Centralia: la historia del pueblo fantasma en Pensilvania que arde por dentro…

Infobae — Centralia fue registrada en 1866, pero existía desde 1841, cuando la taberna «Bull’s Head» fue abierta por Johnathan Faust.
En 1854, Alexander W. Rea, un ingeniero minero civil de la compañía «Locust Mountain Coal and Iron», se mudó a la villa y construyó calles y parcelas. Este lugar fue conocido como Centreville hasta 1865, cuando se le cambió el nombre por Centralia, como consecuencia del establecimiento de la oficina de correos.
La industria del carbón se volvió la principal ocupación de la comunidad. La extracción de carbón continuó en Centralia hasta la década de 1960, cuando la mayor parte de las compañías salieron del negocio. Aun así, la minería de contrabando continuó hasta 1982.
El poblado fue cuna de activistas de la organización secreta de mineros denominada Molly Maguires, durante el período entre 1860 y 1870. El fundador de la ciudad, Alexander Rea, fue una de las víctimas de esta orden clandestina, cuando fue asesinado en las afueras del municipio el 17 de octubre de 1868.
Tres individuos fueron condenados por el crimen y colgados en la capital del condado de Bloomsburg, Pensilvania, el 25 de marzo de 1878. Varios asesinatos e incendios ocurrieron durante este lapso.
El municipio estuvo comunicado por dos vías férreas, la Philadelphia and Reading y la Lehigh Valley, con la que apareció el principal medio de transporte. El servicio de tren desapareció en 1966. La ciudad tuvo su propia escuela con educación primaria y secundaria. También hubo dos escuelas católicas en el pueblo.
En una época, el municipio tuvo siete iglesias, cinco hoteles, veintisiete salones de fiestas y eventos, dos teatros, un banco, su oficina postal, y catorce almacenes y negocios.
– Mina en llamas

Un fuego comenzó en el vertedero de la ciudad, imprudentemente ubicado dentro de una fosa de una mina abandonada, en la parte sudeste de Centralia en 1962. El fuego encendió una veta expuesta de carbón, y se expandió por todas las minas situadas debajo del pueblo. Varias veces se intentó apagar el fuego sin resultado alguno.
Siguió quemándose entre los años 1960 y 1970. Durante este tiempo, varias personas se vieron afectadas en su salud a causa del monóxido de carbono producido por el siniestro.
En 1979 la gente se dio cuenta de la verdadera magnitud del problema por casualidad, cuando el propietario de una gasolinera insertó una varilla dentro de uno de los tanques subterráneos para verificar el nivel de combustible.
Cuando la retiró estaba muy caliente, entonces bajó un termómetro amarrado a una cuerda y se sorprendió al descubrir que la temperatura de la gasolina en el tanque era de 78°C. Tras este incidente, la atención hacia el fuego inextinguible se incrementó.
En 1981, Todd Domboski, de doce años, cayó dentro de un socavón que se abrió repentinamente bajo sus pies; fue rescatado con dificultad y se estimó que el socavón tenía decenas de metros de profundidad.
El suceso atrajo la atención de todo el país hacia Centralia, y en 1984 el Congreso de los Estados Unidos asignó más de 40 millones de dólares para la reubicación de personas. La mayoría de los residentes aceptaron la indemnización y se mudaron a los pueblos vecinos de Mount Carmel y Ashland.
Unas cuantas familias optaron por quedarse, a pesar de las advertencias de los oficiales del estado. En 1992, el estado de Pensilvania expropió todos los inmuebles del municipio. Una subsecuente batalla legal en contra del gobierno fue iniciada por los residentes, sin éxito. En 2002 el servicio de correos de Estados Unidos eliminó el código postal del pueblo.
Hace más de 55 años, Centralia era una ciudad cuya economía se basaba en la actividad minera, pero después del incendio, la gente comenzó a huir. En 1980 había poco más de 1.000 habitantes y para el 2013, únicamente quedaban siete.

Ahora, el panorama de esa ciudad al noreste de Filadelfia es apocalíptico, la vegetación ha cubierto gran parte de las calles, el pavimento se mantiene agrietado y desde sus fisuras emanan corrientes de gas tóxico hacia el aire.
En 2002, el servicio postal de los Estados Unidos revocó el código postal de la ciudad, lo cual ocasionó grandes problemas para las personas que vivían allí, pues debían tener buzones en otras ciudades e incluso muchos lucharon para que les llegaran alimentos a esa zona.
Después de tanto tiempo, resulta inverosímil que aún hubiera personas habitando ese lugar, sin embargo, no era algo imposible. Debido a eso, el gobierno de los Estados Unidos finalmente comprará las casas de las pocas personas que todavía viven ahí, pero también las reubicarán.
Para lograr esto, las autoridades y un puñado de habitantes que se resistieron a la venta tuvieron que enfrentarse durante décadas en pleitos legales. Esas personas querían mantener vivo a un pueblo que se había hecho fantasma hacía muchos años atrás.
Un ejemplo de quienes no querían dejar sus hogares a pesar de la situación del lugar fue el alcalde de la ciudad, quien en una entrevista de 2006, cuando tenía 90 años dijo que esa era «la única casa que había tenido y quería conservarla».
Y es que para esos habitantes existe una edificación que les ha dado la esperanza de mantenerse en esa ciudad: la iglesia ucraniana, un templo religioso que subsistió debido a que en el momento de su construcción se emplazó sobre roca sólida, lo cual le dio una base muy resistente en contra del fuego.
En noviembre de 2015, el jefe de la Iglesia Católica de Ucrania y Arzobispo Mayor, Sviatoslav Shevchuk, visitó aquella ciudad fantasma y la impresión por el hecho de que el edificio se mantuviera en pie fue tanta que lo convirtió en un lugar de peregrinación.
La primera reunión de creyentes, a la que asistieron muchos antiguos vecinos del pueblo, fue en agosto de 2016 y hubo entre 500 y 600 habitantes, según informes de la prensa.
Las acciones del gobierno estadounidense no bastaron para detener el avance de la catástrofe

Ante el estado de emergencia de Centralia, los bomberos actuaron y pudieron extinguir las llamas en el exterior. Entonces creyeron que el desastre había llegado a su fin; sin embargo, no tuvieron en cuenta el hecho de que el fuego continuaba extendiéndose bajo tierra.
Unas semanas después, el departamento de medio ambiente de Pensilvania comenzó a monitorear el fuego a partir de agujeros con el fin de determinar el alcance y la temperatura de las llamas. Aunque en ese momento no se tomaron en cuenta los riesgos de esa acción, hoy en día se piensa que la perforación alimentó la combustión del carbón.
A pesar de la magnitud del hecho fue hasta 1981 cuando atrajo la atención de los medios nacionales, cuando el suelo de una zona pastosa se desmoronó bajo los pies de un niño de doce años, quien cayó en un agujero de más de 20 metros de profundidad.
En un inicio y bajo el objetivo de detener el incendio se gastaron más USD siete millones, pero los recursos económicos no fueron suficientes y en vista de que el peligro era latente, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un paquete de USD 42 millones para reubicar a los residentes.
Los intentos para acabar con el fuego subterráneo en años posteriores fueron muchos. Uno de ellos fue filtrar agua en las minas, lo cual resultó insuficiente; otro consistió en intentar excavar el carbón, pero los esfuerzos de los equipos que trabajaron en ello fueron en vano, nunca obtuvieron progresos significativos.
El impacto de esta catástrofe podría encontrar una similitud a lo sucedido en Chernobyl, ya que también tuvo una fuerte influencia en los mitos de los que sucedía con las personas que se encontraban ahí. De hecho la historia del famoso videojuego de terror, Silent Hill, se desarrolla en un lugar ficticio con el mismo nombre que esta ciudad.
Hoy en día, Centralia se ha convertido en un sitio enigmático que suelen visitar youtubers para mostrar su atmósfera a los espectadores. No obstante, continúa siendo una zona peligrosa y según especialistas, sus calles seguirán ardiendo durante al menos otros 100 años.

– Centralia en la actualidad
Solo un puñado de casas quedan en pie en Centralia. La mayoría de los edificios han sido arrasados y hoy el área parece ser una campiña con varias calles pavimentadas y algunas partes se han llenado de árboles nuevos. La mayoría de calles y aceras están llenas de arbustos. La única iglesia que quedó en el pueblo mantiene servicios semanalmente los sábados por la noche, y los cuatro cementerios están en buen estado.
En la actualidad, Centralia es un sitio despoblado y fantasmal con unos diez vecinos. El yacimiento continúa ardiendo y se supone que tiene carbón para hacerlo durante 250 años más.
Los únicos indicios del fuego, que arde a 1600 metros bajo la superficie, son algunas chimeneas subterráneas que expelen humo al sur del municipio. Otras fuentes de humo y vapor vienen de un tramo abandonado de la carretera estatal número 61, que fue cerrada en los años 1990 después de que aparecieran varias grietas en la superficie, así como también en los alrededores del cementerio y otras varias grietas situadas en la zona.
Sin embargo, el fuego subterráneo todavía arde y seguirá así por tiempo indeterminado. No existe ningún plan de momento para extinguir el incendio, el cual consume una veta de unos 13 kilómetros de extensión que contiene suficiente carbón para arder otros 250 años.
El estado de Pensilvania no renovó el contrato de reubicación al finalizar 2005, y el destino de los residentes que aún habitan allí es incierto.

– Centralia en la cultura popular
Centralia sirvió de inspiración para el pueblo ficticio de la película de Silent Hill, de 2006, basada a su vez en la serie de videojuegos Silent Hill de Konami. Sin embargo, no es así en los juegos (al menos en las primeras partes de la saga).
El propio Masahiro Ito, director de arte de los tres primeros juegos, tuvo que aclarar que en ningún momento se basó en Centralia para dichos juegos, y que sólo concierne a la película, del mismo modo que en los juegos se ve nieve cayendo (y no ceniza), al ver que los fans habían supuesto erróneamente que la película y los juegos seguían el mismo canon (dando prioridad a lo mostrado en el filme).
La ciudad también es actualmente más conocida como «la ciudad fantasma», ya que los habitantes que quedan en ella son muy pocos.
Deja un comentario