El mapa del Imperio romano…

EOM(A.Merino) — El Imperio romano fue uno de los más grandes y longevos de la historia. Su origen se remonta al año 27 antes de Cristo, cuando el Senado de Roma convirtió a Augusto en el primer emperador romano, dejando atrás la República.
El fin del Imperio se produjo varios siglos después, aunque en dos momentos distintos: en Occidente, el Imperio romano cayó en el 476 después de Cristo, cuando las tribus germánicas limitaron el control de Roma a la península itálica y sus antiguos territorios se convirtieron en reinos bárbaros, mientras que en Oriente continuó hasta el año 1453, fecha en la que Constantinopla fue conquistada por los otomanos.
El Imperio romano se caracterizó por tener una estructura política centralizada en Roma que basó su expansión por Europa, Asia y África en un poderoso ejército encargado de mantener el orden y la seguridad en las provincias.
Su momento de máxima extensión territorial se produjo en el año 117 después de Cristo, a la muerte del emperador Trajano, un habilidoso militar y estratega nacido en la provincia hispana Bética , territorio que actualmente se corresponde con las comunidades autónomas de Andalucía y Extremadura.

Trajano comandó una serie de campañas de conquista —como la toma de Dacia, un reino situado en las actuales Rumanía y Moldavia rico en oro y plata— con las que aumentó significativamente las fronteras del Imperio.
De esta forma, en el año 117 el territorio en manos de Roma comprendía cerca de cinco millones de kilómetros cuadrados que se extendían desde Gran Bretaña hasta Mesopotamia y desde los Cárpatos hasta el norte de África.
Especialmente importante fue el avance de las tropas de Trajano hacia el este: con la conquista de Armenia, Siria y partes de Mesopotamia, el mapa del Imperio romano incorporó las rutas comerciales que se adentraban en el Lejano Oriente y sometió al mismo tiempo al Imperio parto, el gran rival de Roma en el Levante desde los tiempos de Julio César —siglo I a.C.—.
Sin embargo, el control de ese vasto territorio pronto probó ser una tarea demasiado complicada para el Imperio, y a la muerte de Trajano el emperador Adriano abandonó la política expansionista y se centró en su lugar en consolidar y defender el Imperio. Dentro de ese contexto se enmarcan la construcción del muro de Adriano en el año 122 en Gran Bretaña o la renuncia a la conquista de Mesopotamia.
Aun así, la huella de Trajano tardó siglos en desaparecer, hasta el punto de que a los emperadores que le sucedieron se les deseaba al inicio de su reinado “sis felicior Augusto, melior Traiano”, es decir, que fueran «más afortunados que Augusto —el fundador del Imperio romano— y mejores que Trajano».
Además de sus éxitos militares, el emperador también pasó a la historia por sus programas de construcción de infraestructuras públicas y monumentos y sus reformas para reducir la desigualdad en las urbes romanas, todo ello financiado con los jugosos botines de guerra.

Un ejemplo es la Institutio Alimentaria, un programa de bienestar social que subvencionaba la alimentación y la educación de los huérfanos y los niños más desfavorecidos de Italia.
Esas medidas y el hecho de que condujera al Imperio romano a su máxima expansión de la historia le granjearon el apoyo del pueblo y del ejército, hasta el punto de que a su muerte se derogó la norma que prohibía desde el mismo nacimiento de Roma los enterramientos dentro de los muros de la ciudad.
Así, las cenizas de Trajano fueron depositadas en el 117 a los pies de la Columna de Trajano, en la capital italiana, que conmemora aún a día de hoy su victoria en Dacia.
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