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El ABC de los instintos humanos…


El Instinto – CosmoCentrismos (Informa)

La mente es maravillosa(G.S.Cuevas/V.Sabater) — Si los instintos humanos fuesen iguales a los de los animales, no habría manera de explicar por qué algunas personas se suicidan o dejan de comer, en contra del instinto de supervivencia. No hay acuerdo total sobre el tema.

Se habla mucho de los instintos humanos, pero, a veces, no sabemos a qué nos referimos exactamente con ello. Es un término que se tomó prestado de la biología y que nos recuerda que, finalmente, somos una rama de mamíferos. Sabemos que mucho de ese animal silvestre sigue vigente en nosotros.

Sin embargo, también aparecen algunas particularidades que nos alejan de ese mundo biológico. Muchas veces hemos oído mencionar los instintos humanos de supervivencia y, pese a ello, sabemos que el suicidio es una realidad diaria en el mundo actual. También se mencionan los instintos sexuales y, al mismo tiempo, se nos informa de datos sobre impotencia u otras disfunciones.

Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo”.

-Armando Palacio Valdés-

Como vemos, el tema de los instintos humanos no se agota simplemente en lo biológico. Hay toda una serie de vectores culturales y simbólicos que influyen en todo esto. De hecho, también hay corrientes de pensamiento que no hablan de instintos, sino de pulsiones. Veamos esto con mayor detalle.

EL SEXO NO ES UN INSTINTO - Psicología con Swing

– La teoría biológica y los instintos humanos

Desde el punto de vista biológico, los instintos son pautas de comportamiento que tienen como características ser hereditarias y comunes a toda la especie. La razón de ser de esos instintos es la adaptación y están programados en el cerebro . Nos permiten protegernos y preservarnos. Corresponden a reacciones automáticas o inmediatas.

La teoría biológica señala que tenemos unos instintos básicos y estos son:

  • Instinto de supervivencia. Corresponde a todas las conductas básicas que nos permiten preservar la vida y la salud. Entre ellas se encuentran la evitación del peligro, la alimentación, la búsqueda de abrigo, etc.
  • Instinto de reproducción. Tiene que ver con la preservación de la especie y se refiere básicamente a la sexualidad reproductiva.
  • Instinto de realización personal. Aunque no hay consenso total frente a este punto, la mayoría de los psicólogos de corte positivista señalan que el ser humano tiene una necesidad innata de encontrar un sentido para sí mismos.
  • Instinto de cuidado. Se refiere al instinto de cuidar del otro, como por ejemplo los niños o los desvalidos. Forma parte de la conducta social biológica del ser humano.

Estos serían los instintos humanos básicos. Sin embargo, este enfoque no logra explicar por qué, por ejemplo, una persona deja de comer porque se siente muy obesa, sin estarlo. Esto iría en contra del automatismo que los instintos suponen.

. Componentes de los instintos básicos

Al tratarse de impulsos con una fuerte influencia de los genes, los instintos animales tienen componentes directamente relacionados con el funcionamiento nervioso del organismo. Así, considera el instinto como la integración de las fuerzas que lo componen:

  • Componente cognitivo: el impulso a prestar atención a un determinado estímulo.
  • Componente emocional: la emoción que surge ante la experiencia del estímulo.
  • Componente conativo o de acción: impulso de realizar alguna acción relacionada con las emociones que ha despertado el estímulo en cuestión.
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– La teoría de las pulsiones

Sigmund Freud planteó que en el ser humano no están presentes los instintos como tal, sino unas fuerzas específicas de la especie a las que llamó pulsiones. Dichas pulsiones son impulsos psíquicos, que están compuestos por un estado de excitación y una tensión física.

La pulsión busca descargar o suprimir ese estado de tensión. Para ello, busca un objeto que le permita deshacerse de ella. Así, por ejemplo, el hambre correspondería a la pulsión y la comida al objeto que permite liberar dicho impulso. Volvemos a la pregunta: ¿por qué entonces algunas personas, por ejemplo, no comen? Freud propone que no todos los impulsos del ser humano son benignos.

Para Freud existen dos pulsiones básicas: el eros y el tanathos. La pulsión del eros comprende todos los impulsos relacionados con la autoconservación y la sexualidad. El tanathos corresponde a la pulsión de muerte y comprende los impulsos violentos, caóticos, disgregadores y el deseo de retornar al estado inanimado. Las pulsiones no buscan satisfacer necesidades inmediatas, sino la representación mental de las mismas.

– El instinto desde la psicología

Intuición e instinto: dos capacidades poderosas pero distintas

El concepto de instinto ha dado lugar a diversas interpretaciones del mismo en la psicología popular.

Veamos varias de estas concepciones.

. El instinto como intuición

El instinto como intuición es comprendido como un modo de conocer o actuar basado en sentimientos, sensaciones y motivaciones, ya sean corporales o cognitivas, pero que no vienen del análisis sosegado, sino que parecen irrumpir de forma súbita.

. El instinto de Maslow

Maslow consideraba que todos los seres humanos tienen necesidades esencialmente vitales para el mantenimiento de la salud, incluidos el amor o la estima. Él empezó a popularizar términos como deseo o motivación para simbolizar ese tipo de instintos o necesidades internas de cada uno de nosotros, afirmando que estas necesidades eran una especie de instintos genéticamente construidos en todos nosotros.

. El instinto moderno de Weisinger

Según Weisinger, el comportamiento humano es más inteligente que el animal porque contamos con más instintos, y no al revés. Con ellos ya tendríamos todo lo necesario para mejorar nuestras vidas; es decir, estaríamos programados para triunfar.

– Otras teorías

Hay también otras teorías sobre los instintos humanos, que pretenden establecer un punto medio entre la teoría biológica y la teoría de las pulsiones. Básicamente, categorizan los impulsos de una manera diferente, tomando en cuenta aspectos de una y otra teoría.

Según esos enfoques, los instintos humanos se dividen en:

  • Instintos vitales. Comprenden el instinto sexual, el de lucha y huida y equivalen, en general, al instinto de supervivencia.
  • Instintos de placer. Su objetivo es proporcionar el mayor grado de bienestar al ser humano y son una refinación de los instintos humanos de supervivencia. Por ejemplo, no se bebe solamente agua para sobrevivir, sino que a esta se le añaden sabores.
  • Instintos sociales. Comprenden las necesidades de compañía, de poder, de prestigio y de propiedad.
  • Instintos culturales. Comprenden el deseo de saber, la investigación, las inclinaciones artísticas, etc.

Popularmente, también se habla de otros instintos humanos como el instinto maternal, por el que supuestamente las mujeres siempre aman a los niños. También del instinto de repulsión o rechazo a lo que nos produce asco. ¿Cuál de todas esas teorías sobre los instintos humanos es la acertada? No hay acuerdo definitivo al respecto.

Qué es la intuición? ¿Cómo desarrollar la intuición?

– Intuición e instinto: dos capacidades poderosas pero distintas

Intuición e instinto no son lo mismo. Mientras el segundo da forma a una conducta orientada a permitirnos sobrevivir, la primera traza un sentido más profundo en nuestra especie dotándonos de una voz interna que nos ayuda a tomar mejores decisiones. Así, aunque ambas dimensiones no tengan un origen común, nos ayudan a responder mucho mejor ante los desafíos cotidianos.

Para comprender un poco mejor esta diferencia pensemos en dos maravillosos personajes literarios. Robinson Crusoe es ese valiente marinero de York que tras quedar 28 años aislado en una isla tras un naufragio, hace uso de sus instintos más básicos para sobrevivir a una azarosa y compleja situación.

Por su parte, Sherlock Holmes, es la mejor referencia de una mente habituada a hacer uso de su instinto policíaco, de esas deducciones casi inconscientes, ágiles y certeras con las que resolver los más desafiantes enigmas.

“Hay situaciones que las personas resuelven con su instinto, pero que no pueden comentar con su inteligencia”.

-Alejandro Dumas-

Así, lo más interesante sin duda de estas dos competencias o conductas es que ambas las aplicamos por igual en nuestro día a día sin apenas darnos cuenta.

No obstante, solo la intuición es característica del ser humano. Saber usar ambos enfoques del mejor modo, y a nuestro favor, puede ayudarnos a prosperar con mayor seguridad, a gestionar mejor los miedos y el estrés, a valernos de nuestra experiencia y capacidades para tener una vida más significativa.

– Intuición e instinto, entre la biología y la percepción

Intuición e instinto no son lo mismo, aunque caigamos en el error de usar ambos términos indistintamente a menudo. Así, es muy común hacer uso de ellos en esos contextos donde nuestras sensaciones o emociones nos orientan en una dirección u otra.

Frases como “mi instinto me dice” y “mi intuición me indica” son sin duda el claro ejemplo de ese pequeño error conceptual que vale la pena aclarar por un hecho muy claro: por nuestro beneficio personal.

. ¿Qué es el instinto?

Desde un punto de vista biológico un instinto es un comportamiento innato. Son nuestras necesidades internas y esas conductas que nos permiten subsistir en un entorno determinado.

De este modo, instintos como el de conservación, protección, sociabilidad, reproducción, cooperación o curiosidad son facultades muy básicas que definen no solo a los seres humanos, sino también a gran parte de los animales.

Ahora bien, resulta curioso cómo a partir del siglo XX y con el desarrollo de la psicología moderna, el concepto de instinto empezó a ser visto como algo incómodo. Era como ese vínculo que nos unía a una versión casi salvaje del ser humano, una dimensión que era mejor reprimir o camuflar con otras etiquetas.

De este modo, figuras como Abraham Maslow empezaron a popularizar términos como “deseo”o “motivación” para simbolizar esas necesidades internas de cada uno de nosotros.

Ahora bien, llegado el siglo XXI, esta concepción ha cambiado bastante. El binomio intuición e instinto vuelven a ser altamente apreciados, y en lo que se refiera a la última dimensión, la reformulación que se hace del instinto es tan interesante como reveladora.

De este modo, nombres como el del doctor Hendrie Weisinger, influyente psicólogo clínico y autor del libro El genio del instinto,  nos explica que los instintos no son oscuros ni primitivos. No son algo que reprimir.

Si aprendemos a usarlos a nuestro favor podremos manejar mucho mejor factores como el estrés o el miedo. Aún más, potenciar instintos como la compasión, el cuidado, o la amabilidad nos permitirían crear entornos más enriquecedores y significativos.

Porque más allá de lo que pueda parecer, el “instinto compasivo” o de la amabilidad existen en cada uno de nosotros, tal y como nos revela un estudio del profesor Dacher Keltner, de la Universidad de California, en Berkeley.

. ¿Qué es la intuición?

Hay quien piensa que la intuición son un conjunto de sensaciones que nos dan la pista sobre algo. Bien, cabe decir que esta dimensión no responde a procesos mágicos o a percepciones sensoriales, son más bien “percepciones cognitivas”. 

El propio Carl Jung definió a la persona intuitiva como alguien que puede anticiparse a ciertos eventos o situaciones usando su propio material inconsciente.

  • Ahora bien, ese material inconsciente es el resultado de todo lo que somos, de todo lo vivido, visto y experimentado. Es la esencia de nuestro ser, un arcón de información comprimida a la que recurre el cerebro para obtener respuestas rápidas, esas que no pasan por el filtro de un análisis objetivo.

  • Así, y por llamativo que nos resulte, los expertos nos indican que guiarnos por lo que la intuición nos dice es tan positivo como recomendable. De hecho, investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur realizaron un estudio donde demostrar que hacer caso de esa voz interna nos puede ayudar en nuestros procesos de toma de decisiones.

  • Los psicólogos Galang Lufityanto, Chris Donkin y Joel Pearson publicaron sus hallazgos en la revista Psychological Science. En este trabajo se concluye una vez más con algo que el mundo científico y el campo de la psicología ya avanzaba: hacer uso de la información inconsciente nos permite no solo tomar decisiones más rápidas, sino  llevar una vida más acorde a nuestras necesidades y personalidad.

Para concluir, sabemos ya que intuición e instinto no comparten un mismo origen: el instinto tiene una base biológica, mientras que la intuición es el resultado de nuestra experiencia y el desarrollo de la conciencia. 

Sin embargo, ambas tienen en realidad una finalidad común innegable: permitirnos estar más ajustados a nuestra realidad, sobrevivir en ella de forma efectiva, anticipar riesgos y dar forma a una vida más conectada y satisfactoria. Escuchémoslos y pongámoslos a nuestro servicio.

– Qué es el instinto de supervivencia y cómo funciona

Qué es el instinto de supervivencia y cómo funciona

Aunque todos nosotros estamos programados para sobrevivir, hay personas con unos recursos de resiliencia y adaptabilidad extraordinarios. Son hombres y mujeres capaces de hacer frente a situaciones extremas.

Puede que este dato te sorprenda, pero a tu cerebro no le preocupa demasiado que seas feliz: lo que quiere es que sobrevivas. Este y no otro es el fin más decisivo de un órgano sofisticado que ha facilitado nuestra evolución en entornos muy adversos; es lo que llamamos instinto de supervivencia.

Hacer frente a las dificultades y amenazas, adaptarnos y avanzar, preservando nuestra especie, es el más relevante de sus propósitos.

No te extrañará saber, por tanto, que todo ser vivo está programado para sobrevivir. Los líquenes, por ejemplo, pueden adaptarse a escenarios gélidos como las zonas polares. Cuando el alimento escasea, los escorpiones ralentizan su metabolismo para no morir. Y las personas… ¿Qué podemos decir? Somos capaces de actos extraordinarios para preservar nuestra vida e incluso la de los demás.

– Sobrevivir: un mecanismo neurológico primordial

En junio del 2023, todo el mundo se quedó fascinado ante una historia de supervivencia excepcional. Cuatro niños, de entre 1 y 14 años, fueron rescatados en la Amazonia colombiana, después de 40 días perdidos tras sufrir un accidente aéreo.

Aquel milagro fue el resultado de la maravillosa sabiduría indígena que albergaban los pequeños, sumado a ese mecanismo primordial que nos define a todos.

El instinto de supervivencia es una respuesta innata que nos permite reaccionar ante situaciones que amenazan la vida o el bienestar. Está arraigado en nuestro sistema nervioso y es responsable de respuestas como luchar, huir o quedarnos quietos. Porque, cuando algo nos amenaza, cualquier acción es válida para el cerebro con tal de preservar nuestra existencia.

La diferencia entre instinto e intuición - Julia Almagro

. Son conductas que no requieren aprendizaje

Nuestro sentido de supervivencia se expresa a través de tres instintos: la preservación, el instinto social y el sexual. 

Es decir, no solo procuramos garantizar nuestra vida, sino que buscamos sentirnos seguros, formar parte de un grupo social (pertenencia) y dar paso a nuevas generaciones (reproducción). Todo ello son conductas que no responden a procesos de aprendizaje.

Conviene destacar que, en todos los vertebrados, estos comportamientos se activan a través de complejos circuitos cerebrales. 

Son sistemas neurológicos que apenas han cambiado a lo largo de nuestra evolución y que tienen en las emociones su principal baluarte.

Llevamos siglos haciendo frente a situaciones extremas de todos los tipos, gracias a mecanismos psicofísicos como el miedo o la ansiedad.

. Un cerebro programado para que sobrevivas

El Instituto Max Planck lleva en la actualidad una investigación en este ámbito. Hasta el momento, sabemos que la sustancia gris periacueductal, situada en el mesencéfalo, actúa como pieza clave al activar la conducta de supervivencia. Por otro lado, es importante destacar el papel de la amígdala, esencial a la hora de detectar amenazas.

Cuando se identifica un riesgo, se enciende una amplia sinfonía de procesos neurológicos a través del hipocampo y tu sistema nervioso simpático. Se libera cortisol y adrenalina, el cuerpo se prepara para reaccionar ante ese estímulo adverso y, a su vez, entra en juego la corteza prefrontal. Ella es la encargada de evaluar riesgos de manera consciente, procurando encontrar estrategias con las que abordar esa realidad.

– Por qué es importante el instinto de supervivencia

¿Recuerdas a los 16 sobrevivientes que se estrellaron en un glaciar de los Andes en 1972? El instinto por salvaguardar su existencia les hizo tomar decisiones extremas, ya conocidas, y que sin duda les marcaron para siempre. Lo cierto es que la pulsión por la vida moldea al ser humano, y lo hace hasta el punto de no saber cómo reaccionaríamos en situaciones límite.

. Es tu «botón de alerta» en momentos críticos

El sentido de supervivencia no solo es ese mecanismo esencial que te protege de peligros inminentes. Es el «detector» que te convence de evitar ciertos riesgos, es la voz que te insta a buscar ayuda en momentos de crisis emocional o la corazonada que te dice que es mejor alejarse de ciertas personas. Gracias a ese instinto tan antiguo, sigues orientando tus conductas hacia la seguridad.

. Potencia tu resiliencia

El instinto de supervivencia te permite desarrollar esa competencia excepcional que es la resiliencia. Como bien destacan en Frontiers in Behavioral Neuroscience, esta característica es la que facilita que nos adaptemos a la adversidad. Asimismo, ella es un componente nuclear de esa pulsión por la vida, de ese deseo por adoptar nuevas estrategias, resolver problemas y encontrar la luz en medio de la oscuridad.

Además, la adaptación impulsada por este instinto no solo es reactiva; es proactiva. Es decir, las personas somos capaces de prever riesgos potenciales y preparar respuestas antes de que aparezcan los desafíos en nuestro horizonte. Esto nos ayuda a dar forma a una existencia más estratégica y más segura para nosotros y las personas que amamos.

. Fomenta tus habilidades de resolución de problemas

¿Quién no ha tenido que hacer frente a una época difícil? Son instantes en los que, si bien no siempre estaba amenazada nuestra vida como tal, sí lo estaba nuestro bienestar o integridad socioemocional. Así, cuando se activa en el cerebro el sentido de supervivencia, lo hace la capacidad de pensar de manera estratégica.

Porque las experiencias difíciles también generan aprendizaje y potencian la mentalidad creativa. Por no hablar de esa habilidad tan necesaria que es saber manejar la incertidumbre. De algún modo, este mecanismo, tan pretérito, actúa como un motor del desarrollo personal y de la autonomía.

. Te da sentido de propósito

La “triple I” del tiempo: instinto, intelecto e intuición. | Knowthing

Si te preguntas por qué es importante el instinto de supervivencia, piensa que esta dimensión está vinculada al sentido de propósito.

 Tener un objetivo en la vida o algo que nos dé sentido nos brinda una razón para perseverar. 

Ya sea el hecho de reunirte con la familia, protegerlos o querer contar tu historia cuando has pasado por un momento adverso, actúa de combustible para querer sobrevivir a lo que sea.

. Fortalece tu motivación intrínseca

La motivación intrínseca media en el bienestar psicológico.

Y, aunque te sorprenda, el instinto de supervivencia también refuerza el comportamiento guiado por recompensas internas. 

Todos ansiamos, por ejemplo, tener vínculos sociales seguros, personas que nos protejan, que sean nuestro refugio emocional para sentirnos bien, amados y protegidos.

Asimismo, queremos superar dificultades y avanzar hacia objetivos significativos, esos que facilitan nuestra preservación y el deseo de lograr una vida más plena y satisfactoria, libre de amenazas y riesgos.

. Supervivencia y equilibrio emocional

Es posible que hayas asociado el sentido de supervivencia a la activación del miedo y la ansiedad, esos estados psicofísicos que, con frecuencia, nos son tan incómodos. Bien, lo cierto es que esas emociones básicas son las que han facilitado que sigamos aquí como especie. Son ellas las que nos avisan de los riesgos, las que generan esa activación psicofísica necesaria para afrontar amenazas.

Resulta esencial, por tanto, comprender y regular esas emociones para tomar decisiones equilibradas en medio de alta tensión. Porque la autoconciencia, decisiva en el bienestar psicológico, se relaciona con el sentido de supervivencia. El equilibrio entre la prudencia y la capacidad de reacción facilita siempre dar forma a las mejores respuestas, en momentos de riesgo.

– Más allá de preservar la vida

El sentido de supervivencia es mucho más que un mecanismo primitivo que te garantiza seguir en este mundo. Es una fuerza poderosa que te impulsa al crecimiento en un mundo lleno de desafíos. Es como un guía silencioso que te conecta con tus emociones, para seguir adelante cuando tienes un problema o la vida te sitúa ante una adversidad.

Que te despidan del trabajo, afrontar una enfermedad o problema mental, perder a un ser querido, sufrir una agresión, vivir un desastre natural… Muchas de estas realidades ponen en jaque tu existencia. Puede que sientas que no estás preparado/a para hechos de este tipo, pero lo cierto es que lo estás. 

En el ser humano habita una resiliencia excepcional, esa que nos ha permitido llegar hasta donde estamos como especie.

nuestras charlas nocturnas.

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