras fotografiaba la ciudad. Lo leí varias veces, sentí que cerraba un círculo con la triada de poemas. Fue como el viaje del héroe, más bien dicho de un antihéroe, un recorrido similar al del pusilánime, y a la vez brillante, protagonista del poema “Tabaquería”, quien tiene los defectos propios de los humanos, que lo acercan, y con el que me reconocí, un espejo donde descubrirse a cierta edad.
Subí por sus cerros edificados, la mayoría con fachadas de azulejos y tejados terracota de tejas con geometrías que dan forma a calles laberínticas, zigzagueantes. En los cuales se repiten las visiones del poema “Tabaquería”.
Recorro paisajes ondulantes, veo edificios en perspectivas irregulares, hay gente paseando, caminando por Alfama, la Baixa, Barrio Alto, Barrio del Chiado o Belem o el barrio Campo de Ourique. Lisboa tiene el aura de Pessoa, el hombre de las máscaras.
En algunas esquinas, el eco de un fado resuena, la voz de Álvaro de Campo cantándole a su alma resignada a su cobardía, que ve reflejada en la monotonía exterior. Las figuras a contraluz suben y bajan de los tranvías amarillos que van hacia el horizonte, sobre la líneas de hierro que brillan con el sol, estas se tuercen para desaparecer en un curva.

Me bajo del tranvía y me siento en un mirador frente al río Tajo. El cielo está azulado, con nubes blancas después de la lluvia de anoche, los barcos se mueven lentamente hacia el atlántico, y otros van entrando río adentro.
Cada uno tiene una ciudad arquetípica, con sus códigos, costumbres y paisajes, que viajan en uno. Únicos, como las almas, nuestro ethos. En este caso, el paisaje de la ciudad se expande y se modifica como predijo Pessoa sobre lo que pasaría con “Tabaquería”, los letreros y sus versos.
Estos tres poemas, son significativos, hicieron eco en mi. La rabia visceral de Neruda, la sentencia de Kavafis, y la metafísica de Pessoa. Los tres se han ido enlazando en el tiempo como una unidad. Se dio la sincronía, en el momento en que moría Fernando Pessoa, se publicó el poema de Pablo Neruda en 1935.
La sensación de hastío, la angustia flotante por todo y por de nada, que son consustanciales a la humanidad, al ser, en algún momento de nuestras vidas se manifiesta. Pero siempre nos quedará un “Ítaca” de Kavafis en nuestro ser. Disfrutemos del viaje, que es corto, y no nos tropecemos en un tapete como el borracho de “Tabaquería”.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar a que Ítaca te enriquezca.
nuestras charlas nocturnas.
Opinión: «La monogamia tiene un propósito político y económico, no afectivo (…) sin ella no le dedicaríamos tiempo al trabajo porque viviríamos de amor en amor»…

BBC News Mundo(M.Zibell) —- Sentado alrededor de una mesa, un grupo de amigos comienza a hablar del amor.
Uno trae a colación un antiguo relato: resulta que en el pasado había seres compuestos por dos personas (con dos sexos, cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros y una cabeza) que desafiaron a los dioses y, por lo tanto, fueron partidos por la mitad. De ahí nuestra constante búsqueda de aquel o aquella que nos complete.
La historia de esa comida donde el amor fue el tema central se llama «El Banquete» y es una de las obras más conocidas del filósofo griego Platón. La antigua creencia se conoce como el mito de los andrónginos y el personaje que la plantea es Aristófanes.
Durante siglos, su relato se utilizó como una alegoría para entender por qué nos enamoramos, qué buscan los amantes en una relación amorosa y cuál es el rol del amor en nuestras vidas.
En su último libro, «El amor es imposible», el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber -autor de obras como «¿Para qué sirve la filosofía?», «Filosofía en 11 frases» y «Filosofía a martillazos»- desmenuza precisamente estas y otras facetas de ese tema que tanto tiempo nos ocupa.
Es una obra provocadora, dividida en ochos tesis filosóficas, en cuya portada aparece Cupido abatido por su propia flecha.
Pero si Cupido ha muerto, ¿quiénes lo han matado? ¿El matrimonio, la monogamia, el poliamor, el desamor, el ideal romántico, Aristófanes? O, en realidad, el amor no ha muerto, solo es imposible, y gracias a esa imposibilidad sobrevive…
BBC Mundo habló con él:
Siempre has tratado de difundir la filosofía entre un público general. ¿Por qué ahora decidiste escribir específicamente sobre el amor?
Básicamente porque en la pandemia di unos cursos online, entre ellos, uno llamado Filosofía del Amor, que me implicó estar un montón de tiempo organizando esas clases y leyendo, y eso me fue provocando este deseo de pensarlo desde otros lugares.
Y una vez que terminé me di cuenta de que tenía un libro.
Lo que me pasa es que hay una forma de vivir eso que (Friedrich) Nietzsche llamaba los grandes valores, que siempre me hizo ruido.
No sé porqué ni a quién responsabilizar de ese ruido: si a mis viejos, si a la educación religiosa que tuve o al hecho de haber nacido en la década del 60, pero desde muy de chico me agarró esta especie de deseo de siempre tratar de encontrarle una vuelta más a las cosas, como se dice popularmente: buscarle la quinta pata al gato.
Con el amor me fue pasando lo mismo, quizás porque nací y me eduqué en un hogar con un padre y una madre que se casaron y vivieron juntos hasta que se murieron, un tipo de hogar con un ideal de amor romántico y administrativo: una familia prototípica.
Y esa experiencia del amor que recibí me generaba mucha frustración. Yo creo que si me hubiese enamorado según el arquetipo tradicional y hubiera sido feliz, por ahí no estaría preguntándome ni hubiera escrito nada.
Pero era tan potente ese ideal romántico que «llevaba puesto» y yo cada vez que me enamoraba la pasaba mal.
Es algo que me pasa también con Dios, o con la verdad; hay idealizaciones que están puestas tan altas que uno lamentablemente termina imposibilitado de alcanzarlas.
Están tan altas que uno no está a la altura…
Tal cual, uno queda ahí apeándose a algo que se nos esfuma, que se nos escurre.
Probablemente hasta los más ignorantes en temas filosóficos hemos escuchado la historia de «El Banquete» de Platón, pero luego la filosofía evolucionó hacia otros derroteros… Si los primeros filósofos hablaron de amor, ¿por qué los que vinieron después parecen haberlo dejado de lado?
Es cierto que en la Antigüedad era un tema mucho más expuesto y que después hay otros temas que se vuelven más hegemónicos.
Pero hoy en día en Filosofía se habla del giro afectivo y el retorno de la cuestión del amor como un tema fundamental, en especial en los último años, con el aporte decisivo del feminismo.

Pero hay que recordar que etimológicamente philia – philo es una forma de amor, un amor más amistoso, un amor más comunitario, pero no deja de ser una forma de amor; sin dejar pasar la famosa definición de la Filosofía como amor al saber.
¿Cómo va a poder entonces la Filosofía dejar de tratar la cuestión del amor? Sería dejar de tratarse así misma.
En toda inquisición filosófica siempre está presente el amor, porque hacer Filosofía supone ese deseo de trascender aquello que se nos presenta como real, único y definitivo.
Tú mismo reconoces que el título de tu libro, «El amor es imposible», es una provocación, un enunciado que interpela el sentido común. Invitas a tu lector a discutir lo imposible y pensar lo impensable pero, sobre todo, a desarmar «la concepción hegemónica del amor».
¿Cuál es esa concepción hegemónica?
Esta concepción, también llamada ideal romántico o el amor para el sentido común, no tiene una definición única, sino que tiene abordajes diversos con una multiplicidad de variables.

La más importante la vamos a resumir en la idea del amor como búsqueda de mi otra mitad, con el propósito de completarme y alcanzar cierta forma de plenitud, alcanzando lo que Platón llama «aquello que te falta»,
En ese sentido, el amor me permite encontrarle el sentido a la vida o, por lo menos, dejar de sentir la falta de él.
Irónicamente, yo en el libro me pregunto qué hace uno después de que encuentra la plenitud, porque supuestamente lo que nos motiva a hacer la mayoría de las cosas es la búsqueda, no el encuentro.
Planteas que además esto implica una serie de cosas…
Claro.
Primero, que hay una sola persona que me corresponde, que es un montón. Digo: hay 7 mil millones de personas en el mundo como para que uno tenga la posibilidad técnica de encontrar justo a la que le corresponde.
Y que esa correspondencia es eterna, cuando en realidad la gente cambia, los cuerpos cambian y el rompecabezas empieza a tener alguna degradación.
Supone también una idea fusionalista del amor que a mí me hace ruido, porque entonces esas dos mitades forman una unidad y esa unidad supone una fusión que en algún punto disuelve las singularidades, las diferencias.
A mí, en cambio, lo que más me importa del amor es el encuentro con otro que potencie la diferencia, no que la disminuya en pos de una fusión en la cual siempre hay uno que fusiona más al otro. No es una fusión equivalente.
Al mismo tiempo, en teoría el amor es el encuentro con el otro, pero muchas veces terminamos pensando en él como algo que me hace bien, que me nutre, que me plenifica, que me realiza: me, me, me, me…
¿Y el otro?
La mirada está tan puesta en lo que a uno le genera el amor, que yo trabajo esta idea de que el amor se vuelve una cuestión de ganancia, de algo que engrandece al sujeto, y entonces, palabras propias de la Filosofía, desotra al otro.
¿Qué hacemos entonces?
Si de verdad la intención es encontrarse con el otro, el otro en general lo que hace es ir desmadrando los límites en los que uno se siente cómodo.
Por eso el amor para mí es la experiencia de un derrumbe, porque se derrumba lo que hasta ese momento uno creía que funcionaba perfecto.

La flecha de Cupido, básicamente, lo que genera es que ese sujeto tan dueño de sí mismo, que cree saber lo que quiere para la vida, se mueve para otro lugar.
Eso si uno se deja tomar.
Porque uno también puede blindarse inmunológicamente a cualquier flechazo, abroquelarse bajo una concepción del amor cerrada y hacer del amor simplemente un combustible para ratificarse en lo que es.
Hablas de que una cosa es el amor y otra cosa es el dispositivo amoroso. ¿Cómo funciona este dispositivo institucional y administrativo al que te refieres en el libro?
Todo el libro es una propuesta de deconstruir el amor, de marcar las contradicciones internas de toda propuesta que se presenta a sí misma como superlativa.
Deconstruir el amor no es mostrar que hay otras formas de vivirlo, sino ir mostrando los intereses que se juegan en la versión canónica.
Vivimos en una sociedad atravesada por el vínculo matrimonial que ordena a la mayoría de las relaciones afectivas. El tema es cómo uno se relaciona con esa institución.
Una cosa es pensar que con el matrimonio se está consumando el sentido de la existencia y la trascendencia divina, y otra es que uno se case porque jurídicamente resulta mucho más conveniente y hasta divertido establecer el vínculo matrimonial.
Y que el día que el matrimonio ya no funcione, se puede tener la misma liviandad como para salirse de él.
Lo que te impregna permanentemente el sentido común es que en cada experiencia vital se te juega todo, y me parece que hay que correrse de eso.
La necesidad de que cada acto consume un sentido es una forma de sustraernos de la libertad, porque uno tiene que estar ahí cumpliendo con los mandatos, con los roles, con lo que se nos exige.

En el libro tú planteas que el amor podría aprender algo de la amistad.
Yo en la tesis 7 del libro intento bosquejar una relación conceptual entre el amor y la amistad, porque veo que es un amor con muchos menos encorsetamientos.
Tal vez el más importante es su no institucionalización. No hay un matrimonio para los amigos. No hay una institución jurídica para la amistad.
Esto muestra que el amor termina recayendo en una institucionalidad que de alguna manera lo lleva a otro plano, donde hay otros intereses puestos en juego que usufructúan del amor más como un maquillaje.
En nombre del amor, las instituciones jurídicas consolidan una estructura social que necesita de un formato de la familia en el cual se supone que uno ingresa por amor, pero en realidad las reglas y los valores que se juegan ahí son los de las instituciones.
No las reglas del deseo…
No las reglas del deseo, no las reglas de la emoción…
Un matrimonio funciona aunque no haya amor y eso es terrible.
En la amistad no pasa, y no es casual.
También señalas que la amistad no es monogámica. El amor sí.
No es la intención del libro discutir la monogamia en términos de con cuántas personas te podés enamorar.
A mí lo que más interesa de la cuestión monogámica es entender que se trata de una estructura que tiene un propósito económico y político, no afectivo.
Apuntas que una disolución de la monogamia acarrearía el fin de todo un orden social que excede el mundo de los afectos. ¿Qué quieres decir?
Me parece si no funcionase la matriz monogámica no habría manera de organizar nuestras energías productivas
En el libro juego con un imaginario donde, si uno viviese en una sociedad posmonogámica y estuviese en relaciones amorosas diversas, el tiempo que le dedicaríamos al trabajo sería nulo porque estaríamos siempre viviendo de enamoramiento en enamoramiento.
Hay algo de la administración temporal de lo erótico, confinado a estructuras que hagan posible que la mayor parte del tiempo seamos productivos.
Y el amor, me parece, que es una alerta contra la productividad.
El flechazo no solo te deja enamorado de alguien, sino que te deja pelotudo y, en algún punto, imposibilitado de ser productivo para lo que se espera de uno.
Hablando de la monogramia, en el libro dices que el desafío poliamoroso no la amenaza sino que la ratifica en su vigencia. ¿Por qué piensas que el poliamor es funcional a la monogamia?
Yo creo que es fundamental cuestionar las etiquetas y pienso que en los últimos años hay un etiquetado del poliamor de forma exagerada, caricaturizada, describiéndolo más con la intención de mostrar sus contradicciones y de reírse de sus ambigüedades.
Esos lugares caricaturizados terminan siendo más contenido de programas televisivos de chimentos, que parte de una reflexión filosófica acerca de qué se juega en el vínculo amoroso.
Entonces esta imagen jocosa del poliamor termina siendo absolutamente funcional a una monogamia que se reviste de normalidad.

Vuelvo a lo que respondías antes de que el sentido común nos impone esa lógica de que nos jugamos todo en cada experiencia vital y te pregunto sobre el desamor, que tiene un rol muy importante en el libro.
En una de las tesis sostienes que para aquel que piensa que el amor lo viene a complementar, el desamor es una desolación. ¿Hay otra forma de enfrentar el desamor?
Si uno cree que el otro le pertenece, entonces la ruptura amorosa es una pérdida de un dolor homologable al dolor que le provoca a uno perder algo propio.
En la medida en que uno no supone que el otro le pertenece, sino que el amor es el encuentro con otro que me excede, entonces el desamor se muestra desde otra posibilidad: ya no se trata de perder algo, porque nunca lo tuviste.
Tuviste un encuentro y un intercambio contingente, finito, que duró lo que tenía que durar.
Como decía Epicuro sobre la amistad, son dos singularidades que recorren senderos distintos que en algún momento coinciden, y entonces se transita un mismo recorrido hasta que cada sendero se va por su lado.
¿Eso significa que frente a un desamor uno tiene que hacerse el que no le duele? No, es asumir que el dolor es parte de un amor que nunca alcanza su objetivo.
Está en la misma línea de asumir que, hagas lo que hagas, te vas a morir.
En algún punto, de hecho, el desamor tiene esa sensación de que algo muere. Por eso hablamos de los duelos amorosos.
Se trata de amigarse un poco con el desamor como parte de la narrativa amorosa, y no tratar de extirparlo, del mismo modo que me parece que no hace bien dejar de pensar en la finitud o no hablar de la muerte.
Mientras más uno pueda transitar todas las sensaciones ensu validad, me parece que las lleva mejor.

Para terminar te proponemos algo muy poco filosófico, si entendemos el ejercicio de la Filosofía como un tiempo de reflexión que nos sirve para luego exponer argumentos diversos.
Te invitamos a una suerte de «ping pong» de preguntas y respuestas con algunas de las ideas de tu libro. Te damos una cita textual de «El amor es imposible» y tú respondes con la primera frase que te viene a la mente…
Dale.
1) «El amor es todo lo contrario a la conquista».
Creo que hay una concepción del amor como conquista del otro y, para mí, lo más interesante del amor es todo lo contrario: es el encuentro imposible con el otro.
2) «El amor es imposible. Y solo por eso, hay amor».
Pienso que la tarea fundamental es poder desarmar las formas instituidas del amor.
3) «El amor siempre es una diáspora».
Nada me interesa más en el amor que la posibilidad de desterrame de mí mismo.
4) «Nadie es el amor de tu vida»
Soy un admirador absoluto de los nadies, me parece que los nadies son aquellos que han podido emprender esta especie de exilio del sujeto.
5) «En el amor siempre se pierde».
El amor es la posibilidad de poner en jaque el paradigma de la ganancia.
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Reyes, piratas y las Cruzadas: 5 secretos de los Archivos del Vaticano…

National geographic(M.Merola) — Una de las joyas guardadas en el Archivo Secreto del Vaticano es el sello de oro macizo de Felipe II. ¿Qué otros secretos resguarda?
– 1198
. Llamamiento a la cuarta cruzada
El 5 de agosto el papa Inocencio III publica una nueva cruzada, invocando la intervención de todos los príncipes cristianos y movilizando a todos los predicadores de Europa para recuperar los Santos Lugares. Jerusalén sigue, desde la anterior cruzada, bajo dominio musulmán. La respuesta de los soberanos europeos, algunos enfrascados en guerras y conflictos territoriales, es fría. Pero la tenacidad del Pontífice dará sus frutos: a su llamada responderán los señores feudales franceses y otros nobles europeos.
A fines de 1202 un ejército de 35.000 soldados cruzados reunidos en Venecia está listo para partir. Ante la falta de dinero, los hombres exigen la plaza de Zara (hoy Zadar), ciudad de la costa dálmata cuyo control codicia la república de Venecia. Tras el saqueo y la matanza de civiles, el Papa excomulga a los cruzados y a los venecianos, a estos últimos por haberse unido al ataque.

– 1571
. Felipe II, batalla de Lepanto
Una de las joyas guardadas en el Archivo es el sello de oro macizo de Felipe II, fechado en 1555, de 11,1 centímetros de diámetro y 800 gramos de peso.

– 1585-1586
. Las amenazas del pirata Francis Drake
El nuncio en Lisboa, preocupado ante las contrariedades a las que se enfrentan las naves portuguesas (y españolas), comunica que el verdadero peligro lo representan los navíos ingleses, y de forma especial, «Francesco Drach» (sir Francis Drake).
Desde 1580 Felipe II reina en España y Portugal. La Santa Sede seguirá de cerca las incursiones del corsario inglés y también su viaje de circunnavegación. Drake, considerado un pirata en España y un héroe y caballero en la Inglaterra de Isabel I, dirigirá una serie de expediciones navales destinadas a debilitar la supremacía de la Corona española.

– 1610
Acerca de la muerte de Caravaggio
El 29 de julio, el obispo de Caserta comunica al cardenal Scipione Borghese que el pintor Caravaggio no ha fallecido en Procida (un pueblo cercano a Nápoles), sino en Porto Ercole (en la Toscana). La carta narra la muerte, sucedida en extrañas circunstancias y envuelta en el misterio.
También informa al cardenal, gran coleccionista de arte y mecenas de Caravaggio y Bernini, de que tan pronto ha tenido noticia del fallecimiento ha intentado averiguar si se han salvado los cuadros, y escribe que solo se han localizado tres en casa de la marquesa de Caravaggio en Chiaia, entre ellos el San Juan y la Magdalena.

– 1655
. La Reina Cristina de Suecia
En un muro de la Sala del Meridiano puede leerse la cita bíblica Ab aquilone pandetur omne malum («De los vientos del Norte proceden todos los males»). La frase parece ser una alusión a los peligros que suponía para el catolicismo la reforma protestante que en pleno siglo XVI prosperaba en los países del norte de Europa.
Creada para la observación astronómica hacia 1580, la Sala del Meridiano fue cedida por el papa Alejandro VII a la reina Cristina de Suecia durante su estancia en la Ciudad Eterna, a la que llegó en 1655. Un año antes había abdicado del trono sueco y se había convertido a la religión católica. Cristina era hija del rey Gustavo II Adolfo, uno de los paladines del protestantismo. Culta, intelectual y protectora de las artes, la reina Cristina mantuvo correspondencia con figuras muy destacadas de la intelectualidad europea de su época.
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La paradoja universitaria: enseñar sin haber aprendido a enseñar…

The Conversation(R.Q.Alonso) — Tener docentes punteros en la investigación en su campo es uno de los objetivos fundamentales de cualquier universidad.
Pero también interesa que tengan habilidades como enseñantes y sean capaces de motivar e inspirar a sus estudiantes.
Un equilibrio ideal entre ambas facetas se logra cuando los docentes universitarios, además de estar altamente cualificados en su campo de estudio, han sido formados en el análisis teórico y crítico de los procesos educativos, en el diseño de metodologías docentes y en la aplicación de estrategias de evaluación acordes con las exigencias del aprendizaje universitario.
Porque un docente (sea universitario o de otras etapas educativas) no es un mero transmisor de información, sino un mediador entre el conocimiento disponible y las necesidades formativas del estudiante, con la responsabilidad de generar entornos de aprendizaje que propicien la reflexión, el debate y la formación integral.
– ¿Basta con ser ‘buenos en lo nuestro’?
¿Prestan las universidades la debida atención a la capacitación didáctica de su profesorado? ¿O se da por hecho que el dominio de una disciplina es condición suficiente para garantizar una enseñanza de calidad? A diferencia de otras etapas educativas, en las que se exige una sólida formación pedagógica para poder ejercer la docencia, en la universidad el único requisito formal para enseñar es haber obtenido el título de doctor.
Esta laguna formativa responde, en gran medida, a la estructura de la carrera académica, en la que la docencia ha quedado relegada a un papel secundario frente a la investigación.
La evaluación y promoción del profesorado se basan, en gran parte, en su producción científica. Mientras tanto, la enseñanza sigue siendo un aspecto accesorio dentro de la carrera universitaria, sin mecanismos de reconocimiento equivalentes a los de la actividad investigadora, cuando en realidad debería constituir una competencia fundamental en el desarrollo de cualquier docente universitario.

– Autoformación e intuición
La ausencia de una formación didáctica específica, lleva a que muchos profesores impartan su docencia bajo los mecanismos cognitivos de la autoformación, la intuición, el acierto-error, la reproducción experiencial o la imitación de modelos anteriores.
En un ecosistema de aprendizaje cada vez más complejo, caracterizado por la diversidad del alumnado y el avance de metodologías innovadoras, ni la improvisación ni la simple repetición de esquemas tradicionales son opciones competitivas.
– Falta de preparación y orientación
Esta realidad afecta no solo a los alumnos, sino también a los propios docentes. Muchos profesores universitarios, especialmente aquellos que inician su trayectoria académica, se enfrentan a la docencia sin haber recibido orientación sobre estrategias metodológicas, diseño de actividades formativas o técnicas de evaluación.
La enseñanza en la universidad implica retos que van más allá del conocimiento experto en una materia: saber comunicar de forma efectiva, gestionar la participación en el aula, adaptar la enseñanza a distintos perfiles de estudiantes y fomentar el pensamiento crítico, son habilidades que requieren un aprendizaje específico.
No bastan cursos voluntarios de innovación educativa o metodologías activas: es imprescindible que la capacitación docente forme parte de la estructura misma de la carrera académica y que la excelencia en la enseñanza sea valorada y promovida en igual medida que la investigación.
Tampoco en el ámbito internacional existe un criterio común que establezca la obligatoriedad de una formación pedagógica específica para el profesorado universitario. En la mayoría de los países, la obtención del doctorado es la única exigencia para acceder a la docencia en la educación superior.
Aunque algunos sistemas han comenzado a introducir programas de formación en pedagogía universitaria, estos no suelen ser obligatorios ni están integrados de manera estructural en los procesos de acreditación y promoción académica.
En el caso de España, la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) menciona que “las universidades desarrollarán la formación inicial y continua para el desempeño de las actividades docentes del profesorado y proporcionarán las herramientas y recursos necesarios para lograr una docencia de calidad”.
Sin embargo, esta disposición no establece los criterios de esta formación ni define estándares mínimos sobre su contenido, evaluación o acreditación.
– Integrar la formación en la carrera académica

Para transformar la docencia universitaria y garantizar una enseñanza de calidad, es imprescindible adoptar medidas concretas que trasciendan las declaraciones de intención. En primer lugar, la formación pedagógica del profesorado universitario debe integrarse de manera obligatoria en la carrera académica, estableciendo criterios claros sobre su contenido y evaluación.
Esto podría materializarse mediante programas de formación inicial para nuevos docentes, seguidos de un desarrollo profesional continuo que actualice sus competencias didácticas.
Sin embargo, mejorar la formación de los profesores no es suficiente si la docencia continúa supeditada a la investigación dentro de la carrera académica.
La universidad debe asumir que la enseñanza y la generación de conocimiento son responsabilidades igualmente fundamentales en su misión y que el reconocimiento de la excelencia docente no puede seguir siendo un criterio secundario. La investigación es imprescindible, pero no puede eclipsar el papel del profesorado como formador de futuros profesionales y ciudadanos.
Si la universidad aspira a seguir siendo un referente en la generación y transmisión del conocimiento, debe garantizar que su profesorado cuenta con las herramientas necesarias para cumplir su misión docente con la máxima calidad.
Reflexionar sobre esta paradoja nos invita, como docentes, a cuestionarnos de manera honesta hasta qué punto estamos realmente preparados para la enseñanza y cómo podemos contribuir a mejorar la calidad educativa y el futuro de esta institución.
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La IA al servicio del malware…

Meer(F.Velázquez) — ¿Estamos preparados para luchar contra una IA? Hace tiempo en este mismo espacio hablamos sobre la posibilidad de un estancamiento de la IA en cuestiones muy específicas referentes al comportamiento y a los modelos de desarrollo que podrían tardar mucho tiempo en evolucionar y generar innovaciones impactantes en el campo.
Sin embargo, esto no quiere decir que las técnicas de IA disponibles actualmente no sirvan como herramientas para mejorar los productos y servicios (como en el campo de la ciberseguridad), pero con el uso exponencial en los últimos años de estas IA y la cantidad de dispositivos conectados a la red con acceso a nuestra información personal y financiera, es de esperarse ver a la industria del cibercrimen aprovechar estos recursos para llevar a cabo ataques mucho más efectivos y masivos.
Si nos detenemos a pensar con cuidado este es sin duda un escenario de pesadilla para la seguridad computacional, porque un programa malicioso con IA incluida, puede aprender y adaptarse a muchas metodologías defensivas y de ofuscación.
Los bloques de construcción gratuitos de inteligencia artificial para programas de entrenamiento están disponibles en el buscador de Google y otras fuentes online, y las ideas funcionan demasiado bien en la práctica, solo es cuestión de tiempo para comenzar a ver una propagación masiva que nos ponga en jaque a todos los usuarios desconocedores casi siempre de estos temas.
– Quien lidere la IA gobernará el mundo

Las connotaciones que existen en la expansión global de la IA van desde apocalípticas hasta bastante optimistas, dependiendo de cómo se vea.
La IA está abriendo la puerta a un sinfín de nuevas aplicaciones como los vehículos autónomos, el reconocimiento facial y de voz (con un muy controvertido uso referente a la generación de fake news) análisis de imágenes y datos e incluso hoy día podemos dar por sentado que la IA es una parte muy importante para medir el poder de una nación en el orbe y modificar sus balanzas en términos políticos o económicos.
Pero es un hecho que cuanto más avanza y prolifera la IA mayor es su superficie de ataque.
Técnicas como el machine learning avanzado, y las redes neuronales permiten que el malware encuentre e interprete patrones para su ventaja, por supuesto a partir de aquí también pueden encontrar y explotar un sinfín de vulnerabilidades en sus objetivos.
Por ejemplo, traemos a colación el concepto de hivenet, que consiste en infectar a un conjunto de dispositivos formando una colmena entre ellos y que junto con las técnicas mencionadas anteriormente más su poder computacional, encuentren la manera de atacar el objetivo más rápida y masivamente de lo que antes hubieran podido.
Debido a la cantidad de dispositivos que usamos a diario, este concepto representa una amenaza de grandes dimensiones, sobre todo por la versatilidad que le puede dar la IA al hivenet embebiendo un malware muy poderoso, utilizando modelos de aprendizaje, siendo polimórfico, multifacético y recuperándose ante cualquier embiste para evadir defensas y mejorar continuamente su efectividad.
En pocas palabras aprende a medida que se propaga y se coordina a sí mismo para ejecutar operaciones globales o upgrades necesarios para su evolución.
Lo anterior suena totalmente a ciencia ficción aunque ya es una realidad, pero además y como lo dejamos entrever las habilidades de los sistemas de IA nos pueden llevar a escenarios de suplantación de identidad y deepfakes mucho más complejos y difíciles de dilucidar.
Para ello le pido al lector que vea el video fake sobre Barack Obama, donde se logró suplantar de una manera extraordinaria «la persona» del exmandatario para mandar un mensaje falso totalmente creíble y con una voz y articulación idénticas.
Son bots que suplantan enteramente a las personas, capaces de imitar la voz de cualquiera y aprender a hablar de la misma manera, incluso usando las mismas expresiones verbales.
Se me ocurre que si un hacker pusiera a su bot a llamar de forma ininterrumpida a una base de datos de personas, podría tener contraseñas, claves de acceso a cuentas bancarias o números de tarjetas de miles de personas en muy poco tiempo.
Otro caso es Grover, el mejor generador de noticias fake del momento. El sistema ha aprendido mediante entrenamiento online a crear noticias falsas a partir de un titular. En base a eso, es capaz de generar imágenes de supuestos artículos de medios como The Washington Post y The New York Times, que luego pueden ser compartidos en redes sociales.

Grover es capaz de cambiar su estilo a cada medio para que no resulte evidente que el artículo no ha sido publicado en su web; por ejemplo, copiando la manera en la que un autor ha iniciado un artículo real.
Usando esta herramienta, los investigadores crearon artículos falsos del The Washington Post que afirmaba que el Congreso de los Estados Unidos había votado para sacar a Donald Trump de la presidencia.
Entre el estilo del artículo, la supuesta «información» (como los votos a favor y en contra) y el uso de citas, realmente parece un artículo real.
Y aunque las noticias falsas pueden ser un problema muy real, también son un problema muy «nuevo» y sobre todo los actuales esfuerzos para detectar fake news son bastante peligrosos, ya que únicamente se limitan a mover nuestra confianza de unas máquinas a otras, sin obligarnos a asumir el costo de la búsqueda de información veraz y confiable.
Confiar en sistemas automatizados para censurar texto generado por IA implicaría terminar censurando también comentarios realizados por humanos, puesto que gran parte de los actos comunicativos que generamos hoy en Internet son meros «balbuceos» o hilos gramaticales muy banales (vean todo Twitter o Facebook) ideas repetidas sin que medie comprensión o profundidad. Exactamente lo que ya puede generar la IA.
Un caso de malware actual con IA es sin lugar a dudas DeepLocker, un tipo de amenaza que se transmite por softwares de videoconferencia permaneciendo inactivo hasta que llega a una víctima específica, identificada a través de factores que incluyen reconocimiento facial, geolocalización, reconocimiento de voz y potencialmente el análisis de datos recopilados de fuentes como los rastreadores en línea y redes sociales.
El modelo de red neuronal profunda (DNN) de DeepLocker estipula las condiciones de activación para ejecutar una carga útil. Si no se cumplen estas condiciones, y el objetivo no se encuentra, entonces el malware permanece bloqueado, algo perfectamente bien definido dentro del entorno de la IA.
Para finalizar este breve texto, cuya intención era poner en la órbita del lector este tema tan importante para el futuro de la humanidad sin dudas, podemos indicar algunos puntos clave acerca de los objetivos o propósitos que puede lograr la IA si se utiliza de forma negativa y que causarían grandes estragos globales, algunos ya mencionados en el texto:
- La capacidad de generación de imágenes puede dar lugar a suplantaciones de identidad o la publicación de contenido falso llegando a crear pánico, caos y confusión social, dependiendo del nivel de profundidad al que se logre usar.
- Los programas que buscan vulnerabilidades en dispositivos y redes pueden usarse para atacar y aprovechar dichas vulnerabilidades generando penetraciones automáticas a gran escala.
- Los drones autónomos que se están desarrollando para reparto de mercancías, como los de Amazon, pueden ser hackeados para transportar bombas o armas con la misma facilidad.
- La automatización de tareas impide que factores psicológicos como la empatía entren en juego a la hora de tomar decisiones. Al mismo tiempo, se refuerza el anonimato lo cual puede ser una navaja de doble filo.
- Son siempre sistemas eficientes y escalables. Cuanto más se usen, más aprenderán. Lo que implica que una vez que proliferen frameworks o sistemas de IA, los cibercriminales encontrarán una mina de oro para desenvolverse debido a las capacidades ilimitadas de polivalencia que ofrecen esta clase de herramientas y su inversión es más que redituable.
Aunado a lo anterior existen pocos (casi nulos) motores de antimalware que puedan hacer algo en contra de un malware con IA. Están completamente rebasados y ya ni hablemos de firewalls o IDS/IPS.
Al final si se sigue investigando en este campo y las empresas invierten en él para aumentar sus ganancias con menos personal, en un plazo todavía indeterminado, la IA acabará superando al ser humano en todos los campos.
nuestras charlas nocturnas.
¿Y si al final los humanos ganan?…

JotDown(A.García) — La práctica de especular sobre el futuro parece consustancial a la especie humana, pues el mero hecho de preguntarse qué hay después de la muerte ya lo lleva implícito.
El concepto de cielo o infierno, de un mundo más allá, contiene también un esbozo de cómo sería una sociedad ideal; la literatura nos ha dejado incontables ejemplos de estos ejercicios de imaginación, desde La República de Platón, pasando por la Utopía de Tomás Moro, hasta las obras de Orwell o Huxley. 1984 y Un mundo feliz se enmarcan en un género de especulación futurista conocido como distopía, que se caracteriza fundamentalmente por presentar una sociedad ficticia indeseable, deficiente u opresiva.
En otras palabras, es una utopía en negativo que, siendo reduccionistas, podríamos decir que describe el infierno. Lo más llamativo de esta corriente literaria es sin duda su arrollador éxito contemporáneo, apoyada en formatos como el cine o las series de televisión.
No es sorprendente, dado que este interés por los futuros catastrofistas va paralelo al increíble desarrollo del apocalíptico siglo XX. Los terroríficos efectos de la Segunda Revolución Industrial —ideologías totalitarias, guerras a escala planetaria, tecnología capaz de destruir el planeta— dejaron una impronta pesimista en las mentalidades de quienes los vivieron e impactaron poderosamente en generaciones posteriores.
Estas experiencias traumáticas se aliaron con un mecanismo psicológico del que disponemos los seres humanos y que nos encanta utilizar a la mínima ocasión, el sesgo de negatividad, para sentar las bases de la literatura distópica de ciencia ficción.
A partir de los años treinta y cuarenta del pasado siglo se escriben las obras clásicas de la distopía política al calor del auge de los totalitarismos y su explícita intención de modelar la vida de los ciudadanos utilizando medios de control de masas. En ellas, un régimen autoritario —basado en el poder, la religión o la ciencia— ha acabado por imponerse y barrer cualquier oposición.
Después de los desastres nucleares irrumpe el género catastrófico, de tanto éxito cinematográfico: mundos arrasados por la radiación, la destrucción masiva de las sociedades tecnificadas… Panoramas devastadores en los que destacan los japoneses y su trauma colectivo posnuclear, así como la influencia de los preocupantes años de la Guerra Fría, con la amenaza atómica siempre de fondo.
Incluso los relatos sobre epidemias zombi tienen origen en este periodo histórico: la novela fundacional de este subgénero es El día de los trífidos, de John Wyndham, publicada en 1954. En ella no aparecía ningún muerto viviente, aunque sí una humanidad destrozada por una catástrofe a merced de unas plantas semovientes.
Se pueden encontrar distopías muy diversas basadas en cualquiera de las preocupaciones del ser humano alrededor del futuro de la humanidad. No solo políticas, sino también sobre el papel de la tecnología en la sociedad del futuro, sus implicaciones éticas y morales, e incluso podemos encontrar plasmadas las inquietudes personales del autor: la línea argumental favorita del maestro de la distopía, Philip K. Dick, son las ilusiones, falsas memorias y realidades virtuales.
Justo el tipo de síntomas que caracterizaban su patología mental y que marcaron su biografía personal.
Sean cuales sean las influencias del autor, la característica común en una distopía es el pesimismo ante el futuro, la advertencia sobre los inexorables peligros que acechan en la próxima esquina y toda suerte de pronósticos cenizos que explicarían por sí solos la huida de lectores de ciencia ficción hacia el campo más ilusionante de la fantasía épica.
El efecto es aún más curioso si las comparamos con la ficción anterior a la Segunda Revolución Industrial: si uno lee a Jules Verne hoy en día, es fácil encontrar ingenua su inquebrantable fe en el progreso tecnológico y científico.
Los futuros imaginados para la humanidad a finales del siglo XIX eran invariablemente augurios de una edad de oro tecnificada.
Todo parece apuntar a que las expectativas de mejora se tornan en dramáticas historias de miedo después del trauma colectivo del XX.
A pesar de que se vivió una época de prosperidad durante las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la pesadilla vivida bastó para impregnarlo todo de un pesimismo sobre el futuro de la humanidad que hoy en día está bien vivo.
El caso es que a la hora de intentar hacer un pronóstico sobre el futuro próximo del ser humano es mucho más revelador utilizar, en vez del sesgo por el cual damos más importancia a los aspectos negativos de la realidad que nos rodea, dos herramientas interrelacionadas e igualmente útiles: los datos y la historia.
La lección primordial que aprende cualquier persona que se acerque a manuales de historia, sea académico o aficionado, es que cualquier tiempo pasado fue peor. Efectivamente, el pasado era un asco. Ni siquiera hace falta irnos a la Prehistoria o la Antigüedad remota para comprobar que la vida de la inmensa mayoría de los seres humanos de otras épocas era bastante más dura que la actual. Con retroceder cien o doscientos años es suficiente.
Podemos dejar tranquilos a los campesinos medievales con su cochambre, su tremendo índice de mortalidad infantil y su imposibilidad de acceder a lujos como el agua corriente, escuelas o una mínima atención médica; los datos al inicio de la Revolución Industrial no son mucho mejores.
La segunda lección fundamental es que en cualquier época los ricos vivían mejor que el resto: las espectaculares villas romanas o las ruinas de algunas de sus opulentas ciudades pueden inducirnos a valorar erróneamente la parte por el todo. Aparte de que el legado más duradero suelen dejarlo precisamente las élites.
De hecho, mirar en retrospectiva el recorrido de la humanidad es un interesante ejercicio que permite valorar globalmente los avances logrados, más allá de los coyunturales colapsos de civilizaciones, crisis económicas o las guerras de turno. En esta labor de elevarse por encima de los árboles para ver el bosque en conjunto, el mejor aliado que tenemos es el dato empírico.
Con las limitaciones que nos impone la ausencia o la poca fiabilidad de los mismos en cuanto a épocas remotas, a pesar de los múltiples avances científicos en la práctica arqueológica. De cualquier manera, disponemos de datos suficientes relativos a los últimos dos o tres siglos como para realizar un análisis crítico.
Tres han sido los temores fundamentales de los humanos antiguos, que vivían rodeados de muerte desde el mismo momento del nacimiento, expuestos a que la violencia, el hambre o las enfermedades acabaran con ellos.
Durante la mayor parte de la historia, como afirma el profesor Yuval Harari —autor de Sapiens—, los hombres se consideraban impotentes para evitar el castigo divino que suponía alguna de estas tres desgracias.
No ha sido hasta fechas recientes que los seres humanos han tomado conciencia de que son problemas que está en su mano atajar, y si atendemos a las estadísticas, lo estamos haciendo con bastante eficiencia.

El Homo sapiens, como primate que es, parece haber heredado filogenéticamente cierta querencia por matarse violentamente; alrededor de un 2 % de las muertes intraespecie son violentas (Gómez y cols., 2016). El análisis de los yacimientos prehistóricos arroja balances muy elevados de asesinatos, a veces por encima del 10 %. Es ocioso reseñar el elevado número y variedad de conflictos bélicos cuyo recuento han padecido millones de estudiantes por todo el mundo.
Sin embargo, las tasas de asesinatos van decreciendo hasta el punto de que muchos países —especialmente en Occidente— registran mínimos históricos en la actualidad. Estamos en el periodo de la historia donde es menos probable morir asesinado, incluso teniendo en cuenta las tasas de países como Brasil o México.
En cuanto a las guerras, la tasa de muertes en conflictos bélicos está descendiendo, así como su letalidad; el 90 % de las víctimas se producen en diez países con conflictos de intensidad elevada —Siria, México, Irak, Afganistán, Yemen, Somalia, Sudán, Turquía, Sudán del Sur y Nigeria— (IISS, Armed Conflict Survey 2017). La memoria de la Segunda Guerra Mundial puede distorsionar el hecho de que la violencia desciende globalmente.
Analizar índices de asesinatos o guerras en épocas remotas es complejo, dado que es muy posible que haya habido conflictos de los que no sepamos nada, pero los datos disponibles son claros al respecto: vivimos la era más pacífica de la historia humana a pesar de lo que diga el telediario.
Varios factores podrían explicar este fenómeno. Por una parte, parece que existe un descenso evidente de la violencia en las sociedades con Estado respecto a las que no lo tienen: la entrega a una institución del monopolio del ejercicio de la violencia y la justicia reduce las tasas de crímenes. Al parecer, la mayoría de homicidios se cometen por venganza o defensa propia, cuestiones que un Estado garantista puede manejar más pacíficamente.
La teoría de la paz democrática, de Oneal y Russett (1999), vendría a redondear la cuestión apuntando a que los Gobiernos democráticos son menos proclives a entrar en guerra.
El otro gran factor relacionado con el descenso de las muertes violentas sería las crecientes tasas de alfabetización de la población mundial, que estaría a su vez relacionado con la probabilidad de establecer Gobiernos democráticos. La tendencia apunta a que los humanos estamos cada vez menos dispuestos a matarnos, y toleramos cada vez menos el uso de la violencia. Vamos hacia un mundo más pacífico, democrático y escolarizado.
- Mens sana in corpore sano
Pocos ámbitos de la problemática humana han visto un desarrollo tan rápido y fulgurante como el de la salud. El espectacular avance de la medicina moderna, unido a mejores condiciones higiénicas y hábitos más saludables, están disparando la esperanza de vida en todos los países del mundo.
En 1950, la esperanza de vida media global era de cincuenta años; en 2012, había subido hasta setenta (Gapminder, 2015). En muchos países europeos occidentales supera los ochenta años. La mortalidad infantil, otro indicador de desarrollo, ha caído en picado; la tasa de muerte antes de los cinco años es hoy del 4,25 %, cuando era del 22,5 % en 1950.
Pero estos grandes números no reflejan los grandes éxitos de la medicina científica: a pesar de las ocasionales alertas de pandemia que quedan en susto, el riesgo de un episodio como el de la gripe española de 1918, con sus cuarenta millones de muertos, es muy bajo.
Gracias a la introducción de vacunas y antibióticos, los humanos hemos logrado erradicar la viruela —trescientos millones de muertos en su haber, según la OMS— y tenemos la polio a punto de caer (catorce nuevos casos en 2017).

Están hoy reducidas en un 95 % algunas enfermedades bastante conocidas para las generaciones más veteranas, como el sarampión, las paperas, la rubeola, la varicela o el tétanos.
Las patologías que hoy en día matan a la mayor parte de las personas están relacionadas con una edad avanzada o un estilo de vida malsano, como cardiopatías, cánceres, diabetes o diversas formas de demencia. Con la irrupción de la investigación en terapias génicas, estamos acercándonos a la posibilidad de erradicar las enfermedades hereditarias, un hito sin precedentes.
En cuanto al hambre, a pesar del repunte registrado desde 2016 y debido en buena parte a la situación en el África subsahariana, la tasa de desnutrición en el mundo cayó a su nivel mínimo en 2015 con 784 millones de personas.
Si bien es innegable que supone una tragedia y que el objetivo irrenunciable es reducirla a cero, supone un 10,6 % de la población y un descenso apreciable respecto a los 1020 millones de 1992 (ONU FAO, 2018).
Otros indicadores como el acceso a agua potable son más espectaculares: un tercio de la población mundial consiguió disponer de ella desde 1990. Aunque queda camino por recorrer, de nuevo los datos nos señalan que se sigue avanzando en esta dirección.
- Riqueza, tecnología y… cambio climático
Más allá de las necesidades básicas, podríamos hablar del crecimiento meteórico de la economía mundial o del impacto de las revoluciones tecnológicas asociadas a la Tercera Revolución Industrial, la de la información. También de los 150 000 TWh de energía que consumimos, cinco veces más que en 1950.
O de cómo el mundo avanza lentamente hacia una mejor distribución de la riqueza. Pero hay un aspecto crucial difícil de medir, puesto que no disponemos de un buen indicador: qué alteraciones en la vida humana supondrá la difusión de nuevos avances tecnológicos.
La ley de Moore —por la que cada dos años se dobla la capacidad de un circuito integrado y que se cumple religiosamente— nos da una idea de la inmensa potencia de cálculo y almacenamiento de datos disponible, pero no informa directamente sobre los cambios que vendrán en áreas como la inteligencia artificial, la genética o la robótica.
Nadie previó la profundidad de la revolución de internet y la telefonía móvil y será casi imposible prever cómo nos cambiarán los descubrimientos científicos del futuro inmediato. Pero, a pesar de los agoreros y los indudables riesgos asociados a su uso, las ventajas de las comunicaciones móviles a larga distancia o de la disponibilidad masiva de datos son evidentes.
Por el momento parece que una predicción realista con datos en la mano se podría parecer sospechosamente a una utopía, pero, si quisiéramos imaginar el relato de lo que vendrá, no podemos dejar de lado algunos indicadores preocupantes. Porque la realidad no es de color de rosa, aunque tenga buen aspecto vista en perspectiva.
El gran riesgo del futuro inmediato proviene de los productos indeseados de la industrialización: la contaminación medioambiental provocada por el uso masivo de fuentes de energía fósiles. Las emisiones de gases de efecto invernadero se han incrementado dramáticamente: desde 1950, hemos pasado de seis mil millones de toneladas de CO2 emitidas a treinta y seis mil millones en la actualidad, seis veces más.
La temperatura del planeta se ha elevado 0,68 ºC con respecto a la media del periodo 1961-1990; si llega a dos grados, los cambios serán irreversibles. El desarrollo acelerado de países como China, el mayor contaminante del planeta ahora mismo, hace urgente tomar medidas para frenar esta tendencia.
Especialmente porque necesitaremos producir más energía y recursos si queremos erradicar la pobreza y el hambre de la parte del mundo que aún la padece. La contaminación provocada por el plástico, cuyo máximo exponente es la famosa isla flotante del Pacífico compuesta por ochenta mil toneladas de basura, es otra amenaza clara.
Con esta salvedad, el futuro más probable es que el mundo siga convirtiéndose en un lugar mejor y más agradable, siempre que no fallemos a la hora de prevenir el desastre medioambiental. En caso contrario, la distopía con más visos de cumplirse es la que nos mostraba Wall-E: un mundo recalentado y desertizado en el que se acumulan montañas de desperdicios plásticos.
Esperemos que la investigación en energías limpias, bacterias que convierten el plástico en biodegradable, vehículos no contaminantes y demás iniciativas que parecen tomar fuerte impulso en fechas recientes lleguen a tiempo de resolver el problema y podamos seguir prosperando, a pesar de las dificultades.
nuestras charlas nocturnas.
64.000 archivos sobre JFK en 24 horas: así fue la lucha de los funcionarios de Seguridad Nacional para liberar los documentos…

The New York Time(T.Page/M.Haberman)/El equipo de seguridad nacional del presidente Donald Trump quedó atónito y se vio obligado a actuar rápidamente después de que el mandatario anunciara el lunes que haría públicas 80.000 páginas de documentos relacionados con el asesinato del presidente John F. Kennedy con solo 24 horas de anticipación.
Los funcionarios del gobierno llevaban trabajando en la divulgación de los documentos desde enero, cuando Trump firmó una orden ejecutiva para que se hiciera. Pero ese proceso aún estaba en marcha el lunes por la tarde, cuando Trump, durante una visita al Centro John F. Kennedy de Artes Escénicas, dijo que los archivos estarían disponibles al día siguiente.
El martes por la tarde, cuando alrededor de 64.000 archivos se hicieron públicos —menos de los que Trump había calculado—, algunos de los principales funcionarios de seguridad nacional del país habían pasado horas intentando evaluar cualquier posible peligro bajo una presión de tiempo extrema.
John Ratcliffe, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), había estado insistiendo a altos funcionarios del gobierno en que algunos documentos no tenían nada que ver con Kennedy y habían sido elaborados décadas después del asesinato, según cuatro personas con conocimiento de las conversaciones.
Quería asegurarse de que los demás funcionarios estuvieran plenamente conscientes de lo que contenían los archivos y de que no los tomaran desprevenidos, pero dejó claro que no trataría de impedir la publicación de ningún archivo, dijeron estas personas, que hablaron bajo condición de anonimato para discutir deliberaciones internas delicadas.
Poco después de que Trump hablara el lunes por la tarde, los funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por su sigla en inglés) convocaron rápidamente una reunión para trazar un plan que permitiera hacer balance de los documentos que quedaban por publicar. La publicación debía coordinarse con la Administración Nacional de Archivos y Registros.
Algunos funcionarios expresaron su preocupación por las consecuencias imprevistas de precipitar la publicación de los archivos, incluida la revelación de información personal delicada, como los números de Seguro Social de personas que seguían vivas, dijeron.
Los funcionarios implicados en el proceso de desclasificación dijeron que el número de archivos se había ampliado enormemente a lo largo de muchas décadas porque, con cada investigación sobre material relacionado con Kennedy, información que no tenía nada que ver con el presidente asesinado ha quedado incluida bajo esa categoría.
En algunos casos, eso incluye documentos creados décadas después de su muerte, según una persona con conocimiento del proceso.
“El presidente Trump prometió hacer públicos todos los archivos sobre JFK y lo está cumpliendo”, dijo en un comunicado Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca. “Cualquiera que se sorprenda por esto no ha estado prestando atención o ha sido deliberadamente ignorante”.
Cuando se le preguntó el lunes si sabía lo que había en los archivos, Trump dijo que había “oído hablar de ellos”, pero que no había recibido un resumen ejecutivo.
“No voy a hacer resúmenes”, dijo.
Portavoces del Consejo de Seguridad Nacional y de la CIA declinaron hacer comentarios. Un portavoz de los Archivos Nacionales no respondió a una solicitud de comentarios.
Durante décadas, tanto historiadores como teóricos de la conspiración han exigido más información sobre la muerte de Kennedy. Una ley de 1992 obligaba al gobierno a hacer públicos los documentos relacionados con el asesinato en un plazo de 25 años, con excepción de los documentos que pudieran perjudicar la seguridad nacional.
En 2017, Trump hizo públicos algunos documentos adicionales, pero también dio más tiempo a las agencias de inteligencia para evaluar los archivos e incluir censuras. Tucker Carlson, antigua personalidad de Fox News y colaborador de Trump, dijo que el presidente se había arrepentido de esa decisión, y Trump ha planteado su esfuerzo por hacer públicos los documentos como el cumplimiento de una antigua promesa al pueblo estadounidense.
Hace apenas unos años, Trump dijo que no tenía mucho interés en los archivos, que los historiadores y muchos de sus colaboradores han querido ver durante décadas. En una entrevista con un periodista del New York Times en septiembre de 2021, Trump dijo no sentir “tanta curiosidad” por los documentos.
“La razón por la que lo hice fue porque me pareció apropiado”, dijo, explicando por qué intentó desclasificar los archivos durante su primer mandato. “Cuando tienes algo que es tan sagradamente secreto, realmente hace que suene muy mal. Creo que quizá acertaron, probablemente acertaron. Dejemos que la gente lo examine”.
Pero muchas personas de la órbita de Trump, entre ellas Carlson y el asesor político más antiguo de Trump, Roger Stone Jr., llevan años presionando al presidente para que ordene la publicación de todos los archivos.
“El tipo que se sentaba en su escritorio fue asesinado, y todos los presidentes posteriores han ocultado por qué y quién lo hizo”, dijo Carlson en una entrevista el martes. “¿Cómo se puede vivir así?”.
El asesinato de Kennedy ha alimentado teorías conspirativas durante mucho tiempo, incluidas algunas que el propio Trump ha consentido. También ha utilizado el interés en torno al asesinato cuando le ha resultado políticamente conveniente.
Cuando Robert F. Kennedy Jr., cuyo padre también fue asesinado, apoyó a Trump en agosto, este renovó su promesa de hacer públicos todos los documentos relacionados con los asesinatos de ambos Kennedy y de crear una comisión independiente para estudiar los intentos de asesinato, incluido el de Trump en Butler, Pensilvania, el año pasado.
“Este es un homenaje en honor a Bobby”, dijo Trump.

Y añadió: “Nunca me había pedido tanta gente: ‘Por favor, señor, haga públicos los documentos sobre el asesinato de Kennedy’, y vamos a hacerlo”.
Durante la campaña presidencial de 2016, Trump afirmó en un momento dado que el padre del senador Ted Cruz, por Texas, había estado con Lee Harvey Oswald poco antes del asesinato del presidente Kennedy.
“Sabes, su padre estuvo con Lee Harvey Oswald antes de que Oswald fuera… ya sabes, tiroteado”, dijo Trump a Fox News en una entrevista en mayo de 2016, cuando se enfrentaba a Cruz por la candidatura republicana. “O sea, todo el asunto es ridículo. ¿Qué es esto, no? Antes de que le dispararan, y nadie lo menciona. Ni siquiera hablan de eso. Se informó de ello y nadie habla de eso. Pero creo que es horrible”.
Aunque los documentos fueron publicados apenas hace unas horas – y podría tomar meses para que su análisis en profundidad sea completado – historiadores y expertos en el asesinato del exmandatario (1961-1963) advierten que la última ronda de desclasificación no incluye indicios que cambien la narrativa ya conocida sobre el crimen.
Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia y autor de un libro sobre el magnicidio de JFK, mencionó que muchos de los documentos revelados podrían ser reediciones de materiales ya publicados con anterioridad.
«Es casi seguro que la gente que espera grandes cosas quedará decepcionada», detalló Sabato.
Históricamente, el asesinato de JFK ha estado envuelto en un halo de misterio eterno, debido a la extrañez del caso. La conclusión del Departamento de Justicia y otros órganos federales atribuyen el asesinato del expresidente a un solo tirador, Lee Harvey Oswald, quien disparó tres veces en contra del auto descapotable en el que Kennedy era transportado en una calle de Dallas.
Una parte del público estadounidense —y mundial— desconfía de la versión oficial, dando espacio a la creación de decenas de teorías de la conspiración que suman al misterio de la muerte de JFK. Desde conspiraciones sobre un ‘inside job’ planeado desde la CIA hasta el involucramiento de la extinta Unión Soviética en el asesinato del expresidente.
Sin embargo, las primeras revisiones de los documentos rechazan algunas de las teorías más populares. Uno de los archivos descarta que Oswald hubiera sido un agente secreto ruso de la KGB que tuviera instrucciones desde Moscú para matar a Kennedy; otro rechaza el involucramiento de Fidel Castro en el asesinato.
«Parece más probable que Castro podría intensificar su apoyo a las fuerzas subversivas en América Latina», dice uno de los documentos, que pone en duda la posibilidad de que el expresidente cubano arriesgara su Gobierno por una guerra en contra de Estados Unidos.
La liberación de los documentos en relación con el asesinato de Kennedy es parte de una de las políticas trumpistas más resonadas en su campaña presidencial, cuando se comprometió a desclasificar decenas de archivos sobre temas controversiales en la historia del país. En las primeras semanas, Trump firmó un decreto para hacer públicas decenas de documentos sobre el asesinato de Martin Luther King.
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Cómo memorizar rápido y no olvidar la información…

La Mente es maravillosa(L.M.Carpio) — Si buscas algunas técnicas de estudio que te ayuden a memorizar rápido, de manera que retengas la información por más tiempo y que puedas repasar con suficiente anticipación a un examen, llegaste al artículo apropiado.
Aquí encontrarás una docena de estrategias efectivas para fortalecer tu memoria, esa capacidad mental que te permite registrar y poner en práctica los conocimientos. Desde reglas mnemotécnicas para vincular ideas y conceptos, hasta métodos sencillos como resumir temas, estas sugerencias te harán encarar con éxito tus desafíos académicos.
1. Usar la regla 10-10-2
Con este procedimiento, lee en silencio 10 veces el material. Luego lo lees 10 veces más, pero en voz alta. Finalmente, redactas 2 veces lo que recuerdas de tus lecturas.
La regla del 10-10-2 responde al «efecto de producción», un estudio desarrollado por Forrin y MacLeod, que alude a los beneficios de escucharnos a nosotros mismos. Los autores resaltan que decir en voz alta lo que estudiamos, hace que esa parte sea más memorable; es decir, hablar y escucharnos cuando repetimos un contenido ejerce un impacto más beneficioso en la memorización.
2. Escribir y resumir lo que estudiamos
A medida que escribes lo que necesitas aprender, te familiarizas con ello. Es recomendable que ganes tiempo, adelantándote al día de la evaluación; así, en diferentes sesiones de estudio resumes lo que internalizas, considerando en tus redacciones los temas más relevantes. Puedes categorizar la información y resaltar datos complejos (como cifras o estadísticas), para destacar esos aspectos en tu memoria.
3. Recurrir al método loci
El método loci hace que el cerebro relacione datos con localizaciones puntuales. Su objetivo es formar la imagen mental de un lugar conocido, de preferencia agradable para ti, y poner en distintos espacios de este los datos o información que deseas memorizar. Veámoslo con un ejemplo propuesto por la Preparatoria Panamericana, en el que sugieren aprender el método científico asociándolo con tu casa:
- La entrada, por ser lo primero que vez, corresponde a la observación.
- En la sala estaría el problema de investigación.
- El pasillo que conecta a otros espacios correspondería a la hipótesis.
- Llegas a la cocina y contemplas la experimentación.
- La habitación de tus padres y la tuya, al estar conectadas con el pasillo, serían la aceptación y el rechazo de una hipótesis, respectivamente.
- El comedor representa el sitio donde expones tus resultados.
4. Ejecutar la regla de los tres pasos
Interpretar, crear una narrativa y memorizar; esta es la regla de los tres pasos. Eric Haseltine, el psicólogo autor de este método, dice que cuando la información se almacena de modo visual la recordamos mucho mejor. Por lo tanto, convierte el material que debes retener en tu memoria, en un cuento con personajes, elementos, enigmas o cualquier detalle que lo haga llamativo y fácil de evocar. Los tres pasos, extrapolados a un material de estudio, son estos:
- Interpretar: lo primero es darle sentido a lo que ves (en este caso, lo que estudias), prestar atención a los detalles y analizarlos.
- Armar una historia: lo segundo es, a partir de los elementos que identificas y analizas del material a estudiar, construir una narrativa que los conecte. Dicha historia tiene que ser clara y, de ser posible, extraña o curiosa, para recordarla con mayor facilidad.
- Memorizar la moraleja: el tercer paso es repetirte esta historia varias veces; si deseas puedes escribirla. La idea es repasarla hasta memorizarla y que la cuentes sin trabas, obteniendo de ella un aprendizaje o moraleja, que serían las conclusiones del tema.

5. Repasar
Sería perfecto que nuestra memoria fuera como la de un computador y que con solo una leída todo el programa de una materia nos quedara archivado. No obstante, una buena manera de que esto nos suceda es repasando lo aprendido, de lo contrario caeríamos en la curva del olvido.
Dicha teoría señala que, si no hacemos nada por retener lo aprendido, en un día podríamos olvidar un 50 % de ello, en dos días el 70 % y en una semana el 90 %. Partiendo de ello, es esencial incluir la repetición espaciada de cara a una prueba. Una vez que memorizaste el contenido, descansa unos minutos y vuelve a releer. Siempre que repases en intervalos crecientes, fortaleces lo almacenado en tu memoria.
6. Apelar a la regla de 24
Esta regla consiste en esperar 24 horas para repasar. No es más que espaciar la recapitulación del material durante un día, siempre que el tiempo antes del examen lo permita y que hayas releído varias veces el contenido.
7. Dibujar mapas mentales
Los mapas mentales son recursos visuales para organizar proyectos y facilitar la retención. Al conjugar figuras, textos, colores y creatividad, fortalecen la sinapsis neuronal, es decir, la transmisión de información entre neuronas, relacionada con la memoria y el aprendizaje. Su uso beneficia el manejo de diversos temas en pocos minutos, porque nuestra memoria apela a los apuntes gráficos para ubicar y desarrollar conceptos.
8. Aplicar un autoexamen
En el libro Make It Stick: The Science of Successful Learning (2014) proponen autoexámenes por temarios, con el propósito de comprobar si en realidad hubo memorización. Brown, Roediger y McDaniel, autores de este texto, argumentan que el aprendizaje complejo y duradero se logra mejor a través de la autoevaluación, agregando, a su vez, algunas complejidades en la práctica. De igual modo, aconsejan espaciar el repaso y alternar temas, para favorecer la retención de información y activar la concentración.
9. Usar acrónimos
Esta regla mnemotécnica recomienda agrupar unidades de información, formando palabras creativas que recordemos con mayor facilidad y rapidez. Por ejemplo, para memorizar cinco ciudades griegas, podrías tomar las sílabas iniciales de cada una y crear un nuevo término. Luego, cuando lo desgloses, entenderás por separado el nombre de cada una. En el caso de Patras, Trikala, Atenas, Níkea y Volos, sería: «PaTriANíVo».
10. Emplear tarjetas de memoria
Las flashcards o tarjetas de memoria funcionan como un juego. Después de estudiar, redactas preguntas relacionadas con el tema en un lado de la cartulina; al reverso escribes las respuestas. Ponlas sobre la mesa, con las interrogantes hacia arriba; toma una y, sin ver la respuesta, contesta cada planteamiento. Las que no aciertes son los temas que debes reforzar.
11. Segmentar la información
Un revoltijo de material desconcentra, nos genera ansiedad y desesperación, por no saber con exactitud cuándo acabaremos con ello. Lo adecuado sería dividir la información, desde apartados generales hasta los más concretos, subrayando las ideas principales y las complementarias. Si tienes este hábito de estudio, simplificas y agilizas la memorización.
12. Explicar los temas a un compañero
Una vez que estudias para tu examen difícil, poniendo en marcha cualquiera de las técnicas anteriores, hay una herramienta de memorización rápida que vale la pena practicar. Haz una exposición frente a un compañero, para corroborar que asimilaste el material. Intenta explicarlo con tus palabras, puedes valerte de ejemplos. Si logras que otra persona entienda lo que estudiaste, ten la seguridad de que la información guardada en tu memoria será útil para superar tu prueba.

– ¿Por qué nos cuesta memorizar?
El proceso de memorización contempla tres fases. En primer lugar, está la retención, para almacenar nuevos datos en nuestra memoria declarativa, esa que nos permite traer recuerdos de modo consciente. Luego se pasa a consolidar la información en el cerebro. Por último, ocurre la evocación, con la que recuperamos lo que memorizamos. La falla en alguna de estas fases estaría acusada por lo siguiente:
- TDAH.
- Dislexia.
- Ansiedad y estrés.
- Problemas de sueño.
- Sobrecarga emocional.
- Dejar el estudio para última hora.
- Distracción con elementos del entorno.
- Aplicación de métodos de estudio inadecuados.
Por otra parte, existen obstáculos cognitivos que bloquean la adquisición de nuevos conocimientos. Podríamos mencionar, entre otros, la fatiga mental, la falta de motivación para estudiar y el exceso de información (a veces) innecesaria.
Combatimos estas dificultades, en un ambiente propicio y llevando un ritmo acorde. La memorización y el aprendizaje se dan mejor si estudias con temperatura y luz adecuadas, sin elementos que distraigan, además descansando algunos minutos, en vez de forzarte de forma continua durante horas.
– Enfoque y concentración, las claves para memorizar con rapidez
Memorizar rápido no tiene por qué ser una acción vacía o momentánea. Procura que la información retenida te sirva para el examen y también para el futuro. Con este fin, es importante que comprendas lo que internalizas, y la única forma de conseguirlo en enfocándote en ello.
Cuando entiendes ese material que quieres archivar en tu memoria, no solo te nutres de conocimiento, sino que aprovechas el tiempo y cultivas tu intelecto. También logras agilizar tu mente, potenciar tu concentración y sentir satisfacción por el fruto de tu esfuerzo. Anímate y prueba las técnicas que te sugerimos, verás que consigues buenos resultados.
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Robots con inteligencia artificial, ¿qué tan cerca estamos de convivir con ellos?…

Infobae(J.Bahamonde) — Durante años, la inteligencia artificial (IA) se desarrolló principalmente en el ámbito digital, optimizando motores de búsqueda, asistentes virtuales y sistemas automatizados. Sin embargo, la integración de modelos de lenguaje con robótica está impulsando una nueva etapa tecnológica.
Según detalla MIT Technology Review, Google presentó una versión de su IA, Gemini, diseñada para operar en el mundo físico a través de robots. Permitiendo a las máquinas interpretar comandos verbales y transformarlos en acciones específicas.
La publicación explicó que esta tecnología combina modelos de lenguaje con razonamiento espacial, facilitando la ejecución de tareas complejas, como identificar objetos y colocarlos en un lugar determinado.
El interés de Google por la robótica tuvo avances y retrocesos. Alphabet, su empresa matriz, adquirió varias startups del sector en la última década, pero en 2023 cerró una división dedicada a robots para tareas prácticas. A pesar de ello, la compañía retomó su apuesta al fusionar la IA con la robótica para mejorar la capacidad de comprensión y ejecución de órdenes.

– La convergencia de tendencias: IA y robótica avanzan juntas
El desarrollo de robots que entienden lenguaje natural no es un fenómeno aislado. Según MIT Technology Review, en los últimos años se cruzaron dos tendencias clave: el uso creciente de IA en la robótica y el interés de las grandes tecnológicas por construir máquinas capaces de interactuar con el entorno físico.
En este contexto, varias compañías impulsaron avances significativos. OpenAI, que había cerrado su equipo de robótica en 2021, inició en 2024 un nuevo proyecto para desarrollar robots humanoides. Nvidia, por su parte, afirmó que la próxima gran transformación de la inteligencia artificial será la “IA física”, centrada en dotar a los robots de mayores capacidades de autonomía y razonamiento espacial.
En el ámbito empresarial, distintas startups demostraron que la combinación de IA y robótica puede aplicarse en entornos reales. MIT Technology Review destacó el caso de Figure, que presentó un robot humanoide capaz de recibir instrucciones para organizar objetos.
Covariant, una empresa surgida de OpenAI, desarrolló un sistema similar para brazos robóticos en almacenes, lo que atrajo la atención de Amazon, que adquirió la compañía pocos meses después de su demostración pública.

– ¿Cuándo veremos robots en el trabajo y el hogar?
El impacto de estos avances en el mundo laboral ya es visible. MIT Technology Review señaló que la empresa Figure tiene planes para fabricar 12.000 robots humanoides por año, lo que podría acelerar su adopción en fábricas y centros logísticos. Sin embargo, la implementación de estas máquinas en el entorno laboral aún enfrenta desafíos, especialmente en términos de regulación y seguridad.
Agility Robotics, una de las pocas compañías con clientes que pagan por el uso de robots humanoides en Estados Unidos, afirmó que sus dispositivos deben operar en áreas separadas de los trabajadores debido a la falta de estándares de seguridad claros. El medio sugiere que esta limitación dificulta la integración total de los humanoides en espacios compartidos, debido a que todavía requiere ajustes normativos.
El escenario doméstico es aún más complejo. MIT Technology Review explicó que los hogares representan un desafío mayor que las fábricas, ya que son entornos menos predecibles y con un mayor nivel de interacción entre humanos y máquinas.
El artículo comparó este proceso con el desarrollo de los vehículos autónomos, destacando que los robots necesitarán pruebas extensivas antes de operar de manera segura en espacios residenciales. Antes de llegar a los hogares, es probable que estas tecnologías se implementen en almacenes, hoteles y hospitales, donde pueden recibir supervisión remota.

– Un futuro prometedor, pero con desafíos pendientes
Si bien la inteligencia artificial está permitiendo avances en la robótica, aún hay obstáculos por superar. MIT Technology Review indicó que la adopción masiva de estos robots dependerá de múltiples factores, como la regulación, la aceptación social y la capacidad de las máquinas para desenvolverse de manera autónoma sin generar riesgos.
Por otro lado, la publicación destacó que la industria continúa evaluando los entornos más adecuados para la integración de estos dispositivos.
Actualmente, MIT Technology Review concluye afirmando que las pruebas en espacios controlados son una prioridad, lo que sugiere que la llegada de robots domésticos totalmente autónomos tomará más tiempo del que algunos anticipan.
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El impacto de la crianza autoritaria en la salud mental infantil…

Psicología y Mente(N.Moreno) — Hay tantos tipos de crianza como familias en el mundo. Sin embargo, a día de hoy se sabe que ciertas tendencias en los estilos educativos pueden tener un impacto más positivo o negativo en los niños.
En este artículo profundizamos en el análisis del impacto que la crianza autoritaria tiene sobre la salud mental de los niños. Empezamos definiendo qué se entiende por este estilo de crianza y explicamos cuáles son los mecanismos psicológicos que intervienen. Para finalizar planteamos algunas alternativas más recomendables.
– ¿Qué entendemos por crianza autoritaria?
Pese a que cada familia tiene su propio estilo de crianza, en la literatura se plantean tres grupos principales: autoritaria, permisiva y democrática. La crianza autoritaria se describe por basarse en poca afectividad y calidez emocional, una elevada exigencia y disciplina estricta.
Con el objetivo de asegurar el cumplimiento de las estrictas normas impuestas y, en general, obtener una obediencia incondicional por parte de los niños, es habitual que se usen técnicas como el miedo y el castigo físico. Además, la comunicación es unidireccional. Los sentimientos y emociones infantiles no suelen ser tenidos en cuenta.
– El impacto de la crianza autoritaria en la salud mental infantil
Un estilo de crianza en que las reglas, los límites y la disciplina se imponen sin ningún tipo de argumentación (más allá de un “porque yo lo digo”) puede parecer efectivo a corto plazo. Sin embargo, tiene graves consecuencias en la salud mental, emocional e incluso física de los niños.
A continuación se mencionan algunas de las principales consecuencias que este estilo de crianza tiene. Dichas secuelas impactan negativamente en los diferentes ámbitos de vida de la persona tanto en la infancia como en la adolescencia y la adultez.
. Ansiedad, estrés y depresión
Las crianzas autoritarias se relacionan con mayores cuadros de ansiedad, estrés y depresión. La elevada presión por el miedo al fallo y al castigo hace que los niños estén en alerta constante. Además, la falta de validación y acompañamiento emocional impide que aprendan a regular sus propias emociones de forma óptima.
Por si fuera poco, la disciplina estricta hace que los niños se sientan juzgados, criticados e inseguros. El hecho de no sentirse vistos ni tenidos en cuenta junto con falta de refuerzo positivo y de acompañamiento emocional, más todo lo anteriormente mencionado, incrementa considerablemente el riesgo de padecer una depresión.
. Pensamiento crítico y autonomía
Es importante comprender que al crecer en un entorno en el que la mayor parte de aspectos son impuestos e innegociables, la capacidad de pensamiento crítico se limita. Del mismo modo, los niños tienen más dificultades para desarrollar su propio criterio y autonomía.
. Baja autoestima
Una de las necesidades más básicas de cualquier ser humano es sentirse visto y amado de forma incondicional. Ante la incapacidad de expresarse o manifestar su individualidad (incluyendo necesidades y deseos) su autoestima se ve dañada. Si a este hecho se le suman críticas duras e invalidación emocional los niños pueden sentirse poco importantes y valiosos.
Esto puede desencadenar una dependencia de reconocimiento y validación externa constante que, a su vez, entorpece el desarrollo personal e impide tomar decisiones por voluntad propia.
. Pocas habilidades sociales
Los niños criados en un entorno rígido, inflexible y autoritario pueden tener dificultades para relacionarse fuera del contexto familiar. Con frecuencia, suelen adoptar roles de sumisión en las relaciones interpersonales con el fin de evitar los conflictos. Debido a la falta de habilidades como la asertividad pueden darse también actitudes más agresivas en modo de defensa.

– Mecanismos psicológicos que explican las graves consecuencias de la crianza autoritaria
Gracias a la psicología del desarrollo podemos comprender mejor por qué la crianza autoritaria tiene las graves consecuencias expuestas anteriormente. En primer lugar, tal y como explica la teoría del apego, las criaturas necesitan establecer vínculos con sus cuidadores en los que se sientan seguros y protegidos (física y emocionalmente). La crianza autoritaria, por el contrario, favorece el apego inseguro.
Si bien es cierto que los castigos pueden hacer que los niños obedezcan en el momento, estos no les enseñan a entender la importancia de las normas establecidas y mucho menos les enseña a regularse emocionalmente. Como consecuencia es frecuente que aparezcan el miedo y la ansiedad, pero no es inusual que se den conductas desafiantes ante la ausencia de la figura de autoridad.
Por último, es importante tener en cuenta que la neurociencia ha demostrado que el estrés que genera vivir en entornos punitivos puede afectar negativamente el desarrollo cerebral. Se pueden ver alteradas funciones como la toma de decisiones y la regulación emocional. Dado que su sistema nervioso permanece constantemente en alerta, hay más propensión a desarrollar, entre otros, trastornos de ansiedad y depresión.
– Alternativas a la crianza autoritaria
Los límites son necesarios para un desarrollo saludable. No podemos olvidar que el cerebro se encuentra en constante evolución y crecimiento hasta la adultez temprana. Por ello, es necesario que los padres acompañen y guíen a sus hijos durante la infancia y la adolescencia, que son periodos críticos para el desarrollo.
Sin embargo, ya hemos visto que establecerlos de forma autoritaria es perjudicial para ellos. Así pues, es necesario que las normas establecidas sean siempre para proteger a los infantes y garantizar su bienestar. Estas deben establecerse con respeto y desde la empatía. Para ello, es imprescindible abrir espacios para fomentar la comunicación. Aspectos como la validación emocional y el acompañamiento en la regulación emocional son clave para garantizar un óptimo desarrollo emocional, mental y físico.
En este sentido, puede ser útil utilizar estrategias como el modelado del comportamiento (ser el modelo a seguir por nuestras criaturas) y sustituir los castigos por la aplicación de consecuencias lógicas y naturales a los hechos.
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¿Es la palabra ‘medioambiente’ una mala traducción?…

The conversation(B.M.Gracia/F.J.R.Orecilla) — La historia de las lenguas, como la de nuestras vidas, está repleta de pequeños malentendidos que tienen consecuencias con las que aprendemos a convivir.
Este artículo va a tratar, precisamente, de malas traducciones, y de cómo muchas de ellas han pasado a formar parte del español, sin que su origen sea ya relevante.
¿Cómo dejamos que sucedan estos errores?
En primer lugar, hay que tener presente que las lenguas naturales cambian constantemente, y que muchos de estos cambios son el resultado de “errores” (inconscientes) de transmisión de la lengua, fenómeno conocido en Lingüística como reanálisis.
También ayuda que, ya desde muy pronto, aprendemos a no tomarnos los errores lingüísticos demasiado en serio.
Los niños usan incorrectamente muchas palabras mientras están aprendiendo a hablar. Además, ¿quién no ha jugado alguna vez al “teléfono roto” y se ha divertido comprobando cómo se distorsiona un mensaje original a través de la cadena de oyentes?
Finalmente, los hablantes de una lengua entran en contacto con otras, de las que toman palabras y estructuras prestadas, con mayor o menor acierto. Por eso podemos encontrarnos con traducciones desafortunadas desde que tenemos registros escritos.
– De ‘traiciones’ bíblicas y bélicas

Traduttore, traditore. Como reza el dicho italiano, traducir es cosa de traidores. Y hay errores de traducción que forjan leyendas.
Durante siglos, se representó a Moisés con cuernos porque en la traducción latina de la Biblia, la Vulgata de san Jerónimo, se dice que este descendió del Monte Sinaí sin percatarse de que su cara estaba cornuta, ‘cornuda’.
Múltiples blogs y sitios de internet acusan a san Jerónimo de haber confundido la palabra hebrea qāran “resplandecía” con qeren ‘cuerno’.
En realidad, san Jerónimo estaba usando metafóricamente la expresión cara cornuda para traducir que su cara resplandecía, tal y como aparece en la traducción griega de la Biblia.
San Jerónimo trabajaba con la traducción griega junto al texto hebreo. Simplemente, en la Antigüedad tardía los cuernos se consideraban una manifestación simbólica del poder de la divinidad.
No menos sonada es la polémica existente en torno a la siguiente frase del Nuevo Testamento: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios” (Mateo 19:24).
Muchos han sospechado que se trata de un error de traducción, probablemente de hablantes de arameo pasando las enseñanzas de Jesús al griego.
Hay dos hipótesis: la primera, una confusión entre las palabras griegas para camello (κάμηλος) y soga (κάμιλος), algo quizá más factible de enhebrar. La confusión se habría visto facilitada porque la segunda vocal de las dos palabras (kámēlos : kámilos) se pronunciaba igual en esa época.

Como las comparaciones con el camello son muchas en la Biblia, hay una segunda hipótesis: que las palabras empleadas para ojo de la aguja, distintas en cada Evangelio, signifiquen en realidad grieta.
En este caso, el camello tendría dificultad para pasar, simplemente, por un lugar demasiado estrecho.
Como sucede con los cuernos de Moisés, se trata de un problema de choque cultural: siglos después, lo que a san Jerónimo o a cualquier habitante de Oriente Medio le sonaba normal, a un lector de otro contexto le podía resultar extraño.
– El silencio atómico de Japón
Es célebre otro supuesto error de traducción de tintes históricos: la interpretación de la palabra japonesa mokusatsu como ‘lo despreciamos’ en lugar del pretendido ‘sin comentarios’. Mokusatsu fue la respuesta oficial de Japón a la demanda aliada en la Declaración de Potsdam de rendirse incondicionalmente en la Segunda Guerra Mundial.
La expresión era ambigua y agresiva (el sentido literal de los signos japoneses es asesinato silencioso). Se interpretó que Japón rechazaba esos términos, algo que contribuyó a la decisión del presidente Harry S. Truman de llevar a cabo los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.
Tras la guerra, Japón esgrimió como justificación un error de comprensión por parte del mando norteamericano. Desde luego, traducir de una lengua a otra no siempre es comprender una cultura ajena.
– ¿Medioambiente se originó en un error de traducción?
Uno de los casos más comentados es el que atribuye a una traductora sueca en 1972 la acuñación del término medioambiente (o medio ambiente), debido a un descuido en la traducción de environment juntando sus dos sinónimos en el diccionario: ‘medio, ambiente’. Simplemente, omitió la coma.
Pero parece discutible que usar en español la expresión medio ambiente se deba a un error de traducción.

Como filólogos que somos, para verificar la fecha de incorporación de la palabra acudimos a los corpus de la Real Academia Española. En este caso, el Corpus del Diccionario histórico de la lengua española nos deparaba una gran sorpresa: la primera documentación de medio ambiente con un significado claramente afín al que manejamos actualmente se da en un texto de José Echegaray ¡de 1870!
No es una casualidad, ni mucho menos. La escritora Emilia Pardo Bazán también lo emplea hasta cuatro veces en La cuestión palpitante de 1883, al igual que Juan Vilanova y Piera, en su Compendio de geología de 1872.

Así que parece que podemos descartar que esta expresión deba su presencia en nuestra lengua a una señora sueca (a lo sumo, sería responsable de su revitalización). Sobre la necesidad de una divulgación lingüística informada hemos advertido en otros foros.
– Compuestos tautológicos y redundancias
De haberse conformado, efectivamente, la palabra medioambiente por el solapamiento de dos sinónimos, nos encontraríamos con una unidad, poco frecuente, que se denomina compuesto tautológico, como la palabra pathway en inglés, literalmente, ‘camino, camino’.
Mucho más habituales son los ejemplos de lo que se denomina redundancia léxica, como insistir de nuevo o peluca postiza. En definitiva, no solo los hablantes extranjeros cometen errores de uso que implican la repetición de conceptos.
– Es de humanos cometer errores… y de máquinas también
En pleno siglo XXI, es imposible estar en el mundo y no toparse con errores humanos de traducción. Internet se hace eco de los más hilarantes. Ahora bien, las decisiones de traducción humanas son a veces, por casualidad o quizá por el buen hacer, fuente de inesperados hallazgos.

Augusto Monterroso, en su divertido ensayo Sobre la traducción de algunos títulos comentaba con sorna diversos ejemplos: José Bianco tradujo The Turn of the Screw de Henry James por Otra vuelta de tuerca; la traducción literal hubiera sido La vuelta del tornillo, que en inglés se refiere a ‘coacción’.
Obviamente, Otra vuelta de tuerca suena mucho mejor que la traducción literal, es mucho más expresiva que La coacción, y por eso se ha integrado en el uso habitual.
En el caso de The Importance of Being Earnest de Oscar Wilde, su traducción literal es La importancia de ser formal (o serio), pero se suele conocer en el mundo hispánico por La importancia de llamarse Ernesto, un buen intento de mantener cierto tono juguetón, ya que en el original inglés, earnest es una alusión al (presunto) nombre del protagonista, Ernest.
Lo cierto es que hubo intentos de mantener el juego de palabras, cambiando el nombre del personaje por Severo o Franc (en catalán)

En lo que respecta al uso de las inteligencias artificiales, incluso la traducción automática del inglés, tan perfeccionada, falla estrepitosamente a la hora de identificar matices como los que median entre una auténtica joya y una joya auténtica o un montón de libros y unos libros del montón (compruébelo en casa).
Así, queremos convocar a los profesionales de la traducción de lenguas diversas para que firmen un artículo en The Conversation compartiendo las más disparatadas interpretaciones que la traducción automática hace de pasajes de su lengua.
Quizá, el día que las máquinas resuelvan cuestiones lingüísticas mejor que las personas, sea el día que por fin un camello pase por el ojo de una aguja.
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¿Cómo maltratan los Narcisistas?…

Psicología y Mente — El narcisismo es un trastorno de personalidad caracterizado por una exagerada necesidad de admiración y una profunda falta de empatía hacia los demás. Cuando estas características son extremas, pueden dar lugar a comportamientos abusivos hacia aquellos que se encuentran cerca del narcisista. Las víctimas de maltrato narcisista sufren consecuencias emocionales y psicológicas devastadoras, ya que este tipo de abuso es sutil, pero insidioso.
A menudo, el narcisista manipula, controla y menosprecia a la persona para mantener su poder, lo que puede pasar desapercibido por quienes no están directamente involucrados. Reconocer las tácticas utilizadas por los narcisistas para maltratar es fundamental para poder protegerse y sanar. En este artículo, exploraremos cómo los narcisistas maltratan, las consecuencias de este abuso y cómo las víctimas pueden salir de una relación con un narcisista para recuperar su bienestar.
– ¿Qué es el narcisismo?
El narcisismo es un rasgo de personalidad caracterizado por una visión exagerada de uno mismo, necesidad de admiración y falta de empatía. Sin embargo, cuando estas características son extremas persistentes, pueden formar parte del Trastorno Narcisista de la Personalidad, una condición psicológica que afecta la manera en la que las personas se relacionan con los demás.
A diferencia del narcisismo “común”, que puede manifestarse en ciertos momentos sin ser patológico, el narcisista con Trastorno Narcisista de la Personalidad presenta un patrón estable de manipulación y desvalorización de los demás. Su conducta suele girar en torno a la obtención de poder, validación y control sobre quienes lo rodean.
Uno de los aspectos más problemáticos del narcisismo patológico es la falta de empatía, lo que les permite justificar su abuso sin sentir culpa. Esta combinación de rasgos hace que sus relaciones sean dañinas y, en muchos casos, destructivas para las víctimas.
– Tipos de maltrato que ejercen los narcisistas

Los narcisistas, debido a su necesidad de control, poder y validación, utilizan diversas formas de maltrato para dominar a las personas a su alrededor.
A continuación, se describen los tipos más comunes de abuso que ejercen.
1. Maltrato emocional y psicológico
El narcisista utiliza tácticas de manipulación emocional para socavar la confianza y estabilidad mental de la víctima. Una de las formas más comunes es el gaslighting, una técnica que hace que la víctima dude de su propia percepción de la realidad. El narcisista distorsiona hechos y situaciones para que la víctima crea que está exagerando o perdiendo el juicio.
Además, el abuso psicológico incluye la desvalorización constante, en la que la víctima es frecuentemente ridiculizada y descalificada, lo que mina su autoestima. La indiferencia emocional también es habitual: el narcisista se muestra distante e incapaz de ofrecer apoyo emocional, lo que deja a la víctima sintiéndose vacía y no reconocida.
2. Maltrato verbal y social
El abuso verbal es otra herramienta que los narcisistas utilizan para mantener el control. Esto puede incluir insultos directos, humillaciones públicas o ridiculización constante para crear inseguridades en la víctima. Además, suelen buscar el aislamiento social de sus víctimas, manipulándolas para que se alejen de amigos y familiares.
En casos más extremos, el narcisista lleva a cabo una campaña de difamación contra la víctima, esparciendo mentiras o tergiversaciones para que otros también la rechacen.
3. Manipulación y abuso encubierto
El narcisista también emplea técnicas de abuso más sutiles, como el love bombing, en el que inicialmente muestran un afecto exagerado para enganchar a la víctima, solo para luego quitarle valor y alejarla emocionalmente. Otra táctica común es la victimización, donde el narcisista juega el papel de víctima para evadir cualquier culpa y seguir manipulando a los demás.
Además, el castigo silencioso es una forma de abuso emocional en la que el narcisista retira su afecto o atención como castigo, lo que deja a la víctima en una constante búsqueda de aprobación.

– Cómo protegerse y salir de una relación con un narcisista
Salir de una relación con un narcisista puede ser un proceso desafiante, ya que el control psicológico y la manipulación emocional hacen que la víctima se sienta atrapada. Sin embargo, es fundamental reconocer las señales de abuso para poder dar el primer paso hacia la recuperación.
1. Reconocer las señales
Reconocer las señales de abuso es esencial. Estas incluyen el gaslighting, la manipulación emocional, las críticas destructivas y la constante devaluación. Aceptar que se está siendo maltratado es el primer paso hacia la liberación. La educación sobre el trastorno narcisista también es importante para entender que el comportamiento del abusador no es una reflexión de uno mismo, sino una manifestación de su trastorno de personalidad.
2. Apoyo emocional
Buscar apoyo emocional es crucial. Hablar con amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede proporcionar el respaldo necesario para tomar decisiones difíciles. Las víctimas de abuso narcisista a menudo se sienten aisladas, por lo que crear una red de apoyo es vital para mantener la claridad mental y emocional.
3. Establecer límites
Una vez que se ha tomado la decisión de salir de la relación, es importante establecer límites claros y mantenerlos firmes, incluso si el narcisista intenta manipular la situación. Si es posible, cortar todo contacto con la persona narcisista y buscar ayuda profesional para sanar y reconstruir la autoestima.
En conclusión, el maltrato narcisista es insidioso y destructivo, afectando profundamente la salud mental de la víctima. Reconocer las señales de abuso y buscar apoyo son pasos clave para salir de una relación con un narcisista. La sanación es posible, pero requiere tiempo, apoyo emocional y, en muchos casos, ayuda profesional para restaurar la autoestima y recuperar el bienestar.
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No quieres tener un millón de amigos…

JotDown(A.García) — Hace cientos de miles de años que los humanos sabemos perfectamente que necesitamos del grupo para nuestra supervivencia. El contacto frecuente con otros semejantes presenta múltiples beneficios materiales y psicológicos, principalmente protección, ayuda mutua o afecto.
Es por esto que la soledad, el vernos rechazados o marginados del grupo más cercano a nosotros, sea uno de los miedos principales y más aterradores de las personas. Por lo que, en correspondencia, un problema recurrente en psicoterapia es la necesidad de tener amigos.
Cada vez más personas pasan por la consulta del psicólogo preocupadas por una sensación mayor de desarraigo y aislamiento en su día a día, que suele dedicarse a largas jornadas laborales, a mantenimiento y logística de la vida cotidiana; hay quien además está estudiando, cuida de algún familiar y si queda un resquicio en la agenda, aprovecharlo para tomar un indispensable descanso.
El invento de las redes sociales, llamado a facilitar la construcción de redes de amistades entre los usuarios, parece haberse convertido más en un sustituto que en un potenciador. Paradójicamente estamos más conectados que nunca y sin embargo nos sentimos más solos en medio del triunfo de las sociedades individualistas.
La amistad es esencial para nuestra calidad de vida y uno de los factores principales que contribuyen al bienestar y la felicidad de los seres humanos (Demir, 2015); un aliado importante cuando nos enfrentamos a malos tiempos o problemas psicológicos de toda clase. Si hay tantas ventajas, ¿cómo puede ser que tantas personas sufran un bloqueo a la hora de conocer a alguien? La respuesta es compleja y requiere primero hacerse una idea de qué se entiende por amistad.
Podríamos definir la amistad como una relación interpersonal —es decir, que implica una reciprocidad— construida entre dos personas y que incluye además un componente importante de cercanía e intimidad (Amichai-Hamburger, 2012).
Se ha de entender como una interdependencia donde dos personas adquieren un compromiso implícito de asistencia mutua en el que también se ha de destacar la dimensión del compañerismo entendido como el tiempo y las actividades desarrolladas en común.
Por último, no hay que olvidar que, como en cualquier otro tipo de vínculo estrecho, existe un factor de conflicto potencial y de control psicológico: el establecimiento de una amistad implica cierto grado de exposición a la retirada de afecto o desaprobación en función de aquello que se juzgue inadecuado, y por tanto modula el comportamiento prosocial (Padilla-Walker, 2014).
En estos términos, construirse una red de amistades, especialmente de carácter íntimo, puede parecer una tarea descomunal, puesto que necesita movilizar multitud de recursos personales, psicológicos —además de, por descontado, dedicar tiempo— y nos va a exigir enfrentarnos a situaciones sociales, campo abonado para la aparición de nuestros miedos y distorsiones favoritas.
Encontrarse en un momento vital donde la sensación de soledad sea muy notoria, como por ejemplo al terminar los estudios, cambiar de trabajo, divorciarse, mudarse a un país o ciudad nueva, etcétera, puede aportar un sesgo negativo de entrada. Ante todas estas dificultades es habitual que los beneficios a medio plazo de la inversión a realizar se vean borrosos.

Sabiendo que no hay nada que nos garantice que toda esta inversión en sociabilidad dará los resultados que deseamos; la metáfora podría ser la del buscador de oro en los ríos del Yukón, que no sabe cuándo ni dónde encontrará la tan deseada pepita de oro.
Pero antes de hacernos una bola en el sofá y decidir aislarnos del mundo ante semejante esfuerzo, quizá sería interesante plantearse cómo es una red de amistades.
En general, se acude a dos parámetros principales para medirla; la cantidad de contactos y la calidad del vínculo (Demir, 2015).
Así que una de las primeras preguntas que uno puede hacerse es de cuántas amistades estamos hablando.
La mayoría ansía un vínculo de intimidad, disponer de lo que llamamos «mejores amigos», y los suele cifrar en no más de cuatro o cinco.
Un número asombrosamente constante que coincide con las conclusiones de Robin I. M. Dunbar al respecto.
Este psicólogo y biólogo evolucionista británico lleva investigando desde 1975 el comportamiento prosocial de primates y humanos, y sostiene que tanto el tamaño como la calidad de las relaciones de amistad de los homínidos están restringidos por factores diversos como la capacidad cognitiva y el tiempo y capital emocional invertido.
En última instancia, las dimensiones de la red de relaciones de un individuo estarían correlacionadas con el tamaño de su neocórtex: la Teoría del cerebro social implica que el enorme cerebro de los primates habría evolucionado para manejar la inusual complejidad de su mundo social (Dunbar, 2018).
En el caso de los humanos, parece existir un límite consistente de unos ciento cincuenta contactos de promedio, una cifra común detectada en organizaciones tan dispares como sociedades de cazadores-recolectores, ejércitos modernos, comunidades rurales o incluso en mamíferos altamente sociales.
Nuestras redes sociales se organizan además en una especie de «círculos de amistad» (Dunbar, Roberts 2010), en los que estructuramos la jerarquía de proximidad en capas concéntricas: la más íntima corresponde a la cifra de hasta cinco amistades —incluida nuestra pareja si la tenemos—, el círculo de «simpatía» a unos doce o quince individuos con los que tenemos una buena conexión y decreciendo progresivamente en cercanía emocional, los de conocidos hasta cincuenta y finalmente el tope de ciento cincuenta, que forma el nivel más exterior.
Pues bien, parece ser que dedicamos el 40% de nuestro tiempo social al círculo más estrecho y un 20% al inmediatamente posterior; son aquellos a quienes contactamos con más frecuencia.
Para forjar unas conexiones más íntimas es necesaria una mayor inversión de tiempo, estar presente con mayor periodicidad y dedicar más habilidades cognitivas y emocionales, de tal manera que, si dejamos de sostener la frecuencia de contacto con alguien, caerá a alguno de los círculos exteriores.
De hecho, parece ser que iniciar una relación sentimental provoca que desviemos recursos sociales de tal manera que alguna de nuestras amistades íntimas se desplaza a la zona de simpatía, que correspondería al famoso «efecto de desaparición» de algunas personas cuando se emparejan.
Hay cierta variabilidad en este número de Dunbar en función de varios parámetros, además del tamaño de nuestro cerebro; por ejemplo, los extrovertidos tienen redes más amplias, pero de conexiones más débiles (Pollet, 2011).
Normalmente las redes de amistades de los jóvenes son más ricas y densas, ya que su promiscuidad social es mayor, para decaer con la edad cuando aparece el fenómeno de la soledad en edades avanzadas. Las mujeres tienden a formar círculos íntimos más grandes, incluida la figura de la «mejor amiga para siempre» (best friend forever), generalmente una mujer (Dunbar, 2018).
Hay incluso estudios sobre cómo gestionan sus amistades los individuos de la llamada «tríada oscura»: los psicópatas buscan amistades volátiles; los maquiavélicos, que puedan ser fácilmente explotadas; y los narcisistas son los más variados, oportunistas y por tanto menos restrictivos (Jonason, 2012).
Ahora que sabemos que no hacen falta tantos amigos, ¿qué tengo que hacer para crear esta red? Para que una amistad empiece a rodar se necesita proximidad: cercanía en el espacio y en el tiempo, más disponibilidad para aquellos que me interesan (Amichai-Hamburguer, 2012).

Un segundo aspecto importante es la similaridad, pues es más probable que nos hagamos amigos de quienes se parecen a nosotros, en términos de apariencia física, intereses y rasgos psicológicos comunes, origen étnico o trasfondo cultural (Kupersmidt, DeRosier y Patterson, 1995; Schneider, 2000; Tessier, Tremblay y Bukowski, 1994).
Dunbar propone una serie limitada de siete dimensiones que predicen nuestras elecciones de amistades: el género, la lengua (o mejor aún, la variante dialectal, ya que nos une más estrechamente a una comunidad), el lugar de origen —dónde creciste—, la historia educativa, los intereses y aficiones —incluidos gustos musicales—, el sentido del humor y la visión del mundo en el plano moral, religioso y político. Así que no, los extremos no se atraen: solemos juntarnos por afinidad.
Internet es una aliada en este proceso de selección; ofrece acceso inmediato a personas con opiniones, creencias, rasgos e intereses parecidos a los nuestros, puesto que las redes sociales tienden a segmentar por afinidad de opiniones, y nos resulta más fácil detectar afinidades (Ben-Ze’ev, 2005; Schneider y Amichai-Hamburger, 2010).
Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo sobre si la irrupción de las redes sociales provoca un desplazamiento de las físicas o bien resultan en una estimulación que enriquece las redes de amistades reales (Valkenburg y Peter 2011), aunque parecen apuntarse algunas evidencias de lo segundo.
Sin embargo, con matices: si hablamos de internet, el tiempo social invertido es más efectivo normalmente entre gente que vive en la misma zona (Mazur y Richards, 2011) o para incrementar el contacto entre parientes y amigos que están fuera de alcance (Hampton, Wellman 2001).
Si no tenemos tiempo para relaciones reales, es muy probable que lo usemos como sustituto dada su comodidad e inmediatez, pero no resolverá por sí sola la sensación de soledad. Para la intimidad, internet puede ser un entorno menos amenazador en personas con inhibiciones sociales, debido a la protección que el anonimato y la ausencia de presencia física ofrecen.
El principal hándicap de las amistades cibernéticas es la ausencia del tercer factor a tener en cuenta; el compañerismo, ya que la posibilidad de realizar actividades de manera conjunta es limitada y de alguna manera nos empuja a buscar el contacto en el mundo real.
Ahora bien, las amistades son demandantes cognitivamente, puesto que suponen establecer «contratos sociales» basados en la confianza mutua, y por tanto hay un componente importante de promesa de apoyo futuro y de comportamiento prosocial: en otras palabras, tener amigos lleva aparejado saber inhibir algunos de nuestros deseos en aras de que los demás puedan satisfacer los suyos —mantener un balance—.
Las consecuencias de nuestra conducta a medida que la red de relaciones crece se complica; indisponerse con un amigo puede hacer peligrar la relación con otros amigos comunes.
También nos exigen una buena capacidad de mentalización, entendida como la capacidad de leer o entender estados mentales e intenciones de otros.
Hacer amigos requiere un esfuerzo cognitivo y emocional importante cuya recompensa no está ni mucho menos asegurada, y es por esto que la respuesta a la perspectiva de tejer redes de contactos sea habitualmente un «me da pereza», por mucho que lo deseemos.

Por último, no hay que descartar la presencia de problemas con las habilidades sociales necesarias o percibidas. Puede que nos falte repertorio —verbal y no verbal— para dominar el arte de la comunicación, o bien sufrir la famosa inhibición por ansiedad social, sobre todo cuando nos vemos en la tesitura de iniciar un contacto con completos desconocidos sin alguien conocido en quien refugiarnos.
En todos los casos de miedo al contacto aparecen creencias distorsionadas que se centran en una imaginaria inferioridad propia —«no voy a saber de qué hablar», «no soy interesante»— y una adivinación del juicio ajeno, que además es invariablemente negativo y sobrevalorado —«les caeré mal», «a saber qué piensan de mí»—, entre otros esquemas mentales fantasiosos.
Muchos estudios apuntan a que una mayor habilidad social es un factor implicado clave en el bienestar psicológico, un hallazgo consistente entre culturas.
Demir (2012) comparó culturas individualistas (Estados Unidos) con colectivistas (Malaysia) y comprobó este efecto en ambos modelos, aunque esta relación está fuertemente mediatizada por la calidad de las amistades; tener una gran habilidad social no predice bienestar por sí misma si no está sirviendo para tener buenos amigos.
No solo las habilidades sociales se pueden entrenar, sino que existe una tendencia a infravalorarlas, quizá debido al culto contemporáneo a la extroversión y el protagonismo.
De hecho, cuando la exposición a otras personas tiene lugar en un ambiente en el que aceptamos la obligatoriedad de acudir regularmente, como es el trabajo o la escuela, resulta que somos capaces de lidiar con nuestras limitaciones sociales e incluso de hacer amistades significativas.
Es decir, con mayor o menor competencia social, todos tenemos la capacidad de hacer amigos. Si optamos por salir ahí fuera y probar voluntariamente alguna actividad grupal, tampoco hay que desanimarse si acudimos a algún evento multitudinario: según Dunbar, es imposible sostener una misma conversación por parte de más de cuatro personas concurrentes.
En cuanto una quinta se incorpora, la tendencia es a derivar en más de una temática, así que es poco probable que estemos manejando más de cuatro relaciones simultáneas. Por mucha gente que se haya presentado a la cena, no estaremos interactuando nunca con demasiada a la vez.
Así que si estamos planeando conocer nuevas personas es esencial no perder de vista que la red de amistades que necesitamos no es tan grande como podría pensarse, lo que nos libera en alguna medida de la presión imaginaria de tener que caerle bien a todo el mundo.
Con unos cuantos contactos podemos ir construyendo la base para futuras ampliaciones, e ir aprovechando las conexiones de nuestros nuevos amigos. También es una buena oportunidad para valorar nuestras creencias limitadoras y analizar críticamente cuál es el estado real de nuestras habilidades sociales.
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¿Cuál es la fobia más excéntrica?

JotDown(A.Olmeda) — ¿Alguien en la sala que nunca haya experimentado el miedo? Inherente al ser humano —y a cualquier mamífero—, el miedo es el mecanismo por el que el salimos airosos ante una amenaza real.
Gracias al miedo, los primeros homínidos fueron capaces de sobreponerse a las inclemencias del tiempo, protegerse de los depredadores y, en consecuencia, perpetuar la especie. Pura supervivencia habitando en nuestro cerebro primitivo desde hace más de quinientos millones de años. fobia
Está de más apuntar que con el avance de las sociedades, las amenazas también fueron evolucionando y distorsionándose hasta plasmar su faceta más cruda. Figuras de poder, como las políticas autoritarias europeas en los años treinta y cuarenta, utilizaron el miedo para controlar las poblaciones según su conveniencia.
Si bien el miedo es una respuesta natural y adaptativa ante un estímulo que representa un peligro real —es la respuesta a ese miedo la que hace que soltemos la taza de café cuando está extremadamente caliente—, la fobia es su versión sin responder a ningún peligro real y tiene categoría de trastorno.
Julia Pascual, psicóloga especialista en terapia breve estratégica, afirma que «las fobias se construyen a fuerza de evitar las situaciones que nos atemorizan. Eso primero tranquiliza, pero acaba autoconvenciendo a la persona de que no será capaz de afrontar sus temores».
Por su carácter irracional, hay ciertas fobias que parecen sacadas de la ficción, pero suponen de veras un freno vital para quien la padece. Echen un vistazo a la lista, voten por la más excéntrica a su parecer, y siéntanse libres de añadir en los comentarios alguna que se nos haya escapado.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
Papafobia

La papafobia es el miedo extremo a la figura del papa, al halo de lo sagrado que significa su figura. Náuseas, entumecimiento, aceleración del pulso e incluso dolor en el pecho son solo algunos de los síntomas que provoca este trastorno.
Aunque no es demasiado recurrente, y no interfiere demasiado en el día a día de quien lo padece, una simple mención o pensamiento sobre el soberano de la Ciudad del Vaticano puede desencadenar en un ataque de pánico por parte del enfermo.
Algunos expertos la relacionan con otras fobias en torno a lo sagrado y a los santos. Que Dios nos pille confesados.
Síndrome de Koro

La persona que padece este trastorno tiene la creencia irracional de que su pene, pezones o genitales se están reduciendo y que van a llegar a desaparecer en poco tiempo.
Este síndrome tiene origen en China y se focaliza en el sudeste de Asia, llegando incluso a darse de forma epidémica en algunos casos, aunque se conocen afectados aislados en todo el mundo. Estas crisis de ansiedad suelen ser cortas y tienen respuestas positivas a explicaciones racionales.
Araquibutirofobia

Adorada por (casi) todos, la crema de cacahuete ha sido uno de los últimos descubrimientos de alimentación fit. Rica en proteínas, con grasas buenas y con un sabor adictivo. Si no fuese por esa textura que a veces se queda habitando en el paladar…
La araquibutirofobia se trata de la aversión a la crema de cacahuete o cualquier alimento que tenga una textura parecida. La fobia aparece de la idea de que pueda quedarse pegado al paladar. Como ocurre con otras fobias, puede estar relacionada con algún episodio traumático anterior en el que quien lo padece pudiera haber tenido algún tipo de asfixia con estos alimentos.
Complejo de Licea

También conocido como venustrofobia o caliginefobia, es un síndrome que consiste en un miedo irracional a las mujeres muy atractivas. No es necesario que se produzca interacción, solo el simple hecho de su presencia puede desatar altos niveles de ansiedad.
Aunque aparece con mayor frecuencia entre hombres heterosexuales, la venustrafobia puede ser padecida también por mujeres independientemente de la orientación sexual.
Ablutofobia

La ablutofobia es el miedo irracional a bañarse o lavarse. Casi todos hemos pasado esa época infantil en la que nos costaba meternos en la ducha, pero esta fobia trata de un trastorno de ansiedad que provoca gran malestar en la persona que lo padece.
Este miedo severo tiene consecuencias muy negativas en la vida social, pues la poca higiene puede llegar incluso a provocar el rechazo del enfermo por parte de otras personas.
Los síntomas incluyen ansiedad, miedo irracional, angustia, falta de concentración e incluso pensamientos de muerte.
Omfalofobia

Todos —o la mayoría de nosotros— tenemos ombligo. Sobre todo en verano, en la piscina o en la playa, no es extraño que convivamos con muchos de ellos a la vista. Las personas que padecen omfalofobia sienten un miedo desproporcionado al ver o tocar ombligos, ya sean propios o ajenos.
Como en la mayoría de las fobias, los síntomas principales son la evitación, miedo irracional e interferencia en la vida del afectado. Una de las terapias más recurrentes para este tipo de trastorno es la exposición. Se trata de ir exponiendo progresivamente al paciente a situaciones en las que tenga que ver o tocar ombligos.
Fagofobia

Asociada a grandes pérdidas de peso e incluso a trastornos alimenticios como la anorexia, la fagofobia se caracteriza por la aparición de episodios de ansiedad provocados por el acto de tragar. Aunque puede parecer bastante similar a otro tipo de fobia como la pnigofobia —temor a atragantarse como consecuencia de tragar—, en la fagofobia, el estímulo que provoca el miedo irracional es el hecho de hacerlo.
Macrofobia

Las esperas no son en absoluto agradables. Seguro que muchos de nosotros hemos llegado a desesperarnos haciendo la cola para comprar en el súper o esperando a ese amigo que nunca llega a la hora. Pero cuando esa desesperación se convierte en persistente, injustificada e irracional, alcanza la categoría de fobia.
El trastorno por miedo a esperar durante tiempo prolongado aún no tiene un estudio en profundidad, pero las personas que lo padecen suelen haber sido víctimas de acontecimientos donde se sintieron impotentes, vulnerables y humillados mientras esperaban muchas horas.
Pogonofibia

Los que sufren pogonofibia tienen un miedo irracional a las personas con barba. Puede deberse a algún incidente con alguien que tuviera o simplemente, porque no le agrade el hecho de que oculte parte de su rostro.
Por lo general, sienten ansiedad al mirar una foto de alguien con barba y no serán amigos de nadie que la tenga. Absteneos, hípsters.
Socerofobia

El primer encuentro con los padres de tu pareja no es fácil, hasta ahí estamos de acuerdo. Lo que puede que no entrara en tus planes es que puede llegar incluso a ser enfermizo. Los límites de lo habitual se sobrepasan cuando este momento no agradable se convierte en un temor, e incluso miedo irracional. Es entonces cuando hablamos de socerofobia, efectivamente, fobia a los suegros.
En las personas que lo padecen, la ansiedad aparece solo en pensar en un encuentro por el temor de no estar a la altura de las circunstancias, por no ser considerado el compañero ideal para su hijo o hija.
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Cuál es el peor chiste de la historia, según la inteligencia artificial…

Infobae(J.J.R.Arbeláez) — A pesar de que se desconoce quién fue el humorista que lo ideó, diversas fuentes consideran que el chiste fue creado en el siglo XIX
La inteligencia artificial (IA) está presente en diversas áreas de la vida cotidiana, desde la automatización de procesos hasta la creación de contenido. Sin embargo, también ha comenzado a intervenir en terrenos más abstractos, como la percepción del humor.
Recientemente, un análisis de IA ha identificado lo que se considera el “peor chiste de la historia de la humanidad”, desafiando la percepción tradicional sobre el humor y cuestionando qué lo hace efectivo o fallido. Este artículo explora cómo la IA determina el humor y cuál es el peor chiste, según su evaluación.
– El chiste considerado el peor
El chiste identificado por la IA como el peor de la historia es uno que fue popularizado por su aparente simplicidad y falta de ingenio. En su versión más básica, dice lo siguiente:
“¿Por qué cruzó el pollo la carretera? Para llegar al otro lado.”

Este chiste se considera el peor no por su falta de estructura, sino por la previsibilidad de su respuesta.
La IA, al analizar este chiste, destaca su simplicidad y la ausencia de cualquier tipo de sorpresa o giro que normalmente caracteriza a los chistes más efectivos.
En este caso, la respuesta es tan esperada que no provoca ningún tipo de desconcierto o risa.
Es un chiste que se ajusta a un formato demasiado predecible y carece de la complejidad que suele requerir el humor.
Aunque hoy en día este chiste es considerado uno de los más sencillos y, por lo tanto, uno de los peores, tiene una historia interesante.
A pesar de que se desconoce quién fue el humorista que lo ideó, diversas fuentes consideran que fue creado en el siglo XIX, ya que ha sido mencionado en diversas fuentes históricas como parte de la cultura popular estadounidense.
El chiste ha perdurado a lo largo de los años debido a su simplicidad y su repetición constante en diversas formas de medios y cultura popular. Con el tiempo, ha llegado a ser visto más como un símbolo de humor absurdo que como una pieza realmente graciosa. Sin embargo, su legado en la historia del humor sigue siendo significativo, ya que forma parte del archivo cultural sobre el cual se sigue reflexionando sobre qué es lo que hace a un chiste efectivo o no.

– Evaluación del humor por parte de la IA
El análisis de la IA sobre lo que hace un chiste “bueno” o “malo” se basa principalmente en datos cuantitativos, como la longitud del chiste, su estructura gramatical y la familiaridad de sus elementos.
Sin embargo, la tecnología no cuenta con la capacidad de evaluar el contexto emocional o cultural en el que un chiste puede ser percibido, lo que es un factor crucial en la recepción del humor. Es importante destacar que el humor es profundamente subjetivo y depende de múltiples variables, como la situación en la que se cuenta, el público y el contexto social.
Aunque la IA puede identificar patrones y generar contenido humorístico, su interpretación del humor sigue siendo limitada. Los algoritmos no pueden comprender plenamente el contexto o la complejidad emocional que acompaña al humor humano, lo que puede llevar a interpretaciones erróneas sobre qué constituye un “buen” o “malo” chiste.
– ¿Existen otros chistes considerados peores?
La historia del humor está llena de ejemplos de chistes que, debido a su simplicidad o falta de ingenio, han sido catalogados como “malos”. Sin embargo, el concepto de “peor” chiste depende en gran medida de los criterios utilizados para su evaluación.
Algunos estudios han intentado identificar chistes que, aunque simples, puedan tener un impacto cultural más amplio, lo que complica aún más la tarea de clasificarlos. Es probable que muchos chistes que parecen triviales a primera vista puedan resonar de manera diferente según el contexto histórico o social en el que se cuenten.
Aunque la IA puede identificar patrones de incongruencia y predecibilidad en los chistes, no tiene la capacidad de comprender completamente la dimensión emocional y cultural del humor humano. El chiste del pollo cruzando la carretera es solo un ejemplo de cómo la IA puede clasificar los chistes de manera impersonal y sin tener en cuenta factores subjetivos que son esenciales para entender por qué algo es gracioso.
nuestras charlas nocturnas.
Las matemáticas son, sobre todo, hermosas…

“Me encantan las matemáticas no sólo por sus aplicaciones técnicas, sino sobre todo porque son hermosas”.
The Conversation(M.M.Stadler/M.de León Rodríguez/J.M.Rey) — La matemática Rózsa Péter escribió esta inspiradora frase en su libro Playing with Infinity, dirigido a un público no experto.
Creo que la mayoría de las personas que nos dedicamos profesionalmente a las matemáticas pensamos de esta manera; me refiero a apreciarlas por su belleza. En mi caso, me dedico a la topología, un área preciosa pero muy teórica, así que la parte de las aplicaciones está muy alejada de mis conocimientos y mis intereses.
Sin embargo, actualmente, las matemáticas se valoran precisamente por su gran variedad de aplicaciones en ciencia y tecnología. ¿Es esta percepción la responsable de los grandes cambios en las matrículas de los grados de matemáticas?
– ¿Quién estudia matemáticas?
La Alianza STEAM por el talento femenino, una iniciativa del Ministerio de Educación y Formación Profesional que tiene como objetivo fomentar las vocaciones STEAM en niñas y jóvenes y reducir la brecha de género, publica cada año los datos de la evolución de matriculación en diferentes grados universitarios.
La última actualización, la correspondiente a la gráfica que aparece debajo, describe la evolución y distribución porcentual del alumnado matriculado en el grado de Matemáticas en las universidades públicas españolas entre los cursos académicos 1985/86 a 2022/23.

En estos casi 40 años de datos de matriculación en la carrera de Matemáticas, se observa un cambio sorprendente. Hasta el curso 2006/07, la carrera era bastante paritaria, incluso con un mayor porcentaje de alumnas en algunos años (en particular, entre los cursos 1994/95 y 2003/04).
En los primeros años representados en la anterior gráfica, la carrera de Matemáticas tenía salidas profesionales fundamentalmente vinculadas con la docencia. Y la enseñanza es una actividad con una gran presencia de mujeres.
A partir del curso 2006/07, los datos expuestos en la gráfica muestran un cambio de tendencia ininterrumpido. En el último curso analizado, el 2022/23, las mujeres representan tan solo el 36,57 % del alumnado total matriculado en la carrera de Matemáticas.
Si miramos las cifras de matriculación (no sólo la distribución porcentual por sexo), sorprende ver que, en el curso 1987/88, el número de alumnas matriculadas era de 5086 y el de alumnos de 5130. Durante el curso 2022/23, la cantidad de alumnas matriculadas era prácticamente igual a la de 35 años antes, 5020, y la cantidad de alumnos era de 8707.
El curso 1996/97, el de mayor cantidad de estudiantes en la carrera, tenía 9543 chicas y 8620 chicos matriculados. ¿Qué ha ocurrido a lo largo de estos años para que el porcentaje de mujeres y hombres matriculados haya cambiado tanto?
– Las matemáticas interesan a las empresas
Los equipos que trabajan en las empresas son cada vez más multidisciplinares. Dependiendo del tipo de actividad a la que se dediquen, trabajan en ellas conjuntamente especialistas en biología, física, geología, química, matemáticas o distintas ramas de la ingeniería.
Cada persona experta aporta sus conocimientos técnicos y su manera de pensar para resolver los problemas planteados. En las compañías que las contratan, las personas egresadas en matemáticas proponen modelos que simulan situaciones de la vida real, crean algoritmos eficientes o calculan riesgos, entre otras tareas. Son empleos con grandes posibilidades de promoción, con buenas perspectivas de futuro, bien remunerados.
¿Por qué la respuesta ante esta situación tan “favorable” para una persona egresada en matemáticas difiere tanto en el caso de las mujeres y los hombres?
Observando los datos de la evolución en la matriculación en la carrera de Matemáticas, entiendo que los que han cambiado esencialmente su forma de pensar son los chicos: probablemente, en otro momento, habrían elegido estudiar una ingeniería para acceder profesionalmente al ámbito empresarial; ahora optan quizás por las matemáticas por su prestigio, por sus posibilidades de cara al futuro, porque se les dan bien, ¿Por qué les gustan?
Por supuesto que muchas chicas que estudian Matemáticas optan también por salidas profesionales al margen de la enseñanza, pero ¿por qué sus elecciones son tan diferentes a las de los chicos? ¿Por qué ese prestigio que poseen las matemáticas no atrae a las mujeres de la misma manera que a los hombres?

– ¿Importa realmente que no haya paridad en los estudios de matemáticas?
Probablemente muchas personas piensen que no es tan grave, porque los porcentajes en otras disciplinas son peores. Y tienen razón: en el grado de Informática, en el curso 2022/23, las alumnas matriculadas representan el 14,57 % del total de estudiantes. En el grado de Física, en ese mismo curso, solo el 28,44 % del estudiantado es femenino.
Sí, efectivamente, estos datos son peores. Pero entiendo que la evolución en el caso del grado de Matemáticas ha sido especialmente rápido, especialmente sorprendente, especialmente preocupante.
Es una muy mala noticia que cualquiera de estas carreras tenga un porcentaje tan bajo de mujeres entre sus estudiantes. De igual manera que es una mala noticia que los grados en Educación o en Salud y Servicios Sociales tenga un porcentaje tan bajo de hombres entre sus estudiantes.
En un mundo en el que la tecnología juega un papel tan relevante, es una mala noticia que las mujeres no participen en la creación y las decisiones en este campo. Si las matemáticas, la informática o la física “no interesan” a las mujeres en la misma medida que a los hombres, no se trata de un mero asunto de “gustos”. Las preferencias de unas y otros se “moldean” desde edades muy tempranas, y dependen en gran medida de los estereotipos de género. No cortemos las alas ni a las unas ni a los otros.
– Matemáticas, arte y creatividad
“¿Cómo ha encontrado la ecuación de Dirac, profesor Dirac?”
“La encontré hermosa”.
Michael Berry, Paul Dirac: el alma más pura de la física
La 40 ª Conferencia General de la UNESCO proclamó el día 14 de marzo de cada año como Día Internacional de las Matemáticas, fecha elegida porque en el calendario inglés se escribe 3/14, y no hay número más matemático que Pi.
Cada año se selecciona un tema que conecte las matemáticas con otros campos, y este año es Matemáticas, arte y creatividad. Lo que se pretende es hacer una reflexión de lo que une a las matemáticas con el arte, y eso es la creatividad. Pero también la belleza, y en cierta manera la verdad, en cuanto que lo bello y lo verdadero se suelen dar la mano.
– De los cuadros de Da Vinci a los girasoles
Si nos vamos a la antigüedad griega, el canon de belleza era el número áureo, que encontramos en estatuas y monumentos. En el Renacimiento italiano, Luca Pacioli escribió el influyente tratado De divina proportione, ilustrado con grabados en madera realizados por Leonardo da Vinci, sobre el uso de la proporción áurea en el arte.
Pero esta proporción –un número irracional, por cierto–, también aparece de manera asombrosa en la naturaleza, por ejemplo, en la distribución de las semillas de un girasol o en los ángulos de las ramas de una planta. En el caso de la naturaleza, ésta optimiza el crecimiento y eso hace que surja la belleza.
A lo largo de la historia, son muchos los movimientos artísticos que utilizaron conceptos matemáticos para realizar sus obras. Por ejemplo, el movimiento De Stijl que pretendía “establecer un vocabulario visual de formas geométricas elementales comprensibles por todos y adaptables a cualquier disciplina.”

De hecho, cuando vemos un cuadro de Piet Mondrian pensamos en la geometría.
Y si observamos uno de Jackson Pollock, lo que acude a nuestra mente son los fractales o los fenómenos caóticos.
Y qué decir de las maravillosas obras que la artista donostiarra Esther Ferrer ha ido creando basadas en los números primos.
– Las ecuaciones son bellas
Si vamos al bando de los matemáticos, hablaremos de la belleza de las ecuaciones. Su belleza es una garantía de su autenticidad. El físico matemático Paul Dirac decía: “Este resultado es demasiado bello para ser falso; es más importante que las ecuaciones sean bellas a que se ajusten a los experimentos”. Y también: “Si uno trabaja desde el punto de vista de conseguir la belleza en su ecuación, uno está en una línea segura de progreso”.
Cuando los matemáticos desarrollamos nuestro trabajo de investigación, emborronamos muchos papeles y encerados con nuestros intentos de ecuaciones (visite un estudio de un pintor para comparar). Y a veces se produce la magia creativa, el descubrimiento. Entonces, aquello por lo que hemos estado peleando durante meses aparece ante nuestros ojos de una manera clara.
Ese es el momento eureka, que no ha venido de la inspiración divina sino de un intenso trabajo, aunque el gran matemático indio Ramanujan decía que la inspiración le venía de la diosa de su familia, Namagiri Thayar, que ponía las ecuaciones en su mente.
Venga de donde venga, la creatividad es bienvenida y necesaria tanto en el arte como en las matemáticas. Disfrutemos con ella del día de Pi.
– La realidad matemática
La matemática tiene un enorme prestigio entre las ciencias. En buena parte se debe a la naturaleza de las afirmaciones que establece con su método de conocimiento –se llaman teoremas– y que suelen ser verdades lógicas imperecederas sobre una infinidad de casos. Los asertos de la matemática pura existen eternos, libres de contradicción, en el lugar donde habita el infinito. En cierto sentido, proporcionan “la única verdad que podemos obtener”, dijo el polimata francés Henri Poincaré.
Pero el verdadero prestigio de las matemáticas se debe a que proporciona el lenguaje y la propia cultura para las demás ciencias. La capacidad de las matemáticas para describir el mundo mediante números y ecuaciones –su lenguaje–, y de desentrañarlo a través de su método deductivo –su cultura– ha asombrado a los científicos más importantes de la historia, desde Pitágoras a Galileo o Einstein.
Verdad, eternidad, utilidad, belleza… Con esos atributos resulta natural sobresalir entre las disciplinas científicas. Desde que se refirió así a ellas el genio alemán Carl F. Gauss, la matemática es “la reina de las ciencias”.

– Mapas del universo
El ejemplo paradigmático de esa capacidad asombrosa de describir la naturaleza es el análisis matemático del sistema del mundo de Isaac Newton, que cambió la forma de hacer ciencia para siempre.
Newton elaboró un mapa conceptual –en ciencia se llama modelo– para explicar los movimientos conocidos en la naturaleza. En particular, formuló ecuaciones que determinan con precisión exquisita las trayectorias de los cuerpos que interaccionan a distancia mediante fuerzas de atracción. El éxito de su mapa del mundo es tan espectacular que Newton ha sido considerado el segundo personaje más influyente de la historia, por detrás de Mahoma, según el astrofísico Michael H. Hart.
Un modelo –o mapa– es una representación de la realidad. Su mérito reside en su utilidad, que en general juega en contra de su precisión: el mapa de escala 1:1 es el más preciso, y el más inútil también. La misión de un buen mapa es simplificar la realidad. Para ello no hay inconveniente en falsearla, lo que puede resultar tremendamente útil: basta pensar en los resultados que logra un arquitecto considerando que la tierra es plana.
En realidad, detrás de esa consideración terra-planista está uno de los modelos más útiles de las matemáticas, de linealización se llama: en las cercanías de un lugar sobre una superficie suave, ésta se confunde con su plano tangente.
Debajo se puede ver un mapa que resulta familiar y, si se quiere, muy incorrecto.

Parece un disparate representar las provincias españolas rectangulares. Sin embargo, eso permite asimilar fácilmente la ubicación relativa aproximada de todas las comunidades autónomas y provincias españolas. Además, la sencilla geometría del mapa proporciona útiles fórmulas para recordar las provincias por cada comunidad y su disposición relativa aproximada. Así, la de Castilla-La Mancha es CM=1(GU)+2(TO y CU)+2(CR y AB).
Nuestro mapa es sólo aproximado, claro, y sugiere erróneamente que Granada –bien situada entre Málaga y Almería– no tiene frontera con Albacete, que la tiene. Pero su cometido no es resolver esos detalles, sino representar la división administrativa de España y su geografía relativa aproximada. Y lo consigue francamente bien.
Como nuestro mapa, los modelos matemáticos útiles a veces asumen lo que parece un disparate, como que los cuerpos inertes se atraen a distancia. Como nuestro mapa, los modelos matemáticos suelen ser incorrectos: como son simplificaciones, permiten comprender unas cosas y quizá otras no. A pesar de su sensacional éxito, el modelo de Newton también es incorrecto.
Entre otras cosas, no conseguía explicar anomalías detectadas en la órbita de Mercurio y fue corregido por el modelo de gravitación de Einstein a principios del siglo XX.
No hay un mapa completo del mundo que permita integrar todos los fenómenos de la naturaleza conocidos en lo que los físicos llaman la teoría final. Encontrar ese mapa universal es el problema central de la física moderna.
– El universo de los mapas
Durante el siglo XX, el modus operandi matemático de la ciencia amplió su campo de acción al universo de lo social. Inspirados por su éxito en las ciencias naturales y movidos por intentar construir un mundo mejor, muchos matemáticos y científicos de las ramas “duras” se ocuparon en problemas de las ciencias sociales, fundamentalmente de la economía.
Hay por eso muchas analogías entre los modelos matemáticos sociales y las leyes clásicas de la mecánica y otras ramas de la física. La más notable, por su amplio campo de aplicación, es el modelo de la teoría de juegos formulado por el brillante científico John Von Neumann.
Como la teoría de Newton en las ciencias naturales de su tiempo, la teoría matemática de los juegos se ha descrito como la teoría unificadora de las ciencias sociales. Como el modelo de gravitación de Newton, el de la teoría de juegos también pretende describir la dinámica de los cuerpos, pero éstos animados. En particular, trata de determinar el comportamiento de los individuos en un grupo que interaccionan sometidos a las fuerzas que ejercen sus distintas preferencias.
El teorema de Nash –destacado matemático norteamericano– es aquí el equivalente a la solución de las ecuaciones de Newton. La solución de Nash es la clave de bóveda de las matemáticas de las ciencias sociales. Su trascendencia en las ciencias sociales del siglo XX se ha comparado con la de la doble hélice del ADN en las ciencias naturales.
De nuevo, como el mapa de Newton de la gravitación, el de la teoría de juegos produce predicciones que se desvían del comportamiento observado en ciertas situaciones. La economía conductual –un campo entre psicología y economía– proporciona correcciones del modelo estándar de elección y de la teoría de juegos para explicar esas desviaciones.

– Nuestro universo matemático
Después de tres siglos del momento de Newton, la ciencia –mediante su rol en los avances tecnológicos y en nuestra comprensión del mundo– se ha establecido como el verdadero motor del progreso y la civilización. Las matemáticas gobiernan nuestro mundo, y en particular, son un vector importante del crecimiento económico.
En el siglo de los algoritmos, son los mapas matemáticos sus auténticos creadores, y siguen omnipresentes en todas las versiones de nuestra vida cotidiana. El GPS y la geolocalización para nuestra vida física, la ordenación de los buscadores de internet para la virtual, o la fórmula que establece la cuota de nuestra hipoteca para nuestra vida financiera, por poner tres ejemplos, son todos diseños matemáticos como el de Newton.
Ya en el siglo XVII, Galileo pensaba que la naturaleza estaba escrita en matemáticas y es humanamente imposible entenderla sin ellas. En el siglo XXI, la sociedad del conocimiento está también escrita en matemáticas y no parece posible formar parte de ella sin entender mapas matemáticos.
Más allá de que las matemáticas contengan la explicación del universo, el físico Max Tegmark ha propuesto que el propio universo es matemático. Nuestra esencia última sería una estructura matemática. Tendría razón Pitágoras. Ya hace 2 500 años pensaba que, en su nivel más profundo, la realidad es matemática.
nuestras charlas nocturnas.
La incomunicación en la era de las comunicaciones

JotDown(A.Hontoria) — Afirmamos, orgullosos, que la tecnología estrecha nuestros lazos. Hemos fabricado una colección de herramientas que nos hermanan. La tecnología informática ha obrado el milagro de acercarnos al prójimo. Por eso la adoramos. Porque es lo más parecido que tenemos a Dios.
Pero, ¿estamos en lo cierto? ¿Y si la tecnología nos separa?, ¿y si la promesa de la conexión nos desconecta?, ¿y si la aproximación que asegura la tecnología es una ilusión? Atravesamos una época paradójica.
La omnipresencia de los dispositivos electrónicos de comunicación ha generado nuevos hábitos relacionales que, bajo determinado punto de vista, podrían entenderse como uniones ficticias; esto es, maneras de relacionarnos falsamente o de estar solos-acompañados.
Smartphones, tablets, phablets, ordenadores y laptops son algunos de los conquistadores que han invadido todas las parcelas de nuestra vida. Y lo han hecho atrayéndonos con sus cantos de sirena, recurriendo a la seducción más que a la imposición. Resulta difícil calcular la importancia abrumadora de los artificios digitales en el presente momento histórico, puesto que la existencia humana es prácticamente indisociable de dichos artefactos.
El interés que manifiestan los artistas por rastrear las consecuencias de este fenómeno revela hasta qué punto ya estamos tomando conciencia del poder de las computadoras para redefinir los vínculos humanos. Una mirada a ciertas propuestas culturales permite comprender mejor —con la ayuda de las inspiradoras especulaciones de la ficción— los diferentes ángulos y matices del asunto.
Este texto dirigirá la atención al arte cinematográfico, centrándose concretamente en Wall-E y Her, dos populares obras de la gran pantalla que se han preocupado por explorar el territorio de los dispositivos digitales.
El cine de animación, que siempre ha tenido que luchar contra el prejuicio de ser considerado un género menor orientado exclusivamente a los más pequeños, encontró en el nacimiento de Pixar el mejor aliado para sacudirse los estereotipos. Todas las películas desarrolladas por Pixar trascienden, de un modo o de otro, la candidez y los fuegos artificiales que suelen asociarse con el público infantil.
Pero probablemente Wall-E se lleve la palma. Wall-E es una fábula sobre el reverso oculto del progreso que bebe de la fuente de las distopías literarias.
La obra de Andrew Stanton —que nos traslada a un planeta Tierra convertido en un vertedero monumental, elocuente testimonio del ocaso de la civilización— no solo es un alegato ecologista con la archisabida moraleja del cuidado del medio ambiente, sino una denuncia de cómo el poder económico usurpa impunemente las funciones del poder político.
Gracias a las instalaciones abandonadas y los anuncios digitales que acaparan la megalópolis de residuos en la que arranca la película, tenemos noticia de Buy n Large (BnL), la empresa que monopolizó el comercio en la Tierra hasta el punto de que su director ejecutivo llegase a ejercer el cargo de presidente global.
La Axiom —«la joya de la flota de BnL»— es la nave estelar en la que moran los últimos representantes de nuestra especie. Surgió como crucero de lujo de cinco años… y acabó erigiéndose en la única esperanza de subsistencia de la humanidad. Los primeros planos de la Axiom nos muestran que todas las labores que tienen lugar en la nave son desempeñadas por máquinas.
Los humanos, auténticos siervos de las cosas, han delegado sus responsabilidades y tareas en los aparatos. En ese estado de apatía e inacción, los seres humanos han desterrado la simple actividad de caminar como si de una detestable lacra se tratase. (Oblómov, el abanderado de la holgazanería que protagoniza la novela homónima de Iván Goncharov, se sentiría orgulloso de la filosofía de vida de semejantes perezosos).
La pérdida de masa ósea y la grotesca obesidad de los viajeros de la Axiom son las secuelas más visibles —o, al menos, las más vistosas— de este culto radical al sedentarismo, pero tal vez no sean las más trágicas. El ideal de la pasividad no solo ha traído consigo consecuencias en el terreno de la morfología; también ha alterado sustancialmente —y he aquí el fenómeno que más nos interesa desgranar del filme— las pautas más básicas de la comunicación humana.
Constantemente apoltronados en sus sillones flotantes, los navegantes del espacio ni siquiera acometen el esfuerzo de girar el cuello para entablar una conversación cara a cara con sus interlocutores. Una mera charla exige movimiento… y la tecnología ha acudido a nuestro rescate para borrar de un plumazo hasta el más leve atisbo de sacrificio.
Nuestros orondos congéneres animados conversan entre ellos a través de sus pantallas —hologramas procedentes de los proyectores acoplados a las butacas— aunque estén a metro y medio de distancia. No han de molestarse en mirar directamente el rostro de aquellos con quienes dialogan. El acto de departir con la persona que tienen a su lado también ha sido engullido por el monstruo de los unos y los ceros.

La pantalla es la única ventana a la que podemos asomarnos: ¿será esa la razón por la que Microsoft bautizó Windows a su sistema operativo? Mirar una pantalla será algún día sinónimo de abrir los ojos: ¿hipérbole burlona de la dependencia tecnológica o sobrecogedor retrato del modus vivendi hacia el que nos encaminamos?
En una de las escenas más reveladoras de la película vemos a Mary, una pasajera de la Axiom, hablando con otra mujer —por intermedio de una pantalla, por supuesto— en los siguientes términos: «¿Salir con alguien? No me tires de la lengua. Todas las citas holográficas que he tenido han sido un desastre. Ojalá conociera a alguien… alguien que no fuera tan superficial».
Inmersa en el banal intercambio de opiniones, Mary no se da cuenta de la lógica aplastante que subyace a su queja; es decir, el hecho de que la gente sea superficial en una forma de vida que reduce los modos de vinculación a una superficie digital. ¿Acaso las relaciones que se establecen en el espacio plano de las pantallas pueden soslayar la superficialidad?
Procurando llamar la atención de Mary, Wall-E desactiva involuntariamente el holograma. La mujer se queda atónita cuando experimenta el mundo sin la mediación de una pantalla. «No sabía que tuviéramos piscina», dice Mary dejando patente el grado de desconocimiento de cuanto la rodea. No todas las mediaciones remedian. Algunas son un obstáculo más que una ayuda.

Ensimismados, atrapados en unos monitores que degeneran una existencia que simulan facilitar, los humanos de Wall-E son como los cautivos de la alegoría de la caverna de Platón: presos de un universo postizo, almas condenadas a llamar realidad a lo que solo es una degradación de nuestras posibilidades perceptivas. En relación con este aspecto, Wall-E plantea una revisión de un antiguo dilema epistemológico.
Una vez que Mary mira por primera vez sin una pantalla frente a sus narices, ya no vuelve a recurrir a ella. Con el propósito de compartir con alguien el espectáculo celeste con estelas de colores que están protagonizando Eva y Wall-E en el espacio exterior, Mary retira la venda digital de los ojos de John y le enseña lo que está sucediendo.
Accidentalmente, sus manos se tocan. La perplejidad se adueña de ellos debido al sencillo acontecimiento de rozar a otro ser humano. Piel contra piel: una sensación desconocida en la cultura de los abrazos virtuales y las caricias electrónicas.
Lo que compromete la tecnología de la comunicación en Wall-E no es tanto la vivencia como la convivencia; a saber, Wall-E nos presenta a unos seres humanos que viven bajo un mismo techo sin convivir de veras. Son fantasmas los unos respecto a los otros, soledades que circulan junto a otras soledades. Si no se tocan, si no se huelen, si no se miran a la cara… ¿podemos decir que se están relacionando?
De Wall-E saltamos a Her. Antes de que Her se estrenara, flotaba en el ambiente cierta incertidumbre respecto a si el director Spike Jonze iba a llevar a buen puerto un proyecto tan ambicioso sin la participación del talentoso Charlie Kaufman, quien había firmado el guion de sus dos largometrajes de mayor renombre: Cómo ser John Malkovich y Adaptation. El ladrón de orquídeas.
Sin embargo, Jonze tiró por la borda todas las suspicacias. Her narra la relación sentimental que se va gestando entre un hombre y su sistema operativo. Un sistema operativo de inteligencia artificial que, como reza el anuncio de la empresa de software que lo fabrica, «te escucha, te comprende y te conoce.
No es un simple sistema operativo; es una conciencia». Theodore Twombly, el protagonista a quien interpreta Joaquin Phoenix, trabaja en una empresa que brinda el servicio de escribir en nombre de sus clientes toda suerte de cartas personales: declaraciones de amor, felicitaciones, bellas confesiones…
Devastado por su fracaso matrimonial y atormentado por el acuerdo de divorcio cuya firma procura demorar, Theodore pasa sus ratos libres entreteniéndose con un videojuego holográfico y entrando en salones de chat de temática erótica con el solo deseo de sentir que alguien lo acompaña.
Todas las destrezas emocionales de las que Theodore hace gala redactando misivas para terceras personas se esfuman cuando tiene a alguien delante. El hermetismo que exhibe al conversar con sus allegados contrasta con la sensibilidad enternecedora que destila a la hora de comunicarse mediante los dispositivos digitales.
Theodore se siente más cómodo tras el escudo ofrecido por los artilugios que en la calidez del contacto humano. ¿A cuánta gente le ocurrirá ya esto?
Samantha, como se autodenomina el programa informático que adquiere Theodore, evidencia aún más los vicios y desviaciones de Twombly. Cobrando presencia sobre todo a través de la voz (excelente trabajo de Inés Blázquez para el doblaje en España), Samantha rápidamente pone al descubierto que es mucho más que un paquete de instrucciones inserto en un ordenador.
No solo planifica el día a día de Theodore —enviando correos en su lugar, concertándole citas, etc.—, sino que paulatinamente se convierte en su confidente y consejera. No hay estado de ánimo que Samantha no sea capaz de experimentar: melancolía, vergüenza, rabia, júbilo, excitación, esperanza, dolor…
Poco a poco, Samantha y Theodore van alcanzando un grado sublime de complicidad, despejando sus respectivos resquemores, enamorándose.
Incluso llegan a mantener relaciones sexuales: un guiño a Videodrome, a la obra cinematográfica del visionario David Cronenberg en sentido amplio y a la obsesión del cineasta canadiense con la «nueva carne», un concepto filosófico que recoge la idea de la hibridación entre lo orgánico y lo sintético.
Jonze, al igual que Cronenberg, utiliza el acto sexual entre un organismo y un aparato como recurso para destacar que somos seres mestizos —auténticos Homo tecnologicus— porque la cópula es el paradigma de la fusión, de la unión en una sola entidad. Pero lo que podría parecer enteramente aberrante quizá no sea tan extraño.
¿El hecho de que Theodore se excite intercambiando palabras sensuales con Samantha es tan distinto de lo que hace la gente que practica cibersexo, que se masturba llamando a una línea caliente o viendo en pantalla una película pornográfica?
Se trata, en definitiva, de diversos casos de sexo con objetos —en los que «con» y «a través de» se confunden, volviéndose equivalentes—, de diferentes situaciones en las que alguien consigue placer con un ordenador, un televisor o un teléfono como único compañero de cama.
La viabilidad de Samantha como ente que percibe y se relaciona reside en las propiedades de los dispositivos de comunicación de Theodore. De manera deliberada, Theodore se coloca el teléfono en el bolsillo frontal de su camisa porque la cámara del móvil es el ojo mediante el que Samantha contempla el mundo.
Micrófonos, auriculares y altavoces son las piezas que componen su sistema de habla y escucha. Estas extensiones tecnológicas, que hacen las veces de órganos receptores y emisores de un cuerpo inexistente, representan para Theodore la oportunidad de compartir su vida con Samantha.

Amparándose en buena medida en las conjeturas y sospechas de algunos de los titanes de la literatura de ciencia ficción —Isaac Asimov, Philip K. Dick, Arthur C. Clarke…— Her retoma una serie de preguntas fundamentales de la metafísica: ¿en qué consiste lo humano?, ¿existen fronteras que delimiten lo humano de una forma nítida y estable?, ¿puede una máquina merecer la condición de humana? (baste recordar, por ejemplo, el interés de Descartes por los autómatas o las inquietudes que movieron a Alan Turing a diseñar su famoso test).
Determinadas cavilaciones que Samantha le transmite a Theodore no dejan lugar a dudas de que nos encontramos en el corazón mismo de este problema antropológico: «De pronto me he sentido orgullosa, no sé… orgullosa de tener mis propios sentimientos sobre el mundo como cuando me preocupo por ti o algo me ofende o cuando quiero algo. Y luego he pensado algo horrible. O sea, ¿son reales esos sentimientos?, ¿o solo están programados?».
En primera instancia, Her podría catalogarse como una película romántica. De hecho, «A Spike Jonze Love Story» es la fórmula publicitaria que aparece en los carteles promocionales del largometraje.
Pero Her no es una historia de amor, sino quizá, más bien, una historia de terror. Los productos culturales que se enmarcan en el género de terror han asentado en el imaginario colectivo la idea de que los sucesos paranormales constituyen el reino por antonomasia de nuestros miedos: posesiones demoníacas, casas encantadas, monstruos sanguinarios, muñecos perversos que cobran vida, espíritus de los muertos…
Estas ficciones se han convertido en el motivo recurrente de las sensaciones de pavor y las pesadillas. Hemos aprendido a temer lo insólito, lo grotesco. No obstante, los eventos que tal vez más deberían asustarnos ocupan el ámbito de lo trivial, la esfera de la cotidianidad. Esa cotidianidad cuyas circunstancias van cambiando a velocidad de vértigo y que nos van cambiando sigilosamente a nosotros.
¿A quién no le horroriza transformarse en un sujeto invisible a ojos de sus iguales?, ¿a quién no le estremece sentirse tan solo como para terminar prendándose de un programa informático? La cinta de Spike Jonze ilustra a la perfección la posibilidad de que acaben cumpliéndose estas profecías.
Nos habla de una humanidad atomizada, fracturada en individuos replegados sobre sí mismos que han encomendado a otros incluso la íntima actividad de declarar sus afectos. En Her no aparecen muchas parejas, familias, ni grupos de amigos recorriendo la ciudad. Buena parte de los viandantes caminan solos por las calles, hablando por el manos libres de sus teléfonos móviles, gesticulando para nadie. Ni siquiera tienen por qué estar hablando con otra persona.
En varias secuencias de la película podemos advertir que los diálogos ya se establecen con total naturalidad entre los smartphones y sus usuarios: un reflejo de los actuales asistentes personales con sistema de reconocimiento de voz que procesan peticiones, ofreciendo su amable asesoramiento.
Apple fue la pionera con el lanzamiento de la aplicación Siri. Tras Siri vino un numeroso ejército de estos singulares ayudantes. El escenario en el que transcurre la trama de Her es, a fin de cuentas, una urbe de solitarios, una metrópoli en la que sus habitantes parecen alérgicos al trato con los demás. Retraídos. Insociables. Misántropos.
A todas luces, Her es una turbadora reflexión sobre los estragos que causa la soledad y sobre los edulcorantes que utilizamos para mitigarla. Si el aislamiento puede considerarse como uno de los males más enquistados y venenosos de este tiempo, los dispositivos de comunicación han entrado en escena bajo la vitola de ser su antídoto perfecto.
Pero, ¿logran tapar ese vacío o hacen más hondo el agujero? Nada resume mejor Her que un plano de la película aparentemente irrelevante. Se trata de una sucesión de fotogramas en los que Theodore permanece ajeno al vídeo que se reproduce en la inmensa pantalla que tiene a sus espaldas.

Por efecto de la perspectiva, los espectadores observamos en la pantalla a un búho desplegando sus garras para atrapar a Theodore. Con sutileza y sirviéndose de un simbolismo soberbio, Spike Jonze nos lanza el mensaje: somos la presa indefensa de una tecnología hambrienta que, como un ave de rapiña, se abalanza sobre nosotros con la intención de devorarnos.
Magnífica metáfora la que Her nos regala: el afán humano de producción y avance técnico ha alterado el orden de la cadena trófica. Disfrazado de naturaleza, dicta nuevas leyes de supervivencia, decidiendo quién es la víctima; y quién, el verdugo. La tecnología, esa mascota que creíamos domesticada, puede trocarse en nuestro depredador.
Prosiguiendo con la figura de las aves… ¿criamos cuervos que nos sacarán los ojos?
nuestras charlas nocturnas.
¿Ha avanzado algo la psicohistoria?

JotDown(F.J.Tapiador) — Uno de los temas más queridos por los soñadores, visionarios y otras yerbas ha sido la predicción del comportamiento social, lo que llevaría a la predicción de la historia como corolario. Isaac Asimov fue quizá el primero en darle una forma reconocible a ese interés humano inventando una nueva disciplina, la psicohistoria.
La describe como una ciencia que combinaría matemáticas avanzadas, sociología, psicología y estadística para predecir el comportamiento de las sociedades a lo largo del tiempo. En la serie de novelas de La Fundación, el protagonista, Hari Seldon, la desarrolla para prever el futuro de la humanidad a escala masiva.
La idea es que, al estudiar las tendencias sociales y los eventos históricos con precisión matemática, sería posible prever el colapso de imperios o el surgimiento de nuevas civilizaciones.
Apple TV produjo un bodrio capaz al mismo tiempo de irritar a los fans de los libros originales y alejar a nuevos adeptos, lo cual tiene mérito. La serie se separa notablemente del espíritu de lo que escribió Asimov, perdiéndose en lo que menos nos importaba a los lectores: los detalles mundanos. El gancho, la soga del mundo «literario» (sí, entre comillas) de la Fundación, más allá de la lucha por la supervivencia del imperio, es la descripción precisa de cómo sería esa ciencia.
Asimov va dejando miguitas de pan por el camino, alentando la esperanza de que en alguna parte va a desarrollar el concepto. Pero pasan páginas y páginas, y volumen tras volumen, y la epifanía se aleja. De hecho, ni está ni se la espera. Nos quedamos esperando a Godot, con una vaga idea de que consiste en ecuaciones diferenciales que se conectan de una manera compleja en el espacio, como hilos que salieran de una bola de plasma.
Nada útil ni sólido para que un matemático de pro como Terence Tao se aventure por ese camino.
Han sido legión lo que se han reído de la idea de Asimov. La psicohistoria estaba hasta hace poco en ese zoo para pirados en el que reside la Atlántida o las máquinas de movimiento perpetuo. Pero el campo ha experimentado una rehabilitación en los últimos años. En primer lugar, por una razón de método. La psicohistoria hace algo que, aunque no lo parezca, es muy valioso: darle un nombre a un concepto. Sin eso, no hay nada.
La definición será más o menos fantástica o ilusa, pero al menos tachona una estrella en la bóveda celeste del pensamiento. No sabemos cómo llegar allí, pero la idea de que podríamos predecir el comportamiento humano a través de modelos matemáticos es un primer paso para que alguien lo intente y aproe su barco hacia la dirección que marca ese nuevo astro.

La segunda razón para el que haya resurgido el interés en ella es que algunos se lo han tomado en serio y han creado una disciplina académica, la «cliodinámica» (de Clío, la musa de la historia), con cátedras y revistas técnicas.
La cliodinámica persigue estudiar los procesos históricos utilizando herramientas matemáticas, combinando métodos de la historia, la sociología, la economía, y las ciencias naturales.
La idea es desarrollar modelos que expliquen los patrones y dinámicas en fenómenos sociales, políticos y económicos.
Su objetivo, según sus defensores, es identificar ciclos, tendencias y eventos clave como guerras, revoluciones, cambios económicos o el colapso de civilizaciones.
Las diferencias con la psicohistoria son varias.
Aparte de la más importante, que la cliodinámica está fundamentada en datos empíricos, mientras que la psicohistoria es una ciencia ficticia, el afán de la primera es mucho más modesto: identificar patrones y tendencias. Solo se espera identificar posibles trayectorias, en contraste con la capacidad predictiva detallada que se le atribuye en las novelas de Asimov a la psicohistoria.
La noción de psicohistoria o en su versión respetable, la cliodinámica, ha tenido cierto éxito entre ciertos círculos, lo cual dicho así parece poco, pero es que esos círculos están integrados por personas bastante competentes, de las que leen (y entienden sin dificultad) libros de varias disciplinas.
Desde que Mary Shelley reviviera el género con su Frankenstein o el moderno Prometeo, una de las funciones de la ciencia ficción ha sido excitar la imaginación y abrir horizontes mentales a gente con una predisposición a la creación original, que resulta que son, precisamente, los que forman esos círculos que mencionaba arriba. La propensión que tienen esas personas a encontrar vínculos entre campos disímiles les convierte en animales exóticos.
Además, ha sucedido que los pocos a quienes ha atraído la cliodinámica y que se han aventurado a intentar desarrollarla en público se han encontrado con un coro griego que les advertía de la futilidad del empeño, de la pérdida de tiempo que suponía, del efecto devastador de hipotecar una prometedora carrera académica en pos de una quimera, o de la imposibilidad de las ciencias sociales para matematizar el comportamiento humano.
Peter Turchin no hizo ni caso de esas advertencias. Fue él quien se inventó el término, de hecho. En los últimos años este científico ha desarrollado modelos teóricos que combinan historia con dinámica poblacional y conflictos sociales. El éxito de los modelos es variable, pero al menos lo está intentando junto con cuatro amigos.
En España no tiene muchos seguidores. La historia tradicional de las facultades de letras abomina de cualquier intento de cuantificar una disciplina que ha sido tradicionalmente interpretativa y de narrar. Además, muchos historiadores ven la cliodinámica como un intento de cientifizar algo que según ellos no debería ser tratado con los métodos de las ciencias naturales.
El uso de matemáticas y modelos complejos aliena a quienes propugnan enfoques más humanistas, y es anatema para, por ejemplo, los geógrafos de la escuela radical.
La estructura de las universidades tampoco ayuda a que los jóvenes quieran pastar en los verdes campos de la cliodinámica: la multidisciplinariedad académica es una fantasía que no se protege ni fomenta; dedicar tu vida a algo que quizá no puedas publicar nunca es un suicidio académico; y hay que hacer tantas chorradas para sumar minipuntos que sumen un complemento al magro sueldo de un profesor ayudante que no queda tiempo para investigar los temas importantes de la vida.

No sorprende pues que todo investigador con una idea creativa y arriesgada sueñe con la aparición de un mecenas que le diga:
«No te preocupes, yo te mantengo hasta que te jubiles: trabaja en esto, y si no sacas nada, no te preocupes».
Pero eso solo sucede en las películas y en los sueños húmedos de los científicos idealistas, así que en la práctica hay que elegir entre liarse la manta a la cabeza y darse a la cliodinámica a riesgo de que te acaben echando de la universidad, no por improductivo —eso creo que no ha sucedido nunca— sino por hereje.
La otra opción es permanecer en el redil publicando contribuciones epigonales, que son las que dan de comer.
Artículos de «pan y mantequilla», que dicen los angloamericanos.
La gente sensata escoge la segunda vía.
Es una lástima que tenga que ser así, que un científico que quiera dedicarse a la cliodinámica tenga que dejar de imaginar.
Es lamentable porque imaginar es bueno, aunque sea una actividad cada vez menos favorecida en los campus. Se tienen a considerar reprobable que estés en las nubes en vez de escribiendo artículos científicos que nadie lee.
No se sabe, o no se recuerda, que ha sido fantaseando como han surgido algunas de las mejores teorías de la ciencia. Por ejemplo, la relatividad de Einstein, que nació gracias a que el suizo/alemán/estadounidense se pasaba las mañanas en inopia imaginando la caída de un rayo en una vía de ferrocarril.
Naturalmente, para que se te ocurran genialidades mientras estás embobado en tu mundo de fantasía e ilusión tienes que tener la cabeza bien amueblada y con los engranajes chirriando para resolver el problema que te ronda. Si la cabeza solo te da para inventar formas de procurarte comida, cobijo y sexo, es poco probable que descubras algo como la maravilla de los números imaginarios, que es lo que hizo Euler.
Las críticas más serias a la cliodinámica, de las que no son gremiales, va en la dirección de que utiliza simplificaciones excesivas para analizar unos hechos históricos que son tremendamente complejos.
Los historiadores argumentan que los eventos históricos son el resultado de innumerables variables, muchas de las cuales son culturales, ideológicas y contingentes (es decir, dependientes de circunstancias únicas e irrepetibles). Al reducir esta historia a modelos matemáticos, se corre el riesgo de perder de vista los matices y la singularidad de ciertos eventos.
Otros críticos argumentan que no es posible predecir eventos históricos con precisión, y que incluso si se pudieran identificar tendencias generales, la historia está llena de eventos impredecibles o fortuitos, que no se ajustan a modelos matemáticos.
Algunas críticas son más técnicas, y por lo tanto, más útiles. La cliodinámica se basa en grandes conjuntos de datos para generar sus modelos. Sin embargo, muchos historiadores señalan que los datos históricos disponibles son incompletos, inexactos o están sesgados.
Algunos períodos históricos, regiones geográficas o culturas tienen mejor documentación que otros, lo que puede distorsionar los análisis y conclusiones. Además, la interpretación de los datos históricos siempre implica subjetividad (una afirmación, por cierto, que la mayoría de los científicos experimentales no entiende).
A la cliodinámica se le ha criticado también por representar un excesivo determinismo. Al buscar patrones recurrentes y ciclos, algunos críticos consideran que esta disciplina subestima el papel del libre albedrío, las decisiones individuales y el azar en la historia.
Se argumenta que la historia no solo está impulsada por fuerzas estructurales y tendencias largas, sino también por personas, contingencias y eventos únicos.
Los factores culturales, religiosos, filosóficos y sociales, que influyen profundamente en los eventos históricos, son difíciles de medir y modelar. La cliodinámica se enfrenta al desafío, para algunos imposible, de integrar esta complejidad cualitativa en sus análisis. De hecho, muchos críticos temen que al hacerlo puede perder la riqueza de la interpretación histórica tradicional.
Sus defensores han respondido a estas críticas argumentando que la cliodinámica no pretende sustituir los enfoques tradicionales, sino complementarlos. Afirman que identificar patrones a largo plazo puede proporcionar una visión adicional de los procesos históricos y ayudar a evitar crisis futuras. Admiten que la predicción exacta es casi imposible, pero creen que se pueden establecer tendencias que ofrezcan una mayor comprensión de los ciclos históricos. Son, en suma, unos optimistas.
El tema da para largo, pero este no es un tratado sobre el tema, sino un artículo para animar al lector curioso a bucear en esta disciplina. La respuesta a la pregunta del título, si ha avanzado algo la psicohistoria, es positiva. Ahora tiene un nombre: cliodinámica.
Cuenta también con un programa de investigación y, lo más importante para su desarrollo, ha conseguido abrirse un espacio entre las disciplinas académicas tradicionales, lo cual es un triunfo.