Suecia, el pacífico país que quiso tener armas atómicas…

National Geographic(F.Cervera) — El bombardeo atómico de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 supuso un vuelco en el equilibrio de poderes mundial al poner sobre la mesa una arma capaz de arrasar una ciudad entera de un solo golpe. Un poder destructivo semejante podía aniquilar a un país con solo unos pocos ataques, por lo que empezando por los soviéticos, las principales potencias empezaron a equiparse con ellas para estar en igualdad de condiciones dentro del nuevo panorama militar.
Paradójicamente, la bomba atómica era a la vez una garantía de paz, pues en caso de ser atacada, una nación equipada con bombas nucleares podría desencadenar una serie de bombardeos que aniquilarían la mayoría de la población y la capacidad industrial de su oponente.
Aún peor, la guerra entre naciones armadas con arsenal atómico podría llevar a la extinción de la humanidad al crear una capa de cenizas y polvo en suspensión que ocultaría el sol durante meses matando a plantas y animales, por lo que cuando soviéticos y capitalistas iniciaron la Guerra Fría se encontraron con que una confrontación directa sería un suicidio.
– Entre la espada y la pared
Al mostrarse neutral en la Europa divida en bloques del inicio de la Guerra Fría, Suecia no contaba con este tipo de protección, por lo que ya desde 1945 se empezó a interesar en desarrollar una industria atómica propia con miras a equiparse con la bomba, tarea confiada al recién fundado Instituto Nacional de Investigación Defensiva o FOA.

Pero las pesquisas del Instituto toparon desde el primer momento con la fuerte resistencia de los científicos americanos y de los países afiliados con la OTAN, quienes enfrentados al creciente poder nuclear de la URSS preferían que ningún otro bando contara con bombas nucleares por el miedo a que estas proliferaran por todo el mundo y su uso escapara a todo tipo de control.
Por ello los científicos suecos tuvieron que enfrentarse a una barrera académica al indagar sobre los procesos de enriquecimiento del uranio y la división de sus átomos, al tiempo que la obtención del preciado mineral se complicaba al acaparar rusos y americanos todas las fuentes de mejor calidad.
La falta de progreso era tal que las primeras centrales nucleares del país tuvieron que usar uranio sin enriquecer para generar electricidad, controlado la reacción con agua pesada noruega como ya habían hecho los nazis.

Con las importaciones cortadas, los suecos pensaron en una bomba de plutonio, y en 1948 se planeó un reactor especial para su obtención a partir del bombardeo de núcleos de uranio sueco con haces de neutrones. Con todo el proyecto no se podría en marcha hasta 1954, cuando el choque de bloques iniciado con la Guerra de Corea provocó que políticos y votantes clamaran por un seguro nuclear ante una posible invasión soviética.
– De la demora a la no proliferación
Pese a la presión pública, el parlamento sueco no se decidió a dar el paso e iniciar un verdadero programa armamentístico, votando en repetidas ocasiones su postergación durante los años cincuenta, por miedo a que su éxito convirtiera al país en una amenaza para los dos bloques enfrentados provocando una invasión preventiva.
Según pasaban los años el inicio de la Guerra de Vietnam y la congelación del conflicto en Europa con la construcción del Muro de Berlín, alejó el fantasma de una invasión soviética de la mente de la sociedad sueca. De modo que el desarrollo de armas nucleares fue perdiendo terreno a inicios de los 60, en favor de posturas más pacificas como limitar la industria nuclear al sector civil.

De hecho a lo largo de esa década Suecia se fue acercando progresivamente a los Estados Unidos, cuyo gobierno levantó la veda a la venta de uranio enriquecido para uso civil a cambio de la cancelación definitiva del programa. Los soviéticos también ofrecieron garantías de paz, ocupados como estaban en Vietnam, de manera que en 1968 el presidente Tage Erlander firmó el Tratado de no Proliferación Nuclear y Suecia se convirtió en una nación libre de armas atómicas.
La caída de la URSS en 1991 podría haber supuesto que se descartara la obtención de un arsenal atómico de manera definitiva, pero la creciente expansión de la Federación Rusa bajo el mandato de Vladimir Putin (y especialmente la reciente invasión de Ucrania), han provocado la entrada de Suecia en la OTAN para cubrirse bajo su paraguas nuclear, y quien sabe si el desarrollo de un arsenal propio en un futuro próximo.
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