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«Cuando conté que habían abusado de mí, me dieron una de las peores golpizas»: el drama de uno de los sobrevivientes del reformatorio de Florida que inspiró la película «Nickel Boys»…


Imagen de un grupo de internos de la escuela Dozier.
Imagen de un grupo de internos de la escuela Dozier.

BBC News Mundo(R.Abuchaibe) — El infierno de Johnny Lee Gaddy empezó cuando apenas tenía 11 años, una noche de 1957 en la que dos hombres se presentaron en la casa de su madre y le dijeron que «lo llevaban a ver al juez».

Gaddy creía saber por qué lo estaban buscando -solía escaparse de la escuela, huyendo de los niños que lo molestaban por su tartamudeo- pero, a pesar de su corta edad, no podía dejar de sentir que toda la situación era extraña.

Y por eso dijo mirando a su madre: «Mamá, los jueces no trabajan de noche».

Así comenzó la historia de abusos, trabajos forzados y maltrato que Johnny Lee Gaddy, hoy de 79 años, tuvo que enfrentar durante los 5 años que estuvo internado en la escuela correccional para niños Dozier de Florida, en EE.UU. y que cuenta en su libro They Told Me Not To Tell (Me Dijeron que no lo contara).

Cientos de niños como él estuvieron internados en Dozier desde que se inauguró en 1900 y, a pesar de que varios denunciaron lo que vivieron durante su estancia en la institución, su cierre no se produjo hasta el año 2011.

Luego de una investigación forense llevada a cabo por la la Universidad del Estado de Florida (FSU) en 2013, se concluyó que al menos 100 niños murieron en las instalaciones de Dozier y sus cuerpos se enterraron allí.

Fue tal el nivel de los abusos que ocurrieron en Dozier, que en 2017 el Senado del estado de Florida aprobó una declaración en la que se pedía disculpas a las víctimas por lo ocurrido en una institución que estaba a cargo del gobierno. El año pasado, el gobernador Ron De Santis aprobó la creación de un fondo de US$20 millones para compensar a los afectados.

La historia de la escuela sirvió de inspiración para la novela ganadora del premio Pulitzer The Nickel Boys (Los chicos de la Nickel, 2019) del escritor Colson Whitehead, cuya adaptación cinematográfica compite en las categorías de Mejor Guión Adaptado y Mejor Película en los premios Oscar 2025.

Johnny Lee Gaddy le contó su historia a BBC Mundo.

Una noche que lo cambió todo

Johnny Lee Gaddy, junto a la investigadora Antoinette Harrell
Johnny Lee Gaddy (dcha.) estuvo internado en la escuela Dozier entre 1957 y 1962.

«Me dijeron que el juez estaba esperándome en el juzgado, pero yo sabía que algo no encajaba. Ningún juez hace audiencias de noche», recuerda Gaddy. Esa misma noche, dos hombres –a los que él solo describe como «agentes»– se lo llevaron de su casa: «Nunca apareció ningún juez. Simplemente me encerraron en una celda y, cuando desperté, me dijeron: ‘Te vas a Marianna'».

En esa localidad de Florida quedaba la Escuela Reformatoria Dozier para varones, famosa entre los lugareños como un espacio para «enderezar» a los adolescentes con problemas de disciplina.

«Yo no era un delincuente», cuenta. «Me escapaba de la escuela porque no soportaba las burlas de mis compañeros por mi tartamudeo.»

Tuvo el presentimiento de que no volvería pronto a casa, y su madre no pudo despedirse de él: «A ella le dijeron que me llevarían al juzgado y luego la mantuvieron desinformada durante al menos un par de días», relata.

La llegada a la Escuela Dozier estuvo llena de contrastes: «El camino estaba flanqueado de pinos altos, todo parecía muy bonito a primera vista». Sin embargo, al ser Dozier una escuela segregada, como era costumbre en esa época en los estados del sur de EE.UU., un agente le advirtió que esa parte era para muchachos blancos y que él tendría que trasladarse al otro lado de la carretera, donde estaría con otros jóvenes como él.

«Era 1957 y, aunque el racismo era parte de la vida cotidiana, yo no dimensionaba lo que significaba estar en un sitio tan separado», comenta.

Una vieja foto del reformatorio, en el que un chico está manejando un tractor y un grupo de niños viaja en la carreta que el camión arrastra.
A través de los años, se hicieron denuncias de abusos en el reformatorio Dozier, para niños, de Florida, pero su cierre solo se dio hasta 2011.

– Dozier, una escuela con muros propios

Cuando Gaddy ingresó a la institución, lo primero que hicieron fue darle un uniforme y asignarle una cabaña: el Bunch Cottage.

«Estaban segregadas también las áreas de dormitorios. Teníamos distintos ‘cottage fathers’ -padres de cabaña-, que eran los encargados de vigilar y controlarlo todo», explica. Lo que más le llamaba la atención era la ausencia casi total de sonrisas: «Los chicos parecían tristes o aterrados. No era un colegio, sino una prisión infantil disfrazada».

La rutina combinaba un día de clases con otro de labores agrícolas. Gaddy, que tenía poca experiencia en trabajos en el campo, se vio de pronto obligado a cuidar cerdos, recoger guisantes y desbrozar terrenos pantanosos donde había cocodrilos y serpientes.

«Nos decían que teníamos que limpiar esas zonas para luego sembrar. Usábamos serruchos de doble mango, y si te negabas o te retrasabas, te castigaban», asegura.

En Florida, las historias sobre la «Casa Blanca» de Dozier eran conocidas entre exinternos y funcionarios: ese pequeño edificio, pintado de un tono claro que tiraba más a amarillo, era el lugar de los castigos corporales. «Nada me preparó para ese horror», dice Gaddy.

El elenco de la película Nickel Boys, durante una presentación de la película en diciembre en la ciudad de Los Ángeles
La historia de la escuela Dozier es la base de la novela ganadora del Pulitzer «The Nickel Boys», y de una película nominada al Oscar.

La primera vez que lo llevaron allí fue tras acusarlo de sabotear un remolque. «Dijeron que yo había pinchado las ruedas para no trabajar, lo cual no era verdad. De todos modos, me sentenciaron a un ‘castigo ejemplar'».

Al entrar, los encargados le ordenaron tumbarse boca abajo en una cama metálica y sujetarse de los rieles. «Usaban correas con agujeros, a veces con monedas que intensificaban el impacto. Cada golpe era como una puñalada. Te decían que, si soltabas la cama, reiniciaban la cuenta desde cero. Recuerdo ver mi sangre chorrear por mis piernas y aún así no me dejaban ir a la enfermería. Me mandaron al comedor para que los demás vieran cómo terminabas si incumplías algo».

«Fue la peor humillación de mi vida», confiesa. «Tenía 14 años y apenas pesaba 40 kilos. No podía entender esa saña». Y no sería la última vez: la amenaza de la Casa Blanca pendía sobre todo aquel que no obedeciera órdenes. Según Gaddy, muchos chicos lloraban de antemano al ver al ‘cottage father’ aparecer con la correa en mano.

Las instalaciones abandonadas de Dozier en 2016
La escuela fue clausurada en 2011, a pesar de varias denuncias sobre los maltratos que ocurrían dentro.

– «No te atrevas a hablar»: el silencio como norma

Muy pronto, los internos empezaron a entender que hablar sobre lo que les estaba sucediendo podía significar otro castigo. «La orden era clara: ‘No cuentes nada de lo que pasa aquí fuera de la escuela, y mucho menos a tus padres o a las autoridades'», explica Gaddy.

Cuando le contó a su ‘cottage father’ que un vigilante nocturno lo había llevado a la ciudad y había abusado sexualmente de él, la respuesta fue violenta: «Me golpearon más que nunca. Aprendí a callar».

Ese clima de terror se mantenía con rumores de desapariciones, fugas y persecuciones.

«Traían perros de la prisión local para cazar a los chicos que se escapaban. Luego, los atrapaban y los hacían cruzar la ‘línea de correas’, con muchachos azotándolos a ambos lados», relata.

A pesar de todo, había quienes preferían arriesgar sus vidas a seguir en Dozier y muchos intentaron escapar. «A mí me frenaba el miedo de que me mataran. Era un niño de 11, 12, 13 años en un lugar desconocido, sin mi familia».

Según Gaddy, no tuvo visitas durante todo el tiempo que pasó en el reformatorio: «Éramos muy pobres, y mi madre no podía costear viajes ni sabía exactamente dónde estaba. Tampoco se lo facilitaban. Querían que la gente pensara que ahí los chicos estaban mejor siendo reformados».

Las cartas que llegaban –si llegaban– solían ser leídas o filtradas. «Mi madre solo recibía mensajes de que yo estaba ‘correctamente disciplinado’. Ella imaginaba que era algo como pequeñas nalgadas, no la brutalidad que en realidad sufría.»

Gaddy, hablando con los medios desde la escuela Dozier.
Durante años, Gaddy se convirtió en un portavoz de los sobrevivientes de Dozier.

– Un día a día de trabajos forzados

El sistema de la escuela no se limitaba a castigos físicos: también requería jornadas de trabajo extenuantes. «Un día estabas en ‘clase’ –que, en realidad, era cualquier cosa menos una clase normal– y al siguiente, salías a la granja antes del amanecer. Tenías que talar, cosechar, criar cerdos, alimentar vacas. Sin quejas, sin pausas», señala Gaddy.

En la parte superior del predio estaban las oficinas y las instalaciones donde dormían los adolescentes blancos.

«A ellos los ponían a hacer tareas menos pesadas, como manejar la enfermería o la parte administrativa. A nosotros, todo el trabajo manual y, en mi caso, a los 14, me pusieron a manejar tractores para transportar comida a la granja».

Los internos nunca recibían un pago. «Lo que producíamos se vendía. Recuerdo camiones saliendo con maíz, leche, huevos… Dozier se beneficiaba de nuestra mano de obra», afirma.

A medida que cumplía años, le daban tareas más pesadas: «Cuando tenía 14, me encargaron manejar un tractor para recoger los productos de la granja y llevarlos al depósito. Veía cómo todo salía en camiones a la ciudad, donde se comercializaba. Nosotros no olíamos ni un dólar de esa venta. Dozier tenía su propio ‘negocio’ con nosotros».

Y el día que su cuerpo no resistía, la amenaza de la Casa Blanca servía de motivación.

– El retorno a casa y el inicio de las pesadillas

Una serie de cruces en Dozier en 2013
Muchas de las cosas que Gaddy recordaba llevaron a los investigadores a descubrir varios cuerpos alrededor de Dozier.

«Cuando cumplí 16 años, un día me dijeron ‘Arréglate tus cosas’, y me llevaron a la estación de autobuses. Me subieron a un bus y me mandaron de vuelta a casa. Así, sin más», cuenta Gaddy, más de 60 años después de su paso por Dozier.

Dice que ni siquiera hubo un proceso de liberación oficial ni una explicación. «A mi mamá no le avisaron con tiempo. Simplemente aparecí en la puerta, hecho un desastre, con cicatrices y miedo».

El encuentro con su madre no fue la escena emotiva que uno podría imaginar. «Yo intenté mostrarle mis marcas para que entendiera, pero a ella le costaba creerlo. Pensaba que un ‘castigo’ era algo menor. No concibió la idea de que me hubieran golpeado hasta hacerme sangrar o que hubiera visto cosas horribles en la escuela», explica Gaddy.

Agrega que, de haberlo sabido todo, su madre habría ido a reclamarlo. «Pero le contaban mentiras, diciéndole que yo estaba en buenas manos, formándome para ser un hombre de bien».

Durante un tiempo, sintió mucho resentimiento hacia ella por no haberlo protegido, pero con los años y la perspectiva que dan las heridas emocionales, comprendió la manipulación del sistema.

«No es que mi madre no quisiera ayudarme; es que la desinformaron. Y en esa época, una familia afroestadounidense pobre tenía muy poca fuerza para luchar contra una institución del Estado», reflexiona.

Además, estaban las imágenes que había visto en la escuela y sobre las que tardaría años en tener una explicación.

«Se hablaba de que algunos chicos que huían jamás regresaban. Unos dijeron haber visto a otros morir en condiciones muy sospechosas. Yo no vi disparos, pero sí escuché historias de perros que rasgaban a los que se escapaban y de cuerpos enterrados en la finca».

Johnny menciona, además, el llamado «hog pen», un corral de cerdos donde él dice haber visto restos humanos mezclados con los desperdicios. «Cuando conté eso, me llamaron mentiroso. Pero luego, arqueólogos encontraron la base de concreto que describí. Para mí, fue una especie de reivindicación, aunque la realidad es demasiado macabra».

Johnny Lee Gaddy en Dozier como adulto.
Johnny Lee Gaddy volvió a la escuela para recordar junto a otros internos lo que vivieron en los años 50s y 60s

Gaddy lleva décadas intentando reponerse de las secuelas psicológicas que arrastra desde su adolescencia.

«A veces tengo pesadillas con las correas, escucho el ruido y me despierto sudando», confiesa. Su esposa –a la que conoció años después de salir de Dozier– fue un gran apoyo. «Yo no soportaba que me dijeran ‘te amo’. Me parecía una burla porque nadie me quiso en Dozier», afirma con voz entrecortada. Se casaron y vivieron más de cinco décadas juntos, hasta que ella falleció recientemente.

Gaddy contó que probó terapia psicológica, pero al principio fue duro. «El psiquiatra me preguntó por qué reía cuando hablaba de episodios tan terribles. Le dije: ‘Es la forma de mantenerme cuerdo’. Reír o romperme. Prefiero reír».

Decidió publicar su historia en un libro que tituló They Told Me Not To Tell (Me dijeron que no lo contara), un homenaje a todos aquellos que, como él, recibieron órdenes explícitas de guardar silencio. «Lo hice para dejar un testimonio, para que nadie pueda decir que no sabía. Y para que las futuras generaciones entiendan que, si un niño te dice que está siendo maltratado, hay que creerle y actuar», enfatiza.

En las páginas, relata detalles de su encierro, la segregación racial, la brutalidad de los castigos y también su difícil adaptación a la vida después de Dozier.

Johnny Lee Gaddy junto a Pam Bondi
El caso de Gaddy ha llamado la atención de varias autoridades del estado, incluída la ex fiscal estatal Pam Bondi, quien hoy ejerce como Fiscal General de EE.UU.

«A mis 79 años, miro hacia atrás y me pregunto cómo sobreviví. Creo que si no hubiera encontrado el amor de mi esposa y el apoyo de algunas personas, no estaría aquí», comenta.

Aunque su esposa falleció, hoy cuenta con la compañía de su hija y nietos, quienes lo animan a dar su testimonio y a dormir tranquilo, sabiendo que ese lugar que lo aterró durante media vida ya no está en funcionamiento. «A veces me despierto gritando, y mi hija me dice: ‘Papá, estás a salvo. Dozier cerró hace tiempo’. Y yo respiro hondo y digo: ‘Sí, pero nunca cierra aquí dentro'», explica, señalando su cabeza.

Johnny Lee Gaddy se considera un sobreviviente. A sus 79 años, dice que está cansado, pero agradecido de poder hablar sin temer el castigo que tantas veces lo silenció. «Cada vez que cuento mi historia, libero un pedacito de la rabia y el miedo que me acompañan desde niño. Me deshago un poco de Dozier», explica.

En su libro y en las charlas que ofrece, el mensaje central es claro: «Si un niño te dice que algo va mal, escúchalo. No lo dejes solo. Un niño que calla es un niño que puede terminar atrapado en un lugar como Dozier. Y ya vimos lo que eso significa».

nuestras charlas nocturnas.


Adam Czerniaków, el hombre que intentó salvar a los niños del gueto de Varsovia…


Adam Czerniaków en 1930.

The Objective(C.Ros) — Empecemos por el final: el protagonista de esta historia se quitó la vida el 23 de julio de 1942. Dejó dos cartas, para su esposa y para sus colegas del Consejo Judío.

Les contaba que no había sido capaz de llevar a cabo la última misión que le habían encomendado: «Me exigen que mate con mis propias manos a los hijos de mi pueblo. No tengo otra salida que morir», le escribió a su mujer.

«Vinieron a verme […] y exigieron la preparación de un transporte de niños para mañana», contaba a sus compañeros, «no puedo mandar a la muerte a los inocentes niños. He tomado la decisión de irme». Y una última petición: «No lo tratéis como un acto de cobardía o huida. […] Mi acto mostrará la verdad a todos y tal vez les indique el camino».

Ese hombre que prefirió suicidarse antes que colaborar en un exterminio no aparece en los libros de Historia. No era ningún genio, no destacó, no llevó a cabo ninguna hazaña.

Es más, fracasó en su intento de salvar al pueblo judío, claro que él no tuvo la culpa. Se llamaba Adam Czerniaków (Varsovia, 1880-1942), trabajó como maestro, empresario y funcionario, hasta que se involucró en la política local de su ciudad como representante de la comunidad judía.

De padre judío y madre de familia asimilada progresista, él no se caracterizaba por una gran abnegación religiosa ni tenía una adscripción ideológica muy definida. Tras la invasión alemana de Polonia, en septiembre de 1939, el Consejo Judío se disolvió y muchos de sus miembros huyeron. Él se quedó y fue nombrado presidente.

También comenzó a escribir un diario, que llega por primera vez al lector en castellano de la mano de la editorial Confluencias, con traducción de Elżbieta Bortkiewicz: Diario del gueto de Varsovia. 6 septiembre 1939-23 julio 1942. Como si hubiera intuido desde el principio que estaba viviendo unos hechos de los que tarde o temprano habría que dar cuenta, Czerniaków tomó apuntes de su labor como responsable de velar por sus congéneres confinados.

Llenó nueve cuadernos, de los que se han conservado ocho, reproducidos en este volumen, en una edición minuciosa, con abundantes notas de la traductora (imprescindibles para entender los entresijos del gueto y su administración) y una exhaustiva introducción sobre el funcionamiento de la comunidad a cargo de los historiadores Raul Hilberg y Stanislaw Staron.

Más que meditaciones existenciales o elucubraciones sobre el futuro, Czerniaków anota las tareas rutinarias, por lo general en un registro aséptico: «Por la mañana la Comunidad. Después fui a ver a Heilmann. Por el asunto de nuevos impuestos. Después Schubert y Auerswald por el tema de inmuebles. Compresas de menstruación.», escribía el 22 de noviembre de 1940.

Este «no estilo» responde a una necesidad: él sabía que, si entraba en detalles, si opinaba, se metería en problemas; un cuaderno de apuntes sucintos era un ejercicio de astucia que, quizá, como se sugiere en el prólogo, le serviría de base para unas hipotéticas memorias. Ese libro no llegó, pero queda leer entre líneas.

Gueto de Varsovia | La horripilante historia de 200 niños camino de la  muerte - XL Semanal

De vez en cuando, hace comentarios muy significativos: «Le pedí [al comisario] que la amnistía abarcara también otras categorías de prisioneros […] me encargó un listado de prisioneros para mañana, para los que pedía la cárcel. Pedí […] un contingente adicional de alimentos para la población», consignaba el 15 de enero de 1942. Como intermediario entre las autoridades alemanas y la comunidad judía, Czerniaków tenía claro quiénes eran los suyos. 

Quizá su papel de gestor pueda parecer un privilegio al lado de sus homólogos recluidos –a los que les arrebataron sus negocios y sus bienes, y que subsistían a duras penas, con escasas oportunidades de empleo y un racionamiento de alimentos que nunca alcanzaba para todos–, pero tampoco es, desde luego, deseable. Tenía que interceder en favor del pueblo judío ante unos superiores que nunca pretendieron facilitarle la existencia.

– Un mediador, no un héroe

Czerniaków escuchaba las necesidades de los vecinos –que empeoraban por momentos: desposeídos, famélicos, hacinados, enfermos, en una crisis económica que se agravó con el tiempo–, libraba pequeñas batallas a diario para mejorar las condiciones de la comunidad; pedía, proponía, insistía, discutía en la medida de sus posibilidades.

Sin alzar demasiado la voz, porque se la jugaba. Y su rol de intermediario –aún más: de intermediario con una preocupación real por los judíos– era demasiado precioso, demasiado necesario, no tanto para él mismo como para el bien común, como para arriesgarse a perderlo. Si él caía, quienes dependían de él saldrían (todavía más) perjudicados.

Lo que entonces nadie sabía –aunque cabe pensar que Czerniaków lo acabó intuyendo– era que desde el principio se pretendía exterminarlos; el gueto no era más que una estación en el camino, una degradación más en la cadena de vejaciones. Él, en su calidad de mediador, estaba, por lo tanto, destinado a fracasar.

Tal vez por eso su nombre no ha trascendido: no fue un «héroe» en el sentido hollywoodiense, no salvó de la muerte a la población judía ni impidió que muchos murieran de hambre.

A cierto tipo de lector-espectador, le gustan esos relatos, pero la realidad suele ser más prosaica. Y el autor de este diario era, como le definen en el prólogo, más bien «pragmático» (aunque era más atento, culto, sensible y perspicaz de lo que su aspecto adusto revelaba).

Tanto interesa este diario por lo que dice como por lo que calla, por esa tensión que se respira en el ambiente. Incluso el cuaderno que falta –el quinto, correspondiente al periodo de diciembre de 1940 a abril de 1941– resulta ilustrativo: ese mes Czerniaków fue detenido y encarcelado durante unos días; salió de ahí enfermo y maltrecho por las torturas. 

Se cree que quizá tenía el cuaderno consigo en el momento del arresto o que se deshizo de él a conciencia.

Esta ausencia –y el acierto de los editores al señalarla, no solo en la introducción, sino a modo de capítulo sin contenido, en medio del resto de entradas– es tan informativa como el propio texto: expresa lo que no se puede decir, el terror, el miedo, la incertidumbre, la censura y la autocensura; es un silencio que dice más que las palabras, pone de relieve que incluso alguien con el cargo de Czerniaków era, también, una víctima, otra más.

– Victorias cotidianas

Abraham Gancwajch y el Grupo 13 - el blog insostenible

Ahí reside su valor.

 Jornada a jornada, desmenuza la dinámica del gueto: las jerarquías, la administración, la economía, los arrestos, la sanidad.

La parte «técnica» que no se cuenta en las ficciones, pero que constituye la base sobre la que surgen las historias.

Aunque no opine ni parezca expresar emociones, se entrevé su humanidad al insistir sobre la liberación de prisioneros, al pedir financiación para abastecer a la gente, al luchar contra el traslado a los campos de concentración, al escribir frases como «Por la noche estuve dando vueltas en la cama: el gueto» (1 de julio de 1940). 

Era un artífice de victorias cotidianas que no incidían en las estadísticas, quizá, pero mejoraban la vida en el aquí y ahora. Un trabajador diligente que no quiso cumplir el último encargo.

Y hay que darle las gracias.

nuestras charlas nocturnas.


El Papa que «inventó» el Carnaval…


Pablo II

Historias de la historia(J.Sanz) — Aunque dicen que para gustos los colores, creo que habrá una gran mayoría que aceptaremos a George Clooney como un referente de un hombre guapo o hermoso.

Pues el trono de San Pedro también lo ocupó alguien que se consideraba tan guapo como el actor estadounidense, y no fue otro que Pablo II.

En el cónclave de 1464, mientras los cardenales estaban reunidos para la elección del nuevo Papa, los desórdenes y el pillaje se extendían por toda Roma.

Tal y como estaban las cosas, no era cuestión de demorar la elección y en la primera votación se eligió Papa a Pietro Barbo.

Éste, que se debía considerar un adonis, decidió elegir el nombre de Formoso II (Hermoso).

Los cardenales, en este ocasión con muy buen juicio, le convencieron para que no eligiese aquel nombre que sonaba demasiado vanidoso y podría caldear los ánimos.

Al final, tomo el nombre de Pablo II. Gustaba vestir con ropas suntuosas -dicen que con muy buen gusto-, adornó la tiara papal con piedras preciosas, se convirtió en ave nocturna… un Papa muy coqueto.

Aquellas decisiones no gustaron al pueblo y, para suavizar la tensión existente y desviar la atención de su figura, en 1467 convirtió los carnavales en una celebración multitudinaria.

Tras el Carnaval («carnem vale«, adiós a la carne, y no «en carnaval todo vale» como algunos «traducen»)  comienza la Cuaresma, el periodo de ayuno y abstinencia.

Así que debió pensar que mejor despedir a «la carne» por todo lo alto con grandes banquetes y verbenas amenizadas por orquestas de fiestas de pueblo en las que la gente se disfrazaba «manteniendo el buen orden y la decencia en todos los sentidos» (harto difícil si se come y se bebe como si no hubiese un mañana).

Y para que no decayese la diversión, también había carreras de muchachos, asnos, caballos… (y dicen que incluso de judíos).

Por otra parte, hizo algunos ajustes de la ingente cantidad de asalariados que tenía bajo sus órdenes. Este ERE eclesiástico marcaría la historia de su muerte.

Hasta nuestros días llegan dos versiones: la primera, que murió de una indigestión en alguno de sus pantagruélicos banquetes y, la segunda, que sufrió un infarto mientras era sodomizado por un amante.

nuestras charlas nocturnas.


La única criatura enorme e inofensiva…


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JotDown(A.Goñi) —- La experiencia nos enseña que, si las cosas salen bien en ciencia y los experimentos triunfan, podemos conseguir un avance que cambie la historia de la humanidad. Lo que no nos enseña es que a veces los experimentos salen mal a pesar de repetirlos miles de veces y que, a veces, los resultados se quedan en un cajón de la mesa de un despacho.

Lo que tampoco se cuenta es que a lo largo de la historia el avance del ser humano se ha realizado gracias al sacrificio de vidas humanas. Ha ocurrido lo mismo con algunos científicos o ciertas empresas.

Con la excusa del progreso y la riqueza, o por otras razones oscuras que todos imaginamos, en algunas ocasiones se han puesto en juego las vidas de decenas o miles de personas de forma consciente o cuando algunos han preferido mirar a otro lado.

Uno de los últimos casos afecta a la manipulación genética de embriones. El equipo del científico chino He Jiankui ha creado los primeros bebés modificados genéticamente. Este equipo ha editado los embriones de un par de gemelas con la técnica CRISP, una especie de tijeras moleculares para editar el genoma.

Los científicos afirman haber hecho a estos bebés resistentes al virus causante del sida. O eso es lo que aseguran. Pero la técnica, y eso sí se sabía antes del experimento, no es totalmente segura, por lo que podrían producirse mutaciones indeseadas.

No consiguieron publicarlo en ninguna revista científica, esas que son revisadas por expertos y que aseguran con bastante credibilidad que lo que se dice es cierto. Pero lo anunciaron en un congreso de su disciplina. Lo que no contaron es que nunca recibieron la autorización necesaria para hacer este tipo de procedimiento; ni siquiera lo intentaron, tal vez porque no lo hubiesen conseguido.

Los comités de ética se llevaron las manos a la cabeza y las leyes entraron en juego, pero el daño ya se había hecho. No es un caso aislado, nunca lo son. Lo que supimos a continuación, después de que un grupo de expertos leyese los trabajos del científico, es que no se reprodujo la mutación genética que confiere la resistencia al VIH, pero sí parece que han creado mutaciones involuntarias en las gemelas.

Estas niñas tendrán que ser vigiladas muy de cerca por un grupo de médicos e investigadores al acecho de cualquier enfermedad que pueda surgir de este juego inhumano.

Algo tan reciente me hace recordar historias del pasado, como la llamada Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Este proyecto de tres años de duración embarcó a veintidós niños huérfanos con destino al Nuevo Mundo. Durante el viaje, los niños fueron contagiados con la viruela cada nueve o diez días para mantenerla con vida; la transportaron en sus cuerpos como si fueran ratas de laboratorio.

Si el ser humano es capaz de poner en peligro a los de su especie, cuesta pensar que no pone ni ha puesto en riesgo a los animales con la excusa del falso bien común. La ucronía que presenta La única criatura enorme e inofensiva recoge dos momentos históricos que ocurrieron a principios del siglo XX en Estados Unidos, pero que son poco conocidos en otros países: las chicas del radio y la elefanta Topsy.

Las historias de este libro de Brooke Bolander hablan de vencidos, de personas y animales usados para el avance del ego, de empresarios enriquecidos y de investigadores convertidos en seres orgullosos con una única verdad: la suya.

La única criatura enorme e inofensiva – Mujer, feminismo, ciencia ficción

Parece que, en tiempos de guerra, de competición, todo vale para ganar. En tiempos de guerra cualquier ventaja contra el enemigo está justificada. Las víctimas serán las heroínas del futuro, pero deberán morir en el proceso.

Las dos historias en las que se basa La única criatura enorme e inofensiva, que retuerce, exprime y gira la realidad hasta convertirla en casi un sueño, se olvidaron con el paso del tiempo. Pero hoy en día forman parte de la cultura popular estadounidense y son dos grandes ejemplos del sacrificio de algunos en pro del avance del país o en pro del avance del ego y de la economía de algunos; ¿no es acaso lo mismo?

Brooke Bolander extrae los momentos más simbólicos de ambos, les da la vuelta, los lleva a un universo imaginario y los une en una sola historia; junta a las víctimas para que se defiendan del atacante. Pero son dos historias reales, son hechos que ocurrieron, son relatos que recogen el sufrimiento de muchas mujeres y de una elefanta que fueron básicamente sacrificadas por el manido bien común.

Cuando se mira el avance de la ciencia, a veces es difícil distinguir lo que es bueno de lo que no lo es, lo que está justificado para el avance y lo que no. Pero es evidente que la autora ha elegido dos historias que hoy parecería difícil que sucedieran, especialmente por su crueldad extrema.

La Primera Guerra Mundial y la entrada de Estados Unidos en el conflicto provocó la gran necesidad de que los soldados estadounidenses estuviesen sincronizados con sus superiores. La demanda de relojes se multiplicó, pero en especial los modelos que les permitiesen ver la hora en la oscuridad de las maniobras nocturnas. El descubrimiento de un nuevo elemento luminiscente poco tiempo antes, el radio, les dio la idea.

Y, como siempre que se las necesita, entraron las mujeres a las fábricas. Cerca de cuatro mil mujeres trabajaron durante años en la compañía United States Radium Corporation de Nueva Jersey cubriendo las esferas de esos famosos relojes luminiscentes con una pintura que contenía radio.

Seguro que podemos imaginar el desconocimiento que estas mujeres tenían de los peligros del radio, que también acabaría con la vida de su descubridora, la científica Marie Curie. Nadie les habló de los riesgos que suponía trabajar con ese elemento y el cáncer acabó llenando sus vidas.

Trabajaban sin ningún tipo de protección e, incluso, cogieron la costumbre de lamer las cerdas de los pinceles que utilizaban para pintar los relojes y dibujar con más precisión. Así consumieron dosis letales de radio vía oral. Es curioso que los químicos de las empresas sí manipulasen el radio con sumo cuidado. Algo debían saber que ellas desconocían.

Los dentistas fueron los primeros en darse cuenta de que algo iba mal. Las trabajadoras acudían a sus consultas con grandes dolores porque sus mandíbulas se desintegraban sin razón aparente. Esos pinceles habían inyectado la ponzoña en cada milímetro de sus bocas. Y así, poco a poco, los tumores empezaron a apoderarse de ellas y se multiplicaron por otras partes de sus cuerpos.

No es necesario ver las imágenes de cómo quedaron de desfigurados sus rostros para imaginar el tremendo dolor que sufrieron y lo difícil que tuvo que ser entender que todo se podía haber evitado. Las pruebas dieron resultados poco sorprendentes: se detectaron en sus organismos niveles de radiactividad mil veces superiores al máximo tolerable.

Con años de lucha, y tras la muerte de la mayoría de ellas, consiguieron que los derechos laborales mejorasen. Las empresas relacionadas con el radio negaron lo evidente y pleitearon durante años en los tribunales.

Usaron estudios fraudulentos realizados por médicos y especialistas que habían sido sobornados, prolongaron los juicios todo lo posible y pagaron las indemnizaciones lo más tarde que pudieron.

Hay veces que el valor de una vida es ínfimo y vergonzoso. Eso sí, su historia promovió que el Congreso de los Estados Unidos votara a favor de una legislación industrial donde se establecieron los derechos de los empleados que contraen enfermedades laborales.

Es curioso que las mujeres, que por entonces no participaban en las guerras, se estuviesen jugando la vida en casa, mientras los hombres supuestamente las defendían a ellas y al resto del país de la muerte en manos de los enemigos.

La odontología durante el siglo XX - SmileDent

Se legisla tras el desastre, porque parece que hay que escribir normas, prohibir o negar cosas para que el ser humano se dé cuenta de lo que se debe hacer y lo que no, de lo que hace daño a los demás y lo que no.

Esa legislación vino tras la muerte de esas inocentes, al igual que el código de ética médica de Nuremberg, que recoge una serie de principios que regulan la investigación en seres humanos y que tiene un origen oscuro.

El documento se publicó en 1947 tras los juicios a la jerarquía nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En ellos, algunos de los genocidas fueron juzgados por las atrocidades que hicieron a los prisioneros en los campos de concentración, convertidos en muchos casos en auténticas cobayas humanas.

Se pueden encontrar puntos en común, porque el código planteaba diez temas que protegían a las personas de prácticas científicas inadecuadas. Entre ellos, se señala que el médico se compromete a evitar cualquier tipo de sufrimiento físico o mental al paciente.

Y, aunque parezca obvio, también incluye que no debe llevar a cabo ninguna investigación si se cree que puede ocasionar la muerte o provocar una incapacidad al sujeto que participa en ese estudio. Además, el sujeto de la investigación, que podría aplicarse a las chicas del radio, debe conocer los detalles y dar su consentimiento.

Cuesta pensar que vivimos en un mundo en el que es necesario dejar por escrito que no se debe torturar a otro ser humano. Pero sí, todos sabemos que sigue siendo necesario.

Con su muerte consiguieron que los derechos laborales mejorasen, no hay duda, pero parece mentira que haya que tener una muerte tan horrenda para que la sociedad avance y las leyes te protejan. Eso sí, los derechos en muchas ocasiones solo protegen a unos pocos.  Algunas de esas cosas todavía no han cambiado, no para todas.

Algunos medios, solo algunos, nos muestran que no es necesario irse tan lejos para ver cómo los derechos laborales desaparecen en fábricas del inframundo y las enfermedades relacionadas con el trabajo y sus tratamientos se destrozan bajo los ladrillos de una explosión o el derrumbe de los edificios.

Hoy sabemos que familias enteras duermen en los suelos de las fábricas de países con otra lengua. Sus sueldos no les permiten tener una casa en la que descansar esas espaldas agotadas, además de que estando allí pueden trabajar más horas.

El desconocimiento ha sido una de las razones por las que a lo largo de la historia se han cometido auténticas barbaridades. Que Curie se expusiese a diario a la radiación, porque guardaba en los bolsillos de la bata de trabajo los tubos de ensayo con radio, fue desconocimiento, y eso le provocó la muerte.

Pero no hay palabras para narrar lo que significa poner en riesgo la vida de los demás para beneficio propio conociendo el riesgo: es la deshumanización hecha victoria. Y pocos saben que algunos de los científicos e inventores más conocidos del mundo poco dudaron en arriesgar la vida de personas y animales para ser más conocidos o ganar más dinero.

Las vidas humanas no se respetaron, pero la otra historia, que tiñe de sangre las páginas de La única criatura enorme e inofensiva, es la que narra la crueldad animal y el ego de la ciencia. Si no importó a casi nadie que en los felices años veinte un grupo de mujeres trabajase a destajo rodeadas de muerte, poco les iba a importar a la mayoría la vida de un animal, aunque fuese uno de los más grandes del mundo.

Experimentación con animales | Blog Veterinaria La Asunción Elche

El entretenimiento humano es realmente peculiar. En muchos casos esa diversión nos la genera un animal, al que muchos consideran inferior, que no es como nosotros…

No es generalizado este pensamiento, ya no, pero sigue estando grabado a fuego en millones de personas de todo el mundo.

Por ese motivo nos parece normal arrancar de las garras de sus madres a animales de cualquier especie, sacarlos de su hábitat y llevárnoslos a casa para nuestro disfrute.

Mientras que, no solo contentos con ello, dedicamos nuestro tiempo a observar cómo animales de cualquier especie dan saltitos, brincos, obedecen órdenes absurdas o dan increíbles piruetas en el aire solo para nuestro deleite.

Y pagamos para estar en primera fila de ese espectáculo o poder formar parte de él.

Lo que no se dice es el sufrimiento que padecen estos animales. Los hay encadenados, sometidos a vejaciones o encerrados en pequeñas peceras que no sustituyen el océano infinito del que proceden. Se intenta domesticar a animales salvajes, se intenta acallar almas libres, se consigue adormecer temporalmente a la criatura, destrozar el alma del animal.

Pero muchos olvidan que es difícil apaciguar para siempre al luchador. Esa es la historia de Topsy, una elefanta humillada hasta la saciedad, maltratada a la primera de cambio y asesinada por ser exactamente lo que era: un animal salvaje.

Topsy, nacida en Asia alrededor del año 1875, fue toda una revolución en la época. Tras ser transportada hasta América, como todos los animales dedicados al espectáculo, fue sometida a una dura disciplina para aprender pequeños trucos y que se subyugara a los designios de los hombres.

Topsy tenía veintiocho años cuando murió electrocutada. Hasta entonces, esta elefanta había sido una de las grandes atracciones del parque de Luna Park en Estados Unidos. Pasó su vida en este particular nuevo mundo siendo disciplinada, golpeada y usada para el transporte de cualquier visitante que quisiera montar sobre ella.

Ya es difícil ser obligada a hacer cosas que no quieres: sufrir latigazos constantes puede volver loco a cualquiera.

Hoy en día ya no es tan fácil ver animales en los circos, pero pocos se libran de tener fotografías con tigres asiáticos drogados para que puedan ser zarandeados por los turistas.

Si un animal salvaje está sentado tranquilamente junto un hombre que lo tiene encadenado, si te lo colocan en el hombro sin miedo a que te haga algo, o está drogado o le han extirpado sus afilados colmillos o sus temibles garras para que no puedan atacarte. Y no, ellos no han nacido para nuestro disfrute ni nuestras fotos.

La elefanta Topsy fue maltratada y ella se vengó, sacó el animal salvaje que llevaba dentro y se rebeló contra el que le hacía daño, el hombre. Así, en solo tres años, los últimos de su vida, la ya no tan complaciente elefanta mató a tres hombres. Uno de ellos fue su cuidador, un borracho que, entre otras muchas cosas, le daba de comer cigarrillos encendidos.

Y el animal maltratado, antes sumiso y servicial, se convirtió en un peligro público. La rebelde ya no era útil y nadie la quería. La única opción que vieron era acabar con ella, haciéndola culpable de los delitos de los hombres, responsabilizando a un animal que se defendía del sometedor, del enemigo.

Se salvó de la horca por poco, aunque puede que le tocase un final peor. Una sociedad que abogaba por la protección de los animales protestó y se encontró entonces lo que se consideró una forma más adecuada para acabar con ella: la electrocución.

El famoso inventor Thomas Alva Edison fue el encargado de su muerte, que llegaría de la mano de la corriente alterna, el avance del científico Nikola Tesla, y no a través de la corriente continua, descubrimiento del propio Edison.

Las malas lenguas dicen que Edison y Tesla todavía seguían luchando por cuál de los dos sistemas era mejor, por eso Edison eligió el de su competidor, para demostrar la peligrosidad del mismo. Aunque parece que aquella disputa había terminado diez años antes, también podría ser que perdonar no es olvidar, y menos cuando con en esta innovación había tanto dinero en juego.

Edison electrocutó a la elefanta Topsy? – La Mendiga Politica
Topsy

Antes de electrocutarla, a la elefanta le dieron de comer zanahorias rellenas de cianuro. Así, Topsy fue colocada sobre una plataforma metálica y conectada a todo tipo de electrodos y se le aplicaron seis mil seiscientos voltios que acabaron con ella en menos de un minuto.

Tal vez la historia no habría llegado hasta nuestros días si el equipo de Edison no hubiese grabado el terrible momento, que fue visto en directo por más de mil quinientas personas y luego por cualquiera que quiso verlo en los cines de todo el país. Los últimos instantes de esta famosa elefanta se pueden definir en descargas, calambrazos, temblores, dolor y humo provocado por las quemaduras.

En común, ambas historias tienen al ser humano destructor, al omnipresente y todopoderoso que todo lo quiere controlar y que no duda en someter y matar para conseguirlo. La autora las mezcla, las transforma y las combina, para convertir a las víctimas en seres que pueden tomar, aunque sea por unos instantes, las riendas de sus vidas y hacer justicia.

¿Se ha aprendido de ello? ¿Somos capaces de no cometer el mismo error una y otra vez? Solo la historia hablará de la maldad del hombre, el mismo que destroza su entorno, arrasa los bosques y esquilma los océanos. No, no parece que la historia vaya a cambiar. La humanidad se tropieza una y otra vez con la misma piedra, que siempre tiene forma de ego.

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Temores, robos y retrasos: La aventura de viajar en tren en el siglo XIX…


Temores, robos y retrasos: La aventura de viajar en tren en el siglo XIX

En 1830, la primera línea regular de pasajeros Manchester-liverpool inauguró un nuevo modo de viajar que simbolizaba el ideal de progreso en el siglo XIX.

En pocas décadas, los paisajes de muchas naciones se llenaron de raíles, túneles, puentes y estaciones; se hizo posible cubrir grandes distancias en tren, de Lisboa a Moscú, por ejemplo; y el entusiasmo era tal que cuando en 1848 se anunció la primera línea de ferrocarril de la península ibérica, que unía Barcelona y Mataró, la prensa aseguró con optimismo: «¡Contemplemos solo la posibilidad, la próxima realidad, de ir a Madrid desde Barcelona en 9 horas; y de un extremo a otro de la Península en 18!».

Pero en esa velocidad con la que, según escribía en 1842 el periodista y escritor Sydney Smith, «el hombre se ha convertido en un pájaro» y «el tiempo, la distancia y la demora desaparecen», otros veían graves riesgos en la salud.

Siete años antes, un supuesto informe de la Academia de Medicina de Lyon había resumido los miedos de entonces, al asegurar que el paso excesivamente rápido de un clima a otro, o el polvo y humo generado por el ferrocarril, tendrían un efecto mortal sobre las vías respiratorias; mientras que la veloz sucesión de imágenes sería causa de inflamaciones en la retina.

Además –concluía el informe–, el movimiento trepidante y «el temor a los peligros, mantendrá a los viajeros del ferrocarril en una ansiedad perpetua, que originará enfermedades cerebrales.a una mujer embarazada, el viaje puede provocarle un aborto prematuro».

Temores, robos y retrasos: La aventura de viajar en tren en el siglo XIX

  • Trenes a 40 km por hora

Este informe académico no ha sido localizado por los historiadores y probablemente se trate de una superchería, pero no por ello deja de ser un reflejo de los temores que suscitaron los primeros ferrocarriles, semejantes a que los hoy provocan otros avances tecnológicos.

La velocidad que alcanzaban los trenes era modesta si se mide con los parámetros actuales, pero suponía un cambio enorme respecto a los viajes en diligencia.

Por ejemplo, a fines del siglo XIX, el expreso de Madrid a San Sebastián, el más rápido de España, alcanzaba una velocidad máxima de 41 kilómetros por hora y empleaba en recorrer los 614 kilómetros de distancia un total de 15 horas y media. Para aquellos primeros usuarios era veloz, comparado con los tres días con sus dos noches que hasta entonces llevaba ese trayecto en diligencia, a unos 10 kilómetros por hora; y más barato, pues el billete en ferrocarril valía menos de la mitad.

En la primera fase de la historia del ferrocarril, los vagones estaban divididos en compartimentos separados entre sí por tabiques. Se accedía a ellos desde el exterior por puertas laterales. A diferencia del modelo de trenes norteamericano, hoy dominante, en el que cada vagón tenía un pasillo central de acceso, en los trenes a la europea no había pasillos, lo que dificultaba los desplazamientos internos por el vagón. Durante el viaje, estos solo podían hacerse por un estribo que corría a lo largo del exterior del coche, al pie de las puertas.

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Los extraños viajes de famosos del Siglo de Oro y la consecuente desaparición de sus huesos…


Foto Jan Kameníček (CC) huesos siglo de oro

JotDown(A.Fonseca) — Es curioso que coincidieran en el tiempo y en el mismo barrio cinco de los más grandes literatos del Siglo de Oro español, y que encima cuatro de ellos tengan en común que no se han podido identificar sus restos.

El último de ellos en ser noticia, por su búsqueda en 2015, ha sido Miguel de Cervantes, del que se sabe dónde está enterrado: en la cripta del Convento de la Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, de rancio abolengo, sito en el número 18 de la calle Lope de Vega de Madrid.

Sesudos investigadores hicieron una buena criba entre los huesos de niños, mujeres y hombres que allí se encontraban, sin embargo, aún no se sabe cuáles de todos ellos son realmente los de don Miguel, aunque han reducido mucho el número de las probabilidades.

Y es que poder visitar la tumba del escritor era un objetivo no solo importante para Madrid y España, sino de justicia para el más grande literato español de todos los tiempos, y posiblemente el mejor del mundo (esto puede tener sus detractores, sobre todo si son ingleses).

Volviendo a nuestros famosos literatos, cuando Cervantes muere en 1616 contaba sesenta y ocho años de edad, y es importante saber que en aquel momento era el mayor de algunos de sus importantes coetáneos como Luis de Góngora y Argote (cincuenta y cinco), Félix Lope de Vega y Carpio (cincuenta y cuatro), Francisco de Quevedo y Villegas (treinta y seis) o Pedro Calderón de la Barca (diecisiete), todos ellos de reconocido prestigio, incluso en vida, y para más inri vecinos del mismo barrio madrileño de Las Letras, donde nunca se concentraron tantas mentes preclaras en tan poco espacio como en aquellos años del Siglo de Oro.

Podría pensarse que entre ellos habría una buena relación de amistad; nada más lejos de la realidad porque Cervantes estaba enfrentado a Lope, mientras Quevedo se reía de Góngora llamándolo despectivamente Gongorilla.

Y para rematar la faena, Calderón de la Barca, persiguiendo a un actor que hirió a su hermano, entra en el convento de las Trinitarias, donde estaba la hermana de Lope como superiora del convento, sin respetar el acogimiento a sagrado del cómico, lo que enemistó a ambos escritores de por vida.

Cosas del destino: la calle donde nació y vivió Lope de Vega en la actualidad se llama calle de Cervantes, mientras que donde está enterrado Cervantes es la actual calle de Lope de Vega.

Como indica el título, el artículo hace referencia a que hay una coincidencia más entre cuatro de los cinco literatos, excepción hecha de Góngora, además de su arte: se han perdido sus restos y no se sabe dónde están realmente sus respectivos huesos. Ya hemos dicho que podemos ubicar los de Cervantes, pero sin identificar.

Los de Lope se perdieron definitivamente en 1635, revueltos en el osario común de la Iglesia de San Sebastián. Allá por el siglo XIX, los de Quevedo se mezclaron con los de otros doscientos cadáveres en la Ermita del Cristo de Jamila, en Villanueva de los Infantes.

Retrato de Lope de Vega firmado por Juan Van der Hamen y León 

Y los más viajeros fueron los de Calderón de la Barca, que fueron dando tumbos (y nunca mejor dicho) por varias iglesias madrileñas hasta terminar en la de Nuestra Señora de los Dolores, en la calle de San Bernardo, sin saber en qué nicho reposan.

Afortunadamente parece que se tienen localizados los de Góngora en la capilla de San Bartolomé, de la Mezquita de Córdoba, aunque murió en la indigencia y nunca se sabe.

Esta serie de despropósitos no acaba aquí, porque otro famoso artista de la época, nada menos que Diego Velázquez, se perdió bajo la actual Plaza de Ramales de Madrid, cuando la Iglesia de San Juan, donde estaba enterrado, fue destruida por el «Rey Plazuelas», a la sazón José Bonaparte, sin preocuparse ni tener en cuenta que allí estaba enterrado uno de los mejores pintores del mundo. 

Algo parecido ocurrió con los huesos de san Francisco de Borja, del que dicen que además de santo era un buen compositor. Reposaban tranquilamente en Roma, cuando se trasladaron a la iglesia de los jesuitas que estaba en la calle Flor Baja y un voraz incendio casi acaba con la urna en que estaban depositados.

Estos al menos se salvaron y están completos en el altar de la iglesia homónima madrileña de la calle Maldonado. 

Después de estas referencias descritas podría pensarse que era más que suficiente para cerrar esta especie de lista negra, aunque solo hay que escarbar un poco para descubrir que tampoco se sabe dónde se encuentran los huesos de Tirso de Molina, el autor de El burlador de Sevilla, también coetáneo, que murió y se enterró en el soriano Convento de la Merced, en Almazán, pero se perdieron entre los avatares que sufrió el propio convento y no pudo descansar en el Panteón de Hombres Ilustres, desde donde lo reclamaban. 

Tampoco se libraron de este triste álbum los huesos de Baltasar Gracián, el autor de El Criticón, para muchos equiparable a El Quijote, que murió en el convento jesuita de Tarazona y fue enterrado en una fosa común con otros fallecidos del convento, con lo que también es otro de los que ha sido imposible poder saber cuáles son sus huesos al estar mezclados con otros muchos.

Después de visto todo lo anterior cabría sospechar que no fueran casos únicos, y efectivamente es más corriente de lo que parece porque, puestos a investigar, no parece que hayamos sido muy cuidadosos con los huesos de nuestros próceres, incluso antes de los hechos citados del Siglo de Oro.

Es de destacar el caso de Cristóbal Colón, cuyos restos caben en una urna que contiene una mezcla de cenizas y huesos, por lo que se podrían formar varios «colones» si se atiende a lo que dicen en Santo Domingo, que aseguran que los tienen ellos, y otro tanto creen los cubanos.

Afortunadamente, en el caso de Colón sí parece que los que custodian los cuatro heraldos que representan a Castilla, León, Aragón y Navarra, en la Catedral de Sevilla, sean los auténticos del almirante, sobre todo después de los análisis de ADN hechos por la Universidad de Granada en 2006, comparándolos con los de su hermano Diego.

Francisco de Goya

Ahora los restos los reclaman en ultramar porque dicen que era la voluntad del fallecido, y también los italianos si se da pábulo a que era genovés. En definitiva, que fue tan viajero y polémico antes como después de su muerte. 

En cualquier caso, somos reincidentes porque tampoco se sabe dónde está la cabeza de Francisco de Goya, aunque en este caso sí tenemos el resto del cuerpo a buen recaudo en la ermita de San Antonio de la Florida, bajo la cúpula que él mismo pintó.

¿Y qué hay de otros famosos fuera de nuestras fronteras? Pues no parece que eso de las tumbas sea algo que sea muy sagrado, sobre todo si no conviene que se sepa dónde están por razones políticas o de seguridad: véase el caso de Gengis KanAtilaHitler o incluso los faraones egipcios dentro de sus pirámides.

En otros casos los desastres naturales se han encargado de revolverlo todo y dejar que no se sepa dónde está, por ejemplo, alguien tan importante como Alejandro Magno. Los restos de Leonardo da Vinci también andan perdidos, así como los de Mozart, por citar solo dos de los muchos que hay en estas condiciones. Quizá en otro artículo ampliemos esta tétrica relación de personajes.

Conclusión: Los huesos de estos ilustres españoles del Siglo de Oro están localizados en parte, pero nadie sabe cuáles son, como los de tantos otros en este mundo cruel.

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El caso real de desaparición retratado en la película brasileña ganadora del Oscar a mejor filme internacional y que sigue sin resolverse décadas después…


Fotografía en color con una escena de la película que muestra a una familia blanca en la playa: padre, madre y dos hijos.
Ainda Estou Aqui logró el Oscar a mejor película internacional.

BBC News Mundo(P.Carvalho) — Más de medio siglo después de la desaparición del diputado federal Rubens Paiva durante la dictadura militar, uno de los episodios más emblemáticos de violaciones de derechos humanos en la historia de Brasil, el país revisa el caso en varios frentes en busca de respuestas.

En el cine, Ainda Estou Aqui («Aún estoy aquí»), película de Walter Salles inspirada en el libro homónimo de Marcelo Rubens Paiva, hijo del congresista, que se convirtió en un éxito de taquilla y crítica, retrata el impacto de la pérdida de Paiva en su esposa, Eunice, y sus cinco hijos en Río de Janeiro en la década de 1970, durante los anos de chumbo (años de plomo, como se conoce a los peores años de la dictadura en Brasil).

El filme brasileño ganó este domingo el Oscar a mejor película internacional, el primer galardón de la Academia para Brasil, y aspira además a las estatuillas por mejor película y mejor actriz para Fernanda Torres, que ya ganó el Globo de Oro el pasado enero.

Mientras tanto, el gobierno federal reabrió una investigación sobre el caso de lo que realmente le ocurrió a Rubens Paiva.

– Un caso sin fin

El presidente de Brasil en 1971, Emilio Garrastazu Médici, sentado en una silla con un micrófono en frente mientras se dirige a la Organización de los Estados Americanos en agosto de ese año.
La desaparición tuvo lugar durante la presidencia de Emilio Garrastazu Médici, considerados los años de mayor represión durante el gobierno militar de Brasil.

El diputado fue destituido y arrestado en 1971 y reportado como desaparecido. Su muerte, confirmada sólo 40 años después, sigue hasta el día de hoy sin que los responsables hayan rendido cuentas.

Esto se debe a que la denuncia sobre el caso, hecha hace una década, está en el Supremo Tribunal Federal (STF). El retraso es tal que tres de los cinco militares acusados ​​del crimen ya han muerto.

Después de seis años sin ningún movimiento, el 24 de octubre de 2024, el ministro Alexandre de Moraes, responsable del caso, determinó que la Procuraduría General de la República debía pronunciarse sobre el fondo del asunto, informó la asesoría de prensa del tribunal a BBC News Brasil.

Este impasse está estrechamente vinculado al debate sobre la constitucionalidad de la Ley de Amnistía, que otorgó indultos tanto a perseguidos políticos como a agentes del Estado que cometieron delitos durante el gobierno militar.

En el centro de la cuestión está la discusión sobre si los crímenes de ese período aún pueden ser castigados y, en última instancia, la voluntad de la sociedad brasileña de afrontar uno de los períodos más violentos de su historia reciente.

Este es el núcleo de Ainda Estou Aqui, le dice Marcelo Rubens Paiva a BBC News Brasil, filme en el que su madre, Eunice, interpretada por Fernanda Torres, es presentada como una mujer obligada a reinventarse frente a la violencia estatal y a crear un nuevo futuro para su familia.

Su libro y el largometraje derivado de él proponen más que una reconstrucción histórica. Son una reflexión sobre la impunidad y la resistencia a la revisión de los crímenes cometidos durante la dictadura militar, un tema que sigue vigente y polémico en el país.

«Nuestro papel como cineastas, escritores, guionistas, gente de las artes, es decir lo que los derrotados no pueden decir», afirma el hijo del diputado.

«Mostrar, denunciar, señalar, es muy complicado en un país que sufrió un proceso tan largo de dictadura y que en la redemocratización hizo un pacto siniestro entre la sociedad civil y los torturadores».

– Por qué el caso Rubens Paiva sigue sin resolverse en el STF

Selton Mello, Fernanda Torres y Walter Salles con vestido formal en una alfombra roja
Selton Mello, quien interpreta a Rubens Paiva, y Fernanda Torres, quien interpreta a Eunice, junto al director Walter Salles.

Rubens Beyrodt Paiva nació en 1929, en Santos, São Paulo. Casado con Eunice Facciolla Paiva, fue padre de cinco hijos: Vera, Maria Eliana, Ana Lúcia, Marcelo y Maria Beatriz.

Licenciado en ingeniería, Paiva fue elegido diputado federal por el Partido Laborista Brasileño (PTB) en 1962.

Durante su paso por la Cámara de Diputados, destacó como relator de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) del Instituto Brasileño de Acción Democrática (IBAD), que investigó el financiamiento de grupos que conspiraron contra el gobierno de João Goulart.

Con la instalación del régimen militar, el 10 de abril de 1964, su mandato fue revocado, llevándolo al exilio en Yugoslavia.

Tras regresar a Brasil en noviembre del mismo año, Paiva se instaló con su familia en São Paulo y, posteriormente, en Río de Janeiro, en una residencia de la Avenida Delfim Moreira, en el barrio de Leblon.

Se desempeñó como director general de una empresa de ingeniería y cimentaciones, cultivando relaciones con periodistas y políticos de la oposición.

En 1971, Rubens Paiva fue secuestrado por agentes del régimen militar y, según consta en una denuncia del Ministerio Público Federal de Río de Janeiro, murió en el antiguo DOI-Codi, en Tijuca, al norte de la ciudad.

Fue durante el ejercicio de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) cuando se confirmó la muerte de Rubens Paiva.

La comisión, creada en 2012, durante el gobierno de Dilma Rousseff, tenía como objetivo investigar y documentar las violaciones de derechos humanos durante la dictadura militar.

La comisión confirmó y aclaró que Rubens Paiva fue torturado y asesinado en instalaciones militares.

– Los responsables

Montaje fotográfico familiar con una pareja y su hija junto a un fotograma de una película con actores blancos interpretando a la misma familia.
A la izquierda, foto familiar con Eunice, Rubens y Babiu (hija menor) en Río en 1970; a la derecha, escena de la película.

En 2014, la CNV presentó información sobre el caso de la desaparición del exdiputado Rubens Paiva.

En un informe parcial divulgado en el Archivo Nacional en Río de Janeiro, la CNV señaló al entonces teniente Antônio Fernando Hughes de Carvalho como uno de los torturadores responsables de la muerte de Paiva.

Esta revelación salió a la luz a partir del testimonio de un testigo, identificado sólo como «agente Y», quien afirmó haber visto a uno de los militares presionar al exdiputado contra una pared durante una sesión de tortura en el Destacamento de Operaciones de Información (DOI).

Según el informe, Rubens Paiva murió como consecuencia de torturas infligidas por los militares.

A pesar de nuevas evidencias, como recibos de pago que contradicen la versión de que José Antônio Nogueira Belham, comandante del DOI-Codi en la época, estaba de vacaciones durante la detención y muerte de Paiva, no se ha revelado el destino final del cuerpo del exdiputado. Aún no se ha aclarado.

Cláudio Fonteles, ex fiscal general de la República y uno de los coordinadores de la Comisión Nacional de la Verdad, explica que la negativa de las Fuerzas Armadas a abrir sus archivos, manteniendo la documentación en secreto, dificultó la investigación de los crímenes.

En este sentido, los testimonios recogidos por la comisión jugaron un papel central.

«En estos crímenes antiguos la prueba testimonial es muy importante», señala Marlon Alberto Weichert, procurador regional de la República y coordinador del Grupo de Trabajo Memoria y Verdad de la Procuraduría Federal de los Derechos Ciudadanos.

«Sobre todo en casos de graves violaciones de los derechos humanos, donde las pruebas de la tortura se pierden con el tiempo y la documentación se mantiene confidencial hasta el día de hoy».

En 2014, tras investigaciones iniciadas en 2011, el Ministerio Público Federal (MPF) acusó a cinco exintegrantes del sistema de represión de la dictadura militar por el asesinato y ocultamiento del cuerpo de Rubens Paiva.

Los cargos incluían homicidio intencional, ocultamiento de cadáver, asociación armada para delinquir y fraude procesal.

Fotografía en sepia
Fotografía de Eunice en 1971, después de salir de prisión, con sus cinco hijos.

Los acusados ​​fueron José Antonio Nogueira Belham, Rubens Paim Sampaio, Jurandyr Ochsendorf e Souza, Jacy Ochsendorf e Souza y Raymundo Ronaldo Campos.

El Tribunal Federal de Río de Janeiro acogió la denuncia, que fue mantenida por el Tribunal Regional de la 2ª Región.

Este avance fue considerado un hito por miembros del MPF, ya que representó la primera acción penal contra militares por homicidios ocurridos durante la dictadura.

Los acusados ​​solicitaron un habeas corpus ante el segundo panel del TRF2, pero la solicitud fue denegada.

La defensa de los acusados ​​recurrió entonces al STF, alegando que la amnistía ya había sido discutida en la Demanda de Incumplimiento de Precepto Fundamental (ADPF) 153, que es un instrumento jurídico utilizado en Brasil para cuestionar actos del Poder Público que violan preceptos fundamentales de la Constitución, como los derechos humanos básicos.

El 29 de septiembre de 2014, apenas 19 días después del juicio de habeas corpus, el ministro ponente Teori Zavascki concedió una orden judicial para suspender los procedimientos.

Zavascki murió en un accidente aéreo en 2017 y el proceso se detuvo.

En 2018, el caso fue remitido al ministro Alexandre de Moraes, quien sucedió a Zavascki y heredó los casos pendientes.

– La ley de amnistía

Fotografía en blanco y negro de un hombre blanco con bigote.
El diputado federal fue destituido poco después del golpe militar y fue arrestado tras regresar del exilio.

El curso del caso Rubens Paiva está vinculado a una discusión sobre la constitucionalidad de la Ley de Amnistía.

Al conceder un indulto general por los crímenes cometidos durante el régimen, esta legislación, promulgada en 1979 durante la dictadura, permitió, por un lado, el regreso de los exiliados y la liberación de presos políticos.

Por otro lado, destacan expertos entrevistados por BBC News Brasil, impidió que agentes de la dictadura que torturaron y asesinaron a opositores del gobierno militar fueran procesados.

«La transición controlada, dominada por los militares, con las élites brasileñas, condujo a este modelo de impunidad y olvido», dice Weichert.

«Esos asuntos eran asuntos prohibidos».

En 2010, el STF decidió que la Ley de Amnistía es constitucional, lo que aún hoy es cuestionado.

Para Claudio Fonteles, la Ley de Amnistía es inconstitucional, porque contradice principios fundamentales de la Constitución Federal.

Sostiene que una ley ordinaria, como la Ley de Amnistía, no puede, desde una perspectiva constitucional, otorgar amnistía por delitos cometidos por quienes violaron el Estado Democrático de Derecho, ya que la Constitución es la base permanente de la democracia y debe preservarse por encima de cualquier legislación infraconstitucional.

«Mantener esta ley es preservar la figura del torturador. Eso no contribuye a la defensa de la democracia y empaña este tema», le dijo Fonteles a BBC News Brasil.

Weichert sostiene que, a pesar de la decisión del STF que declaró constitucional la Ley de Amnistía, la Corte Interamericana de Derechos Humanos la consideró incompatible con la convención americana sobre derechos humanos.

Fotografía de personas blancas y personas indígenas juntas en un espacio abierto.
Eunice luchó contra la política indigenista del régimen militar hasta el final de la dictadura.

Entre los casos que involucran a Brasil ante la Corte IDH se incluyen los del guerrillero de Araguaia (Gomes Lund), el periodista Vladimir Herzog y Collen Leite, todos llevados a la Corte después de que la comisión realizó este procedimiento.

En decisiones importantes, la Corte Interamericana ha declarado que tanto los crímenes de lesa humanidad como las violaciones graves de los derechos humanos son imprescriptibles y no pueden ser amnistiados.

El hecho de que los propios militares decretaran la ley que indulta los crímenes cometidos por agentes del régimen sería una forma de «autoamnistía», argumenta Sergio Suiama, fiscal federal del Ministerio Público de Río de Janeiro.

«Esto es inaceptable en casos de crímenes contra la humanidad», afirma Suiama.

El fiscal destaca que esto ha dificultado el avance de procesos penales como el de Rubens Paiva.

«El caso de Rubens Paiva está suspendido debido a esta incertidumbre», dice Suiama.

Según Suiama, el MPF ya propuso más de 40 acciones penales, pero la mayoría de ellas fueron suspendidas o anuladas precisamente porque el STF no juzga estas denuncias de incumplimiento de un precepto fundamental (ADPF).

«Las pruebas reunidas durante la investigación del MPF, incluidas las confesiones falsas durante los intentos de fuga, permanecen sin análisis de mérito, a la espera de una decisión que determine si estos crímenes son o no imprescriptibles».

Fotografía familiar en blanco y negro (Eunice con sus cinco hijos)
Eunice y sus cinco hijos en Brasilia después de la investidura de Rubens en 1963.

El abogado Rodrigo Roca, que representa a los acusados ​​de torturar y matar a Rubens Paiva, cuestiona el argumento de que los crímenes de la dictadura puedan ser calificados como crímenes contra la humanidad.

Según Roca, para ser un crimen de lesa humanidad la conducta debe haber sido dirigida contra una población civil, lo que, según él, no sería el caso.

«Para que una conducta sea considerada un crimen contra la humanidad, debe estar dirigida contra la población civil en su conjunto. Y no contra ciertos grupos insurgentes.

«Esto legalmente, es decir, técnicamente, incluso creo que dogmáticamente, nunca podría ser calificado como un crimen contra la humanidad», afirma.

El abogado sostiene también que el proceso seguido por el MPF buscando un desenlace por la muerte de Rubens Paiva, iniciado durante el gobierno de Rousseff y a raíz de las conclusiones de la Comisión de la Verdad, tuvo un «sesgo político».

Según él, cada vez que un gobierno de izquierda llega al poder se produce un «resurgimiento de este movimiento», lo que califica de «delirios».

«Tenemos que preguntarnos primero a quién beneficia esto, cuál es la relación costo beneficio de una nueva movilización como esta, por parte del gobierno, por parte de algunos sectores del poder judicial, en torno a personas con problemas jurídicos totalmente resueltos, es decir, es una pérdida para todos, es una guerra sin ganadores», añade.

«Hay un replanteamiento de una cuestión jurídica ya muy trillada y resuelta desde el punto de vista social. Será responsabilidad del sistema jurídico simplemente atenerse a esta conciencia popular y poner fin a esta historia».

– Reapertura de la investigación sobre el caso

Hombre blanco con traje y barba gris
La nueva película está inspirada en el libro del hijo de Paiva, Marcelo Rubens Paiva.

Paralelamente, el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), organismo del Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía, reabrió el caso en abril de 2024.

El objetivo es investigar y producir más pruebas para comprobar lo que le pasó a Rubens Paiva.

En agosto de 1971, el caso fue archivado por el Consejo de Defensa de los Derechos Humanos (Cddph), órgano antecesor del actual Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

La votación puso de manifiesto divisiones: mientras los miembros vinculados a ARENA (Alianza de Renovación Nacional) apoyaron el archivo, los representantes del MDB y la OAB se mostraron en contra.

El entonces ministro de Justicia, Alfredo Buzaid, ejerció el voto de calidad, decidiendo archivar el caso.

La justificación oficial se basó en información falsa del ejército, que afirmó que Rubens Paiva había desaparecido tras la intervención de desconocidos durante su detención.

Esta versión fue posteriormente desmentida por la Comisión Nacional de la Verdad. Además, uno de los concejales que votó por archivar el caso declaró que había sido coaccionado para tomar esa decisión.

Según André Carneiro, vicepresidente de la CNDH, la medida es de carácter administrativo, con posibilidades de contribuir a esta acción penal del MPF.

Carneiro afirma también que se elaborará un informe que contendrá recomendaciones a las Autoridades Públicas específicas sobre el caso Rubens Paiva y también recomendaciones generales sobre el derecho a la memoria, la verdad y la justicia.

«Como hay un proceso en el STF, ese informe será entregado al MPF y compartido con la Corte Suprema», destaca Carneiro.

«Este caso es bastante simbólico. Se trata de un exdiputado federal, alguien que no tenía vínculos con la lucha armada. El trato que recibió revela la estructura de la máquina de espionaje y tortura en el país».

Marcelo Rubens Paiva refuerza la importancia de mantener viva la memoria de su padre, ya sea a través de películas, libros o reportajes.

Para el escritor, la forma de evitar que la dictadura regrese es resaltar lo que ocurrió durante el régimen, incluido el asesinato de Rubens Paiva.

«Tenemos que mostrar qué es la dictadura, qué fue el AI-5, qué fue la tortura, qué fue el Estado autoritario», dice Marcelo Rubens Paiva.

«Es algo que nunca se debe defender».

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El Carnaval de Brasil pudo tener su origen en unas fiestas indígenas hace dos mil años…


Sambódromo Rio de Janeiro, hoy en día.

National Geographic(J.M.Sadurni) — En poco más de dos semanas, Río de Janeiro se llenará de miles de personas de todo el mundo que tomarán las calles y abarrotarán los locales de ocio para disfrutar de una de las semanas más locas y festivas del año, en la que las pasiones se darán cita primero en las calles y luego en el mítico Sambódromo para celebrar el Carnaval más famoso del mundo. 

Hasta ahora existía la creencia de que la fiesta llegó a Brasil de la mano de los europeos, fusionándose con la cultura de los esclavos africanos. Aunque acaba de surgir una nueva teoría que plantea que el carnaval tiene su origen en una celebración que se llevaba a cabo hace dos mil años con la celebración de  un festín en el que se compartía pescado (básicamente peces migratorios) regado con grandes dosis de alcohol.

Ahora, un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), la Universidad de York (Reino Unido) y la Universidad Federal de Pelotas (Brasil),  publicado en la revista PLOS One, ha documentado estas celebraciones. En un comunicado de prensa, los investigadores se preguntan si estaríamos realmente ante los orígenes del famoso Carnaval de Brasil.

– Celebración milenaria

A orillas de la Laguna de los Patos, situada en el estado de Río Grande del Sur, se levantan unos montículos de tierra conocidos como «cerritos» que fueron construidos por los antepasados precoloniales de los grupos indígenas pampeanos, incluidos los charrúas y los minuanos, en lugares elevados para protegerlos de las inundaciones. 

Estos «cerritos» podrían ser enterramientos, marcadores territoriales o monumentos en torno a los cuales se reunían estas personas para llevar a cabo sus celebraciones. 

Gracias al hallazgo de diversos fragmentos de cerámica de hace entre 2.300 y 1.200 años, los investigadores han podido identificar diversas recetas para la elaboración de pescado así como rastros de bebidas alcohólicas elaboradas con tubérculos, maíz dulce y palma y que, en opinión de los investigadores, serían las primeras evidencias de la producción de bebidas espirituosas en aquella región.

«Vemos ejemplos de estas prácticas en todo el mundo, a menudo relacionadas con la abundancia estacional de ciertas especies migratorias. Estos acontecimientos brindan una excelente oportunidad para llevar a cabo actividades sociales, como funerales y matrimonios, y tienen un gran significado cultural.

Uno de los fragmentos de cerámica encontrado en un «cerrito».

Estos hallazgos aportan pruebas convincentes de que estas antiguas comunidades consumían bebidas fermentadas y demuestran que la cerámica desempeñaba un papel crucial en los festines y las actividades sociales», afirma la autora principal del estudio, Marjolein Admiraal.

Los resultados de los análisis químicos han permitido a los investigadores determinar qué tipo de productos estaban presentes en las vasijas de cerámica y cómo se cocinaban los alimentos para estas celebraciones.

«Primero los calentaban, luego los almacenaban y, en ocasiones, al final los fermentaban. Esto nos acerca un poco más a comprender el papel culinario de los distintos alimentos de las sociedades del pasado», explica Oliver Craig, del laboratorio de Bioarqueología de la Universidad de York (BioArCh).

«Preservar los ‘cerritos’ como patrimonio cultural pampeano único debe ser una prioridad si queremos aprender de las sociedades del pasado a vivir de forma sostenible en un entorno tan dinámico», finaliza André Colonese, investigador del ICTA-UAB, coautor del estudio e investigador principal del proyecto TRADITION del Consejo Europeo de Investigación (ERC).

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Cuernos de unicornio y dragones en los Alpes: las extravagantes investigaciones de la academia científica más antigua del mundo

Ilustraciones de dragones supuestamente encontrados en los Alpes suizos
En sus primeras épocas, la Royal Society recopilaba tanta información sobre «criaturas y acontecimientos extraños observados recientemente en lugares extranjeros» como sobre lo que ahora conocemos como ciencia.

BBC News MundoEl siglo XVII fue un momento crucial en la historia del pensamiento.

Grandes filósofos como Francis Bacon y René Descartes alentaron el escepticismo, cambiando el debate de ¿cuál es la verdad? del Medioevo a ¿de qué puedo estar seguro?

Con ese propósito, en Inglaterra, un grupo de intelectuales empezaron a reunirse informalmente en lo que llamaban el Colegio Invisible.

La idea era investigar los secretos de la naturaleza resistiendo el dominio de la sabiduría establecida y verificando todas las afirmaciones por medio de la experimentación… eso que hoy llamamos ciencia.

Su lema era Nullius in verba, que literalmente significa «las palabras de nadie» pero se entiende como «no creas meras palabras» o «no tomes la palabra de nadie».

Ese mismo lema y propósito lo adoptaría la que hoy es la academia científica más antigua del mundo.

Fundada en 1660, la Royal Society, o Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, se convirtió en una red internacional para la investigación práctica y filosófica del mundo físico.

En sus 365 años de existencia ha tenido más de 8.000 miembros, entre ellos más de 280 premios Nobel, con eminencias que van de Isaac Newton, Albert Einstein y Charles Darwin a Dorothy Hodgkin, Alan Turing y Stephen Hawking, por nombrar unos pocos.

Pero, claro, así como ocurrirá cuando en tres siglos nuestros pares futuros exploren nuestros conocimientos actuales, si te zambulles en los archivos de la Royal Society, te topas con inesperadas y deliciosas sorpresas.

Eso fue lo que hicieron el físico Brian Cox y el comediante Robin Ince en un episodio de la serie de la BBC «The Infinite Monkey Cage».

Con la ayuda de expertos, encontraron desde anécdotas graciosas hasta criaturas mitológicas.

– Retando fábulas

Una de las principales tareas de la Royal Society era hacer experimentos, y muchos se realizaban en vivo durante las reuniones semanales de los miembros.

Se llevaban fieles registros, como escribió Thomas Sprat en su «Historia de la Royal Society» de 1667, «para que la época actual y la posteridad puedan poner una marca en los errores que se han visto reforzados por una larga prescripción».

Gracias a ello sabemos que meses después de fundada, se puso a prueba algo que se daba como un hecho y que involucraba dos animales: el unicornio y la araña.

Pintura de una mujer señalando a un unicornio que la mira
Uno de estos… (Detalle de «La dama y el unicornio», obra de Luca Longhi de ~1540).

El primero había sido parte del bagaje intelectual de la humanidad por siglos.

La descripción griega más antigua es del historiador Ctesias, quien escribió alrededor del año 400 a.C. sobre un animal grande y ágil con cuerpo blanco, cabeza de color rojo oscuro y un cuerno largo en la frente.

Ese cuerno tenía propiedades curativas y purificadoras, informó.

Quienes los usaban como vasos para beber, «no están sujetos, según dicen, a convulsiones o a la enfermedad sagrada [epilepsia].

De hecho, son inmunes incluso a los venenos» que podían contener las bebidas que tomaban.

Al otro animal, la araña, desde la Edad Media se le había culpado de causar enfermedades misteriosas, incluida la Gran Peste.

Para el siglo XVII se había comenzado a sospechar que el unicornio era una fábula, pues nunca se había avistado uno.

No obstante, persistían ciertas creencias, como la de que un círculo de polvo de cuerno de unicornio actuaba como una jaula invisible para cualquier araña.

Así que en 1661, los eminentes filósofos naturales de la Royal Society colocaron una araña en un círculo de polvo de un cuerno «que se decía era de unicornio» para ver qué pasaba.

Lejos de ser repelida, la araña «inmediatamente» corrió a través del polvo para escapar.

El experimento fue repetido varias veces, con los mismos resultados.

– Los animálculos

Cuatro años después del experimento que ayudó a desvanecer la creencia en las propiedades mágicas del cuerno de unicornio, la Royal Society lanzó Philosophical Transactions, la primera revista científica del mundo.

En una de sus ediciones de 1679, hay una carta que habla de algo nunca antes visto, pero dice…

«Si su señoría considera que estas observaciones pueden disgustar o escandalizar a los eruditos, le ruego encarecidamente que las considere privadas y las publique o destruya como crea conveniente».

Retrato de Anton van Leeuwenhoek
El autor de la carta era Anton van Leeuwenhoek, ahora conocido como «el padre de la microbiología».

«Su señoría» era el teólogo y filósofo natural alemán Henry Oldenburg, quien fue corresponsal extranjero de la Royal Society, su primer secretario y además editor de Philosophical Transactions.

Oldenburg le había escrito en 1674 al signatario de la carta, el microscopista neerlandés Anton van Leeuwenhoek, pidiéndole que enfocara su microscopio sobre secreciones humanas como el sudor, la saliva… y el semen.

En el entorno religioso en el que vivía Leeuwenhoek, esa última secreción era problemática, pero también era difícil rechazar una solicitud de los respetados caballeros de la Royal Society.

Además, la cuestión de la «generación», como se le llamaba a la reproducción en esa época, intrigaba superlativamente a los eruditos, ávidos de revisar conceptos petrificados por 2.000 años, derivados de deducciones de Hipócrates y Aristóteles.

En su carta de 1677, Leeuwenhoek aclara que encontró la forma de examinar su propio semen sin cometer el pecado de la masturbación.

«Lo primero que hace es tranquilizarlos diciéndoles que lo había obtenido ‘por el exceso que la naturaleza me proporcionaba en mis relaciones conyugales'», cuenta el galardonado científico Matthew Cobb.

«Luego entra en detalles, diciendo que ‘apenas 6 latidos del corazón después de la eyaculación’, tomó un tubo capilar -un trozo de vidrio muy delgado en el medio-, lo puso en su semen, luego en el microscópio.

«Con los faldones de su camisa colgando, se acercó a la ventana para sostenerlo a contraluz… y luego le escribió a la Royal Society, quien le dio la respuesta clásica a un descubrimiento extraño: ‘Necesitamos más experimentos'».

Dos años después, la carta fue publicada, y en ella Leeuwenhoek describe los espermatozoides, a los que llamó «animálculos».

Dibujos de espermatozoides.
Los animálculos que descubrió Leeuwenhoek, dibujados en la carta que le envió a la Royal Society.

Desde hacía más de una década se sabía que las mujeres tenían óvulos.

«Y ustedes pensarán que concluyeron: ‘OK, ahora sabemos cómo funciona la reproducción'», señala Cobb.

«Pues no».

«Se necesitaron 180 años de discusión entre los llamados ovistas y los espermistas, personas las que pensaban que todo eran óvulos o que todo se trataba de semen», señala Cobb».

«Por supuesto, ambos estaban equivocados».

– ¡Pon dragones!

A principios del siglo XVIII, el médico y naturalista suizo Johan Jakob Schweitzer, uno de los corresponsales de la red de intelectuales de toda Europa de la Royal Academy, escribió un libro sobre los Alpes.

«Tenemos la versión manuscrita que envió para la aprobación de Isaac Newton (recientemente elegido como presidente de la organización)», dice Keith Moore, director de la biblioteca de la Royal Society, que publicó ese volumen de ‘Itinera Alpina’.

«Es realmente hermoso, y si lo lees, es una guía completamente estándar de los Alpes suizos», agrega la paleontóloga Tori Herridge.

«Si no hubieras tenido la oportunidad de ir a los Alpes suizos, te quedarías asombrado y fascinado al leer sobre el lugar y ver las increíbles cascadas, montañas, la flora, la fauna que puedes ver en el libro».

Ilustración de una gran cascada
Las ilustraciones de la edición de 1703 mostraban lo que Schweitzer había visto en sus viajes por la región alpina suiza.

«Todo es completamente sensato en 1703», dice Herridge. «Pero después…».

«En una edición posterior, no publicada por la Royal Society, me apresuro a añadir, aparecen dibujos de dragones», revela Moore.

«Es el mismo libro, supuestamente el mismo autor, pero con dragones», detalla Herridge.

Además de sus observaciones, los naturalistas suizos habían recopilado relatos de la región, «algunos probablemente derivados de huesos que se encontraban en los Alpes», explica Moore.

¿Por qué se habrá modificado la edición posterior?

«La primera edición era pura ciencia, y tal vez no le fue muy bien, así que se habrán preguntado ‘¿qué hacemos?… ¡Pon dragones!'», conjetura Herridge.

Ilustración en la edición posterior de un hombre asustado al ver un dragón
Una versión más atractiva: la edición de 1723… con dragones.

Lo que le llama la atención a la paleontóloga es que «se seguía presentando como un relato fáctico de viajes y de lo que se podía ver en los Alpes suizos: ¡estamos a principios del siglo XVIII y los dragones todavía están allí!».

Sin embargo, aunque nos parezca curioso, agrega, «ponte a pensar: si estás encontrando fósiles enormes y aún no sabes qué son los dinosaurios, ¿por qué es inherentemente ridículo que pueda haber dragones en los Alpes suizos?».

«En el pasado había un montón de explicaciones diferentes con las que la gente intentaba interpretar lo que hallaba.

«Veías un hueso enorme y tratabas de encajarlo en el folclore que conocías: ¿sería un dragón, un gigante, un cíclope?», explica Herridge.

«No estaban inventando cosas porque sí, era un sistema para darle sentido al mundo».

Aún así, «Schweitzer es escéptico sobre algunas de estas historias, pero de todos modos las registra», apunta Cobb.

«Pero creo que hay un punto muy importante, que también aplica al experimento de las arañas y el cuerno de unicornio».

– El punto

«El lema de la Royal Society era ‘No te fíes de la palabra de nadie’, y tenían todas estas historias, provenientes de la Biblia, de los griegos, de cuentos de viajeros y demás, que tal vez eran ciertas… ¡qué vas a saber!»

«Pues la única forma de averiguarlo es ir y tratar de encontrar un dragón. O si estás interesado en tratar de mantener alejadas a las arañas, entonces obtienes un poco de cuerno de unicornio y ves si funciona».

Eso es lo que estaban haciendo, subraya Cobb y cita otro de los experimentos curiosos de los primeros años de la Royal Society.

«Estaban obsesionados con tratar de entender de dónde viene la vida, y en un texto antiguo decía que si triturabas un montón de víboras y las ponías en una botella, se generarían nuevas víboras».

«Así que tenían esta botella que sacaban cada 4 meses y anotaban en el libro de registros: ‘no, aún no hay víboras’, hasta que concluyeron que no era cierto».

«Entre tanto, otros alrededor del mundo estaban haciendo lo mismo, tomando viejas historias y tratando de ver ‘¿generas sapos a partir de un pato muerto que dejas en una teca? Pues no, no es así’.

«Pero para llegar a esas conclusiones tuvieron que hacer correctamente los experimentos».

Estaban en los albores de lo que llamamos ciencia moderna, y el propósito era poner los conocimientos a prueba.

Así que, aunque algunas de las ideas parezcan ridículas ahora, lo son porque los primeros científicos hicieron la labor de investigarlas.

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Desastre de Annual, héroes y mártires de una batalla que nadie quiso oír durante años…


Historias de la historia(J.Sanz) — Hace más de un siglo, el Ejército español sufrió una de las mayores derrotas de su historia en Annual, una población perdida en la región marroquí del Rif. En 18 días, entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, más de 10.000 soldados perdieron la vida frente a las tribus rifeñas.

Muchos murieron de sed en sus fortines, otros fallecieron tiroteados mientras intentaban huir, y otros tantos, torturados después de entregarse a pocos kilómetros de allí, en el fuerte de Monte Arruit, con las orejas, las narices y los testículos mutilados.

Annual es una explanada cercana a una aldea de varios cientos de habitantes, a 60 kilómetros de Melilla en línea recta y a 50 de la ciudad de Nador. Ahí fue donde cayó el general Silvestre, el general más joven del Ejército español, con 50 años, que venía de fraguar una carrera heroica en la guerra de Cuba y presumía de tener tres testículos, como prueba eximia de su valor.

Silvestre fue derrotado por un hombre que no presentaba ninguna experiencia militar: Abdelkrim el Jatabi, un traductor al servicio de España, colaborador del periódico español El Telegrama del Rif, que había sido nombrado en 1914 kadí kodat, o juez de jueces, en Melilla.

O sea, la máxima autoridad judicial en “asuntos indígenas”. La intención de Silvestre era conquistar Alhucemas, a 30 kilómetros de Annual en línea recta. Pero se vio emboscado por Abdelkrim y sus tropas huyeron en desbandada en dirección a Melilla. El camino quedó moteado por miles de cadáveres.

De aquel desastre afloró una radiografía de España que puso de relieve todos los males del país: un ejército corrupto, mal instruido y peor armado para las ínfulas coloniales que tenía; un monarca, Alfonso XIII, de vocación militar, que apoyó al general Silvestre como su gran favorito y después al general golpista Miguel Primo de Rivera como su tabla de salvación; y una clase política que no pudo depurar responsabilidades.

Todo ese cúmulo de desgracias se fue fraguando en esta llanura de Annual donde hoy apenas queda como recuerdo un pequeño monumento con la cara de Abdel­krim pintada y una placa escrita en árabe donde se lee: “Proteged vuestra historia”. Pero la historia del Rif está poco preservada. No hay un solo museo.

En los manuales del colegio apenas se le dedica algún párrafo a la “epopeya de Annual”. La figura de Abdelkrim sigue siendo incómoda para Marruecos. Porque Abdelkrim fue el líder que consiguió unir a las tribus del Rif contra España y contra… Marruecos.

Abdelkrim

El historiador Juan Pando escribió en su Historia secreta de Annual: “Nunca, hasta entonces, había perdido la España contemporánea un ejército al completo. En bloque y de la forma espantosa —asesinado, en su mayoría, luego de capitular en sus posiciones—”. Y el periodista Manuel Leguineche, autor de Annual 1921. El desastre de España en el Rif, se refirió a ella como “la peor guerra en el peor momento en el peor sitio del mundo (…). Una batalla que nadie quiso oír durante 75 años”.

– Francisco Basallo

En enero de 1923 Francisco Basallo fue liberado, junto con más de trescientos españoles supervivientes del Desastre de Annual y prisioneros de Abdelkrim, tras pasar año y medio de cautiverio. Y no fue por una cuestión humanitaria, sino porque el gobierno español pagó el rescate exigido por el dirigente rifeño.

Se distinguió por su labor humanitaria curando, sin ser médico, a heridos y enfermos de tifus y haciendo una labor humanitaria de tal forma que, al ser rescatado en 1923, fue recibido como un héroe en toda España con homenajes y nombrado hijo predilecto de Córdoba, su ciudad natal. (Alfonso Basallo, autor de «El prisionero de Annual» y nieto de nuestro protagonista)

Francisco Basallo

A lo largo de su cautiverio, el sargento Basallo, como pasó a ser conocido, desarrolló una importante labor sanitaria, pese a carecer de estudios en este campo. Su implicación en las tareas sanitarias del cautiverio fue una mezcla de azar y necesidad.

Al parecer, fue a ver al médico para que le atendiera los dolores que la rozadura de una bala le provocaba en el hombro. Pero, al ver el terrible panorama del que el doctor debía ocuparse y avergonzado por su dolencia, improvisó y dijo que estaba allí para ayudarle.

Así empezó la peripecia de quien llegó a ser conocido como “el sargento médico”; que no se ocupó sólo de españoles, sino también de rifeños. Su labor humanitaria se extendió también a organizar una suerte de pelotón de enterradores, encargado de dar sepultura a los numerosos cadáveres de españoles, identificándolos cuando era posible e informando a sus familiares.

Enterraron a más de seiscientos.

Basallo registró los auxilios que, en condiciones muy precarias (carencia de quinina, pésima nutrición…) prestó en los diferentes campamentos en que estuvo prisionero:

695 asistencias por enfermedad, 3728 inyecciones administradas y 477 operaciones practicadas por patologías de distinta índole. Lo hizo con la ayuda esporádica, cuando coincidían en el mismo campamento, del teniente médico Fernando Serrano (fallecido de tifus en julio de 1922), el asesoramiento epistolar de otros doctores de Alhucemas (los capitanes Ciancas y Casas), la lectura autodidacta de manuales de anatomía de modo y el apoyo de algunos compañeros de infortunio a los que cita y homenajea en su libro Memorias del cautiverio, como el teniente Julián Troncoso, los practicantes civiles José Cánovas y Antonio Ruiz, o los suboficiales y soldados Alfonso Ortiz, Agripino García, Saturnino Royo, Antonio Palacios, Emilio San Antonio o Carmelo Balseras, entre otros, algunos de los cuales murieron de tifus o fueron asesinados por sus captores. Basallo se distinguió también en la organización de la vida del campamento y la protección hasta donde le fue posible de las mujeres y niños prisioneros.

Una prensa deseosa de encontrar figuras heroicas que compensaran la herida del Desastre y la vergüenza de algunos comportamientos en la Guerra de Marruecos, contó su historia, ensalzando su comportamiento y siendo reconocido con diversos homenajes y condecoraciones.

La popularidad del sargento Basallo, en aquella época, fue enorme; entre otras cosas porque la prensa necesitaba un héroe. Un héroe del pueblo y él era de familia humilde, y la verdad es que no había demasiados héroes entonces. […] Max Estrella, el personaje de Luces de bohemia de Valle Inclán, lo menciona y dice que debería sustituir a Pérez Galdós en la Real Academia.

Evidentemente esto era una broma porque el sargento Basallo lo único que había escrito eran unas memorias muy escuetas del cautiverio. (Alfonso Basallo)

– Regimiento de Alcántara.

Arengados por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera (“Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos”) y sabiendo que iban a la muerte, el Regimiento Alcántara cargó hasta 7 veces para salvar a sus compañeros en Annual. De 691 hombres que componían el regimiento, sólo quedaron 67.

Regimiento Alcántara

A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta.

Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos.

Años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros.

La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito.

Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.

Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abdelkrim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo.

En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14.

Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada.

A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar:

Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos

Carga Regimiento Alcántara

Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca.

Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa.

Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67.

Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.

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Tartessos, la misteriosa civilización de Occidente…


Revista Esfinge(A.R.Berenguer) — Los descubrimientos en los túmulos del Guadiana, que tantas alegrías han dado a los arqueólogos, me hacen desear más que nunca conocer los secretos de Tartessos, la mítica o histórica civilización que floreció en el suroeste de la península ibérica.

Ya no es Tartessos patrimonio del sur, porque hay suficientes vestigios de que su trayecto final estuvo en la cuenca del Guadiana.

Y si se empieza a creer que Casas del Turuñuelo o Cancho Roano son muestras del abrupto final de Tartessos, quedan aún muchas incógnitas, algunas de las cuales se remontan a los principios.

Normalmente se sitúan los comienzos de Tartessos alrededor del 1100 a. C., haciéndolo coincidir con la llegada de los fenicios a la península ibérica y con acontecimientos como la fundación de Gadir (Cádiz), el final de la civilización micénica, la caída de Troya y el comienzo de la edad oscura en la Grecia clásica.

Hay varias hipótesis sobre esta civilización y sus orígenes, desde la negación de su misma existencia a considerarla sencillamente fenicia o creerla resultado del mestizaje de indígenas con fenicios, o , por qué no, el resultado de una larga evolución que podría partir de antiguas culturas indígenas de las que hay suficientes evidencias históricas.

No cabe duda de que en la península ibérica ya había civilización antes de la llegada de los fenicios, siendo hasta el momento desconocido su nivel de desarrollo, y desde luego, parece que diferente a la que se desarrolló posteriormente en Tartessos, pero lo suficientemente avanzadas, como demuestran los vestigios en forma de ciudades calcolíticas como la de Valencina de la Concepción, en Sevilla, o los numerosos dólmenes que recorren toda la geografía (Antequera, Alberite, Soto y muchos más) como para indicar que había una organización social muy importante y que, si bien el aporte de los fenicios es significativo, hay sobradas pruebas de minería, joyería y construcción propias de pueblos avanzados que nos llevan a pensar que los fenicios encontraron un lugar de intercambio —podríamos decir— entre iguales.

La civilización ibérica que desapareció abruptamente y fue confundida con  la mítica Atlantis - LA NACION

Sabemos que los fenicios eran grandes marineros y comerciantes, y que fueron los primeros en tomar contacto con Tartessos. Cabe pensar en la importancia que tuvo para ellos mantener la ruta hacia Tartessos en secreto, ya que esto les hacía dueños no solo de una ruta comercial que incluía metales (oro, plata y estaño), sino también una rica agricultura y ganadería.

Se baraja la teoría de que muchos de los mitos sobre el fin del mundo tras las columnas de Hércules fueron intencionadamente difundidos por los propios fenicios a fin de mantener alejados a sus posibles competidores.

Estrabón señalaba que, cuando Homero en su Odisea menciona al Tártaro, se refiere a Tartessos, que está en occidente, en poniente, hacia donde los muertos van.

Tal vez ahí esté el origen del enigma sobre la localización o grandeza de Tartessos: ¿fue una ciudad, una civilización, un reino o una confederación de ciudades? Incluso se plantea la duda sobre la misma existencia de su capital. ¿Hasta dónde se extendía el estuario del río llamado también Tartessos, o hasta dónde llegaba el famoso lago Ligustino? Aún más, ¿a qué río se refieren las fuentes, al Guadalquivir o al río Tinto?

  • Los clásicos mencionan Tartessos

De nuevo, de Estrabón recogemos el siguiente comentario aclaratorio: «Parece ser que los antiguos llamaron Betis al río Tartessos».

En cualquier caso, los griegos finalmente también descubrieron a Tartessos. Herodoto cuenta el viaje del navegante Coleo de Samos, quien, tras una terrible tormenta, se desvió hacia Tartessos.

«Después de esto una nave samia, cuyo capitán era Colaios, navegando con rumbo a Egipto (…) pero desviados por el viento apeliotes (…) fueron llevados más allá de las columnas de Hércules y, por providencia divina, llegaron a Tartessos».

En la obra del siglo IV d. C., la Ora marítima de Avieno, probablemente basada en un relato anterior, del VI a. C., se sitúa geográficamente la ciudad, aunque confundiéndola con Gadir. Sin embargo, es una excelente descripción de las costas iberas en el milenio anterior, lo cual permitirá a autores posteriores buscar o situar el posible emplazamiento de la mítica ciudad.

Pero volvamos a los mitos. Aunque son muchos los autores griegos (1) que nos hablaron de Tartessos, el primero en mencionarla es Estesícoro de Himera en la Gerioneida (siglo VII a. C.), donde se narra el mito de Gerión, considerado uno de los primeros reyes de Tartessos, un fabuloso gigante de tres cabezas o tres torsos, cuyos toros rojos robó Heracles.

Aunque, sin duda, el mito más representativo de esta cultura es el de Gárgoris y Habis, al que podemos considerar casi un mito fundacional. La leyenda cuenta que de la relación incestuosa de Gárgoris con su propia hija nació Habis, su hijo-nieto. T

ratando de ocultar su falta, Gárgoris pretendió hacer desaparecer a Habis abandonándolo en primer lugar en el bosque a merced de las fieras, pero estas lo respetaron, tras lo cual el cruel Gárgoris mandó que fuese arrojado a una jauría de perros hambrientos, que tampoco dañaron al pequeño.

Por último, lo arrojó al mar en una canasta, y quisieron los dioses que como improvisada navecilla fuera la canasta llevada hasta la orilla, donde una cierva lo acogió y le dio de mamar.

Tartessos: buscando el origen de esta misteriosa civilización

Así se crio Habis libre y ágil entre los ciervos, a pesar de lo cual finalmente fue apresado. Al llevar el joven Habis ante la presencia de Gárgoris, este al verlo lo reconoció, así que acató la voluntad divina y dio a conocer que era su nieto, le pidió perdón y lo nombró su sucesor.

En el mito se menciona que Gárgoris enseñó a su pueblo la apicultura, y se lo relaciona con los curetes, mientras que de Habis se dice que enseñó a los tartessios la agricultura y a uncir los bueyes al arado, que les otorgó leyes y prohibió la esclavitud.

El rey Argantonio no pertenece ya al mito, sino al periodo de esplendor de Tartessos. Anacreonte y Herodoto nos hablan de este longevo rey, cuyo reinado duró unos ochenta años y que llegó a alcanzar ciento veinte años de edad. Algunos creen que se trata más de una dinastía que de un solo rey. Sabemos que tuvo relación comercial y militar con la colonia griega de Focea.

Más allá de los mitos y la historia nos queda otro enigma: ¿es la bíblica Tarsis, cuya plata embelleció el templo de Salomón y que aparece en diversos libros de la Biblia, la misma civilización que los griegos denominaron Tartessos? Lo incuestionable es que en la Biblia se utiliza el término barcos de Tarsis para indicar grandes barcos que podrían emprender largos viajes, como el tan citado versículo «Jonás se fue en dirección a Tarsis, para huir de Jehová».

Pero llegados a este punto podríamos preguntarnos qué ocurrió después, por qué esta civilización desapareció tan silenciosamente. Tal vez fuera por la presión de los belicosos cartagineses, que cortaron las relaciones comerciales de Tartessos con fenicios y griegos al lograr el dominio sobre el Mediterráneo. Quizá por algún cataclismo, maremoto o terremoto, lo que parece estar refrendado por los geólogos en torno al 560 a. C., o cualquier otro fenómeno (¿una sequía pertinaz?). Seguimos teniendo muchas hipótesis y por el momento ninguna respuesta certera.

Lo cierto es que la espléndida Tartessos, la de las antiguas leyes en verso de más de 6000 años de antigüedad, la rica y generosa civilización, se pierde en el sur y parece emigrar hacia el Guadiana.

Y aun ahí, en un último y misterioso giro a esta historia, aquellos hombres enterraron ritualmente sus santuarios, los quemaron y destruyeron como si quisieran borrar su memoria bajo los túmulos, que aguardaron más de 2000 años para desvelar su historia. ¿Por qué?

Estaremos muy atentos a lo que los arqueólogos nos vayan desvelando, mientras tantos vestigios siguen aflorando en Huelva, en Sevilla o en Cádiz, y quién sabe qué sorpresas nos reservarán nuestros antepasados. Somos un pueblo antiguo, nuestro origen descansa debajo de mucha historia, pero, con suerte, podremos desvelar algún misterio más.

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Comida, invitados y juegos: los banquetes en la Antigua Grecia…


Los banquetes más informales estaban amenizados por bailarinas y flautistas, mujeres que también podían ofrecer servicios sexuales. En la imagen, flautista en un simposio. Siglo V a.C. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

National Geographic(F.J.Murcia) — Cuenta Jenofonte en su Banquete que en una ocasión Sócrates estaba paseando junto a cuatro amigos cuando los abordó Calias, un ricachón ateniense: «Oportunamente me encuentro con vosotros, pues voy a dar una fiesta […] y pienso que sería más brillante si mi salón está adornado con hombres de espíritu tan elevado como el vuestro».

Sócrates creía que Calias se burlaba de su pobreza, pero el prohombre insistió. 

Entonces le agradecieron la invitación sin prometerle aún que acudirían, hasta que, viendo que se disgustaba, aceptaron seguirlo hasta su casa. Allí pasarían toda la noche comiendo y bebiendo, escuchando música y, sobre todo, conversando, en lo que constituía una de las instituciones más características del modo de vida de los antiguos griegos: el banquete o simposio.

Como podemos ver por la anécdota de Jenofonte, la invitación a un banquete no era demasiado formal. El anfitrión podía hacerla al encontrarse casualmente con los amigos en la calle o en el ágora. Tampoco parece que hubiera problemas si algún invitado traía por su cuenta a otro amigo a la reunión, como vemos que hace Sócrates en el Banquete de Platón. 

Busto romano de Sócrates copiado de un original de Lisipo. Siglo I a.C. Museo del Louvre, París.

Pronto apareció un tipo humano conocido como bufón (ákletos) que acudía sin ser invitado y comía gratis siempre que animara la velada con sus chistes y gracias. Cualquier ocasión festiva podía justificar un banquete: el triunfo de un atleta o de un autor trágico, una celebración familiar y la partida o llegada de un amigo.

Por lo general, el anfitrión pagaba todos los gastos, pero a veces cada invitado llevaba sus propias provisiones, aunque el vino corría siempre por cuenta del dueño de la casa.

La etiqueta exigía cuidar el cuerpo y bañarse antes de acudir a un banquete; Aristóteles dice que «es indecoroso llegar a un banquete sudoroso y lleno de polvo». Sócrates se arreglaba especialmente para esas ocasiones y se ponía las sandalias, dos cosas que hacía pocas veces. 

– Llegan los invitados

Cuando los invitados llegaban a la casa donde tendría lugar el simposio, un esclavo los hacía pasar a la estancia especialmente reservada para estas reuniones: el andrón, la «sala de los hombres», término que indica a las claras que el banquete estaba reservado a los hombres y vetado a las mujeres libres.

Después, los invitados se acomodaban sobre un lecho y un esclavo les lavaba las manos y les quitaba las sandalias antes de que se reclinasen. La buena educación exigía conceder un tiempo a la contemplación y alabar los techos, los adornos o las colgaduras de la estancia. La primera parte de la reunión se dedicaba a la cena (deîpnon). La comida en la Atenas clásica era sencilla y frugal. 

Invitados a un banquete conversan y juegan al cótabo en un fresco de una tumba de Paestum.

El queso, las cebollas, las aceitunas, los higos y el ajo eran esenciales en la cocina. También se consumía una especie de puré de judías y lentejas. La carne se trinchaba en trozos pequeños, porque, como no usaban cuchillos ni tenedores, todo se cogía con las manos.

Tampoco había servilletas; se limpiaban los dedos con trozos de pan que luego tiraban al suelo para que se los comieran los perros de la casa que dormitaban bajo los lechos. Los postres consistían por lo general en frutas, como uvas e higos, o bien dulces elaborados con miel. Durante la cena también se servía vino a los invitados.

Al finalizar la cena, los esclavos retiraban las mesas y limpiaban la sala. Entonces comenzaba el symposion o simposio, la «bebida en común». Era el momento de disfrutar despreocupadamente con el vino, de acuerdo con el dicho «bebe o retírate». Los invitados se perfumaban y se ponían guirnaldas en la cabeza.

Estas guirnaldas, de mirto o de flores, no sólo eran un adorno refinado para la reunión, sino que al parecer atenuaban los dolores de cabeza que producía el beber tanto vino. Luego realizaban una libación de vino puro en honor del Buen Genio. También se hacían libaciones a Zeus y a los dioses Olímpicos, a Zeus salvador y a los héroes, y cantaban un peán o himno a Apolo. 

En la antigua Grecia se consumía más pescado que carne, ya que era mucho más económico; la carne más consumida y barata era la de cerdo. Arriba, plato de cerámica decorado con pescados. Siglo IV a.C.

La libación consistía en beber una pequeña cantidad de vino puro y derramar algunas gotas invocando el nombre del dios. Estas prácticas, obligatorias en todo simposio, nos recuerdan que el banquete tiene un origen religioso, pues en tiempos más antiguos la cena o deîpnon estaba precedida por un sacrificio en el que se daba muerte a los animales que se iban a consumir.

A continuación se designaba, generalmente por azar, al jefe del simposio, el simposiarca. Su función era decidir la mezcla de agua y vino que se debía realizar y cuántas copas tenía que beber cada invitado. La desobediencia al simposiarca suponía una sanción: bailar completamente desnudo o dar vueltas a la sala llevando a cuestas a la flautista. 

Los griegos no bebían el vino puro. Éste se mezclaba con agua dulce en un recipiente de cerámica especial llamado crátera, la pieza clave de todo simposio. Por regla general, la mezcla era de dos partes de vino por cinco de agua, o bien una parte de vino y tres de agua. Así se alargaba el placer de la velada, de modo que sólo al final de la noche los comensales estaban realmente borrachos. 

Algunas fiestas religiosas atenienses, como las Tesmoforias, en honor de las diosas Deméter y Perséfone, incluían banquetes sólo para mujeres. En la imagen, el Partenón, templo dedicado a la diosa Atenea en la Acrópolis de Atenas.

En muchas ocasiones se aprovechaba la mezcla para enfriar la bebida; lo hacían en un vaso especialmente diseñado al efecto, llamado psictera (psykter), donde echaban agua fría o incluso nieve. Por lo general una sola copa circulaba de izquierda a derecha entre los invitados y un joven esclavo se encargaba de llenarla de la crátera en cada ocasión.

Además, durante el simposio, para despertar la sed, los invitados picaban de las mesitas frutos secos, habas o garbanzos tostados, aperitivos que se llamaban tragémata.

-Adictos a los juegos

Además de beber, los invitados se distraían de formas variadas: se proponían acertijos o jugaban a hacer retratos de los asistentes imaginando comparaciones caricaturescas.

Pero lo más habitual era que cantaran al son de la lira los escolios, canciones tradicionales breves y sencillas que trataban sobre la amistad y los placeres del vino, o que exponían hechos históricos o enaltecían los valores sociales de la aristocracia. La palabra escolio, que en griego significa «oblicuo», indicaba el orden que se seguía para continuar el canto.

Así, los invitados iban cantando por turno pasándose una rama de mirto.

Uno de los vasos empleados para beber vino rebajado con agua en los simposios era el cántaro (kantharos), un tipo de vaso con dos asas elevadas y pie alto. El de la imagen superior recrea los rasgos de una mujer griega. 

Uno de los juegos más populares era el cótabo (kóttabos). Una vez vaciada su copa, el invitado la cogía con un dedo por el asa y le daba vueltas con la intención de lanzar los restos de vino que quedaban hacia un blanco fijado previamente, por lo general otra copa. Al tiempo que lo hacía, pronunciaba el nombre de la persona amada.

Si daba en el blanco, se consideraba un presagio favorable para sus pretensiones amorosas. 

El juego tuvo variantes más elaboradas: en una de ellas se trataba de hundir pequeños recipientes de barro que flotaban en un gran vaso; o bien se disparaba a un platillo colocado en equilibrio sobre una vara de metal.

En el año 404 a.C., un aristócrata condenado a muerte, Terámenes, demostró su sangre fría jugando al cótabo con la copa de cicuta mientras pronunciaba las palabras «Por el bello Critias», que era quien le había condenado. 

Crátera ática de terracota decorada con acróbatas y músicos. Siglo IV a.C. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Para amenizar el simposio nunca podía faltar una flautista (aulêtris). En las representaciones del simposio sobre cerámica la vemos actuando semidesnuda entre los asistentes que, con un brazo detrás de la cabeza, parecen transportados por la música. Dada la condición servil de estas flautistas es muy probable que ofreciesen también servicios de carácter sexual. 

Al parecer, la costumbre era poner en subasta a la flautista al final del banquete, lo que creaba discusiones y peleas entre los participantes, que a esas alturas ya estaban bastante borrachos.

Según Aristóteles, una de las funciones de los inspectores urbanos (astynómos) era vigilar a las flautistas, a las tañedoras de lira y a las citaristas para que no cobrasen más de dos dracmas como salario. Es el único ejemplo conocido de regulación de precios en la Atenas clásica.

– Los trasnochadores vuelven a casa

El anfitrión podía traer bailarinas, acróbatas y artistas de mimo. En el Banquete de Jenofonte, el rico anfitrión Calias contrató a un empresario que ofrecía todo un equipo de animadores: una flautista, una bailarina experta en acrobacias y un hermoso muchacho que tocaba la lira y también bailaba.

Al final de la velada, los bailarines ejecutaron una especie de danza erótica, una pantomima que representaba las bodas de Ariadna y Dioniso, el dios del vino, y que excitó enormemente a todos los invitados. 

Un esclavo ayuda a vomitar. a un invitado en un kylix de principios del siglo V a.C. Museo Nacional, Copenhague.

Otras mujeres que asistían con frecuencia al simposio eran las heteras. Eran cortesanas de lujo que se convertían en acompañantes habituales de un hombre que podía pagar sus servicios. Deslumbraban con su belleza y entretenían a los hombres con su ingenio y su refinada conversación.

El simposio les ofrecía la posibilidad de mostrar sus encantos y encontrar generosos protectores. Nadie se engañaba sobre su papel en la reunión; cuenta Ateneo que cuando unos jóvenes se pelearon por los favores de una hetera llamada Gnatena, ésta consoló al que había sido vencido diciendo: «Ánimo, muchacho, que la pelea no es por una corona, sino por tener que pagar». 

Después del banquete los invitados salían a la calle en un ambiente de jarana, escena representada en este stamnos ático fechado en torno al 500 a.C. LACMA, Los Ángeles.

Cuando el simposio terminaba, los asistentes, adornados con sus guirnaldas, salían a las calles y formaban una procesión festiva de borrachos, llamada kómos. Bailaban, gritaban e insultaban a cuantos encontraban a su paso, y también atacaban y dañaban las propiedades ajenas. Su actitud era un desafío a las normas de la sociedad, pues no podemos olvidar que el simposio era propio de la aristocracia. 

Por eso, en algunas ciudades se crearon leyes para impedir estas conductas soberbias hacia otros ciudadanos y destructivas hacia sus bienes.

En Mitilene, por ejemplo, había una pena doble para los delitos cometidos bajo los efectos del alcohol. No obstante, la institución del banquete nunca fue cuestionada y, a pesar de sus excesos y de su origen aristocrático, siguió ocupando un puesto central en las relaciones sociales hasta la época romana. 

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Científicos explican lo que sucedió hace 14 millones de años cuando el Sistema Solar atravesó la región de formación estelar de Orión…


la compleja región de formación estelar de Orión

L.B.V.(G.Carvajal) — Un equipo internacional de investigadores, liderado por la Universidad de Viena, ha revelado que el Sistema Solar atravesó la compleja región de formación estelar de Orión, una estructura vinculada a la denominada Onda Radcliffe, hace aproximadamente 14 millones de años.

Este recorrido interestelar podría haber reducido el tamaño de la heliosfera, la burbuja protectora que envuelve nuestro sistema planetario, permitiendo una mayor entrada de polvo interestelar a la Tierra, lo que podría haber dejado huellas en registros geológicos y haber tenido implicaciones en el clima terrestre.

El hallazgo, publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, establece un vínculo interdisciplinario fascinante entre la astrofísica, la paleoclimatología y la geología.

El desplazamiento del Sistema Solar a través de la Vía Láctea lo conduce por diferentes entornos galácticos, cada uno con sus características físicas y químicas particulares. Es como un barco navegando por mares con condiciones cambiantes, explica Efrem Maconi, estudiante de doctorado en la Universidad de Viena y autor principal del estudio. 

En su trayecto, nuestro Sol encontró una región con mayor densidad de gas cuando atravesó la Onda Radcliffe en la constelación de Orión.

Gracias a los datos recopilados por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA) y observaciones espectroscópicas, el equipo logró determinar con precisión que el paso del Sistema Solar por la región de Orión ocurrió hace aproximadamente 14 millones de años.

 Este descubrimiento amplía el conocimiento que tenemos sobre la Onda Radcliffe, señala João Alves, profesor de astrofísica en la Universidad de Viena y coautor del estudio.

Esta estructura galáctica de gran extensión y forma ondulada está compuesta por diversas regiones de formación estelar interconectadas, entre ellas el famoso complejo de Orión, por el cual nuestro sistema planetario realizó su viaje interestelar.

Durante esta travesía, la región de Orión albergaba cúmulos estelares en pleno proceso de formación, como NGC 1977, NGC 1980 y NGC 1981. Desde la Tierra, esta zona es visible en el cielo nocturno de invierno en el hemisferio norte y en verano en el hemisferio sur. Basta con buscar la constelación de Orión y la nebulosa de Orión (Messier 42), ya que nuestro Sistema Solar proviene de esa dirección, explica Alves.

la Onda Radcliffe

Uno de los efectos potenciales de este encuentro galáctico es el incremento de polvo interestelar en la atmósfera terrestre. Dicho material podría haber introducido elementos radiactivos provenientes de explosiones de supernovas, cuyos vestigios podrían encontrarse en los registros geológicos del planeta. Si bien la tecnología actual aún no es lo suficientemente sensible para detectar estas trazas con certeza, los avances futuros podrían hacer posible su identificación, señala Alves.

Según el estudio, el paso del Sistema Solar por la región de Orión ocurrió entre hace aproximadamente 18,2 y 11,5 millones de años, con una probabilidad máxima de que haya sucedido entre hace 14,8 y 12,4 millones de años.

Curiosamente, este lapso coincide con la Transición Climática del Mioceno Medio, un período marcado por un cambio de un clima cálido y variable hacia un enfriamiento progresivo que llevó a la consolidación de la capa de hielo antártica a escala continental.

Aunque los investigadores sugieren que el polvo interestelar podría haber influido en este cambio climático, enfatizan que se requieren estudios adicionales para confirmar una relación causal directa.

A pesar de que los mecanismos exactos detrás de la Transición Climática del Mioceno Medio aún no se comprenden completamente, las reconstrucciones disponibles sugieren que una disminución sostenida en la concentración de dióxido de carbono atmosférico fue la causa principal de este enfriamiento, explica Maconi. 

Sin embargo, nuestro estudio destaca que el polvo interestelar resultante del cruce de la Onda Radcliffe podría haber desempeñado un papel adicional en este proceso.

No obstante, los investigadores enfatizan que este evento geológico no puede compararse con el cambio climático contemporáneo, ya que la Transición del Mioceno Medio ocurrió a lo largo de cientos de miles de años, mientras que el calentamiento global actual está ocurriendo en una escala de décadas a siglos debido a la actividad humana.

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En qué fecha nació Jesús según los evangelios y cómo se llegó a la convención del 25 de diciembre…


Imagen del nacimiento de Jesús

BBC News Mundo(P.Rosas) — Pudo haber sido un 13 de abril. O el 14 de octubre. O el 3 de julio…

Y tampoco sabemos bien el año, ya que el monje medieval al que se encargó determinar la fecha de su nacimiento erró el cálculo.

Es imposible saber con certeza en qué fecha nació Jesús de Nazaret.

La única fuente con la que cuentan los historiadores para reconstruir su vida son los evangelios, que fueron escritos décadas después de su muerte por personas que nunca llegaron a conocerlo en vida y que eran propagandistas de la fe en Jesús como mesías.

Su relato llega de segunda, tercera o quinta mano, narrado por cristianos de primera generación interesados, según los historiadores, en la muerte y resurrección de Jesús, no tanto en su nacimiento.

Los textos de los evangelistas, sin embargo, dan pistas para situar a Jesús -sobre cuya existencia como personaje histórico existe un consenso amplio entre los investigadores- en un momento concreto de la historia.

– Las fuentes

Las principales fuentes, explica a BBC Mundo el historiador español Javier Alonso, son los evangelios de Mateo y de Lucas, escritos aproximadamente en torno a los años 80-90 d. C.

Mientras que los textos más antiguos del Nuevo Testamento, como el Evangelio de Marcos y las siete cartas del apóstol Pablo de Tarso consideradas auténticas, no mencionan nada de sus primeros años de vida, los evangelios de Mateo y Lucas incluyen lo que se conocen como los «relatos de la infancia» de Jesús.

Fresco de Filippo Lippi del nacimiento de Jesús en la catedral de Spoleto.
Los evangelios se escribieron décadas después de la muerte de Jesús.

«El problema es que, desde el punto de vista cronológico, son incompatibles«, afirma Alonso, quien también es filólogo semítico y biblista.

Marcos asegura que Jesús nació durante el reinado de Herodes el Grande, poco antes de su muerte. «Como ahora sabemos que Herodes falleció en el 4 a. C., según el Evangelio de Mateo, Jesús debió nacer en el 4, 5, 6 o 7 a. C.».

Posiblemente se hayan dado cuenta de la incongruencia de que Jesús naciera varios años antes de Cristo, es decir, de él mismo. Pero paciencia, llegaremos ahí.

Lucas, sin embargo, no habla de Herodes, pero relaciona el nacimiento de Jesús con el censo de Quirino. Según su relato, María y José, los padres de Jesús, tuvieron que viajar desde Galilea hasta Belén para poder registrarse en el censo.

El evangelista asegura que se trata del recuento realizado por Publio Sulpicio Quirino, gobernador romano de Siria, que en ese momento incluía Judea, y que la pareja tuvo que viajar hasta allí, a pesar del avanzado estado de gestación de María, porque era el lugar de nacimiento de José.

El censo existió, como lo testimonió el historiador Flavio Josefo, lo que nos permite dar una fecha: el año 6 d. C. «Es decir, hay una diferencia de mínimo 10 años entre Mateo y Lucas«, argumenta Alonso.

Adorno navideño con la imagen de José, llevando a María arriba de un burro
El Evangelio de Lucas asegura que José y María tuvieron que viajar hasta Belén para inscribirse en un censo, pero los historiadores consideran que se trata de un recurso profético.

A todo esto hay que añadir una circunstancia más: la posibilidad de que estos capítulos, Mateo 1 y 2, y Lucas 1 y 2, fueran añadidos a los evangelios respectivos una vez que estos estaban ya circulando, explica a BBC Mundo Antonio Piñero, catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, cuyo estudio se ha centrado en la lengua y la literatura del cristianismo primitivo.

«Sabemos que los pegaron porque los personajes del evangelio posterior, de Mateo 3 y Lucas 3, no tienen ni la menor idea de lo que ha pasado en los capítulos anteriores, y hay incluso datos contradictorios«, argumenta Piñero, quien asegura que los historiadores sitúan la redacción de esos relatos a principios del siglo II.

Así que es posible que, para cuando se escribió sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, hubieran pasado más de 60 años de su muerte.

Para entonces, señala Piñero, se estima que había unos 3.000 cristianos en el mundo, dispersos, además, en distintas comunidades.

– Entonces, ¿qué relato se acerca más a la realidad, Mateo o Lucas?

Para determinarlo, los historiadores han estudiado los otros anclajes históricos que aparecen en los evangelios, especialmente un personaje fundamental en la vida de Jesús: Poncio Pilato.

Se sabe que Jesús murió durante la prefectura del prefecto Poncio Pilato, que tuvo lugar del 26 al 36 d. C., y que comienza a predicar en el decimoquinto año del emperador Tiberio, explica Alonso.

«Si hacemos caso a Mateo, y Jesús nace en el año 4 a. C., tiene sentido. Moriría en el año 30 y tendría, quizás, unos 34 años», argumenta el historiador, autor de obras como «Las cinco caras de Dios» o «La resurrección, de hombre a Dios».

Sin embargo, si hacemos caso a Lucas, las cuentas no salen.

Cuadro de "La matanza de los inocentes", de Nicolas Poussin.
Los evangelios aseguran que Jesús nació antes de la muerte de Herodes el Grande, quien habría ordenado «La matanza de los inocentes», hecho, este último, que los historiadores disputan.

«Por fechas, lo que encaja es Mateo, es decir, que Jesús naciera aproximadamente en el 4 a. C., en los últimos años de Herodes el Grande.

En cambio, lo del censo de Quirino no encaja, y se entiende que Lucas lo utilizara como excusa para mover a unos personas que son de Nazaret, en el norte de Israel, hasta Belén, que es donde tiene que nacer el mesías, pero nada más.

Es un artificio literario», concluye Javier Alonso.

Antonio Piñero está de acuerdo con que se trata de un recurso profético: «Una vez que se cree que Jesús es el mesías, se está de acuerdo con la profecía de Miqueas, capítulo 5:1, que de Belén, de la ciudad en la que nació David, de ahí saldrá el mesías». 

La profecía, que estaba en el Antiguo Testamento, se cumple entonces si Jesús nace en Belén.

– ¿Existen más fuentes?

La respuesta es no.

Los evangelios ofrecen otros anclajes cronológicos que nos permiten situar a Jesús en el tiempo, pero no existen otros textos donde quedara registrada su vida.

Flavio Josefo, el historiador judeorromano del siglo I, «menciona a Jesús en su ‘Historia de los judíos’, que escribió en torno al año 95, pero lo hace de forma general, no menciona su nacimiento», explica Piñero.

«Se podía saber el día en que había nacido el emperador Augusto, pero no cuándo lo había hecho un predicador galileo, nadie lo sabría. Y, en realidad, las fuentes que tenemos no están escritas hasta mucho después», añade Javier Alonso.

El historiador Flavio Josefo.
El historiador Flavio Josefo menciona a Jesús en su «Historia de los judíos».

¿Y por qué los primeros cristianos no se interesaron por la infancia de Jesús?

¿Cómo es que Pablo no contó nada sobre los primeros años de su existencia?

¿Por qué Marcos, que escribió el evangelio más antiguo, unos 40 años después de la muerte de Jesús, no menciona nada de su nacimiento?

Según Piñero, hay que tener en cuenta que, para los primeros cristianos, el mensaje de Jesús era que la llegada del Reino de Dios era «inminente».

No era algo que ocurriría en un futuro, en el fin de los tiempos o tras el juicio final.

Por eso no había interés en recordar momentos o hechos concretos de las enseñanzas de su maestro.

«Para el cristianismo primitivo, la llegada del Reino era inminentísima, así que ¿para qué se iban a preocupar?

Ni de la tumba de Jesús, ni de la fecha exacta de su muerte, ni mucho menos de la de su nacimiento», asegura el catedrático.

Sin embargo, conforme los coetáneos de Jesús murieron y las siguientes generaciones se dieron cuenta de que el Reino no llegaba, surgió la necesidad de dejar por escrito lo que se sabía sobre él para transmitirlo a las siguientes generaciones.

«El nacimiento de Jesús en la religión cristiana primitiva no tiene ninguna importancia porque el mensaje original es que Jesús muere por los pecados de la humanidad y resucita. Y ese es el triunfo sobre la muerte. Todo lo demás son adornos», argumenta el historiador.

Pero, con el aumento de su popularidad, nace la necesidad de saber más del personaje, de llenar los huecos de la biografía que no se tienen.

«Por eso el cristianismo escribe la biografía de Jesús hacia atrás. Los textos más antiguos se refieren a la muerte y a la resurrección. Luego se empieza a hablar de su vida pública, de los 3 años de predicación. Y los dos textos que hablan del nacimiento son los más recientes, los de Mateo y Lucas».

Los cuatro evangelios en armenio, del s. XV
Solo los dos primeros capítulos de los evangelios de Mateo y Lucas mencionan la infancia de Jesús.

– El monje Dionisio

Entonces, si las evidencias históricas nos acercan más al año 4 a. C., ¿de dónde viene la fecha del año 1?

Aquí entra en escena un monje bizantino del siglo V, Dionisio el Exiguo.

Como explica Piñero, a Dionisio, estando en Roma en torno al año 497, el Papa le encarga que determine la fecha de la Pascua para ponerse de acuerdo con las iglesias orientales.

Y, una vez determinada la fecha de la Pascua, se le pidió que investigara cuándo nació Jesús exactamente.

Dionisio era un cronógrafo, es decir, estudiaba la cronografía a partir de los textos de la época.

«Él no contaba con las fuentes con las que cuenta hoy en día un historiador, así que lo hizo como Dios le dio a entender, y se equivocó», argumenta Javier Alonso.

El monje determinó que Jesús nació 753 años después de la fundación de Roma, y señaló el 754 como el año 1 de la era cristiana. Esta forma de numerar los años se impuso con el tiempo y, con él, el error de la fecha de nacimiento de Jesús.

En aquel entonces, en el mundo romano el tiempo se medía por el número de años del emperador (por ejemplo, el año 5 de Tiberio, o el 4 de Nerón) y, en algunas ciudades, por su fecha de fundación, como es el caso de Roma.

– ¿Y el 25 de diciembre?

En esto, Dionisio no tuvo nada que ver, ya que se estableció antes de él.

Se trata, explica Piñero, de un «invento cristiano»: el emperador Teodosio I el Grande estableció después del año 380 el cristianismo como religión exclusiva del Imperio Romano «y cuando la iglesia pasa de ser perseguida a ser perseguidora, intenta asimilar dentro del cristianismo todo lo que le sea posible del paganismo«.

Estela romana del "sol invicto".
El cristianismo adoptó la fiesta pagana del «sol invicto».

El 25 de diciembre en el imperio se celebraba la fiesta del «sol invicto», el día en que Zeus, el sol, vencía a las tinieblas.

Ni más ni menos que el solsticio de invierno, el momento en el que los días empiezan a ser más largos.

El solsticio es el día 21, «pero los antiguos lo celebraban el 25 porque era la fecha en la que ya se notaba que el «sol invicto», es decir, Zeus, estaba venciendo a las tinieblas.

¿Y quién era el sol invicto? Pues Jesús.

Por eso se cristianiza esa fecha y se determina que el nacimiento de Jesús fue el 25 de diciembre», explica Antonio Piñero.

En ese mes los romanos también celebraban los saturnales, una fiesta dedicada al dios Saturno «en la que se colgaban guirnaldas, se hacían regalos e incluso había árboles como los nuestros de Navidad. De esta forma se calcan, se suplantan las fechas y muchas veces las costumbres«, añade Alonso.

Así que hasta el siglo IV no se empieza a celebrar el nacimiento de Jesús.

– ¿Y cuándo toma relevancia como festividad cristiana?

El arte nos puede servir de pista, explica el historiador: en la iglesia de San Vital de Rávena, del siglo VI, de la época del emperador Justiniano, «ya hay imágenes, por ejemplo, de la adoración de los Reyes, por lo que ya se está dando importancia a episodios de los evangelios relacionados con el nacimiento de Jesús».

Si la fecha que celebramos no es realmente en la que nació Jesús, ¿qué otros datos de su nacimiento dan por probados los historiadores?

Antonio Piñero considera que, siendo los capítulos de Mateo y de Lucas en los que se habla de la infancia de Jesús tan diferentes entre sí, «hasta el punto de que parece que están hablando de dos personas diferentes«, podríamos considerar presuntamente histórico aquello en lo que coinciden. Básicamente, que sus padres se llamaban María y José, que era una familia muy religiosa y que Jesús era galileo.

Para Javier Alonso, prácticamente ninguno: «Me parecen dos textos casi mitológicos«.

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Charles Fey, el padre de las tragaperras…


Historias de la historia(J.Sanz) — De la mano de los avances tecnológicos de finales del siglo XIX y de la pasión humana por el entretenimiento, se crean las primeras máquinas tragamonedas y su evolución ha continuado por más de un siglo.

En estos tiempos se despliegan online las tragamonedas de bar clásicas, cuyas jugadas y hermosos diseños retro, recrean el realismo y carácter de las máquinas tragaperras preferidas desde hace décadas.

En un período de importantes inventos que marcaron hitos en la vida, costumbres y usos de la humanidad, en Estados Unidos un mecánico inmigrante de Baviera llamado Charles August Fey, construyó en 1894 su primera máquina tragamonedas. Fey fue introduciendo mejoras e innovaciones hasta desarrollar la famosa Liberty Bell, una máquina de tres carretes y pago automático que constituyó la base de las tragaperras de todos los tiempos.

Como buen apasionado de su oficio, Charles Fey tuvo la capacidad e inventiva de perfeccionar constantemente las máquinas que creaba para adaptarse al creciente mercado del juego y, quizás esa sea la razón por la que ha obtenido el reconocimiento como creador de las famosas tragaperras.

En el siglo XIX Estados Unidos vivía un intenso movimiento industrial, la inmigración aumentó vertiginosamente, crecieron las fábricas, se producían inventos al lado de cambios económicos y sus ciudades experimentaban transformaciones. En el caso de San Francisco, abundaban los bares y las salas de juegos, en ellos proliferaban dispositivos mecánicos con monedas.

Estas máquinas estaban mucho más cerca de las máquinas expendedoras que de la idea de las máquinas tragamonedas, ya que dispensaban tabaco, bebidas o  boletos canjeables, y, además, solían requerir de un asistente para hacer el pago a los ganadores.

El enorme interés de Fey por el conocimiento de la mecánica y en especial hacia estos populares dispositivos muy populares en California, era compartido con otros dos inmigrantes alemanes llamados Theodor Holtz y Gustav Schultze, con quienes trabajó en California Electric Works.

Y aquí es donde la historia se enreda, porque Schultze desarrolló la tragamonedas Horsehoe o Herradura y obtuvo en 1893 una patente para su invento. Este dispositivo incorporaba un novedoso mecanismo de pago automático (se prescindía del asistente pagador).

Considerando estos hechos, muchos historiadores argumentan que Schultze debería ser reconocido como el inventor de la tragamonedas en lugar de Fey.

Lo cierto, es que Fey, inspirado en el diseño de Schultze, fabricó en 1894 su propia versión de la máquina tragamonedas. Al año siguiente introdujo algunas mejoras y creó la tragamonedas 4-11-44, denominada así por una popular lotería. Dicha máquina, de pago automático, se hizo muy popular en los bares y salones.

En consecuencia, Fey abrió una fábrica para producirlas y atender la demanda. En 1898 Fey crea la tragamonedas Card Bell, una máquina con tres rodillos que se detenían uno a uno creando suspense y cuyo mayor premio eran tres campanas alineadas.

Su inclinación a la inventiva y al perfeccionamiento de sus equipos lo condujo a crear en 1899 la más famosa de las tragamonedas de todos los tiempos: la Liberty Bell. Denominada así en homenaje a la “Campana de la Libertad”, un ícono estadounidense cargado de simbología e historia.

En 1900, las máquinas de Fey tenían un enorme éxito y se podían encontrar en muchos locales, a pesar de que las tragaperras, como artilugios de juego, eran ilegales (la verdad es que las autoridades y los agentes hacían la vista gorda en este tema).

De hecho, Schultze, amparándose en la patente que extrañamente le habían concedido, demandó a Fey por su tragaperras, pero los tribunales dictaminaron que la patente no lo protegía porque su máquina era ilegal.

Debido a esto, el mundo de la industria del juego y las máquinas tragamonedas, a partir de entonces, se convirtió en el salvaje oeste: los diseños se robaron, se copiaron…

En cuanto a Fey, explotaba el negocio tratando directamente con los propietarios de los locales y repartiéndose a partes iguales las ganancias.

En 1906, tras el gran terremoto y el incendio que asoló San Francisco, apenas sobrevivieron 4 máquinas de más de un centenar de tragamonedas Liberty Bell que había distribuidas por toda la ciudad, y los miembros del movimiento por la templanza y fanáticos religiosos aprovecharon la oportunidad para hacer responsable al juego de aquel castigo divino.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con base en regulaciones fiscales, el uso de las tragamonedas se propagó por todo el mundo.

nuestras charlas nocturnas.


Bagatelas sobre la España Negra…


Desnudo. Anselmo Miguel Nieto
Desnudo. Anselmo Miguel Nieto.

JotDown(H.Quintela) — El mediodía de Viernes Santo se comió tarde en casa. Mientras se ponía la mesa, sonaba el telediario de fondo, y del presentador pudimos escuchar, en un momento cualquiera:

Sigue la España… nevada.

Y uno, en cuanto oyó el «ne»de «nevada», no pudo dejar de escuchar una frase que no era la dicha, una distinta, como en el niño que cree adivinar el dictado y superpone lo suyo, mentalmente, errando:

Sigue la España… negra.

«Ne» de «negra». Probablemente ambas frases no sean tan distintas en el fondo. Lo blanco y lo negro, en demasiadas ocasiones, son intercambiables: «El terror es blanco. La soledad es blanca» (lo escribió González Ruano, en su diario íntimo, a puerta gayola de la muerte). Bien podrían parecerle a alguien… negros.

De cualquier manera, la España negra o se lleva ya dentro o no se la ve por ninguna parte, lo que no quiere decir que no exista, o que sea cuestión de fe. Lo negro suele ser el espejo que le vendría bien a todo narciso, aunque no haya verdadera afición a reflejo alguno —ver al prójimo reflejado no suele importar mucho a nadie—: estamos en la era del ver a través.

Lo negro en lo negro se refleja mal, de todas formas. Solo los muy cándidos o los locos parecen afines, por lo que, la verdad, los resultados suelen tener la credibilidad del muy cándido o del loco, que es poca o ninguna.

Eso sí, hay que conceder que el término —España negra— no es un algo exacto, y es probable que, quien se empeñe en buscar indicios de negritud, seguramente los podría encontrar sin dar mucho rodeo bucólico o arrabalero, sino a la vuelta de cualquier esquina.

Hablar de todo esto resulta la mayor parte de las veces ocioso; no acaba de llevar a ningún sitio. Además, si no se tiene cuidado, se acaba enfangado en diatribas peligrosas que rayan lo político, y nada desearía menos con este texto, a pesar de lo citado del artículo de Del Pozo, que desde luego no se usa bajo esas directrices. La relación que hay entre la situación actual del país y del mito o concepto de España negra es la misma que entre el pescador y el río.

A España, si quisiéramos calificarla con algún palabro sacado de los insondables mundos del arte, la llamaríamos grosziana, y nos acordaríamos todos con ello, seguramente, de los Disparates de Goya y del goteo diario de viñetas de El Roto. No creo que sea necesario argumentar demasiado respecto a esto. El único propósito, de ser posible, sería el de divagar, jugar un rato, para pasarlo, el rato, que es lo importante, según Baroja, hombre menos político que sentimental.

Sé que hay gente a la que esto de la España negra le parece de lo más nocivo y cosa de estúpidos. Un ejemplo insigne es Raúl del Pozo. Eso no está mal, porque sería terrible que se formase un sentir, que arraigase en nosotros ese veneno que vemos flotar en la frase nietzscheana: «El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve».

«Vivir es ver volver», diría Azorín; según qué cosas vuelvan, le contestaría más de uno, nos devuelven un sinvivir. Pero volvamos a Del Pozo. Una de sus afiladas columnas de «El ruido en la calle», que lleva por título «Marca España», empieza así:

Émile Verhaeren y Darío de Regoyos, estúpidos autores de España negra, libro apadrinado y prologado por Pío Baroja, relataron la España del siglo XIX, hoy liquidada. Contaron los dos bribones cómo se consuela a la madre cuando se le muere un niño: «No llore, ¿no ve que los angelitos están mejor en el cielo?». Aquella España de cofradías de disciplinantes, que se azotaban hiriéndose la piel con vidrios rotos, se ha extinguido.

Archivo:Víctimas de la Fiesta - Darío de Regoyos Museu Abelló 685.png -  Wikipedia, la enciclopedia libre
Víctimas de la Fiesta, xilografía de Regoyos (1894)

Más que estúpidos, Verhaeren y Regoyos son románticos, y modernos, lo que les aliña con un tono de humor que el atormentado romántico, más cándido, por sí mismo no suele tener, resultando su España más negrita que negra.

Por otra parte, el tratado del consuelo que cita Raúl del Pozo no deja de ser de la familia de aquel epitafio en un cementerio francés, de un niño de seis años, del que nos habla Julien Gracq: «¡Ay, papá! ¡Ay, mamá! ¡Ay, señora B…! Tales fueron sus últimas palabras. Quiera Dios sumar a nuestros días los que a él le restó»; en todos lados cuecen habas.

Recuerda un poco también a aquel bohemio que, llevando el cadáver de su hijo envuelto, si no recuerdo mal, debajo del brazo, iba pidiendo, café por café, dinero para poder enterrarlo. En lo que hay que darle toda la razón a don Raúl es que con vidrios rotos no se hiere ya nadie, no sea alguna uña pintada en un bar de copas.

Los gatos, como en el pecio de Ferlosio, se alargan sin cortarse con el vidrial, como la espalda de la odalisca, que corona los muros. Y, eso, los que no están a las brasas, como Baroja.

Supongo que habrá gente a la que no le haya interesado nunca mucho o no se haya topado más que de refilón con esto de la España negra, y pueda estar no entendiendo del todo lo que aquí trata de decirse, así que estará bien hacer unas aclaraciones al respecto.

El concepto de España negra se refiere a una cierta visión de España pesimista y escéptica. Incide esta visión en lo truculento y árido de la actualidad —entendamos actualidad por, en este caso, algo perenne— del país, subrayando siempre la asociación de fanatismo religioso y miseria, que conllevan barbarie y atraso, resignación y muerte.

Sin embargo, tanto como denunciar la situación se acepta la misma, por veces, como algo inaceptable pero de difícil torna, sin complacencias; de ahí lo humanísimo de muchas de sus manifestaciones artísticas y de pensamiento.

El término es acuñado, se entiende que por vez primera, en el libro que se ha mencionado de Regoyos y Verhaeren, La España negra, de 1898, constituido por la traducción realizada por Regoyos de unas notas de Verhaeren publicadas inicialmente en L’ Art Moderne, junto con otras añadiduras suyas e ilustrado por el pintor con grabados y dibujos. Sobre el libro, Andrés Trapiello:

Digámoslo sin demora: estamos ante un libro fundacional. Por primera vez dos autores, uno belga y otro español, abordaban el mito de la España negra, y aunque no pretendían combatir con ese mito la leyenda negra, lo consiguieron mucho más eficazmente que todos los embajadores, cancilleres y escribanos que venían sucediéndose desde Felipe II, tan melancólicos como estériles. «Hay que mirar detrás de las puertas, señores», parecen decirnos, «las apariencias engañan, y si no engañan, mejor».

Ya lo decía el joven Odilon Redon, hermanos todos en el simbolismo: «El negro no miente».

Sin embargo, Raquel González Escribano, en su escueto y conciso La España negra, cree que precisamente la leyenda negra, auténtica losa de sepulcro, aparece en la génesis del concepto de la España negra, junto a cierta pintura española (Goya, El GrecoValdés LealZurbaránRiberaVelázquez y, como antecedente inmediato, el romántico Alenza, tan goyesco) y a los relatos de viajeros románticos, que de mostrarle al mundo una España jovial y luminosa acabaron en el funebrismo que da título al libro, funebrismo de aires norteños, en lo que el cándido Gautier y otros tantos ayudan a amoldar el rumbo, afrancesándolo de paso: como se suele decir, las dos caras de la moneda.

Aunque no venga del todo al caso ahora, el artículo referido de Del Pozo, por cierto, parece destilar la misma creencia en una relación muy estrecha entre leyenda negra y España negra, y no en una posible puja entre ambas: «El partido de la mayoría defenderá la iniciativa para promover una imagen potente de España en el extranjero.

El ministro de Exteriores, con cara de vendedor de alfombras, en vez de suprimir embajadas inventa nuevos consulados y ha reunido a los peces gordos de sangre fría, los patrones de 23 multinacionales para lanzar una sociedad que supervise y mejora la imagen de España».

Desde luego es para que todos los vicecónsules se tiren dos veces al río, como hizo Ganivet.

Pero volvamos a nuestros hermanos románticos y a sus tours por España, tan de moda entonces, y ahora, puesto que el sol es siempre el mismo y ruinas tenemos prácticamente las mismas de entonces y muchas más, construidas ex profeso para su ruindad. Incide en esto, en el espíritu viajero, Trapiello:

Él es un viajero, sí, pero no en pos de improntas prestigiosas. No le interesa el prestigio, sino la fuerza de las cosas comunes, aunque le lleguen sin pedigrí: un camino, un huerto, un campo de maíz, el Consistorio de una villa, una plaza mayor de cualquier parte, unos oficios, unas beatas (que trasplantó de los dulces beguinados belgas a las ásperas mesetas españolas). Sus ojos, como los de los pintores primitivos (Regoyos tiene algo de primitivo como lo tuvo el Giotto), miran por vez primera el mundo.

El quid de la cuestión, y de tantas otras.

Creo que tiene razón Andrés Trapiello, y que el asunto de la España negra estorba mucho al de la leyenda negra, y que no está arraigado el uno en el otro. Más tiene que ver con el llamado problema de España, no tan lineal como a veces se piensa, por lo demás. Pero bueno, uno es proteína para con el otro, como lo son al ratón las migas que acaban por no barrerse.

A eso se le uniría el gusto romántico por el viaje y, en especial, por España, además del simbolismo, fértil en melancolías y brujerías íntimas, pintorescas, habiendo puesto verdadero empeño los franceses en ello, cum laude en la materia (los artistas españoles del fin de siglo cambian Roma por París como destino para sus estancias de aprendizaje; Regoyos va a Bélgica, donde nacen, del simbolismo de estos lares, muchas de las mejores obras del movimiento al completo), que desarrolla, Francia, decía, una vía del gusto especialmente sanguinolento desde el Barroco, contaminado por los vientos negros del norte de Europa.

Suya la harían los artistas del novecientos, más o menos europeístas declarados —recordemos que de alguien que aparece a veces como de lo más cerril, Pío Baroja, decía Pla que había marcado profundamente a su generación (más joven) porque las ideas de Baroja, tan chocantes aquí en su momento, eran las de un europeo normal—, tanto los más afines al espíritu regeneracionista, como ZuloagaRusiñol o Romero de Torres; tanto los más ajenos a lo que vino en llamarse, Azorín mediante, noventayochismo, como Anglada Camarasa con sus sílfides castigadas a soportar, como mulas con pretensiones, el peso de la pedrería más barata y tosca. También se centrarían en temáticas similares los círculos nacionalistas, como por ejemplo el gallego Nós, que es el que más cerca me toca. Así hasta culminar el proceso y refrescarse en Gutiérrez Solana, erudito de la cuadratura del vino que le llamó, más o menos, Ramón Gómez de la Serna.

Lo que sigue lo he visto pintado en la puerta de un bar de mi barrio, y no me he resistido a ponerlo aquí, pues parece bastante apropiado:

Dijo la mosca a la rana
prefiero morir en el vino
que vivir en el agua.

Las coristas, de 1921. José Gutiérrez Solana
Las coristas, de 1921. José Gutiérrez Solana.

«Los adelantos pueden conseguir tristezas nunca antes conocidas; ya algún pintor francés del siglo XIX nos mostró cómo la luz de una bombilla puede llegar a ser infinitamente más triste que la de un candil». Ferlosio acierta siempre.

No parece del todo aplicable al caso de Regoyos —desde luego se podría, con suficientes garantías, a su La dama ante el espejo (1885)—, donde lo negro tiene, excepto en sus grabados forzosamente oscuros, unos colores vivísimos y extranjeros, estos sí refrescantes, pero sí podría ser el caso de cualquier interior de Solana, llegados a trasmano, o alguna de las calladas medias caras iluminadas de Nonell.

José Gutiérrez Solana, como se sabe, además de pintor fue escritor, no fue un pintor al que le diese por escribir de vez en cuando, o que escribiese bien y ensayase sobre la materia. Tiene, como todos los escritores, detractores y valedores. Dos de sus valedores de más empaque son el propio Trapiello, que venimos citando, y su, podríamos decir, padrino póstumo, Camilo José Cela, primero en hacer valer la figura del escritor Solana.

Entre sus detractores, Ángel González García que, si bien suele ser un auténtico huracán en sus escritos arborescentes, no parece haber atinado en su visión de la escritura de Solana a la que despacha, según la modesta opinión del que escribe, a base de cañonazos en su mayor parte innecesarios, aunque sea marca de la casa. Valga como ejemplo:

Los puntos suspensivos no van con él. El suyo es un costumbrismo de sus desechos, estrafalario y bravucón. Como los mozos borrachos de las capeas, Solana no se arredra ante nada; al fin y al cabo, ya está muerto.

Muerto estaba, lo dijo él mismo, y lo subraya Ángel González, que nos alienta a separar la literatura de Solana de su pintura, de la que alaba gran parte, y a no ver una a la luz de la otra, a no contaminar su pintura con su literatura, «que la desmerece». Lleva razón, en que no hay que mezclarlas; una no son apuntes sobre la otra, ni la otra ilustraciones de la una. Ramón Gaya, valedor también de Solana, al menos del Solana pintor, remata con el párrafo que sigue un escrito sobre Solana pintor:

Solana es como una novela de Galdós de la que se han perdido o traspapelado páginas y nada concuerda ya, en donde los hechos no coinciden, no coinciden pero existen.

Solana escribió varios libros, y proyectó escribir algunos más que no llegaron a ver la luz. Sirva esto para probar la importancia que le daba al escribir, esto es, no lo tenía por afición, sino que consideraba sus libros obra.

Ignacio Zuloaga, El Cristo de la Sangre (1911).

Novelas, una; colecciones de costumbrismo, estampas, impresiones, opiniones y descripciones el resto, en los que reina soberanamente un sentido anárquico de la sintaxis y un sentir que suele parecer tosco, pero que es, ante todo, muy hondo, y sutil: un sentir de artista, de artista alucinado y medio demente. 

La España negra es uno de los títulos del Solana escritor.

Decir que Solana tenía esa España negra por orejeras, y allá adonde fuere así veía, lo que, como dice bien Ángel González, hace que Solana viaje sin salir de su habitación; tal es el caso de París.

Cuando vive allí exiliado, junto con Baroja, Azorín y otros, los apuntes suyos sobre la ciudad de la luz son idénticos a los suyos sobre Madrid, y Baroja, del que decía Montherlant que andaba haciendo cumbre por los desmontes del extrarradio y las plazas industriales, describiría luego, después de haber echado buenas pestes de Solana —de todas formas Baroja, los cumplidos, si tenía alguno para alguien, se los ha callado todos— un París muy semejante al de Solana.

No hará falta matizar demasiado, porque tampoco se trata de ser muy exhaustivos ni de citar y explayarse, sino de dar una idea general e intentar una propia, y haría falta mucho para escribir acerca de Solana como se merece, y de otras tantas cosas que aquí se tocan, incluso de lo principal.

Sin embargo me gustaría enredar un poco con el Solana pintor. Son sus cuadros, si abreviamos, solanescos, como son los de Goya goyescos; otra cosa no se puede decir: se reconocen enseguida.

Los temas que trata son hijos de un costumbrismo muy suyo de lo más lúgubre, o, a veces, cuando el tema elegido es más tópico (algunos a los que llega pasada la moda, como vitrinas —del Museo Arqueológico Nacional—, bibelots y muñecos y peleles o autómatas, posiblemente bajo la nebulosa ramoniana) le sale el cuadro siempre menos melancólico, como a otros, que siniestro e inquietante.

Todos de colores ocres, de costra ahumada, mugrosos. Pero los colores de Solana no son colores de tierra, sino colores de piel, de hombres con piel de tambor mazado; sus blancos, que no lo son nunca del todo, entre leche materna y pus; un mundo de cuartucho de curtidores.

Si se me permite ser un tanto trágico, diría que dentro de las pinceladas de Solana van embalsamados olores de todo tipo, desagradables sin duda pero que no siempre nos desagradan, como el candor que desprende el sudor de una madre, incluso de una desquiciada madre de la calle, tal es la humanidad de la pintura de Solana, nada nueva, por cierto, en la tradición artística española. Es cierto que a veces las figuras de Solana pueden resultar estáticas, demasiado estáticas, como hechas de carne de momia.

Habrá a quien le parezca que una puta estática, machacada, por seguir con el ejemplo, es más majestuosa que una machacada puta dinámica, y habrá a quienes les parezca un defecto grande este estatismo, una taxidermia, a los que se les podría replicar que hay animales, y faraones, que han ganado así en dignidad, por muy pantanoso que me resulte el meterme por estos derroteros.

Final de la Jornada. La Muerte sobre el Puente, de 1910. Ricardo Baroja
Final de la Jornada. La Muerte sobre el Puente, de 1910. Ricardo Baroja.

Yendo hacia el salón de casa, a tomar café a media tarde, con mis padres y demás familia, oigo decir:

Si viese Juanma a la Macarena como yo la vi, lloraría. Una cabeza…, un armazón de palos y una cabeza, sin el manto. Venía el cura, echándonos amablemente: «Venga, venga, que hay que vestir, no hay nada que ver»; así está claro que no les gusta que se la vea. Pero lo visto, visto está.

Afirma Andrés Trapiello que «la España negra no hay que ir a buscarla. Está por todas partes. Y es hermosa. No hay que darle más vueltas, insiste Regoyos, harto de dar explicaciones a los que no acaban de comprender qué le encuentra a todo eso. Basta con comprenderla. Comprensión es compasión, virtudes cervantinas».

Casi podría decirse que es una cosa intrahistórica, lo de la España negra. La intrahistoria la define la Real Academia, como se verá ahora, sin olvidarse de Unamuno, de manera simple que nos valdrá: «Voz introducida por el escritor español Miguel de Unamuno para designar la vida tradicional, que sirve de fondo permanente a la historia cambiante y visible».

La historia cambiante y visible, es decir, lo importante, suele ocurrir en las ciudades. Pero en este país es difícil separar dónde empieza la ciudad, o dónde acaba el pueblo; las ciudades y los pueblos suelen estar hibridados de una manera que, como en los siameses, la separación es algo fatal.

Lo que no es cambiante y visible, diríamos, se aprecia, sobre todo, en los diarios locales, que abarcan zonas relativamente amplias en las que caben, según, ciudades más o menos grandes y pueblos más o menos cativos, pequeños. Estos sufridos medios son los que se hacen eco de las cosas grandes de los sitios pequeños, sucesos, anécdotas, tejemanejes, infortunios varios, a menudo más significativas para el individuo que la historia cambiante y visible.

Es imposible no acordarse, después de haber escrito lo anterior, de Luis Carandell, que en una sección de la revista Triunfo, más tarde recopilada en libro, Celtiberia Show, fue construyendo un zibaldone de la moderna España negra, a base de recopilar todo tipo de «hechos reales, a menudo acompañados de documentos probatorios, que precisamente por su carácter de objetos museables no requieren otro comentario que el meramente aclaratorio de su significado», sin moralizar sobre ninguno de ellos, ni falta que le hizo: solo a trancas y barrancas puede haber moraleja en lo que es suceso.

Dicho esto, quisiera recuperar de la hemeroteca de lo local un par de noticias que siguen frescas, no tanto porque sigan teniendo interés, que no tenían ni siquiera entonces, más allá del humano y del morboso, sino porque podrían ser de cuando son o de mañana o de pasado o de hace mucho más, si no somos demasiado quisquillosos con los detalles de temporada.

Hace 40 meses, como se indica en un foro que he encontrado ahora, al recuperar la noticia, ocurrió lo siguiente, y copio el frontispicio de la noticia, omitiendo la localización porque, aunque pudiera no parecerlo, da lo mismo:

Los quintos de X. matan a una burra a patadas y con un palo en el recto.

Ignacio Zuloaga, Las brujas de San Millán (1907).

Fue robada de una finca y murió en la mañana de ayer abandonada y atada por el cuello a la parada del autobús.

Los dueños del animal culpan del hecho a una docena de jóvenes de 17 años que festejaban los quintos. El veterinario ha escrito un info.

Y comienza la noticia con una efectiva redacción de la escuela Solana y demoledora, que haría replantearse a Stendhal su predilección por la prosa del Código Civil:

Una docena de jóvenes de 17 años de X. mataron a una burra a puñetazos, patadas e insertándole un palo en el recto hasta dejarla reventada por dentro. Ocurrió en la madrugada de ayer, tras celebrar una noche de juerga.

Rescato un par de párrafos más, donde, más que Solana, parece que ha metido mano C. J. Cela:

Según explicó a este diario los chicos tuvieron que entrar en su finca a por la burra. Para ello tuvieron que romper el cemento en que se asienta la puerta, toda vez que estaba cerrada con el candado, tal como su padre la había dejado. Luego la levantaron alrededor de un metro. Por ese espacio sacaron el animal. (…)

Ellos (los quintos), que no quisieron identificarse, aseguran que se encontraron a la burra sola por las calles del pueblo y que no la maltrataron. «Solo la atamos a una cuerda y la llevamos hasta la parada. No le hicimos nada». Los seis coincidieron en que cuando se la encontraron «ya sangraba por abajo« —aludiendo al trasero— y murió «porque era vieja».

No puedo dejar de agradecer, después de haber leído ese «porque era vieja”», la sutilísima razón que me dio mi padre cuando era niño, ante la muerte de la burra de mi abuelo, al poco de haber muerto este: «La burra, hijo —me confesó—, murió de pena». Pasé años contando esto orgulloso en el colegio, y más al considerarlo algo insólito, a profesores y compañeros.

Canta bien una jota de quintos extremeña, en la que desconocemos si el burro es de raza española, últimamente protegida, como fue el caso de los quintos de X.:

Acabarse la paja
morirse el burro
y caerse el pesebre
todo fue uno.

Víctimas de la fiesta, 1894. Darío de Regoyos
Víctimas de la fiesta, 1894. Darío de Regoyos.

El empirismo fugaz de andar por casa indica que la noche de juerga es el detonante de las mayores atrocidades para mayor gloria de esta España enajenada de la que se viene hablando.

Después de la Tomatina de Y. (omitimos, tontamente, por coherencia interna) del año pasado, fiesta que nos brinda connotaciones hasta donde a uno le pueda parecer bien, unos jóvenes muy por la mañana tiraron a un mantero de un puente abajo, de nacionalidad senegalesa o subsahariana y de edad entre los 32 y los 36 años (según la fuente que se consulte), puente donde se topó con ellos. Fortuna la suya: se ve que Caronte estaba pescando en otras aguas; igual estaba el río seco.

Por el momento no se han producido detenciones al respecto, pero fuentes próximas al caso apuntaron que un testigo presenció cómo un grupo de dos a tres jóvenes agredían a un hombre de color en el puente de La Jarra hasta arrojarlo al vacío, desde una altura aproximada de seis metros, y cómo posteriormente estos salían corriendo hacia los tenderetes de la fiesta ocultándose entre la multitud. (…)

Se desconocen los motivos por los que estas personas arremetieron contra el «mantero», si pretendían robarle o fue acto violento por pura diversión producto de la borrachera. Lo cierto es que en un momento dado, según apuntaron los testigos, estos empujaron a su víctima desde el citado puente, que tiene una altura de unos seis metros.

Dada la vuelta la tortilla: el mantero es manteado, si bien este pobre hombre lo único que lleva dentro del manto es vacío, como un fantasma de cuento, su miseria y la de todos, liviana como el aire, e igual de inabarcable. Es como para desquiciarse por completo.

Raquel González Escribano habla de seguirle la pista a la cada vez más escurridiza y ramificada España negra en generaciones posteriores: en F. G. Lorca, embrujada en palpitaciones flamencas (Romero de Torres, Anglada Camarasa); Buñuel, aunque los pudrideros de mulas, una constante, sean más bien cosa de Pepín Bello, como dice él mismo en libro de conversaciones.

En cuanto al arte contemporáneo español, marcado en gran parte por la etapa franquista, ha recuperado o continuado tópicos pictóricos relacionados con la muerte, como las vanitas —Cristino de Vera, ejemplo esclarecedor, se pasó la vida pintando, en una rara especie de ascetismo puntillista, bodegones metafísicos en los que alterna péndulos, espejos, velas, relojes y calaveras—, y, por otro, la estampa goyesca de calamidades y brutalidades nacidas de la miseria moral y la devastación que siempre orbita en torno a la guerra.

El grupo El Paso, germinado este en mitad del franquismo, contaba, como se ha visto, con un buen caldo de cultivo para coronas de flores de la índole tratada. El artista de este grupo en el que más evidente se hace su propensión a ahondar en la tradición pictórica e intelectual española parece que es Antonio Saura, con esas pinturas suyas que más que pinturas son dibujos, una versión bufa de un Van Gogh siempre furioso.

Recuerdo la primera vez que vi un cuadro suyo, en Cuenca: impetuoso, gris y colosal, como el retrato de Alfonso XIII de Ramón Casas con el cielo todo caído encima, aplastado. Parecía haberlo pintado un hombre terrible. Luego supe que ese tipo de cuadros los pintaba tendidos en el suelo, como se tiende el mantel de un picnic, à la Pollock, y nunca he entendido del todo como se puede estar tan cabreado todo el rato durante tantos años. Sin embargo, gusta.

Como no se pretende contradecir a la autora, vamos a hablar un poco de un cuadro de Saura, de 1963, titulado Sudario (Barón). Pero antes, otra cosa. Todo el mundo recordará a Cecilia y su amable historia de la restauración del Ecce Homo de Borja.

El resultado, conocido como Ecce Mono, fue objeto de análisis y comparación con mil cosas distintas, se hicieron con él memes de todo tipo: el famoso con la cara de Paquirrín, tan carnavalero, que no desentona en absoluto en esto de la España negra; grutescos cualquiera.

Pues bien, lo que le vino a uno a la mente fue el cuadro del pintor, vecino, nacido en Huesca: la restauración de Cecilia parece una versión entre nabi y naïf de la postrimería de Saura. Es difícil saber si estoy incurriendo en una calamidad al incluir el salto a la fama de Cecilia en algo tan serio, porque en el fondo la España negra, si bien parece un asunto sobre todo lúdico aunque tenebroso no lo es tanto, o si, por el contrario, estoy cerca de acertar.

La romería de San Isidro, una de las pinturas negras realizadas por Francisco de Goya entre 1819 y 1823.

Desde luego, con Buñuel no tiene nada que ver, pero con Berlanga bastante, y con otras comedias más o menos negras y castizas como Amanece que no es pocoLa torre de los siete jorobadosEl pisito o El extraño viaje tiene muchísimo que ver, y hasta podría convertirse el periplo de Cecilia en una versión del Judas de Iquino hecho sainete.

Recapitulemos. Una buena señora decide, de buena fe (nunca mejor dicho, puesto que nos aventuramos a suponer que es católica apostólica y romana),  restaurar una pintura del siglo XIX, Ecce Homo, de un pintor de raigambre local, Elías García Martínez, que se ha ido estragando con el paso del tiempo en una pared del interior de la capilla de su parroquia, de su pueblo.

A ella la ve el cura y otros tantos vecinos, no es ningún secreto la labor de restauración que está realizando, por amor al arte y guiada por ese instinto, tan popular y humano, de conservación de lo que es bello, de lo que estaba ahí ya. Cecilia, además, es artista, pues ella lo dice, que ha pintado cuadros, y otros vecinos lo corroboran: tienen cuadros suyos. 

Todo bien hasta que alguien descubre que la restauración es un estropicio y, además, graciosa, cuando no debería haber sido ninguna de las dos cosas. Y las cámaras con sus luces, como en una película de Fellini, convierten las noches en días y el pueblo, Borja, en un plató. Han llegado los medios.

La historia traspasa así las lindes de lo local: primero en España y luego en el resto del mundo se vale la gente de la anécdota para convocar Juegos Florales de ingenio, de caducidad incógnita, pero que, a todas luces, teniendo en cuenta lo rápido que gira el mundo, será breve. Ella languidece, mientras asegura que lo ha hecho, como se ha dicho, de buena fe, y que a ver, que está sin terminar. Llega la piedad, pues la misericordia parecía haber estado siempre, camuflada, al acecho, y la dejan respirar.

Se detiene el desasosiego. Pero vuelve Cecilia a la palestra cuando, tras la indómita cantidad de turistas, nunca vista en el pueblo hasta entonces (muchos de ellos, por cierto, probables aspirantes a los laureles de los Juegos Florales, aún en boga), la Iglesia decide cobrar por la visita a la capilla donde se encuentra la pintura, y así conseguir financiación para sus quehaceres.

Por otro lado, la burocracia y las diferentes abstracciones representadas en diversos representantes de distintos ideales discuten y estudian lo que ha de hacerse y quién ha de correr con los gastos de lo que decida hacerse, según lo cual se hará algo o nada u otra cosa, mirando de reojo por dónde sopla el viento.

El párroco, exultante, se deja entrevistar escuetamente en televisión, pues no habían visto, se recalca, tanto interés nunca. Ante ello, Cecilia se plantea denunciar, ya que el maná no ha caído esta vez del cielo, y a nadie le vienen mal unas pesetas, más si provienen del esfuerzo propio.

Luego, tengo que reconocer que no sé muy bien qué pasa, algo de una agencia de publicidad y no sé qué más, aunque quizá debiera informarme, pero, en fin, ya parece suficiente. Podría ser de risa, pero no lo es, y, de serlo, será una risa de lo más nerviosa.

Por si alguien se lo pregunta, el gran premio de los Juegos Florales lo ganó el que dio nombre a la criatura, el Ecce Mono:

¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas!

Por otro lado, el jefe del Departamento de Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado, Javier Barón Thaidigsmann declara que «el peor enemigo del arte no es el tiempo sino el tratamiento erróneo por parte de falsos profesionales», y que «un mal restaurador hace más daño que una legión de malos historiadores». Por suerte, dice, en el Museo del Prado tiene muy buenos restauradores.

Profetiza, o más bien constata Raúl del Pozo en el artículo que venimos mareando que «llegó la maldición gitana de Cánovas: es español el que no puede ser otra cosa», y más de uno pensará como él, no sin razones poderosas, que sería un reto discutir. Llegados a este punto, casi podemos decir que la España negra ha sido negocio de cándidos, románticos melancólicos y locos.

A pesar de ello, o precisamente por ello, se nos presenta, así, una triste paradoja: solo los cándidos, los románticos melancólicos o los locos parecen poder alegrarse de haber nacido aquí. Es de justicia recordar las palabras infantiles y honestas del loco Solana, que hay que proteger de cualquier lectura maliciosa, más allá de lo que le concierne a su persona: «Uno solo puede vivir en España; fuera le falta a uno algo. Hay que ser ante todo español, porque eso es lo mejor».

Disparate 1. Disparate femenino, entre 1815 y 1823. Francisco de Goya
Disparate 1. Disparate femenino, entre 1815 y 1823. Francisco de Goya.

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Perón y sus circunstancias…


Historia Hoy(O.L.Mato) — Perón recibió un Banco Central lleno de oro, fruto de los alimentos que Argentina había vendido durante el conflicto, y utilizó esos fondos para promover programas sociales que mejoraron su caudal electoral.

El coronel Perón ganó las elecciones el 24 de febrero de 1946, en un mundo que acababa de sufrir una guerra devastadora. Japón capituló el 2 de septiembre del 45, tras las explosiones de dos bombas atómicas.

El 17 de octubre, Perón era consagrado como líder popular y encabezó la lista del Partido Laborista, fundado por Cipriano Reyes.

Una semana después comenzaron a deliberar las Naciones Unidas. Todos pensaban que el mundo no podría resistir otro conflicto como el que acababan de vivir. “Si hubiésemos tenido esta carta… no habría los millones de muertos que tuvimos”, dijo un muy optimista presidente Truman.

Argentina tuvo dificultad para ser incluida en las Naciones Unidas debido al rechazo de Stalin. El intento de aliarse con la Alemania del general Ramírez para invadir Brasil pesaba en el ánimo del jerarca soviético. El ingreso argentino se negoció a cambio de la incorporación de Ucrania y Bielorrusia como miembros individuales, aunque ya pertenecían a la Unión Soviética.

Las esperanzas de mantener la paz mundial se diluyeron a medida que la Guerra Fría se helaba, y el general Patton proponía aprovechar la presencia de tropas estadounidenses en Europa para marchar sobre Moscú.

En marzo del 46 , Churchill, que acaba de perder las elecciones frente al laborismo, declaró en Fulton, Missouri, que acababa de caer sobre Europa una “cortina de hierro” e instó a fortalecer una “relación especial” entre EEUU e Inglaterra, propuesta que, para Stalin, era una velada declaración de guerra.

Perón asumió la presidencia el 4 de junio de 1946. Mientras que Alemania había pagado con oro y tierras las sanciones impuestas por el Tratado de Versalles, esta vez lo haría con cerebros. Los científicos alemanes fueron el botín de guerra de rusos y estadounidenses, que se adueñaron de las mentes más brillantes, los “armeros de Hitler”. Gran parte del desarrollo de la carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos se debió a estos genios capturados. Sin von Braun, el camino a la luna habría sido más largo.

Argentina recibió una “mesa de saldos” con figuras como Adolf Galland, un as del aire; diseñadores como Kurt Tank; científicos como el Nobel Friedrich Bergius (químico que asistió a diseñar el primer plan quinquenal); y Ronald Richter, responsable del fantasioso Proyecto Huemul para desarrollar la fusión nuclear. Según el Dr. Balseiro, Richter había mostrado “una ignorancia sorprendente”.

Perón recibió un Banco Central lleno de oro, fruto de los alimentos que Argentina había vendido durante el conflicto, y utilizó esos fondos para promover programas sociales que mejoraron su caudal electoral, mientras esperaba el comienzo de una tercera guerra que le permitiría volver a gozar de los beneficios económicos, aprovechando la neutralidad argentina bajo el slogan: “Ni yankees ni marxistas” .

Con el estallido del conflicto en Corea, Perón pensó que la tercera guerra se había iniciado, pero esta no evolucionó en enfrentamientos masivos, sino en estallidos espasmódicos y multicéntricos a lo largo décadas.

El plan de Perón fracasó. La economía colapsó y un golpe militar lo obligó al exilio madrileño, donde, periódicamente, políticos y sindicalistas lo visitaban para trazar alianzas o abrevaban de sus opiniones, mientras López Rega, por entonces su mayordomo, ofrecía copitas de anís.

Desde los albores de la humanidad, cada actor toma decisiones basadas en información imprecisa, desconociendo cómo actuarán los demás. Las consecuencias de estos actos, los escribirá la historia.

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Tutmosis II: encuentran la primera tumba de un faraón en Egipto desde el hallazgo de Tutankamón hace más de 100 años…


La entrada a la tumba del rey Tutmosis II rodeada de rocas
La entrada a la tumba del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.

BBC News Mundo(F.Mao) — Egiptólogos descubrieron la primera tumba de un faraón desde que se halló la de Tutankamón hace más de un siglo.

La tumba del rey Tutmosis II era la última tumba real no descubierta de la dinastía XVIII de Egipto.

Pero un equipo británico-egipcio la localizó en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país.

Los investigadores pensaban que las cámaras funerarias de los faraones de la dinastía XVIII estaban a más de 2 km de distancia, más cerca del Valle de los Reyes.

El equipo encontró una zona asociada con los lugares de descanso de las mujeres de la realeza, pero cuando entraron en la cámara funeraria la encontraron decorada: la señal de un faraón.

«Y parte del techo todavía estaba intacto: un techo pintado de azul con estrellas amarillas. Y los techos pintados de azul con estrellas amarillas solo se encuentran en las tumbas de los reyes», dijo el director de campo de la misión, Piers Litherland.

El experto le dijo al programa Newshour de la BBC que se sintió abrumado en ese momento.

«La emoción de meterse en estas cosas es simplemente una de extraordinario desconcierto, porque cuando te encuentras con algo que no esperas encontrar, es algo -emocionalmente- muy turbulento de verdad», señaló.

«Y cuando salí, mi esposa estaba esperando afuera y lo único que pude hacer fue estallar en lágrimas», agregó.

Litherland informó que el descubrimiento resolvió el misterio de dónde se encuentran las tumbas de los reyes de principios de la dinastía XVIII.

Los investigadores encontraron los restos momificados de Tutmosis II hace dos siglos, pero su lugar de enterramiento original nunca había sido localizado.

La ubicación y la entrada a la tumba real del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.
La ubicación y la entrada a la tumba real del rey Tutmosis II, que gobernó hace 3.500 años.

– ¿Quién fue Tutmosis II?

Tutmosis II fue un antepasado de Tutankamón, cuyo reinado se cree que fue de aproximadamente 1493 a 1479 a.C.

La tumba de Tutankamón fue encontrada por arqueólogos británicos en 1922.

Tutmosis II es más conocido por ser el esposo de la reina Hatshepsut, considerada como uno de los faraones más importantes de Egipto y una de las pocas faraonas mujeres que gobernó por derecho propio.

Litherland dijo que la «gran escalera y un corredor descendente muy grande» de la tumba sugerían grandeza.

«Nos llevó mucho tiempo atravesar todo eso», contó, e indicó que estaba bloqueado por escombros de la inundación y que los techos se habían derrumbado.

«Fue recién después de arrastrarnos por un pasillo de 10 metros que tenía un pequeño espacio de 40 centímetros en la parte superior que llegamos a la cámara funeraria», afirmó.

Allí descubrieron el techo azul y decoraciones de escenas del Amduat, un texto religioso que estaba reservado para los reyes. Según Litherland, esa fue otra señal clave de que habían encontrado la tumba de un rey.

Los investigadores se pusieron a limpiar los escombros, esperando encontrar debajo los restos aplastados de un entierro.

Pero «resultó que la tumba estaba completamente vacía», dijo Litherland. «No porque la hubieran robado, sino porque la habían vaciado deliberadamente».

Luego descubrieron que la tumba se había inundado -«había sido construida debajo de una cascada»- solo unos años después del entierro del rey y que su contenido fue trasladado en la antigüedad a otro lugar.

Al tamizar toneladas de piedra caliza en la cámara, encontraron fragmentos de jarras de alabastro, que tenían las inscripciones de los nombres de Tutmosis II y Hatshepsut.

Esos fragmentos de alabastro «probablemente se rompieron cuando se estaba moviendo la tumba», estimó Litherland.

«Y gracias a Dios que rompieron una o dos cosas, porque así fue como descubrimos de quién era la tumba», añadió.

– El broche de oro

Los artefactos son los primeros objetos que se encuentran asociados con el entierro de Tutmosis II.

Litherland aseguró que su equipo tenía una idea aproximada de dónde estaba la segunda tumba, y que aún podría estar intacta y contener tesoros.

El descubrimiento de la tumba del faraón es el broche de oro a más de 12 años de trabajo del equipo conjunto de la New Kingdom Research Foundation de Litherland y el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Una fotografía del grupo de investigadores y arqueólogos de la New Kingdom Research Foundation y del Ministerio de Antigüedades de Egipto.
El equipo, de la New Kingdom Research Foundation y el Ministerio de Antigüedades de Egipto, que encontró la tumba.

El equipo ya había excavado 54 tumbas en la parte occidental de la montaña tebana en Luxor y también había identificado a más de 30 esposas reales y mujeres de la corte.

«Esta es la primera tumba real que se halla desde el descubrimiento revolucionario de la cámara funeraria del rey Tutankamón en 1922», dijo el ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Sherif Fathy.

«Es un momento extraordinario para la egiptología y para una comprensión más amplia de nuestra historia humana compartida», agregó.

– Quién fue Tutmosis II, el faraón opacado por su esposa e hijo, y cuya tumba real es el mayor descubrimiento en Egipto desde Tutankamón

Su reinado quedó opacado por su esposa, que también era su media hermana, y luego también por su hijo.

Tutmosis II fue el cuarto rey de la dinastía XVIII de Egipto, 1.500 años antes de Cristo.

El histórico hallazgo de su primera tumba en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país, fue informado esta semana.

Era la última tumba real no descubierta de la dinastía XVIII de Egipto y el primer hallazgo de la tumba de un faraón desde que encontraron la de Tutankamón hace más de 100 años (Tutmosis II era el bisabuelo del bisabuelo de Tutankamón).

Composición con una imagen del obelisco de Tutmosis II en Karnak, Egipto, y una ilustración del rostro de la momia de Tutmosis II.

Tutmosis II era hijo de Tutmosis I pero no de la Gran Esposa Real, Ahmose, de donde venía la línea sucesoria monárquica, sino de Mutnofret, una reina secundaria.

Con Ahmose, Tutmosis I tuvo a la princesa Hatshepsut.

Para proteger el linaje real, el padre de ambos ordenó que se casaran, así que cuando él murió, los medio hermanos heredaron el trono sin ser desafiados.

Los historiadores creen que Tutmosis II vivió hasta los 30 años, aproximadamente, y no está claro cuántos años duró su reinado.

Algunos creen que fue corto -de tres o cuatro años-, mientras que otros han señalado que puede haber durado 14 y hasta 18 años.

Relieve de Tutmosis II. Lleva la simbólica barba postiza y una complicada corona que incluye la corona atef (generalmente asociada y usada por Osiris), con los cuernos en forma de sacacorchos del dios carnero Khnum y el uraus.
Relieve de Tutmosis II. Lleva la simbólica barba postiza y una complicada corona que incluye la corona atef (generalmente asociada y usada por Osiris), con los cuernos en forma de sacacorchos del dios carnero Khnum y el uraus.

Su período como faraón egipcio quedó poco documentado, o al menos los egiptólogos no han encontrado hasta el momento mayor información.

Se sabe que lideró exitosas campañas militares en Nubia, en el sur de Egipto, y en la zona del Levante, donde hoy se encuentran los territorios palestinos, Israel y Siria.

Por el estado en que fue encontrado su cuerpo momificado, se cree que padeció problemas de salud.

Su sarcófago fue descubierto en 1881 por los egiptólogos Gaston Maspero y Émile Brugsch en Deir el-Bahari, un sitio de templos y tumbas frente a la antigua ciudad de Tebas, en la vera occidental del río Nilo.

Pero esa no era su tumba original. La momia había sido trasladada junto con los cuerpos de varios faraones para protegerlos de saqueadores de tumbas.

Un cartucho egipcio con el nombre de Tutmosis II.
Un cartucho egipcio con el nombre de Tutmosis II.

– La faraona Hatshepsut

Al morir Tutmosis II, el trono debía pasar al hijo varón que había tenido con una de sus esposas, Iset.

Pero Tutmosis III, que apenas había aprendido a caminar, era demasiado pequeño para tomar las riendas del gobierno.

Pese a que no era raro que las madres se ocuparan de gobernar si los faraones eran muy niños, Iset no tenía ninguna preparación para desempeñar tal rol.

Fue por eso que el lugar lo asumió Hatshepsut, la reina viuda, quien con poco más de 20 años de edad se encargaría de las tareas al frente del Imperio Nuevo de Egipto como regente.

Hatshepsut, que con su esposo había tenido dos hijas, Neferura y Neferubity, cuidaría el trono de su hijastro -y a la vez sobrino, por ser media hermana de Tutmosis II-, hasta que el joven pudiera hacerse cargo de las labores de faraón.

Cabeza de la reina Hatshepsut de una estatua colosal de piedra caliza pintada.
La reina Hatshepsut es considerada como uno de los faraones más destacados de Egipto.

Sin embargo, unos años después y por motivos que se desconocen, Hatshepsut se convirtió en faraona.

Si bien era preferible que el faraón fuera un hombre -y si era fuerte, valiente y bello, mejor-, no existía ninguna norma que prohibiera a una mujer asumir el cargo.

Se daba, especialmente, cuando una madre protegía el trono de su hijo o cuando su esposo estaba ausente en contiendas militares.

La diferencia en este caso es que Hatshepsut tomó el poder para sí, no en representación de Tutmosis III, y entendía que, como los dioses, un faraón era eterno.

Es por eso que cuando su hijastro creció y estaba en condiciones de asumir al frente del gobierno, Hatshepsut no abdicó y el trono siguió estando en sus manos.

La barca sagrada de Amón gobernada por el rey Tutmosis II, relieve tallado en piedra reutilizada de la Capilla Roja de Hatshepsut.
La barca sagrada de Amón gobernada por el rey Tutmosis II, relieve tallado en piedra reutilizada de la Capilla Roja de Hatshepsut.

En las representaciones pictóricas que se hallaron de Hatshepsut se la puede ver con rasgos masculinos, incluso con la barba postiza considerada un atributo divino de los dioses.

Pero en los textos se dejaba claro que era una mujer.

Su intención, desde los dibujos y estatuas, era ser vista como una líder.

Su reinado fue muy bueno, con avances no solo militares sino, sobre todo, en el comercio, lo que hizo que el reinado de su marido quedara en el olvido.

El problema fue que tras su muerte, Tutmosis III se dedicó a borrar el nombre de su madrastra, aunque el grueso de la destrucción se produjo 20 años después de que ella falleciera, algo que aún no una tiene explicación clara.

Lo que sí se sabe es que para entonces, Hatshepsut había quedado muy atrás en el recuerdo, quienes la habían conocido ya no estaban vivos y Tutmosis III se apropió de las grandezas de su legado, quedando como uno de los más importantes faraones de la dinastía XVIII de Egipto.

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¡Aunque usted no lo crea!: Robert Ripley, el hombre que creó un imperio multimillonario coleccionando hechos sorprendentes


Robert L. Ripley, dibujante y creador de "Believe it or Not!", se muestra dibujando en una pizarra que dice "Rip- Believe it or Not".
Ripley comenzó su carrera como caricaturista deportivo pero cuando se topó con el mundo de las rarezas no dio vuelta atrás.

BBC News Mundo — ¿Cuál fue la carta más corta jamás enviada?

La misiva de un solo carácter que le mandó el escritor francés Victor Hugo a sus editores, preguntando por su manuscrito de «Los miserables».

Solamente tenía el carácter: «?«… aunque, para ser precisos, la respuesta fue igual de breve: «!«.

Esta es una de la avalancha de pequeñas historias curiosas que el caricaturista, empresario y antropólogo aficionado estadounidense Robert Ripley recopiló e ilustró para el deleite de su público.

Y ese público era multitudinario.

Sus caricaturas aparecieron en más de 300 periódicos de todo el mundo, en docenas de idiomas, y fueron leídas por muchos millones de personas.

Sus libros, programas de radio y televisión, charlas y museos eran igual de populares.

La receta de su éxito era, aunque laboriosa, sencilla: compartir hechos extraños de todo el mundo.

Pero, ¿cómo llegó Ripley, quien no terminó la escuela secundaria y aprendió a dibujar por sí mismo, a ser globalmente famoso y multimillonario?

– Campeones y tontos

Todo comenzó con un problema un día de diciembre de 1918.

Trabajaba como periodista deportivo en el diario New York Globe y no sabía con qué llenar el espacio que tenía asignado.

«La temporada de béisbol había terminado, no había noticias de fútbol americano, o de hockey ni de básquetbol», le contó a BBC Witness History John Corcoran, director de exhibiciones de Ripley Entertainment.

Para salir de apuros, recurrió a un concepto con el que había experimentado en el invierno de 1916.

Improvisó una caricatura con nueve pequeños bocetos de hombres realizando hazañas deportivas únicas, como la de un hombre que había permanecido bajo el agua durante 6,5 minutos y otro que había cruzado norteamérica caminado hacia atrás.

Tituló la caricatura Champs and Chumps (Campeones y tontos), y la publicaron.

«»Fue bien recibida, el editor recibió muy buenos comentarios y le dijeron: ‘Oye, ¿por qué no sigues haciendo formatos así?».

Lo hizo. Siguió recopilando curiosidades y un año después creó una caricatura similar, pero esta vez con otro título: Believe It or Not (Créalo o no, literalmente; titulado en español: ¡Aunque usted no lo crea!). Una tercera caricatura le siguió en 1920.

Al tiempo, fue desarrollando una gran pasión por los viajes que, tras el primero que hizo alrededor del mundo, quedó plasmada en una serie de ensayos y dibujos.

Ripley con más de una decena de bailarinas
Ripley con bailarinas de «Hula Hula» en el barco en el que llegó Ripley a Hawái. El caricaturista viajó alrededor del mundo tantas veces que se decía que recorrió la distancia de un viaje de ida y vuelta a la Luna.

Año tras año, su creación siguió entreteniendo, aunque también provocando, a sus cada vez más seguidores.

En 1926, cuando sus caricaturas iban a empezar a publicarse en el Evening Post, Ripley le escribió a sus nuevos lectores, prometiendo que sus Believe It or Not eran «todos ciertos».

«La verdad, ya saben, es realmente más extraña que la ficción», afirmó.

«He viajado por todo el mundo buscando cosas extrañas e increíbles. He visto hombres negros blancos, hombres blancos purpúreos, y conozco a un hombre que fue ahorcado pero aún vive.

«Créanme cuando les hablo del hombre que murió de viejo antes de cumplir seis años; del río en África que fluye al revés; de las ostras que crecen en los árboles; de las flores que comen ratones; de los peces que caminan y de las serpientes que vuelan».

En general, le creían. Solo que a veces…

– ¿Se pasó de la raya?

En 1927, Charles Lindbergh emprendió su peligroso viaje en solitario a través del Atlántico, volando sin escalas en su avión monomotor Spirit of St. Louis desde Nueva York hasta París, como recuerda Neal Thompson en su libro «Un Curioso Hombre: La Vida Extraña y Brillante de Robert ‘Aunque Usted No lo Crea’ Ripley».

Se convirtió en un héroe instantáneo por lograr una hazaña que se creía imposible: cruzar un océano en un día y medio, viajando a 60 millas por hora durante más de 3.000 millas, volando solo durante la noche, en medio de tormentas, sin dormir.

Meses después, Ripley lo representó en su popular caricatura pero, en lugar de colmar de elogios al aviador, declaró que Lindbergh no era el primero, sino el 67.º hombre en realizar un vuelo sin escalas a través del Atlántico.

Cuenta Thompson que miles de lectores furiosos enviaron cartas y telegramas incrédulos, reprendiendo a Ripley por insultar a un icono estadounidense, llamándolo mentiroso (y otras cosas).

Poster con dibujo de Ripley y algunas de sus caricaturas
«El hombre más interesante del mundo», dice este póster de 1949.

La verdad era que…

  • dos aviadores llamados Alcock y Brown habían volado juntos desde Terranova hasta Irlanda en 1919;
  • ese mismo año, un dirigible con 31 hombres a bordo había cruzado desde Escocia hasta Estados Unidos;
  • cinco años después, otro dirigible había viajado desde Alemania hasta Lakehurst, Nueva Jersey, con 33 personas a bordo.

Efectivamente, 66 personas habían cruzado el Atlántico sin escalas antes de Lindbergh, lo que no le restaba mérito al héroe, pero sí precisaba, instruía y entretenía.

No fue la única vez que, a pesar de la garantía de certeza ofrecida por Ripley, muchos se negaban a creerle, y se lo hacían saber escribiéndole cartas, a veces miles cada día.

Eso le daba la oportunidad de hacer algo que le encantaba: demostrar la veracidad de afirmaciones impactantes.

Para hacerlo, Ripley dependía en gran medida de un socio silencioso, Norbert Pearlroth, un exbanquero y consumado lingüista con una memoria casi fotográfica, al que había contratado en 1923.

– El apogeo

Para 1929, Ripley ya era una celebridad, pero su popularidad estaba a punto de estallar.

Cuando el magnate de la prensa y los medios estadounidenses William Randolph Hearst leyó su recién publicado libro «Believe It or Not«, le envió un telegrama a uno de sus editores en Nueva York.

Contenía dos palabras: «Hire Ripley» («Contrata a Ripley»)

De la noche a la mañana apareció en cientos y cientos de periódicos, y entró en las grandes ligas.

«Fue interesante porque ciertamente era una persona muy tímida», comentó Corcoran.

«No era especialmente guapo, tenía los dientes salidos y era regordete. Pero realmente se sumergió en la vida social: le encantaba pasar el rato con las celebridades y organizar fiestas».

En el apogeo de su popularidad en la década de 1930, su columna sindicada le reportaba U$7.000 a la semana y era leída por más de 60 millones de personas al día.

Su salario anual rivalizaba con el de las estrellas de Hollywood James Cagney y Gary Cooper.

Es más: los ingresos por su columna, sus libros y sus conferencias alcanzaron el medio millón de dólares, todo esto en medio de la Gran Depresión.

6 estrellas cantando
Estrellas del teatro, el cine y la radio ensayando para un espectáculo en apoyo a la industria periodística por su rol en la preservación de la libertad de las artes en 1942. Ripley está a la izq. adelante, al lado de Carmen Miranda y Ray Bolger.

Además de un apartamento lujoso con vistas al Central Park de Manhattan y una hacienda en Florida, compró una pequeña isla que llamó BIOM, que es un acrónimo de Believe It or Not.

Ahí tenía una mansión repleta de curiosidades coleccionadas de todo el mundo, con un ejército de sirvientes y un puñado de novias que lo adoraban.

Además era un trotamundos

A pesar de que le tenía miedo a volar, fue una de las personas que más viajó en su época, visitando 201 de los 235 países reconocidos en su momento.

Por ello, por su afición por recolectar historias de maravillas (y por idea de los publicistas de Hearst), se le comparaba con el explorador del siglo XIII Marco Polo.

Y expandió su imperio a la radio con programas en varios formatos en NBC, CBS y MBS.

«A Ripley se le ocurrían estas ideas locas, como transmitir debajo del agua o desde un paracaídas. Pero contaba con un productor de radio llamado Doug Storer, que era un verdadero emprendedor», señaló Corcoran.

Una de las hazañas fue transmitir en 1934 un programa de radio en vivo para «todo el mundo».

Para lograrlo, reunió a 10 traductores en los estudios WINS de Nueva York para traducir su programa a varios idiomas. Las diferentes traducciones se conectaron simultáneamente a redes y transmisores de todo el mundo.

Ripley en su casa en 1940, con parte de su colección de rarezas.
Ripley en su casa en 1940, con parte de su colección de rarezas.

Su popularidad se vio reflejada en unas encuestas realizadas en EE.UU. en 1936 en la que le preguntaron a los niños quiénes querían ser cuando grandes.

Ripley obtuvo la mayoría de votos, superando al presidente Franklin Roosevelt, al boxeador Jack Dempsey y al magnate del automóvil Henry Ford.

En 1949, incursionó en el único medio de comunicación que aún no había conquistado: la televisión.

El programa, basado en su caricatura, fue un éxito inmediato.

Pero solo logró hacer 12 episodios.

El 24 de mayo, Ripley estaba en el estudio para grabar el decimotercero y, en medio del programa, se desplomó sobre su escritorio, inconsciente.

Murió a los pocos días.

Su legado sigue vivo hoy en día en forma de museos en varios lugares del mundo y un libro con historias e imágenes inusuales publicado anualmente.

«Creo que a todos nos gusta saber lo que es posible o lo que es imposible. Algunas cosas parecen tan inverosímiles que te preguntas: ¿podría suceder eso realmente? Y esa fue la base de Believe it or not», opina Corcoran.

«Aunque todo es real, no hay absolutamente nada falso, Ripley se acercó tanto los límites de lo factible que te costaba creer que fuera real«.

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Los Mussolini, una familia trágica…


Los cuerpos profanados de Mussolini y Clara Petacci (2º y 3º por la izquierda) cuelgan como animales en la Plaza de Loreto de Milán.

The Objective(L.Reyes) — Franco tenía un «cuñadísimo», Serrano Suñer, y Mussolini tenía un «yernísimo», el conde Ciano. Ambos eran tipos brillantes, atractivos y ambiciosos, aunque tuvieron un final muy diferente. Cuando Serrano Suñer cayó del pedestal donde lo había puesto Franco, se fue a su casa y vivió hasta los 100 años en la nostalgia del omnímodo poder que tuvo y perdió. Cuando el infortunio se abatió sobre Ciano, lo ataron a una silla y lo fusilaron por la espalda.

Benito Mussolini, inventor de una nueva concepción política llamada fascismo, tras una etapa de agitación callejera llegó inesperadamente al poder en 1922, con un golpe de estado de opereta, o habría que decir de «opera buffa», ya que estamos en Italia.

Las fuerzas económicas, empresarios y terratenientes, y el Vaticano promocionaron a aquel personaje que prometió orden y progreso para Italia, y los trajo en efecto, aunque fuera a costa de sacrificar la democracia.

También tenía en su agenda política hacer las paces con Iglesia, que desde la unificación de Italia en el siglo XIX excomulgaba a los reyes de la dinastía Saboya. Y lo logró, creando esa curiosidad geopolítica que es Ciudad del Vaticano, el estado soberano más pequeño del mundo.

A finales de los años 20 Mussolini podía estar satisfecho: había consolidado su poder dictatorial, el pueblo lo aceptaba como su jefe natural (Duce en italiano es lo mismo que jefe), la alta sociedad lo adulaba, la Iglesia lo bendecía y el rey se plegaba a sus caprichos. Sin embargo el amo de Italia no controlaba su propia casa.

Tenía una hija, Edda, la mayor de sus cinco vástagos, de carácter difícil, rebelde y un punto autodestructivo. Un informe de la policía de 1929 informaba al preocupado padre de que su hija frecuentaba «cazadores de fortuna, manirrotos y drogadictos» y que «aparentemente es alérgica a los jóvenes convenientes».

Para cortar radicalmente con las malas compañías, Mussolini mandó a su hija en un largo crucero a la India y empezó la búsqueda de un «joven conveniente». El elegido fue el conde Galeazzo Ciano, un diplomático de carrera y fascista de corazón, que había participado en la Marcha sobre Roma.

Además era de familia rica y noble, y su padre, el almirante Ciano, era un héroe de la Primera Guerra Mundial y también fascista. Por si fuera poco Ciano tenía la guapura que sólo alcanzan los hombres italianos y era un dandy. 

Benito Mussolini junto al conde Galeazzo Ciano, yerno del dictador italiano
Benito Mussolini junto al conde Galeazzo Ciano, yerno del dictador italiano

Dicho y hecho, en 1930 se casaron y se fueron a vivir a China, pues Ciano desempeñaba un puesto diplomático en Shanghai. Parece que esos fueron los mejores años de su vida para Eda, Shanghai era un paraíso para europeos con dinero y ganas de divertirse. Tuvieron su primer hijo allí, pero a la vez mantenían relaciones extramatrimoniales sin complejos, era una pareja libre.

Lo malo es que en aquel ambiente Eda se hizo ludópata y alcohólica.

Cuando volvieron a Italia, el conde Ciano se convirtió en uno de los altos jerarcas del Estado Fascista y Edda en la «primera dama» del régimen, pues su madre, Donna Rachelle, una mujer sencilla y sin ambiciones, pero harta de las infidelidades de su marido, se negaba a acompañar a Mussolini en los actos oficiales. En la práctica, Mussolini y su esposa estaban divorciados.

Ciano fue primero ministro de Prensa y Propaganda, y a partir de 1936 de Asuntos Exteriores. Participó como aviador voluntario en la conquista de Abisinia y fue el principal responsable de la intervención de Italia en la Guerra Civil Española. Pese a ello, no era un belicista insensato, y se opuso a que Italia entrase en la Segunda Guerra Mundial, porque pensaba que su ejército no estaba preparado, que su economía no lo resistiría, y que en suma sería un catástrofe para Italia, como así fue.

Edda apoyó activamente a su esposo en esta postura, pero ni uno ni otra convencieron a Mussolini, que se encandiló con los éxitos militares alemanes y pensó que entraba en una guerra ya ganada. Para Italia, sin embargo, fue una serie de derrotas frente a griegos, abisinios, ingleses y rusos.

Hitler, que al principio de su carrera política consideraba a Mussolini el modelo a seguir, resultó ser un aliado tóxico, dominando poco a poco la voluntad de Mussolini, que incluso dictó leyes contra los judíos, cuando al principio del Fascismo había tenido el apoyo de bastantes judíos adinerados.

En 1943 el Führer consiguió deshacerse de aquel incómodo Pepito Grillo que era Ciano, forzando a Mussolini a echarlo del Ministerio de Exteriores.

Como compensación por el despido, el Duce nombró a Ciano embajador ante la Santa Sede, y desde el Vaticano Ciano y Edda comenzaron a conspirar contra el padre-suegro.

Ciano participó el complot con el rey Víctor Manuel y el ejército, y tuvo un papel en la rebelión del Gran Consejo Fascista, el máximo órgano del Estado Fascista, que en la noche del 24 al 25 de julio de 1943 le «retiró los poderes» a Mussolini

Al día siguiente, cuando Mussolini fue a ver al rey para entregarle los poderes, el pequeño Víctor Manuel -medía apenas metro y medio- que tantas veces se había plegado a la aplastante voluntad del Duce, se tomó la revancha y ordenó detenerlo.

Se había puesto en marcha el sangriento final de aquella familia que había dominado Italia durante más de 20 años, la tragedia griega en su expresión más brutal, padres contra hijos, castigos despiadados de los dioses, sangre y muerte para reyes y príncipes.

– Guillotina

Edda Mussolini junto a su padre en la playa de Cattolica, 1925.

«La guillotina nos espera», había vaticinado Edda Mussolini asumiendo el papel de Casandra, aquella hija del rey de Troya que advirtió a su familia del terrible final de la Guerra de Troya.

Pero Edda no era mujer que se quedase esperando al destino aciago sin hacer nada.

Cuando vio que detenían a su padre, pese a que su marido estaba en el bando de los conspiradores, le dijo «hay que salir de Italia».

Edda tomó las riendas. 

Huirían a España, donde Franco estaba obligado a protegerlos, puesto que Ciano había sido el impulsor de la intervención italiana en la Guerra Civil, 78.000 soldados perfectamente armados y equipados que, al principio de la contienda, fueron un apoyo notable para el bando nacional. 

La idea era buena, pero su ejecución fue desastrosa, porque Edda encontró un vuelo Italia-España en un avión alemán que, a mitad de camino, cuando informó a Berlín de quién llevaba a bordo, recibió orden de cambiar de destino. De esta manera el conde Ciano y la hija de Mussolini aterrizaron en Alemania, donde les informaron que eran «huéspedes del Führer».

Pero no eran huéspedes, sino prisioneros. Benito Mussolini, en cambio, dejó de serlo cuando el nuevo gobierno italiano, presidido por el general Badoglio, realizó un asombroso cambio de chaqueta y firmó un armisticio con los aliados. En consecuencia Alemania consideró enemiga a Italia y la atacó.

El rey y el gobierno Badoglio huyeron, los alemanes ocuparon Roma, y un comando de paracaidistas dio un espectacular golpe de mano para liberar a Mussolini, que estaba preso en secreto en un recóndito hotel de montaña en los Apeninos.

Pero el hombre que rescataron los paracaidistas no era ya el Duce, era un anciano enfermo física y moralmente, una sombra de lo que había sido Benito Mussolini.

Hitler, que en tiempos lo había admirado, lo puso al frente de una entelequia, la República Social Italiana, un estado fascista en el Norte de Italia que no mandaba en nada, porque los que mandaban en su territorio eran los alemanes.

Para lo único que sirvió la República Social Italiana fue para montar «el Proceso de Verona» contra los altos capitostes del Gran Consejo Fascista que habían votado a favor de la destitución del Duce. Los traidores habían sido 19, pero solamente lograron capturar a seis, incluido el conde Ciano, entregado por Hitler a su viejo amigo Mussolini como una ofrenda sacrificial.

Edda intentó con toda su alma conseguir el indulto de su padre, pero después de darle tantos caprichos y consentirle tantas diabluras durante toda su vida, Mussolini se mostró esta vez inconmovible ante los llantos y gritos de su hija.

El 11 de enero de 1944, el conde Galeazzo Ciano, la figura más atractiva del Fascimo, el yernísimo de Mussolini, fue fusilado junto a los otros cinco procesados de Verona, atados todos ellos a sillas, dando la espalda al pelotón de fusilamiento, menos Ciano, que en un último gesto de chulería volvió la cabeza para mirar al pelotón de fusilamiento.

Mussolini no había demostrado piedad, y tampoco la tendría con él la Historia. El ejército alemán combatió con uñas y dientes por Italia, y fue retrocediendo sus líneas hacia el Norte poco a poco. Pero a finales de abril de 1945 ya no le quedaba más Italia a sus espaldas. Berlín estaba medio ocupado ya por los soviéticos, y Hitler tardaría poco en suicidarse cuando el mando militar alemán en Italia negoció la rendición.

Ciano, yerno de Mussolini ejecutado

Mussolini se había ido retirando hacia el Norte con los alemanes, llevando consigo a «su otra familia», es decir su amante Clara Petacci.

Se habían conocido en 1932, cuando ella tenía 20 años y él casi 50, y era bellísima, distinguida e inteligente.

Además estaba sinceramente enamorado de Mussolini y, como si fuera una esposa casada por la Iglesia, decidió acompañarlo en la desgracia.

El 27 de abril de 1945, cuando intentaba escapar de Italia disfrazado de soldado, Mussolini fue identificado y detenido por un grupo de partisanos comunistas.

Al día siguiente, sin molestarse en montar una farsa de juicio, el jefe de los partisanos, coronel Walter, veterano de las Brigadas Internacionales en la Guerra de España, cogió una metralleta y, al borde de la carretera, acribilló a tiros a Mussolini y a Clara.

Pero la tragedia griega en su expresión más brutal no termina aquí, va más allá de la muerte. Al día siguiente llevaron los cadáveres a Milán, donde fueron objeto de todo tipo de profanaciones, incluso se mearon sobre ellos. Finalmente los colgaron por los pies en la Plaza de Loreto, como si fueran reses sacrificadas en el matadero.

Cuando Hitler se enteró, horrorizado pese a todo lo que había vivido en la guerra, dijo: «A mí no me van a hacer eso». Y dio órdenes estrictas de que quemaran su cuerpo con gasolina después de suicidarse.

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Cuando las armas para luchar contra los submarinos se compraban en las ferreterías…


Historias de la historia(J.Sanz) — Al comienzo de la Primera Guerra Mundial no existían medidas efectivas para contrarrestar la amenaza de los submarinos, sobre todo de los U-Boat alemanes, algo mejor dotados que sus adversarios.

Normalmente, la introducción de una nueva arma conduce rápidamente al desarrollo de contramedidas, pero hasta que se idearon las primeras cargas antisubmarinas de profundidad a los defensores no les quedaba otra opción que utilizar algunos extraños «remedios» para luchar contra estas naves, aparte de los cañonazos, claro está.

Una de las principales razones de la falta de este armamento antisubmarino era que no existía en aquel momento ningún dispositivo para su detección, ya sea por encima opor debajo del agua, excepto el ojo humano.

Por su parte, en esta fase de la guerra los submarinos eran «ciegos» y «sordos» cuando estaban en inmersión, al no existir sensores adecuados. Este hecho fue decisivo en la determinación de la forma en que estos primeros submarinos operaban, puesto que les obligaba en muchas ocasiones a utilizar el periscopio o a navegar en superficie para poder orientarse correctamente.

Y precisamente por estas razones, una de las medidas que se adoptaron para contrarrestar la amenaza de los submarinos tenía por objeto dañar o destruir sus periscopios.

La alocada solución —ideada por los británicos— consistía en patrullar de noche con lanchas por los alrededores de zonas amenazadas por los submarinos alemanes, como consta que ocurrió en el Estrecho de los Dardanelos a principios de 1915.

Según el relato del guardiamarina Stanley M. Woodward, destinado en Kephalos Bay, las lanchas estaban dotadas de su armamento habitual: cañones de pequeño calibre y ametralladoras, pero allí también las equiparon con una curiosa arma antisubmarina: grandes martillos de hierro.

Una vez que los vigías de las lanchas avistaban un periscopio se acercaban sigilosamente y le golpeaban con sus martillos hasta inutilizarlo, produciendo el cegamiento y desorientación de su capitán, obligando a la nave en muchos casos a salir a la superficie.

Aunque no lo parezca, el método era sorprendentemente eficaz: se estima que alrededor de 16 submarinos fueron martilleados durante estos primeros meses de la guerra.

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7 veces en las que las grandes potencias negociaron el futuro de países y territorios sin contar con las poblaciones afectadas…


Neville Chamberlain, Edouard Daladier, Adolf Hitler, Benito Mussolini y el conde Ciano en la Conferencia de Múnich de 1938.

BBC News Mundo(M.Fitzpatrick/The conversation) — Ucrania no fue invitada a la reunión clave entre funcionarios estadounidenses y rusos en Arabia Saudita esta semana para decidir cómo podría ser la paz en el país.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, dijo que Ucrania «nunca aceptará» ninguna decisión sin su participación en las negociaciones para poner fin a la guerra con Rusia.

La decisión de negociar la soberanía de los ucranianos sin ellos –así como el intento descaradamente desmesurado del presidente estadounidense Donald Trump de reclamar la mitad de la riqueza de minerales raros de Ucrania como precio por el continuo apoyo estadounidense– revela mucho sobre cómo Trump ve a Ucrania y Europa.

Pero esta no es la primera vez que las grandes potencias se han coludido para negociar nuevas fronteras o esferas de influencia sin la participación de la gente que vive en esos territorios.

Esa política de poder autoritaria rara vez termina bien para los afectados, como muestran estos siete ejemplos históricos.

Steve Witkoff, Marco Rubio, Mike Waltz, el príncipe Faisal bin Farhan al-Saud, Mosaad bin Mohammad al-Aiban, Yuri Ushakov y Sergei Lavrov en la reunión sobre Ucrania en Riad el 18 de febrero.
Representantes de EE.UU. y Rusia se reunieron el 18 de febrero en Arabia Saudita.

1. El reparto de África

En el invierno de 1884-1885, el líder alemán Otto von Bismarck invitó a las potencias de Europa a Berlín para una conferencia en la que se formalizaría el reparto entre ellas de todo el continente africano.

Ni un solo africano estuvo presente en la conferencia que llegaría a conocerse como «El reparto de África».

Entre otras cosas, la conferencia condujo a la creación del Estado Libre del Congo bajo control belga, el lugar donde se produjeron terribles atrocidades coloniales y donde murieron millones de personas.

Alemania también estableció la colonia del África Sudoccidental Alemana (actual Namibia), donde más tarde se perpetró el primer genocidio del siglo XX contra los pueblos colonizados.

Ni un solo africano estuvo presente en la conferencia que llegaría a conocerse como "El reparto de África".
Ni un solo africano estuvo presente en la conferencia que llegaría a conocerse como «El reparto de África».

2. La Convención Tripartita

No fue sólo África la que se dividió de esta manera. En 1899, Alemania y Estados Unidos celebraron una conferencia y forzaron a los samoanos a un acuerdo para dividir sus islas entre las dos potencias.

Esto se produjo a pesar de que los samoanos expresaron su deseo de autogobierno o de una confederación de Estados del Pacífico con Hawái.

Como «compensación» por no haber obtenido Samoa, Reino Unido recibió el control de Tonga.

La Samoa Alemana quedó bajo el dominio de Nueva Zelanda después de la Primera Guerra Mundial y siguió así hasta 1962. La Samoa Estadounidense (además de varias otras islas del Pacífico) sigue siendo territorio de Estados Unidos hasta el día de hoy.

Soldados de Nueva Zelanda tras capturar la Samoa Alemana.
Soldados de Nueva Zelanda tras capturar la Samoa Alemana.

3. El Acuerdo Sykes-Picot

Cuando la Primera Guerra Mundial estaba en pleno apogeo, los representantes británicos y franceses se sentaron para acordar cómo dividirían el Imperio Otomano una vez que terminara el conflicto.

Como potencia enemiga, los otomanos no fueron invitados a las conversaciones.

Juntos, el inglés Mark Sykes y el francés François Georges-Picot rediseñaron las fronteras de Medio Oriente en función de los intereses de sus respectivas naciones.

El Acuerdo Sykes-Picot contradecía los compromisos asumidos en una serie de cartas conocidas como la correspondencia Hussein-McMahon. En estas cartas Reino Unido prometía apoyar la independencia árabe del dominio turco.

El Acuerdo Sykes-Picot también contradecía las promesas que hizo Reino Unido en la Declaración de Balfour de respaldar a los sionistas que querían construir una nueva patria judía en la Palestina otomana.

El acuerdo se convirtió en la fuente de décadas de conflicto y mala gestión colonial en Medio Oriente, cuyas consecuencias siguen sintiéndose hoy.

Mapa que muestra las áreas de control e influencia en Medio Oriente acordadas entre los británicos y los franceses.
El inglés Mark Sykes y el francés François Georges-Picot rediseñaron las fronteras de Medio Oriente en función de los intereses de sus respectivas naciones.

4. El Acuerdo de Múnich

En septiembre de 1938, el primer ministro británico, Neville Chamberlain, y el primer ministro francés, Édouard Daladier, se reunieron con el dictador fascista italiano Benito Mussolini y con el alemán Adolf Hitler para firmar lo que se conocería como el Acuerdo de Múnich.

Los líderes intentaron evitar la propagación de la guerra por toda Europa después de que los nazis de Hitler fomentaran un levantamiento y comenzaran a atacar las zonas de habla alemana de Checoslovaquia conocidas como los Sudetes. Lo hicieron con el pretexto de proteger a las minorías alemanas. Ningún checoslovaco fue invitado a la reunión.

Muchos todavía consideran la reunión como la «traición de Múnich», un ejemplo clásico de un intento fallido de apaciguar a una potencia beligerante con la falsa esperanza de evitar la guerra.

Chamberlain y Hitler en 1938.
Chamberlain y Hitler en 1938.

5. La Conferencia de Évian

En 1938, 32 países se reunieron en Évian-les-Bains, Francia, para decidir qué hacer con los refugiados judíos que huían de la persecución en la Alemania nazi.

Antes de que comenzara la conferencia, Reino Unido y Estados Unidos habían acordado no presionarse mutuamente para elevar la cuota de judíos que aceptarían en suelo estadounidense o en la Palestina británica.

Si bien Golda Meir (la futura líder israelí) asistió a la conferencia como observadora, ni a ella ni a ningún otro representante del pueblo judío se les permitió participar en las negociaciones.

Los asistentes en gran medida no lograron llegar a un acuerdo sobre la aceptación de refugiados judíos, con la excepción de República Dominicana. Y la mayoría de los judíos en Alemania no pudieron irse antes de que el nazismo empezara con el Holocausto.

En 1938, 32 países se reunieron en Évian-les-Bains, Francia, para decidir qué hacer con los refugiados judíos que huían de la persecución en la Alemania nazi.
En 1938, 32 países se reunieron en Évian-les-Bains, Francia, para decidir qué hacer con los refugiados judíos que huían de la persecución en la Alemania nazi.

6. El Pacto Molotov-Ribbentrop

Mientras Hitler planeaba su invasión de Europa del Este, quedó claro que su principal obstáculo era la Unión Soviética. Su respuesta fue firmar un tratado inverosímil de no agresión con la URSS.

El tratado, que lleva el nombre de Vyacheslav Molotov y Joachim von Ribbentrop (los ministros de Asuntos Exteriores soviético y alemán), garantizaba que la Unión Soviética no respondería cuando Hitler invadiera Polonia.

También dividió Europa en esferas nazi y soviética. Esto permitió a los soviéticos expandirse a Rumania y los estados bálticos, atacar Finlandia y tomar su propia parte del territorio polaco.

No es de extrañar que algunos en Europa del Este vean las actuales conversaciones entre Estados Unidos y Rusia sobre el futuro de Ucrania como el renacimiento de este tipo de diplomacia secreta que dividió a las naciones más pequeñas de Europa entre las grandes potencias en la Segunda Guerra Mundial.

El Pacto Mólotov-Ribbentrop, un acuerdo conocido como el Tratado de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética, se firmó en Moscú el 23 de agosto de 1939.
El Pacto Mólotov-Ribbentrop, un acuerdo conocido como el Tratado de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética, se firmó en Moscú el 23 de agosto de 1939.

7. La Conferencia de Yalta

Con la inminente derrota de la Alemania nazi, el primer ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Josef Stalin y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se reunieron en 1945 para decidir el destino de la Europa de posguerra.

Esta reunión llegó a conocerse como la Conferencia de Yalta.

Junto con la Conferencia de Potsdam varios meses después, Yalta creó la arquitectura política que conduciría a la división de la Europa de la Guerra Fría.

En Yalta, los «tres grandes» decidieron la división de Alemania, mientras que a Stalin también se le ofreció una esfera de interés en Europa del Este.

Esto adoptó la forma de una serie de Estados amortiguadores controlados políticamente en Europa del Este, un modelo que algunos creen que Putin pretende emular hoy.

Con la inminente derrota de la Alemania nazi, el primer ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Josef Stalin y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se reunieron en 1945 para decidir el destino de la Europa de posguerra.
Con la inminente derrota de la Alemania nazi, el primer ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Josef Stalin y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se reunieron en 1945 para decidir el destino de la Europa de posguerra.

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Le rompió un diente a Ronaldo en el Real Madrid, su agresividad maravilló a Tyson y salió con una actriz porno: “Era realmente malo”…


Marcó un gol en 49 partidos con la camiseta del Real Madrid

Infobae(S.Pineda) — Corrían los primeros días de 2005. Real Madrid estaba a pocos días de ser eliminado de la Champions League ante Juventus en octavos de final y cerraría aquella temporada por detrás del Barcelona en la liga local.

La salida de Claude Makélélé en 2003, sumada a las partidas de Esteban Cuchu Cambiasso y Flávio Conceição en 2004, dejaron huérfana la mitad de la cancha, y el Merengue salió al mercado de pases para reforzar la plantilla de Galácticos con un nombre que no tenía mayores estridencias, pero dejó una huella en tan solo 49 partidos con esta camiseta.

Lo apodaron Shrek, se hizo un lugar entre estrellas mundiales como Zinedine Zidane, David Beckham o Ronaldo Nazario y mantiene una vida alejada de los medios después de retirarse con tan solo 32 años.

La historia de Thomas Gravesen inicia el 11 de marzo de 1976, día de su nacimiento en la ciudad danesa de Vejle, un lugar con poco más de 110.000 habitantes. De hecho, el club homónimo a esa región fue el lugar adecuado para sus primeros pasos en el fútbol profesional hasta sus saltos a la Bundesliga y la Premier League con las camisetas del Hamburgo y Everton.

En su paso por los Toffees disputó más de 100 encuentros en las cinco temporadas con la institución y su mudanza a España se dio bajo una erogación económica baja, ya que la Casa Blanca se hizo de sus servicios por una cifra superior a los USD 3.500.000.

El interés de uno de los clubes más importantes del mundo sorprendió a su propio entrenador. Así lo reconoció David Moyes: “No podíamos creerlo, ¿sabes?”.

Incluso, el propio Thomas pensaba que se trataba del clásico rival en una entrevista con FourFourTwo“Mi agente me llamó: ‘¿Qué opinas de Madrid?’. Para empezar, pensaba que era el Atlético de Madrid, así que dije: ‘También me gusta el Everton’. Entonces me dijo ‘es el Real Madrid’”.

A partir de ahí, la operación relámpago terminó con Perro Loco (Mad Dog, en ingles, tal como también era apodado) bajo la dirección de Vanderlei Luxemburgo.

Su fuerte personalidad, un carácter único y su particular intensidad para vivir los partidos fue su sello con los Blancos, donde se animaba a darles indicaciones a las estrellas consagradas que tenía como compañeros con mucho desparpajo. Su estancia se prolongó hasta agosto de 2006, más de 500 días, que entregaron muchas anécdotas en los duelos por los puntos y en los entrenamientos.

Las Vegas, millones y mansiones: Así la vida de Thomas Gravesen, el 'ogro'  danés que jugó en el Real Madrid

Una de las historias más destacadas sucedió en una de esas tantas prácticas con Ronaldo, a quien sujetó en un momento y le causó un impensado problema, que fue abordado en la biografía Mad Dog Gravesen, escrita por Chris Sweeney:

“A pesar de todas sus fuerzas, no pudo soltarse y terminó siendo lanzado de un lado a otro como un muñeco de trapo. 

Después de algunos golpes, las travesuras terminaron con Ronaldo tendido en el suelo sin un diente”.

Recientemente, el bicampeón del mundo con Brasil y doble ganador del Balón de Oro recordó esas viejas épocas con su antiguo compañero, de quien guarda buenas memorias, pero no dudó a la hora de ponerlo como su peor compañero ante la pregunta de Romário:

Hay muchos. Sin embargo, hubo uno en el Real Madrid que era un chiste. Se llamaba Thomas Gravesen, un mediocampista danés que era buena gente, una persona genial. En fútbol era realmente malo. Él no marcaba, daba patadas”.

Otro de los integrantes del equipo, Francisco Paco Pavón, le concedió dos historias al portal español Relevo. Una de ellas muestra el ánimo distendido que intentaba trasladar Gravesen al plantel profesional: “Una vez nevó y nos recibió a todos en el entrenamiento a bolazos de nieve, pero a lo bestia. Contra todos. Como además no nos conocía, nos tocó a todos”.

Tampoco aflojaba en los ensayos, aunque estuviese del otro lado un juvenil o un experimentado, y evitaba cualquier tipo de consumo de antiinflamatorios para recuperarse de las lesiones. “Él prefería a lo bruto”, manifestó Iker Casillas.

También disfrutaba su tiempo fuera de la cancha, hasta el punto de incumplir ciertas reglas impuestas a los futbolistas de la institución.

“Recuerdo que le llevé a su casa un día y me llevó al garaje. Y allí tenía dos motos… Nosotros no podíamos tener motos. Una era suya y otra de su amigo, que decían que iban a la M-50 (autopista de circunvalación madrileña) y la ponían a 300 km/h. Y luego quitó la lona de un Porsche, que parecía un Ferrari con el motor atrás…

Y me decía ‘chssssst’, tapándose la boca como para que no dijera nada: ‘Este para cuando salgo por ahí, que no me vea nadie, pero lo pongo muy rápido’”, aseguró Pavón.

Thomas Gravesen, era mucho... - Fútbol, pasión de multitudes | Facebook

Thomas Gravesen marcó su único gol con esta casaca en febrero de 2005 con la camiseta del Espanyol, pero todos los hinchas Merengues lo añoran por una singular acción sucedida el 15 de enero de 2006 en la victoria 4-2 ante Sevilla por La Liga de España.

El volante central danés se inventó un enganche único en el mundo del fútbol, que fue bautizado como la Gravesinha: un movimiento en el que impactó su rodilla contra el terreno de juego para amagar al rival.

Un gesto que pudo causarle una grave lesión de ligamentos y menisco, pero se transformó en la jugada preponderante de su paso por el Santiago Bernabéu.

Su intervención quedó retratada por las cámaras de El Día Después, reconocido programa que contaba historias de hechos puntuales en los partidos de Primera.

Me siguen llegando menciones con la Gravesinha. Mi mayor actividad en redes sociales sigue siendo un puto vídeo de 2006”, se confesó el periodista Luis Fermoso, uno de las alma mater de esa producción en conjunto con Michael Robinson.

Por aquellos meses, Gravesen vivía una apasionada historia de amor con su pareja Kira Eggers.

El romance inició en 2005 y se prolongó hasta 2008, contó el periódico danés B.T., y la mujer fue figura de la TV de ese país tras participar en el famoso reality show Gran Hermano, llegó a ser catalogada como una de las 100 mujeres más sexys del mundo según la revista For Him Magazine (FHM) y se dedicó a la industria condicionada como actriz de contenido para adultos.

De hecho, Paul Caddis, uno de los excompañeros del volante en el Celtic, adonde se fue después de su ciclo en el Madrid, reveló un particular pedido que le hacía a Mad Dog“Solíamos decirle: ‘Tommy, ¿tienes alguna foto de tu esposa?’”“Búscala en Google, muchacho, hay un montón de cosas en Google”, les respondía.

Kira Eggers, la ex pareja de Thomas Gravesen

Su carta de sentencia en el Real sucedió al mismo tiempo de la llegada de Fábio Capello. El experimentado entrenador ya le había picado el boleto al contar que no le gustaba su comportamiento: “Todo tiene que hacerse como él quiere”.

Sus acciones motivaron una insólita situación vivida entre ambos y relatada por el ex jugador Borja Fernández: “Un día, en una charla con Capello se echó un eructo que sonó un montónCapello le dijo: ‘¿Thomy, qué haces?’. Y él le dijo que eso en su país era normal, que era salud. Bueno, pues no lo vuelvas a hacer, ¿vale?’”.

La estocada final sucedió en una práctica abierta a la prensa. Thomas derribó a Robinho con una patada, y esto generó un tumulto entre los dos ante la vista privilegiada de los periodistas. “Era un día normal de entrenamiento. Le hice una entrada dura y no le gustó. Después me golpeó. Por suerte, nunca lo atrapé”, relató Gravesen en su biografía.

Se marchó al Celtic a mitad de 2006, estuvo a préstamo en el Everton entre 2007 y 2008 y finalizó su carrera a los 32 años con el cuadro escocés en el segundo semestre de 2008.

Atrás dejó más de 300 partidos con más de 20 goles a nivel clubes, sus cinco gritos en 66 juegos con la selección de Dinamarca (disputó 2 Eurocopas y el Mundial 2002) y un relato imborrable del día que Mike Tyson se maravilló con él.

Mike Tyson pidió la camiseta de Gravesen después de quedar maravillado con su rendimiento

“Quedó encantado con Thomas después de ir a ver un partido internacional en Copenhague; le encantó su estilo agresivo y desenfadado.

 Tanto es así que Tyson pidió su camiseta y la usó durante el resto de su estancia en Dinamarca, ya que estaba allí para una pelea que preparó el terreno para su gran enfrentamiento con Lennox Lewis”, reveló Chris Sweeney en The Celtic Star, en referencia al combate de Iron Mike perdido por KO el 8 de junio de 2002.

El autor del libro contó que Gravesen se mudó a Las Vegas, un lugar que visitaba frecuentamente para ir a los casinos desde su etapa en el Real Madrid, pero ahora estaba instalado en Dinamarca.

Muchos portales se han hecho eco de que habría ganado 100 millones de libras (USD 126 millones) en su rol de empresario con distintas inversiones y que logró USD 100 millones jugando al póker, The Sun difundió que se lo ha visto por el estado de Nevada a bordo de un Mercedes-Benz SLR McLaren, vehículo valorado en USD 420.000, pero Sweeney opta por la mesura.

En la entrevista dada al sitio escocés, el escritor añade que “hay muchos rumores sobre cuánto dinero ha ganado y cómo lo ganó” y puntualizó sobre un protagonista poco asiduo a dar entrevistas a lo largo de su vida: “Con Thomas es difícil precisar nada, es una especie de ermitaño y en Dinamarca incluso lo apodan El Unicornio debido a su estatus mítico. 

Se cuenta que perdió 54 millones de dólares en una sola partida de póquer individual. Además está la noticia de que ganó una fortuna de 100 millones de libras. Thomas nunca ha dicho que nada de eso sea cierto o no, pero mi libro analiza las razones que hay detrás”.

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La calidad de vida durante el Imperio Romano era más alta en el campo que en las ciudades, según revela un análisis bioarqueológico…


Una calle de Pompeya, cuadro de Ettore Forti. 

L.B.V.(G.Carvajal) — Un reciente estudio bioarqueológico publicado en el Journal of Archaeological Science: Reports investiga las diferencias en el estilo de vida entre los habitantes urbanos y rurales de la Italia romana durante el periodo imperial. El estudio, basado en el análisis de restos óseos procedentes de dos necrópolis distintas—una en la zona rural de Contrada Nevola (Corinaldo) y otra en el contexto urbano de la Universidad Católica de Milán—, revela disparidades notables en las condiciones de vida, acceso a recursos y tipos de esfuerzo físico entre ambas poblaciones.

La metodología empleada en el estudio combinó análisis antropológicos y radiográficos en 110 individuos, de los cuales 60 pertenecían a la necrópolis rural de Contrada Nevola y 50 a la necrópolis urbana de Milán. Los investigadores examinaron una serie de marcadores de estrés físico y fisiológico, como lesiones cribroticas, líneas de Harris, hipoplasia del esmalte, nódulos de Schmorl, cambios en entesis y traumatismos antemortem.

Los resultados mostraron que los habitantes de la zona rural parecían haber gozado de mejores condiciones de vida en comparación con sus contrapartes urbanas. En particular, se observó que las diferencias en el acceso a los recursos y en la distribución de tareas laborales eran más pronunciadas en el medio rural que en el urbano, lo que apunta a una organización del trabajo distinta entre sexos.

Uno de los aspectos clave del estudio fue el análisis de la salud bucodental y los indicadores de nutrición. Se encontró una mayor prevalencia de cálculo dental en la muestra urbana (42%) en comparación con la rural (26%), lo que sugiere una menor higiene oral o una dieta más rica en carbohidratos entre los habitantes de la ciudad.

Asimismo, los indicadores de infecciones inespecíficas mostraron diferencias cualitativas más que cuantitativas: mientras que en la necrópolis rural se hallaron signos de meningitis y enfermedades respiratorias, en la muestra urbana se identificaron infecciones intratorácicas y localizadas, posiblemente vinculadas a condiciones de hacinamiento y falta de saneamiento.

Edoardo Ettore Forti | Neo-Pompeian painter | Tutt'Art@ | Pittura *  Scultura * Poesia * Musica

El estudio también arrojó datos sobre las diferencias en el estrés físico entre ambas poblaciones. En la muestra rural, los hombres presentaban lesiones en la parte baja de la columna, lo que indica trabajos pesados asociados a la agricultura y la ganadería. Por otro lado, las mujeres mostraban signos de desgaste en la región cervical, posiblemente por la realización de tareas domésticas que involucraban carga de peso en la cabeza.

En la población urbana, las lesiones musculoesqueléticas se distribuían de manera más homogénea entre hombres y mujeres, lo que podría indicar una mayor participación femenina en labores artesanales o comerciales. Además, se encontró una mayor incidencia de fracturas en la muestra urbana, lo que podría estar relacionado con accidentes laborales o incluso con conflictos interpersonales en un entorno más denso y estratificado socialmente.

Otro hallazgo significativo fue la diferencia en la edad al momento de la muerte. En la muestra rural, las mujeres tendían a vivir más tiempo que los hombres, mientras que en el contexto urbano ocurría lo contrario. Esta diferencia podría explicarse por varios factores: en la ciudad, las mujeres estaban expuestas a riesgos sanitarios como infecciones en espacios cerrados, intoxicación por plomo y partos complicados sin atención adecuada. En cambio, en el medio rural, aunque la vida también implicaba esfuerzos físicos significativos, la exposición a agentes patógenos y contaminantes podría haber sido menor.

Este estudio proporciona una perspectiva única sobre las condiciones de vida en la Italia romana, desafiando la idea de que las ciudades representaban el único epicentro del desarrollo y el bienestar. Por el contrario, la evidencia sugiere que las comunidades rurales podían ofrecer una calidad de vida superior en términos de salud y longevidad, aunque con una estructura de trabajo diferenciada según el género.

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