Una de las bibliotecas más grandes y antiguas del mundo: 84.000 pergaminos escondidos en un monasterio…

sibaritalarevista.com(E.Pineda)/Soy bibliotecario/Infobae(D.Borrego) — En Sakya, Tíbet, se encuentra una monumental colección de rollos de papiro (sutras) escritos a mano en idiomas sánscrito, mongol y chino.
Textos que refieren las enseñanzas de Buda, filosofía oriental, ópera, medicina tradicional, geología, explicaciones naturalistas, entre una multiplicidad de conocimientos y olvidadas ciencias que prevalecen en la memoria del papel y las altísimas estanterías.
Esta antiquísima biblioteca es flanqueada por los corredores, exuberantes jardines, comedor, cocina y oratorios del monasterio que descansa en las colinas tibetanas de Sakya.
Reconocer la constante búsqueda de la felicidad, entender el deseo y la aversión como fuentes de sufrimiento, observar a la conciencia plena de nuestra existencia y del entorno como un solo cuerpo en constante flujo, practicar la no violencia y la paz mental, son quizá los preceptos fundamentales de aquello que en esos rollos se encuentra escrito.
Habitar el presente, saber callar, observar nuestras emociones, la no acción, la contemplación y la sabia conducción de la vida están plasmadas con milenaria tinta entre esos cajones monásticos.

Siddharta Gautama (Buda) no escribió una sola palabra, fueron sus discípulos, los primeros monjes en preservar esta tradición y promulgar el estilo de vida que en la actualidad se opone diametralmente al modus vivendi del mundo occidental: prisa, egoísmo, envidia, estrés, ansiedad, avaricia, gula, pereza, lujuria y procrastinación.
En la tradición escrita en los libros vedas, la no intervención del ser humano en los procesos naturales, la flexibilidad mental y el arte de la quietud se ponen de manifiesto y han trascendido el tiempo y el espacio; nuestras sociedades americanas han incorporado poco a poco las prácticas de la ideología oriental a través de la meditación, el yoga, el ahora llamado mindfulness, el veganismo y demás elementos incorporados a nuestra cultura de consumo.
Sin embargo, muchas de estas prácticas han recaído en el cliché y, por desgracia, distan mucho de una disciplina genuina para aprender a calmar la mente.
Que se ponga de moda meditar o hacer yoga, en poco o nada ayudará a revertir los vicios de la posmodernidad, por el contrario, sólo introduce otros productos de consumo.

Para explicar mejor lo anterior me apoyo en las palabras de S.S. el Dalai Lama: “La meditación es una forma de vida, una manera de habitar el mundo, es una práctica constante que no depende de si se tienen o no las condiciones habitualmente conocidas para hacerlo”.
El guía espiritual quiere decir con esto que la meditación y lo que ello conlleva deben ser una forma de estar en la realidad y no una moda que se asemeje a un deporte o un juego.
A su vez, el monje Yongey Mingyur Rinpoche, maestro tibetano del linaje de Karma Kagyu y Nyingma, asume que la práctica de la meditación tiene como principal objetivo la conciencia plena a través de la calma de la monkey mind (mente de mono) que brinca de rama en rama (de pensamiento en pensamiento) y que no se sacia, lo que genera angustia, estrés y ansiedad.
Por el contrario, al “apaciguar al mono”, éste tendrá una mayor claridad para plantear y resolver problemas de la vida cotidiana.
Aunque han pasado casi tres mil años desde que los rollos en sánscrito de la biblioteca de Sakya fueron escritos, su contenido y aporte a la humanidad siguen vigentes.
Hoy, no es menester conocer las lenguas antiguas orientales o pertenecer a un monasterio budista para alcanzar la calma y la conciencia plena, la sabiduría ancestral ha permeado en casi todas las naciones del orbe, y maestros en la materia hay por cientos.

Los problemas son otros: distinguir las enseñanzas budistas genuinas de las charlatanerías, de la moda y el cliché, y eximirse de los vicios de la mente que el sistema capitalista y los poderes fácticos han puesto al alcance de todo individuo.
Mantener la serenidad en medio de la tormenta de consumo y prisa, contener el impulso provocado y conservar el silencio frente al apabullante ruido de una sociedad que basa sus relaciones humanas sólo en la compra-venta, constituye la tarea que nos toca llevar a cabo en este Siglo XXI de agitación sin sentido.
Cuando en el año 2003 se encontraron más de 84.000 rollos tras una pared de 60 metros de largo y 10 de alto en el templo budista del monasterio de Sakya nadie podía creerlo.
Era una enorme biblioteca de más de 84.000 rollos de escrituras budistas, obras de literatura, filosofía, astronomía y otras ciencias que habían permanecido ocultas e intactas durante cientos de años en el principal santuario sagrado de la secta Sakyapa, una de las últimas sectas de viejas escuelas no reformada de origen indio. Estábamos en presencia de la biblioteca de oro del budismo tibetano.
Estas maravillas se hallaron escondidas detrás de una pared de 600 metros cuadrados en el gran salón de rezos, en una habitación fría, oscura y, sin embargo, extremadamente notable.
Allí se encontró una única estantería que albergaba alrededor de 84.000 sutras y pergaminos escritos a mano en tibetano, sánscrito, chino y mongol; y que cuentan la historia del Tíbet a través del prisma de la filosofía, la ópera, la poesía, la medicina y la geología, entre otras disciplinas.
Los ejemplares más antiguos tienen más de 1.000 años y cuenta la leyenda que esta estantería podría sostener todo el monasterio por sí sola incluso si los otros muros se derrumbaran.

El Monasterio Sakya (también conocido como Pel Sakya; “Tierra Blanca”) es un monasterio budista situado a 25 km al sureste de un puente que está a unos 127 km al oeste de Shigatse en la carretera a Tingri en el Tíbet; así que llegar allí no es fácil (pero sin duda que valdría la pena el esfuerzo).
Es la sede de la escuela Sakya (o Sakyapa) de budismo tibetano y fue fundado en 1073 por Konchok Gyelpo.
Después del levantamiento de Lhasa del 10 de marzo de 1959 para proteger al 14º Dalai Lama del Ejército de Liberación del Pueblo Chino Comunista, la mayoría de los monjes del Monasterio Sakya se vieron obligados a irse.
Dice Dawa Norbu (politólogo y Profesor de Estudios Asiáticos): “Anteriormente había unos quinientos monjes en el Gran Monasterio Sakya, pero a finales de 1959 sólo quedaban 36 monjes ancianos”.
La mayoría de los edificios del monasterio están en ruinas , porque fueron destruidos durante la Revolución Cultural.
Todos los libros de la biblioteca sobrevivieron ilesos a la Revolución Cultural comunista en la última década del gobierno de Mao Zedong de 1966 a 1976 (aunque la mayoría de los monjes del monasterio se vieron obligados a irse) ya que la entrada estuvo sellada y sin tocar durante varios cientos de años.
En la actualidad, los textos todavía están siendo descifrados por científicos de la Academia Tibetana de Ciencias Sociales.
La biblioteca del monasterio de Sayka se ubicó durante siglos tras una pared de 600 metros cuadrados en el gran salón de rezos.
Tras su descubrimiento hace 20 años, se contabilizaron alrededor de 84.000 ejemplares, todos ellos incrustados en una pared de 60 metros de largo por 10 metros de ancho.
Estos pergaminos cuentan la historia del Tíbet a través de diferentes disciplinas como la filosofía, la ópera, la poesía, la medicina y la geología.
– Un libro de 500 kilos

En la actualidad, los textos todavía están siendo descifrados por científicos de la Academia Tibetana de Ciencias Sociales, incluso se dice que tan solo el 5 % están traducidos.
Pero, ¿Cómo es posible que, después de cientos de años, los pergaminos no se hayan deteriorado?
Es algo incierto, pero bien puede ser por el clima frío de la región, pues el monasterio se ubica a más de 4.000 metros de altura.
Los libros están envueltos parcialmente en pañuelos de seda.
Solo el clima frío, a una altitud de 4.280 metros, protege las obras de la descomposición.
Pero un libro muy especial se guarda en una vitrina: contiene las enseñanzas de Buda, así como los registros de su vida.
El libro tiene 700 años y unas dimensiones impresionantes: dos metros de largo, un metro de ancho y ochenta centímetros de grosor.
Por lo tanto, sus páginas deben pasarse con ocho personas. También se necesitan ocho personas para llevarlo ya que es considerado el libro budista más grande del mundo con un peso asombroso de 500 kg. Y todas sus páginas están escritas a mano con letra dorada.
Deja un comentario