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“El doctor de las familias”: el médico que mató a 235 pacientes con morfina y cayó tras falsificar el testamento de su última víctima…


Todas sus víctimas habían sido sus pacientes y habían confiado en él porque era su médico de cabecera. Se presume que, incluso, sus crímenes podrían haber sido más de 235

Infobae(D.Cecchini) — Al doctor Harold Shipman lo perdió la codicia, o quizás lo hizo por el cansancio que sentía de tanto matar y quería que lo descubrieran de una buena vez.

Porque nadie -salvo uno o dos colegas que lo miraban con desconfianza- sospechaba que detrás de esa imagen de médico de familia amable y dedicado se escondía el mayor asesino en serie de la historia criminal británica. Sumaba 234 víctimas entre sus confiados pacientes cuando se le ocurrió que además de matar a la siguiente con su arma letal de siempre, la morfina, también podía quedarse con sus propiedades falsificando un testamento.

Shipman no necesitaba el dinero de su víctima 235, una anciana de 81 años, y nunca explicó por qué quiso correr ese riesgo que lo puso al descubierto. Por eso hubo quienes pensaron que se había cansado de matar y quería que alguien detuviera su raid asesino. Corría 1998 y cuando la historia tomó estado público la sociedad inglesa se debatió entre el horror y el escándalo.

El afable doctor Shipman fue detenido en septiembre de 1998 y mientras se instruía el proceso judicial se hizo una profunda investigación sobre sus 28 años de carrera, donde las víctimas aparecieron por doquier.

“Nadie que lea el informe de la investigación puede evitar quedar anonadado por la enormidad de los crímenes cometidos por Shipman y, como yo, por la simpatía hacia sus víctimas y los familiares. Es un completo y meticuloso recuento de la criminalidad de Shipman, cuyo grado no creo sea posible en otro hombre”, dijo la jueza del Tribunal Supremo del Reino Unido Janet Smith el 19 de julio de 2002 al leer los fundamentos de la sentencia que condenaba al reo a quince cadenas perpetuas consecutivas, sin posibilidad de ser liberado.

El mayor criminal en serie de la historia británica escuchó impertérrito la sentencia. Parecía que no era a él sino a otro a quien le acababan de probar los asesinatos de 171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años, a los que les quitó la vida inyectándoles sobredosis de morfina. Todos habían sido sus pacientes y habían confiado en él porque era su médico de cabecera. Se sospechaba, además, que sus víctimas podían ser muchas más.

Durante el juicio se demostró que Shipman llevaba matando a sus pacientes casi un cuarto de siglo: desde 1975, cuando asesinó con una sobredosis a Eva Lyons, en la ciudad de Todmorden, hasta 1998, año en que mandó al otro mundo con el mismo método a Kathleen Grundy, de 81 años, exalcaldesa de Hyde.

“Nadie que lea el informe de la investigación puede evitar quedar anonadado por la enormidad de los crímenes cometidos por Shipman y, como yo, por la simpatía hacia sus víctimas y los familiares. Es un completo y meticuloso recuento de la criminalidad de Shipman, cuyo grado no creo sea posible en otro hombre”, dijo la jueza Shipman al fundamentar la sentencia.

En 1993, Shipman fundó su propia clínica en Market Street. Su prestigio ganado como “el doctor de las familias” hizo que la clientela aumentara rápidamente

– Un médico joven y simpático

La carrera criminal de Harold Shipman -nacido el 14 de enero de 1946- comenzó en Tomorden, un pequeño pueblo a 40 kilómetros de Manchester al que llegó a mediados de 1974, cuatro años después de haberse graduado. Cayó simpático en esa localidad de 12.000 habitantes.

Hacía falta un doctor y el nuevo médico, además de acudir presuroso cuando lo llamaban, se mostraba amable y atento a los dolores de sus pacientes.

Otro punto a su favor era la familia, que se integró rápidamente a la sociedad local. Con su esposa, Primrose May Oxtoby, y sus cuatro hijos pequeños, asistía a todos los eventos y participaba de las actividades comunitarias. Era un hombre al que todo el mundo saludaba en la calle.

Lo que nadie sabía era que el traslado del joven facultativo a Tomorden había sido forzado, porque un año antes el doctor había sido descubierto falsificando prescripciones de petidina -un narcótico analgésico que actúa como depresor del sistema nervioso central- para su propio uso.

El castigo fue una multa de 600 libras y un breve período en una clínica de rehabilitación de York. Tampoco nadie tuvo una sospecha cuando una de sus pacientes, Eva Lyons, una señora mayor, murió de manera inesperada. “Paro cardio respiratorio”, escribió el propio Shipman en el certificado de defunción. Omitió detallar que el paro lo había provocado la sobredosis de morfina que él mismo le había inyectado.

De allí en más, los pacientes de Shipman en Todmorden y en la vecina ciudad de Hyde empezaron a morir en una proporción que los de otros médicos. Sin embargo, tampoco eso despertó sospechas: la mayoría de las personas que atendía el joven doctor eran muy mayores de edad y sufrían múltiples achaques. Más tarde o más temprano tenían que morir.

Su esposa, Primrose May Oxtoby, y sus cuatro hijos. Antes de que se conociera la verdad del médico asesino, su familia decidió cortar vínculo con él

– Una presencia fatal

Otros datos de su particular práctica médica también pasaron inadvertidos y solo fueron descubiertos muchos años más tarde, durante la investigación para el proceso judicial. Cuando se revisaron todos sus certificados de defunción y se recogieron testimonios de familiares de las víctimas.

Se comprobó que Shipman había estado presente en el momento mismo de la muerte de sus pacientes en una proporción 25 veces mayor que sus colegas y alrededor del 80% de sus pacientes habían muerto menos de 30 minutos después de que los visitara para revisarlos, práctica para la cual el doctor exigía privacidad.

“Nunca permitía discusiones sobre los tratamientos que aplicaba. Siempre zanjaba cualquier cuestión con un ‘yo soy el médico y sé lo que le conviene’, podía ser arrogante y autoritario, se consideraba una persona muy inteligente. El problema es que los demás compartíamos esa opinión”, diría en el juicio el familiar de una de las víctimas.

Cuando se investigaron los certificados de defunción también salió a la luz otra circunstancia llamativa: casi todos los pacientes habían muerto por la tarde, entre las 13 y las 19, horario en que el doctor realizaba sus visitas a domicilio.

El doctor Shipman siguió trabajando como médico de cabecera en Hyde durante la década de los ‘80, hasta que en 1993 fundó su propia clínica en Market Street. Su prestigio ganado como “el doctor de las familias” hizo que la clientela aumentara rápidamente. Nadie notó que las muertes de sus pacientes aumentaban casi en la misma proporción.

El consultorio del doctor Harold Shipman en Hyde, un suburbio de Manchester

– La víctima 235

La primera sospecha real sobre el accionar del médico surgió después de la muerte de su última víctima, Kathleen Grundy, una anciana muy conocida en Hyde porque años antes había sido una querida alcaldesa de la ciudad. Murió el 24 de junio de 1998 en su casa, media hora después de que el doctor Shipman pasara a revisarla.

La señora tenía 81 años y su salud no era la mejor, por lo cual en un primer momento nadie pensó nada raro sobre la causa de su muerte, certificada por el propio Shipman, que además sugirió a la familia incinerar el cadáver.

Los problemas para el médico comenzaron cuando se revisó el testamento que supuestamente había firmado la antigua alcaldesa.

Su hija, la abogada Angela Woodruff, quedó consternada cuando el abogado de su madre, Brian Burguess, le informó que la última voluntad de su madre había sido desheredarla, donando toda su herencia, 386.000 libras esterlinas, a su querido doctor, Harold Shipman.

Woodruff tenía una muy buena relación con su madre, y la señora nunca le había dicho nada al respecto. Sospechó que había gato encerrado y denunció el hecho a la policía.

La cuestión pudo haber quedado en la nada, pero los policías de Hyde recordaron otra denuncia, de meses años antes, a la que no le habían dado crédito. La denunciante era una médica, Linda Reynolds, que trabajaba en la clínica Brooke Surgery en Hyde, justo enfrente de la clínica de Shipman.

La doctora había tratado de interesar al coronel John Pollard, jefe de policía del distrito de South Manchester, en los altos índices de mortalidad entre los pacientes de Shipman.

El policía, hombre prudente, consideró que una simple sospecha no era suficiente para incomodar al prestigioso doctor. Sin embargo, con esta segunda denuncia en la mano, tomó cartas en el asunto y pidió a la justicia que lo autorizara a exhumar el cadáver de la antigua alcaldesa -que, contra la sugerencia de Shipman, no había sido cremado- para hacerle una autopsia.

Fue la perdición del médico asesino, porque los forenses encontraron que el cuerpo tenía un elevado nivel de morfina, suficiente para matar a un caballo. Con esa prueba, Shipman fue arrestado el 7 de septiembre de 1998 como sospechoso del asesinato de la anciana señora Grundy.

«El doctor muerte», fue el título del diario británico The Mirror

– Una larga cadena de muertes

Con la comprobación de la muerte de la exalcaldesa por sobredosis de morfina, la denuncia de la doctora Linda Reynolds sobre otras muertes sospechosas relacionadas con Shipman cobró relevancia. Por eso, antes de procesarlo solamente por el asesinato de Grundi, la Justicia ordenó a la policía recuperar los certificados de defunción firmados por el médico y recoger testimonios de familiares y amigos de las personas fallecidas.

Una tras otra, las declaraciones de las personas entrevistadas fueron comprometiendo más a Shipman. “Muchos teníamos la misma idea en la cabeza”, declaró en el juicio Suzanne Bennison, nieta de Edith Brock, una anciana muerta en 8 de noviembre de 1995. “¿Saben? Las circunstancias fueron especialmente sospechosas, pero ni se nos pasó por la cabeza denunciarlas.

El doctor había ido esa mañana a visitarla. La policía descubrió más tarde que ni ella se lo había pedido ni en el libro de visitas de su consulta aparecía su nombre. Mi abuela vivía sola, pero su vecina vio cómo el doctor Shipman salía de la casa. Se preocupó e intentó detenerle para preguntarle si mi abuela necesitaba ayuda, pero Shipman llegó hasta su coche y se marchó.

Unos minutos después decidió llamar a la puerta de mi abuela y se dio cuenta de que estaba abierta. Shipman había olvidado cerrarla. Mi abuela estaba sentada en su sillón, muerta”, contó.

Los investigadores notaron casi de inmediato que los testimonios se repetían, casi calcados. Las dolencias de las posibles víctimas podían ser diferentes, pero había una constante: Shipman las había visitado y revisado en soledad el día de sus muertes. Pronto no tuvieron dudas de que el médico era un asesino en serie.

A todo eso se agregaron las pruebas aportadas por otro médico de Hyde, el doctor Richard Baker, que se tomó el trabajo de revisar todos los archivos de su colega Shipman. Comparó primero el número de certificados de defunción firmados por Shipman con los expedidos en otras consultas similares de la región.

A continuación, tuvo que establecer las causas de cada muerte, a base de preguntar a los familiares el tipo de tratamiento que recibieron los fallecidos y los detalles del fallecimiento. Para su sorpresa, la mayoría de los muertos eran mujeres de avanzada edad que pasaban a mejor vida de repente en su hogar y a primera hora de la tarde. En todos los casos, el médico las había visitado un rato antes.

Los resultados que obtuvo y presentó Baker dejaron helados a la policía y los funcionarios judiciales: Según sus cálculos, en un cuarto de siglo había informado de 236 muertes más en pacientes a su cargo -casi una al mes- que el resto de sus colegas de la localidad de Hyde y sus aledaños.

Una de las últimas imágenes con vida del doctor Harold Shipman. Se suicidó un día antes de que cumpliera 58 años

– De las condenas al suicidio

En base a todas esas pruebas, Shipman fue acusado y procesado por las muertes de Marie West, Irene Turner, Lizzie Adams, Jean Lilley, Ivy Lomas, Jermaine Ankrah, Muriel Grimshaw, Marie Quinn, Kathleen Wagstaff, Bianka Pomfret, Naomi Nuttall, Pamela Hillier, Maureen Ward, Winifred Mellor, Joan Melia y la exalcaldesa Kathleen Grundy, ocurridas entre 1995 y 1998. Quince víctimas en total.

Durante el juicio, el médico negó insistentemente su culpabilidad y se negó a declarar. Su defensa intentó, en vano, que no se le procesara por el asesinato de la señora Grundy, alegando que no había motivos suficientes para inculparlo. No lo logró, ni en ese ni en los otros catorce casos. El 31 de enero de 2000, un jurado de seis personas lo condenó a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Todo pudo haber terminado ahí, pero los casos seguían apareciendo y se lo sometió a un nuevo juicio, acusado de otras 217 muertes. En ese segundo proceso, el 19 de julio de 2002 fue condenado a otras quince cadenas perpetuas.

Harold Shipman se ahorcó en su celda de la prisión de Wakefield el 13 de enero de 2004, un día antes de cumplir 58 años. Para hacerlo, usó las sábanas de su cama carcelaria para colgarse del cuello desde las rejas de la ventana.

Ni su mujer ni sus hijos asistieron al entierro: hacía meses que habían cortado todo vínculo con él y mudado de Hyde para escapar a la vergüenza que les provocaba que todos los vecinos los señalaran como la familia del mayor asesino en serie de la historia de Gran Bretaña.

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La festividad que dio origen a los propósitos de Año Nuevo…


La victoria del dios Marduk sobre el caos era un motivo de celebración para los habitantes de Babilonia
La victoria del dios Marduk sobre el caos era un motivo de celebración para los habitantes de Babilonia

MEER(A.Fischer) — A veces siento que, en enero, se me congela el cerebro. Y puede ser cierto, porque en la Ciudad de México, durante los primeros días del año, las madrugadas pueden estar debajo de los 0ºC. Aunque la crisis climática global me está quitando esa excusa con cada año que pasa, invariablemente falto a mis propósitos de Año Nuevo.

El ritual está muy bien: una lista de 10 puntos (no más, porque me abrumo) que tengo toda la buena intención de cumplir una vez que el ciclo anual llegue a su fin. En el mejor de los casos, llego a cuatro de 10. Quiero pensar que no soy la única. Y parece que no: la arqueología respalda el hecho de que, durante al menos 4000 años, los seres humanos hemos sido incapaces de cumplir nuestros propósitos de Año Nuevo. Todo comenzó en Babilonia.

– ¿De dónde vienen los propósitos de Año Nuevo?

En la magnífica capital de Mesopotamia, la civilización que germinó entre los ríos Tigris y el Éufrates, con el inicio del nuevo ciclo anual, la gente acostumbraba a hacer promesas. Principalmente aquellas relativas a pagarle deudas al rey o cumplir con los impuestos que el Imperio les imponía.

Esta serie de propósitos se enmarcaban, según el historiador Fernando Piedrafita González de la Universidad de Zaragoza (España), en el festival Akitu, donde se celebraba, aproximadamente desde el año 2900 a.C., el comienzo del año en Mesopotamia.

Los registros arqueológicos sugieren, explica el especialista, que este ritual no sólo marcaba el final de un año, “sino la eliminación del anterior: el universo se volvía a crear durante el Akitu”.

A lo largo de 12 días llenos de fiesta y ritos, los babilónicos tenían la intención de recrear la creación del cosmos. Siguiendo las escrituras del Enuma Elish (que se ha traducido como “Las siete tablillas de la Creación»), explica el filósofo Joshua J. Mark para World History Encyclopedia, los babilónicos aludían a la victoria del dios Marduk sobre el caos.

– Una festividad religiosa, cívica y política a la vez

El arte mesopotámico que floreció en Babilonia expresa una fuerte continuidad en las formas de representación en la región
El arte mesopotámico que floreció en Babilonia expresa una fuerte continuidad en las formas de representación en la región

Babilonia siguió un régimen teocrático militar.

Esto quiere decir que no se hacían distinciones entre la fe y el Estado y que, por el contrario, muchas veces los gobernantes eran considerados encarnaciones terrenales de los mismísimos dioses.

En algunos casos se pensaba que los dioses eran los verdaderos monarcas, y que los políticos eran solo sus administradores.

Victorias militares, cosechas cuantiosas y redes de comercio amplias eran algunas maneras de agradar al panteón celestial.

La observación de las fiestas sagradas también lo era.

De esta forma, los babilónicos garantizaban que las deidades mantuvieran el orden sobre el caos en el cosmos.

Una de las fiestas más ampliamente festejadas fue Akitu, que se sostiene como uno de los registros más antiguos de la celebración de Año Nuevo.

Además de aludir al mito de la Creación mesopotámico, a nivel político esta fiesta legitimaba “el mandato del monarca por medio de demostraciones públicas de la aprobación del patrón divino”, explica Mark.

Por ello, los mesopotámicos no se tomaban sus propósitos de Año Nuevo a la ligera: era un compromiso religioso, cívico y político, frente a su monarca y sus dioses: no podían quedar mal con ellos.

– Los propósitos Año Nuevo no se perdieron en la arena del tiempo

Akitu fue tan trascendente para los antiguos mesopotámicos, de acuerdo con el teólogo de Northwestern University, Benjamin Sommer, que fincó las bases para “el desarrollo de las teorías de la religión, el mito y el ritual”. Pero, ¿cómo llega a Occidente, si otras festividades babilónicas se perdieron en la arena?

Los romanos tomaron esta tradición antigua y, como tantas otras, la integraron a su propia cosmovisión. En lugar de hacer juramentos a las deidades, en Roma se juraba lealtad al emperador en curso con cada nuevo ciclo anual.

Las criaturas mitológicas son un motivo fundamental del arte babilónico, expresando la relevancia de las creencias religiosas en la antigua Mesopotamia
Las criaturas mitológicas son un motivo fundamental del arte babilónico, expresando la relevancia de las creencias religiosas en la antigua Mesopotamia

Siglos después, los metodistas retomaron esta práctica para renovar sus votos a Dios cada 31 de diciembre, explica Anthony Aveni, astrónomo y antropólogo de la Universidad de Colgate en Nueva York (Estados Unidos).

En su publicación más reciente, The Book of the Year: A Brief History of Our Seasonal Holidays, el autor explora cómo los seres humanos hacemos promesas en tiempos de incertidumbre: la transición nos obliga a fincar bases que nos hagan sentir que pisamos en tierra firme.

Hoy en día, los propósitos de Año Nuevo perdieron su cualidad religiosa y tienen que ver con intentos (muchas veces fallidos) de superación personal.

Tal vez por eso me excuso detrás de un cerebro congelado: la incertidumbre de un nuevo comienzo ciertamente nos paraliza.

Quizás, también, porque ya no hago compromisos para pagar impuestos o rendirle cuentas a algún rey.

En ese contexto, un cerebro congelado es mejor que tener deudas sin cubrir al Estado.

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Hildegart Rodríguez Carballeira: ni tan virgen ni tan roja ni tan muerta…


Hildegart Rodríguez Carballeira: ni tan virgen ni tan roja ni tan muerta

The Concersation(E.Lázaro) — Cuarenta y siete años separan las dos versiones cinematográficas que han narrado la historia de Hildegart Rodríguez Carballeira, la abogada, ensayista y sexóloga asesinada por su madre a los 18 años en 1933, una autora fundamental en cualquier genealogía del pensamiento feminista español.

Cuarenta y siete años, casi los mismos que transcurrieron desde su icónico entierro y el estreno de Mi hija Hildegart, de Fernando Fernán Gómez, en 1977. El suceso había permanecido en el imaginario colectivo durante la Dictadura. De hecho, el guion de Fernán Gómez y Rafael Azcona estuvo basado en el libro Aurora de sangre publicado en 1972 por el periodista Eduardo de Guzmán, que había cubierto el suceso y había conocido a las dos protagonistas.

¿Es casual que el cine recuperara a Hildegart en 1977 y que vuelva a hacerlo en 2024? Quizás no.

En cierto sentido, el borrado que el Estado franquista hizo de Hildegart fracasó. Las feministas españolas de la tercera ola, las que protagonizaron las movilizaciones en favor del divorcio, la anticoncepción y el aborto en plena Transición, recuperaron buena parte de las ideas de Hildegart Rodríguez.

La portada del número 28 de la mítica revista Vindicación Feminista puede ser el botón de muestra de la supervivencia de las ideas emancipatorias del arranque del siglo. “El placer es mío, caballero” decía aquel número dedicado a la sexualidad femenina, el tema que ocupó a Hildegart Rodríguez buena parte de su corta vida.

Portada del número 28 de la revista _Vindicación feminista_.
Portada del número 28 de la revista Vindicación feminista.

Casi 50 años después, la cuarta ola feminista regresa a su figura. La virgen roja, de Paula Ortiz, vuelve a poner de actualidad a esta “moderna” del siglo XX y, licencias poéticas aparte, presenta su figura más allá de la tragedia. No nos corresponde enjuiciarla. Una película no es una tesis doctoral, pero sí la excusa perfecta para volver a un personaje emblemático del feminismo social español.

Porque el papel de Hildegart fue más social que político; al fin y al cabo, sus propuestas apuntaban directamente a la intimidad de las mujeres. Dicho de otra forma: mientras Clara Campoamor reclamaba igualdad en las urnas, Hildegart la exigía en la cama.

Así que en 2024, cuando los feminismos pelean por romper la brecha de género en tantos espacios ¿por qué no volver a una pensadora que luchó por cambiar mentalidades?

Dado que el regreso a cualquier personaje histórico corre el riesgo de ser deformado por los sesgos de la actualidad, antes de hacernos camisetas con la cara de Hildegart –cosa que yo ya he hecho– o atribuirle frases demasiado actuales en un diálogo en el cine –“Los hombres no son nuestros enemigos, mamá”– quizás convenga saber si Hildegart fue tan virginal y tan roja en sus planteamientos.

– Antes que Hildegart

Entre 1930 y 1933, Hildegart Rodríguez Carballeira publicó 16 obras de divulgación en las que exponía ideas revolucionarias sobre emancipación sexual de las mujeres, que durante décadas habían sido conceptualizadas como seres sin capacidad para sentir deseo o placer sexual: unos ángeles del hogar. Pero no fue la primera en hacerlo. Las élites intelectuales habían perdido la virginidad en estos asuntos antes.

Una fotografía en blanco y negro de una mujer joven dando un mitin.
Hildegart dando un mitin en Erandio. 

En lo que respecta a su obra divulgativa, Hildegart era heredera de obras como Higiene del matrimonio (1853) de Pedro Felipe Monlau o Estudio íntimo de la virginidad: signos que la determinan y medios que la simulan (1899) de Fernando Mateos.

De hecho, los manuales de divulgación sexual constituyeron un tipo de literatura con un notable éxito de público entre la población lectora.

Al calor del higienismo, primero, y el psicoanálisis, después, proliferaron todo tipo de obras escritas por autores españoles o traducidas, como Amor conyugal de Marie Stopes, uno de los best sellers del primer tercio del siglo XX.

Pero la obra de Hildegart Rodríguez era mucho más que divulgativa. La autora trasladó las ideas de la revolución social a la práctica sexual.

En eso también es posible encontrar precedentes en los escritos sobre el amor libre de la anarquista Teresa Mañé, madre de la que llegara a ser compañera de partido de Hildegart y la primera mujer ministra en España: Federica Montseny.

Y, por supuesto, en la obra Huelga de vientres, de Luis Bulffi, ampliamente difundida entre los círculos anarquistas, donde ofrecía un detallado manual para evitar los embarazos sin poner en riesgo el “coito por puro goce”.

– Una influencer en los años 30

En lo que no existían precedentes en España es que fuera una mujer tan joven quien planteara esa revolución sexual. Se ha escrito mucho sobre el papel de su madre en esa precocidad intelectual, pero hoy no toca.

Hildegart fue una niña prodigio. Llegó a la vida pública con 12 años formando parte de organizaciones como la Liga de la bondad, la Federación Universitaria Española (FUE) y las Juventudes Socialistas, aunque tuvo que esperar hasta los 16 para publicar su primera obra. Con Tres amores históricos, Hildegart se estrenó como ensayista. Era el principio de su fugaz carrera.

A aquel primer estudio siguieron otros ensayos en los que fue repasando los grandes temas propuestos por la Liga Mundial para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas y el Birth Control Internacional Information Center (BCIIC), de cuyas delegaciones en España fue secretaria y portavoz, respectivamente.

Esto le permitió aportar soluciones a la singularidad española, caracterizada por la tradición católica basada en la culpabilidad femenina y la represión del deseo, un tema al que volverían las feministas de los años setenta.

Publicó obras con editoriales de la órbita socialista, cuyo principal partido la convirtió en el reclamo perfecto para las mujeres jóvenes. El socialismo erigió a Hildegart y su revolución sexual en la avanzadilla intelectual de sus juventudes feministas. La convirtió en el equivalente a una influencer del siglo XXI.

En sus libros y conferencias, declaraba abiertamente su fe en el maltusianismo, que veía como una solución al problema eugénico: la necesidad de mejorar la raza humana, en línea con las ideas biologicistas del momento.

Dos mujeres y varios hombres posan para una foto en un periódico.
Hildegart Rodríguez, y su madre, con el alcalde de Santander y los miembros del Partido Socialista, después de dar una conferencia en la ciudad, en mayo de 1931.

Hildegart no estaba, pues, reivindicando el derecho al placer, como sí hicieron las feministas de Tercera Ola. Ésa no era su prioridad. Para ella, lo urgente era la salud pública y la mejora de las condiciones físicas del proletariado. Recomendaba la contracepción como medida social y económica.

Hablaba directamente de detalles domésticos, como las condiciones de las viviendas de los obreros, que a su juicio favorecían el alcoholismo, lo que a menudo derivaba en una infección venérea trasladada a la familia.

Reivindicaba la legalización del aborto siguiendo el ejemplo ruso y reclamaba el fácil acceso a los anticonceptivos, rechazando los métodos caseros e insalubres como las irrigaciones, que, según la autora, las obreras no podían usar porque no tenían tiempo ni cama propia ni intimidad.

En su obra más celebrada, El problema eugénico: punto de vista de una mujer moderna, la propagandista sostenía ideas imposibles de reivindicar casi un siglo después, como la patologización de la homosexualidad o la inferioridad del deseo sexual femenino.

Pero también recogía los diez “mandamientos de la eugenesia”, entre los que destacaban la igualdad política, económica y social de géneros, el amor y el divorcio libres, la despenalización de la homosexualidad, la prevención de la prostitución y la educación sexual sistemática.

Unas reivindicaciones demasiado actuales en algunos casos como para dar a Hildegart por muerta.

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«Hay Secretos»: cómo una dulce canción ayudó a atrapar a un abusador de menores en Argentina…


Dibujo a color de una mujer y una niña, de la mano y de espaldas
Fue una canción urgente, según la compositora Ruth Hillar.

BBC News Mundo(N.Cosoy) — «Hay secretos chiquititos que te invitan a jugar, y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar«.

Esas son las primeras líneas de «Hay Secretos», una canción con un impacto emocional enorme, que conmueve a la gente hasta las lágrimas.

Muchas canciones pueden hacer eso, pero ésta es realmente algo más.

Es una ventana a través de la cual la sociedad puede cuestionarse a sí misma.

La canción incluso se ha usado como prueba en un juicio penal.

Su compositora es Ruth Hillar, quien creció y vive en Santo Tomé, un pequeño pueblo en el centro de Argentina, donde la visité.

«Nací en un hogar muy musical. La música estaba ahí antes que yo llegara: mi mamá y mi papá se conocieron cantando en el coro polifónico de Santa Fe. Mi papá tenía un conjunto de música humor.

«Empecé con la flauta dulce, también a cantar, a estudiar los rudimentos de la música, y siempre lo disfruté muchísimo».

Con su padre en el violín, tocaban dúos, y cuando le compraron un grabador, jugar con la música era «una de mis diversiones preferidas».

Otra cosa que siempre le fascinó fue la lectura.

«Pasaba muchas, muchas horas leyendo. En casa había una biblioteca muy linda. Y, de hecho, cuando vi que en las casas de mis amigos de la escuela no había casi libros, organicé una biblioteca en la vereda».

Ruth Hillar
Las dos pasiones de Ruth -música y literatura- se fusionaron en Canticuénticos.

A pesar de cuanto disfrutaba de la música y la literatura, lo que quería ser cuando grande era veterinaria o pediatra, «siempre como por el lado de curar a alguien, a los niños o a los animales».

Esa idea de cuidar a los demás, particularmente a los niños, se convertiría más tarde en el centro de su trabajo como compositora.

– «Ni simple ni fácil»

Ruth estudió literatura durante un año, luego decidió que no le gustaba cómo se dirigía el curso y volvió a estudiar música, ahora como una carrera universitaria.

Al principio pensó que formaría parte de una orquesta, el camino típico que siguen los músicos académicos.

Con el tiempo, sus intereses se ampliaron. Conoció a otra música y decidieron crear un grupo de música infantil: Canticuénticos.

Después de 17 años, ahora tienen seis miembros, seis discos y han dado cientos de conciertos.

En sus inicios, gracias a su estrategia de distribución -que incluyó poner a disposición de todos los temas de su primer disco en YouTube- y a la naturaleza de las canciones, fueron rápidamente descubiertos por los maestros.

«Enseguida los docentes acá en Santa Fe tomaron ese repertorio para usar en las aulas, y la provincia editó algunas canciones en un cancionero para repartir en escuelas.

«Eso nos ayudó mucho a querer arrancar un poco más en serio con el proyecto, porque no es fácil».

Portada del libro de "Hay secretos", con una niña con los ojos cerrados y lágrimas o gotas de lluvia a su alrededor
«Hay secretos livianitos que te llevan a volar», pero los que no son así, no son para guardar.

«Siempre buscamos cómo hacer que las canciones acompañaran a las infancias, no solamente en lo que se considera ‘infantil’, pues hay como la idea de que lo infantil es lo simple, lo fácil.

«En realidad la vida de las infancias no es ni simple ni fácil. Es muy compleja y a veces es muy difícil, pues en un mundo tan caótico, muchas veces las infancias se llevan la peor parte, porque son más indefensas.

«Aunque los querramos mantener en una especie de corral, a salvo de un montón de cosas, la realidad se mete por todos lados.

«Así que nos parece que desde las canciones podemos acompañar en muchos aspectos».

Es por eso, afirma Ruth, que a veces las canciones de Canticuénticos tratan temáticas inusuales en ese género.

Y admite que, en ocasiones, su deseo es generar algún cambio.

«Parece mucho pedir para una canción, pero muchas veces me salen de esa manera, como respuestas a algo, entonces en ese afán de querer responder tengo que aprender a mirar ese algo más profundamente para que esa respuesta sirva o esté conectada con lo que quiero dialogar».

Una de esas canciones es «Hay Secretos», que le habla directamente al oyente, a los niños, sobre ser capaces de hablar cuando un secreto les está haciendo daño.

Estaba destinada a tener un papel importante para ayudar a niños y adultos a lidiar con eventos dolorosos en sus vidas.

– «Los secretos que hacen mal»

La canción dice que hay «secretos livianitos que te llevan a volar»pero hay «secretos tan pesados que no te dejan respirar«.

En un pasaje particularmente emotivo, la canción le habla directamente al oyente y dice: «Si no alcanzan las palabras para lo que hay que contar, inventemos otro idioma. Siempre te voy escuchar«.

«Y tiene un un estribillo que quiere ser un mantra: No se tienen que guardar los secretos que hacen mal.

«Uno de los estribillos tiene solo un sonido de una caja muy profunda, con voces de nenas, de nenes, y de adultos, mujeres y varones, como representando una comunidad completa que está cantando junta a favor de proteger del abuso».

Profesora abrazando a una alumna en el salón de clase.
Los docentes juegan un rol clave en la lucha contra el abuso infantil, apunta Ruth (Imagen del video de «Hay secretos»).

Sobre ese flagelo, subraya Ruth, los adultos tienen que ser interpelados, por eso la canción no sólo está dirigida a los niños, sino también a los grandes.

«En realidad los adultos somos los responsables del bienestar de las infancias, no solamente de nuestros hijos, sino de todos los niños y niñas, así que creo que justamente esta canción quiere decir: presten atención, estén atentos, estén donde hay que estar, miren a esos niños y a esas niñas con una mirada sensible y compasiva.

«Mucho de eso les toca a los docentes y de hecho son los grandes héroes en esta gesta, porque en las escuelas son los que más acceden a esos momentos donde los niños y las niñas se pueden abrir, pues muchas veces los abusos son en sus propias casas, interfamiliares, intrafamiliares».

Ruth compuso la canción en 2017, y dice que fueron muchos los caminos que la llevaron a hacerlo.

«El tema del abuso estaba más en la esfera pública y pensé: ¿qué podemos hacer? Mi arma, mi forma de actuar es la música, no conozco otras. O por lo menos otras mejores no me salen. Pero quedé como en imposibilidad.

«Recuerdo que estábamos filmando el video de la canción de cuna ‘Noni Noni’, buscando las imágenes más tiernas, de más cobijo que se nos ocurrían, y mirando desde afuera una escena pensé que muchas infancias quedaban fuera de la esfera de esa canción, que había otra canción que es más urgente«.

Decidió que tenía que tratar, «aunque fuera tan difícil, aunque las palabras y los sonidos parecería que no alcanzaran… ¿cómo hablar de eso sin lastimar el que ya está herido?».

Niña con paraguas en el fondo del mar, con peces
Tenía que ser sutil, para no herir a los que ya habían sido lastimados (Imagen del libro de «Hay secretos»).

En ese momento le llegó un email de Sabrina Medina, una licenciada en trabajo social de Paraná, una ciudad vecina, diciendo que trabajaba en programas de prevención de abuso y que había muy pocos recursos artísticos.

«Me compartió las ideas principales: el tema del secreto, del miedo, de la confianza, de ofrecer ayuda. Así supe que la canción ya estaba empezada. Escribí una estrofa y se la envié para que me dijera si había algo que pudiera herir.

«Busqué siempre referenciar sin nombrar, que quien estuviera pasando por una situación de abuso pudiera reconocerse, y quien no, pudiera entender otra cosa, un tema de secretos más fuertes, o más livianitos.

«Enseguida pensé que sería una Vidala, un ritmo folclórico argentino muy introspectivo, muy reflexivo, para que comunicara de una manera tranquila lo que quería comunicar».

«Hay secretos» apareció en el disco «¿Por qué?, ¿por qué?», en el año 2018, y pronto Canticuénticos empezó a recibir mensajes de mamás, de docentes, de trabajadores sociales evidenciando que su mensaje estaba siendo recibido.

«Muchas nenas y nenes, e incluso muchos adultos, habían podido hablar de abusos en la niñez.

«Para nosotros fue difícil enfrentar todo eso porque, más allá de la compañía de un abrazo a la distancia, no podemos hacer mucho, pues no somos profesionales».

– «Siempre hay lágrimas»

Difícil también fue tocar la canción en vivo, pues no sabían si podrían cantarla sin llorar, ni cómo reaccionaría el público.

«Lo que pasó desde el primer momento fue eso, que en alguna frase se nos quebraba la voz, no solo por lo que estábamos cantando, sino por lo que veíamos en la sala.

«Siempre hay lágrimas, siempre hay abrazos muy apretados a sus niños, a sus niñas. Siempre hay esas caras que son mezcla de gratitud con dolor, a veces, con un dolor retroactivo».

Niña empezando a flotar con el paraguas en el mar
El mensaje repercutió, y lo sigue haciendo cada vez en más idiomas. (Imagen del libro de «Hay secretos»).

«Entonces, es algo que no queremos dejar de cantar, porque queremos que sea una canción necesaria y, sobre todo, generar ese momento en el cual el público canta junto ese estribillo, porque así como en el disco, en un momento dejamos al público cantando solo.

«Eso creo que interpela mucho, porque ahí sí percibimos que es un grupo humano, heterogéneo, que viene de distintas familias, de distintos lugares, pero que en ese momento se juntan en esta especie de oración o de mantra, y eso es maravilloso, es muy fuerte.

«De a poco, aprendimos a poder cantar la canción entera, sin llorar y sin quebrarnos, pero no por eso dejamos de emocionarnos con cada lágrima que vemos en el público, porque no hay concierto en el cual no pase algo fuerte y hermoso«.

– Silencios en otros idiomas

La canción ha llegado incluso a la justicia argentina.

En marzo de 2021, una jueza de la ciudad de Zapala, en la Patagonia argentina, tocó «Hay Secretos» en la sala de audiencias.

Lo hizo para destacar el papel de la canción en el descubrimiento del caso de abuso que se estaba juzgando y por el que se condenó a un hombre.

Lo que había sucedido era que un profesor de música había presentado la canción a los alumnos de primaria. Una de esas alumnas la compartió con su familia en casa y una de sus hermanas, conmovida, reveló que había sido abusada sexualmente por un vecino.

Otros niños del vecindario se presentaron y compartieron sus propias historias de abuso por parte del mismo hombre.

«En realidad ahí el héroe fue el docente que supo elegir esa canción en el marco de la Educación Sexual Integral (ESI), así que fue en realidad el hacedor de esto, ¿no?

«Pero eso que pasó con la canción me vuelve a reconfirmar que el arte tiene un poder enorme».

Y reverbera más allá de la frontera argentina.

«Una música y antropóloga brasileña me contactó y me dijo: ‘Yo quiero que esta canción esté en portugués, te voy a ayudar a hacer una traducción’, así que lo hicimos.

«Tenemos también una versión en italiano que estamos por grabar, y nos escribieron de Corea para pedirnos autorización para hacer una traducción del texto… nos han escrito de muchísimos lugares distintos.

«En Argentina entró como recurso a la ESI, así como en Uruguay y sé que en otros países también».

Ahora, Ruth y Canticuénticos están trabajando en una versión en inglés de la canción, para decirle a aún más niños…

«Acá estoy, quiero ayudarte. Sé que decís la verdad. Ya no habrá que andar con miedo porque te voy a cuidar«.

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Gatos, escobas, sombreros de pico… ¿Qué tiene que ver la imagen que tenemos de las brujas con la cerveza?


Mother Louse

National Geographic(Abel.G.M.) — El imaginario colectivo sobre las brujas puede tener su origen en el mundo de la cerveza.

Esta bebida era producida generalmente por mujeres, que se retiraron por miedo a ser acusadas de brujería.

¿Cuál es la imagen nos viene a la mente cuando hablamos de brujas?

Seguramente, mujeres vestidas de colores oscuros, con sombreros puntiagudos, la imprescindible escoba, una gran marmita en la que preparar sus pociones y probablemente acompañadas de un gato.

Gran parte de estos tópicos podrían tener su origen en un hecho histórico: esa indumentaria que “identificaba” a las brujas era, en realidad, propia de las mujeres que se dedicaban a la fabricación y venta de cerveza, las llamadas alewives en inglés.

La indumentaria que “identificaba” a las brujas era, en realidad, propia de las mujeres que se dedicaban a la fabricación y venta de cerveza, las llamadas alewives

Aunque se suele asociar la caza de brujas con la Edad Media, lo cierto es que fue durante la Edad Moderna y principalmente en países protestantes cuando se realizaron más juicios por brujería.

En algunas comunidades del norte de Europa y de las colonias americanas, las mujeres que fabricaban cerveza empezaron a ser vistas con sospecha y se las acusó de mezclar pociones en sus brebajes.

Las sospechas también recayeron sobre los gatos, que presuntamente podían ser familiares -espíritus sobrenaturales- o las propias brujas transformadas mediante poderes diabólicos.

Es probable que ni siquiera quienes lanzaban estas acusaciones se las creyeran realmente, como sucedía a menudo en los procesos por brujería.

Podían deberse a rencillas personales o, por parte de algunos cerveceros, ser un modo de eliminar competencia: incluso si no se las condenaba, estas mujeres serían vistas con sospecha y el resto de la comunidad, para evitar que se les acusara de relacionarse con brujas, habría preferido acudir a los cerveceros.

– Sombreros, marmitas y escobas

Históricamente, la producción de cerveza era considerada una ocupación de mujeres puesto que pertenecía al ámbito doméstico. Durante la Edad Media, las tabernas y mesones eran algunos de los negocios con mayor presencia de mujeres, que se ocupaban desde la fabricación de la bebida hasta, a menudo, la gestión del propio local.

Las que eran particularmente buenas y producían cerveza de gran calidad también la vendían en los mercados: así podían conseguir unos ingresos extra o, en el caso de que fueran viudas, incluso mantener a su familia.

Y es aquí donde entran todas esas características asociadas a las brujas, que formaban parte en realidad del «equipo de trabajo» de las cerveceras. Las ropas oscuras eran una prenda femenina habitual en esas comunidades protestantes que predicaban, por encima de todo, la austeridad.

Los sombreros puntiagudos tendrían una razón práctica: destacar en medio del bullicio de un mercado para que los clientes las identificaran fácilmente. La marmita no necesita mucha explicación, pero ¿por qué una escoba? Al parecer, el método para indicar que la cerveza estaba lista era colocar una escoba sobresaliendo de algún hueco en la fachada de la casa.

Cervecería manuscrito medieval
Ilustración de una cervecería en los Decretos de Smithfield, 1300 d.C. aproximadamente.

La producción de cerveza continuó siendo mayoritariamente femenina hasta principios de la Edad Moderna.

Pero a inicios del siglo XVI se puso en marcha la Reforma protestante, un movimiento que era mucho más estricto que el cristianismo católico en cuanto a lo que una mujer “decente” debería hacer, entre otras cosas, mantenerse alejada del alcohol.

Así, las mujeres cerveceras empezaron a ser vistas con malos ojos, especialmente porque muchas eran mujeres solteras o viudas cuya independencia económica se basaba en su negocio cervecero. 

En ese momento la industria cervecera estaba en pleno apogeo y aquello suponía una mayor competencia. Según algunos estudiosos, es posible que algunos cerveceros acusaran a sus colegas mujeres de practicar la brujería y fabricar pócimas, para hacerles perder clientes y beneficiarse así ellos.

Los rumores habrían hecho el resto, corriendo como la pólvora en comunidades que a menudo eran extremadamente supersticiosas. Así empezó a tomar forma la imagen de las brujas en el mundo protestante a semejanza de cómo se vestían sus cerveceras.

La imprenta tuvo también buena parte de la culpa: cuentos populares que involucraban a brujas empezaron a ser ilustrados con esa imagen que es la que ha llegado hasta nuestros días.

Es posible que algunos cerveceros acusaran a sus colegas mujeres de practicar la brujería y fabricar pócimas, para hacerles perder clientes y beneficiarse así ellos¡

– ¿Y los gatos?

¿Pero qué pintan estas adoradas mascotas en esta historia? Para saberlo hay que remontarse mucho más atrás, hasta los inicios de la civilización.

La cerveza ha sido una de las bebidas más populares del mundo desde hace milenios: ya se fabricaba en las primeras civilizaciones urbanas en Mesopotamia y los egipcios la producían a escala industrial para una gran variedad de funciones, desde la comida hasta los ritos religiosos.

Los antiguos sumerios incluso tenían una diosa de la cerveza, Ninkasi, “la que llena la boca y sacia el corazón”. En épocas en las que la mayoría de la población pasaba penurias para sobrevivir, esta bebida suponía una importante fuente de calorías y se utilizaba incluso como medicamento, mezclada con hierbas medicinales.

Gato negro con sombrero de bruja

Desde sus orígenes, los ratones y otros roedores han sido los grandes enemigos de quienes se dedicaban a producir cerveza: no solo se comían el grano almacenado, sino que podían esparcir enfermedades. Por ese motivo, los gatos eran aliados muy apreciados porque mantenían a los roedores lejos de los graneros.

En el antiguo Egipto, seguramente la más “cervecera” de las culturas de la Antigüedad, estos felinos eran la mascota predilecta por encima de todos. Las cerveceras de la Edad Media probablemente tenían también gatos como mascotas, para mantener a salvo el preciado grano y mantener a los roedores fuera de sus locales, haciéndolos más higiénicos y agradables para los clientes.

Por eso, padecieron el mismo estigma que sus dueñas: se les acusó de ser “familiares” -unas criaturas sobrenaturales del folklore europeo que supuestamente otorgaban poderes mágicos-, espíritus malignos o incluso las propias brujas transformadas. E

l pelaje negro que suelen lucir en la cultura popular puede venir del propio color atribuido a las brujas o deberse, simplemente, a que esta tonalidad es de las más comunes entre los gatos domésticos.

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La mujer más deseada del mundo que murió sola en un geriátrico: la lista de amantes y el amor imposible de Anita Ekberg…


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Infobae(N,Duré) — Había sido la actriz más deseada del mundo.

Y su imagen vestida con un strapless negro a la Fontana di Trevi en La dolce vita la inmortalizó para siempre.

Pero Anita Ekberg, la mujer detrás del mito, con el tiempo se alejó de ese estereotipo en el que el cine italiano la había encasillado.

Y cuando murió en la clínica San Raffaele Rocca di Papa de Roma, el 11 de enero de 2015, ya no era esa diosa a la que el director Federico Fellini había lanzado a la fama internacional con un protagónico junto a Marcello Mastroianni y que todos imaginaban rebosante de felicidad.

Tenía 83 años. Y se encontraba sola, enferma y sumida en la indigencia.

Los últimos tiempos no habían sido nada fáciles en la vida de esta mujer de origen sueco, que había nacido el 29 de septiembre de 1931 en la ciudad de Malmoe con el nombre de Kerstin Anita Marianne Ekberg.

En el año 2011, había sufrido una fractura de cadera por la que debió ser internada durante varios días.

Y, mientras ella se encontraba en el hospital de Rimini, un grupo de ladrones aprovechó para entrar en su casa a robarle todas las pertenencias, con el agravante de que terminó incendiando la vivienda.

De manera que la actriz se quedó absolutamente sin nada. Ni nadie a quien recurrir.

Me siento un poco sola. En soledad, sí, pero sin arrepentirme de nada. Amé, lloré, gané y perdí. Y hasta llegué a enloquecer de felicidad”, dijo entonces en una entrevista.

No tenía familia y la mayoría de sus amigos ya habían partido de este mundo. Así que no le quedó más remedio que pedirle asistencia a la Fundación Fellini. Y fueron los herederos del director quienes se ocuparon de llevarla a una residencia para ancianos en la que casi no recibía visitas.

Dos años después, la prensa captó su estado de vulnerabilidad, algo que ella nunca hubiera querido mostrar. Pero no por sus arrugas, que siempre defendió sin someterse a ningún tipo de intervención estética. Sino porque no toleraba estar postrada en una silla de ruedas, como estuvo hasta el final.

La actriz fue una de las mujeres más deseadas del mundo

¿Si el amor le había sido esquivo? “El problema de Anita es que cree que todos los hombres quieren dormir con ella. Lo peor de todo: es cierto”, había dicho en una oportunidad Fellini al ser consultado por la actriz.

En una época en la que no estaba bien visto que las mujeres disfrutaran libremente de su sexualidad, Ekberg se permitió mantener aventuras con Frank Sinatra, Yul Brynner, Errol Flynn y Rod Taylor, entre otros. Fue pareja de Gary Cooper. Y hasta estuvo a punto de casarse con Tyrone Power, pero no pudo hacerlo ya que su esposa, Linda Christian, nunca le dio el divorcio.

No obstante, por su propia “culpa” según sus palabras, pasó por el registro civil en dos oportunidades para contraer enlace primero con Anthony Steel, con quien estuvo casada de 1956 a 1959, y después con Rik Van Nutter, que se convirtió en su marido entre 1963 y 1975. “Me casé con las personas con las que no debía casarme.

En cambio, de aquel con el que debía casarme…hui. ¡Qué desgracia!”, señaló. Y dio a entender que se refería ni más ni menos que al magnate italiano Gianni Agnelli, del que estuvo perdidamente enamorada a pesar de que era un hombre comprometido.

La fantasía del público, quizás alentada por el mismo director, había hecho creer a todos que Anita había sido amante de Fellini. Pero, cuando el hombre murió en 1993, fue su esposa, Giulietta Masina, quien se encargó de pedirle perdón públicamente a la actriz.

 “Siempre pensé mal de vos, creí que estabas teniendo una aventura con mi esposo. Fuiste la única que me acompañó en el peor momento suyo, cuando todos desaparecieron. Me disculpo por haber desconfiado”, le dijo la mujer a Ekberg.

La actriz junto al magnate Gianni Agnelli

“Nunca me sentí un mito. Soy una mujer a la que le gusta vivir, bailar, andar descalza…A la que le gustan los animales, la naturaleza, la gente, los amigos. Pero nunca pensé que fuese un mito. Y no me preocupa en lo más mínimo. Si los demás lo piensan, un punto a favor”, decía Anita. No tuvo hijos, pero jamás se lamentó por eso.

Vivía con sus dos perros, a los que consideraba su familia. Y, llegado un punto, desechó por completo la idea de volver a tener a un hombre a su lado. Sentía que la soledad era su mejor compañía. Y quería seguir así.

Ekberg se había criado en una familia de ocho hermanos en la provincia de Escania. Siendo una adolescente se consagró como Miss Suecia. Y, sin saber hablar inglés, viajó a los Estados Unidos para probar suerte.

En 1951, compitió por el título de Miss Universo y, aunque no logró la corona, quedó entre las finalistas lo que le dio la posibilidad de obtener un contrato con Universal Studios. Allí tomó clases de dramático, dicción y danza. Y obtuvo papeles menores en films comoAbbott and Costello Go to Mars y The Golden Blade.

Entonces empezó a hacer ruido en Hollywood. Su belleza, su osadía a la hora de aparecer en revistas como Playboy y sus romances escandalosos que alborotaban a las revistas del corazón, le dieron los condimentos necesarios como para que empezaran a ver en ella a una futura estrella.

Y así fue como pasó a formar parte de la competencia, que la promocionaba como “la Marilyn Monroe de Paramount” y la hizo participar de películas como War and Peace.

Anita se casó dos veces y se arrepintió

Así las cosas, para cuando Fellini “la descubrió” en 1960, Anita ya llevaba una década trabajando. “Él ya me conocía como actriz, pues ya había hecho muchos films antes, siempre con producciones de Hollywood donde estaba contratada. Y me buscaba. Hasta que me contactó a través de mi productor porque quería verme en persona, para proponerme La dolce vita.

Y yo, cuando nos encontramos, lo primero que hice fue pedirle el guion. Porque la verdad es que él no era demasiado conocido fuera de Italia”, recordó sobre su encuentro con el director que cambió su vida.

Desde entonces, la actriz eligió Roma como su lugar de residencia. Pero no pudo salir del personaje de Sylvia, al que el público había idealizado. “Todos los productores o directores me proponían hacer el mismo papel. ¡Pero no podía hacer siempre mismo!

Era facilísimo, no era necesario ser una gran actriz para hacer ese personaje. Para mí, por lo menos. La podía hacer con los ojos vendados. Pero me ofrecían solo eso y, de alguna manera, sentía que era la ruina de mi carrera”, explicó quien participó de más de 50 películas. Y pasó sus últimos días en el olvido.

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La fascinante vida privada de Ramsés II, el faraón que tuvo más de 200 esposas y 100 hijos…


Ramsés II lideró tropas en batallas antes de convertirse en faraón a los 25 años en 1279 a.C.

Infobae(S. de María) — Ramsés II, conocido como Ramsés el Grande, es recordado como uno de los faraones más influyentes y longevos del Antiguo Egipto. Su vida personal, marcada por un legado familiar inmenso y complejas dinámicas internas, resulta tan fascinante como su carrera militar y sus logros arquitectónicos.

Nacido en 1303 a.C., Ramsés II fue el hijo del faraón Seti I y de la reina Tuya. Aunque su familia no pertenecía originalmente a la realeza, su abuelo Paramessu, un visir bajo el reinado de Horemheb, ascendió al trono como Ramsés I, fundando la 19.ª dinastía​​.

La habilidad militar y la estrategia política fueron fundamentales para este ascenso. Desde joven, Ramsés fue preparado para gobernar, liderando tropas en campañas militares aún antes de asumir el trono en 1279 a.C.

A los 15 años, Ramsés ya estaba casado y era padre, marcando el inicio de una prolífica vida familiar que lo distinguiría en la historia.

– Una red familiar monumental: más de 200 esposas y 100 hijos

Durante sus casi siete décadas de reinado, Ramsés II formó una familia gigantesca. Se le atribuyen más de 200 esposas y concubinas, y al menos 100 hijos, de los cuales entre 48 y 50 fueron varones y entre 40 y 53 fueron mujeres​​. Este extenso linaje reflejaba la riqueza y el poder del faraón, además de ser una herramienta política para fortalecer alianzas.

Entre todas sus esposas, Nefertari y Isetnofret fueron las más prominentes. Estas mujeres ostentaron el título de Gran Esposa Real, reservado para las consortes principales.

  • Nefertari: fue la primera y quizás la más amada de las esposas de Ramsés. Su influencia en la política y la diplomacia es evidente en documentos históricos que la muestran participando en negociaciones clave, como el tratado de paz con los hititas tras la batalla de Kadesh. Ramsés inmortalizó su figura en el segundo templo de Abu Simbel, donde su imagen tiene el mismo tamaño que la del faraón, un honor inusual en el arte egipcio​​.

  • Isetnofret: aunque menos visible en la esfera pública durante los primeros años, Isetnofret ganó protagonismo tras la muerte de Nefertari, en el año 26 del reinado de Ramsés. Fue madre de varios de los hijos más destacados del faraón, incluido Merneptah, quien eventualmente lo sucedió en el trono​​.

. Esposas secundarias y concubinas

Además de sus grandes esposas reales, Ramsés tuvo muchas otras esposas secundarias y concubinas. Algunas de estas uniones fueron motivadas por la diplomacia, como sus matrimonios con princesas hititas después de la firma del tratado de paz en 1258 a.C. Estas alianzas matrimoniales eran comunes en el Nuevo Reino, consolidando relaciones entre las potencias del momento​.

Su abuelo Paramessu inició la dinastía fundando la línea real que Ramsés consolidaría durante su reinado

– Los hijos de Ramsés II: protagonistas y rivalidades

El faraón integró activamente a sus hijos en el gobierno, otorgándoles títulos como príncipes, sacerdotes y líderes militares. Esto tenía como objetivo consolidar la lealtad dentro de la familia y fortalecer su dominio político. Sin embargo, la magnitud de su descendencia también generó conflictos internos y rivalidades que complicaron la sucesión.

Hijos prominentes

  • Amenherkhepshef: hijo mayor de Nefertari, fue el heredero aparente hasta su muerte prematura a los 25 años​.

  • Khaemwaset: hijo de Isetnofret, destacó por su labor como restaurador de monumentos antiguos y su rol como Sumo Sacerdote de Ptah. Es considerado uno de los primeros arqueólogos de la historia​.

  • Merneptah: también hijo de Isetnofret, fue el decimotercer hijo de Ramsés, pero ascendió al trono tras la muerte de sus hermanos mayores. Gobernó durante una década, enfrentando invasiones y tensiones internas que marcaron el inicio del declive de la 19.ª dinastía​.

. Matrimonios con hijas

En la tradición faraónica, Ramsés II siguió la práctica de casar a sus hijas con él mismo. 

Estas uniones, consideradas más ceremoniales que físicas, tenían como propósito reforzar la idea de la divinidad del faraón y asegurar la pureza de la línea dinástica. Hijas como Bintanath y Merytamon ostentaron el título de Gran Esposa Real y participaron en roles ceremoniales y religiosos importantes​​.

– Arte y arquitectura

La devoción de Ramsés hacia su familia quedó inmortalizada en sus monumentos. Además del templo de Abu Simbel, dedicado a Nefertari, su familia aparece representada en templos como el de Beit el Wali y en colosos que flanqueaban sus palacios.

Ramsés II utilizó los matrimonios diplomáticos con princesas hititas para fortalecer contactos internacionales

Un ejemplo notable es el homenaje a Nefertari en el templo de Hathor, donde se inscribió: “Nefertari, por quien brilla el sol”. Estas representaciones glorificaban a su familia y servían como propaganda política para reforzar la imagen divina de Ramsés​.

– Conflictos y el declive de la dinastía

La avanzada edad de Ramsés —vivió cerca de 90 años— significó que sobrevivió a muchos de sus hijos. Esto creó incertidumbre respecto a la sucesión, debilitando la cohesión del gobierno. Merneptah, que ascendió al trono a los 60 años, enfrentó un reino plagado de tensiones internas y ataques externos. 

Al morir sin un sucesor claro, las rivalidades entre los hijos sobrevivientes de Ramsés llevaron al colapso de la 19.ª dinastía alrededor del 1189 a.C.​​.

Ramsés II dejó un legado contradictorio: por un lado, su prolífica familia reforzó su poder y consolidó su imagen como un faraón divino; por otro, las rivalidades internas y la falta de un plan claro de sucesión contribuyeron a la caída de su dinastía.

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Reportaje: Su hija desapareció en 1999. Él nunca se rindió…


The New York Times(J.Yoon) — Las pancartas azules y amarillas que ondeaban por toda Corea del Sur mostraban a una joven de 17 años de ojos dulces y un cuidado corte de cabello bob, con una sonrisa congelada en el tiempo.

Las letras rojas junto a su retrato gritaban con una urgencia que nunca se apagó en un cuarto de siglo: “¡Por favor, ayúdenme a encontrar a Song Hye-hee!”.

Tras su desaparición en una noche de invierno de 1999, su padre, Song Gil-yong, hizo de su búsqueda el trabajo de su vida. Mientras viajaba por el país colocando pancartas y sustituyendo las que se habían descolorido con el sol y la lluvia, su rostro se fue arrugando y curtiendo.

Las pancartas, cada una aproximadamente del tamaño del largo de un automóvil, se extendían por las aceras mientras los trabajadores de oficinas pasaban por su lado. Al anochecer, captaban el reflejo de las farolas y los letreros de neón.

“Siempre tuvo la esperanza de que estuviera allá afuera, en alguna parte”, dijo Na Joo-bong, de 67 años, presidente de una organización nacional para niños desaparecidos en Corea del Sur y uno de los confidentes más cercanos de Song. “Tenía un deseo: tomarla de la mano algún día”.

A man in a blue jacket looks at photos of women hanging on a wall.
Song Gil-yong en su apartamento en 2013, mirando las fotos de su esposa y su hija desaparecida.

Las pancartas convirtieron a Song en un símbolo de la devoción paternal en su país. Pero pagó enormes costos personales. Su esposa se quitó la vida. La relación con su hija mayor se quebró. Sus ahorros fueron mermando con cada nueva pancarta que compraba y cada kilómetro que recorría en su pequeño camión blanco.

Este verano, tendido en una cama de hospital, demacrado y exhausto, se preguntaba si volvería a ver a Hye-hee.

Song Hye-hee, estudiante de segundo año de la Secundaria Femenina Songtan de Pyeongtaek, una ciudad al sur de Seúl, cenó con unos amigos y tomó un autobús para regresar a casa el 13 de febrero de 1999. Nunca llegó.

El conductor del autobús le dijo a Song, que en ese entonces tenía 45 años, que la joven se había bajado en la última parada, a poco más de un kilómetro de su casa, junto con un hombre de unos 30 años que olía a alcohol. El domicilio familiar estaba en una zona de la ciudad mal iluminada y con carreteras sin asfaltar.

La policía clasificó a Hye-hee como fugitiva porque la ley surcoreana solo consideraba desaparecidos a los niños menores de 8 años. Ese umbral se elevaría más tarde. Pero la respuesta inicial de la policía obligó a Song y a su esposa a buscarla por su cuenta.

Días después de su desaparición, Song pidió ayuda y la policía empezó a investigar el caso de Hye-hee como un posible secuestro. Pero no encontraron rastros de ella.

An empty bus stop at night, with traffic lights in the distance.
Una parada de autobús en Pyeongtaek, Corea del Sur, cerca del lugar donde Hye-hee fue vista por última vez.

La búsqueda se convirtió en el único objetivo de la vida de sus padres. Vendieron su negocio de cría de perros y vaciaron sus ahorros para comprar pancartas y folletos. Mientras viajaban por el país colgando pancartas en árboles y postes, subsistían a base de soju, cigarrillos y fideos ramen instantáneos.

La esposa de Song lo ayudó a repartir folletos hasta que se le quedaron los dedos en carne viva, dijo en entrevistas televisivas. Juntos, recuperaban folletos de las papeleras de los baños y los volvían a repartir.

“Nunca he pasado un día sin pensar en Hye-hee”, dijo Song a un entrevistador de televisión en 2013. “No creo que nadie pueda vivir cómodamente después de perder a un hijo”.

El peso emocional de la búsqueda resultó ser demasiado para la esposa de Song, quien Song afirmó era huérfana. Se suicidó unos años después de la desaparición de su hija, dijo. Encontró a su mujer tirada en el suelo, abrazada a un montón de folletos con fotografías de Hye-hee.

La muerte de su esposa lo llevó a intentar quitarse la vida varias veces, hasta que su hija mayor, Eun-ju, lo convenció de que no lo hiciera.

“Me dijo que ella también se quedaría huérfana si yo moría”, dijo en una entrevista televisiva.

Cuando reanudó su campaña, trabajó solo. Normalmente salía de su estudio subvencionado por el Estado en su camioneta al amanecer y regresaba al anochecer. Algunos días tomaba ferris a islas remotas de la costa surcoreana, donde repartía folletos por la remota posibilidad de que Hye-hee viviera allí.

Song financiaba sus necesidades diarias y su campaña con los ingresos que obtenía trabajando en obras de construcción y vendiendo residuos de cartón. Se impacientaba a medida que su cuerpo se debilitaba y su familia se sentía incómoda con la publicidad que recibía.

“Se preguntaba cuánto tiempo más podría seguir haciendo lo que hacía”, dijo Ma Myong-nak, de 59 años, quien dirigía una fábrica de carteles en Pyeongtaek e imprimió más de mil pancartas para Song en la última década.

Pero Song no podía imaginarse haciendo otra cosa.

A house with peeling yellow paint and a red roof.
La casa de la familia Song en Pyeongtaek está abandonada.

En su apartamento de Pyeongtaek, Song pegaba fotos de Hye-hee y su esposa en la pared, cerca de su almohada. No podía dormirse sin ver sus caras, dijo Na.

“Se sentía mal si no salía a buscarla”, dijo Choi Jong-hyun, de 43 años, gerente de un área de descanso de la autopista al oeste de Pyeongtaek, donde Song solía repartir folletos a los viajeros. “Su sentimiento de culpa era tan grande que no podía llevar una vida normal”.

Las esperanzas de Song aumentaron a lo largo de los años gracias a desconocidos que se ponían en contacto con él a través del número de teléfono impreso en sus pancartas, diciendo que sabían dónde estaba su hija.

En 2012, estaba con un productor de televisión en su apartamento cuando recibió un mensaje de texto de un hombre que decía haber visto a Hye-hee en un pueblo cercano. Song salió corriendo, saltó a su camioneta y empezó a conducir.

Irrumpió en la comisaría donde la persona que había llamado había acordado encontrarse. Pero la descripción de la mujer que había visto no coincidía con la imagen generada por computadora de Hye-hee, de 30 años. Song lloró de camino a casa.

El plazo de prescripción para procesar a los sospechosos del caso de Hye-hee expiró en 2014, y las exigencias físicas de la búsqueda estaban pasando factura a Song. Se cayó varias veces de una escalera a la que se subía para colgar las pancartas, sufrió una hernia discal y una lesión cerebral grave.

Pero la búsqueda continuó.

En una iglesia presbiteriana a la que asistía en su vecindario, la gente lo describía como socialmente retraído. Solía quedarse a comer después de la misa dominical y se pasaba el resto del día colgando pancartas. “Tenía el corazón roto”, dijo Lee Jae-il, miembro de la congregación.

A man in a plaid shirt and a dark suit jacket stands in a room near a computer.
Na Joo-bong, presidente de una organización nacional para niños desaparecidos en Corea del Sur, dijo que había prometido seguir buscando a la hija desaparecida de Song.

La búsqueda de Song alienó a su hija mayor, quien luchó con la constante atención pública y los chismes de sus suegros, dijo Na. En 2018, la hija desguazó su camioneta, la cual le había prestado a Song, con la esperanza de poner fin a lo que consideraba una obsesión autodestructiva, dijo Na. No respondió a una solicitud de entrevista.

Song compró otra camioneta con dinero que recibió de un donante anónimo. Pero otro golpe llegó en 2022, cuando su nieta adolescente, la hija mayor de Eun-ju, murió por suicidio, dijo Na.

“Si mi primera hija también muere, no me quedará nada”, recuerda Na que le dijo.

Song empezaba a preguntarse seriamente si Hye-hee seguía viva y a lamentar la ruptura de su relación con Eun-ju, dijo Na. Incluso entonces, a sus amigos, temerosos de hacerle daño, les costaba abordar la idea de que pusiera fin a su búsqueda.

“No es fácil renunciar a algo que has estado haciendo durante 25 años”, dijo Kim Rye-yeong, de 39 años, quien se hizo amigo suyo en sus últimos años. “Buscar a su hija le dio fuerzas para seguir viviendo”.

Según sus propias cuentas, Song había recorrido más de 800.000 kilómetros, distribuido tres millones de folletos y colgado 2500 pancartas hasta 2017.

“Me siento más feliz cuando cuelgo pancartas y reparto panfletos”, dijo en una entrevista a un periódico en 2020. “No me importa si esto parece una obsesión”.

A narrow road leads through a dimly lit village.
El pueblo donde vivían los Song antes de que Hye-hee desapareciera en 1999.

Al final, sus fuerzas flaquearon. En agosto, Song fue hospitalizado por la covid y una enfermedad cardiaca.

Días después, hacia el mediodía del 26 de agosto, conducía por Pyeongtaek cuando sufrió un infarto y su camión cruzó la línea central, colisionando con un vehículo que circulaba en sentido contrario. Según Kim Byung-sik, inspector de la policía local, Song fue declarado muerto en el hospital. Tenía 71 años.

Desde entonces, las pancartas que antaño salpicaban el paisaje del país han desaparecido en gran medida. Pero Na, quien prometió a Song que seguiría buscando a Hye-hee, dijo que pensaba poner las que había dejado.

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Cuando los fenicios sacrificaban niños: mitos y realidades del tofet…


La idea de que los fenicios sacrificaban niños a sus divinidades se forjó en la antigüedad. Recreación fantasiosa

Muy Interesante(E.Couto) — Algunas voces de la antigüedad afirmaron que los fenicios sacrificaban niños durante rituales de extrema ferocidad. El mito, popularizado por autores clásicos como Diodoro Sículo y Plutarco, ha pervivido a lo largo de los siglos y aún hoy se resiste a desaparecer. ¿Fueron los tofets lugares de sacrificio humano? Esto es lo que nos cuenta la arqueología.

Los tofets, y las interpretaciones asociadas a ellos, han sido objeto de intenso debate académico y cultural. Estas áreas ceremoniales del mundo fenicio-púnico, además de azuzar las controversias relacionadas con la práctica del sacrificio infantil, han suscitado preguntas sobre su función y significado.

El término tofet alude a un espacio ceremonial característico de las culturas fenicia y púnica que se utilizó principalmente entre los siglos VIII y II a.C. Estos espacios se posicionaban, por lo general, en las áreas periféricas de las colonias. Se han localizado ejemplos en asentamientos fenicios y púnicos del Mediterráneo occidental, como Tharros, Motia y Sulcis.

Tofet de Cartago.

El tofet consistía en un área delimitada donde se depositaban urnas que contenían las cenizas de niños y, en algunos casos, también de animales. El tofet de Cartago, en la moderna Túnez, es uno de los ejemplos más significativos de estos espacios rituales fenicio-púnicos.

Se extiende a lo largo de una superficie de unos 6000 metros cuadrados. Alberga miles de urnas funerarias distribuidas en niveles arqueológicos superpuestos, lo que demuestra un uso continuado desde el siglo VIII al II a.C. Además de las urnas, destacan las estelas decoradas con inscripciones y símbolos religiosos.

En las fuentes, el ritual de sacrificio recibe el nombre de molk. Según estos textos, el molk se celebraba en honor de deidades fenicias como Baal Hammon y Tanit. La historiografía tradicional los ha interpretado como sacrificios humanos. La función exacta del tofet, sin embargo, todavía es motivo de debate.

Los datos arqueológicos poco claros y la contaminación de narrativas externas no facilitan la tarea.

El mito del infanticidio: orígenes, desarrollo y popularización

. Orígenes de la narrativa del sacrificio humano

El mito de que el infanticidio se practicaba entre los fenicios tiene sus raíces en fuentes literarias grecorromanas. Diodoro Sículo y Plutarco, por ejemplo, escribieron sobre ello, como consecuencia de su actitud hostil hacia Cartago. Incluso en la Biblia se citan los sacrificios por fuego de niños en honor de la divinidad Moloch.

Diodoro de Sicilia afirma, por ejemplo, que en Cartago existía una estatua de bronce del dios Cronos con las manos alzadas y ligeramente inclinadas hacia el suelo. Sobre sus palmas, se colocaba el niño que debía ser sacrificado. Dada la inclinación, el infante rodaba hasta el suelo donde le esperaba una hoguera cuyas llamas lo consumían por completo.  

En sus textos, describen sacrificios humanos masivos que sirven a su propósito propagandístico: proporcionar una imagen de los fenicios como un pueblo dominado por la barbarie y crueldad. La destrucción de Cartago en 146 a.C. por los romanos contribuyó a consolidar esta visión, que se usó como justificación moral para la conquista.

Detalle de una estela excavada en un tofet.

. Desarrollo y aceptación de la hipótesis del infanticidio

Durante la Edad Media y el Renacimiento, las referencias clásicas al infanticidio fenicio se incorporaron a las narrativas cristianas. Presentar a los fenicios como practicantes de rituales abominables favorecía la causa cristiana. 

En la modernidad, esta percepción se revitalizó con el hallazgo arqueológico de  los tofets, especialmente en Cartago, donde, en 1921, se encontraron miles de urnas con restos incinerados de infantes. ¿Había algo de verdad en el discurso clásico, entonces?

. Popularización entre el público general

La imagen del sacrificio infantil en los tofets se ha visto amplificada por la literatura, el cine y los medios de comunicación: la película «Cabiria», de Giovanni Pastrone, es buen ejemplo de ello. Esta narrativa simplificada ha contribuido a una visión estereotipada de los fenicios como una civilización cruel que opacó otros aspectos de su cultura y legado.

La popularización del mito infanticida ha acabado por distorsionar la comprensión de los tofets al mezclar indiscriminadamente hechos arqueológicos con interpretaciones sensacionalistas.

Lo que la arqueología sostiene sobre el tofet y el sacrificio de niños

A través de los análisis arqueológicos del tofet, se han podido reevaluar las interpretaciones tradicionales. Las excavaciones en Cartago, Motia y otros yacimientos han sacado a la luz miles de urnas funerarias que contienen restos incinerados. Interpretar estas cenizas como la prueba irrefutable de sacrificios masivos, sin embargo, implica pasar por alto importantes factores culturales y religiosos.

. La evidencia arqueológica prueba que en los tofets se enterraron niños

Los análisis osteológicos de los restos hallados en los tofets confirman que una parte significativa de los restos corresponde a neonatos y fetos. Sin embargo, también se han identificado restos animales. Esto sugiere que los tofets podrían haber operado como espacios para la celebración de rituales de consagración o purificación. Quizás se depositaron cortes de carne animal como ofrendas a los difuntos más jóvenes del grupo social.

. La interpretación tradicional del infanticidio

La interpretación predominante ha sido que los tofets funcionaron como espacios exclusivos para el sacrificio humano, a partir de las fuentes literarias antiguas y de la presencia de restos infantiles. Se sostiene que, quizás, se habrían realizado sacrificios humanos en momentos críticos para la supervivencia de la comunidad, durante guerras, pestes o hambrunas. No obstante, esta visión se ha cuestionado por depender en exceso de las capciosas narrativas grecorromanas.

Sección del tofet de Cartago. 

. Nuevas interpretaciones de los tofets

En las últimas décadas, nuevas perspectivas han puesto en duda la interpretación tradicional del tofet como un lugar exclusivamente asociado al sacrificio infantil. Se ha argumentado que los tofets podrían haber servido como espacios funerarios para niños que fallecieron por causas naturales, en un contexto social donde la mortalidad infantil era alta.

En este sentido, el tofet habría funcionado como un lugar de ofrenda y memoria, donde se habrían consagrado las urnas con los restos mortales de los infantes a las deidades protectoras fenicias.

Otros estudios sugieren que los tofets reflejan una concepción religiosa particular de la infancia y la muerte. Según estos enfoques, los rituales asociados a los tofets podrían haber tenido como objetivo garantizar la protección espiritual de la comunidad o favorecer la fertilidad y la prosperidad. Esta interpretación, por tanto, también se aleja de la idea del infanticidio sacrificio.

Ilustración decimonónica que reproduce la idea del sacrificio de niños al dios Moloc. Charles Foster, Bible Pictures.

Un misterio aún sin resolver

Mientras que el mito del infanticidio ha dominado durante siglos las interpretaciones populares y académicas, las nuevas investigaciones están desafiando esta narrativa a través de visiones más matizadas que tienen en cuenta el contexto arqueológico.

 La bioarqueología ha abierto nuevas posibilidades para entender la función social y religiosa de los tofets. Los análisis de ADN y las pruebas isotópicas quizás logren proporcionar información sobre la relación genética entre los individuos enterrados en los tofets, así como sobre su dieta y estado de salud con relación al tratamiento funerario dispensado.

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5 experimentos que cambiaron la historia del mundo…


Ilustración que representa a Isaac Newton experimentando con la luz.

National Geographic(N.Freire) — En todas las disciplinas, existen momentos que marcan la historia. Seguro que puedes señalar cual es la película que, según tu criterio, ha influido más en la evolución de la sociedad.

Sin embargo, en el mundo de la ciencia, estos momentos cobran una importancia singular pues, además de quedarse grabados en los libros, significaron puntos de no retorno en el conocimiento humano, es decir, situaciones en las que cambió completamente la forma en la que se aprecia la realidad y la naturaleza.

Aunque decidirse por cinco es una tarea muy complicada, te traemos una compilación de aquellos experimentos que, sin duda, supusieron un punto de inflexión en la historia del conocimiento.

– Newton divide la luz blanca

En el año 1672, Sir Isaac Newton llevó a cabo un experimento trascendental que revolucionó la comprensión que se tenía en aquel momento de la luz y de la óptica. En un laboratorio oscuro, Newton hizo pasar un delgado rayo de luz blanca a través de un prisma de vidrio triangular.

Lo que emergió al otro lado del objeto, para sorpresa de Newton, no fue un simple haz de luz, sino un espectro que se abría en un abanico de colores. Se trataba de la revelación de la verdadera naturaleza de la luz blanca: no era una entidad homogénea, sino una combinación de colores individuales.

Este experimento de refracción de luz blanca no solo desafió las creencias arraigadas de la época, sino que también sentó las bases para teoría corpuscular de la luz, en donde Newton postuló que la luz consistía en partículas distintas que viajaban a diferentes velocidades y se desviaban al pasar a través de diferentes medios.

Así, no solo se transformó la óptica de forma radical, sino que fue un experimento que allanó el camino para los futuros avances en la ciencia de la luz y la visión.

– Cavendish pesa la tierra

En el año 1798, Henry Cavendish realizó un experimento que permitió, por primera vez, calcular la masa de la Tierra con enorme precisión. Utilizando un dispositivo conocido como balanza de torsión, Cavendish midió la fuerza de atracción gravitatoria entre dos masas pequeñas y dos masas grandes.

Al suspender las masas pequeñas en un alambre y observar su ligero giro debido a la atracción gravitatoria de los objetos más grandes, Cavendish pudo determinar la constante de gravitación universal y, a partir de ella, calcular la masa de la Tierra.

Cavendish Experiment
Dibujo de la sección vertical de la balanza de torsión de Cavendish, incluyendo el recinto en la que estaba ubicada. Las esferas grandes estaban suspendidas de un bastidor, de forma que se podían orientar desde el exterior respecto a las esferas pequeñas mediante un sistema de poleas.

Se trata de un experimento que requirió una precisión meticulosa y una enorme paciencia, pero que ofreció resultados sorprendentes: proporcionó una medida revolucionaria de la densidad y la masa de nuestro planeta, sentando así las bases para la comprensión moderna de la gravedad y la geodesia.

Además, contar con un valor tan exacto permitió avanzar en los cálculos y las investigaciones de la época, tal y como si se tratase de la pieza que faltaba para completar el puzzle.

– Joule demuestra la conservación de la energía

James Prescott Joule, en el año 1840, llevó a cabo un experimento que revolucionó por completo la comprensión de la naturaleza más fundamental: el principio de conservación de la energía. Joule diseñó un dispositivo muy ingenioso que consistía en una serie de paletas sumergidas en agua dentro de un recipiente aislado térmicamente.

Al hacer girar las paletas utilizando un peso suspendido, Joule notó que la temperatura del agua aumentaba. Mediante medidas de la cantidad de trabajo realizado y la cantidad de calor generada, Joule consiguió establecer una relación directa entre el trabajo mecánico y el calor producido.

En otras palabras, este experimento demostró de manera concluyente y definitiva que la energía no podía ser creada ni destruida, sino que podía transformarse de una forma a otra, sentando así las bases para el principio de conservación de la energía, una ley fundamental en la física moderna.

Este trabajo pionero de Joule cambió por completo la definición de energía, sentando las bases para futuros avances en la termodinámica y la física de partículas, así como dando origen a la famosa frase “la energía no se crea ni se destruye, se transforma”.

Esquema en movimiento que ejemplifica el experimento de Joule para determinar la conservación de la energía.

– Hipplyte Fizeau mide la velocidad de la luz

En el año 1851, Hippolyte Fizeau realizó un experimento innovador que permitió medir la velocidad con gran precisión. Utilizando un dispositivo óptico, Fizeau envió un haz de luz a través de un engranaje giratorio hacia un espejo situado a varios kilómetros de distancia.

El espejo reflejaba la luz de regreso al punto de origen, donde otra sección del engranaje interceptaba el haz de luz en su regreso. Así, al medir la velocidad de rotación del engranaje necesaria para que la luz se bloqueara por completo, Fizeau pudo calcular la velocidad a la que se desplazaban los haces de luz.

Este ingenioso montaje fue esencial no solo para una de las primeras mediciones precisas y rigurosas de la velocidad de la luz, sino que también actuó como pionero de un amplio abanico de investigaciones pioneras en este ámbito. El conocimiento de la velocidad de la luz fue indispensable para comprender el comportamiento y cómo recibimos desde la luz que emite una luciérnaga hasta la luminosidad del Sol.

– Rosalind Franlin fotografía el ADN

En el año 1953, Rosalind Franklin cambió la trayectoria de la genética al llevar a cabo un experimento en el que conseguía capturar las primeras imágenes del ADN utilizando la técnica de difracción por rayos X. Trabajando con una gran habilidad, Franklin produjo imágenes cristalográficas detalladas del ADN que revelaban su característica forma de doble hélice, proporcionando una visión sin precedentes de la estructura molecular del ADN, arrojando luz sobre su disposición espacial y su composición química.

Aunque el experimento en sí mismo no condujo directamente al descubrimiento de la estructura del ADN, ya que las imágenes se las apropiaron sus colegas Watson y Crick, sí fueron esenciales para formular el famoso modelo estructural de la doble hélice.

Este fue un momento clave en la biología molecular y la genética, pues abrió las puertas al nacimiento de la medicina personalizada y a la comprensión de la herencia.

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Las gárgolas: guardianes protectores de la arquitectura…


Muy Interesante(D.Delgado) — Las gárgolas servían como desagües, solucionando un problema de forma práctica y estética. Pero, además funcionaban como símbolos de la lucha entre el bien y el mal, como reflejo de las culturas o como mensajes de moralidad. 

La palabra gárgola deriva del latín, «gurgulio», «gargula». Su raíz es «gar» que hace referencia a «tragar». En Italia es Doccione, en Alemania son Wasserspeier y en Holanda Waterspuwer, todas ellas hacen referencia a vomitador de agua, escupe agua, etc.

Por ello, se cree que su etimología indica que se nombró en función de su utilidad arquitectónica, la cual hace referencia al infierno como desaguar los tejados de las catedrales.

Las gárgolas tienen un origen que se remonta a las civilizaciones antiguas de Egipto, Grecia y Roma. Estas culturas ya utilizaban figuras talladas en piedra para canalizar el agua de lluvia lejos de sus edificios. En Egipto, por ejemplo, se empleaban esculturas de leones para este propósito, mientras que en Grecia y Roma se preferían figuras humanas o de animales mitológicos.

Estas primeras gárgolas no solo cumplían una función técnica, sino que también reflejaban el simbolismo y las creencias de sus respectivas culturas. En Pompeya, aún se pueden encontrar restos de estas piezas, testigos silenciosos de cómo las civilizaciones antiguas entendían y utilizaban la arquitectura para resolver problemas prácticos y estéticos.

. La influencia de la Edad Media en su popularización

Con la llegada de la Edad Media, las gárgolas experimentaron un renacimiento en Europa, especialmente en el contexto de la arquitectura gótica. Este periodo histórico, marcado por la influencia de la Iglesia católica, vio cómo las gárgolas se transformaban de simples conductos de agua a complejas esculturas cargadas de simbolismo.

La Iglesia, consciente de la escasa educación del pueblo, utilizó estas figuras para transmitir mensajes de moralidad y protección. Las gárgolas se convirtieron en guardianes de los edificios religiosos, alejando a los malos espíritus y asegurando la pureza del espacio sagrado.

Esta transformación no solo popularizó las gárgolas, sino que también las convirtió en un elemento esencial de la arquitectura gótica.

– Gárgolas en la arquitectura gótica

Esas criaturas de piedra talladas son un elemento característico de la arquitectura gótica. Aunque nacieron con una función práctica para evitar filtraciones en los edificios, rápidamente adquirieron un simbolismo más profundo. Estas figuras, mitad animal, mitad humano, se convirtieron en guardianes para ahuyentar los malos espíritus, vigilando desde las alturas.

Su presencia, también embellecía las fachadas, pero son mucho más que simples adornos arquitectónicos, las gárgolas son testigos de la rica simbología de la Edad Media.

. La catedral de Notre-Dame y su legado

La catedral de Notre-Dame de París es uno de los ejemplos más emblemáticos de la arquitectura gótica y su relación con las gárgolas. Este majestuoso edificio, construido durante la Edad Media, alberga algunas de las gárgolas más famosas del mundo.

Aunque muchas de las figuras que adornan la catedral son en realidad quimeras, las gárgolas auténticas de Notre-Dame han inspirado a artistas y escritores durante siglos. Víctor Hugo, en su novela «Nuestra Señora de París», inmortalizó estas figuras, otorgándoles un papel significativo en la narrativa.

La catedral de Notre-Dame no solo es un monumento arquitectónico, sino también un símbolo de cómo las gárgolas han influido en la cultura y el arte a lo largo de la historia.

. Función práctica: canalización del agua

La función práctica de las gárgolas, especialmente en la arquitectura gótica, es fundamental para la protección de los edificios. Estas figuras están diseñadas para desviar el agua de lluvia lejos de los muros, evitando así la erosión y el daño estructural. La canalización del agua a través de las gárgolas es un ingenioso ejemplo de cómo la arquitectura gótica combinaba estética y funcionalidad.

Las largas gargantas de las gárgolas permitían que el agua cayera a una distancia segura del edificio, preservando así la integridad de las construcciones. Este uso práctico es una de las razones por las que las gárgolas se han mantenido como un elemento esencial en la arquitectura a lo largo de los siglos.

. Función simbólica: protección y purificación

Las gárgolas también desempeñan un papel simbólico en la arquitectura gótica. Estas figuras eran vistas por las personas como protectoras de los edificios sagrados, ahuyentando a los malos espíritus y asegurando la pureza del espacio interior. La Iglesia católica utilizó las gárgolas como una herramienta visual para comunicar la seguridad y la protección divina a los fieles.

Al colocar estas criaturas en las fachadas de las iglesias, se reforzaba la idea de que dentro de esos muros se encontraba un refugio seguro. Las gárgolas, por lo tanto, no solo eran desagües, sino también símbolos de la lucha entre el bien y el mal, recordando a los creyentes la importancia de la fe y la salvación.

– De animales reales a criaturas fantásticas

Estas enigmáticas piezas esculpidas se exhiben en una amplia gama de formas, desde animales reales, como leones, dragones o serpientes, hasta criaturas fantásticas producto de la imaginación medieval. Las terroríficas gárgolas, con elementos animales y humanos, nos transportan a un mundo de misterio donde la rica simbología refleja la unión de lo real y la fantasía.

. Evolución de su representación a lo largo del tiempo

La representación de las gárgolas ha evolucionado significativamente a lo largo del tiempo. En sus inicios, estas piezas solían representar animales reales, como leones, águilas o perros, que tenían un significado simbólico para las culturas que las crearon. Sin embargo, con el paso de los siglos, las gárgolas comenzaron a adoptar formas más fantásticas, incorporando elementos de criaturas mitológicas y demoníacas.

Esta evolución reflejó no solo los cambios en las creencias y valores culturales, sino también el deseo de los artistas de explorar nuevas formas de expresión. Las gárgolas se convirtieron en un lienzo sobre el cual se proyectaban los miedos y las esperanzas de las sociedades que las creaban.

. Mitología y leyendas: el mito de San Román

Las gárgolas también están profundamente arraigadas en la mitología y las leyendas, como el famoso mito de San Román. Según esta leyenda, San Román derrotó a un dragón llamado Gargouille, que aterrorizaba a una aldea en Francia. Después de mostrarle la cruz, el dragón fue vencido, pero su cabeza y cuello, inmunes al fuego, fueron colgados de las murallas de la iglesia católica como advertencia.

Esta historia no solo explica el origen de las gárgolas como guardianes de los edificios religiosos, sino que también ilustra cómo las leyendas y la religión se entrelazan para dar significado a estas figuras. 

Fue entonces cuando, Romanus, un sacerdote cristiano, dominó a la bestia con la señal de la cruz y la llevó a Rouen donde le cortó la cabeza y la colocó en lo alto del ayuntamiento.

Notre Dame

– Gárgolas en la arquitectura

Fue a partir de la Edad Media y con el auge del arte gótico cuando los artistas y arquitectos comienzan a colocar en sus edificios la representación de estos seres, con cabeza y alas de dragón y un cuerpo casi humano, y cuya función era la de expulsar agua de lluvia de los tejados de dichos edificios, para de este modo actuar como un desagüe.

Principalmente se colocaban en las iglesias, y de ahí que todavía se conserven en lugares que son tan emblemáticos como la catedral de Notre Dame, en Francia.

Gárgolas y quimeras: diferencias fundamentales

Las gárgolas se convirtieron en símbolos de protección y triunfo sobre el mal. Así pues, su imagen es más que decorativa, cumpliendo múltiples trabajos en la arquitectura. Sin embargo, no hay que olvidar el papel fundamental en el embellecimiento de construcciones que tienen tanto las gárgolas como las quimeras.  

. Definición y características de las quimeras

Las quimeras, a menudo confundidas con las gárgolas, son figuras que comparten una apariencia similar, pero tienen funciones y significados distintos. A diferencia de las gárgolas, las quimeras no tienen un canalón para el agua y son puramente decorativas.

Estas figuras, que también adornan muchas catedrales góticas, representan criaturas fantásticas que combinan elementos de diferentes animales.

Su propósito es estético, añadiendo un toque de misterio y fantasía a la arquitectura. Las quimeras son un testimonio de la creatividad y la imaginación de los escultores medievales, que utilizaban estas figuras para embellecer y enriquecer los edificios con elementos de mitología y leyenda.

. La confusión común entre gárgolas y quimeras

La confusión entre gárgolas y quimeras es común debido a su apariencia similar y su presencia en el mismo tipo de edificios. Sin embargo, es importante distinguir entre ambas para comprender su verdadero significado y función. Mientras que las gárgolas cumplen una función práctica al canalizar el agua, las quimeras son meramente decorativas.

Esta distinción es crucial para apreciar el papel de cada una en la arquitectura gótica y su simbolismo. La catedral de Notre-Dame, por ejemplo, alberga tanto gárgolas como quimeras, lo que ha contribuido a la confusión, pero también ha enriquecido el legado cultural y artístico de este emblemático edificio.

La evolución de las gárgolas, desde simples funciones prácticas hasta representaciones simbólicas, refleja la creatividad artística.

– Influencia cultural de las gárgolas

La influencia de las gárgolas en la cultura es un testimonio de su poder evocador y su capacidad para trascender el tiempo. Su figura se ha popularizado en la cultura por su relación con lo macabro y lo fantástico, convirtiéndose en un icono cultural omnipresente.

. Inspiración en la literatura y el arte

Las gárgolas han sido una fuente inagotable de inspiración en la literatura y el arte a lo largo de los siglos. Escritores como Víctor Hugo han inmortalizado estas figuras en sus obras, otorgándoles un papel simbólico y narrativo. En Nuestra Señora de París, las gárgolas son más que simples adornos; son personajes que reflejan el drama y la historia de la catedral.

En el arte, las gárgolas han sido representadas en pinturas, esculturas y grabados, capturando la imaginación de artistas que ven en ellas un símbolo de la lucha entre el bien y el mal

En la cultura popular y el cine, las gárgolas han encontrado un lugar destacado como elementos de misterio y fantasía. Películas y series de televisión han utilizado estas figuras para crear atmósferas góticas y narrativas intrigantes. La serie animada Gargoyles, por ejemplo, presenta a las gárgolas como personajes principales que cobran vida durante la noche, explorando temas de traición y redención.

En el cine, las gárgolas a menudo aparecen como guardianes de secretos antiguos o como criaturas que cobran vida en momentos de peligro. Esta representación en la cultura popular ha contribuido a mantener viva la fascinación por las gárgolas, asegurando su lugar en el imaginario colectivo como símbolos de misterio y protección.

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El caos que ordena el mundo…


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Cometa 1P/Halley (1986).

JotDown(B.G.Visos) — A finales de diciembre de 1758 la expectación era máxima entre los miembros de la comunidad científica. El año llegaba a su fin y la predicción que Edmund Halley había augurado a comienzos de siglo parecía no cumplirse. ¿Se había equivocado el célebre astrónomo inglés en su pronóstico?

Más de cincuenta años antes (en 1705) había vaticinado que algunos de los cometas observados y descritos decenas de veces a lo largo de la historia eran, en realidad, el mismo cuerpo celeste. Y que volvería a surcar el cielo, pasando muy cerca de la Tierra, ese año que estaba a punto de concluir. Noche tras noche, incansables, sus colegas lo buscaban sin éxito entre las estrellas.

Pero en la oscuridad nocturna del día de Navidad volvió a aparecer por la constelación de Sagitario. Aunque Halley había fallecido dieciséis años antes, en ese momento logró la fama internacional que perdura en aquel cometa, al que pusieron su nombre para homenajearlo.

Para realizar su predicción, Edmund Halley recurrió a algunas de las leyes sobre el movimiento de los objetos y las fuerzas que lo originan. Leyes que poco antes había publicado su admirado Isaac Newton.

Las leyes de Newton son conocidas porque sirven para describir, con pocas y sencillas ecuaciones, el movimiento de casi cualquier cosa: desde la caída de una manzana hasta el desplazamiento de los astros en el firmamento.

Gracias a esas leyes sabemos que el cometa Halley describe una órbita elíptica muy achatada alrededor del Sol. Sabemos que volverá a visitarnos en el 2061 con la misma certeza y precisión con la que conocemos a qué hora amanecerá mañana; o por dónde caerá, y qué trayectoria seguirá, un objeto que lanzamos con determinada fuerza y ángulo.

Estos sistemas se han logrado describir y predecir con exactitud, algo que honra a los científicos.

Sin embargo, en muchas ocasiones —a decir verdad, casi siempre— la realidad es más compleja y en nuestro día a día la capacidad de predicción de la ciencia parece diluirse. Sabemos cómo cae del árbol la famosa manzana de Newton; pero ¿podemos adivinar la trayectoria de una hoja que se desprende de ese mismo árbol empujada por una ligera brisa?

En este caso, diminutas variaciones tienen importantes repercusiones en el resultado final y dificultan enormemente las predicciones. Lo mismo ocurre con pequeños sucesos sin aparente importancia: pueden cambiar por completo nuestra vida, e incluso el curso de la historia.

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Manzano de Newton, plantado frente a la Casa de las Ciencias.

La Teoría del Caos relaciona el desorden de la vida cotidiana con las leyes básicas de la ciencia. Ofrece un método para observar cierto orden y pauta donde antes solo apreciábamos el azar, la irregularidad o lo impredecible.

El éxito de los pronósticos científicos, logrados al aplicar las leyes de Newton y otras teorías y modelos que describen regularidades, llevaron a pensar que se podría predecir cualquier fenómeno natural siempre que se tuviera la suficiente información, el tiempo y la capacidad de cálculo necesarios.

Las predicciones serían el fruto de conseguir un sistema de ecuaciones que reflejara la influencia de todas las variables posibles. Solo restaba el trabajo de cálculo. La invención de los ordenadores de «gran capacidad», alrededor de 1950, fue de gran ayuda en ese camino, acelerando enormemente las operaciones matemáticas. Aun así la predicción del tiempo, entre otras, siguió resistiéndose.

El meteorólogo estadounidense Edward Lorenz fue el primero en expresar de forma matemática una de las principales características de los sistemas caóticos.

Mientras estudiaba en 1963 los movimientos atmosféricos usando modelos informáticos, al repetir unos cálculos introdujo algunos números redondeados en el ordenador (en vez de llegar hasta seis decimales, lo dejó en tres) y el efecto fue sorprendente: los nuevos resultados obtenidos no tenían nada que ver con los cálculos que había hecho anteriormente.

Aquello era algo inesperado. Hasta entonces, la experiencia decía que lo normal, cuando aplicamos una ecuación en ciencia, es que si varían un poco los datos de entrada los resultados de salida no deben variar mucho. Pero el modelo de Lorenz no mostraba ningún respeto por esa lógica; es más, la echaba por tierra.

Lorenz se había topado con el fenómeno hoy conocido como «efecto mariposa», que consiste en la sensibilidad a las condiciones iniciales: pequeñísimos cambios en las condiciones de partida pueden dar lugar a enormes repercusiones mucho tiempo después.

 ¿Puede ser que un tornado en Texas estuviera provocado por el aleteo de una mariposa en Brasil? fue el provocador título de una de las conferencias del meteorólogo. Por casualidad, Lorenz había hallado una justificación matemática de la idea bastante familiar de que un cambio aparentemente insignificante en nuestras vidas puede modificar radicalmente el futuro.

Es lo que recoge el dicho popular: «Por un clavo se perdió una herradura, por la herradura el caballo, por el caballo el jinete, por el jinete la batalla y por la batalla se perdió el reino».

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Diagrama de la trayectoria del sistema de Lorenz para los valores r = 28, σ = 10, b = 8/3.

Quienes disfrutan con el cine de ciencia ficción conocen de sobra las peripecias de Marty McFly (encarnado por el actor Michael J. Fox) en la trilogía ochentera Regreso al futuro (Back to the Future). Producida por el todopoderoso Steven Spielberg, la saga narra cómo el extravagante científico Doc —Emmett Brown— fabrica una máquina capaz de viajar a través del tiempo, un Delorean con las puertas de ala de gaviota y tuneado para surcar décadas.

Además de mostrar latas de refrescos, jeans, monopatines electromagnéticos y muchas zapatillas de deporte, Regreso al futuro explica el efecto mariposa, ya que los protagonistas tienen que andarse con mucho ojo para no modificar nada que pueda cambiar el curso de la historia de manera irreversible.

De nuevo, un pequeño cambio en las condiciones iniciales del sistema sería capaz de generar graves alteraciones en el resultado, este caso el futuro.

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Las ecuaciones meteorológicas de Lorenz eran sensibles a pequeñas modificaciones de los datos iniciales, es decir, el fenómeno que estaba estudiando presentaba el efecto mariposa. Un cambio pequeño va multiplicando su efecto en días sucesivos; y una de las consecuencias de esto es que el tiempo no puede predecirse con una antelación mayor a pocos días.

Pese a todo, la Teoría del Caos ha ayudado mucho a afinar los partes meteorológicos. Y que el pronóstico del tiempo, aun siendo un pronóstico, sea mucho más fiable que hace unos años.

El matemático Henri Poincaré ya se había encontrado a principios del siglo XX con este problema al intentar describir el movimiento de los planetas. Llegó a afirmar que al aplicar las leyes de Newton podía predecirse el desplazamiento de dos astros, pero no el de tres o más.

No llegó a estudiar en profundidad las irregularidades que se producían por las interacciones del tercer cuerpo y siguientes, en parte porque la única manera de hacerlo era con tediosos y complicados cálculos matemáticos, y todavía no se habían inventado ordenadores capaces de resolverlos en un tiempo razonable.

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Transparent Solar System (detalle), de James Reynolds (1846-1860).

Aunque su teoría se ha puesto de moda recientemente, el caos ha estado ahí desde siempre y por eso aparece en refranes, relatos, películas, cuentos, obras de arte, composiciones musicales… No hace falta imaginarse complejos sistemas físicos para intuirlo: el caos es una parte más de la realidad.

Multitud de sistemas simples pueden dar lugar a resultados caóticos, como una pelota que dejamos caer sobre la esquina del escalón más alto de una escalera: un ejemplo de fenómeno que depende de pequeñas variaciones en las condiciones iniciales.

Una variación milimétrica del punto de partida hace que la pelota dé un número distinto de botes, en diferentes escalones, y que termine en un lugar completamente contrario del suelo.

Para que un sistema sea caótico no hace falta que intervengan muchas variables, pero sí es necesario que estén relacionadas entre sí, enlazadas de alguna manera. Que el resultado final no sea tan solo la suma de lo que le ocurre a cada variable por separado. Algo que sí sucede en los llamados sistemas lineales.

Para entender mejor esta idea podemos imaginarnos a un obrero que coloca azulejos en una pared. Si el operario pone 40 azulejos por hora, y trabaja 8 horas diarias, podemos calcular que coloca 320 azulejos en una jornada. Pero ¿qué ocurre si encargamos el trabajo a tres obreros y cada uno coloca 40 baldosas por hora? ¿Podemos saber cuántas colocarán entre los tres en 8 horas? ¿Es posible predecir cómo van a estorbarse unos a otros?

La Teoría del Caos se aplica a determinados sistemas no lineales, aquellos que padecen el efecto mariposa, es decir, que son sensibles a pequeñas modificaciones de las condiciones iniciales.

Y lo que hace es proporcionar predicciones sobre cómo van a evolucionar esos sistemas. Se trata de predicciones limitadas, porque conocer todas las condiciones iniciales de un sistema es muy difícil, sobre todo cuando se trata de algo tan complejo como, de nuevo, el tiempo meteorológico.

De hecho, sobre algunos sistemas influyen tantas variables que por ahora nos resulta imposible hacer pronósticos aceptables. En esos casos se recurre a la estadística, que a partir de los distintos resultados observados encuentra cuáles son los más probables.

Así sabemos que tenemos el 16,6% de posibilidades de sacar un 6 cuando lanzamos un dado o que el uso del cinturón de seguridad reduce a la mitad el riesgo de muerte en caso de accidente.

Pero ya se sabe que hay tres tipos de mentiras: las buenas, las malas y las estadísticas. Tendremos que seguir profundizando en el caos para llegar a entender la belleza del mundo.

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Ni reyes, ni magos, ni tres…


La Adoración de los Reyes Magos, perteneciente a la colección del Museo del Prado (España), es un cuadro del pintor flamenco del barroco Peter Paul Rubens, considerado desde antiguo como una de sus obras maestras. Fue ejecutado en 1609, aunque posteriormente el propio Rubens lo repintó y amplió entre 1628 y 1629.

Historia Hoy(O.L.Mato) — No eran  reyes, ni magos, ni siquiera sabemos si eran tres. Solo se sabe que vinieron de Oriente.

Por su indiscreción desencadenaron la matanza del día de los inocentes al invocar al profeta Miqueas y anunciar la llegada del rey de los judíos. Este dato desencadenó la furia de Herodes, quien ordenó la muerte de todos los niños varones menores a los 2 años.

Tampoco se sabe si llegaron a una gruta o un establo (San Mateo no lo menciona) como tampoco sabemos si había una mula o un buey… Todo eso está inspirado en el “Libro de Set” originario de la ciudad de Edessa, escrito trescientos años después de la visita al niño Jesús.

Sabemos que siguieron una estrella que los condujo a Belén, pero tampoco estamos seguros a cuál de los fenómenos astronómicos que acontecieron en esos años se referían. 

En el año 4 o 6 de nuestra era se vio una conjunción de Júpiter y Saturno que bien podría haber sido la estrella que guío a los magii (así lo llama Mateo), pero también pudo haber sido la nova detectada por astrónomos chinos en el año 5 de nuestra era, o la conjunción del sol, la luna y los cuatro planetas más brillantes del firmamento junto a la estrella Regulus en la constelación Piscis (año 6 a.C.), o la conjunción de Venus y Júpiter en el año 2 después de Cristo. Eso sí, nada de esto aconteció en el que llamamos año 0 de nuestra era.

Como ya dijimos, no sabemos cuántos eran: para la iglesia de Siria eran doce y para la copta sesenta. El evangelio armenio es el primero que les da nombre: Melchor, rey de los persas; Gaspar, de los hindúes; y Baltasar, de los árabes, pero en ningún momento se afirma que uno de ellos fuese de color.

Los reyes magos  han despertado una profusa iconografía a lo largo de la historia del cristianismo y han dado lugar a una celebración que, por infinidad de razones, dejó huellas en cada uno de nosotros, ya sea por falta o exceso, por ilusión o desencanto producto de los regalos recibidos en nuestra infancia.

Como hemos dicho, la adoración de los reyes inspiró cuadros memorables, como el de Gentile da Fabriano (1370-1427) pintado en la capilla de Strozzi (1423) en la iglesia de la Santa Trinidad y hoy exhibido en la galería de los Uffizi en Florencia.

La Adoración de los Reyes Magos Gentile da Fabriano – 1423

En 1455, Rogier van der Weyden (1399/1400-1464), uno de los pintores más dotados de todos los tiempos, fue el primero en trazar una analogía entre los tres reyes y las tres edades del hombre. Acá Baltasar tampoco luce la piel oscura que aparecerá en otras obras. Esta pintura se encuentra en la Pinacoteca Antigua de Múnich.

Tríptico del altar de Santa Columba – Rogier van der Weyden – 1455

Benozzo Gozzoli (1421-1497) inició la costumbre de asociar a los ricos y famosos con las  figuras notables del cristianismo. Esta Adoración de los Reyes (pintada entre 1459 y 1461) exalta a la familia Medici, quienes entonces abrigaban la esperanza de que Florencia fuese la ciudad anfitriona de un concilio ecuménico.

La Cappella dei Magi – Benozzo Gozzoli – 1459-1461

En 1481, Leonardo da Vinci (1452​-1519) aceptó el encargo de trazar una Adoración de los Magos por parte del monasterio de San Donato en Scopeto. Si bien nunca pasó de un esbozo –como gran parte de la obra de Leonardo–, esta  podría haber sido una de las grandes obras de la pintura universal.

Adoración de los Magos – Leonardo da Vinci – 1481-1482

En 1494, el Bosco creó una Adoración más humilde, menos lujosa que la de sus predecesores, con la novedad de presentar a un mago de color. Esta obra es atesorada en el Museo del Prado.

Adoración de los Magos o Tríptico de la Epifanía – El Bosco

Las modas cambian y en 1609, Rubens (1577-1640) pintó una  casi voluptuosa Adoración, con despliegue físico, de telas en movimiento y juego de luces y sombras. También se puede admirar en el Prado.

La Adoración de los Reyes Magos – Peter Paul Rubens – 1609 (posteriormente el propio Rubens lo repintó y amplió entre 1628 y 1629)

En 1616, Velázquez (1599-1660) nos devuelve la intimidad de los personajes y la humildad del lugar. Al parecer, Velázquez se inspiró en su familia para dar vida a los personajes bíblicos: Melchor era Francisco Pacheco (célebre pintor y suegro del artista), la Virgen sería su esposa, Juana Pacheco, y el mismo Velázquez sería Gaspar.

Adoración de los Magos – Diego Velázquez

En 1638, Zurbarán (1598-1664) pintó esta obra para la Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión, en Jerez de la Frontera, y si bien guarda cierta similitud con la obra de su amigo Velázquez, hay un tratamiento particular de la luz como si existiesen dos focos (el del atardecer de fondo y la luz que ilumina a los personajes).

Adoración de los Magos – Francisco de Zurbarán

En 1505, Alberto Durero​ (1471-1528)​ pintó esta obra por encargo del rey Federico el sabio, dando una lección de perspectiva. Por último, vale rescatar la obra de Raúl Soldi (1905-1994) en la capilla de Glew, donde no hay bueyes ni asnos, pero sí un brioso corcel.

Adoración de los Magos o de los Reyes – Alberto Durero – 1504

Raúl Soldi

Según la tradición, los magos de oriente volvieron a su tierra convertidos en hombres piadosos. Cuentan (no hay evidencia) que Santo Tomás los visitó en su lugar de origen para contarles la prodigiosa vida del niño Jesús.

Cuando el cristianismo se elevó al estatus de religión oficial del Imperio romano, Santa Elena, madre de Constantino, viajó a Jerusalén para rescatar todo recuerdo de Jesús y su pasaje por este valle de lágrimas.

Entre las santas reliquias que trajo estaban los restos de los tres magos. Estos fueron tomados como botín de guerra por Federico Barbarroja y terminaron en la catedral de Colonia en un magnífico relicario de oro, obra de Nicolas de Verdún.

El relato que consagra a los reyes magos ha calado hondo en nuestra condición humana porque refleja, por un lado, la esperanza y la candidez, la ilusión de una compensación por nuestros esfuerzos y una conducta virtuosa, pero también, en la noche de reyes, nos podemos sentir burlados y defraudados, marcando el momento aciago cuando finaliza la edad de la inocencia.

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La historia del juego: de sus orígenes a la IA…


  

La historia del juego en la sociedad

Historias de la historia(J.Sanz) — El juego ha sido parte de la historia humana desde tiempos inmemoriales, acompañando a las civilizaciones desde sus primeras etapas.

Ya sea como una forma de socialización, entretenimiento, ritual o incluso un método para interpretar la suerte y la voluntad de los dioses, el juego ha evolucionado para adaptarse a los valores y prioridades de cada época.

A lo largo de los siglos, las actividades de azar han pasado de ser pasatiempos locales y tradicionales a convertirse en una industria global que genera miles de millones de dólares al año.

Desde los rudimentarios dados de hueso utilizados en Mesopotamia hasta las sofisticadas plataformas en línea que hoy ofrecen experiencias inmersivas, el juego refleja no solo el avance de la tecnología, sino también el deseo humano de desafío, riesgo y recompensa.

  • Los primeros registros del juego

El juego tiene raíces profundas en las primeras civilizaciones humanas. Los arqueólogos han encontrado dados hechos de huesos y marfil en Mesopotamia que datan de alrededor del año 3000 a.C. En esa época, los juegos de azar no solo eran entretenimientos, sino también prácticas adivinatorias que buscaban interpretar la voluntad de los dioses.

En la antigua China, los juegos relacionados con sorteos y loterías eran comunes. Un ejemplo notable es el “keno”, que se cree que sirvió para financiar grandes proyectos como la Gran Muralla.

En Egipto, los juegos de azar también eran populares, aunque estrictamente regulados, con castigos severos para quienes infringían las normas.

Los romanos, conocidos por su amor por los espectáculos y las apuestas, popularizaron los juegos de dados y las apuestas en combates de gladiadores. Aunque a menudo prohibidos oficialmente, estos juegos se realizaban en secreto, y personajes como los soldados y hasta emperadores los disfrutaban ampliamente.

  • El juego en la Edad Media

Durante la Edad Media, el juego continuó a pesar de la desaprobación de la Iglesia Católica. Aunque las autoridades religiosas condenaban las actividades de azar, estas prosperaban en tabernas y eventos comunitarios.

Fue en esta época cuando las cartas llegaron a Europa, probablemente a través de rutas comerciales con Asia, y se convirtieron en un elemento básico del entretenimiento.

Las loterías también ganaron popularidad, sirviendo como una forma de recaudar fondos para proyectos públicos como iglesias y puentes. La legalización y regulación de estas actividades en países como Italia y los Países Bajos marcaron el inicio de un enfoque más estructurado hacia el juego.

  • El juego en la Era Moderna

El Renacimiento y la Ilustración trajeron un cambio significativo en la forma en que se percibía el juego. Los avances en matemáticas, como la teoría de la probabilidad desarrollada por Blaise Pascal y Pierre de Fermat, permitieron a los jugadores comprender mejor las probabilidades en los juegos de azar.

Durante los siglos XVII y XVIII, surgieron casas de juego como el Ridotto en Venecia, considerado el primer casino de la historia, que ofrecían un entorno controlado y reglamentado (por ejemplo, para acceder era obligatorio utilizar máscara, capa y sombrero de tres picos).

Mientras tanto, en América, el siglo XIX vio la expansión del juego en barcos de vapor en el río Misisipi y en pueblos mineros durante la fiebre del oro.

El siglo XX transformó el juego en una industria global. El estado de Nevada (Estados Unidos) legalizó el juego en 1931, dando lugar a la creación de Las Vegas, mientras que Montecarlo (Mónaco) se consolidó como el destino preferido de la élite europea.

En este período, actividades como las carreras de caballos, el bingo y las loterías nacionales hicieron que el juego fuera accesible para el gran público en general.

  • El juego hoy en día

En la actualidad, el juego abarca una variedad de formas, desde casinos físicos y apuestas deportivas hasta plataformas de juego en línea. La digitalización ha revolucionado la industria, permitiendo a los jugadores acceder a sus juegos favoritos desde la comodidad de sus hogares o dispositivos móviles.

Una tendencia en auge es la de los nuevos juegos de choque en España, conocidos por su ritmo rápido y emocionante. Este tipo de juegos se basa en apuestas dinámicas y resultados instantáneos, atrayendo a una nueva generación de jugadores que buscan experiencias rápidas y de alto impacto.

Las apuestas deportivas también han ganado terreno, especialmente en países donde la legislación reciente ha facilitado su expansión. Con aplicaciones móviles, los jugadores pueden realizar apuestas en tiempo real durante los partidos, lo que añade una capa extra de emoción a los eventos deportivos.


  • El futuro del juego

El futuro del juego está profundamente vinculado a las innovaciones tecnológicas. La realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR) prometen transformar los casinos en línea, ofreciendo entornos inmersivos donde los jugadores podrán interactuar con crupieres virtuales y otros participantes en tiempo real.

La tecnología blockchain también está ganando terreno, permitiendo transacciones más seguras y anónimas mediante criptomonedas. Este enfoque es especialmente atractivo para aquellos que valoran la privacidad y la transparencia en las plataformas de juego.

Otra tendencia notable es la “gamificación”, donde elementos de juego se integran en contextos no tradicionales, creando experiencias de usuario más atractivas y entretenidas.

  • La IA en el juego

La inteligencia artificial (IA) ya está desempeñando un papel clave en la industria del juego. Desde algoritmos que personalizan las recomendaciones hasta herramientas que detectan comportamientos problemáticos, la IA mejora tanto la experiencia del usuario como las prácticas responsables. En el futuro, la IA podría optimizar aún más los juegos, prever tendencias y asegurar un equilibrio ético entre innovación y protección del jugador.

A lo largo de su evolución, la IA ha generado enormes expectativas, junto con desafíos éticos y técnicos que aún hoy estamos definiendo. Este equilibrio entre el potencial y las dificultades de la IA puede observarse claramente a través de sus ventajas y desventajas.

Entre las ventajas de la inteligencia artificial destacan su capacidad para procesar grandes volúmenes de datos, realizar tareas repetitivas con precisión y ofrecer personalización en tiempo real. Estas características han revolucionado sectores como la salud, las finanzas y el transporte, transformando industrias y mejorando la eficiencia en numerosos sectores económicos y sociales.

Por otro lado, la IA plantea desafíos significativos. La privacidad de los datos es una preocupación importante, ya que los sistemas necesitan grandes cantidades de información para operar de manera efectiva. Además, existe el riesgo de perpetuar sesgos sociales a través de los algoritmos, así como el impacto potencial en el empleo debido a la automatización de tareas.

  • Reflexión final: una historia de juego

Desde los juegos de azar en la antigüedad hasta las plataformas digitales y los avances tecnológicos, el juego ha evolucionado constantemente a lo largo de la historia para adaptarse a las necesidades y preferencias de cada generación. Aunque las herramientas y los entornos han cambiado, el atractivo del juego, con su mezcla de riesgo y recompensa, sigue siendo universal.

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¿La culpa de todo la tuvo Yoko Ono? …


John Lennon y Yoko Ono, 1969. Fotografía: Jeff Goode / Getty.
John Lennon y Yoko Ono, 1969.

JotDown(D.Cuevas) — Se llamaba Bill Harry, sumaba veintipocos años y tenía pinta de estar buscando algo, porque eso era exactamente lo que hacía. Rastreaba las calles y los antros del Liverpool de los primeros sesenta con una libreta en la mano, tomando nota de todos aquellos chavales que se plantaban en los clubs empuñando instrumentos y con ganas de armar follón.

Al igual que a todos los jóvenes, a Harry le apasionaba la música. Pero también sentía la necesidad de documentarla, de informar a la sociedad sobre las bandas locales que atronaban en las entrañas de la ciudad.

Harry poseía vocación periodística, había fabricado fanzines y revistas siendo crío, y tenía el convencimiento de que lo que se estaba cociendo en Liverpool era el equivalente a lo que ocurrió en Nueva Orleans a principios de siglo, pero sustituyendo el jazz por el desmelenado rock and roll.

El problema es que ninguna publicación parecía dispuesta a cederle un hueco al chaval para escribir sobre ello. La almidonada prensa musical del momento no quería embarrar sus páginas con los infames acordes que escuchaban los adolescentes. 

Decidido a hacer las cosas por su cuenta, Harry logró que le prestaran cincuenta libras para fundar Mersey Beat, un periódico que cubriría los sucesos sonoros acontecidos en varias ciudades del condado de Merseyside. La tirada inicial del primer número se publicó en 1961, y consistió en cinco mil copias que se vendieron como churros y se devoraron como pipas.

En la segunda página de aquel ejemplar inaugural, los lectores se toparon con una biografía de coña sobre un grupo local que se ganaba la vida haciendo bolos entre Liverpool y Hamburgo. Un texto titulado «Una breve diversión sobre los dudosos orígenes de los Beatles» y firmado por un colega y compañero de estudios de Harry, un tío un poco rarito llamado John Lennon.

  • Una breve diversión sobre los dudosos orígenes de los Beatles

Se llamaba Brian Epstein, sumaba veintimuchos años y tenía pinta de estar buscando su lugar en el mundo, porque eso era exactamente lo que llevaba haciendo toda su vida. De niño, había sido expulsado de una escuela detrás de otra. De adolescente, se había convertido en paciente habitual de los psiquiatras.

Durante toda su existencia, había estado sometido a la presión familiar por no cumplir con lo que se esperaba de él, y a la marginación social por ocultar su homosexualidad en una época en la que encamarse entre varones era oficialmente ilegal. 

A principios de los sesenta, Epstein dirigía una tienda de discos e instrumentos musicales de la franquicia The North End Music Stores, propiedad de su familia. Un puesto en el que había sido colocado por sus progenitores, y donde el hombre se demostró extremadamente competente.

Durante el verano de 1961, comenzó a vender en el local una nueva revista independiente llamada Mersey Beat. En la portada del segundo número de dicha publicación descubrió la foto de un grupo de jovenzuelos que se hacían llamar The Beatles. 

A finales de ese mismo año, Epstein solicitó al editor del magacín, Bill Harry, que le colase en una de las actuaciones de la banda en el legendario The Cavern Club. Tras contemplar en directo a John Lennon, Paul McCartneyGeorge Harrison y Pete Best, aquel gerente de una tienda de música intuyó que los chavales tenían alma de estrella.

Asistió a varios conciertos más y contactó con el expromotor de la banda, Allan Williams, quien, ligeramente desencantado con la experiencia de lidiar con los Beatles, le recomendó «no acercarse a ellos ni con una puta pértiga». 

Haciendo caso omiso, Epstein concretó una reunión con el grupo para tantear el terreno. Lennon, Harrison y Best se presentaron con demora a la cita tras entretenerse bebiendo, y McCartney anunció que llegaría más tarde aún porque se estaba dando un baño.

Harrison tranquilizó a un airado Epstein, que veía que todo aquello no era serio, apuntando que McCartney «llegaría tarde, pero estaría muy limpio». En cuestión de días, Epstein convenció a los chicos para ejercer como el mánager de la banda.

Gradualmente, los obligó a sustituir los tejanos y las chaquetas de cuero que vestían por trajes hechos a medida, y también les prohibió hacer el cafre sobre el escenario.

A la altura de 1962, unos Beatles que habían incrementado su caché y encadenaban conciertos con éxito firmaron un contrato con EMI. Poco después, Epstein le indicó a Pete Best dónde estaba la puerta y colocó en su lugar a otro batería llamado Ringo Starr. En los años posteriores, los Beatles se convirtieron en la banda más famosa de todo el planeta.

  • Una breve diversión sobre la dudosa separación de los Beatles

El 27 de agosto de 1967, Brian Epstein fue hallado muerto en la cama de su residencia londinense tras sufrir una sobredosis accidental, consecuencia de combinar barbitúricos y alcohol.

Que un mánager la palme no suele suponer una noticia digna de causar mucho revuelo, pero aquello se convirtió en un titular destacado por los medios al tratarse de un caso especial, porque el finado era una auténtica leyenda.

Era el hombre que había descubierto a los Beatles, el grupo que conformó el mayor fenómeno musical de unos sesenta en los que The Rolling Stones aún estaban precalentando en la banda. Epstein fue esa persona que McCartney definiría como el auténtico quinto beatle. Tres años después de aquella muerte, la formación de Liverpool se separaría definitivamente. 

Desde entonces, los melómanos y los historiadores se han dedicado a intentar acotar una causa concreta que propiciase la ruptura de los Beatles. A tratar de localizar qué pudo destruir definitivamente a una banda que, en solo una década, había trepado al trono para transformar el mundo del pop por completo, erigiéndose como los artistas más influyentes del ecosistema musical.

Algunos achacan la culpa de la disolución a las tensiones internas del grupo. Pero otras teorías señalan a las drogas, a los caóticos tejemanejes empresariales, al hartazgo ante la fama, a la súbita desaparición de Epstein o a la inesperada aparición de una mujer llamada Yoko Ono.

En abril de 1970, McCartney anunció públicamente que se alejaba de los Beatles. Aquello supuso el final del grupo de manera instantánea, aunque el divorcio total no se formalizaría hasta casi cinco años después en los dominios de Mickey Mouse.

Porque los Beatles solo dejaron de existir legalmente a finales de 1974, cuando los abogados persiguieron a Lennon hasta Walt Disney World, el parque de atracciones floridano donde descansaba en compañía de su hijo Julian y de su novia May Pang, para que firmase el papeleo que finiquitó la asociación musical.

Unos documentos donde los otros Beatles ya habían estampado su rúbrica previamente. En realidad, las fisuras en la banda habían comenzado a aparecer mucho antes de que McCartney dijese adiós con la manita. De hecho, el bajista y compositor ni siquiera era el primero que anunció su intención de salirse del grupo. 

yoko ono
John Lennon, George Harrison, Ringo Starr y Paul McCartney, 1963.

A mediados de los sesenta, cuando los chicos apenas sumaban unos pocos años girando tras cultivar un éxito descomunal, descubrieron que eran incapaces de domar al monstruo que, sin querer, habían creado: la beatlemanía. Un insólito fenómeno de histeria generalizada entre unas fans que gritaban desquiciadas y acosaban en masa a los cuatro de Liverpool.

Un suceso fascinante desde el punto de vista psicológico que el poeta David Holbrook definió como una fantasía masturbatoria colectiva. Los Beatles no tardaron en acabar hasta las pelotas de tanta persecución y griterío por parte de las chavalas.

Se vieron obligados a viajar en camiones blindados, cancelaron las apariciones televisivas para que las seguidoras no demolieran los platós, y padecieron conciertos en los que apenas podían escuchar lo que estaban tocando ante aquel muro sónico de berridos femeninos incesantes.

Hastiado por el acoso, George Harrison anunció a Brian Epstein su intención de abandonar la empresa, pero el mánager lo convenció para quedarse cuando los Beatles acordaron, tras su tour norteamericano de 1966, no volver a hacer giras nunca más.

Lo cierto es que Epstein era un mediador necesario para aquella pandilla, tanto en las relaciones personales como en los negocios vulgares. Por eso mismo, su fallecimiento dejó al equipo bastante más a la deriva de lo que ninguno de ellos hubiera querido reconocer.

Justo antes de morir, Epstein ensambló una compañía llamada Apple Corps para beneficiarse de pagar menos impuestos. «¿Qué hacemos con todo este dinero? —les preguntó a sus muchachos en cierto momento—. ¿Se lo damos al Gobierno o montamos algo para quedárnoslo?».

Ante la ausencia del hombre que se hacía cargo de sus negocios, los Beatles decidieron ejercer ellos mismos el papel de empresarios y comandar el devenir de Apple Corps por su cuenta.

A principios de 1968, Lennon y McCartney presentaron su reluciente nueva compañía Apple Corps ante la prensa. Una sociedad que albergaría una rama musical, pero también otros departamentos dedicados a la electrónica, la publicidad, los comercios de venta minorista, las publicaciones o las películas.

Lennon vendió la moto como una organización multidisciplinar que financiaría a la gente creativa más loca sin poner pegas: «Queremos fabricar un sistema en donde la gente que quiera crear, por ejemplo, una película sobre lo-que-sea no tenga que arrodillarse en la oficina de alguien».

Y McCartney lo revistió todo de manera idílica: «Es una suerte de comunismo occidental […]. Solo queremos combinar los negocios con el disfrute. Nos encontramos en la feliz posición de no necesitar más dinero. Así que por primera vez los jefes al mando no estarán en esto por los beneficios. Ya hemos comprado todos nuestros sueños, ahora lo que queremos es compartir esa posibilidad con los demás».

Paul McCartney en la oficina de prensa de Apple Corps

Los Beatles comandarían el negocio, pero colocaron como director general de Apple Corps a Alistair Taylor, el que fuese asistente personal de Epstein.

De paso, a McCartney se le ocurrió disfrazar a aquel pobre caballero de hombre orquesta para fotografiarlo y estamparlo en un anuncio de prensa donde se invitaba a todos los lectores con algún proyecto en mente a dirigirse a la empresa de la manzanita para obtener financiación sin intermediarios.

En poco tiempo, las oficinas de Apple Corps se saturaron de tarados en busca de libras por la cara, la mayoría agarró la pasta y desapareció, dejando tras de sí una nube de humo. «Recibimos a todos los frikis del mundo», apuntaría Harrison, resumiendo la habilidosa estrategia empresarial.

En el interior de las oficinas de Apple Corps, la situación no pintaba mejor: los Beatles contrataron a un amplio equipo de empleados, pero se olvidaron de proporcionarles directrices o supervisión. Aquellos trabajadores, al descubrir que podían hacer lo que les saliera del papo, se dedicaron a tocarse los pies durante toda la jornada laboral.

Y de rebote, a encargar comilonas, alcohol o drogas a cuenta de la empresa, para metérselo todo en el cuerpo en horario de oficina.

«Teníamos a unas mil personas que no eran necesarias —recordaba Ringo Starr—, pero todas se lo pasaron muy bien. Estaban cobrando por estar sentadas ahí. Teníamos a un tío contratado solo para leer las cartas del tarot o el I Ching. Era una locura».

Tras observar que aquello era un sumidero de millones de libras, los Beatles abandonaron la idea de jugar a ser empresarios, renunciaron a su fantasía de mecenazgo y colocaron la compañía en manos de gente más ducha en esas gestiones. Pero el caos financiero provocado por aquella aventura dejó tocados a los músicos y a sus arcas.

En 1968, las fricciones entre los cuatro miembros de la tropa aumentaron al mismo tiempo que sus visiones artísticas comenzaban a distanciarse.

La grabación del mítico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band en el 66 había supuesto un esfuerzo creativo muy bien coordinado.

Pero, a partir de ahí, la brújula de cada Beatle apuntaba hacia una dirección diferente a la hora de confeccionar los temas.

McCartney seguía componiendo estrofas poperas que Lennon contemplaba disgustado.

Lennon se había puesto a parir creaciones psicodélicas y experimentales que McCartney observaba con el morro torcido.

Harrison había comenzado a tomarse en serio su trabajo como letrista pero ninguno de los dos anteriores le hacía ni puñetero caso: «Yo les mostraba canciones que eran mejores que algunas de las suyas y, aun así, teníamos que grabar ocho de sus temas antes de que se tomasen la molestia de escuchar uno de los míos».

Starr contemplaba todo lo anterior bastante amargado porque sus compañeros menospreciaban sus habilidades como batería.

Durante la gestación del disco The Beatles, conocido popularmente como White Album, Lennon comenzó a presentarse en las grabaciones acompañado de una chica muy especialita llamada Yoko Ono, la artista vanguardista por la que había sustituido a su esposa.

Aquella invitada no deseada no tardó en romper el flow de los Beatles, que acostumbraban a trabajar en privado y rara vez permitían a nadie, parejas incluidas, asistir al proceso creativo.

Los desencuentros crecieron en el estudio, donde Lennon prestaba más atención a Ono que a sus colegas de charangas, y Starr optó por abandonar el grupo durante un par de semanas, al sentirse totalmente ignorado por sus camaradas.

El resultado de tanto drama fue un doble elepé donde era evidente que cada Beatle ya iba a lo suyo. Cuando se publicó el White Album, la revista Rolling Stone lo definió como «Cuatro discos en solitario bajo el mismo techo». Lennon apuntaría más tarde que, además de música, lo que se podía escuchar en aquellos dos vinilos era la propia ruptura de la banda.

Todo caería en picado en los meses posteriores. La accidentada creación de un nuevo disco, que comenzaría llamándose Get Back pero mutaría en Let It Be, llevaría a Harrison a separarse de los Beatles para, poco después, recular y volver al equipo por obligaciones contractuales.

Entretanto, Lennon cabalgaba problemas más gordos al haberse convertido en un adicto a esnifar heroína.

La pandilla no era ajena a las drogas, en realidad, comenzaron consumiendo alegremente benzedrina, fenmetrazina y cannabis en sus inicios, tantearon la cocaína y, finalmente, se habían convertido en fans del LSD después de que, en 1965, el dentista de Harrison les sirviera un par de cafés aderezados con ácido.

Pero la adicción de Lennon al caballo fue mucho más jodida que las excursiones lisérgicas recreacionales, agravando seriamente la relación con sus socios e incluso culpándolos a ellos de haberse enganchado a esa droga por la presión a la que se veía sometido.

Tras la grabación de Abbey Road, un álbum que se publicaría antes que Let It Be, Lennon anunció al resto de la cuadrilla que se marchaba del grupo, pero los cuatro acordaron mantener aquella separación en secreto por el bien de los proyectos que estaban en marcha.

Meses después, fue McCartney el que abandonó el barco de manera pública.

CDN media

A finales de 1974, Lennon oficializó la desintegración de los Beatles firmando el divorcio en el lugar menos glamouroso posible, una habitación del hotel polinesio de Walt Disney World.

Desde entonces, melómanos e historiadores han tratado de determinar el elemento concreto que causó la separación de la agrupación.

Algunos apuntaron a los roces internos, otros, a las drogas, los fracasos empresariales, la beatlemanía, la muerte de Epstein o la presencia de Yoko Ono.

Todos estaban equivocados y todos tenían razón al mismo tiempo.

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La lujosa vida de los «zoneítas», los estadounidenses que habitaron la Zona del Canal de Panamá durante casi 100 años…


Turistas estadounidenses en el Canal.
Durante la construcción del Canal eran habituales las visitas de turistas estadounidenses que quería ser testigo de la gran obra.

BBC News Mundo(K.Dailey) — Hubo un tiempo en el que vivir cerca del Canal de Panamá era equivalente a disfrutar de ciertos privilegios. Al menos, si eras estadounidense.

Los nacidos en la zona eran llamados «zoneítas», aunque había distintas clases en aquel «Edén»: los estadounidenses tenían un salario mayor y vivían con lujos, algo que no se aplicaba a los panameños.

Fue así hasta 1999, cuando el territorio dejó oficialmente de pertenecer a Estados Unidos.

Canal de Panamá
El Ancon fue el primer barco que atravesó el Canal de Panamá el día de su inauguración, en agosto de 1914.

Por casi 100 años, miles de estadounidenses vivieron con todo lujo en tranquilas comunidades tropicales cerca de la bahía de Panamá.

Se encargaban del mantenimiento de una de las mayores obras de ingeniería del mundo, el canal de Panamá, y se les conocía como zoneítas o zonianos (por el término en inglés, zonians).

La Zona del Canal de Panamá fue una colonia de Estados Unidos establecida en el país centroamericano en 1903.

Constituía un hogar lejos de casa para aquellos estadounidenses que construyeron el canal y aquellos que posteriormente se encargaron de su mantenimiento, así como de sus familiares y los trabajadores de los servicios dirigidos a éstos.

Se trataba de un área de 1.380 kilómetros cuadrados a lo largo del canal y controlada por Estados Unidos. Las familias recibían generosos beneficios, incluidas viviendas de protección, largas vacaciones, economatos bien surtidos y un personal amable.

El Puente de las Américas atraviesa el Canal de Panamá.
El Puente de las Américas atraviesa el Canal de Panamá.

Los residentes de la zona disfrutaban del buen clima y el relajado estilo de vida del lugar. Pero a su vez vivían en cómodas casas del estilo de su país de origen, recibían una educación de primera clase y gozaban de todos los beneficios que les ofrecía la ciudadanía estadounidense.

«Era un extraño lugar artificial», le dice a la BBC Michael Donoghue, autor de Borderland on the Isthmus: Race, Culture, and the Struggle for the Canal Zone(«Zona Fronteriza en el istmo: raza, cultura y la Lucha por la Zona del Canal», 2014).

Su padre recorrió el área durante la Segunda Guerra Mundial y la comparó con «un pequeño pueblo sureño trasplantado en medio de Centroamérica».

La estética de muchos edificios recordaba a Estados Unidos.
La estética de muchos edificios recordaba a Estados Unidos.

– Recuerdos de la zona

«Tenían un chiste», recuerda Jill Bany, quien creció en la Zona. «¿Cuántos zoneítas hacen falta para cambiar una bombilla?», pregunta. Y se responde a sí mismo: «Dos. Uno para llamar al casero y el otro para mezclar las bebidas».

Durante la Guerra de Corea (1950-1953), 100.000 estadounidenses vivían en la Zona, una décima parte de la población del país. En tiempos de paz, eran la mitad.

El inglés era la lengua predominante e incluso aquellos que llevaban toda la vida en la Zona del Canal podían vivir sin hablar una palabra de español.

«Estaban aislados de la población panameña por voluntad propia», cuenta Alonzo Delaguardia, el vicerrector para relaciones universitarias del campus en Panamá de la Universidad Estatal de Florida. El centro fue establecido en la Zona en 1957, por solicitud del Departamento de Defensa de Estados Unidos y para proveer educación a los zoneítas.

«Tenían todo aquí», dice desde el campus. «No necesitaban ir a Ciudad de Panamá».

En efecto, los zoneítas tenían sus propios clubs sociales y equipos deportivos. Había en la Zona cines que proyectaban películas estadounidenses y tiendas en las que se vendían productos procedentes del aquel país.

Los estudiantes de las escuelas secundarias de Balboa y Córdova formaban parte de un equipo de buceo y un coro, además de estudiar biología marina y matemáticas.

«Teníamos loros y monos en el patio trasero. Salir allá era como poner un pie en la jungla», recuerda Bany. A lo que añade que los habitantes de la Zona no sentían temor cuando sus hijos jugaban en la calle. «Era seguro».

– Segregación

En enero de 1964 hubo fuertes enfrentamientos entre estudiantes y agentes de la policía.
En enero de 1964 hubo fuertes enfrentamientos entre estudiantes y agentes de la policía.

Pero no todo era idílico. Durante mucho tiempo la segregación entre estadounidenses y trabajadores del Caribe en general y de las islas británicas fue una realidad en la zona. Existían diferentes servicios para unos y otros, los primeros «de oro» y los segundos «de plata».

Estos términos hacían referencia a la época en la que se construyó la línea de ferrocarril, en el siglo XIX. Los estadounidenses recibieron sueldos más altos, en oro, y los inmigrantes de las islas británicas más bajos, en plata.

La eliminación de la segregación escolar y el Acta de Derechos Civiles no se aplicó hasta la década de 1970, casi 20 años después de que fueran implementados en EE.UU.

«Nací en el mismo hospital que John McCain, pero él salió estadounidense y yo salí panameña», señala Yvette Modestín.

El senador McCain, quien fuera candidato presidencial, pasó sus primeros cinco años de vida en Panamá, como hijo de un almirante de la Marina. Por su parte, Modestín creció en la Zona, pero se nutrió de una cultura con raíces panameñas y caribeñas.

Ella no tuvo contacto con los zoneítas blancos hasta que se eliminó la segregación de las escuelas. Pero esto no afectó a su educación, asegura.

«Conocí enfermeras, médicos, bomberos y profesores negros, por lo que supe que podía convertirme en uno de ellos», explica. «Sabíamos que no poseíamos lo que tenía la comunidad blanca, pero no lo queríamos».

A pesar de ser consciente del brutal racismo sufrido por sus padres y abuelos, se sentía orgullosa del trabajo que su familia y su comunidad hizo para construir el canal.

Tanto Modestín como Bany recuerdan haber participado en la carrera anual de cayucos, en la que los zoneítas remaban por el canal durante tres días.

– Alta tensión

Pero fuera de la Zona del Canal la tensión era alta.

Yvette Modestín fue la primera animadora negra de que la escuela secundaria Cristóbal, tras el fin de la segregación escolar.

«La mayoría de los zoneítas no eran conscientes del resentimiento que habían empezado a provocar entre los panameños», dice Donoghue.

Mientras los estadounidenses vivían con privilegios, los panameños «a veces no podían cruzar su país sin el permiso de la policía foránea», explica. Esos agentes hablaban otra lengua, el inglés, y aplicaban otra ley, la estadounidense.

Incluso enviaron a algunos panameños que quebraron estas leyes a la cárcel administrada por EE.UU. en la Zona.

Cuando Estados Unidos firmó el contrato para terminar el canal en 1903, el gobierno de Panamá garantizó los derechos de aquel país en la Zona del Canal «como si fuera soberano y en perpetuidad».

Las violentas protestas de 1964 contra la Zona causaron la muerte de 21 panameños y cuatro soldados estadounidenses.

El canal de Panamá
La Zona del Canal de Panamá fue una colonia de Estados Unidos establecida en el país centroamericano en 1903.

El 7 de septiembre de 1977 el presidente de EE.UU., Jimmy Carter, y el jefe de gobierno de Panamá, Omar Torrijos, firmaron el Tratado Torrijos-Carter, según el cual Estados Unidos se comprometió a devolver a Panamá el control completo del canal el 31 de diciembre de 1999.

El 60% de la Zona fue devuelta a Panamá en 1979 y, como consecuencia, los hijos de estadounidenses nacidos en aquel área después no fueron considerados oficialmente zoneítas por más tiempo.

Al terminar la transferencia del control sobre el canal el 31 de diciembre de 1999, la mayoría de los estadounidenses regresaron a su país.

– El éxodo

«Tuve una infancia normal, con amigos del barrio en un bonito vecindario de los suburbios, con césped bien segado. Y de repente todo el mundo se había ido», dice Zach Kunkel, quien nació en 1976. «De un día para otro, quedó claro que todo había cambiado y que no había vuelta atrás».

Márquez, cuya familia también se quedó en Panamá, recuerda cómo de los 180 alumnos de su clase, 160 se marcharon.

Por haber sido residentes de la Zona, su familia tuvo en su momento la opción de comprar uno de los dúplex blancos idénticos del área residencial. Después lo vendieron y se mudaron a la ciudad.

Ahora aquellas casas lucen de colores y ya no son iguales.

Muchos las personalizaron, añadiendo porches y otros elementos, para olvidar la uniformidad que reinó en otra época en la Zona del Canal.

Pero Panamá también dejó su marca en los zoneítas que regresaron a Estados Unidos. Cada año, cientos de ellos se reúnen en Tampa (Florida, EE.UU.).

«Si hubiera sido más mayor, nunca me hubiera ido de Panamá», dice Bany, quien tuvo que mudarse con su familia a Tulsa (Oklahoma, EE.UU.).

«Era un lugar perfecto».

Entrada a la Zona del Canal de Panamá, 1968.
Entrada a la Zona del Canal de Panamá, 1968.

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Catástrofes, bulos y matanzas…


El populacho asesinó a 43 franciscanos en la iglesia de San Francisco el Grande, «por envenenar las fuentes». 

The Objective(L.Reyes) — «¡No os creáis nada, hay mucha intoxicación!», les repetía el rey Felipe a unos muchachos de Paiporta con cara de desesperados. Una imagen nunca antes vista, un rey manchado de barro, rotas todas las medidas de seguridad, intentando calmar de forma individual y directa a las indignadas víctimas. 

Y es que para el momento en que el jefe del Estado y el del Gobierno fueron a consolar a los damnificados, los bulos inventados por las redes sociales y aun por algunos medios de comunicación, habían envenenado a la gente.

Los bulos, las mentiras malintencionadas, inventadas para perjudicar, son casi tan antiguos como el lenguaje humano. A lo largo de la Historia tenemos innumerables ejemplos. Cada vez que moría un rey o un príncipe había alguien que decía que lo habían envenenado.

Cuando nació el segundo hijo de Isabel II, un infante robusto que, sin embargo, murió enseguida -como era normal en la Familia Real española durante siglos, debido a la consanguinidad- corrió el absurdo rumor de que lo había asesinado en la misma cámara real el duque de Montpensier, casado con la hermana de Isabel II, que resultaba antipático a la opinión pública porque era francés.

A veces los bulos se han convertido en auténticos mitos literarios. Alejandro Dumas, el novelista más popular del siglo XIX por haber escrito Los Tres Mosqueteros, tenía mucha presión del público para escribir secuelas de los Mosqueteros.

En el tercer libro de la serie, El Vizconde de la Bragelonne, tomó el caso de un prisionero misterioso que hubo en la Bastilla, que ya había fascinado a Voltaire, y lo convirtió en un hermano gemelo de Luís XIV, cuya identidad se ocultaba con Máscara de Hierro para evitar conflictos dinásticos. La invención de Dumas tendría un éxito inmenso y ha dado lugar a muchas películas.

En la Historia de España reciente, en el tormentoso siglo XIX, se disparó un bulo de gravísimas consecuencias, el del envenenamiento del agua de Madrid por los frailes.

Vamos a rememorarlo porque resulta un arquetipo de bulo perverso, por lo absurdo y por lo dañino, y además se puede ver como un nexo que atraviesa los siglos para emparentarse con bulos antiguos y modernos.

Al iniciarse el año 1834 la situación general resultaba angustiosa en la capital de España. Fernando VII, que había gobernado como rey absoluto, manteniendo el orden con el principio de «palo a la burra negra, palo a la burra blanca», falleció en 1833, dejando en el trono como heredera a su hija Isabel II, puesto que no tenía hijos varones.

Esto había provocado la rebelión del hermano del rey, don Carlos María Isidro, que esperaba recibir la corona en aplicación de la Ley Sálica, regla dinástica francesa que impide reinar a las mujeres, que había estado durante algún tiempo en vigor con la dinastía borbónica.

Miniatura de las Crónicas de St. Denis en la que el rey de los francos dicta la Ley Sálica.

Inmediatamente, las dos Españas optaron por uno u otra. La burguesía, la inteligencia y el ejército, los sectores liberales, modernizadores, que incluían a muchos exilados políticos regresados, apoyados por Francia y por Inglaterra, se declararon partidarios de la reina-niña, isabelinos a muerte.

La España tradicional, campesina, la baja Iglesia y las órdenes religiosas, con el apoyo del Papado y de Austria, se proclamaron carlistas y se levantaron en armas, formando «partidas», es decir, en guerra de guerrillas como la que le hicieron a Napoleón. Lo que siguió fueron las tres guerras civiles o guerras carlistas, que arrasaron a España durante el siglo XIX.

A la vez que estallaba el conflicto llegó a España una pandemia de cólera que se había iniciado en la India en 1833.

 Precisamente los movimientos de fuerzas militares que se enfrentaban por distintas partes de España a los carlistas sirvieron de vehículo a la infección, que llegó a Madrid en junio de 1834. Aunque el gobierno del liberal Martínez de la Rosa negó que hubiese una epidemia, la Familia Real y las autoridades abandonaron Madrid a toda prisa y se refugiaron en la Granja de San Ildefonso, en la Sierra segoviana.

La sensación de abandono que sintieron los madrileños encendió los ánimos y la capital, con 500 muertes de cólera diarias, se convirtió en una caldera a punto de estallar.

Coincidiendo con el pico de la pandemia y con los calores veraniegos, el 15 de julio llegó la noticia del fracaso del ejército isabelino en el Norte. Don Carlos había entrado en España y los carlistas avanzaban hacia Madrid.

Y comenzaron los bulos. Primero se dijo que el origen del cólera estaba en las aguas de las fuentes públicas, de las que dependía el suministro de la población.

Esto tenía un viso de verdad; en Londres, por ejemplo, se había demostrado que una fuente de agua contaminada había provocado una epidemia, aunque en el caso de Madrid habían sido nuestros soldados quienes trajeron la bacteria de Portugal y Andalucía.

Pero una explicación científica no era del agrado de los que propagaban los bulos. ¡El agua había sido envenenada! ¿Y quién podía estar detrás de algo así, más que los frailes, auténtica quinta columna de los carlistas que avanzaban sobre Madrid?

La chispa que provocó el incendio saltó al mediodía del 17 de julio, en la Puerta del Sol, por la diablura de un chiquillo que echó un puñado de tierra en la cuba de agua de un aguador. Pululaban por las grandes ciudades de la época bandas de golfos callejeros, mendigando, robando o haciendo el gamberro.

Una de sus maldades favoritas era echarle tierra al agua que los aguadores llevaban a las casas. Lo hacían sin más beneficio que el placer del mal, aunque si los pillaba el aguador les daba una paliza memorable, pero en este caso alguien gritó: «¡A ese! ¡Que lo mandan los frailes para envenenar el agua!».

El bulo estaba lanzado, y una masa se echó sobre el crío, lo cosió a puñaladas y arrastró el cadáver por la Calle Mayor. Pero otro contribuyente a la teoría conspiranoica dijo que un cómplice se había escapado y se había refugiado en el Colegio de San Isidro, regentado por los jesuitas. El populacho, que ya había gustado la sangre, asaltó entonces San Isidro y asesinó a 17 jesuitas.

Horrible matanza de los jesuitas en la iglesia de San Isidro de Madrid, litografía de Carlos Múgica

A continuación fueron al Convento de Santo Tomás, popularmente conocido como los Dominicos de Atocha, donde mataron a siete frailes y realizaron actos sacrílegos, disfrazándose con los ropajes litúrgicos para realizar danzas obscenas. A las nueve de la noche le tocó el turno a San Francisco el Grande, donde hubo una auténtica masacre, porque asesinaron a 43 franciscanos.

 Y todavía a las once de la noche fueron al Convento de San José, en la plaza de Tirso de Molina, donde mataron a diez religiosos mercedarios.

No era simplemente lumpen y sub-proletariado quienes perpetraron las matanzas, porque según todos los testimonios participaron numerosos miembros de la Milicia Nacional, un cuerpo armado ciudadano que había sido creado por las Cortes de Cádiz para defender el orden y enfrentarse a la reacción, a imitación de la Guardia Nacional de París, que tan importante papel tuvo en la Revolución Francesa.

Incluso participaron soldados de la Guardia Real, por todo lo cual, dos días después sería encarcelado el capitán general de Madrid, Martínez de San Martín, por no haber hecho nada para impedir las matanzas.

Aquella fue la primera vez que se produjo en España una masacre de religiosos. La Iglesia había sido intocable durante todo el Antiguo Régimen, no porque tuviese protección de la autoridad, sino por su propio poder sobre las conciencias de la gente.

Tuvo que venir la Revolución Francesa para que una población católica asaltase las iglesias y conventos y le ajustase las cuentas a curas y monjas.

Un siglo después del bulo del envenenamiento del agua, la mentira se reprodujo casi exactamente igual, también en Madrid. Era el mes de mayo de 1936, vísperas de la Guerra Civil que estallaría el 18 de julio. Unos barrenderos dijeron que habían visto a señoras de Acción Católica y religiosas repartiendo caramelos envenenados a los niños.

¿Cómo sabían los barrenderos que los caramelos estaban envenenados? No lo sabían ni les importaba, un bulo cuanto más inverosímil y ridículo sea, mejor se expande. 

El 4 de mayo las turbas comenzaron a «hacer justicia», incendiando centros religiosos como la iglesia de Tetuán de las Victorias, o los colegios de los Salesianos, el Pilar, las Descalzas o los Paules, y a linchar a las supuestas “culpables”. Fueron hospitalizadas 48 víctimas de la ira popular, aunque milagrosamente no hubo muertos.

Esta anomalía se repararía al estallar la Guerra Civil, durante la cual la persecución religiosa se haría general en la España republicana, donde murieron asesinados 6.000 sacerdotes, frailes, seminaristas y religiosas. Pero esa es otra historia.

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La nefasta moda de los chimpancés como mascotas…


Un chimpancé en cautividad
Un chimpancé en cautividad.

JotDown(E.J.Rodríguez) — En los años ochenta fue muy célebre la imagen de Michael Jackson portando una cría de chimpancé en brazos. El simpático simio, llamado Bubbles, causaba sensación en sus apariciones públicas y se convirtió en una estrella por derecho propio. Su relación con el cantante era obviamente muy estrecha.

Bubbles era dependiente, dócil y afectuoso como es propio de todas las crías de chimpancé, que, en estado silvestre y mientras están en la infancia, jamás se separan de sus madres.

Las crías de chimpancé, sin embargo, crecen. Entre los seis y ocho años alcanzan la pubertad, época en que empiezan a despertar sus instintos selváticos. Bubbles empezó a dar muestras de estar volviéndose incontrolable, hasta el punto en que Michael Jackson se vio obligado a dejar su famosa mascota en un centro de acogida.

El albergue estaba repleto de chimpancés adolescentes y adultos procedentes del mundo del espectáculo o de los hogares de humanos caprichosos que, desde la ignorancia, habían pretendido adoptar un animal que, por decirlo en pocas palabras, no puede ser domesticado.

El concepto de que los chimpancés no sean domesticables puede resultar confuso para muchas personas, dado que estos simios parecen muchísimo más «humanos» que otros animales que sí son fáciles de domesticar, como los perros. En un amplio abanico de situaciones, pueden relacionarse con nosotros casi de tú a tú y con relativa «normalidad», siempre que estén habituados al contacto con humanos.

Los chimpancés no solo son nuestros parientes más cercanos (aunque, cabe aclarar, no son nuestros antecesores, sino más bien nuestros primos hermanos); además su especie es la más inteligente del reino animal después de la especie humana. Se estima que, al menos en cierto rango de tareas, un chimpancé adulto posee una inteligencia similar a la de un niño humano de tres o cuatro años de edad. Por supuesto, la inteligencia de un niño es muchísimo más flexible y polivalente.

Aun así, para un animal no humano, ese nivel de inteligencia es excepcional. Los chimpancés pueden aprender tareas sorprendentemente complejas, incluyendo la comunicación mediante signos. En comparación, los perros son intelectualmente muy limitados.

Qué fue de Bubbles, el chimpancé de Michael Jackson

Los chimpancés albergan una rica vida interior y poseen una psique complicada que incluye una muy elaborada percepción de sí mismos y de los otros. Se ha demostrado que poseen una «teoría de la mente», la capacidad para reflexionar sobre el estado mental del prójimo, capacidad que hasta hace no tanto se pensaba exclusiva de los seres humanos.

Estos simios se nos parecen tanto que es fácil cometer el error de creer que, por lógica, deberían ser más aptos para la convivencia con humanos que otros animales. ¿Por qué no iban a ser los chimpancés perfectos compañeros de convivencia? Sin embargo, el que sean o no domesticables no depende de su gran inteligencia o de su estrecho parentesco con los humanos.

Lo realmente decisivo es que provienen de un tipo de sociedad muy distinta a la humana. La testaruda realidad demuestra que los perros, aunque no se nos parezcan, están hechos para convivir con nosotros, pero los chimpancés no.

En cautividad, los chimpancés pueden vivir hasta los sesenta años. Los seis o siete primeros corresponden a la infancia, que es cuando ingenuamente podríamos llegar a creer que resulta fácil domesticarlos. En algunos países es legal poseer chimpancés como mascotas. Hay personas que tienen crías en sus casas y les ponen pañales, les enseñan una rutina o los someten a cierta disciplina.

Los pequeños chimpancés, genéticamente dispuestos a depender por completo de sus madres durante años, no cuestionan nada de esto. Son incondicionalmente cariñosos y sumisos. Muchos «dueños» creen que sus chimpancés mantendrán ese adorable comportamiento cuando crezcan, pero están ignorando la verdadera naturaleza del animal.

Tan pronto alcanzan la pubertad, los chimpancés sufren una metamorfosis psicológica y conductual motivada por su herencia genética. Su instinto los empuja a prepararse para una vida adulta que comenzará entre los diez y trece años de edad. La intensidad del cambio de la adolescencia se manifiesta de manera especialmente severa en los machos.

En la naturaleza, los chimpancés necesitan de altos niveles de agresividad para sobrevivir y para abrirse camino en una sociedad muy competitiva y violenta. Por ello, un chimpancé que de pequeño fue dócil e inofensivo puede empezar a mostrarse agresivo por motivos que los humanos no siempre encontramos evidentes.

Las manifestaciones de agresividad varían de unos individuos a otros, pues son animales muy complejos que, al igual que los humanos, poseen personalidades muy distintivas. En ocasiones, sus conductas agresivas ni siquiera responden a resentimientos o enfados, sino que son simples intentos de demostrar su estatus social.

Incluso en individuos no muy agresivos, la adolescencia suele estar marcada por la desobediencia. Y la insumisión de un chimpancé es un problema mucho más serio que la insumisión de un perro. Si ya es difícil controlar a un perro de tamaño grande, pensemos que un chimpancé adulto posee una potencia física literalmente sobrehumana: sus brazos, por ejemplo, son entre tres y seis veces más fuertes que los de un humano adulto.

La nefasta moda de los chimpancés como mascotas - Jot Down Cultural Magazine
Dian Fossey

Sin armas, ni Mike Tyson, ni Conor McGregor, ni ninguna otra leyenda de la lucha tiene posibilidad alguna de ganarle una pelea a un chimpancé.

Incluso sus juegos dentro de una casa pueden destrozar muebles y enseres (y, por supuesto, podrá llegar el día en que se niegue a llevar pañales, lo cual solo empeora el cuadro).

Esta naturaleza insumisa y agresiva no es el producto de un carácter malevolente.

Al hablar de chimpancés y de animales en general, cabe deshacerse de reduccionismos antropomórficos.

Por ejemplo, con frecuencia se dice que los perros son «mejores» o «más nobles» que los humanos, cuando lo cierto es que les es difícil comportarse de otra manera porque han evolucionado para mostrar respeto y fidelidad a la jerarquía.

Del mismo modo, los chimpancés pueden ser agresivos no por decisión propia, sino por buenos motivos evolutivos. Para entenderlo, es útil compararlos con los gorilas.

En algunas películas de la saga El planeta de los simios vemos una sociedad tecnológica donde los gorilas ejercen como soldados y los chimpancés son los más pacíficos civiles.

Esta fantasía cinematográfica responde al aspecto mucho más temible de los gorilas, que son más grandes, más fuertes y más intimidantes que los chimpancés. No obstante, si existiese esa civilización formada por grandes simios, los papeles estarían invertidos: los gorilas serían los civiles pacíficos y los chimpancés ejercerían como soldados.

Los gorilas, también muy cercanos parientes nuestros, siempre tuvieron mala fama por culpa de sus rostros severos, su imponente tamaño, sus aparatosos gestos y sus impactantes rugidos. Los gorilas dan miedo incluso cuando realizan un gesto tan trivial como bostezar dejando asomar sus imponentes colmillos.

Fue la primatóloga Jane Goodall quien demostró que los gorilas, en realidad, no son particularmente violentos. Son animales fundamentalmente vegetarianos. No cazan, y las proteínas animales que consumen provienen sobre todo de insectos. Son casi tan inteligentes como los chimpancés, pero su psicología es muy distinta porque también es muy distinto su modo de vida.

Jane Goodall: Imaginarse en otras mentes - Magis
Jane Goodall en su juventud

Los gorilas suelen conformar pequeños grupos dominados por un patriarca, el «espalda plateada», que protege y comanda una familia de hembras y jóvenes.

En esa sociedad gorila, los enfrentamientos violentos son poco habituales y se producen, sobre todo, cuando un macho intenta disputarle el territorio o las hembras al patriarca reinante.

Incluso en ese caso, el enfrentamiento físico suele estar precedido por una serie de avisos.

Los gorilas son conscientes del poder de sus semejantes y no les gusta pelear hasta las últimas consecuencias porque supone arriesgarse a recibir heridas graves.

Así que, cuando es posible, prefieren recurrir a la intimidación y solo llegan a la violencia directa cuando esa intimidación no ha funcionado.

A los patriarcas tampoco les gusta ver peleas entre los suyos, y a veces intervienen para detener conflictos entre otros miembros de su manada.

Es infrecuente que los gorilas ataquen a los humanos. Aunque no es imposible, y sucede. Como con cualquier animal grande, existe un peligro intrínseco y siempre hay que tener cuidado.

Quienes trabajan con gorilas silvestres señalan que, para que tenga lugar ese ataque, deben producirse unas circunstancias específicas. Por ejemplo, la mala suerte. Si un humano se encuentra se repente con un gorila que no lo ha oído venir, será atacado sin advertencia, porque a los gorilas no les gusta verse sorprendidos.

Algo parecido sucede cuando se sienten acorralados, o, de manera especial, cuando sienten que sus crías están siendo amenazadas: los furtivos que pretenden robar crías para venderlas son las principales víctimas humanas de los gorilas. En otros casos, y salvando el mencionado encuentro fortuito e indeseado por ambas partes, los gorilas tienen la costumbre de avisar antes de atacar.

Cuando un humano desconocido entra en el territorio de una manada, lo habitual es que el macho dominante salga al encuentro para desplegar un espectacular repertorio de advertencias: rugir, ponerse sobre dos patas, darse con los puños en el pecho, golpear el suelo para hacer ruido, arrancar ramas y lanzarlas por el aire, correr levantando polvareda, etc.

Estas advertencias son muy evidentes y van de menos a más. Solamente si el humano es lo bastante insensato como para ignorarlas, el gorila se decidirá a lanzar un ataque que normalmente será rápido y no necesariamente tendrá la intención de matar.

Eso sí, dada su fuerza, uno solo de sus golpes puede provocar heridas muy graves (lo que menos se puede esperar son varias roturas de costillas y otros huesos).

Algunas personas han sobrevivido a estos ataques; teniendo en cuenta que un gorila es diez veces más fuerte que un varón humano adulto, esa supervivencia demuestra que el gorila pretendía ahuyentar al invasor y no matarlo, cosa que podría haber hecho en un par de segundos.

Goodall enseñó al mundo que, si se respetan los protocolos sociales de los gorilas y se les permite acostumbrarse a la presencia humana, son animales que no ejercerán la agresión sin motivo aparente. Los gorilas son peligrosos por su fuerza, pero previsibles.

Quienes trabajan con gorilas o los estudian en su hábitat conocen los signos que para un humano no significan nada, pero que un gorila a la defensiva puede interpretar como amenazas (por ejemplo, es mala idea mirarlos fijamente a los ojos, o mostrar los dientes).

Estos profesionales también saben que un gorila nervioso reducirá su agresividad si el humano adopta la correcta postura de sumisión. El sentido común, unido al conocimiento de la psicología del gorila, sirve para prevenir eventos desagradables.

Los gorilas pueden mostrarse incluso protectores con ciertos seres humanos. Es famoso el caso de un niño que cayó en el foso de los gorilas de un zoológico estadounidense en el año 2016. Un macho adulto llamado Harambe, alarmado por los gritos de la gente, decidió proteger al niño.

Su conducta era de aparente brusquedad a ojos humanos, sobre todo cuando corría arrastrando al niño tras de sí, cosa que hacía porque un gorila no puede correr a dos patas llevando al niño en brazos. Lo cierto es que Harambe no trató al niño como a un invasor, sino como a una cría necesitada de ayuda, y no pretendía más que poner a salvo al pequeño humano. Si hubiese querido matar al niño, lo hubiese hecho.

El asunto terminó cuando la policía mató a disparos a Harembe porque, aun a sabiendas de que su conducta era protectora, un niño no es tan resistente a los movimientos bruscos como lo es una cría de gorila (por suerte, el niño salió del incidente solo con algunas heridas menores).

No se trata de «humanizar» la conducta de Harambe, sino sencillamente de juzgarlo por su propia psicología; el pobre gorila trató al niño como hubiese tratado a una de sus propias crías, pero desconocía que una cría humana es mucho más frágil que una de las suyas propias.

Este incidente ilustra que, incluso cuando las cosas acaban mal, la conducta de los gorilas suele seguir unos patrones previsibles. Hablábamos de quienes trabajan con simios salvajes; pues bien, todos ellos prefieren un encuentro con gorilas, esos gigantes vegetarianos y contemplativos, que con chimpancés.

Casi nada de lo aquí dicho sobre los gorilas se aplica a los chimpancés. Para empezar, los chimpancés son omnívoros. Consumen gran cantidad de hojas que son la base de su dieta, pero también les gusta la carne y, al igual que los humanos, han evolucionado para cazar en grupo.

Sus presas predilectas son monos arborícolas a los que atrapan mediante complejas estrategias colectivas ejecutadas por los machos de la manada: unos chimpancés asustan a los monos para dirigirlos en una dirección concreta donde esperan otros chimpancés que han organizado una emboscada.

Es un fascinante ejemplo de trabajo en equipo, unido a la capacidad de estos simios para comunicarse entre sí mediante gestos. Sin embargo, la sociedad chimpancé es mucho más competitiva y caótica que la de los gorilas. Los chimpancés salvajes son cariñosos, tienen una rica vida afectiva y ciertamente poseen empatía, pero viven bajo el efecto de un constante estrés social.

Son, como los humanos, propensos a las neurosis y las frustraciones. Entre los gorilas, un patriarca puede ser desafiado por otro macho y ahí acaba el tumulto porque, resuelto el conflicto, la manada se dedicará a la vida contemplativa.

Pero los chimpancés viven en manadas más numerosas y sienten la constante necesidad de mantener o mejorar su estatus; por ello, y con frecuencia diaria, recurren a amenazas, agresiones e incluso actos de crueldad deliberada.

La agresión de los gorilas es previsible y proporcional, siguiendo patrones relativamente comprensibles para nuestra mirada humana, porque es una agresión cuyo propósito es la autodefensa y la defensa del territorio, de las hembras y de las crías. Por el contrario, la agresión de los chimpancés responde a complicados resortes sociales no siempre obvios para el observador humano.

La agresión del chimpancé puede parecer caprichosa y desproporcionada. Y esto no es todo. Los chimpancés no solo matan, sino que se ensañan con sus víctimas: atacan los ojos, los genitales, etc. Esto, cabe insistir, no significa que los chimpancés sean «malvados», pero se aleja de su idealización pueril como «personitas».

Sí, se parecen mucho a nosotros, más que ninguna otra criatura de nuestro planeta. Y sí, son encantadores: ¿a quién no le enternece ver vídeos de chimpancés? Pero tenemos que recordar que ellos no son como nosotros.

Es verdad que existen algunos humanos capaces de cometer actos tan sanguinarios como los de un chimpancé, pero a estos humanos los consideramos una excepción, una aberración dentro de los parámetros de nuestra sociedad. Salvando esas excepciones, los humanos no somos tan violentos.

Por el contrario, los chimpancés que se comportan de manera sanguinaria no constituyen una aberración entre los suyos. Su conducta es producto de la evolución, sumada a la influencia de sus propias biografías. Pero si los chimpancés son distintos a nosotros incluso en el uso de la violencia, están en su derecho de serlo.

Somos nosotros quienes hemos ido a buscarlos a su hábitat, no a la inversa. De hecho, los chimpancés salvajes suelen evitar a los humanos. El problema con el que se encuentran los mal informados adoptantes de chimpancés consiste en descubrir que no los podrán domesticar porque lo que tienen en sus casas es, básicamente, un pedazo de la selva.

El que los chimpancés no sean domesticables no los convierte en una rareza. Muy pocas especies animales son domesticables. A lo largo de nuestra existencia como humanos hemos domesticado a un muy reducido número de criaturas, mientras que la mayoría se han resistido. Las especies domesticables deben cumplir una serie de condiciones.

Deben ser sociales en origen, pero no cualquier sociedad animal predispone a la domesticación: es importante que en sus manadas primen la obediencia y el respeto a la jerarquía. El perro, que proviene del lobo, ha sido fácil de domesticar porque los lobos tienen una tendencia natural a respetar al líder de la manada, grupo social mucho más estable que el de los chimpancés.

Los actos violentos del perro, como los del gorila, suelen seguir una lógica que los humanos encontramos comprensible. Un perro ve al humano como líder de su «manada» y esto hace que, por su historia evolutiva, le resulte muy difícil comportarse de otra manera.

Es extremadamente raro, aunque en ningún modo imposible, que un perro ataque a quienes considera de su familia, y para que eso suceda suele precisarse la intervención de un factor anómalo, como una enfermedad que afecte a su conducta.

Además, a los millones de años de selección natural del lobo hay que sumar los miles de años de selección artificial del perro: los humanos hemos favorecido la reproducción de los perros más obedientes y dóciles frente a la de aquellos más violentos e indómitos.

Una consecuencia de esto es que los perros domésticos parecen ser menos inteligentes que los lobos, pero son más capaces de prestar atención a lo que hacemos los humanos. Los lobos no nos  conocen ni nos comprenden, pero a los perros los hemos adaptado a nosotros y nuestras necesidades.

Viviendo entre simios (y III): Jane Goodall - Jot Down Cultural Magazine

No todas las especies sociales y jerárquicas son domesticables.

Pese a lo que parece indicar el sentido común, la semejanza entre dos animales no indica que sean igualmente aptos para ser nuestros obedientes compañeros.

Por ejemplo, hemos domesticado con mucho éxito los caballos y los burros, pero no hemos podido hacerlo con las cebras, demasiado indómitas y agresivas.

¿Por qué unas especies sí son domesticables y otras muy parecidas no lo son?

Además del funcionamiento de sus respectivas jerarquías naturales, hay otros factores que entran en juego: cómo manejan las situaciones de miedo y estrés, para qué usan su agresividad, etc. Hasta existe un caso particular de animal no muy social que se ha adaptado perfectamente a nosotros: el gato.

Se cree que los gatos se domesticaron a sí mismos integrándose por voluntad propia en comunidades humanas de África, donde buscaban alimento y refugio. El pequeño tamaño de los gatos no los convertía en una amenaza, así que los humanos toleraron su presencia y pronto descubrieron las ventajas de aquella espontánea compañía felina.

En especial, era beneficiosa la habilidad de los gatos para cazar alimañas, cosa muy apreciada en comunidades agrícolas. Los gatos ni se parecen a nosotros ni proceden de una sociedad jerárquica como la de los perros; eso hace que, como sabe cualquier propietario de gatos, no sean muy obedientes ni estén dispuestos a trabajar para nosotros.

Pero su conducta hacia los humanos es muy tranquila. Los gatos, entre otras cosas, nos temen por nuestro mayor tamaño y saben que no sería buena idea hacernos enfadar.

Los chimpancés «domésticos» no nos temen. Y con razón. Si se lo proponen, pueden matar con facilidad a cualquier persona. Los únicos chimpancés que nos tienen miedo son los silvestres que no tienen experiencia tratando con nosotros.

Los chimpancés silvestres ven que los humanos somos más altos que ellos, así que también nos imaginan más fuertes y evitan toparse con nosotros del mismo modo que evitan toparse con leones o leopardos. Lo peor que puede pasar es que ejemplares salvajes descubran que, pese a nuestra estatura, no somos rivales para ellos.

Esta circunstancia solo se produce cuando se ven forzados a vivir cerca de los humanos, situación que, de ser por ellos, nunca se produciría.

En muchas regiones de África, los pobladores humanos apenas tienen problemas con los chimpancés porque estos animales evitan activamente el contacto. Por desgracia, cuando la deforestación deja a los chimpancés sin hogar, estos empiezan a dejarse ver y terminan deduciendo que los humanos no son tan temibles como sugiere su estatura.

El mejor ejemplo es lo que está sucediendo en zonas rurales de Uganda. La población humana se ha instalado en territorios que hasta hace muy poco eran selva, pero que ahora son tierras de cultivo. Los chimpancés han perdido sus zonas de caza y se ven obligados a subsistir en diminutos parches de bosque que aún quedan junto a las nuevas plantaciones y poblados.

Esta cercanía a los humanos ha ayudado a que los chimpancés descubran que sus nuevos vecinos son vulnerables y, por lo tanto, potenciales presas. Y esta es una muy mala noticia para los agricultores: el chimpancé es un simio cazador de monos, así que un humano vulnerable se convierte, a sus ojos, en un mono comestible más.

En su ansia cazadora, los chimpancés de estas zonas deforestadas han llegado a atacar a niños. Los aterrorizados agricultores, que se habían instalado en esas regiones buscando una vida mejor, construyeron vallas que se terminaron demostrando inútiles ante la fuerza y agilidad de estos simios. Muchos colonos han terminado huyendo porque, aunque eso los devuelve a una situación económica precaria, se han dado cuenta de que los chimpancés cazadores son imposibles de controlar.

Y no solo los humanos pueden ser víctimas; se han documentado ataques colectivos de chimpancés contra gorilas. Los chimpancés saben que, cara a cara, un gorila adulto los puede matar en un segundo, pero una vez aprenden qué individuos (crías, jóvenes, enfermos) son vulnerables a los ataques en grupo, no desaprovecha la oportunidad de cazarlos.

Así, los chimpancés que viven con humanos tienen una psicología sumamente compleja repleta de resortes que escapan a nuestra «teoría de la mente». Es decir, nos es muy difícil interpretar lo que pasa por sus cabezas. Los chimpancés se comunican profusamente entre ellos; normalmente, y salvo en caso de alarma, lo hacen en silencio, mediante gestos que han desarrollado de manera natural.

Travis y Sandy Herold.

Pero no son capaces de hablar con nosotros y su estado mental es fuente de posibles sorpresas que, en ocasiones, son muy desagradables.

En Estados Unidos se hizo célebre el caso de Travis, un chimpancé macho de trece años —esto es, recién empezada su vida como adulto joven— que vivía como mascota en casa de una mujer llamada Sandra Herold.

Travis había crecido entre humanos desde su nacimiento y parecía totalmente adaptado a la vida en una casa.

Dormía con Sandra, comía en la mesa y se divertía realizando diversas tareas domésticas, desde regar las plantas hasta dar de comer a unos caballos.

Veía partidos de béisbol en televisión y había llegado a aprender intuitivamente el horario del camión que llegaba al barrio para repartir su postre favorito, el helado. Había ejercido como «actor» en anuncios y como invitado en programas televisivos. Su relación con la gente de la localidad era, por lo general, afectuosa.

Sandra Herold conducía una grúa para retirar vehículos; cuando iba acompañada de Travis, los lugareños saludaban al chimpancé y contemplaban divertidos cómo este devolvía el saludo. Así, la mayor parte del tiempo, Travis parecía una «personita» más.

Travis, sin embargo, no era tan feliz como aparentaba. Los chimpancés necesitan constante estimulación intelectual y física. Genéticamente preparados para altos niveles de estrés, se aburren con facilidad en torno a los humanos, y no siempre consiguen gestionar las emociones negativas que se derivan de sus carencias y frustraciones.

A esto hay que sumar que sus necesidades dietéticas son difíciles de satisfacer (las verduras de consumo humano no son suficientes), y que cualquier enfermedad puede empeorar su estado anímico.

Travis padecía problemas psicológicos desde el comienzo de su adolescencia: al despertar de su naturaleza selvática se había sumado la enfermedad de Lyme, causada por una pulga, que cuenta entre sus síntomas la confusión mental y elevados niveles de ansiedad. Travis, de hecho, estaba siendo tratado con benzodiacepinas.

Con la pubertad había llegado el primer incidente. En una ocasión, viajando en el coche de Sandra, un desaprensivo tiró un objeto hacia la ventanilla semiabierta junto a la que se sentaba Travis. El objeto pasó por la ventanilla y le golpeó. Los chimpancés son extremadamente inteligentes y no solamente reconocen una intención agresiva, sino que, dado su instintiva tendencia a defender el estatus social, se la toman como algo personal.

Siempre se dice que los elefantes nunca olvidan a la persona que los ha maltratado; esto es muy cierto en el caso de los chimpancés, capaces de guardar rencor —y también un profundo cariño— a personas a las que no han visto durante años. Para vengarse del lanzamiento del objeto, Travis se quitó el cinturón de seguridad, abrió la puerta y salió en persecución del agresor, aunque no consiguió alcanzarlo porque este había tenido la buena idea de huir al instante.

Así que Travis quedó en mitad de la calle, alterado y buscando venganza, cuando se presentó la policía. Aunque desde bebé conocía a los policías del pueblo, hizo conato de atacarlos. Su dueña lo pudo tranquilizar, pero los policías le aconsejaron que se deshiciera del chimpancé llevándolo a algún centro de conservación.

Por desgracia, la mujer hizo caso omiso. Varios años después se demostró que los policías habían aconsejado sensatamente. La causa visible del nuevo incidente fue un juguete, aunque es seguro que los problemas psicológicos de Travis empeoraron su reacción.

Los chimpancés, como los niños, tienen sus juguetes favoritos y pueden volverse posesivos con ellos. El juguete favorito de Travis era un peluche de Elmo, el personaje de los Muppets. Una amiga de Sandra Herold y visitante habitual de la casa, Charla Nash, tuvo la ocurrencia de agarrar el muñeco.

Sin mediar aviso, Travis se abalanzó sobre ella. Lo que siguió fue verdaderamente escalofriante. En la sanguinaria tradición de las peleas a muerte entre chimpancés, Travis arrancó los ojos y la mandíbula de la mujer, además de destrozarle las manos. Su dueña, Sandra, intentó detener el ataque apuñalando al chimpancé por la espalda con un cuchillo de cocina.

Travis «se giró y me miró como diciendo: mamá, ¿Qué has hecho?». El acuchillamiento incrementó su furia; no atacó a su «madre», pero siguió ensañándose con Charla.

Sandra llamó a emergencias diciendo «¡El chimpancé ha matado a mi amiga! ¡Se la está comiendo! ¡Le ha arrancado la cara!» mientras, en segundo plano, se oía al chimpancé gritando. Aun así, al operador de emergencias le costó casi un minuto creer que la histérica mujer no estaba intentando tomarle el pelo.

Por fin, la policía se presentó y mató al animal a tiros. Increíblemente, Charla Nash sobrevivió al violento ataque de Travis, aunque quedó ciega y muy desfigurada. Los médicos de emergencia que la atendieron nunca habían visto algo parecido y calificaron sus heridas como «horrendas». El oficial de policía que disparó y mató a Travis, llamado Frank Chiafari, conocía al chimpancé desde cría y el suceso lo conmocionó tanto que padeció una depresión como consecuencia.

Sandra Herold dijo después que, pese a los hechos, seguía pensando que «Travis es como mi hijo y no podría serlo más aunque le hubiese dado a luz yo misma», e insistió en que el ataque había sido «una anomalía». Es verdad que Travis era un chimpancé adulto sometido al estrés de una enfermedad y a los efectos de varias medicaciones, pero no es menos cierto que este tipo de ataque hiperviolento se observa también entre chimpancés salvajes.

El de Travis fue quizá un caso extremo, pero no único. Es peligroso acercarse a un chimpancé que está en una jaula y no son pocas las personas que, confiadas, han sido atacadas en zoológicos o centros de investigación, donde los chimpancés llegan a arrancar dedos a través de los barrotes.

Como decíamos antes, lo preocupante es cuando aprenden que son mucho más fuertes que los humanos: dada su inteligencia, ni siquiera necesitan pelear con nosotros para aprenderlo. Les basta con observarnos.

El chimpancé es, pues, el más violento de los grandes simios, mucho más agresivo que los seres humanos. Si tenemos en cuenta nuestra historia cazadora similar a la del chimpancé, somos muy poco agresivos, quizá porque nuestras sociedades han sido mucho más estables. Pero los chimpancés no son así porque lo han decidido.

Es su naturaleza y difícilmente podremos cambiarlos. Una selección artificial que los haga más dóciles parece inviable: viven demasiado tiempo y se reproducen demasiado poco como para planificar, mediante el apareamiento de individuos escogidos, cambios generacionales que se manifiesten a medio plazo.

Intentar hacer con ellos lo mismo que hicimos con los lobos es nadar contra la corriente. El primer problema es que los humanos hemos sido intrusos en el hábitat de los chimpancés, los hemos extraído de él, y hemos intentado adaptarlos a nuestros caprichos. El segundo problema es que esperamos que se comporten como lo que no son.

Y el tercer problema es que durante sus primeros años sí se comportan como nosotros deseamos, mostrándose dóciles y dependientes, y además siendo encantadores. Las redes sociales —Instagram, etc.—, unidas al evidente encanto e inteligencia de estos fascinantes parientes nuestros, han promovido las adopciones de chimpancés como mascotas allá donde esta práctica todavía es legal.

Pero cabe reflexionar sobre si un hogar humano puede cubrir las verdaderas necesidades de estos complejos simios, y sobre la irresponsabilidad de hacerlos crecer en un entorno que quizá los rechace en cuanto abandonen la infancia.

Pero los chimpancés criados entre humanos no pueden retornar a la selva, pues no han podido aprender a relacionarse con sus parientes salvajes que los matarían en minutos, y terminan —en el mejor de los casos— en instituciones dedicadas a recoger a aquellos individuos que ya no son manejables y cuyos «dueños» han descubierto que no son realmente domesticables.

Individuos que, no lo olvidemos, han sido abandonados por humanos a quienes amaban como su familia. Los chimpancés pueden ser indómitos y agresivos, pero no son malvados o insensibles, y parecen sufrir la pérdida y la separación de manera no muy distinta a como los sufrimos nosotros.

Qué mejor manera de respetarlos que dejarlos vivir en su hábitat y bajo sus propias reglas.

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El misterio de la letal ‘abuelita’ francotiradora soviética que Stalin borró de la historia…


Nina Petrova
Nina Petrova 

abc(M.P.Villatoro) — Se llamaba Nina Petrova y, según la Unión Soviética, segó la vida de 122 soldados germanos, aunque algunas fuentes se limitan a atribuirle un centenar.

Para su desgracia, no pudo disfrutar de las mieles del éxito tras la Segunda Guerra Mundial, pues murió en extrañas circunstancias mientras viajaba en un automóvil ZIS-5 que cayó por un barranco durante 1945.

colmo, su avanzada edad provocó que el aparato de propaganda de Iósif Stalin escondiera su historia durante la contienda. Así lo corrobora el autor John Walter en ‘Snipers at War: An Equipment and Operations History’, donde especifica que el gobierno de la URSS prefería popularizar la imagen de guerreras con veinte primaveras en lugar de favorecer a las más veteranas.

Según explica Walter en su obra, Petrova nació en la ciudad de Oranienbaum, hoy Lomonosov, el 27 de julio de 1893. Poco después se trasladó hasta Leningrado, donde sufrió un duro golpe familiar. «Su padre murió, dejando a su madre al cargo de cinco hijos», añade.

La falta de dinero de la familia de Nina hizo que la pequeña tuviera que cuidar de sus hermanos desde su misma infancia. Tras graduarse en la escuela se mudó a Vladivostok, donde trabajó como mecanógrafa en el astillero de Revel, como bibliotecaria en Svistroje y como contable en Golov.

A la postre, nuestra protagonista tuvo una hija y regresó a Leningrado. Allí consiguió un empleo como instructora en la sociedad deportiva ‘Spartacus’.Noticia Relacionada

La intriga no se destapó hasta setenta años después, gracias a las conversaciones con diferentes dirigentes políticos que el Papa mandó grabar durante la Segunda Guerra Mundial

Así lo afirma el mismo autor, quien señala además que era una gran deportista que amaba los paseos a caballo, los viajes en bicicleta, la natación, el baloncesto y el patinaje. Por entonces todavía no había disparado un arma. Pero eso se solucionó rápido. En los años treinta, poco antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, puso a prueba su puntería.

La decisión no pudo ser más acertada ya que, en pocos meses, ganó varios premios de tiro –en uno de ellos le obsequiaron con un pequeño fusil de precisión– y recibió el distintivo ‘Listo para el trabajo y la defensa de la URSS’.

Tal día como hoy murió Nina Petrova, francotiradora antinazi de la II  Guerra Mundial – DiarioVea

La excelente puntería de Nina atrajo a los oficiales del Ejército Rojo antes incluso de que Hitler iniciara la Operación Barbarroja y asolara con sus carros de combate las gélidas estepas rusas.

A estos no les debieron parecer poca cosa sus muchos premios, pues la convirtieron en instructora allá por 1936, año en que formó a un centenar de pupilos en el noble arte de destrozar las cabezas de los enemigos desde la distancia.

Tres años después demostró su valía cuando el camarada Stalin libraba su particular contienda contra Finlandia en la llamada Guerra de Invierno.

La misma en la que la ‘Muerte blanca’. el tirador de élite Simo Häyhä, sembró el caos entre las tropas rusas.

Cuando comenzó la Gran Guerra Patria, esta experta francotiradora no estaba obligada a servir en el ejército debido a su avanzada edad. Sin embargo, decidió unirse por propia voluntad a la 4ª División de la Milicia Popular, aunque solo le permitieron hacer las veces de enfermera.

Un año después, sin embargo, la situación era diferente: la escasez de soldados capaces de enfrentarse a los nazis hizo que Nina se uniera a las filas del 284º Regimiento de Infantería como tiradora de élite. Con todo, y aunque estuviera en el frente de batalla, jamás dejó de entrenar a sus camaradas francotiradores.

De hecho, se le atribuye el adiestramiento de más de medio millar de soldados durante el conflicto.

– A combatir

Por si fuera poco, y según explica Michael Jones en su obra ‘Total War, From Stalingrad to Berlin’, se convirtió en la única mujer en combatir en el frente de Leningrado. Este autor rebaja considerablemente el número de soldados que Nina entrenó hasta los 150, pero, de igual modo, incide en que era una de los maestras de tiro mejor consideradas del Ejército Rojo.

Poco después dirigió incluso una unidad de mujeres francotiradoras asignada al 284º Regimiento de Fusileros –la que, a su vez, pertenecía a la 86ª División de Fusileros de la Unión Soviética– y se especializó en organizar los disparos de la artillería pesada.

El asedio de Leningrado supuso para Nina una verdadera recolección de medallas. Quizá porque le motivaba el odio hacia unos teutones que esperaban ansiosos que los habitantes de la ciudad murieran de hambre. Sin embargo, de la que más orgullosa estuvo fue de la ‘Orden de la Gloria’.

Tal fue su felicidad por obtenerla, que no dudó en escribir a su hija y a su nieta en 1944 para contarles la buena nueva: «Mi querida, querida hija. Estoy cansada de pelear. Ya es el cuarto año en el frente. Preferiría terminar esta maldita guerra y regresar a casa.

¡Quiero abrazarte y besar a mi querida nieta! Tal vez vivamos para ver este día feliz. Pronto recibiré la ‘Orden de la Gloria’ de Primer Grado y, así, esta abuela se convertirá en un ‘caballero’ hecho y derecho».Noticias relacionada.

Nina Petrova, la mejor francotiradora anti-nazi de la II Guerra Mundial –  DiarioVea

Con todo, antes de recibir el premio tuvo que pasar un curioso examen debido a que uno de sus superiores no creyó que pudiera tener 50 años.

«El 14 de marzo de 1945, el general Fedyuninsky, comandante del 2º Ejército de Asalto, le otorgó a Petrova la Orden de Gloria en persona.

Mientras firmaba las listas de premios, se dio cuenta de lo que creía que debía ser un error: la sargento Nina Petrova, francotiradora, que iba a recibir la Orden de Gloria de Primera Clase, parecía tener cincuenta y dos años» , explica.

En palabras de la autora, el oficial convocó a su jefe de personal y le pidió conocer a esta guerra. «Petrova apareció con unos pantalones acolchados muy desgastados porque no tenía nada más que ponerse. Rechazó un caso de vodka, por lo que tomaron un café y hablaron sobre su vida y su carrera en el frente», añade la experta.

En lo que coinciden todas las fuentes es en que sorprendió tanto a Fedyuninsky que este le hizo un curioso presente: un fusil de francotirador nuevo y una mira telescópica.

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«Hasta ese momento, intentaban verter agua por las ventanas»: cómo se creó la primera brigada de bomberos del mundo hace 200 años…


Grabado de James Braidwood
El primer jefe de bomberos de Edimburgo fue el inspector de construcción de 23 años James Braidwood.

BBC News Mundo(M.Kinniburgh) — En el siglo XIX, el centro de la ciudad de Edimburgo estaba repleto de edificios, muchos de ellos construidos de madera.

La mayoría de las empresas y hogares dependían del fuego para cocinar, calentarse y realizar todo tipo de trabajos.

Pero cuando el fuego se salía de control, inevitablemente se propagaba rápidamente por las estrechas calles y callejones de lo que ahora llamamos el casco antiguo.

Algunas personas tenían sus propios cubos contra incendios, y aquellos que podían permitírselo pagaban a compañías de seguros con vigilantes para dar la alarma y equipos para apagar los incendios.

Era un sistema muy fragmentado y a menudo fracasaba.

El comisionado de policía de Edimburgo, encargado de mantener el orden en la ciudad, denunció que los bomberos estaban mal equipados, mal organizados, mal entrenados y no estaban adecuadamente formados.

Las compañías de seguros comerciales, por su parte, competían por negocios y a veces incluso se peleaban por el suministro de agua.

Su función era principalmente de salvamento: cuanto más pudieran salvar del incendio, menor sería la reclamación al seguro por parte del asegurado.

Dave Farries
Dave Farries fue bombero y ahora cuenta la historia de cómo nació todo.

«Era algo que se hacía a la ligera, arrojando agua al humo y esperando que todo saliera bien«, dice el historiador de incendios Dave Farries del Museum of Scottish Fire Heritage.

«En lo que respecta al seguro, los bomberos que luchaban contra los incendios a veces terminaban peleándose por el suministro de agua.

«Nadie iba al incendio para intentar apagarlo, simplemente intentaban verter agua a través de las ventanas con baldes, en su mayoría sin éxito y la mayoría de las propiedades se quemaban».

– El Gran Incendio

Farries pasó 55 años como bombero y voluntario y ahora es embajador en el museo de Edimburgo.

Cuenta que en 1824, una serie de grandes incendios en el casco antiguo de la ciudad llevaron a las autoridades a buscar una mejor forma de organizar la lucha contra incendios en la ciudad.

Ese otoño el Gran Incendio de Edimburgo ardió durante cinco días.

Trece personas murieron y cientos se quedaron sin hogar después de que sus edificios superpoblados y abarrotados fueran destruidos.

El Cuerpo de Bomberos de Edimburgo fue el primer cuerpo de bomberos del mundo financiado por la ciudad y gratuito para el público.

El primer jefe de bomberos de la ciudad fue James Braidwood, un inspector de construcción de 23 años considerado hoy el «padre del servicio de bomberos moderno».

Una bomba de agua manual de 1824 del Cuerpo de Bomberos de Edimburgo
Una bomba de agua accionada manualmente del año de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Edimburgo, expuesta en 2012 en el Museo del Servicio de Bomberos y Rescate de Lothian and Borders (ahora Museum of Scottish Fire Heritage).

Braidwood organizó un servicio mucho más coordinado y eficiente que incluía mejor entrenamiento, preparación física y comunicaciones.

Ayudó a diseñar y desarrollar equipos a medida, desde cascos especiales con protección para el cuello hasta el primer camión de bomberos de Escocia, tirado por bomberos.

Doce personas trabajaban en el aparato contra incendios, accionando la manija 24 veces por minuto.

A los miembros del público que ayudaban les pagaban y les daban cerveza gratis.

Los primeros bomberos fueron reclutados entre trabajadores manuales, incluidos pizarreros, carpinteros y albañiles, de entre 17 y 25 años, porque sabían de construcción de edificios.

«Entran más fácilmente en el espíritu del negocio y se entrenan más fácilmente», escribió Braidwood.

Elogiaba a sus hombres si cuidaban bien el camión de bomberos, pero los multaba si no lo hacían.

– Renombre mundial

«Creó un cuerpo de bomberos que alcanzó renombre mundial», señala Farries, refiriéndose a Braidwood.

«Gente de todas las Islas Británicas y del extranjero fue a Edimburgo para ver cómo funcionaba.

«Luego, en 1830, a instancias de diferentes personas, Braidwood escribió un libro sobre cómo lo hizo, cómo entrenó a sus bomberos en materia de aparatos contra incendios, y eso se convirtió en una biblia para los bomberos«.

Bomberos posando con sus carros y escaleras frente a un edificio
Los cuerpos de bomberos de todo el país imitaron al cuerpo de bomberos de Edimburgo. Éste es el de Inverness en 1910.

«James Braidwood introdujo una serie de métodos, tanto en términos de cómo combatían los incendios como en términos de equipamiento», dice Tania Dron, de Mercat Tours de Edimburgo.

«Hasta ese momento no se entraba en los edificios para apagar incendios; se apagaban desde fuera.

«Entrenó a la gente para que realmente entrara.

«Desarrolló nuevos equipos y también se aseguró de ser una figura de autoridad en Edimburgo que era reconocida, de modo que cuando se producía un incendio, él era el que estaba a cargo.

«Hoy todo el mundo está muy agradecido por los servicios de bomberos que tenemos y por su trabajo, pero creo que es fácil olvidar de dónde vino todo eso y muy poca gente se da cuenta de que vino del centro de la ciudad de Edimburgo«.

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La Espada de Goujian, encontrada en 1966, no se oxidó ni perdió el filo en 2.500 años…


L.B.V.(J.Álvarez) — Entre 1965 y 1966, durante una cata arqueológica en los alrededores de la capital del antiguo reino chino de Chu, se descubrieron y excavaron medio centenar de enterramientos acompañados de ajuares funerarios.

Entre los miles de objetos recuperados figuraba una insólita espada de bronce, que, gracias a estar guardada en una funda de madera, presentaba un excelente estado de conservación, apenas afectada por el agua que inundaba la tumba.

El arma, expuesta hoy en el Museo Provincial de Hubei, es magnífica, con ricas incrustaciones e inscripciones en la hoja que permiten identificar a su dueño y, consiguientemente, darle nombre: la Espada de Goujian.

Goujian fue el soberano de Yue, un reino de la zona sudoeste de la actual China, extendida en torno a la zona baja del río Yangtsé. Vivió a finales del penúltimo período de la Edad Antigua china, el que se conoce como de las Primaveras y Otoños (722-481 a.C.), y accedió al trono al suceder a su padre, Yunchuang, en el 496 a.C.

Casi inmediatamente se vio envuelto en una guerra con el vecino estado de Chu, entonces llamado Jing o Jingchú, que se extendía por el sur y centro interiores con capital en Ying, en lo que hoy son las provincias de Hubei y Hunan. La razón del conflicto, cuentan las crónicas, estuvo en el asilo que Yunchang concedió a una princesa de Yue que, casada con un príncipe de Wu, decidió huir y regresar a su país.

La historia recuerda un poco la de Helena de Troya, al fin y al cabo una forma legendaria muy común para explicar los orígenes inciertos de contiendas largas. El caso es que Chu era un estado fuertemente militarista que había ido ensanchando sus fronteras a costa de los reinos de su entorno; de hecho, uno de sus gobernantes, el rey Zhuang, está incluido en las listas de lo que se conoce como uno de los Cinco Hegemónicos, es decir, los mandatarios chinos más fuertes de su época.

El problema estaba en que Goujian también formaría parte de esa relación, así que el choque era inevitable tarde o temprano.

El primer desencuentro fue cuando Fuchai, último rey de Wu, (un estado situado al norte de Yue), inició una campaña contra el recién entronizado Goujian para vengar a su padre Helu, fallecido durante un intento de conquista de Yue. Fuchai salio victorioso e incluso tuvo prisionero a su adversario durante tres años, al término de los cuales lo dejó libre para restablecer el statu quo, convencido de que ya no suponía un peligro.

La Espada de Goujian

Se equivocaba. Goujian dedicó una década a reconstruir su reino con la ayuda de importantes ministros como Wen Zhong, que había sido el regente de facto en ausencia de su señor, o Fan Li, quien había permanecido junto al monarca en su cautiverio y a la vuelta impulsó una serie de reformas que enriquecieron al país y a él mismo (y, por cierto, se casó con Xi Shi, considerada una de las mujeres más bellas de la historia de China).

Con Yue transformado en una potencia económica y militar, Goujian consideró llegado el momento de tomarse la revancha y se enzarzó con Wu en una guerra discontinua que al final terminó ganando, anexionándose el territorio enemigo; el príncipe heredero, You, murió en combate y su padre Fuchai, que había descuidado el gobierno para llevar una vida disipada, se suicidó.

Dado que Wu también estaba en conflicto con Chu, éste quedó de pronto liberado de un frente y pudo centrar sus esfuerzos en expandirse a costa de los territorios de su vecino del norte, Chen. Todas esas luchas determinaban el inicio de una nueva etapa en la evolución histórica china, la de los Reinos Combatientes (481-212 a.C.)

El ejército de Yue era temible y a menudo ganaba sus batallas recurriendo a la presión psicológica, pues, cuenta la tradición, ponía en primera línea a los reos de pena capital para que, a cambio de la promesa de cuidar a sus familias, se degollasen a sí mismos horrorizando al enemigo (otra versión dice que la traducción correcta no hablaría de presos condenados a muerte sino de soldados dispuestos a morir). Asimismo, disponía de algo tan poco habitual entonces como una flota de guerra y alcanzó fama la calidad de las armas que fabricaba. Pero todo tiene un final y ese rey falleció en el año 465 a.C. Sus sucesores pudieron mantener el nivel durante seis generaciones pero, en el 306 a.C., Chu terminó invadiendo Yue con la ayuda de Qi y se lo repartieron.

La Lanza de Fuchai

Probablemente fue así cómo la Espada de Goujian apareció en Jiangling, Hubei, zona perteneciente a Chu hace dos milenios y medio.

Concretamente, en el llamado Sitio 1 de Wangshan, a siete kilómetros de lo que antaño era Ying, la capital de Chu, hoy rebautizada Jinancheng. Formaba parte del ajuar de una de las cincuenta tumbas excavadas entre 1965 y 1966, junto a un ataúd con un esqueleto que, sin embargo, no era el de Goujian.

Se la llamó así porque en la hoja tiene una inscripción en dos columnas con ocho caracteres de un tipo de escritura de sello conocida como Pájaro-Gusano, una evolución de la de huesos oraculares, que se hizo popular en los reinos meridionales a finales del período de las Primaveras y Otoños, alcanzando su esplendor en el siguiente para después dar paso a la de sello pequeño.

La escritura Pájaro-Gusano se llama así por lo intrincado de sus trazos.

Suele encontrarse en objetos, más que en documentos: armas, calderos, azulejos…

Un ejemplo muy oportuno de citar podría ser la Lanza de Fuchai, que también se encontró en Jiangling pero más tarde, en 1983; en su hoja se aprecia la leyenda «El rey Fuchai de Wu hizo esta lanza para su uso personal».

Es prácticamente la misma que se puede leer en la espada, sólo que cambiando el arma y el propietario: «El rey de Yue hizo esta espada para su uso personal».

Falta el nombre exacto pero es que inicialmente no se pudieron identificar dos de los seis caracteres, algo que originó un intenso debate entre arqueólogos, historiadores y lingüistas hasta que finalmente se aceptó que era Goujian.

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Guía práctica para orientarse en el infierno…


gustave dore

JotDown(J.Bilbao) — Con el debido respeto, estimado lector, el —esperemos lejano— día en que muera muy probablemente irá de cabeza al infierno.

Usted conoce mejor que nadie su propia vida y sabe por tanto los motivos.

Así que no le vendrá mal cierta información básica sobre las características del lugar que le acogerá por toda la eternidad.

Al fin y al cabo, según un cálculo hecho público hace unos años por la Iglesia Bautista Sureña el 46,1% de los seres humanos iremos al infierno (qué curiosa la apariencia de rigor y verosimilitud que adquiere cualquier cosa cuando se expresa en porcentajes).

Una creencia común a la gran mayoría de religiones es la de que poseemos una o varias almas dentro del cuerpo, que al morir va a un Más Allá en el que —también según un buen número de doctrinas— será recompensada en un cielo o castigada en un infierno en función de su comportamiento en este mundo.

Así que lo primero es ver qué hacemos con el cuerpo que dejamos atrás. Sobre las circunstancias y diferencias culturales que rodean a un enterramiento no me extenderé mucho porque para ello está la excelente serie A dos metros bajo tierra.

Se trata de una práctica ya llevaba a cabo por los neandertales y que de acuerdo a la tradición cristiana debe hacerse con el muerto tumbado, dado que la posición vertical facilita la entrada en el infierno.

Pero en las últimas décadas está ganando terreno en los países occidentales la incineración, tras la cual se guardan las cenizas en una urna, se esparcen en el mar, en la montaña o, como cierto empleado del Museo Británico, se pide a un amigo que se lancen a los ojos del antiguo jefe del finado.

Ahora bien, ¿Qué ocurre entonces con la ancestral costumbre de vestir al difunto con sus mejores ropas y hacerlo acompañar en su ataúd de riquezas y objetos útiles para el otro mundo, si todo va directo al fuego?

Aparentemente nada, continúa intacta. Según el testimonio del trabajador de un crematorio recogido en Bailando sobre la tumba por Nigel Barley “he visto a viudas introducir subrepticiamente un paquete de las galletas favoritas del difunto; o cuando no es eso, son las gafas de repuesto o la dentadura. No se imagina usted la cantidad de tubos de fijador dental que pasan por aquí cada semana. La gente mayor siempre se acuerda de eso”.

Mal hecho, aunque esté inspirado por la mejor intención. Ya vaya uno al cielo o al infierno, un fijador dental no le resultará especialmente útil. Lo que el muerto sí necesitará —y explicaremos a continuación por qué— serán unas monedas, repelente antiinsectos, buen calzado, una cantimplora, una linterna, una cuerda y un pollo de goma con polea (bueno, esto último no es realmente imprescindible, pero nunca se sabe).

Si bien todo lo anterior será de utilidad ante un infierno como el descrito por Dante… ¿Qué ocurre si al final la religión cristiana no es la única, buena y verdadera?, ¿y si quienes acaban dando en el clavo son los zoroastristas, los vikingos o los budistas? Mejor ser prudentes, así que hagamos un breve repaso de lo que puede esperarnos.

  • Diferentes infiernos, a cada cual peor

Los antiguos egipcios por su parte lo que preferían introducir en la tumba de los difuntos (en las de aquellos de elevado estatus, al menos) era su propia guía práctica para orientarse en el más allá, a la que llamaban El libro de los muertos.

Un compendio de consejos para desenvolverse durante el viaje por el inframundo, que consistía básicamente en acudir al salón del trono de Osiris, donde uno debía declararse inocente ante él y ante los 42 magistrados que le ayudaban en la tarea de juzgar a las almas.

Entonces Anubis extraía el corazón del acusado y lo ponía en una balanza en cuyo otro platillo se ponía una pluma de la diosa Maat. Si el corazón pesaba más es que algo malo guardaba y el siguiente paso era convertirse en el almuerzo de la Devoradora de Muertos.

Al parecer había algún conjuro para sortear esa prueba, si alguien está especialmente preocupado al respecto puede leer aquí un fragmento del citado libro, no sé si se entenderá bien la letra.

Como veremos, es recurrente en multitud de mitologías y narraciones la idea de uno o varios jueces decidiendo tras la muerte si esa alma debe ir al cielo o al infierno.

En el décimo libro de La República Platón narra la historia de Er, un guerrero cuya alma salió de su cuerpo tras morir en el campo de batalla para llegar a un pradera con dos aberturas en el suelo y otras dos en el cielo, en medio varios jueces decidiendo por cuál debía entrar cada alma según sus pecados.

Tras mil años de viaje las almas salían por la otra abertura y se saludaban con otras en una fiesta que tenían montada en la pradera durante siete días seguidos,  donde “unas contaban sus aventuras gimiendo y llorando al recordar los males de toda índole que habían sufrido y visto sufrir en su viaje subterráneo, viaje de mil años de duración, y, a su vez, las que venían del cielo hacían el relato de placeres deliciosos y espectáculos de una belleza infinita”.

Por alguna misteriosa razón Er no bebió agua del Leteo —el río del olvido— a diferencia de otras almas y pudo volver a su cuerpo, justo cuando estaba ya en la pira a punto de ser incinerado.

Hay un término griego para definir esta clase de narraciones, Katabasis, en las que el protagonista desciende a los infiernos para luego volver al mundo de los vivos y contarnos lo que vio.

Son tan frecuentes —no sólo en la cultura griega, sino en otras muy distantes— que parece más fácil darse una vuelta por el infierno que adentrarse en una barriada gitana especializada en el narcotráfico.

Así tenemos la catábasis de Perséfone, raptada por Hades; la de Orfeo en busca de Eurídice, que modernamente cantó Rilke; la de Heracles en uno de sus doce trabajos; la de Ulises en La Odisea; la de Eneas en La Eneida; Endiku en la epopeya de GilgameshMahoma tuvo también su viaje al Más Allá y hasta el mismo Jesucristo tiene una catábasis apócrifa, el Evangelio de Nicodemo, en la bajó con tal ímpetu que provocó un terremoto en el séptimo infierno. Incluso historias contemporáneas como la magnífica Apocalipsis Now podrían en cierta forma inscribirse en este género.

Demonios haciendo una paella con los condenados
Demonios haciendo una paella con los condenados

Hasta en China hay un ejemplo de ello: La narración de Lo Mou-teng, de finales del siglo XVI. Trata sobre un oficial chino que en una expedición a La Meca llega a la costa de un insólito lugar formado por seres mitad animales y mitad humanos, entre los que se encuentra a su difunta esposa, ahora casada con el Señor de los Muertos.

Éste lo invitará a recorrer el infierno, franqueado por un río de sangre cuyo puente sólo puede ser atravesado por quienes han sido buenos. Los malos deberán atravesarlo a nado mientras luchan contra serpientes de bronce y perros de hierro. Tras él se encuentran diez tipos de fantasmas (clasificados como ávaros, derrochadores, suicidas, mendigos o de dientes irregulares, entre otros).

Una vez se llega al Palacio del Resplandor Espiritual, ve en su interior diez habitaciones con cada uno de los infiernos, divididos entre purgatorios para gente honorable e infiernos horrísonos para aquellos que hubieran pecado contra alguna de las ocho virtudes confucianistas. En la parte trasera había además otros 18 infiernos.

Por lo que parece, uno en el infierno lo pasará mal pero no por falta de espacio.

Si bien todos los infiernos descritos en todas épocas y lugares son… eh… un infierno, hay uno tan rematadamente disparatado que merece una mención especial. Se trata del descrito en El libro de Arda Viraf, perteneciente al zoroastrismo. No se conoce la fecha exacta en que fue escrito, pero se estima que es de la época del imperio sasánida, entre el siglo III y el VII d.C.

En él, se narra cómo Arda Viraf es elegido para viajar al inframundo y comprobar así si las enseñanzas del zoroastrismo son correctas. Tras el debido trance inducido por drogas, vuelve con los suyos y describe toda clase de tormentos:

«También vi el alma de una mujer quien estaba suspendida, colgada de sus pechos, en el infierno; y criaturas nocivas rondaban alrededor de todo su cuerpo. Y pregunté así: ‘¿Qué pecado fue cometido por este cuerpo, cuya alma sufre tal castigo?’ Srosh el pío, y Adar el ángel, dijeron así: ‘Esta es el alma de aquella condenada mujer quien, en el mundo, dejó a su propio marido, se entregó a otro hombre  y cometió adulterio.»

No estoy seguro de si esta escena resultará espantosa para todo el mundo, tal vez más de uno encontrase ahí su particular paraíso…

Otros tormentos consisten en comer excrementos, tener estacas de madera clavadas en los ojos, pasar la lengua por un horno caliente o que sapos, escorpiones, moscas y gusanos entren por boca, nariz y orificios inferiores. El consuelo de este pestilente infierno es que al menos no es eterno, como otros, ya que cesa con la renovación del mundo.

Williams
Semen de demonios salpica las bocas de mujeres atadas boca abajo en el infierno zoroástrico

Según lo descrito por Arda a los sodomitas les espera el empalamiento.

A las mujeres infieles beber copas rebosantes de excrementos.

A otro que tuvo relaciones sexuales con una mujer que estaba menstruando, se le vertía constantemente en la boca tales líquidos, además de haber tenido que cocinar y comerse a su propio hijo.

Caminar descalzo supone como castigo que te arranquen los brazos y las piernas (esto lo veo bien, mira).

A una mujer que con su locuacidad atormentaba a su marido le cortaron la garganta para que le saliera la lengua por el cuello.

Aquellas que se negaron a complacer sexualmente a sus maridos eran colgadas boca abajo y se salpicaban sus bocas y narices con semen de demonios.

Asimismo robar, mentir, matar, ensuciar el agua con inmundicias, no obedecer al gobierno, maquillarse y ahorrar mucho dinero también eran gravísimos pecados que se pagan con toda clase de imaginativos tormentos.

Otro infierno, algo menos obsceno, es el descrito en Las mil y una noches:

“Alá fundó un infierno de siete pisos, cada uno encima de otro y cada uno a una distancia de mil años del otro.

El primero se llama Yahannam, y está destinado al  castigo de los musulmanes que han muerto sin arrepentirse de sus pecados; el segundo se llama Laza, y está destinado al castigo de los infieles; el tercero se llama Yahim, y está destinado a Gog y a Magog; el cuarto se llama Sa´ir, y está destinado a las huestes de Iblis; el quinto se llama Sakar, y está preparado para quienes descuidan las oraciones; el sexto se llama Hatamah, y está destinado a los judíos y a los cristianos; el séptimo se llama Hauiyah, y ha sido preparado para los hipócritas.

El más tolerable de todos es el primero; contiene mil montañas de fuego, en cada montaña setenta mil ciudades de fuego, en cada castillo, setenta mil casas de fuego, en cada casa, setenta mil lechos de fuego, y en cada lecho, setenta mil formas de tortura. En cuanto a los otros infiernos, nadie conoce sus tormentos, salvo Alá el Misericordioso.”

Esta última frase no es del todo cierta ya que el propio Corán hace una breve descripción de los tormentos que esperan a los pecadores:

(14,19-20. Sura Ibrahim: Vers. de Abraham)

Los que no creen en nuestros signos
les quemaremos con el fuego.
Cada vez que su piel sea ceniza,
le daremos otra para que no deje
de sentir el suplicio.

(78,21-26. Sura An Nabaa: Vers. de la noticia)

Detrás de cada uno de ellos está el Infierno,
donde tendrán como bebida agua mezclada con pus
que beberán a tragos;
pero se les atragantarán en la garganta

(2, 75. Sura Al bacará: Vers. de la vaca)

Y estarán quemados por un fuego ardiente.
Y beberán en un manantial de llamas.
Y no tendrán otro alimento, excepto espinas,
que ni les nutrirá ni apagará su hambre.

El infierno japonés por su parte se llama Jigoku, y su soberano Emma O, que juzga las almas de los hombres —mientras que de las mujeres se encarga su hermana— y los envía en función de la gravedad de sus faltas a alguno de los dieciséis infiernos, ocho de fuego y otros ocho de hielo.

Dicho sintoísmo establece además que habrá un gran espejo en el que cada uno podrá ver reflejados sus pecados, un poco a la manera de El retrato de Dorian Grey.

Mientras que el Naraka o infierno de los hinduistas está gobernado por Yama y tiene tres puertas —la Lujuria, la Cólera y la Avaricia— y siete habitaciones en las que distribuir a los pecadores según cómo tengan su karma para ser castigados de muy diversas maneras:

unos son arrastrados sobre hachas cortantes; otros están condenados a pasar por el ojo de una aguja; éstos sufren que  un buitre les roa los ojos, aquellos que los cuervos picoteen su cuerpo”.

El infierno de la mitología nórdica tiene una particular belleza poética, al menos según la descripción que hacen de él Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en su Libro del cielo y el infierno:

«El Niflheim o infierno fue abierto muchos inviernos antes de formar la tierra. En medio de su recinto hay una fuente, de donde salen con ímpetu los ríos siguientes: la Congoja, la Perdición, el Abismo, la Tempestad y el Bramido. A orillas de estos ríos, se eleva un inmenso edificio cuya puerta se abre por el lado de la medianoche y está formado de cadáveres de serpientes, cuyas cabezas vueltas hacia el interior, vomitan veneno, del cual se forma un río en que son sumergidos los condenados.

En aquella mansión hay nueve recintos diferentes: en el primero habita la Muerte, que tiene por ministerios al Hombre, la Miseria y el Dolor; poco más lejos se descubre el lóbrego Nastrond o ribera de los cadáveres, y más lejana una floresta de hierro en la que están encadenados los gigantes; tres mares cubiertos de nieblas circundan esta floresta y en ella se hallan las débiles sombras de los guerreros pusilánimes.

Sobre los asesinos y perjuros vuela un negro dragón, que los devora y los vomita sin descanso y expiran y renacen a cada momento entre sus anchos ijares; otros condenados son despedazados por el perro Managarmor que vuelve a derecha e izquierda su deforme y asquerosa cabeza; y alrededor de Nifleim giran de continuo el lobo Fenris, la serpiente Mingard y el dios Loke, que vigila por la continuidad de las penas impuestas a los malos y a los cobardes.»

  • El infierno de Dante
gustave dore dante

De todas las descripciones de lo que nos espera según cómo nos portemos la más minuciosa e imaginativa es sin duda la de La divina comedia, una obra cumbre de la literatura universal. Dante va topografiando palmo a palmo el infierno con la precisión de Google Maps guiándose siempre por las  dos grandes referencias de su tiempo: la cultura grecorromana y el cristianismo.

La narración comienza con el protagonista, Dante, perdido en el bosque tras haber tenido que huir de una pantera, un león y una loba.

Allí se le aparece el poeta Virgilio, alma ilustre que vive para la eternidad en el limbo, que ha recibido el encargo de la amada de Dante —Beatriz, que vive allá en lo alto haciéndole compañía a Dios— de que lo guíe por a través de todos los niveles del infierno, el purgatorio y el cielo para que ambos puedan reunirse de nuevo.

Una vez traspasadas las puertas del infierno, en el vestíbulo, Dante y Virgilio se cruzan con las almas en pena que no han sido admitidas ni en el cielo ni en el infierno. De natural envidioso del destino de otras, vagan desnudas siendo aguijoneadas eternamente por mosquitos y avispas, cuya sangre mezclada con sus lágrimas era recogida a sus pies por asquerosos gusanos.

Mejor no ir con sandalias por ahí. Pronto llegan al río Aqueronte, donde un barquero de nombre Caronte lleva a las almas al otro lado a cambio de una moneda. Puesto que Dante no está muerto el barquero se niega a ayudarle a cruzar el río.

Ahí es cuando un pollo de goma con polea podría haber sido de gran utilidad, pero el narrador prefiere desmayar a su protagonista y hacerlo despertar en el otro lado, sin dar mayores explicaciones.

Virgilio le muestra entonces el primer círculo del infierno (ya que al igual que todo el universo en su conjunto, el infierno se organizaba por círculos superpuestos) que es el Limbo. Allí viven los niños que no han sido bautizados y hay que estar atento porque se ven también muchas celebridades: los hombres ilustres de otros tiempos previos al cristianismo.

No se está nada a disgusto en este lugar, aunque la pena de todos ellos es vivir con un deseo sin esperanza.

Siguiendo el camino se llega al segundo círculo, donde se halla a Minos, juez del infierno que rechinando los dientes juzga a cada alma y según las vueltas que de a su cola las envía a uno u otro círculo del infierno, dependiendo de la gravedad de sus pecados.

Tras él se llega a un lugar que está a oscuras y donde vagamente puede el ojo ver torbellinos que arrastran eternamente en vuelo a los pecadores carnales. Entre ellos encuentra a personajes destacados de la Florencia de la época (de la que Dante fue desterrado por rivalidades políticas), circunstancia que se repetirá en cada uno de los lugares que van visitando.

El autor de La divina comedia parece encontrar cierto placer en imaginarse a sus enemigos sufriendo tormentos eternos.

Tras él, en el tercer círculo, bajo una fría lluvia que no cesa jamás sufren sus penas los glotones, que viven atemorizados por Cancerbero, una bestia de tres fauces y muy mal carácter que no tiene nada que envidiarle a Plutón, feo como él solo y encargado del cuarto círculo, donde avaros y manirrotos reciben su castigo por no haber sabido gastar razonablemente en vida teniendo que luchar entre ellos tirándose fardos.

En el quinto círculo se llega a la Laguna Estigia, de aguas estancadas y malolientes, como todas las que pueden encontrarse en el infierno, por otra parte. Bajo la superficie pueden verse a los iracundos peleándose unos con otros, mientras los melancólicos a su lado hacen gárgaras.

Tras cruzar la laguna se llega a la ciudad de Dite o de Lucifer, también conocida como «La ciudad del dolor». Ante la negativa de los demonios a abrirles las puertas a Dante y Virgilio, éste debe solicitar apoyo aéreo, que un rato más tarde se aparece en forma de ángel y les allana el camino.

Como al profundizar en el infierno cada paso es peor que el anterior, lo siguiente en aparecer son las Furias y Medusa, una Gorgona cuyos cabellos son serpientes cuya mirada te deja de piedra.

El bosque de las arpías gustav doré
El bosque de los suicidas, también habitado por arpías

Pero el viaje debe continuar y en el sexto círculo llegamos a un cementerio, donde se encuentran a los herejes enterrados de cintura para arriba.

A partir de aquí ya nos encontramos a lo peor de lo peor: almas por las que Dante deja de sentir compasión, tales son las maldades que cometieron en vida.

Al comienzo del séptimo se halla el minotauro, al que Virgilio encabrona soltándole una burla, por lo que ambos deben huir corriendo de su envite hasta que llegan a un río lleno de sangre, donde se ahogan aquellos que fueron violentos contra el prójimo.

En torno a él corren centauros armados con arcos, vigilando que ningún alma se acerque a la orilla.

Cerca de allí ven un bosque, en el que los árboles son en realidad almas de suicidas y tras él, un desierto en el que llovían copos de fuego sobre las almas de aquellos que insultaron y desafiaron a Dios.

Encaja mal las críticas, por lo que se ve.

La pareja protagonista continuó su camino hasta que Virgilio tuvo que emplear una cuerda que llevaba Dante encima para poder bajar por una zona muy escarpada, hasta llegar a un monstruo volador llamado Gerión, que los ayudará a llevándolos en vuelo al octavo círculo.

Dividido en diez fosos vigilados por demonios con látigos, allí penan los fraudulentos de toda clase: aduladores sumergidos en estiércol; acusados de simonía enterrados cabeza abajo con los pies ardiendo; adivinos con la cabeza del revés, caminando de espaldas en castigo a su pretensión en vida de ver el futuro; falsificadores llenos de pústulas malolientes; corruptos que traficaron con cargos públicos sumergidos en una resina hirviente, que en cuanto asoman cabeza a la superficie algún demonio les pincha con un arpón; hipócritas que cargan con capas de apariencia dorada pero que en su interior son de pesado plomo… en fin, de todo se encuentran por ahí, hasta a un navarro, al que tienen particular interés en atormentar unos demonios que usan sus anos como trompetas.

Y por último, en el centro mismo de la Tierra, el noveno y último círculo. Tres gigantes, que representan a la estupidez, la rabia y la vanidad son los guardianes del lugar y uno de ellos les ayudará a llegar al lago helado, llamado Cocito. En este lago se encuentran atrapados aquellos que han cometido el peor de los males, que es la traición.

A medida que van caminando, Dante descubre de dónde proviene el frío viento que congela el lago: de las alas del mismísimo Lucifer, el emperador del doloroso reino. Tres cabezas tiene este gigante —negra, blanca y amarilla, como las razas humanas que habitaban la Tierra— y con cada una de esas bocas mastica a los tres mayores traidores de la historia: CasioBruto y Judas.

Escalofriante. Creo que todo esto que hemos descrito puede definirse sin temor a exagerar como auténticamente dantesco.

Todos los infiernos son a cada cual más horrible, así que no se ocurre mejor opción que postergar la muerte todo lo posible y cruzar los dedos para que el verdadero Averno al que acaben yendo nuestras almas descarriadas sea el del pastafarismo, en el que hay volcanes de cerveza hasta donde alcanza la vista, aunque a diferencia del Paraíso, esté caliente y sin gas.

Dante Gustave Cocytus

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Leonor Plantagenet: una reina inglesa en el trono de Castilla…


Minuatura en el folio 15 del ‘Códice 1046B: Tumbo Menor de Castilla’ que representa la donación real a la Orden de Santiago en el que aparecen la reina consorte de Castilla Leonor Plantagenet, el rey Alfonso VIII de Castillla, Pedro Fernández de Fuencalada, primer maestre de la Orden y Andrés de Loyo, prior del Convento de Uclés.

En septiembre de 1170 se celebraron en Tarazona (actual provincia de Zaragoza, España) los esponsales entre Alfonso VIII, rey de Castilla, y Leonor de Inglaterra. En aquel momento, el novio tenía catorce años. Ella, apenas nueve. Se convirtió entonces en reina de un territorio alejado de sus orígenes y ajeno a su educación que ya no abandonaría hasta su muerte, el 31 de octubre de 1214.

Leonor había nacido en septiembre de 1161, en el castillo de Domfront. Era hija de Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, y de la célebre Leonor de Aquitania, y hermana de los no menos famosos Ricardo “Corazón de León” y Juan “sin Tierra” (protagonistas de películas como Robin Hood o El león en invierno).

Poco se sabe de la infancia de la niña, salvo que su formación tuvo lugar en los grandes centros que la corona de los Plantagenet tenía en el continente, como Fontevraud, Angers o la ciudad aquitana de Poitiers. Precisamente, era el dialecto poitevino la lengua que hablaba cuando llegó a Castilla.

Crónica genealógica de los reyes de Inglaterra.
Crónica genealógica de los reyes de Inglaterra (s. XIV): Enrique II y sus hijos (British Library, Royal 14 B VI). 

Durante los cuarenta y cuatro años que duró su matrimonio, las fronteras del reino castellano avanzaron de manera significativa hacia el sur, dejando la Reconquista a las puertas de Andalucía tras la victoria de las tropas cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212).

En ese tiempo, además, fueron padres de una abundante prole, hasta el punto de que Leonor pudo alumbrar entre trece y catorce hijos. Algunos murieron siendo niños.

Otros ocuparon algunos de los tronos más destacados del momento: Enrique I y Berenguela reinaron en Castilla, Urraca fue reina consorte de Portugal, Leonor lo fue de Aragón, Blanca reinó en Francia por su matrimonio con Luis VIII y Constanza fue abadesa de Las Huelgas.

– El patrocinio artístico de Leonor de Inglaterra y Alfonso VIII

En el medio siglo que la pareja estuvo en el trono, el arte de los territorios que gobernaron asistió a profundos cambios. Las últimas manifestaciones del románico convivieron con la recepción de los primeros esquemas góticos, en un ambiente de efervescencia artística y cultural del que participó activamente el matrimonio real.

Juntos promocionaron algunos de los edificios más importantes del momento, como el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, el Hospital del Rey de Burgos y la catedral de Cuenca, en los que verían la luz algunas de las primeras soluciones góticas en edificios castellanos. Juntos, también, protegieron económicamente a reconocidos artistas que habían trabajado en el reino, como el maestro Garsión en Santo Domingo de la Calzada, Fruchel en Ávila o Ricardo en Burgos.

Monasterio de Las Huelgas (Burgos). Vista desde la cabecera.
Monasterio de Las Huelgas (Burgos). Vista desde la cabecera. 

Juntos, sí, aunque es obligado insistir en la trascendencia que tuvo la presencia de Leonor en Castilla en todo este proceso de renovación artística, al igual que la de algunos miembros extranjeros de su séquito.

Los estudios demuestran que la fundación de Las Huelgas se debió, en realidad, al empeño personal de la reina, en un deseo por emular el panteón dinástico que acababa de establecer su familia en la abadía de Fontevraud.

Por ello, tampoco extraña que pudiera ser decisión suya traer a un maestro inglés o aquitano, Ricardo, para dirigir su construcción.

Como ingleses debieron ser, igualmente, parte de los miniaturistas que iluminaron algunos de los manuscritos más bellos del último tercio del siglo XII, como la Biblia de Burgos (c. 1175) y el Beato de Cardeña (c. 1187), cuyas figuras alargadas, de formas suaves y elegantes, eran las habituales en los códices de la zona del Canal de la Mancha.

– También en solitario: la imagen de una reina

Pero la conexión de Leonor con el arte de su tiempo va más allá de las obras que promueve junto a su esposo. Leonor será la impulsora del culto a Tomás Becket en Castilla. Ella, en solitario, protegerá el altar dedicado al santo de Canterbury en la catedral toledana.

Del mismo modo, depende de su voluntad individual la creación de alguna de las primeras obras con la imagen del santo y el relato de su martirio, como es el caso del frontal localizado en la iglesia románica de San Miguel en Almazán (Soria).

Martirio de santo Tomás Becket. 'Frontal del Almazán' (Almazán, Soria).
Martirio de santo Tomás Becket. Frontal de Almazán (Almazán, Soria). 

Y, pese a que las fuentes solo nos indican que la reina era fermosa, contamos incluso con alguna imagen idealizada suya, como la que la representa de cuerpo entero, esbelta, coronada y portando un cetro vegetal en la mano, en un sello de cera conservado en el Archivo Capitular de Toledo.

O aquella otra, en el Tumbo Menor de Castilla, en la que, sentada junto al rey, coronada y nimbada como él, participa de la donación de la fortaleza de Uclés a la orden de Santiago.

– Leonor y las artes

Unas ricas estolas de seda decoradas con motivos heráldicos, conservadas en San Isidoro de León, llevan una inscripción que informa que fue la hija de Enrique de Inglaterra quien las bordó.

Estola y manípulo (Colegiata de San Isidoro de León).
Estola y manípulo (Colegiata de San Isidoro de León). Composición de la autora a partir de ‘Maravillas de la España medieval. Tesoro sagrado y monarquía, Catálogo de la Exposición’. Valladolid: Junta de Castilla y León, 2001, vol. II, p.129.

Aunque resulta complicado imaginar a una Leonor “artista” aguja en mano confeccionando estas dos piezas, lo que resulta indudable es que fue ella quien las encargó y las regaló.

Y al igual que sucede con el resto de ejemplos mencionados, estas estolas ponen de manifiesto, una vez más, que fue el gusto refinado de la reina, y su voluntad decidida por la promoción de las artes y de los artistas de su tiempo, uno de los vectores fundamentales ‒si acaso el más importante‒ que impulsaron el proceso de renovación artística y cultural que floreció en Castilla durante el reinado de Alfonso VIII.

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La Piedra del Destino tiene un misterioso pasado más allá de las coronaciones británicas…


El Príncipe Andrés se baja del estrado sobre el que descansa la Piedra de Scone, o Piedra del Destino, durante una ceremonia para reinstalarla en el Castillo de Edimburgo (Escocia). La losa de arenisca se ha utilizado en las coronaciones reales británicas durante siglos, pero sus orígenes están envueltos en la leyenda.

National Geographic(R.O´Connell) — Utilizada en las coronaciones británicas desde finales del siglo XIV, la Piedra de Scone es de origen y antigüedad desconocidos.

La leyenda sitúa esta losa rectangular en Palestina hace 3000 años, pero los científicos creen que es probable que proceda de Escocia. La piedra es uno de los tesoros más preciados de esta nación, donde se utilizó durante mucho tiempo para coronar a los reyes escoceses. Después, en 1296, fue robada por Inglaterra.

Hasta 1996, cuando finalmente fue devuelta a Escocia, la piedra residió en la Abadía de Westminster, donde reaparece ahora para la gran coronación de Carlos. Poco después, la piedra volverá a su hogar actual, el castillo escocés de Edimburgo.

Los turistas que visitan esta magnífica fortaleza, que se alza sobre la ciudad en lo alto de una colina, pueden admirar la piedra en la Sala de la Corona del castillo. O pueden arrodillarse ante una réplica en el fastuoso palacio de Scone, 53 kilómetros al norte de Edimburgo, donde el original formó parte de las coronaciones escocesas durante siglos.

En Edimburgo, Scone y Westminster, los viajeros establecen una conexión fugaz con el rompecabezas perdurable de un artefacto que ha sido robado dos veces, dañado repetidamente, mitificado sin cesar y discutido durante siete siglos.

La luna llena sale por detrás del castillo escocés de Edimburgo, donde se guarda la Piedra de Scone cuando no se utiliza para las coronaciones británicas.

– Piedra de leyenda

Un mito perdurable da a la piedra una historia aún más larga. Esta leyenda afirma que fue utilizada como almohada por el personaje bíblico Jacob, hace más de tres milenios, antes de ser trasladada de Palestina a Egipto, Italia, España e Irlanda, donde luego se apoderaron de ella los escoceses celtas.

Pero la Piedra, que es de arenisca, «no puede haber sido la almohada de Jacob porque habría sido de piedra caliza», el lecho rocoso de Tierra Santa, afirma el arqueólogo británico David Breeze, coautor del libro La Piedra del Destino: Artefacto e icono.

Después de que el rey Eduardo I conquistara Escocia en 1296, trasladó la piedra a la abadía de Westminster. «Más tarde fue colocada en la silla del rey Eduardo, sobre la que han sido coronados todos los soberanos ingleses y británicos desde finales del siglo XIV», explica la historiadora de la realeza británica Tracy Borman.

– Robo de la piedra

La última vez que se sacó la piedra para ejercer sus poderes de coronación fue con motivo de la coronación de la reina Isabel II en 1953. Sin embargo, estuvo a punto de perderse ese acontecimiento por culpa de una extraña travesura ocurrida tres años antes, en la que estuvo implicada la ciudad escocesa de Arbroath.

La piedra fue robada de Westminster, que ha acogido todas las coronaciones británicas desde 1066, y apareció en la abadía de Arbroath, del siglo XII, a unos 130 kilómetros al norte de Edimburgo.

Según Borman, este extraordinario robo no fue obra de ladrones profesionales. En su lugar, fue el burdo trabajo de cuatro estudiantes escoceses. Irrumpieron en el emblemático Westminster, arrastraron la piedra por el suelo y se la llevaron.

Isabel II se sienta en el trono durante su ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster, el 2 de junio de 1953. Tres años antes de la coronación, la Piedra de Scone fue robada y trasladada a la abadía de Arbroath, al norte de Edimburgo.

«Tras algunas negociaciones entre los Gobiernos escocés e inglés, la piedra fue trasladada a Londres a tiempo para la coronación de la reina Isabel II», explica Borman. «En 1996, en medio del creciente apoyo a la devolución de competencias a Escocia, el entonces primer ministro del Reino Unido, John Major, anunció que la piedra se conservaría en Escocia cuando no se utilizara en las coronaciones».

A su regreso a Escocia, la investigación científica estableció que la geología de la piedra era local, dice Dauvit Broun, profesor de historia escocesa en la Universidad de Glasgow. «Se ha sugerido que podría ser el mismo tipo de piedra que se encuentra cerca de la propia Scone», señala Broun.

– Vínculo con los reyes

Sin embargo, ni siquiera la ciencia más avanzada es capaz de descifrar completamente la piedra, afirma Ewan Hyslop, jefe de investigación y cambio climático de Historic Environment Scotland (HES). Este mes, la organización completó un estudio que incluía modelados en 3D y exámenes con rayos X que aportaban más pruebas de que el canto rodado parecía proceder de Scone. Pero Hyslop admitió que aún «no tenían todas las respuestas».

Junto con la procedencia de la piedra, el misterio rodea sus primeros usos. Según Kathy Richmond, jefa de colecciones y conservación aplicada del HES, los investigadores aún no han podido determinar con exactitud cuándo se asoció por primera vez a las coronaciones.

«Pero las leyendas en torno a su origen lo vinculan fuertemente con la realeza y el surgimiento de Escocia como nación», afirma. «Fuentes como el Scotichronicon atestiguan la celebración de ceremonias de investidura en Scone al menos desde finales del siglo IX».

El mito también grabó un poderoso mensaje en la superficie de la piedra. El cronista escocés del siglo XIV John of Fordoun afirmó que, antes de que los ingleses se apoderaran de ella, tenía inscritas estas palabras: «Mientras el destino juegue limpio, donde yace esta Piedra, los escoceses reinarán».

Durante muchos siglos, el destino fue duro. Pero ahora la Piedra de Scone vuelve a reposar orgullosa en la cuna del mejor castillo de Escocia, cuando no está en Londres bañada en la gloria reflejada de una coronación.

La Piedra de Scone descansa en la Silla de la Coronación de la Abadía de Westminster, donde se utiliza en las coronaciones reales desde el siglo XIV.

– Lo que hay que saber

Castillo de Edimburgo: a partir de junio, la Piedra del Destino volverá a exponerse en la Sala de la Corona del castillo. Esta fortaleza, la atracción más visitada de Escocia, está repleta de turistas durante todo el año, por lo que se recomienda reservar las entradas por Internet. Entrada: 22 euros para adultos, más 4 euros por una audioguía opcional.

Palacio de Scone: las visitas guiadas al ostentoso interior del Palacio de Scone cuestan 20 euros por adulto y explican que los vínculos de este lugar con la realeza escocesa se remontan a más de mil años. O por 13 euros, los turistas pueden simplemente pasear por los enormes y frondosos terrenos del palacio.

Abadía de Westminster: visita el interior de la antigua residencia de la Piedra del Destino, la Abadía de Westminster, que reabre al público el 8 de mayo, dos días después de la coronación de Carlos. Reserva en línea y prepárate para largas colas de entrada entre mayo y agosto, especialmente si la visita se realiza de 9.00 a 12.00. Entrada: 30 euros para adultos.

Abadía de Arbroath: debido a obras de mantenimiento, los turistas no pueden entrar en la abadía, pero pueden acceder a sus bonitos jardines y al centro de visitantes, que incluye una exposición sobre la historia del lugar. Entrada: 6 euros para adultos

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