La generación Z está más harta que nunca del trabajo…

Business Insider(A.Ito) — ¿Te entusiasma tu trabajo estos días? Si estás bastante desanimado, coincides con la mayoría de tus colegas.
Cada año, Gallup encuesta a decenas de miles de estadounidenses sobre sus trabajos, y los últimos resultados revelan una mano de obra excepcionalmente desanimada. El año pasado, solo el 31% de los encuestados estaban comprometidos con su trabajo, el porcentaje más bajo de los últimos diez años.
Esto por sí solo es preocupante para los empresarios, que necesitan que sus ejércitos estén motivados. Pero hay un detalle aún más alarmante en el informe: el desplome se debe a una profunda desilusión entre los empleados jóvenes. Es un dato sorprendente, dado que los novatos suelen estar mucho más entusiasmados con su trabajo que los veteranos.
De hecho, la moral de los menores de 35 años se ha hundido tanto que ahora están menos comprometidos que sus colegas de más edad, una tendencia que no se producía desde 2007.
La cuestión es por qué. Hace dos años, cuando la brecha de compromiso empezó a reducirse, sostuve que el principal factor era probablemente el repentino aumento del teletrabajo. Podría pensarse que la generación Z es la más proclive al trabajo a distancia, pero un estudio tras otro demuestra que los veinteañeros son los que menos prefieren trabajar desde casa cinco días a la semana.
Recién salidos de la universidad, son más propensos a recurrir a la oficina para hacer amigos. También son los que más asesoramiento necesitan, algo que no ocurre tanto con Zoom. Llegué a la conclusión de que, si se les deja solos, su trabajo les entusiasma menos.
Desde mi reportaje original, sin embargo, he empezado a preguntarme si hay otros factores que influyen. Para empezar, el lugar de trabajo es cada vez más caótico y hostil.
Las empresas han iniciado despidos masivos, han ordenado a los trabajadores remotos que vuelvan a la oficina y han eliminado los programas de integración laboral diseñados para que el trabajo resulte más equitativo e inclusivo. El varapalo ha sembrado la confusión: en la encuesta de Gallup, solo el 40% de los menores de 35 años afirma saber lo que se espera de ellos en el trabajo.
A la incertidumbre se añade el auge de la inteligencia artificial (IA). En otra encuesta publicada este mes, Gallup descubrió que el 78% de los adultos menores de 30 años creen que la IA tendrá un impacto negativo en las oportunidades laborales, frente a solo el 45% de los mayores de 65 años. Si crees que los chatbots van a usurpar tu trabajo, ¿para qué esforzarte en mejorarlo?
Pero sospecho que el principal factor que alimenta la caída del compromiso de la generación Z es algo más profundo que toda la agitación de los últimos años. ¿Y si los jóvenes simplemente tienen más claro que las generaciones mayores lo que pueden esperar de sus trabajos y lo que el trabajo no puede proporcionarles?
Quizá no es que sean vagos. Tal vez simplemente no estén dispuestos a soportar todas las cosas malas que conlleva un trabajo a cambio de una escurridiza recompensa durante décadas.

Por supuesto, el trabajo siempre ha sido una lata: difícil, aburrido y exigente. Por eso lo llaman trabajo. Pero para las generaciones anteriores, había alicientes que hacían que el trabajo diario pareciera merecer la pena. Para los boomers, el premio era una vida de seguridad laboral. Para la generación X, el prestigio de tener un despacho.
Para los millennials, era desarrollar su verdadero potencial y hacer del mundo un lugar mejor. Fueran cuales fueran sus sueños, cada generación trabajó durante años antes de descubrir que las recompensas que les habían prometido a cambio de su esfuerzo a menudo resultaban ser un espejismo.
La generación Z, en cambio, parece haber comprendido la naturaleza transaccional del trabajo desde el principio. No tienen las expectativas ingenuas sobre el empleo que yo tenía cuando a su edad. Han visto a sus padres trabajar durante años en empleos que les mataban el alma para acabar sin lo suficiente para jubilarse.
Saben que la cultura del ajetreo es un billete de ida al agotamiento. Y saben que, por mucho que aguanten en el trabajo, no les protegerán de ser despedidos. Se desvinculan del trabajo porque no confían en que se les recompense por trabajar.
Por eso, muchos miembros de la generación Z se centran en proyectos paralelos: están tan hartos de sus empleadores que prefieren ser sus propios jefes. También explica por qué están cautivados por FIRE, el movimiento viral que es la abreviatura en inglés de independencia financiera y jubilación anticipada. A los pocos años de empezar sus carreras, ya sueñan con el día en que se liberen de ellas.
Entonces, ¿qué deben hacer los empresarios ante el sorprendente nivel de desvinculación de la generación Z? En primer lugar, no los manden a todos a la oficina. Como escribí hace dos años, los estudios demuestran que los requerimientos de volver a la oficina solo desmoralizan aún más a todo el mundo.
En lugar de eso, los empresarios tienen que ser más intencionados a la hora de diseñar los puestos de trabajo para satisfacer las necesidades de su personal más joven. No pueden dejar al azar cosas como la mentoría y el networking, como hacían cuando la oficina obligaba a todo el mundo a estar cerca.
También tienen que ofrecer a los empleados más previsibilidad y estabilidad, en lugar de oscilar de un extremo a otro como han estado haciendo con el trabajo a distancia y las iniciativas de diversidad. Y, para aliviar la ansiedad de sus jóvenes empleados ante la IA, las empresas deberían centrarse en implantar tecnología que ayude a su personal, en lugar de sustituirlo por completo.
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Todas estas medidas serían útiles. Pero, para implicar de verdad a sus trabajadores más jóvenes, las empresas tienen que darles una razón concreta para que les entusiasme su trabajo. Pueden adaptar las tareas a los intereses y objetivos de cada empleado en la medida de lo posible, así como variar las tareas dentro de cada función, de modo que un empleado no esté atascado haciendo lo mismo una y otra vez.
Pueden acabar con los jefes tóxicos y ofrecer a los empleados un poco más de libertad para elegir cómo hacer su trabajo. Y pueden cultivar una cultura corporativa que anime incluso a los empleados con menos experiencia a aportar ideas y dar su opinión, algo que solo ocurrirá si los directivos escuchan realmente las opiniones de todos.

No se trata de satisfacer los caprichos de la generación Z.
Estos son los métodos probados y comprobados, respaldados por décadas de investigación rigurosa, para crear trabajos más atractivos para todos, independientemente de la edad.
Hacer que los trabajos sean más interesantes motivará a toda la plantilla.
Y no hay nada superficial en hacer felices a los empleados: una plantilla poco comprometida está relacionada con todo tipo de factores que perjudican a las empresas, como una mayor rotación, menores beneficios e incluso insatisfacción de los clientes.
El año pasado, Gallup calculó que el bajo nivel de compromiso ya está costando a las empresas 9 billones de dólares (8,6 billones de euros) al año en pérdida de productividad en todo el mundo.
Si las empresas no hacen algo pronto para abordar la crisis de falta de motivación que se está gestando, esa cifra acabará pareciendo calderilla.
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