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El plan secreto de Franco y la Iglesia para repoblar Australia con españolas blancas y católicas…


Un grupo de españolas se capacitan en un convento de Madrid en tareas domésticas como parte del acuerdo migratorio laboral entre España y Australia

abc(M.P.Villatoro)/LaSexta(J.Toro)/Público(H.Mariño) — En los años 60, Australia se llenó de mujeres españolas que soñaban con una vida mejor. Su realidad era tremendamente difícil en España. En un país en recesión, con una hambruna que se cebaba con los más pobres, muchas mujeres vieron una oportunidad de futuro en ese anuncio que buscaba jóvenes católicas y solteras.

«Muchas madres solteras, en un país en el que ser madre soltera era un estigma, vieron una vía de escape para empezar una nueva vida y, cuando estuvieran establecidas, reclamar a sus hijos».

¿Eres una mujer joven, católica y soltera? ¡Bienvenida a Australia!

Casi 800 españolas emigraron a las antípodas entre 1960 y 1963 con el propósito de trabajar en el servicio doméstico y prosperar en la vida. Sin embargo, antes de subirse al avión desconocían que su destino era casarse con compatriotas que trabajaban en la zafra.

La noticia brotó, casual, en el ABC del 14 de marzo de 1961: «Ha salido en avión para Australia una expedición de 62 muchachas españolas, de 23 a 35 años, que presentarán servicios domésticos en aquel país durante dos años». El periódico señalaba también que aquella expedición «era la sexta», que la seguirían otras tantas y que se organizaba «bajo los auspicios de la Comisión Católica de Emigración». Ni mucho menos era casual. 

Según explica la escritora Celia Santos, todo formaba parte de la execrable ‘Operación Marta’. Un plan mediante el que Francisco Franco y la Iglesia enviaron, durante nada menos que tres años, a cientos de chicas al otro lado del mundo para ayudar a repoblar el país. Algo turbio, desde luego, pero que la autora ha querido recordar en su nueva novela, ‘El país del atardecer dorado’ (Ediciones B).

El Plan Marta fue la segunda parte de la Operación Canguro. A finales de los años 50 muchos hombres españoles fueron llevados a Australia para trabajar. Allí cobraban mucho más que en España, lo que les permitía huir de la posguerra y enviar dinero a sus familias.

Años después, en 1960, daría comienzo la Operación Marta, un plan similar, solo que esta vez serían mujeres las que llenarían esos aviones con destino a la otra punta del mundo.

Siete de marzo de 1960. Once españolas embarcan en el primer avión de las novias, donde también viajan italianas y griegas, algunas casadas por poderes. Esto es lo que ignoraban:

– Tras la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno australiano se plantea aumentar su población con emigrantes estadounidenses, británicos, bálticos, holandeses y polacos: una Australia blanca y, a poder ser, rubia. Luego también engrosarán la lista ciudadanos procedentes de la Europa mediterránea. El lema es claro: Populate or perish!, es decir, poblar o morir.

– Aunque el régimen franquista no mantiene relaciones diplomáticas con Australia, se organiza la llegada de trabajadores españoles jóvenes y solteros para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Los canarios y andaluces son idóneos, debido a su experiencia. Sin embargo, solo admiten a oriundos del norte, como los vascos, que ya habían emigrado décadas atrás. En la selección, influyeron otras razones reprochables que explicaremos más adelante.

– A mediados de los cincuenta, vascos, navarros o cántabros comienzan a trabajar en plantaciones de azúcar y tabaco del estado de Queensland. A la Operación Canguro de 1958, le seguirían la Operación Eucalipto de 1959 y la Operación Emú de 1960.

Mujeres emigrantes del Plan Marta, organizado por la Iglesia católica y el franquismo

¿Eres una mujer joven, católica y soltera? ¡Bienvenida a Australia!

Casi 800 españolas emigraron a las antípodas entre 1960 y 1963 con el propósito de trabajar en el servicio doméstico y prosperar en la vida.

Sin embargo, antes de subirse al avión desconocían que su destino era casarse con compatriotas que trabajaban en la zafra.

Habían sido engañadas por la Iglesia católica y el franquismo.

Bautizado como Plan Marta, sus objetivos eran ocultos para las protagonistas, aunque quizás recuerden a las martas de El cuento de la criada, cuyo nombre remite a Marta de Betania, hermana de Lázaro («levántate y anda»), descrita en la Biblia como servicial y hacendosa, hoy patrona de cocineras, sirvientas, lavanderas y amas de casa.

Siete de marzo de 1960. Once españolas embarcan en el primer avión de las novias, donde también viajan italianas y griegas, algunas casadas por poderes. Esto es lo que ignoran:

– Tras la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno australiano se plantea aumentar su población con emigrantes estadounidenses, británicos, bálticos, holandeses y polacos: una Australia blanca y, a poder ser, rubia. Luego también engrosarán la lista ciudadanos procedentes de la Europa mediterránea. El lema es claro: Populate or perish!, es decir, poblar o morir.

– Aunque el régimen franquista no mantiene relaciones diplomáticas con Australia, se organiza la llegada de trabajadores españoles jóvenes y solteros para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Los canarios y andaluces son idóneos, debido a su experiencia. Sin embargo, solo admiten a oriundos del norte, como los vascos, que ya habían emigrado décadas atrás. En la selección, influyeron otras razones reprochables que explicaremos más adelante.

– A mediados de los cincuenta, vascos, navarros o cántabros comienzan a trabajar en plantaciones de azúcar y tabaco del estado de Queensland. A la Operación Canguro de 1958, le seguirían la Operación Eucalipto de 1959 y la Operación Emú de 1960.

– Hay un precedente: un año antes, en 1957, el Instituto Español de Emigración despliega la Operación Bisonte, que tiene como destino Canadá. Casi tres centenares de hombres y mujeres, casi todos gallegos, cruzan el charco para trabajar en granjas de Montreal.

En paralelo, la Operación Alce emplea a un centenar de varones en empresas ferroviarias y, tres años después, cincuenta españolas solteras viajan a Canadá para trabajar como empleadas domésticas.

Diez de marzo de 1960. El avión de las novias aterriza en Melbourne. Durante los siguientes tres años, llegarán centenares de españolas en trece vuelos. Los emigrantes varones ya establecidos en Australia acuden al aeropuerto a recibirlas. Una se casa el mismo día del aterrizaje.

Emigrantes españoles, en una plantación de caña de azúcar en Australia.

Captadas en ámbitos religiosos, todas ellas desconocen la agenda oculta del franquismo y los pactos entre la curia católica de ambos países, así como sus objetivos.

– En 1959, el monseñor George Michael Crennan, cardenal primado y director de la Oficina Federal Católica de Inmigración, visita a su homólogo español, Fernando Ferris Sales, para proponerle «el establecimiento en Australia de algunas jóvenes solteras españolas, de cierta educación», como reza una carta del cónsul español en Sídney. En realidad, tampoco interesaba que estuviesen muy formadas para que no diesen problemas a su llegada.

– Francisco Franco usa la emigración como una válvula de escape y como una fuente de ingresos. Es decir, menos desempleo y más remesas. Para canalizar el ahorro y acaparar las divisas, se crearán cuentas de ahorro para emigrantes con condiciones ventajosas.

– El catolicismo australiano, con una fuerte impronta irlandesa, busca ganar adeptos en una tierra donde se han hecho fuerte los anglicanos y otros protestantes. Por ello, la Operación Marta apunta hacia las solteras sin hijos, en edad de procrear y devotas. Mujeres reclutadas a través de Acción Católica y de la Juventud Obrera Cristiana, así como del Instituto Español de Emigración.

No significa que todas fuesen unas beatas. Muchas han emigrado por motivos económicos, pero también por conocer mundo o aprender inglés, por sus ansias de independencia, por desembarazarse de una educación encorsetada, por burlar la presión social ante una orientación sexual no aceptada o por el estigma de ser madres solteras, aunque algunas no tardarán en reencontrarse con los hijos que han dejado atrás.

Antes de viajar, reciben un cursillo para aprender a cocinar, planchar, limpiar y cuidar niños, tareas recogidas en el Manual de la servidora doméstica. Apenas unas palabras de inglés básico y a volar.

¿Qué se encontraron cuando llegaron a las casas de las familias australianas que las acogieron? Pues al principio sintieron soledad, racismo e incomunicación, debido a la barrera idiomática, lo que les llevaría a fundar el Club Español de Sídney.

Muchísimas vascas, pero también asturianas y gallegas; luego, con el tiempo, navarras, cántabras, andaluzas, aragonesas o madrileñas. Algunas no se casaron con españoles, sino con otros europeos. Todas ellas homenajeadas el 10 de marzo del año pasado, coincidiendo con el día del primer vuelo, en Melbourne, Perth, Camberra, Sídney y, claro, Gernika.

Australia buscaba que concibiesen hijos blancos y la España de Franco, estimular la economía con las divisas.

La operación que envió durante el franquismo a más de 700 españolas a  Australia para casarlas

Y establecer relaciones con países extranjeros, porque no tenía amiguitos y necesitaba llevarse bien con Alemania, Estados Unidos y otros países más ricos. No cabe duda de que a Franco le interesaba que los trabajadores se marcharan de España: un parado menos y también una persona que pensaba menos. Además, enviaban divisas, que era lo que precisaba el país en aquel momento.

A nivel oficial se dio a conocer a través de anuncios en los periódicos: se buscaba a solteras y católicas. Se vendía como una oportunidad única de trabajo y de futuro para ellas. La intención oculta, sin embargo, era que estas chicas se casasen en Australia con los españoles que habían emigrado la década anterior para trabajar en la caña de azúcar. Esa era la verdadera intención de la Iglesia católica española, irlandesa e italiana. Las estadísticas son lapidarias: a finales de los años cincuenta, en este país había una mujer por cada doce hombres. Además, se buscaba que la zona creciese a nivel demográfico tras la Segunda Guerra Mundial. Es algo distópico y macabro.

Y la iglesia católica, ganar peso frente al anglicanismo.

Fue un lucha de poder entre el protestantismo, religión dominante en Australia, y el catolicismo, que no solo quería reclamar su parcela, sino también superar en número a los protestantes. A nivel mundial, se resolvió con la emigración a Latinoamérica.

  • ¿Qué sucedió con ellas?

La mayoría se quedaron. Lo tenían muy difícil para regresar. Viajaban de una forma muy cómoda, en avión, con todos los gastos pagados. A cambio, si querían volver, debían adquirir ellas el billete, y era muy caro. De media, cobraban unas cinco mil pesetas al mes, y el trayecto costaba 45.000. Era imposible, más, cuando mandaban dinero a España. Algunas sí que regresaron tras la jubilación, pero fueron las menos. El grueso se adaptaron a la vida en Australia y tuvieron hijos allí. Hijos, por cierto, que han contactado conmigo para contarme sus historias.

Obligadas por contrato a permanecer allí dos años, la mayoría acabaron cumpliendo con lo que se esperaba de ellas. Se casaron, tuvieron hijos, contribuyeron a repoblar Australia y pocas se volvieron después de aquellos dos años.

En palabras de Celia Santos, «fue una crueldad antes y ahora, no hay excusa». Más de 60 años después, las memorias de las ‘martas’ son el hilo conductor de El país del atardecer dorado, una novela de ficción para que sus vidas no se pierdan entre las páginas de la historia.

nuestras charlas nocturnas.

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