El caso del Chico de las Estrellas…

El Litoral(F.Villagran) — El enigmático caso del cráneo conocido como el de Starchild (o chico de las estrellas) ha sido objeto de muchas especulaciones y estudios durante varias décadas. Se trata del cráneo de un niño que, por sus características particulares, podría provenir de otro planeta. Hasta hoy sigue siendo un enigma sin resolver.
A lo largo de la historia de la humanidad y en distintos puntos de nuestro planeta, fueron encontrados restos óseos de distintas características humanoides, distintas partes de cuerpos que llevan a pensar que podrían pertenecer a una raza distinta a la humana.
Esto es lo que habría ocurrido hace unos 80 años en una cueva de un poblado rural ubicado a unos 150 km del estado mexicano de Chihuahua, cuando una adolescente encontró dos esqueletos completos, uno muy extraño y de pequeño tamaño y el otro de aspecto normal por su estatura.
La joven guardó los cráneos durante toda su vida y, luego de su muerte, fueron entregados a un matrimonio norteamericano para finalmente pasar a manos de los investigadores y arqueólogos Lloyd Pye y Mark Bean, quienes con la colaboración de empresas especializadas en genética de Londres, algunos genetistas especializados en genética han llegado a determinar con una probabilidad cercana al 90 por ciento que el cráneo extraño sería de un ser híbrido, de madre humana y padre de raza desconocida.
Todo esto se logró determinar mediante el estudio profundo de los ADN de los esqueletos encontrados y que determinaron una sorpresiva respuesta para los investigadores, que quedaron absortos por lo descubierto.
– El proyecto

El descubrimiento de este extraño fenómeno despertó tal interés entre los científicos, que prestigiosos investigadores de todo el mundo se unieron con el solo objetivo de dar una respuesta a este increíble misterio.
El director del equipo de investigadores afirma que la existencia de seres extraterrestres en nuestro planeta podría quedar demostrada gracias a este extraordinario descubrimiento.
Los científicos explican que de las evidencias estudiadas se puede obtener la siguiente información:
Uno, el cráneo encontrado es perfectamente normal y perteneció a una mujer joven, de entre unos 20 y 30 años, en cambio al otro cráneo (al que llamaron Starchild) se lo atribuyó a un niño de unos cinco años y muestra una serie de alteraciones que no parecen propias de un ser humano.
Su morfología es muy extraña, con abultamientos a cada lado de los ojos y la parte posterior alargada y aplastada. Además, las cuencas oculares son muy superficiales, por lo que se supone que la criatura carecía de movilidad en los ojos.
Por otra parte, el denominado foranem magnum, el agujero que se encuentra en la base del cráneo y que lo une a la columna vertical, se encuentra adelantado, casi en el centro de la base. Asimismo las pruebas de carbono 14 y ADN, realizadas por el Dr. Sweet, de la Universidad de Vancouver, Canadá, dieron como resultado una antigüedad de unos 900 años.
A su vez, el equipo que analizó los cráneos descartó la posibilidad de que todas esas peculiaridades sean malformaciones congénitas, lo que deja abierta la posibilidad de que estemos frente a una especie alienígena desconocida, que pudo haber llegado a nuestro mundo quizás hace miles de años.
Esta posibilidad cobra mucha más fuerza ya que los estudios de ADN realizados no coinciden con ninguna de las especies vivientes conocidas. Así las cosas y luego de los interminables estudios de ADN y posibles análisis genéticos de la más moderna tecnología, se llegó a determinar casi con certeza total de que estamos en presencia de un cráneo perteneciente a un ser no original de este planeta.
En la historia de la ovnilogía mundial se han encontrado en distintos puntos del planeta no solo restos de naves que cayeron, sino también cadáveres y esqueletos de presuntos seres alienígenas. Muchos de ellos fueron resguardados en zonas consideradas top secret, como el Área 51 o la Base Aérea de Wright Patterson, consideradas como las pioneras en esto de guardar restos de naves y cadáveres de seres extraterrestres.
Muchas fueron consideradas como de alta importancia, no solo para la ciencia sino también para comprobar la existencia de seres de otros mundos. A partir de la aparición de los distintos estudios específicos especialmente los de ADN para comprobar la verdad en torno a la procedencia de estos seres, se ha tomado más en serio los distintos resultados brindados por los científicos.
Hoy ya no hay duda de que desde épocas inmemoriales seres de otros mundos han estado y están conviviendo con nosotros, con la especie humana, incluso hay firmes teorías que aseguran que a lo largo de la historia humana siempre han estado presentes en nuestra evolución.

Recientemente se han encontrado en Italia y Europa central, gigantescos esqueletos pertenecientes sin duda a los famosos gigantes de la antigüedad, de 2 y hasta 3 metros de altura, mencionados en varios libros sagrados de las distintas religiones.
Esto indica sin duda alguna que sin duda alguna, los gigantes existieron y no pertenecían a la raza humana.
¿Cuál fue su procedencia y por qué desaparecieron? Nadie lo sabe a ciencia cierta.
Paralelamente, fueron encontrados, allá por la década del 60, numerosos esqueletos pequeños en lo que sería un cementerio alienígena de la antigüedad, unos 70 cuerpos con características humanoides pero que serían de una civilización desconocida.
Esto ocurrió en la región de Baian Kara –Oula, en China oriental, donde un grupo de investigadores que buscaba restos de una civilización antigua se toparon inesperadamente con este cementerio de extraños seres.
Los cadáveres fueron llevados para su estudio a las distintas universidades del mundo, pero nunca se comunicaron oficialmente los resultados obtenidos. Solo una, de Europa central, dio a entender que los estudios dieron como resultado que los cuerpos de presuntos seres espaciales estaban allí desde hace miles de años, muchos de ellos momificados por las condiciones favorables de la tierra a su alrededor.
Si bien las características eran humanas, la mayoría tenía un cráneo macrocéfalo, lo cual hacía inferir a los científicos que debían tener una capacidad cerebral muy desarrollada. En conclusión, a pesar de las distintas pruebas, ningún científico ni investigador se animó a afirmar oficialmente que los cuerpos podrían pertenecer a una civilización desconocida. Aunque la duda siempre persiste.
Y como a menudo sucede, el misterio sigue…
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